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Politic s Las ocho claves

de la reforma electoral Gobierno y partidos políticos acordaron con el Congreso estatal cambios importantes en la legislación

Pachuca, Hidalgo I Octubre de 2012 I Año 2, número 50 I Ejemplar gratuito

La primera víctima de la narcopolítica

El rediseño de las instituciones


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enfoque El asesinato de Manuel Buendía

Obra póstuma de Granados Chapa A un año de su fallecimiento, aparece el libro en el que Miguel Ángel describe el homicidio de la primera víctima de la narcopolítica.

‘Habrá rediseño institucional’

Primera víctima de la narcopolítica

Contenido

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“El gran patricio hidalguense”

Octubre Miércoles 23

Aniversario del Fallecimiento del exgobernador de Hidalgo, Carlos Ramírez Guerrero Día del Médico

Jueves 24

Vicente Guerrero toma posesión como primer presidente de México (1829) Se funda la Organización de las Naciones Unidas al término de la Segunda Guerra Mundial. México se cuenta entre los 51 miembros fundadores (1945)

Jueves 25

Se crea la Secretaría de la Defensa Nacional (1937)

Martes 30

Aniversario del natalicio de Francisco I. Madero, jefe revolucionario, Presidente de la República de 1911 a 1913. Nace en Parras, Coahuila, en 1873

Presidente y director general GERARDO Márquez Directora General First Class / Politics GLORIA García Funtanet Directora Administrativa SELENE Alvaradejo Director editorial MANUEL Baeza Directora comercial Martha Patricia Cerrilla Gerente de Producción Juan Villatoro Circulación y Relaciones públicas Arturo García Belio Diseño Editorial Francisco santiago díaz Fotografía Staff Sistemas Mishell Monroy Suscripciones Yazmín Domínguez Teléfono: (771) 211-9191

Noviembre

Miércoles 6

Promulgación del Acta de la Independencia Nacional por el Congreso de Chilpancingo (1813) Aniversario luctuoso de Agustín Lara, compositor de música popular, inhumado en la Rotonda de los Hombres Ilustres (1970)

Jueves 8

Día del Ferrocarrilero

Viernes 9

Moctezuma recibe a Hernán Cortés en la Gran Tenochtitlán y lo aloja en su palacio, de donde el emperador sale encadenado por órdenes del español (1519)

Criterio La Verdad Impresa: Publicación catorcenal, Año 2 • No. 50 • Octubre de 2012 • Editor responsable: Manuel Baeza Sánchez • Número de Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derecho de Autor: 04-2009-051821094500-101 • número de certificado de licitud de título: No.14538 • número de certificado de licitud de contenido: en trámite • publicado y distribuido por Editorial Zeuqram SA de CV • domicilio de la impresión y publicación: Publicity Rouge S.A. de C.V. , Av. Revolución No. 803 2 piso Col. Periodistas Pachuca, Hgo. 42060 , Tel. 7196954 • el contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de los autores • todos los derechos están reservados • queda prohibida la reproducción total o parcial del material publicado sin consentimiento por escrito de los editores • la información contenida ha sido obtenida de fuentes que se consideran fidedignas.


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enfoque

ESPECIAL

El asesinato de Manuel Buendía

Obra póstuma de Granados Chapa A un año de su fallecimiento, aparece el libro en el que Miguel Ángel describe el homicidio de la primera víctima de la narcopolítica.

Primera víctima de la narcopolítica

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ESPECIAL Cortesía Grijalbo Agencia Reforma

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n su última Plaza Pública, publicada el viernes 14 de octubre de 2011, Granados Chapa se despidió de sus lectores con una frase: “esta es la última vez en que nos encontramos. Con esa convicción digo adiós”. Pero entonces trabajaba afanosamente en la escritura de un libro sobre el periodista Manuel Buendía, que dejó inconcluso. Gracias al trabajo de su hijo Tomás Granados Salinas, del periodista Tomás Tenorio y los editores, es posible un encuentro más entre Granados Chapa y sus lectores, justo al año de su muerte. Con la autorización de la editorial Grijalbo, se reproduce aquí el primer capítulo de la obra.

L

a noche del 30 de mayo de 1984 José Antonio Zorrilla parecía haber cometido el crimen perfecto. Presidía el funeral de su víctima, Manuel Buendía, y se le había confiado la investigación del asesinato, perpetrado apenas horas antes por agentes a sus órdenes. Agobiada por la cruenta y súbita desaparición de su esposo, su compañero durante treinta años, doña Dolores Ábalos no tenía ánimo para recibir las condolencias de las decenas, cientos quizá, de personas que desfilaban por la capilla ardiente, en Gayosso de Félix Cuevas, adonde Zorrilla dispuso que se velara el cadáver del periodista de quien se reputaba amigo. Habló primero con José Manuel, el mayor de los hijos de Buendía, quien transmitió a doña Dolores la noticia de que su padre había sufrido un percance. Cuando llegaron al despacho, ya había sido levantado el cuerpo, y Zorrilla les dio la terrible noticia. Ante el azoro de la viuda, el director federal de Seguridad, jefe de la policía política del gobierno federal, organizó las exequias de Buendía, con gastos a cargo de su oficina. Dispuso que se le velara en la sede sur de la principal agencia funeraria de la ciudad, aunque se hallara a gran distancia del domicilio del finado, pues la escenografía que había montado requería de amplios espacios, donde circulara el gentío que debía verlo presidiendo el sepelio como si fuera el deudo principal. Con aguzado sentido teatral, deambulaba entre los dolientes, recibía el pésame y se gloriaba de su amistad con quien allí era velado. Vestía una gabardina azul, semejante a la que Buendía llevaba puesta horas antes, cuando lo alcanzaron las balas de un agente subordinado suyo. Dispuso también que el entierro ocurriera en Jardines del Recuerdo, en Tlalnepantla, y que fuera único orador al pie de la tumba el periodista León García Soler,

ajeno por supuesto a la intriga con que Zorrilla se protegía a sí mismo. Hacerse tan visible tenía el propósito no sólo de mostrar su pesar, para que nadie imaginara que él mismo lo había causado, sino también de provocar que al recibir en la agencia funeraria al presidente Miguel de la Madrid, su jefe en última instancia, le fuera confiada la indagación del crimen, a pesar de que la Dirección Federal de Seguridad (DFS) careciera de atribuciones legales para hacerlo. Cuando De la Madrid quiso, al dar esa instrucción en público, mostrar su interés por el pronto hallazgo de los homicidas de Buendía, bendijo los hechos que Zorrilla había construido y los que siguieron inmediatamente después. Supliendo al Ministerio Público, atolondrado y miedoso, la policía política se apoderó de la escena del crimen y dio los primeros pasos de una averiguación que correspondía a la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal. Así, la DFS realizó una contrapesquisa, pues eliminó indicios que condujeran a la verdad y erigió obstáculos que sólo al paso de muchos

fue interpretada por todos, sin mayor cuestionamiento, como un hecho político. Los directores y el personal de los periódicos lo calificaron como un atentado al periodismo nacional y a la libertad de expresión. Los periodistas asumieron que su integridad física y moral estaba en peligro e hicieron cundir una sensación de temor e incertidumbre ante el futuro. Al día siguiente del asesinato, un grupo conocido de periodistas formó un comité para vigilar que se llevara a cabo el esclarecimiento pleno del asunto. El primero de junio, la CTM demandó la expulsión del país de los agentes de la CIA y la aplicación rigurosa de la ley a los terroristas de la ultra-derecha, a los que atribuyó el homicidio de Buendía como parte de una estrategia para desestabilizar al país. Respecto a Buendía, existe ahora la duda de que haya sido un profesional quien lo asesinó. La forma en que lo mataron, el lugar y la hora llevan a la policía a sostener la hipótesis de que seguramente fue un resentido por una ofensa directa. Sus argumentos suenan

años pudieron ser removidos. De la Madrid se enredó con el caso, no sabemos si entonces o años después, cuando dictó sus memorias a Alejandra Lajous. La procuradora Victoria Adato de Ibarra era su amiga personal (porque él lo había sido de su extinto marido, Manuel Ibarra), y el presidente escuchaba sus quejas sobre la intervención de Zorrilla y su versión sobre los móviles del crimen. De la Madrid incurría por eso en oscilaciones del ánimo, que dejó traslucir cuando publicó su libro Cambio de rumbo. Por un lado, esquivó abordar el tema en el apartado correspondiente a mayo de 1984. Luego, sin considerar que había encargado la indagación a la policía política, juzgó desdeñosamente que se trataba de un crimen cuyas motivaciones eran personales, no políticas. Escribió, ya avanzado junio, que la “tragedia” de Buendía

lógicos. La policía señala que un asesino profesional siempre tira a la cabeza, en tanto que Buendía recibió tres balazos en el cuerpo; que un profesional tira desde una distancia mayor de la que se le disparó a Buendía, pues ello implica menor riesgo de ser visto o detenido; que busca un lugar más aislado y no un estacionamiento a las seis y media de la tarde o, en todo caso, usa silenciador. En fin, con esta nueva hipótesis (nueva en junio de 1984, aclaro) parece difícil que pueda hallarse al asesino de Buendía, pues el panorama sobre las posibilidades de quién pudo haberlo asesinado se abre aún más. La ofensa directa que supone la policía pudo haber sido de tipo político, ideológico, religioso o privado. Por ahora, ya se han hecho exámenes exhaustivos de sus columnas para conocer a sus enemigos. Entre ellos se encuentran la CIA, los petroleros, el Opus Dei, los “tecos”;

en fin, son tantos grupos y tantas posibilidades, que no veo fácil que la policía pueda encontrar al culpable.1 De la Madrid no tuvo más remedio que admitir, en una nota a pie de página redactada cuando ya no estaba en la presidencia: Éste (el autor intelectual) resultó ser el licenciado José Antonio Pérez Zorrilla [sic], quien fungía, en el momento del crimen, como titular de la Dirección Federal de Seguridad. Al parecer, Pérez Zorrilla (sic) había observado que las investigaciones que realizaba Buendía sobre el narcotráfico lo estaban alcanzando. Pérez Zorrilla (sic) fue sujeto de juicio y, a la fecha de publicación de este libro (marzo de 2004), permanece en la cárcel.2 El ex presidente habla del asunto como algo ajeno, sin tener presente que él mismo encargó a “Pérez Zorrilla”, como le llama, que investigara el homicidio. En función de ese encargo se legitimó el protagonismo que adoptó Zorrilla, quien se apersonó en el lugar del crimen pocos minutos después de que Buendía había sido atacado por uno de sus subalternos, bajo la protección de otros que deambulaban en la escena de los hechos. Zorrilla pudo llegar prontísimo porque sabía del asesinato y sólo esperaba el aviso de su consumación. Hasta las seis y media de la tarde, cuando fue baleado por la espalda, ese miércoles había sido una jornada normal en la intensa vida del periodista más influyente de México. La inició temprano por la mañana, cuando salió de su casa en la calle Cienfuegos de la colonia Lindavista, en el norte de la ciudad de México. Solía desahogar en el desayuno, la comida y la cena compromisos profesionales que lo proveían de información o elementos para construir su criterio respecto de asuntos sobre los que escribiría, o reunirse con amigos por el solo gusto de cultivar fructíferas relaciones personales. Yo mismo había compartido el desayuno con él apenas dos días antes de que lo mataran. Nos reunimos en Sanborns, en la esquina de Hamburgo y Niza, no lejos de su oficina. No me atrevería a decir que don Manuel anticipaba lo que le ocurriría, pero advertí en su conducta una suerte de resignación ante lo inevitable. A diferencia de su actitud de alerta permanente, esa vez se sentó de espaldas a la puerta. Hasta ese momento ejercía, como una segunda naturaleza, una sostenida vigilancia de su entorno. Distaba mucho de la paranoia, pero al salir de un espacio cerrado se detenía por instantes en la puerta para cerciorarse de que podía seguir su camino. En los recintos Politic´s Octubre de 2012

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cerrados, invariablemente ocupaba un lugar desde el cual dominaba el panorama. Esta vez desdeñó hacerlo, y no le importó sentarse de espaldas al resto de la concurrencia. No hablamos sobre el asunto, a pesar de que lo percibí de inmediato, y nos despedimos normalmente, en espera de un próximo encuentro, como los muchos que sostuvimos a lo largo de veinte años de amistad y relación profesional. Ese 30 de mayo, tras su reunión matutina, llegó a su despacho y dio los toques finales al borrador de la columna que enviaría esa mañana a Excélsior, el diario capitalino donde publicaba desde seis años atrás, y a la Agencia Mexicana de Información, que distribuía su trabajo a más de una veintena de diarios de los estados. Se refería a una sociedad anónima creada por los más ricos empresarios de México, que de esa manera se preparaban para adquirir algunas de las empresas más productivas que el gobierno se disponía a vender para cumplir los planes de austeridad dictados por el Fondo

Juan Manuel Bautista Ortiz, uno de sus dos ayudantes, quien debía hacer fotocopias de documentos. Puesto que la oficina se quedaba sola, su joven ex alumno esperó a cerrar, y luego bajó la escalera detrás de Buendía. El elevador estaba descompuesto. Bautista había estudiado con don Manuel en la universidad en 1982 y 1983. En este último año se incorporó al reducido personal de la “Mexican Intelligence Agency”. A pesar de que ya había concluido sus estudios formales en Ciencias Políticas, empezó desde abajo. Pero el aprendizaje que le estaba permitido por trabajar a la vera de Buendía justificaba su penosa iniciación en el oficio. Años más tarde recordaría la impresión que le causó como maestro: De trato afable, escrupuloso, lenguaje fino y preciso, Buendía sometía a sus posibles alumnos de séptimo semestre de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, a un examen general de conocimientos. Ya en clases, combinaba la teoría con ejercicios periodísticos: crónicas

Monetario Internacional. Concluida la tarea cotidiana se dirigió a la cancillería, situada todavía en Tlatelolco. Estaba invitado a comer con el subsecretario Víctor Flores Olea (con quien guardaba cordial relación desde que el diplomático dirigía la escuela universitaria donde Buendía enseñaba). Los acompañaron Jorge Montaño, entonces director de Asuntos Multilaterales en la SRE y años después embajador en Washington, y José Carreño Carlón, que era diputado federal y antes había sido periodista en El Día, del que salió abruptamente por un enfrentamiento con el director Enrique Ramírez y Ramírez. Buendía volvió a su oficina poco después de las cinco de la tarde, trabajó en la preparación de próximas columnas -solía tener varios borradores en curso, antes de dar forma definitiva al que enviaría para su publicación-. Cerca de las seis y media de la tarde se dispuso a salir. Coincidió en ese propósito con

urbanas, entrevistas a los personajes de la colonia, artículos sobre un tema de interés nacional, la nota de la semana, reportajes, hasta llegar a las prácticas profesionales.3 José Antonio Zorrilla también trabajaba a esa hora, en su oficina del tenebroso edificio de la DFS situado en Plaza de la República, entre Lafragua e Ignacio Ramírez; es decir, en el flanco sur de la plaza en cuyo centro se alza el Monumento a la Revolución. Había confiado a Juventino Prado, uno de sus comandantes más cercanos, jefe de la Brigada Especial, su propósito de quitar de en medio a Buendía. Una cuestión previa era conocer con precisión su rutina. Para el efecto, Zorrilla creó una situación tensa en torno a su amigo periodista, a quien impuso una escolta en la primera quincena de mayo. Buendía sentía de tanto en tanto que crecían sus riesgos por los asuntos que abordaba, por los personajes a los que juzgaba. Por añadidura, al final de

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ese mayo se le imputaba un acto con el que no tenía que ver. El periodista Jack Anderson publicó en su columna de The Washington Post un informe sobre el presidente De la Madrid. Éste habría depositado en un banco suizo una gruesa suma de dinero. Los malquerientes de Buendía, a quienes De la Madrid prestaba oídos, dijeron que el informe de Anderson le había sido enviado por Buendía, que no encontró la ocasión propicia para ventilarlo él mismo en la Red Privada. Buendía resistió la imposición de una escolta pero Zorrilla venció su reticencia. No duró mucho la custodia, que era en realidad vigilancia. La presencia de una guardia a las afueras de su casa incomodó a la señora Buendía tanto como al periodista perturbaba “traer cola”, como se decía en la jerga policiaca al hecho de ser observado permanentemente. El ejercicio terminó poco antes del 30 de mayo, pero ya había cumplido su propósito. Zorrilla conocía al detalle los movimientos de Buendía, sus hábitos, sus rutinas. Y decidió ejecutar su plan, al que llamó Operación Noticia para seguir con la retórica propia de su actividad policiaca. En aplicación del plan, Prado recibió la orden de matar a Buendía. Encargó el asunto a un peculiar agente a sus órdenes. Era Rafael Moro Ávila, nieto del legendario general Maximino Ávila Camacho. A Moro se permitía compartir su labor como agente de la DFS con sus aficiones como actor, en que solía desplegar su habilidad como tripulante de motocicleta. Pero en la Operación Noticia sería el pasajero, no el conductor. En cumplimiento de sus órdenes, esperó la salida de Buendía y lo siguió hasta casi llegar al ancho portón del estacionamiento donde el periodista guardaba su automóvil. Tenía instrucciones de atacar por la espalda, pues se sabía de la costumbre de la víctima de portar pistola, metida en la parte posterior de la cintura. Se sabía también de sus aptitudes de tirador. Él y Zorrilla se juntaban para practicar tiro en el campo del Estado Mayor Presidencial. Allí convivían con amigos en común, como el capitán retirado Martín Larrañaga, que los acompañaría a comer al día siguiente, pues Zorrilla había preparado esa cita como parte de su coartada. Moro Ávila se acercó sigiloso a Buendía, y tiró del faldón de la gabardina para dificultar los movimientos del periodista y asegurarse de que no portaba blindaje alguno. Empuñaba una pistola poderosa, una Browning de nueve milímetros, con la que disparó hasta cinco veces. Por instinto defensivo, como si pretendiera usar su propia arma, y por el efecto físico de los disparos, Buendía giró hacia la derecha, por lo que los balazos tuvieron trayectorias diferentes. Lo ultimó uno

tan certero como el resto, que le perforó el pulmón. Buendía se desplomó. Moro Ávila caminó un breve trecho, como si nada, y puntual apareció la motocicleta a cuyo asiento trasero subió. Apenas unos pasos adelante, Bautista quedó pasmado por unos instantes ante el sorprendente ataque. Tomó la pistola de su jefe y corrió en pos del homicida, hacia la esquina de Londres y Havre. Cuando percibió que su gesto era inútil, volvió atrás y comprobó que Buendía estaba muerto. Entró de nuevo al edificio y desde el mezzanine telefoneó a Luis Soto, secretario del periodista. Ante el inminente nacimiento de su primer hijo, Soto había recibido autorización de su jefe para encontrar un segundo empleo. Lo obtuvo en una oficina pública, la Dirección General de Publicaciones de la SEP, cuyo responsable era Miguel López Azuara, que había conocido a Buendía en su etapa inicial de reportero, en Excélsior. Soto pidió a Bautista el número telefónico de Zorrilla, pero tardó en recibirlo porque el ayudante volvió a la oficina para consultar el directorio. Cuando lo tuvo, Soto avisó del suceso al jefe de la policía política, y ambos salieron hacia el lugar de los hechos. López Azuara y Armando López Becerra, su colaborador en la SEP, también acudieron al teatro de los acontecimientos, llevados sobre todo por su infatigable espíritu de reporteros. Miguel, sabedor de mi cercanía con don Manuel, llamó para avisarme. Me enteré de su recado muy tarde. Habíamos tenido una comida y una larga sobremesa con el secretario de Hacienda Jesús Silva Herzog el grupo que planeábamos la salida de La Jornada, en la que nos ocupábamos desde febrero y que consumaríamos en septiembre. Rafael Barajas, El Fisgón, el gran cartonista que estaba en receso tras nuestra salida de Unomásuno, recibió el recado de Miguel López Azuara y nos lo comunicó apenas llegamos a la oficina de la calle de Durango donde trabajábamos en pos de nuestro objetivo, la publicación de un nuevo diario. Todos los presentes -Carmen Lira, Carlos Payán, Humberto Musacchio y Héctor Aguilar Camín- recibimos con pesar la noticia. Con agobio, yo. Pero todos, aunque los demás lo conocieran menos -salvo Aguilar Camín, que asistía al Ateneo de Angangueo-, teníamos un motivo reciente de agradecimiento a Buendía. Poco antes de su asesinato me telefoneó para hacerme una entrega que, anunció, me complacería mucho. Así ocurrió, aunque también me dejó perplejo. Era un sobre grande, con un millón de pesos en efectivo. Habíamos convocado al público en general a adquirir acciones para la empresa editora que organizábamos. El dinero no era suyo. Lo enviaba, por su intermedio, un


contribuyente que prefería permanecer anónimo. Recibí el dinero pero advertí a don Manuel que no lo aceptaríamos si no podíamos extender sus acciones al generoso aportante. Buendía consultó a su amigo Álvaro González Mariscal, cuya participación en el episodio conocimos por nuestra insistencia. A su nombre fueron tituladas las acciones, llegado el momento, en que también supimos que la remesa provenía de Roberto González Barrera, el próspero industrial del maíz y la tortilla -convertido años después en banquero- y consuegro de Carlos Hank González. Mucho antes que Luis Soto, y que López Azuara y López Becerra, Zorrilla llegó a Insurgentes y Hamburgo. Puesto que esperaba el aviso de que su orden había sido cumplida, apenas tardó trece o quince minutos. Ya estaban allí algunos de sus hombres, a quienes el director de la Brigada Especial alertó para que se aproximaran a la escena del crimen. Se apoderaron de ella y hasta entraron en conflicto con el agente del Ministerio Público que arribó más tarde. No le permitieron actuar, y aun lo agredieron y amenazaron, como hicieron con los policías judiciales que lo acompañaban. Zorrilla, en cambio, tras comprobar que Buendía estaba muerto (un alma piadosa había cubierto su rostro con una toalla o sábana), ordenó a uno de los hombres esculcar la ropa de la víctima. Obtuvo de su búsqueda algunos papeles que Zorrilla examinó y desechó, por lo que volvieron a la vestimenta del periodista. Para evitar que atestiguara esos movimientos, Bautista fue urgido por gente de la DFS a recorrer la zona para ver si identificaba al homicida. No lo hizo en ese momento. Sólo contribuyó, con media docena de testigos, al trazo del retrato hablado del asesino. Lo identificaría semanas más tarde cuando lo vio entrar con naturalidad al edificio de la Federal de Seguridad. Es que trabajaba allí. Era el nieto de su abuelo, famoso por la facilidad con que ordenaba matar. Bautista pudo ver a Moro Ávila porque era forzado a deambular en las inmediaciones de la oficina de Zorrilla. Como testigo principal del asesinato, fue secuestrado durante tres meses a fin de que no pudiera declarar ante el agente del Ministerio Público, que se afanaba en recuperar la averiguación previa que había iniciado la Federal de Seguridad. Sólo una vez en ese lapso habló con Zorrilla, quien a él y a Soto les dio seguridades; que no se preocuparan por asuntos de trabajo, desempleados como quedaron por la pérdida de su jefe. Nada hizo para cumplir esa garantía. Zorrilla subió al despacho de Buendía como lo habían hecho desde rato atrás varios de sus hombres. Se apoderaron de algunos cartapacios que el periodista había dejado sobre su escritorio, pero a decir de Soto, responsable del

abundante y legendario archivo de Buendía, no tocaron una sola pieza de la documentación allí resguardada. El forcejeo entre la procuraduría y la Federal de Seguridad duró lo necesario para que Zorrilla y su gente, especialmente Juventino Prado, jefe de la Brigada Especial, hicieran desaparecer vestigios que revelaran a quien quisiera indagar de verdad la intervención de la DFS. Finalmente, la procuradora Victoria Adato de Ibarra consiguió que los agentes de la DFS entregaran las piezas -cartuchos, ropa del occiso, el resultado de la necropsia, entre otras, y declaraciones de los testigos presenciales, adobadas conforme a su conveniencia- y pudo formalizar la averiguación previa. La Policía Judicial, dirigida por un abogado tozudo, José Trinidad Sánchez, empezó entonces un nuevo tramo de la indagación. Habrá tenido instrucciones de no admitir la índole política del asesinato, por lo que orientó sus pesquisas hacia rumbos que no conducirían a ninguna parte. Se concentró en la vida personal de Buendía, para hallar en ella la causa de su asesinato. Interrogó en esa dirección a los amigos y conocidos del periodista. Preguntaba si Buendía tenía amantes, si era homosexual, si tenía deudas pendientes, si habría inferido alguna ofensa que provocara deseos de venganza. Ordenó algunas capturas y en ningún caso pudo consolidar la averiguación como para consignar a los detenidos. Es que mostraba un falso activismo, destinado a no encontrar al culpable, acaso porque sabía quién lo era. La DFS, por su parte, fingía también. Lo hizo igualmente Nazar Haro, contratado por la procuradora Adato para realizar una averiguación paralela. Siguió simulando cuando se le designó sucesor de Trinidad Sánchez. La procuradora simulaba también, presa en su candor por los laberintos de la Policía Judicial y el Ministerio Público. El 19 de septiembre de 1985 el terremoto que fracturó a la ciudad de México hizo que se cayeran, simultánea y estrepitosamente, el edificio donde despachaba y los restos de su prestigio. En el sótano de la procuraduría funcionaban unos peculiares separos, donde agentes judiciales practicaban la extorsión a delincuentes a quienes cobraban cuotas o arrebataban su botín. Los “hospedaban” en cajuelas de patrulla o de coches robados, sobre los cuales cayó el edificio al colapsarse. La procuradora no pudo explicar lo que ocurría, y si bien para no dar satisfacción a la opinión pública que conoció los hechos con asombro e indignación se demoró su despido, al fin se consumó tres meses después, en diciembre, cuando De la Madrid le procuró una salida airosa, al nombrarla ministra de la Suprema Corte. La sustituyó Renato Sales Gasque,

quien anunció que comenzaría desde cero la averiguación previa, que para satisfacción de Zorrilla no había generado ningún resultado. Por esa causa, el director federal de Seguridad se sintió tranquilo y firme en su cargo en los meses posteriores al asesinato de Buendía. Su impunidad lo animó a seguir adelante. Afianzó la relación que había establecido con jefes del narcotráfico como Rafael Caro Quintero, a quien vendió identificaciones de la DFS -charolas, como se les conoce popularmente- firmadas por él mismo y entregadas a cambio de mucho dinero. Dispuso también, asegurado en su cargo porque nada lo amenazaba, el asesinato de su amigo del alma, el abogado José Luis Esqueda, a quien Zorrilla mandó matar en castigo por acercarse a Buendía para confiarle los nexos del director de la policía política con el narcotráfico. Por decisión espontánea, expresada desde poco después del asesinato, un variopinto grupo de periodistas acicateó inútilmente a las autoridades para hacer que sus investigaciones avanzaran. Formaron un equipo de seguimiento, integrado por Gerardo Arreola, Francisco Cárdenas Cruz, Félix Fuentes, León García Soler, Miguel Ángel Granados Chapa, Rogelio Hernández, Jorge Meléndez y José Reveles, que contó con el impulso del hermano menor de don Manuel, Ángel Buendía, quien voló desde Guadalajara la noche del duelo. Más que lloroso, como suele ocurrir con los deudos cercanos, estaba furioso, indignado. En el sepelio de su hermano, cercano

él al féretro en torno del cual hacían guardia la multitud de dolientes, trató de impedir que lo hiciera el presidente De la Madrid. Alzó la mano derecha para detenerlo, pero entre la batahola causada por la presencia presidencial el gesto simbólico se convirtió en un manotazo sobre el pecho del Ejecutivo. A lo largo de los años, a solas o cobijado por los periodistas, con algunos de los cuales estrechó una relación amistosa, se convirtió en una presencia incómoda. Durante ese tiempo, su desesperación ante la falta de resultados lo llevó a concebir varias hipótesis, en que culpaba del crimen a De la Madrid y Bartlett, o a la Central Intelligence Agency (CIA). En su insistencia por obtener resultados, publicó dos libros: Mi testimonio sobre el asesinato de mi hermano Manuel Buendía e Historia de mi vida. Este último fue particularmente útil para conocer cómo transcurrió la infancia y la adolescencia del periodista, cuya vida es contada y explicada a partir del siguiente capítulo, porque hay que comenzar desde el principio. Notas: 1. Miguel de la Madrid H., Cambio de rumbo, testimonio de una Presidencia, 1982-1988 (con la colaboración de Alejandra Lajous), 1a. ed., FCE (col. Vida y pensamiento de México), México, 2004. 2. Ibid. 3. Juan Bautista, Los primeros teclazos con Buendía, en varios autores, Retratos de Manuel Buendía, 1a. ed. Fundación Manuel Buendía/Consejo Ciudadano del Premio Nacional de Periodismo, A.C./La Jornada, México, 2009. Politic´s Octubre de 2012

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ESPECIAL

Las ocho claves de la reforma electoral Partidos y gobierno acordaron hacer modificaciones a la ley electoral del estado, con miras al proceso de 2013 donde se renovará el Congreso local. Ocho son los cambios sustanciales adoptados

Redacción Pachuca

T

Fotografías: Miguel Ángel Islas

omó 31 días y siete reuniones aprobar ocho reformas a la Ley Electoral del estado de Hidalgo, mismas que entrarán en vigor en el proceso electoral para elegir diputados locales en 2013. Ocho reformas que, según coincidieron el gobierno de Hidalgo y los representantes de los partidos

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políticos en la entidad, son necesarias para mejorar las elecciones, pero que no representan un cambio a fondo de la legislación. La inquietud por mejorar la ley ya tenía meses en el aire, pero las pláticas formales comenzaron de manera formal el 4 de septiembre de 2012 entre el gobierno estatal, representado por el secretario de Gobierno Fernando Moctezuma, y los dirigen tes de los sie te

partidos políticos representados e n H i d al g o ( P RI , PA N , P R D, P T, N u e v a A l i a n z a , P V EM y Movimiento Ciudadano). Apenas un mes fue suficiente para lograr el consenso. Un mes repartido en siete reuniones donde se acotaron los temas a tratar y que, a la postre, fueron aprobados por unanimidad en el Congreso del estado. “La ley electoral es perfectible y se va a continuar trabajando en

una mesa para un reforma integral esperando que a nivel federal se concrete”, señaló el diputado priísta Ramírez Valtierra, presidente de la Junta de Coordinación del Congreso estatal, al respecto de la reforma aprobada. Francisco Olvera, gobernador del estado, dijo que dicha reforma resultó insuficiente, pero consideró que las modificaciones garantizarán elecciones más transparentes.


Fotografías: Luis Soriano

ESPECIAL

Incremento de dos consejeros al IEE Se reforma la fracción I del artículo 73 para que el consejo general del Instituto Estatal Electoral (IEE) de Hidalgo sea integrado por siete personas (antes eran cinco), es decir, se buscarían a otros dos consejeros más para las diferentes comisiones del mismo organismo encargado de la organización de las elecciones en la entidad. Del mismo modo se buscaría darles más atribuciones, sin embargo esto sería en posteriores reformas a la ley electoral. Paridad de género Se reforma el artículo 175 para que los partidos políticos integren en sus fórmulas de candidatos propietarios, ya sea a diputados locales o de ayuntamientos, al 70 por ciento de un mismo género, producto de las cuotas de género. Las candidaturas propietarias de mujeres serán integradas, en su suplencia por otra mujer, para evitar el fenómeno “diputadas juanitas” (cedían su lugar a su suplente hombre).

Reducción de la Veda Electoral Se reforma el artículo 150 del primer párrafo, donde los procesos partidistas de selección y postulación de candidatos no podrán iniciarse 65 días naturales del inicio del periodo de presentación de solicitudes de registro de candidatos. Se debe incluir a más tardar cinco días naturales antes del inicio de ese periodo en el caso de elecciones de diputados locales y ayuntamientos; y diez días en el caso de gobernador. Prelación de funcionarios (suplencias) Se reforman los artículo 92 fracción V; 110, párrafo primero y fracción III y; el 208. La intención de esta reforma es efectuar suplencias en las mesas directivas, es decir, cuando no llegue alguno de los integrantes de la casilla, por ejemplo el presidente, será sustituido por el secretario general y no por ciudadanos que se encuentren dentro de la fila. Con esto se pretenden evitar confusiones que han causado revés en los resultados electorales como el que ocurrió en Mineral de la Reforma.

Financiamiento para capacitación y desarrollo para mujeres Se adicionan dos párrafos de la fracción I del artículo 38. Esto quiere decir que se destinará el 5 por ciento de las prerrogativas de los partidos políticos a la capacitación, promoción y desarrollo de las mujeres. Asimismo los partidos recibirán el 2 por ciento más de presupuesto anual que corresponda, para conceptos de capacitación y educación política, investigación socioeconómica y tareas editoriales. La jornada electoral, un día no laborable Se adiciona un párrafo segundo al artículo 17 de la Ley Electoral, para que el día en que se celebren las elecciones ordinarias, sea considerado como no laborable en todo el territorio hidalguense. De esta forma, además de garantizar el libre derecho de voto a los ciudadanos del estado, se atraería un mayor número de votantes y así una participación ciudadana mayor que en otros años.

Tener candidatos menores de 29 años Se adicionan el segundo y tercer párrafo al Artículo 13 para que los partidos políticos, al integrar sus planillas, deberán registrar por lo menos a un ciudadano que no sea mayor de 29 años como candidato a regidor, mismo que deberá de ocupar uno de los cuatro primeros lugares en la planilla. Si el ciudadano menor a los 29 años resulta ser candidato a presidente municipal o síndico procurador, el partido quedará exento de registrar a otro ciudadano de esa misma edad. Emblemas en coaliciones Se deroga la fracción II del artículo 58 y se agrega un último párrafo, esto para que dentro del convenio de coalición que adopten los partidos políticos, en la boleta electoral, aparezca su propio emblema según la elección que se trate. Los votos se sumarán para el candidato de la coalición y contaran en lo individual para cada uno de los partidos políticos, para los efectos establecidos en la Ley Electoral de Hidalgo. Politic´s Octubre de 2012

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LA FOTO

En busca de una mejor ciudad

Fotografía: Oscar Sánchez

Al frente del gobierno de una ciudad moderna y con tradiciones, Eleazar García Sánchez rindió su primer informe de gobierno como presidente municipal de Pachuca. El alcalde capitalino, quien estuvo acompañado por el gobernador Francisco Olvera; el diputado Ramón Ramírez, presidente de la junta de coordinación del Congreso local, y Valentín Echavarría, magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia del estado; dio cuenta de los diferentes programas emprendidos para mejorar la calidad de vida de los pachuqueños.

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MULTIMEDIA

Político multimedia

Libros

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Una voz severa, pero realista

onocida por la severidad de sus análisis y por la profundidad de su conocimiento en materia política, Denisse Dresser ofrece con su nuevo libro El país de uno, un diagnóstico del México que vivimos en la actualidad. El texto, disponible en formato electrónico, denuncia la corrupción de las instituciones, la voracidad de los monopolios, la nociva parcialidad de las televisoras con el manejo de la información, y las componendas oscuras de líderes sindicales y de partidos. El país de uno es una denuncia valiente a los Salinas y sus pactos siniestros; a los Romero Deschamps que exhiben su riqueza con cinismo; a los Montiel que pasean su impunidad por el mundo; a La Maestra y su ejercicio cuestionable del poder. Fox, Slim, los narcos y diferentes personajes del poder son revisados a conciencia por Dresser, quien se convierte en una voz implacable que es necesario escuchar.

El país de uno Denisse Dresser, Editorial Aguilar, 2012 Versión electrónica Precio sugerido: 239 pesos

WEB Para dar la talla en información

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ar la talla en cuestión informativa no siempre es sencillo. A veces, cuando se busca lo más relevante a escala nacional, uno puede perderse en un mar de páginas de internet. Hace poco tiempo, sin embargo, un sitio permite a los usuarios de la red contar con la mayor información posible en un solo lugar: tallapolítica.com. Con un estilo sencillo, sin muchas pretensiones de diseño, Talla Política ofrece un compendio de columnas, noticias, reportajes y archivos ordenados por género y actualizados a lo largo del día. Las columnas periodísticas son el platillo fuerte de este menú. Prácticamente, todos los editorialistas de México están incluidos en la lista. Eso ayuda a quienes gustan de conocer, desde muy temprano, el rumbo de las opiniones críticas. Existen, además, accesos a páginas de diarios, a canales de televisión por internet y directorios de gobiernos tanto estatales como federal. Si desea ahorrar tiempo al navegar en la red, Talla Política es una muy buena opción.

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ESPECIAL

César Camacho Quiroz

Presidente de la Fundación Colosio

‘Habrá rediseño institucional’ de los panistas meter vino nuevo en odres viejos. Los gobiernos de alternancia, sobre todo Fox, estaba casi obligado a hacer ese cambio y hubiera sido perfectamente entendible, era de sensibilidad, era iniciar una época diferente, cambiar estructuras, desde luego paulatinamente, racionalmente. Pero no: dejaron todo igual. “Nosotros sí lo vamos a hacer”, añade. Sin embargo, Camacho evita adelantar información sobre ese rediseño institucional que, afirma, Peña Nieto es el primero en impulsar.

Ernesto Núñez Agencia Reforma

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nrique Peña Nieto está obligado a ejecutar un rediseño profundo de la Administración Pública Federal, advierte el priísta mexiquense César Camacho Quiroz, presidente de la Fundación Colosio. En ese rediseño, explica el exgobernador del Estado de México, deberán crearse, desaparecer y readaptarse secretarías de Estado, subsecre t arías y organismos descentralizados. Además, deberá implementarse el Servicio Profesional de Carrera conforme a los planes trazados en 2003, cuando el Congreso aprobó la ley en la materia, que el PAN implementó a medias. “Hay que hacer un rediseño institucional. Se va a hacer, no soy el autorizado, pero podría decir que se va a hacer porque es una necesidad. La administración ya está anquilosada, requiere una cirugía mayor. Tenemos claros los cambios, y no deben ser cosméticos, ni sólo de nombres. “Es un cambio que tuvo que hacerse hace 12 años, era necesario y hasta simbólico, y el PAN no lo hizo. Hoy vuelve a ser simbólico, porque Enrique Peña Nieto no va a recuperar la estafeta del PRI de 2000, va a iniciar la nueva época del PRI a partir de 2012. No vamos a ser otro capítulo de la vieja historia, sino vamos a ser el primer capítulo de la nueva historia del PRI”, sentencia Camacho. El rediseño El equipo de transición de Peña Nieto trabaja ya en la reestructuración del gobierno federal, con base en un diagnóstico contundente: el organigrama actual ya no es operativo ni corresponde a la sociedad del siglo XXI. El PAN, durante los 12 años que mantuvo el poder, ejecutó un solo cambio profundo: la creación de la Secretaría de Seguridad Pública, con el subsecuente adelgazamiento de la Secretaría de Gobernación. Un cambio aprobado por el Congreso en los días previos a la toma de posesión de Vicente Fox y que hoy está siendo revisado por los priístas para determinar si es mejor regresar a

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una Secretaría de Gobernación fuerte, que maneje la política interna y la seguridad nacional. Los demás cambios que hicieron los panistas fueron sólo de denominación: se le quitó la palabra Pesca a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, y se incorporó dicha área a la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación. Y en 2003, al entrar en vigor el Servicio Profesional de Carrera, se rebautizó la Secretaría de Contraloría y Desarrollo Administrativo como Secretaría de la Función Pública. Felipe Calderón dejó prácticamente intacta la estructura del gobierno

federal, salvo algunos cambios en Pemex y la Secretaría de Energía derivados de la reforma energética de 2008. En septiembre de 2009 propuso al Congreso la desaparición de la Secretaría de la Función Pública y de la Secretaría de la Reforma Agraria, argumentando una política de austeridad y no un rediseño de la administración pública. “Los cambios de Calderón no operaron porque eran aislados; no eran parte de un rediseño, era quitar parches que se habían puesto antes”, afirma César Camacho, “desde José López Portillo no hay una cirugía mayor a la Administración Pública Federal y, a la distancia, fue un error

Los funcionarios El también exsenador (2000-2006) advierte que otro de los problemas que se van a enfrentar, heredados de las administraciones panistas, es la excesiva creación de plazas de alto nivel. Según un estudio del Instituto Belisario Domínguez del Senado, entre 2001 y 2012 se crearon 5 mil 321 nuevas plazas de mandos superiores en la Administración Pública Federal; esto representó un incremento de 127 por ciento. De esas nuevas plazas, 287 fueron de subsecretario de Estado y homólogos; 625 de director general; 886 de director general adjunto, y 3 mil 523 de director de área. Las tres dependencias que más plazas crearon fueron Hacienda (808), PGR (740) y Gobernación (613). “Fox tomó una mala decisión: tuvo más renta petrolera y, en lugar de invertir en obra pública o infraestructura, gastó en crear plazas. Y hubo un crecimiento exponencial de la burocracia”, señala el priísta. La creación de estos cargos, añade Camacho, coincidió con un “empanizamiento” del gobierno: se colocó a panistas en cargos para los cuales no estaban capacitados y se repartieron las delegaciones del gobierno federal bajo el criterio de poner ahí a operadores políticos de Acción Nacional. Esto, en contraposición a la Ley del Servicio Profesional de Carrera, que entró en vigor el 10 de octubre de 2003, a la mitad del sexenio foxista. Lo que buscaba esa ley, aprobada a partir de una iniciativa que presentó el PRI desde 2000, era crear un ejército


ESPECIAL

de servidores públicos profesionales, colocar a los idóneos en cada cargo, promover su capacitación permanente y darles estabilidad ante los cambios de gobierno. Se pretendía acabar con el amiguismo y el compadrazgo y, en palabras de Fox, “blindar a la administración pública contra las turbulencias sexenales”. La ley preveía un periodo transitorio de tres años para el diseño e implementación del Servicio Profesional de Carrera, lo que implicaba que para inicios de 2007 debía estar operando a 100 por ciento. Pero entonces vino el cambio de administración de Fox a Felipe Calderón y hoy las cifras señalan que no se cumplieron las metas. Actualmente, de los 42 mil 402 puestos de la administración pública federal susceptibles de ser concursados mediante las reglas del Servicio Profesional de Carrera, 29 mil 972 están adscritos al servicio,

según datos de la Secretaría de la Función Pública ( Reforma, 1 de octubre de 2012). Además de estas plazas regidas por servicio profesional, existen en el gobierno federal 6 mil 931 cargos de libre designación que, según funcionarios de la SFP, serán los primeros en salir con el cambio de gobierno. Y en la mayoría de los casos, se trata de militantes del PAN. “Los que se vayan no se irán por panistas, se irán por ineptos. Se irán porque se acredite su impericia, su insuficiente formación, sus pocas luces. Y la gente que debe ingresar no será por ser priísta, sino por ser capaz, por tener el perfil, por ser la idónea”, afirma César Camacho. El exsenador lamenta que en el gobierno de Felipe Calderón se haya exacerbado la práctica del amiguismo y se haya recurrido a colocar a políticos leales más que

funcionarios experimentados en las áreas de responsabilidad, incluso a nivel de secretario de Estado. “Hoy la administración pública tiene que ver con una decisión personal de Felipe Calderón de preferir lealtad a capacidad. Se rodeó de incondicionales , en vez de gente idónea; en lugar de blindar la administración pública, una buena parte fue ‘empanizar’, con magros result ados. El empanizamiento es de por sí grave, pero además hubo ineficiencia y malos resultados”, agrega. Según Camacho, en el gobierno de Peña Nieto esto no ocurrirá. No será requisito ser priísta para formar parte de la administración pública. “Sí habrá priístas en una buena medida, pero ése no será el elemento condicionante. Se buscará que estén los mejores y habrá también gente sin militancia, competente y comprometida con México”, promete. Politic´s Octubre de 2012

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Francisco María Lombardo

“El gran patricio hidalguense” En los días azarosos del siglo XIX que vivió nuestro país, un joven abogado se distingue del resto y rescata lo más sublime del hombre: el estudio, el trabajo y el respeto a los demás.

Enrique D. Ibarra Juárez Pachuca

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de octubre de 1824, son las doce del día, y 99 diputados del Soberano Congreso Constituyente han firmado la Constitución. Aquellos mexicanos se sentían embargados por una honda emoción; estaban seguros que está Constitución era la fórmula para conducir a México a su felicidad. A las dos de la tarde se dispararon salvas de artillería desde Peralvillo, Santa Ana, Belén, Loreto, Chapultepec y la Ciudadela, en la Ciudad de México, para anunciar el gran suceso. En las calles comenzó a congregarse la gente y los balcones se llenaron de curiosos. Un repique general acompañó al Soberano Congreso en su solemne traslado desde su recinto, en la antigua iglesia de San Pedro y San Pablo, hasta el Palacio Nacional. Encabezaban la procesión los batidores a caballo y la guardia de honor, y a continuación iban siete carruajes representando así el número de la plenitud del gobierno federalista. En uno de esos carruajes era visible

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el rostro lleno de alegría y satisfacción de un joven que, a sus escasos 25 años, era ya uno de los más prestigiosos juristas de México. Con el tiempo su nombre quedó inscrito en “Letras de Oro”1 por ser uno de los distinguidos y privilegiados mexicanos en estampar, jurar y protestar la primera Constitución Política de México. La procesión continúa; la gente se agolpa en las calles de la vieja metrópoli y llena de zumba (sin saber la mayoría el porqué de dicha procesión) lanza vítores, palmas y ovaciones. Dentro del carruaje acompañan al lozano abogado personajes como Carlos María de Bustamante, José Agustín Paz, José María de Bustamante, Luís de Cortázar y Juan Manuel Assorrey, todos ellos diputados y personajes distinguidos de nuestra historia. Francisco María Lombardo, nacido en la entonces Villa de Chilcuautla (hoy estado de Hidalgo) es en esta ocasión nuestro personaje. Este distinguido ciudadano, orgullo nuestro, se graduó de abogado a los 19 años; firmó el Acta de Independencia y formó parte del primer Congreso al que convocó Agustín de Iturbide.

Francisco María Lombardo vivió y conoció perfectamente el Valle del Mezquital hasta dominar sus usos, tradiciones y costumbres; así como las raíces y lengua de la cultura otomí, de la cual se sentía orgulloso y parte de ella. Este excelente hidalguense se distinguió en diversas encomiendas oficiales, pues fue ministro de Hacienda y Relaciones Exteriores, cargo que ocupó en plena intervención americana, en 1847; como abogado fue excelente y aún se recuerdan sus postulaciones que dieron el indulto y libertad a cincuenta y ocho reos los cuales estaban condenados a muerte. En 1853 el Congreso lo volvió a requerir para que ocupara una curul. Hoy Francisco María Lombardo vive en el olvido y las páginas de nuestra historia local difícilmente le identifican, siendo que es uno de los hidalguenses más ilustres, letrados y distinguido del siglo XIX, y en esta categoría sólo Félix Osores Sotomayor lo puede igualar. Su hija Concepción Lombardo Gil de Partearroyo, mejor conocida como Concha Lombardo, fue la apasionada esposa del General de División Miguel

Miramón, defensor de la Patria en el sitio del Castillo de Chapultepec en 1847. El peor pecado de Miramón fue ser opositor abierto de don Benito Juárez, por eso hasta el día de hoy está vetado de la historia nacional. Miguel Miramón fue Presidente de México en dos ocasiones entre 1859 y 1860, por ende Concepción Lombardo de Miramón fungió como primera dama de México. Lombardo, gozaba de una frágil y sensible salud y en marzo de 1855, tuvo un nuevo ataque, que lo postró en cama y ya no se levantó más, esto se complicó con una pulmonía y el 11 de abril de aquel año en la ciudad de México dejó de existir a la edad de 56 años. Este distinguido mexicano, destacado Ministro de Estado, cabal Legislador e íntegro abogado; originario de Hidalgo, debe ser enaltecido y devuelto a los libros de historia y civismo como recuerdo, agradecimiento y ejemplo de vida, para las nuevas generaciones. 1.- En Letras de Oro. Enrique Ibarra, Editorial Selene, pág. 202-203. México 2011.


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ENROQUE

La Real Academia del Disparate y el Dislate tiene el honor de anunciar a los laureados de este año.

LITERATURA

mEdIcInA

físIcA

EconomíA

Almirante Francisco Saynez

Joaquín Gamboa Pascoe

Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray

Bruno Ferrari

• Su reciente novela “El cuerpo robado” hace que la obra de Stephen King equivalga a una tira cómica.

• Heredero de los experimentos de los afamados científicos Fidel Velázquez y Leonardo Rodríguez Alcaine, el octagenario doctor se consagró al conseguir la regeneración de las cuotas.

• La conversión de tarjetas plásticas en votos cuánticos provocó una auténtica revolución electoral.

• Indexar al huevo como valor nominal en la Bolsa Mexicana de Valores requirió de años de empeño. Sus aportaciones revolucionaron también el mercado de la papa, la industria lechera y la producción de jitomate.

pAz

Genaro García Luna

Alejandro Poiré

• El ilustre ingeniero logró lo que los alquimistas no habían conseguido en siglos: volverse invisible.

• Por su inavaluable aportación a la reducción de los niveles de violencia con una sola orden: “desaparezcan las cifras”.

Fotoarte: René Zubieta

QUímIcA

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