Jiujitsu pdf

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HISTORIA DEL GRACIE JIU JITSU

a familia Gracie es una familia de Brasil, muy conocida por la creación del arte marcial Gracie Jiu Jitsu, del que posteriormente derivaron tanto el vale tudo, como la vertiente deportiva/competitiva jiu-jitsu brasileño.

Son de origen escocés (Reino Unido). El patriarca George Gracie, que llegó a Brasil a principios del siglo XIX tuvo un nieto diplomático Gaston Gracie que a su vez tuvo dos hijos Hélio y Carlos. Este último tuvo como Maestro Marcial al Conde Koma 3, de nombre real Mitsuyo Maeda, un gran japonés refugiado político que como agradecimiento al acogimiento y hospedaje que le ofreció Gaston Gracie, le enseño al primogénito Carlos las Artes Marciales de las que era Cinturón Negro: judo y jujutsu. Carlos se las enseñó a su vez al pequeño y ectomorfo Helio, y en el año 1925 abren ambos su primera academia para dar a conocer en Brasil su nuevo sistema. La familia Gracie es una familia de Brasil, muy conocida por la creación del arte marcial Gracie Jiu Jitsu, del que posteriormente derivaron tanto el Vale Tudo, como la vertiente deportiva/competitiva jiu - jitsu brasileño.

Son de origen escocés ( Reino Unido). El patriarca George Gracie, que llegó a Brasil a principios del siglo XIX tuvo un nieto diplomático que a su vez tuvo dos hijos HELIO y CARLOS. Este último tuvo como maestro Marcial al Conde Koma, de nombre real MITSUDO MAEDA, un gran japonés refugiado político que como agradecimiento y hospedaje que le ofreció Gaston Gracie, le enseño al primogénito Carlos las Artes Marciales de las que era cinturón negro: JUDO y JIU JITSU.

Carlos se las enseño a su vez al pequeño Helio, y en el año 1925 abren ambos su primera academia para dar a conocer en Brasil su nuevo sistema.


La familia Gracie es una familia de Brasil, muy conocida por la creación del arte marcial Gracie Jiu Jitsu, del que posteriormente derivaron tanto el Vale Tudo, como la vertiente deportiva/competitiva jiu - jitsu brasileño.

Son de origen escocés ( Reino Unido). El patriarca George Gracie, que llegó a Brasil a principios del siglo XIX tuvo un nieto diplomático que a su vez tuvo dos hijos HELIO y CARLOS. Este último tuvo como maestro Marcial al Conde Koma, de nombre real MITSUDO MAEDA, un gran japonés refugiado político que como agradecimiento y hospedaje que le ofreció Gaston Gracie, le enseño al primogénito Carlos las Artes Marciales de las que era cinturón negro: JUDO y JIU JITSU.


Carlos se las enseño a su vez al pequeño Helio, y en el año 1925 abren ambos su primera academia para dar a conocer en Brasil su nuevo sistema.

Un policía nacional de Málaga gana el campeonato europeo de jiu-jitsu brasileño


Antonio González Castilla forma parte de la Policía Judicial en la comisaría del Distrito Centro, una labor que compagina a la perfección con su otra pasión: el deporte

Antonio González Castilla, durante uno de sus entrenamientos. :Antonio González Castilla, durante uno de sus entrenamientos. : / Fernando González Antonio González Castilla forma parte de la Policía Judicial en la comisaría del Distrito Centro, una labor que compagina a la perfección con su otra pasión: el deporte ALVARO FRÍAS | @alvaro_frias 11 marzo 2017 12:08

Sosegado, Antonio González Castilla habla con timidez de su logro. La humildad de este policía nacional es palpable en la charla en la que relata cómo ha llegado a proclamarse campeón de Europa de jiu-jitsu brasileño en su categoría, la de peso pesado. Cuenta la experiencia mientras el sol le golpea con fuerza en el rostro al beber una infusión antes de entrenar. La taza se hace diminuta en su mano.

Y es que Antonio «es un gigante» de 1,82 metros de altura y 92 kilos de puro músculo. Su piel no es verde, pero para su hija Claudia, de cinco años, este agente es como Hulk, el superhéroe de Marvel que posee una fuerza sobrehumana, casi ilimitada. Así se lo cuenta a sus


compañeros de colegio en Torremolinos, localidad en la que el policía nacional está asentado desde hace más de diez años. Nacido en Olivares (Granada) supo que acabaría viviendo en Málaga desde que la que ahora es su mujer decidió venir a estudiar comunicación audiovisual a la universidad.

Ahora trabaja en el corazón de la ciudad. Antonio forma parte de la Policía Judicial en la comisaría del Distrito Centro, una labor que compagina a la perfección con su otra pasión: el deporte.

Es una actividad que lleva practicando años, aunque siempre reticente a pisar los gimnasios: «No me gusta porque yo soy de hablar mucho. Ahí voy dos horas y acabo entrenando solo diez minutos».

Por eso se apuntó a crossfit, un sistema de entrenamiento de fuerza y acondicionamiento basado en ejercicios variados. Pero explica que siempre andaba lesionado, «que si un día el hombro, otro la rodilla», hasta que un compañero le propuso probar el jiu-jitsu brasileño.

Siempre le habían atraído las artes marciales y decidió ir a probar. Le prestaron un kimono e intentó algunas técnicas. Después, había que luchar. Antonio recuerda con una sonrisa cómo una chica que pesa 40 kilos menos que él le tumbó sin ningún tipo de problema.

Precisamente, el jiu-jitsu brasileño consiste en eso. Esta disciplina, que tiene su origen en el judo japonés y que fue llevada a Brasil por algunos maestros, posibilita someter al oponente empleando técnicas como lanzamientos, derribos, luxaciones articulares o estrangulaciones.

Era su primer día y ya supo a que sabía el tapiz del tatami. Pero, como un buen campeón, siguió adelante. «Este deporte me enganchó desde el principio», asegura Antonio, que empezó a ir a entrenar a diario, incluso un par de veces al día, si el trabajo se lo permitía.

Empezó hace poco más de un año, pero su evolución fue tan sorprendente que sus compañeros le animaron a presentarse al campeonato europeo que organizaba la Federación Internacional de Jiu-Jitsu Brasileño en Lisboa. Uno de ellos fue Aron Adamko, instructor en la academia Lilius Barnatt, en la que Antonio entrena, quien le describe con pocas palabras: «Es el mejor alumno que puedes imaginar».


«Siempre está concentrado, es humilde, se deja el ego fuera del tatami y tiene un buen físico. Todo ello, unido a su dedicación ha sido clave para que haya tenido esta proyección», apunta el instructor quien recuerda que en poco más de doce meses el policía nacional ha pasado de ponerse el kimono por primera vez a ganar el torneo europeo más importante de este arte marcial en su categoría, la de peso pesado en cinturón blanco.

Antonio empezó a entrenar con un plan especial para prepararse, en el que luchaba con compañeros de categorías superiores. «A mi me gusta hacerlo así, no me importa perder y aprendo de las técnicas que emplean conmigo. Luego las reproduzco», explica.

El torneo

Eso es precisamente lo que cree que hizo en Lisboa durante el campeonato. Aunque no está seguro. El policía no se acuerda muy bien de cómo derrotó a sus oponentes. Los nervios son los culpables de ello, admite con una gran sonrisa: «No recuerdo ni el tacto del tatami en los pies».

Lo que sí permanece aún grabado en su cabeza son las palabras de aliento que escuchaba de su hija, que gritaba desde la grada animándole. Para ella, daba igual si perdía o ganaba, su madre ya le había explicado que Antonio es un campeón aunque acabara sometido por su contrincante.

No fue así. Poco después se subía a lo más alto del podio con el oro colgado del cuello. Es una imagen que quiere que se repita en Las Vegas, donde este verano se celebra el campeonato mundial, algo para lo que está buscando un patrocinador.

Por ahora, además de la medalla, no deja de recibir felicitaciones de sus amigos, familiares y los compañeros de la comisaría, entre los que está su jefe. «Yo he intentado que alguno se venga conmigo a probar, pero por ahora no he tenido éxito», afirma Antonio. El agente asegura que en la academia de Ávila del Cuerpo Nacional de Policía se deberían enseñar algunas técnicas de jiu-jitsu brasileño, ya que es muy práctico a la hora de tener que reducir a una persona.

De hecho, su hija de cinco años sigue sus pasos. «La apunté y le gusta. Yo no hago más que comprarle kimonos para que esté enganchada y no lo deje. Con todas las cosas que veo cada día en la calle creo que saber este arte marcial le vendrá estupendamente», asevera.


Pero lo cierto es que Antonio todavía no ha tenido que emplear ninguna de estas técnicas en su trabajo. No se ha dado la situación, pero los conocimientos están ahí y a los agentes les encanta tenerle de compañero. Porque el centro hay que vigilarlo, pero mejor al lado del campeón.


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