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Índice 05 Compartiendo saberes Jermán Argueta
06 ¡Súbale! Ulysses Guerrero Revelo
08 Andares por el barrio de Teopan Enrique Vázquez Moreno
10 Un paseo por la vida Ady Warrior
12 De conchas… o veneras Ulysses Guerrero Revelo
15 La gelatina de leche Enrique Vázquez Moreno
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Héctor Macías
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17 Leyenda del Señor del Rebozo
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Compartiendo saberes Ser maestro es una bella responsabilidad. Esto lo comento porque en las clases y recorridos por el Centro histórico, de mi taller de Crónica literaria, reflexiono en tantas cosas que tengo para compartir y que van más allá de la historia de la ciudad. A mi profesión como antropólogo se ha sumado mi experiencia como escritor, y esto se refiere a que por ser investigador, crítico y conocer bellezas y sobre todo las muchas realidades de las políticas depredadoras y de corrupción en nuestro Centro Histórico, pues hablo y escribo de ellas. Conozco la ciudad desde mucho antes de los gobiernos de todos los colores que hemos visto pasar... Sé de sus decisiones, prácticas, olvidos... Mi trayectoria, a la que se suma también mi quehacer artístico en la escena, y el vivir en el Centro Histórico, me ha dado tantos saberes que hoy me encanta compartir con mis alumnas y alumnos. Es una bonita responsabilidad porque los guío en el camino del buen andar por estas calles, en la escritura, en la oralidad artística, pero sobre todo en disfrutar el cuerpo y la ciudad en donde habitan formando en ellos un pensamiento crítico, reflexivo y propositivo.
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Jermán Argueta
¡Súbale! Por Ulysses Guerrero Revelo El pesero hacía su recorrido como todos los días del Metro San Lázaro hacia la colonia Romero Rubio, en la Ciudad de México. Eran
pues más diverso es el público
las 3 de la tarde y el chofer, Arcadio,
usuario de la unidad.
se preparaba para brindar el ser-
Vamos pasando ahora por el
vicio mientras iba trazando en su
rumbo de La Merced donde suben
mente las mejores estrategias para
al microbús regordetas señoras
que los otros peseros no le ganaran
cargando
grandes
el pasaje.
mandado;
jitomates,
bolsas
de
chiles, calabazas y algo de fruta es
puesto de todos los géneros, y con
lo que alcanzo a ver y no tengo
el pasaje suben olores también de
duda de que han comprado todo
todos los géneros y colores va-
en el gran mercado de “La Meche”,
riados como todo lo que hay en
emblema de nuestra ciudad. Y
una gran ciudad. Y entre más avan-
luego de estas cavilaciones veo
za el “micro” tripulado por Arcadio
que ahí, sentados, van varios
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Y allá vamos, el pasaje sí, com-
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cebollas,
adolescentes somnolientos, can-
pero que lo dejan sin opción, o se
sados de los profesores y de las
pasa los semáforos y comete toda
tareas que aún no hacen.
clase de brutalidades o los otros
tres albañiles van despidiendo un
Y ahí tienen a Arcadio, ma-
olor a sudor rancio, totalmente
nejando como trastornado, ha-
ajenos a las muecas de asco en el
ciendo paradas indebidas en doble
rostro de algunos pasajeros. De pie
y triple carril y desquiciando aún
van también algunos señores
más el caótico tráfico de la Ciudad.
vestidos de traje y que, de igual
Pero él también se cansa, también
forma, se ven cansados y anhe-
tiene una familia que alimentar y
lantes de regresar a sus hogares a
luego le gana el desánimo al verse
degustar la sopa caliente que sus
haciendo todos los días lo mismo.
mujeres, seguramente, tendrán ya
Por eso lograr que los pasajeros
preparada.
sean suyos también lo hace sentir
Y Arcadio… Pues no es que él
la gloria del triunfo. “¡Súbale, sú-
quiera, dice, y dice también que sí
bale!”, acompañado de una alegre
se esmeraría en respetar las reglas
cumbia y el rugido del escape es,
y los señalamientos de tránsito
para Arcadio, un grito de guerra.
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choferes le “comen” el pasaje.
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Abriéndose paso entre el pasaje
Andares por el barrio de Teopan Por Enrique Vázquez Moreno Una tarde de crónica y leyenda en el andar de los caminantes al barrio de Teopan, por sus calles con nombre, historia y leyenda. Jermán Argueta da inicio a su clase en la casa del Conde, allá por donde se dice que habitaban mujeres de la caricia generosa, en el cruce en la calle misma, de Las Cruces, pues. Salimos a caminar por el barrio y el maestro nos pide escuchar atentos el relato de las hermanas de la Casa Talavera, ahí donde antaño se encontraba el callejón de la Danza. Ulysses Guerrero, siendo también guía citadino y apasionado de las
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marcas y signos en las paredes de las edificaciones virreinales, observa
las conchas marinas incrustadas en esquinas, nichos y demás arquitectura que se abría ante nuestras miradas. Ady Warryor, con gran habilidad para escribir “a vuelo de pájaro”, no dejaba detalle suelto en su libreta, apresuraba el paso aún y con la audacia que exige sortear a los descocados motociclistas banqueteros que abundan y estrechan para el peatón aún más las calles y banquetas de antiguas acequias, calles donde antes corría el agua y hoy el comercio ambulante. Norma Olivia Matus Hernández escuchaba el dicho del maestro y la opinión de los alumnos, sorprendiéndose ante los escenarios desconocidos de casas, calles y rincones que paso a paso devoraban nuestras miradas. Un recorrido lleno de sabiduría compartida por Jermán Argueta. Y nosotros, los alumnos, gustosos, con sonrisa de infante por todo lo conocido y por aprender más de lo poco conocido. Al final, nos unimos en un gracias de corazón al maestro, por su afecto, conocimientos y cariño brindado en cada palabra y en cada paso dado. Pero ya está entrando la noche y aún andamos por la iglesia de la Santísima.
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Sea pues, para la próxima.
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¡Apuremos el paso!
Un paseo por la vida
Por Ady Warryor
El recorrido comenzó por la tarde en las calles de CDMX con compañeros que acuden puntualmente para ir de la mano con Jermán Argueta, un cronista impaciente de compartirnos toda su sabiduría acerca de la gran ciudad que antes fue un lago y donde el trajinar por sus calles y avenidas nos hace olvidar que, en otros tiempos, esos caminos fueron de agua. ¡Sí, hoy circulamos por las antiguas acequias de la Ciudad! Llegando a las esquinas nos sorprende el arte y la imaginería que
Ulysses, siempre curioso, pregunta: ¿Qué son esas conchas? Y veo en su
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con detalles religiosos que se encuentran en las fachadas de algunas casas.
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vemos en muchas de estas, entonces Jermán nos habla de esas hornacinas
mirada la luz que transmite un niño pequeño con ansias de aprender. Nosotros, todos impacientes, esperábamos también una respuesta que pronto vino del maestro. Enrique Vázquez, emocionado, tomaba fotos desde distintos ángulos; no vi sus imágenes y hoy quedan en una incógnita, así que me imaginaré de nuevo caminando por esos lugares y recordaré los rostros de cada persona que pasaba a nuestro alrededor. Y nuestra compañera Norma muy atenta, pero al mismo tiempo abstraída ante tanta maravilla, ¿y quién no? Transcurrieron las horas casi sin darnos cuenta, y ya para cerrar Jermán nos lleva al templo de la Santísima Trinidad, una construcción de vestimenta barroca que deja impresionado a cualquiera, pero como todo secreto, ese tesoro queda guardado porque ya no abre sus puertas. Y llega una luz a mi memoria y corazón en ese momento; sí, todo alrededor se detuvo, el tiempo mismo quedó suspendido porque estar en ese lugar me trajo el recuerdo y el poder sentir aquél momento donde el corazón me llamaba no sólo al amor, sino también al arte, a la historia, y es que mi amado Ulysses Guerrero Revelo me llevó a un tour privado de templos, incluyendo éste de la Santísima Trinidad. La clase de este día llega a su fin, y me doy cuenta de que cada persona está llena de arquitectura, pintura y de todas las bondades que puede brindar el arte. Ahora sólo espero memorizar las historias contadas por el profesor Jermán para así reinventarme y poder ser una de sus mejores
Foto: Enrique Vázquez
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discípulas.
De conchas… o veneras Por Ulysses Guerrero Revelo
Aquel miércoles de septiembre de 2023, por la tarde, nos reunimos en la casa editorial de Crónicas y Leyendas Mexicanas, donde nos esperaba ya el profesor Jermán Argueta. Llegué puntual acompañado de mi hermosa compañera Ady Warryor y poco después comenzaron a llegar más estudiantes, entre ellos Norma Matus y Enrique Vázquez. Después de los clásicos saludos y una breve charla salimos, no tan raudos y veloces pero sí con el ánimo de “devorar” las calles del sector
encuentra la antigua casa de Talavera y comienza a narrar lo que allí
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frente de la pequeña comitiva, se detiene en la esquina justo donde se
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Merced del Centro Histórico de la CDMX. El profe, como punta de lanza al
aconteció muchos años atrás dándonos un preámbulo de lo que se avecinaba en la clase. Después de proporcionarnos algunos datos históricos continuamos la marcha por el corredor del “Niño Dios”, donde el profe nos explica cómo el lugar fue “secuestrado” durante el gobierno de Marcelo Ebrard por los líderes de un sector del comercio y cómo llegaron a esta calle de Talavera esas esculturas un tanto cuanto grotescas que “adornan” dicho sitio, porque no puede decirse que ahí a medio paso estén siquiera para la veneración de los creyentes. Y andando, andando, hago observación sobre las figuras de conchas en una de las tantas hornacinas que abundan en la ciudad y entonces el profe me entera de que son “veneras”. Ahora sé que en un contexto religioso esas veneras, relacionadas por su origen acuático con la vida y su origen, son el medio con el que se vierte “el agua que da vida”, simbolizando el bautismo cristiano. Y llegamos a la Alhóndiga donde se nos explica sobre la función de dicho edificio con su puente sobre lo que anteriormente fue una acequia. De ahí
de
la
“Santísima”,
mientras
disfrutamos el olor de un puesto de tacos
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plaza
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continuamos la marcha hacia la iglesia y
de tripa de nombre “Tripitín”, y enfilando por el corredor oaxaqueño somos recomendados de venir a comer lo que ahí se ofrece en distintos restaurantes, para finalmente llegar a la “Santísima” y maravillarnos con todos los detalles que nos muestra su fachada. El profe se deleita explicando parte de ese templo católico donde debatimos sobre todo lo que implica “leer” y entender una obra de arte de tal magnitud. La clase termina con un adiós esperando que este sea lo más efímero posible y poder reencontrarnos nuevamente. Ady y yo enfilamos nuestro camino hacia el Metro Zócalo junto a Enrique; Norma y el profe regresan al punto donde iniciamos. Pero hay un recuerdo que me tiene inquieto, un pensamiento que no me deja estar en paz. Nos despedimos amablemente de Enrique y cambio mi ruta junto con Ady; no, ya no vamos para el Metro, tenemos que regresar. Y desandamos las calles para ir a deleitarnos con unos tacos de tripa pero… ¡No! Desafortunadamente el puesto ya hasta lo están
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Fotos de calles: Jermán Argueta / Foto del grupo: Enrique Vázquez
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lavando, han terminado labores, ¡ha cerrado el Tripitín!
La gelatina de leche
al festín, estábamos los asistentes
del 2023 lucía gris y el cielo parecía
a la clase de crónica preparán-
la
tenue
de
la
donos para el recorrido por la
donde
se
Alameda Central. Y aunque el cielo
asienta el emblemático palacio de
parecía gris, al poniente Tonatiuh
Bellas Artes, haciéndolo lucir como
nos deparaba una sorpresa. Jer-
una gran "gelatina de leche”, “la
mán capturó el suceso.
gelatina de Adamo Boari” en su
Apenas iniciaba la relación de
enorme charola, lista para el
hechos cuando hizo su aparición
convite. Así fue como lo comentó
Norma Olivia Matus y de inme-
nuestro maestro, cronista, guía ci-
diato se acopló a la magia del
tadino y trashumante del asfalto
relato histórico de tres personajes
Jermán Argueta. Y ahí, convidados
que Jermán nos hizo conocer más,
plancha
continuación nacarada
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La tarde del jueves 11 de octubre
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Por Enrique Vázquez Moreno
doña Catalina de Peralta, Adamo
sonido; el baile o el pasito coqueto
Boari y Porfirio Díaz. Su dicho fue
no podían esperar, por supuesto
que en algún momento de su
marqué un par, ahí, en corto.
azarosa vida pudo observar la
La Alameda nos custodiaba a cada
lápida de Doña Catalina. Eso dijo el
paso que dábamos con sus enor-
Conde, como luego le llaman.
mes jacarandas y bellos pasillos. El
Caminamos entre merolicos, pre-
frío, leve, se sentía.
goneros de algún Dios, payasos de
Al finalizar el recorrido Ehécatl,
los que hacen reír y decenas de
nuestro Dios del Viento, abrazaba a
ciudadanas y ciudadanos para
Tonatiuh y nos regalaron un atar-
abrirnos paso y llegar a la Plaza de
decer que, como lo dije, Jermán
la Santa Veracruz, que como lo
logró
afirmó nuestro guía, de la Vera Cruz
recuerdos. Vea la imagen amiga y
y con su estilo de contar nos dejó
amigo lector.
ver que en la iglesia de la Santa
Hasta la próxima.
capturar
para
nuestros
Veracruz están los restos de Manuel Tolsá, creador de la estatua “El Caballito”, sí, la que está en la calle de Tacuba, entre dos callejones pintorescos de nuestra ciudad.
que emitía un altavoz de buen
Fotos: Jermán Argueta
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paso alegre, escuchando la música
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Nos dirigimos a las fuentes, con
El Señor del Rebozo
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Por Héctor M. Macías
Una hermosa leyenda con la escritura y adaptación de Héctor Macías, narrada por su autor en el recorrido especial del Taller de Crónica Literaria con Jermán Argueta, recorrido que partió de la plaza de Santo Domingo al Mercado Abelardo L. Rodríguez para conocer sus maravillosos murales. Disfruten la leyenda y la crónica en imágenes con fotografías de Enrique Vázquez.
El suceso que relato es el pueblo quien lo cuenta, y los cuentos populares por sencillos se respetan.
Hace mucho, mucho, pero mucho tiempo… tanto, que no hay un libro que contenga la fecha exacta, entró de monja al convento de Santa Catalina de Siena una hermosa jovencita de apenas trece años, ¡sí, trece años!, y ya estaba convencida de ser monja dominica. Era muy bella, tenía su tez blanca como la nieve, cabello castaño y ondulado, ojos grandes, de color miel y sus labios carmesí.
Con la tez limpia y brillante
para la oración más tierna.
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y los labios abiertos
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cual pétalo de azucena,
Pero si su físico era bello, su alma lo era mucho más. Era sumamente bondadosa, caritativa, tierna, amorosa y muy devota. Algunos le han puesto por nombre Sor Severa, pero de severa nada tenía. Una vez que profesó, todas las noches, cuando las demás hermanas dormían y el templo estaba cerrado a los fieles, ella bajaba a rezarle a un Cristo Nazareno que se encontraba en su barroco altar, con el cuerpo castigado y ensangrentado, el rostro muy lastimado, con una corona de espinas, sus ojos suplicantes de compasión y la cruz a cuestas. Diario cambiaba el mantel del altar, ponía rosas nuevas y prendía velas.
¡Siempre las flamas brillantes! ¡Siempre las rosas enhiestas! ¡Siempre el altar arreglado y limpio como de fiesta!
Después oraba de rodillas ante él, pedía por todas las necesidades del mundo, por los necesitados y los enfermos. Le suplicaba que nunca la dejara sola ante las pruebas del maligno, y una vez que terminaba regresaba a su celda muy dichosa y llena de fe. Esto lo hacía noche tras noche, sin faltar.
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Con el paso del tiempo llegó el envejecimiento prematuro, los achaques,
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Así se sucedían los días, las semanas, los meses… y pasaron treinta años.
los malestares corporales debido a los ayunos, penitencias, desvelos y flagelaciones físicas.
El tiempo no pasa en vano para la frágil materia que pierde con cada invierno la galanura y la fuerza;
Una noche negra de verano, caía un terrible aguacero y una enfermedad que la aquejaba no le permitió hacer lo que tanto le gustaba, ir a rezar ante el Cristo Nazareno. Estaba muy acongojada porque por primera vez en muchos años no podría bajar al templo, y se decía:
— Señor, ¡si pudiera verte, qué feliz entonces fuera! Quiero mirarte un momento. mirarte, y quedarme…
No terminó de decirlo, cuando de repente, su celda se iluminó con una luz celestial y de una de las paredes apareció, nada más y nada menos que el mismo Cristo que ella bajaba a venerar noche con noche. Inmediatamente
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Él le comentó con dulces palabras que no se preocupara por nada, que en
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recuperó fuerzas y de un salto llegó hasta Cristo para besar su bella túnica.
adelante su altar tendría flores y velas eternas. Y cuando ella vio que la imagen iba a salir, —Señor, no salgas –le dijo, con voz lacrimosa y tierna–: ¿Cómo ha de mojar la lluvia tu sacrosanta cabeza? Nada tengo que ofrecerte, mira cuán pobre es tu sierva, pero toma este rebozo de mi santo amor en prenda. Y que te envuelva y te cubra mientras bajas a la iglesia.
La noche y la tormenta por fin pasaron, a la mañana siguiente la madre superiora, que se encontraba preocupada por la salud de la monja enferma, decidió ir a visitarla a su celda, tocó la puerta en dos ocasiones, pero no obtuvo respuesta, pensó que la hermana seguía dormida, así que decidió entrar, y su sorpresa fue mayúscula al ver que la hermana estaba muerta en su cama. ¡Sí, muerta! pero con olor a santidad, su cuerpo despedía un agradable olor a rosas y su rostro tenía una dulce expresión. Lo más extraordinario fue cuando descubrieron que abajo, en el templo, el
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fallecida, todavía húmedo por la lluvia de la noche anterior.
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Cristo Nazareno tenía sobre los hombros el rebozo de la hermana recién
Desde entonces el pueblo lo nombró como el Señor del Rebozo y cuentan que: Si ante el Señor del Rebozo treinta y tres credos se rezan, de tres gracias que le pidan una gracia nunca niega, siempre que resulte justa y al creyente le convenga.*
Y es tradición que si les concede un milagro, en agradecimiento los fieles deben llevar un rebozo en prenda, por eso su capilla está tapizada de rebozos, de todos los tamaños, colores y texturas.
Su fiesta se celebra el primer viernes de marzo y cada primer viernes de mes a la 1 p.m. se realiza una misa en su honor, en el templo de Santo Domingo, a donde trasladaron la imagen después de las Leyes de Reforma a mediados del siglo XIX.
Así que ya saben, si tienen un problema complejo, rezar ante el Señor del Rebozo les aconsejo.
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Adaptación de Héctor M. Macías Ramírez.
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*Versos de Juan de Dios Peza, 1897.
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