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Próximo año se cumplen 100 años del “Tratado de Bucareli”
En 1923 nuestro país aún resentía los estragos de la casi recién terminada Revolución Mexicana. Hoy, a casi 100 años de distancia, se retoma un tema que si bien no es de todos sabido, pero sí es de relevancia para la historia y acontecer actual: Conocido como Tratado de Bucareli, se refiere a un acuerdo entre los gobiernos de Estados Unidos y México. Sus antecedentes datan de los años posteriores a la Revolución. En ese entonces, el Presidente Álvaro Obregón pidió a Washington su reconocimiento como jefe de Estado; sin embargo, su homólogo, Calvin Coolidge, condicionó esto al establecimiento de una negociación económica. Con base en sus intereses, en dicho acuerdo México garantizaría los derechos de propiedad de los extranjeros y de sus compañías petroleras en territorio nacional. Algo que posteriormente fue señalado como un ataque a nuestra soberanía. Antecedentes A principio de los años 20, las relaciones entre México y Estados Unidos eran tensas debido a que los gobiernos revolucionarios no otorgaron un trato a favor de las compañías explotadoras de petróleo (en su mayoría estadounidenses, llegadas durante el porfiriato). El motivo que llevó a los empresarios a quejarse ante su gobierno, fue que el Artículo 27 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, estableció la estatización de la explotación de los recursos naturales del país, que significa un proceso por el que una empresa o sector pasa a ser controlado por el Estado. Condición por la que los empresarios estadounidenses aludían graves pérdidas y daños. Por su parte, ante la situación económica que afrontaba el país, el Presi-
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Próximo año se cumplen 100 años
del Tratado de Bucareli
dente Obregón consideró que lo que se requería era inversión extranjera. Palabras que aprovechó el Presidente Coolidge para imponer condiciones favorables a sus intereses. El 13 de agosto de 1923, los representantes de ambos países se reunieron en un antiguo edificio de la calle de Bucareli, en la Ciudad de México. El objetivo era negociar la compensación de las pérdidas de propiedades que colonos estadounidenses tuvieron durante la Revolución. Con la intermediación de Álvaro Obregón, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) dictaminó que el Artículo 27 constitucional solo podía referirse, en cuestiones de explotación de bienes nacionales, a los procesos posteriores a 1917, por lo cual los daños debían resarcirse. Con ello, dentro del Tratado se acordó que: Las propiedades agrícolas expropiadas a estadunidenses menores a 1755 hectáreas se pagarían con bonos. Para propiedades que rebasaran dicha extensión, el pago sería de inmediato y al contado. Se integraría una comisión encargada de revisar las reclamaciones pendientes a partir de 1868 (las originadas por la Revolución se resolverían aparte). Más un punto fundamental: Con relación al petróleo, el Artículo 27 no era retroactivo para los estadounidenses que hubieran adquirido sus concesiones antes de 1917, lo que les permitía seguir explotando el hidrocarburo. Y es que un tema importante de la negociación era la abolición del Artículo 27 de la Constitución Política Mexicana, el cual establecía la soberanía económica y la propiedad de la nación sobre el suelo, subsuelo y litorales; la capacidad de imponer modalidades a la propiedad privada, y a las bases para la expropiación. La situación que Estados Unidos discutía es que no fuera retroactivo para las petroleras estadounidenses. EL ACUERDO “NO ACUERDO”
Hoy, casi en el centenario de esta fecha, especialistas han señalado que si bien se trató de una cuestión meramente económica, lo cierto es que los Congresos de Estados Unidos y México no refrendaron el tratado, lo que evita su legalidad. Y aunque se dice que este acuerdo fue publicado el 26 de febrero de 1924 en el Diario Oficial de la Federación (DOF); por fortuna y contrario a los intereses de Washington, la Suprema Corte de Justicia mexicana delimitó, en su momento, parte del articulado con el fin de que el Tratado de Bucareli no fuera retroactivo. De ahí que, también se le ha denominado como un simple “pacto entre caballeros” o meras “pláticas informales”. Se sabe que, en su momento, el canciller mexicano en turno expresó ante el respectivo Congreso: “De las conferencias (de Bucareli) no resultó ningún acuerdo formal, fuera de las convenciones de reclamaciones que se firmaron tras la reanudación de las relaciones diplomáticas. Aquellas conferencias se limitaron a un intercambio de expresiones, y en ellas Obregón manifestó su deseo de un entendimiento con EU como con los demás países de la Tierra”. Por otro lado, en 1926, la legislación aprobada sometió a las firmas petroleras a las leyes mexicanas y, 12 años después, se produjo la expropiación de los bienes de esas compañías. De haber existido aquel tratado, estos dos hechos habrían sido imposibles, y colocarían a los sucesores de Obregón como “cómplices” por dar continuidad a ese acuerdo “no acuerdo”.