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LA MÁS FRESQUITA
from LA CERVEZA
En mi niñez descubrí tu preciosa espuma blanca, te llamaban una Caña. Y luego, con mis amigos, aprendí a saborearte, te convertiste en un Tanque. Aquellos que bien podían, se pedían una Maceta y eras grande, grande como La Caleta.
De prueba en prueba, aprendí lo más fresquito, el Botellín, del Tercio, ¡ni qué decir…!
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Qué jovial y juguetona estaba en nuestros guateques. La muy rentable Litrona.
Elegante eres en Copa y cuando la sed impera, Cortaíta, Cortaíta
¡ponme ya una Cortaíta!
Qué sería de nosotros sin la más fresquita.
Pablo Naranjo
LEVADURA
(Saccharomyces cerevisiae)
No las levaduras del lucro, sino la levadura literaria que ebulle en mi sangre; ¿es ésa esperanza o hastío de tanta ebriedad? ¿Qué don, qué piedad para mirar el mundo a través de la lente líquida? –La cerveza; responde ella (la Poesía) y yo advierto los grumos coloreados por el fermento de la alegría y siento como una levadura (de quimeras) llena de sueño y sombra mi corazón encendido de amor.
Santiago Aguaded Landero
Manolo Cordero
NO ES BEBIDA, ES POESÍA
Esperarla, anhelarla, estar ansioso amarga, dulce, viva, intensa clara, amarilla, espesa, inmensa en copa o en un vaso espumoso.
No hallar fuera de ella bebida parecida. Aguardarla, ávido, recipiente en mano. Nacida para la delicia del humano. Siempre, en una mesa, bien merecida.
Huir de imitaciones que a nada conducen. Beberla sabiendo que pruebas ambrosía y saber que las penas, con ella, se reducen.
Creer que algo tan grande en tu vaso cabe. Disfrutarla sin pensar que su espuma es magia. Esto es cerveza, (bien fría), y quien la probó, lo sabe.
Fermín Cabanillas
Sofía Díaz Ramírez / Brindemos
Frenes Espumoso
Una cerveza, un amigo. Dos cervezas, una pasión. Tres cervezas, un laberinto.
Cuatro cervezas, ¿qué no te diera yo?
Izamar O. Caraballo

LA PRIMERA, LA MÁS ANTIGUA, LA BEBIDA MÁS POPULAR EN EL MUNDO
¡Cómofluye tu cuerpo en mi cuerpo, entrante sorbo, saliente chorro..., de rubio sol y fría luz de ámbar, que, en la lenta tarde se alarga!
En las horas que ya no cuentan, ¡cómo te pierdes entre la lengua y los labios, blandamente, suave frescor de cremosa espuma; cómo desciendes, dulce amargura oscura!
Sin afán de certidumbre cuentas, una y una; y, de trago en trago: otra, y tal vez otra, sin que ninguna ajena se imponga. (las penas huyen de mí; en ti la vida se alarga)
Aroma de vendimia en noche de verano sin sueño... intercambiamos (de charla) sorpresas y dudas por la incomprensible mudanza de las cosas.
Placentera sensación que del todo no basta, que apenas al gran paraíso terrenal trasciende.
Nutrición vital: desde la agrícola bebida a la conversación festiva. Antes que el pan de trigo fue la cebada mojada.
Antes que el sabio, celebró tu sabor la vida. Cervisia cereal en el solar latino de Iberia.
En la Europa bárbara cristiana, Biergarten, en las abiertas abadías, frondosas.
Y desde Brujas a Milwaukee; desde Praga a Sapporo... entretenido coloquio sin frontera clara entre los estados y formas de las cosas; jarra y agua de primavera, en velado germinar, subiéndose...
(las penas huyen de mí; en ti la vida se alarga)
–¡Nos tomamos unas cañas, y me lo sigues contando...!
(Antes de que esto se acabe, qué pena si se está acabando)

A sorbos este oasis de azahares y recuerdos, el aroma de un brindis cuajado de cariño, la silueta sin estigmas de mi loada Sevilla, los rincones de la memoria por donde pasaba mi vida, ese reloj amable y acariciante en una terraza de calidez suave, ese pálpito sanador en el callejón del Agua, la imperturbable certeza de estar en mi sitio, en mi gruta, en mi refugio, allá donde regresa mi mente con las alas de una estrofa, allá donde la vida estalla a borbotones en burbujas doradas de miel.
Al Alminar De La Giralda
Palmera sola, faro de Sevilla; muhezin justa de moros y cristianos; estrella etérea que el cielo brilla, filigranas de oro labran sus manos.
Romana y mora, sus señas de cuna, pero a María en los maitines reza y en cuanto su hermosura despereza, se mira en el espejo de la luna.
Torre de sol, eres hurí de altura, perfumada de azahar como la aurora, bailas una danza de mujer fatal.
Y tus campanas mecen tu cintura, tu talle esbelto de odalisca mora, al son de una zambra de ritmo oriental. Raquel del Pozo
