La Culeka No. 2

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en lo prohibido, y defender la capacidad de poder construir autonomía en nuestras elecciones.

física y espiritualmente? Para terminar de responder eso y para establecer relaciones fuera de prejuicios moralizantes, amigos/as, ¡les invitamos a volar con nuestros vuelos!

¿Qué probabilidades reales tenemos de decidir entre lo que nos hace bien o mal

02: En la droga ‘¿somos o no somos amigos?’

varios charlatanes que luego de experimentar con estimulantes, comparten sus sentidos en torno a la gran metáfora que es la droga. Si bien se trata de visiones generales sobre las distintas sustancias probadas, pretendemos que estos escritos sean un punto de partida para pensar las opiniones o prejuicios que surgen de su uso, consumo o abuso, distanciados de los típicos contenidos difundidos por los Mass Media.

Con qué criterio podemos hablar de drogas en lo urbano si, a lo mucho, bebemos hasta vomitar; nos hacemos los espirituales y transgresores sembrando marihuana en el patio de casa; o nos pegamos par pipazos a escondidas. Ni hablar de lo que leemos al respecto, siempre influenciado por estrategias moralizantes y excluyentes o maniobras publicitarias de sustancias legales (drogas blandas) que no admiten reflexión por su naturaleza marketinera.

(Bill Hicks, comediante estadounidense, decía que si inculpamos de nocivos a los psicotrópicos, deberíamos desechar por lo menos la mitad de todos nuestros discos musicales, libros y obras de arte en general, pues han sido el resultado –la mayoría de las veces– de aquellas sensaciones que sólo nos proporcionan las amadas o maldecidas drogas. Desde ese punto de vista, la frase “seguro estaban drogados cuando hicieron esto” –común después de leer, escuchar o sentir el influjo de un raro mensaje– no resulta tan descabellada).

Es momento de responder: ¿qué entendemos por «drogas»? ¿qué hacemos para comprender, debatir o –incluso– juzgar el papel social que cumplen estas sustancias? ¿Dimensionamos el momento sociopolítico en el que las droguerías pasaron a ser farmacias y las consecuencias de ese cambio? ¿Interpretamos su consumo como sobrevivencia en unas clases sociales y como búsqueda de placer, relax o trascendencia espiritual en otras? ¿Concebimos la adicción como una opción de vida? En fin ¿en qué nos basamos para aprobarlas o desaprobarlas? ¿Qué entendemos de este complejo tema que arroja a cada instante más preguntas?

Este segundo número de La Culeka no deja de enfocar la libertad como aquello que se fundamenta en la capacidad que tiene el ser humano de tomar sus propias decisiones y de ejercer soberanía sobre su cuerpo, más allá de cualquier regulación al consumo de drogas que pueda constituir una privación de este derecho. Habrá que seguir abriéndose camino en el margen de lo permitido por lo legal,

La raíz de la palabra «droga» según la RAE, proviene del árabe hispánico hatrúka; literalmente, ‘charlatanería’. El presente número de La Culeka, reúne a

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Contenido El placer de lo prohibido por 4nik 4 El tanque de la Baciladera por Juan Camellón 6 Conciencia Breve por Tilingo 8 El peor lugar para estar chispo por Sátiro 11 Drogas: entre la costumbre, el prejuicio, la estimulación creativa y el desahuevamiento por Tilingo 15 GYE: Cartografía sustancial por Jessica Zambrano 22 Algo sobre la noche y el himno generacional por Gabriela Espinoza 24 La manifestación del alma a través de las sustancias psicodélicas por Lobsang Espinoza 27 Experiencia con plantas de poder por Felipe Navarrete 30 ¿Mamá quieres probar hierba? por Fabián Albornoz 33 Manos negras, polvo blanco por Divino 36

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emocional o espiritual, por el contrario, busca una sanación integral. En ese marco, también es utilizada como una forma de comunicación con nuestro interior y con los elementos de la naturaleza.

y el miedo. Los medios de comunicación también han ayudado, de manera sistemática, a difundir todos los males alrededor de las drogas ilegales, las han satanizado y cubierto de farsas para justificar su control y su condición de mercancía.

por: 4nica

Han tenido que pasar algunos siglos para que la tan deseada, y a la vez temida palabra «droga» se fragmente a pedazos y le toque arrastrar, por un lado, el vértigo del placer y el deseo, pero por otro, el peso de políticas putrefactas vinculadas al narcotráfico, la visión moralista de religiones y la veta inconfundible de la medicina occidental. En primera instancia, las plantas mágicas-medicinales se usaban con fines espirituales, como una vía para aproximarse a una visión más profunda de la existencia y/o para acercamientos con alguna divinidad. Al mismo tiempo, tenían –algunas mantienen– la función de curar y aliviar una afección física o mental. La comprensión de la droga, separada de la parte ritual, desde su carga negativa y contraproducente para nuestro entorno y organismo, ha variado de acuerdo a los distintos contextos humanos: con el pasar de los años, adicional al desaforado avan-

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ce científico y tecnológico de la medicina en Occidente, se centralizaron las funciones de las plantas. Desde esa perspectiva, la palabra «droga» encierra tres grandes conceptos en medicina: principio activo, fármaco y medicamento. (En el inglés – drug– no se hacen distinciones entre los tres conceptos; algo similar pasa en Colombia, donde a las farmacias se las llama droguerías y a los fármacos, drogas) El capital empresarial, al descubrir el enorme potencial del mercado de las drogas tanto en la medicina como en los vicios permitidos (tabacos, alcohol por ejemplo), las convirtió en una de las mercancías más cotizadas de nuestra era. Se fue separando entre aquellas que son legales y las que no, centralizando de igual manera su producción y venta. Las encerraron en la jaula de la medicina occidental que las ha industrializado, combinándolas con químicos, y vuelto funcionales a la acumulación de poder a través de la propaganda

A pesar de los diversos usos y consumos que se le da a la droga ilegal, en nuestro país la discusión de esta temática aún tiene mucho que ver con el miedo y los prejuicios pues se la relaciona únicamente a fenómenos sociales como la pobreza, violencia, riqueza ilícita, narcotráfico, descontrol, vicio, adicción, placer descontrolado, sobredosis y muerte como las únicas consecuencias. Esto constituye una equivocación que se antoja deliberada dados los beneficios que obtienen ciertos grupos reducidos de su comercialización clandestina, medidas pulverizadas por el placer que genera la violación de las prohibiciones, latente en: la indiferencia frente a campañas gráficamente violentas contra del consumo de tabaco, la difusión irresponsable de estimulantes legales (energizantes, antiestrés, antidepresivos) o la proliferación –recién explotada en los medios– del mercado negro cerca de los planteles educativos de todo el país.

Para muchos de nosotros, el acercamiento a las drogas ilegales sólo ha sido posible a través del narcotráfico de pequeña y gran escala, alejado en gran medida de la ritualidad ancestral y sanatoria. Se ha convertido, en la mayoría de casos, en una práctica urbana de permanencia en grupo y, algunas veces, ajeno a cualquier intento de expandir la conciencia. Hablando desde un contexto de clase media urbano, se puede decir que el consumo responde a diversas necesidades y problemas sociales que no sólo se desprenden de tener una familia disfuncional, sino que encuentran en su uso, diversión, relajación, distracción entre muchas otras. Pero no se puede olvidar el uso y consumo marginal de drogas ilícitas como un modo de sobrevivencia, no solo por los efectos que producen en el cuerpo, que ayudan a mitigar el hambre, frio y desamparo, sino como una fuente de recursos a través de la venta a pequeña escala de distintas sustancias psicotrópicas en las calles de la ciudad. Por otro lado, está también la utilización de plantas sagradas que cumplen otras funciones como ser el principio activo que sana un cuerpo. Que además estimulan la exploración de sensaciones diferentes que nos permiten conectar la mente con otras temporalidades; percepciones visuales, gustativas, auditivas y olfativas que producen modificaciones químicas que, a través de la experiencia ritual, transportan a las personas a estados espirituales muy elevados o a la exploración de la psique en un nivel profundo.

Esta lógica moralista (penalizar el consumo y los usos de unas drogas y permitir los de otras) es un absurdo que se evidencia cada día. Urge fortalecer los escasos intentos por re direccionar el enfoque con el que han sido tratadas las drogas, dar espacio a la discusión desde otras perspectivas que no hablen solo desde el “saber autorizado” o de los prejuicios infundados y anacrónicos, sino de las vivencias y experiencias reales y cotidianas de las personas que las usan y consumen de maneras diversas dentro de lo legal o ilegal. Así mismo, considerar los nuevos avances científicos que demuestran y desmienten antiguos prejuicios, para desde allí, construir un debate nuevo, más incluyente y respetuoso en un tema que sugiere ante todo, un nuevo concepto y practica de la libertad.

Las culturas ancestrales han logrado mantener –medianamente- el valor y el uso espiritual de la «droga» mediante transferencias generacionales del conocimiento de lo sagrado, mirada que no separa la enfermedad física de la 5


por: Juan Camellón Imagen: Christian Bendayán

- Luego de haberle vaciado el tambor de la pistola a la jeva que le vio las huevas, y de llorar a moco tendido mientras la miraba con ojos desencajados, porque parecía que de todas maneras ella había ganado, caminó rumbo al centro más por tomar aire que por miedo a que lo agarren los chapas o que la pipol del barrio se ponga pilas; era casi normal escuchar tiros por esa zona, además que en la tienda había unos líchigos chupando con ese reggaeton batracio a todo volumen. Se armó un grifototote para relajarse y pensar en la inmortalidad del cangrejo, ya llegando a la Galápagos se metió a una cantina y se pidió una fría, mientras sonaba Ojos que matan de Jotajota… Luego vino Fatalidad, esa rockola plateada parecía que estaba inspirada, habían puesto los temas certeros… Mientras se bajaba la helada y se le pasaba la llevadera, se puso a hacer cerebro, que buena parte de los recuerdos importantes de su vida, estaban atravesados por la grifa y el guaro. Desde muy chamo, su veterano llegaba plutote en la madrugada para armar trobo y para putear a su vieja. Sus hermanos siempre se tapiñaban debajo de la cama porque en cualquier momento podía entrar y hacer escándalo, él en cambio se quedaba acostado y sacaba su filo, lo ponía debajo del colchón por si el veterano lo quería putamadrear, cuando un día el veterano quiso darles de mazazos le clavó la navaja en la rodilla y 6

salió soplado. En la calle se encontró con la parcería del barrio que chupaba y se metía bareto casi todos los días en la esnaqui hasta las cinco de la mañana, eran mayores que él pero lo trataban bien porque era bueno para el futer; ahí se pegó su primer troncho de maduro con queso, se zampó dos tacos de caña y se puso a bailar salsa locote… luego de eso se fue a vivir con su madrina a dos cuadras del caleto. Ya tipo quince, luego de salir de donde las troneras que le había invitado su mopri para que rompiera el coco, se pegó la del zorro con una de guisqui barato que se habían bajado en una tienda del centro; su primo Venancio le hizo probar perica para que se le vaya la chuma, ahí se entrobaron con unos giles de un taxi que estaban chupando en las bancas del parque, fue cuando le abrieron esa chuchota en la carátula, con el culo de una botella de cerveza y le dejaron esa raja en la mejilla que lo acompaña para todos lados. A los diecinueve recién salido de la conscripción y sin camello, le ofrecieron para que sea brujo en una disco para quinceañeros y de paso para que controle la entrada, básicamente vendía macoña y perica, pero él estaba más en el bazuco, ahí conoció a una de sus primeras jevas, una pelada medio aniñada casa de caña del Colegio Latino, ni al mes de lo que empezaron a salir, el man le sacó cuarto aparte y se la llevó a vivir. Los hermanos de la man, un día le agarraron

afuera de la disco y le sacaron la entreputa, por lo menos alcanzó a navajearle a uno de ellos. A ella se la llevaron a vivir a Guayaquil y el pinto se puso a fumar bazuco como loco, vendió la tele, el celular aniñado, más claro, las cuatro pendejadas que tenía fueron desapareciendo como por arte de magia… del bazuco.

Modelo, tenía que moverse con un concejal al que le vendía popó y que le había hecho un par camellitos, para que le aparte un cupo y poder meter el guiso que hacía falta para el pedazo de tierra. Ya metido a chulo, le tocaba andar bien encachinado para que la pipol lo respete, ahí sólo se metía perica para no perder el temple y, hierba mucha hierba, que era lo único que le quitaba las ansias y le dejaba pensar en paz… Más claro, siempre había estado en el tanque de la baciladera, en las turras, en las mojonas y en las buenas, la grifa siempre había rondado su life.

Hasta que por fin le llegó su estatequieto cuando a su body del alma le metieron un tiro en el hombro por andar de anchetoso con la ñora de un narco. Ahí como que se puso once y empezó a vender celulares, pero ese tellebi no le alcanzaba para nada y regresó a brujear, pero ya no se metía tanto y había ganado su fama de malo por haberle dado soberanas pisas a unos cuantos que tiraban parada de malos.

- La rockola tronaba con: soy un príncipe a mi modo, al fondo había unos borrachos que jugaban cuarenta con cara de chapas en día libre. La cantina era muy batracia y olía a creso, pero por lo menos nadie lo molestaba y la que servía las bielas como que se le iba de bolas, aunque él en ese momento no estaba para hacérsele el alhaja a nadie.

- Pidió otra fría, y como que recién se puso las pilas de lo que acababa de hacer, apenas le estaban bajando los efectos de esa grifa traída del Perú. Tenía que sacársela de la city, por lo menos un tiempo, hasta que se calmen las cosas, igual andaba arrecho con la vida, todo el mundo le sacaba pinta de chulo y de brujo, así que necesitaba enfriarse a como pinte.

De todas maneras tenía que sacársela, pidió laúltimaynosvamos, ahora garuaba un chance por lo que alcanzaba a ver a través de esa ventana llena de polvo y grasa, olía a tripa mishqui de la veterana que se ponía afuera de la cantina, a lo lejos se oía: corviche, corviche !!!

Luego a los veintidós, le dijeron para que traiga bracas de macoña del oriente y cuartos de kilo de polvo; por esas fechas le andaba habilitando a su veterana para que se haga de un terreno en una invasión cerca de la 7


-¡Esta noche, definitivamente debe ser de tragos!- Es el sentir que mueve a Joaquín a salir apresuradamente en medio de sus clases para dirigirse a uno de los bares que quedan cerca de su Facultad. Una vez allí toma su celular y llama a dos de sus más fieles amigos; sin palabriarles mucho los convence de que lo acompañen a chelar. Como Byron y Andrés son panas de Facultad y les gusta harto el trago, llegaron soplados al bar. Se saludan, hacen vaca* para comprar la bebida e inician una charla bajo la consigna que desde un inicio los unió como compinches en la bohemia: ¡Aprendemos más sobre cualquier tema discutiendo entre nosotros que en las aulas.

que mira a través de sus lentes redondos y oscuros, estilo Lenon, la hora en un reloj de cuerda que pocos saben que no funciona hace como tres años, y que usa no por razones estéticas, sino porque le procura una seguridad que solo el comprende-. Segundos después de comprar las cervezas y los cigarrillos, esa típica nostalgia de un gran momento que aún no ha terminado comenzó a rodearlos. Hablaban pausadamente, como queriendo detener los segundos que cada vez duraban menos, hacían planes para el fin de semana, le daban cortas pitadas al tabaco; tomaban en pequeños sorbos sus bebidas, con mucha suavidad, no llevaban casi nada a la boca.

Se ubicaron en uno de esos típicos antros camuflados en algún negocio de otra índole (preferible no decir que tipo de negocios para no terminar siendo un sapo sin querer). Bebían cervezas ávidamente mientras platicaban de sus temas más recurrentes: la lucidez de su profesor favorito, las porquerías que salen del hocico del profe más vergas que tienen, algún librín que les impactó, broncas, amor, mujeres, familia, y un montón de vergas que se les ocurría. Así se desvanecía el tiempo en medio de pensamientos y recuerdos, de carcajadas y suspiros; hasta que su economía de estudiantes de clase media y mantenidos aún por la mamá, de pronto se hizo palpable, sólo les quedaba dinero suficiente para tres cervezas más y un par de cigarrillos.

Su charla, que para ese momento ya se tornó forzada, fue interrumpida por el vuelo de una polilla que atrajo toda su atención. La miraron largo rato danzar en el aire, lo hicieron en silencio hasta el momento en que cayó en picada al suelo. Dejó de agitar sus alas, con lo que le quedaba de fuerza caminaba, agonizante, buscando descanso y comida después de volar desesperada alrededor del foco de luz, “buscando, quizá, algún beneficio para su existir” – es lo que supuso Andrés de inmediato-. Los tres miraron y comentaron como la polilla agotada, se echó inocentemente a caminar en su posible muerte. Imaginaron que lo hizo con la esperanza de un último festín para encontrarse tan solo con un suelo lleno de laca, colillas de tabaco, trago, escupitajos y un poco de cera, imposible de penetrar.

¿Y ahora, que chuchas hacemos vean? – preguntaba Andrés, mientras se acomodaba su fino y largo cabello horquillado y se pellizcaba los barros del cuello con las largas y puntiagudas uñas que se dejó para entonar una guitarra que jamás aprendió a tocar-.

por: Tilingo

- “Pobre bichito no se rinde, quizá por su inocencia” –pensaba Byron mientras recogía con la lengua la espuma de cerveza que quedaba en sus labios resecos y partidos-.

¡Compremos par chelas y par tabacos con lo que nos queda, y después nos vamos a nuestras casas o a la de alguno de ustedes! – respondió Byron entre risas y amagando

“No podemos saber qué es lo que siente ese bichito” –pensó Joaquín; y como no podía

* Recolección de dinero para la compra, en grupo, de golosina. Léase por golosina lo que les de su gana.

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explicar lo que hacía la Pollilla, tuvo que conformarse con pensar que esos bichos también sienten; se colgó y supuso que todo organismo vivo de este esplendido planeta puede sentir y sentirse. Intentando resolverlo se imaginaron en su lugar y gracias a ello notaron que podían sentirse motivados ante esta realidad agobiante, ya no por la inocencia, sino más bien por la necedad. Creyeron que quizá habría una micra comestible en ese inmenso suelo hermético que les permita partir de este mundo gustosos, y aún cuando eso no fuese más que un error, el solo hecho de permitirse buscar, les procuraba la suficiente fuerza para no ser tocados por la muerte contra su voluntad, para...“preferible ser hallados en plena bronca” –decían en coro y pausadamente para evitar que uno de esos eructos causados por la cebada salgan sin su consentimiento-. La polilla se detuvo y no se movió más. Los tres fueron testigos de aquel suceso. Joaquín comentó emocionado la revelación que tuvo en ese momento: “supongo que a los humanos nos pasa lo mismo que a ese insecto fantástico. Nacemos e iniciamos la tormentosa búsqueda de sentido, vamos por allí mirándonos, distinguiéndonos del mundo, siendo del mundo, nos elevamos intentando alcanzar el sol, caemos agotados, volvemos la mirada para toparnos con un, aún, más caótico mundo terrenal y recordando lo aprendido continuamos para hacer que nuestra existencia valga” –dijo-. En ese momento, justo en el último sorbo de cerveza que quedaba en su vaso, Byron recordó una carta que Freud envió a su

esposa en la que le decía que: “la ciencia exige resignación y espera y por ello lo más importante es lo que nos otorgamos en secreto”. Como la polilla decidieron otorgarse en secreto la idea de que existe esa micra comestible que les permitiría partir gustosos y supusieron que su devenir sería producto de aquello. Guiado por la emotividad que lo invadió, Andrés revisó sus bolsillos y encontró un dólar más, acto típico de los borrachines cuando ya están picados. La dueña del local advirtió que era hora de cerrar y no les vendió más cerveza, así que Byron propuso dirigirse hasta una licorería que atienda las veinticuatro horas y empeñar su celular, otro acto típico. Sin objeción alguna, caminaron en busca de más licor, y lo consiguieron. Mezclaron botella y media de Trópico limón con agua. Para evitar que los chapas jodan la bebetiza* se ocultaron en un rincón oscuro dentro de su Universidad. Allí encendieron una fogata con lo que encontraban, espuma flex, ramas, cartones de vino, cientos de hojas de papel bond, etc. Continuaron hablando de aquellos grandes temas que en momentos como ese los sorprendían, y su noche de tragos y conciencia breve continuó pese a que los vómitos, el hambre y el alba aparecieron, y con éstos un grupo de guardias motorizados que los echaron de su cómodo refugio; lo bueno es que su expulsión coincidió con el transito del primer bus hacia el sur de Quito, que lograron tomar con las justísimas para ir a la casa de Joaquín y continuar bebiendo, pues una buena chuma muy raras veces dura una sola noche.

* Aquel encuentro para beber que se supone no se alargaría más de las 10pm (hora en la que pasa el último bus) y termina –frecuentemente- al

tercer día. Como Jesús, pues, ¡no estaba muerto, andaba, de parranda! Dicen que Jesús vive en nuestros corazones y que en nuestro reflejo podemos ver su carita. Creo que es cierto. Recuerdo que en la biblia dice que Él andaba solo con leprosos, prostitutas, malandros y borrachines, (exactamente lo que en casa nos prohíben), y como si fuera poco les prometió el Reino, y les multiplicaba el pan y el vino. Que tipazo. Reconozcamos el rostro, la gracia y el poder de Jesús en la careta del pana que convierte una cédula en media botella más, o los zapatos, el celular y una chompa en una java de cerveza y dos secos de pollo ¡Escuchadme hermanos míos, en vosotros mora el poder de Cristo borrachín!

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Imagen: Juan Angel Jácome

“Todo es de utilería: las mesas son de espumafón y las mujeres, de papel maché y cartón prensado”. El Enemigo Necesario, Marco Martínez Zúñiga

por: ¡Sátiro! 11


I El ‘Imperio’ no es un bar común, no tiene karaoke y tampoco es un burdel –en este país no hay eso–, es un simple y vulgar chongo, de esos que abundan regados por la 10 de Agosto en la franciscana ciudad mano de gigante saliendo del abismo (como dijera el poeta guayaco con apellido de marca de whisky) Cuando la clientela arrecia –casi siempre las tardes y noches de viernes laborable– el tubo plateado, en medio de la pista con apariencia de tablero de ajedrez, no se enfría. El show es continuo y las chicas se alistan para el striptease. Juan “Bota” (pseudónimo que cubrirá a un par de incautos en este relato de circunstancias reales) volteó, junto a todos los presentes, sillas plásticas y asientos de terciopelo en dirección al centro del lugar. Fijó la mirada en la mujer de la pista mientras un bolero en forma de ranchera caía de los altoparlantes: Porque tengo en la vida más de un amor / me juzga la gente / porque no he respetado las leyes que rigen esta sociedad / porque no he podido frenar el corcel que agita las ganas / porque no he conseguido pasar siete noches en la misma cama / pero qué voy a hacer / si es mi forma de ser / yo me rindo ante el ser / que se llama mujer... Era la voz del último cantante ebrio y mujeriego que aún pisa escenarios, Vicente Fernández. Juan se extasiaba con la letra y, en medio de su borrachera, imaginaba que la caterva de ninfas que lo rodeaban cumpliría sus deseos de forma desinteresada. Sí, él era un galán de barrio del que nadie, nunca, se había enamorado porque se ilusionaba

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antes de hora y, como era mal borracho, tenía la costumbre de aflojar la lengua y declarar su amor antes de que resulte medio interesante conquistarlo.

le un pico a la morena que lo embadurnó de vaselina hasta la punta de la nariz. Quienes lo acompañaban ese día se burlaron largo.

Se cuestionó el hecho de estar elevado viendo las tetas de una puta con estatura de niña entre las sudorosas espaldas de los concurrentes, así que se puso a conversar con una negra, ataviada con un rojísimo vestido que apenas le cubría la espalda. Quizá por su nacionalidad, a él le pareció que era la mismísima Angie Cepeda en el papel de ‘La Colombiana’ en la adaptación al cine de <<Pantaleón y las Visitadoras>> y por eso la besó.

II

—Ay, pana. Que las prostitutas no besan es mentira. Basta con ser amable, ni que fueran de hielo. Como Juan estaba al remo, evitó fiarles a sus amigos y ver a qué sabía esa hembra con olor a sudor de camionero quien le exigía que, si no hacían nada esa noche, por lo menos la invitara a bailar fuera. —Mira que yo solo salgo de aquí para viajar a Pereira, a ver a mis hijos, y no conozco Quito. Llévame—y antes de obtener una respuesta, como afirmando que no hablaba en serio, le cantó: —Si es usted de los hombres que se han consagrado a una mujer / por Dios lo felicito, dígame el secreto, compañero fiel / porque para mí basta con solo un perfume que huela a mujer / para hacerme un esclavo romántico y loco del más bello ser... Por suerte –¿o desgracia?– un buen amigo le dijo a Juan “Bota” que no decida qué hacer por su cuenta ya que se había sobrepasado con los cocteles; así que se fue dándo-

—chucha, loco. Sí, me lanzara a la piscina a ver qué hacen estos hijueputas—pero no era tan estúpido o no estaba tan borracho como para cometer semejante hazaña. Al contrario, decidió dormirse para luego, recuperado, abordar a una dama de la noche con sus ya conocidas tácticas de conquista. Al final nada importa. Mañana, casi sin lamentos, se esfumará la vergüenza...

Porque al paso del tiempo jamás me encontré ningún otro ser / que provoque ternura, pasión y locura con tanto placer / porque no cambiaría por nada del mundo el momento aquel / de la entrega sublime y el beso extasiado, bendita mujer / porque fue una mujer / la que me diera el ser / por eso te bendigo / sublime mujer...

Porque no me he topado con vicio más fuerte que el de una mujer / ese vicio bendito que me da lo amargo que me da la miel / porque solo ella tiene la fórmula mágica y todo el poder / de convertir al hombre en simple mendigo o señor también... Ya consciente, Juan “Bota” se dio cuenta de que lo habían dejado sólo. Sus amigotes habían subido a ver un show privado. Solo uno, quizá por novato, lo vigilaba desde la barra asegurándose de que no salte a la piscina; de haberlo hecho sería difícil que se ahogue pero –quién sabe– se abriría la cabeza.

Por eso y porque Juan nunca conserva la amargura de los labios que le generan chuchaqui moral, no pasaron más de dos semanas antes de que volviera a un prostíbulo. Con la misma canción en la cabeza, el muy romántico se abalanzó a la cerveza helada antes de decidirse a ir en busca de placer.

Decepcionado, sorbió lo que restaba entre el hielo de los vasos que hacían más triste la mesa en que se había rendido al sueño. Tomó fuerzas y, sonriente, se acercó a una puta vieja.

Como una arbitraria declaración de independencia y respeto a los mártires, fue de la avenida en donde se asentaba el ‘Imperio’ a la Eloy Alfaro. Un local anónimo, cerca de ‘El Arbolito’ al que todo el mundo conoce como ‘La Piscina’ por la alberca semivacía, puramente ornamental, que recibe a la clientela rodeada de mesas de madera.

—¡Hola!—le dijo besándole la mano. Sin soltarla se disponía a besarla en la mejilla cuando ella, impasible, lo apartó con la palma abierta.

Burócratas; hijos de burócratas que trabajan en las empresas de los taitas; y universitarios, desarrapados pero con plata, hacían que Juan pierda la paciencia junto al sopor que el mareo provoca en quienes se exceden con la bebida. Nuestro amigo se durmió y, al levantarse, balbuceó a la nada:

—¡Zafa, zafa! que te apesta el hocico—espetó rompiendo todo el encanto que Juanito había aplicado. Él no se lo contó a nadie, pero el rictus de ebrio que disimulaba delató la congoja que aquella anécdota le provocó. Y a quién no.

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III

copolamina o viene un chulo y te soba—pero a Juan le ocurrió algo peor de lo prevenido.

—Qué vaina. Una cosa es besar sin repugnancia a una mujer sudorosa en el chongo pero otra, peor, es que una vieja te rechace por el mal aliento. A mí me pasaron las dos. ¡No vuelvo jamás!—les decía muy serio a sus compañeros de juerga mientras almorzaban. Pero para tu desdicha era viernes, Juan. Y fin de mes, “Bota” —Yo no me ahuevo... la del estribo... no hay ambiente... faltan mujeres...—y ¡tas! ahí estabas pagando la entrada bajo la luz de un foco rojo. Dos guardias enormes a los costados revisando tu portafolio de abogado, periodista o médico –¡que les importa! – para que no puedas meter armas y vengarte de alguna fishfica por algo como lo que te había hecho la última a la que te acercaste. Trío de sinvergüenzas en plena Bolivia: dos egresados de la gloriosa Universidad Central, uno expulsado del Mejía no había vuelto más a las aulas ni para las sesiones de sus hijos. Lo que tenían que beber esa noche ya lo habían ingerido en “la zona” y como para desahogar las penas que se infringieron en la conversa, corrieron al ‘Swing’ El que no llegó a bachiller entró raudo a uno de los cuartuchos de cama caliente. Diez dólares (dos menos que en el ‘Imperio’ veinte menos que en ‘la piscina’) costaba el punto, el placer, la derrota. Derrota para Juan “Bota” que, por desesperado, entró apenas salió su compañero. —Voy y vuelvo, brother—dijo. Se alternaron para que nadie vaya a quedar sólo frente a la pantalla gigante en donde se exhibía el porno hardcore que caracteriza al lugar—No vaya a ser que te quedes como gil esperando a que salga el resto y hasta eso te meten es-

Entró furibundo, condón en mano, sin charlas de por medio. Ella se acostó y se desnudó contorsionándose sobre las arrugadas sábanas. Él sintió que la euforia se convertía en vergüenza cuando la borrachera adormeció el interior de sus pantalones. “¿No decían que uno mamado es inmortal? ¿no que se iba la eyaculación precoz y hasta se enamoraban de tu constancia adquirida?” te preguntabas indignado, Juan, pero el licor –adicional a ser depresivo y estimulante– adormece, “Bota” Vos perdiste la cuenta de las bielas que te acabaste en el bar, ¿y ahora?... No saldrías en ese momento a que todo el mundo se entere de tu disfuncionalidad y se burlen tus panas. No cumplirías las perversiones de la mujer a quien habías pagado para que aguante las tuyas. No llorarías porque no tenías ganas de fingir dolor por una ridiculez de tu cuerpo que hasta te daba risa, no. Mierda-chucha, Juan. Te pusiste a conversar con la man luego de decirle que bebiste demasiado esa noche, que te anuló el trago, que estás despechado (¿cuándo no, para beber así? “Bota”), que te disculpe. Y ella: que no importa, que no bebas tanto, que hay mil mujeres en el mundo, que no es la primera vez, que salado...

Imagen: Lic.Santiago Carrera

Para qué pedir rembolso si la chama era comprensible. No te puso en ridículo, charló contigo el cuarto de hora de “la ficha” y hasta fingió cansancio al salir. Cómplice y complaciente, Juan “Bota” la puta te dejó una lección: —Sí, loco. El trago es el malo, ellas nunca. ¿Por qué?... ...porque fue una mujer la que me diera el ser / por eso te bendigo / bendita mujer.

por: Tilingo 14

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Jhon Pablo Jaramillo Martínez, más conocido como ‘Yon’, gracias a la popularidad de su novia oriunda de Esmeralditas, a quien afortunadamente le sigue valiendo verga el uso correcto de la ‘lengua legítima’, como la nombra Pierre Bourdieu, y pronuncia la Jh como Y: ¡Te lo presento, él ejj Yon, mi marido! –se la escucha decir-. Futbolista y músico por naturaleza y convicción. Su pasión por el fútbol no se vio concretada nunca a nivel profesional, le toca contentarse con alentar a su equipo desde las barras y con hacerle al soccer con panas cada que se puede; pero su sueño de ser músico no se estancó jamás y su desempeño en el arte sube de nivel con los años, al punto que su talento ha sido requerido en dos bandas de trayectoria y renombre en el sur de Quito: Luna llena y Enemigo Público. Todo comenzó en 1979, cuando quiso salir del útero de su madre. Lo conmovió ese tan atractivo frío del sur de Quito en la madrugada; digo atractivo para los rockeros que aman dormir arrullados por éste en cualquier esquina, sentados, con camisetas negras y viejas, con las greñas sueltas y sebosas, la cabeza caída -casi contorsionada-, quizá una mochila vieja llena de parches y nombres de bandas escritas con corrector, abrazados de un pana (la amistad hasta las guevas) y una espléndida botella de Norteño anisado en donde se refleja el magnificente brillo de la luna-. A las tres de la mañana, a su madre le tocó caminar desde la Colmena -barrio donde vivió los dos primeros años de su vida- hasta la Maternidad Isidro Ayora para cumplir el caprichito del wawa de nacer ese ratico. Fue parto normal, pues tenía apuro de salir. Las enfermeras aún lo recuerdan como el bebé cuyo primer acto no fue llorar, sino defecar en la mano del Dr. Julio Endara1 antes de que éste le meta su nalgada, y después sí, el llanto.

Su madre solía contarle que al escucharlo llorar notó que no era el típico llanto insoportable e interminable de bebé: alarido… alferecía, alarido…alferecía, alarido…alferecía; sino, más bien: grito…silencio, grito… llanto…silencio…puchero-llanto, y grito… puchero…llanto…grito…silencio, y la secuencia se repetía. Lloraba matemáticamente, con ritmo, y su madre supo que llegó otro músico a la familia. Sería como su abuelo, sus tíos y su padre; y así fue. Yon entró al conservatorio de música cuando era un púber, cuando aún se le llenaba de quesitos la puntita porque no se le bajaba por completo la telita del pollo, le salían gallos al hablar y las hinchadas moritas de las tetas le dolían con el simple roce de sus camisetas de rockero, como la de “Sangre Azul” o la de “Bajo sueños”, que vestía al revés para ocultarle a sus panas que escuchaban Metal extremo, que a él si le gustaba el Heavy llorón, o “lacrimógeno”, como se les dio por llamarlo a los héroes comerciantes de música pirata en los 90’s.

waro. He probado varias drogas por probar, y como nadie te obliga, no le he entrado a la nota más de lo que he querido.

yo, mientras eso no pase, no tengo ningún problema en que un pana use marihuana, polvo o llegue chuchaqui.

-¿De qué modo han estado presentes: como parte de un ritual o de un hábito o costumbre?

-Los denominados Clásicos del Rock corresponden a toda una generación fuertemente influenciada por las “drogas”: ¿Qué contribución crees que tuvieron éstas en su creatividad musical?

No creo como ritual, si así fuera, su uso sería como un “antes de la presentación”; como un reunámonos para pegar un grifito y así entrar conectados, y nada de eso ha pasado. El que ha querido entrarle a eso lo ha hecho porque tiene esa forma de subirse al escenario o porque se siente bien. Lo que sí, siempre está previo a una presentación, una bielita, después de las presentaciones, de pronto se usa o no, pero eso ya depende de tu disposición. Más bien, en lo musical, la nota de la “droga” daña varios aspectos de la relación grupal. Cuando algún integrante de la banda ya se va metiendo mucho, se vuelve irresponsable y ya no va a las presentaciones o ensayos. Pero

En esa época no todo estaba dado en la música y para crear algo diferente, que no sea solo una fusión entre un género y otro como lo que hay hoy y que no tiene inventiva […] entonces los manes, quizá utilizaban como para tener esos sueños o alucinaciones que les permitan encontrar sonidos, diferentes clases de ritmos, etc. Sin embargo, no hay que olvidar los estudios que realizaron y el conocimiento que adquirieron y que les permitió llegar a esas composiciones que conocemos, de las cuales, las “drogas” ayudaron –de pronto- a crear algo más bacán.

Yon hizo del conservatorio su morada, y al Colegio no le paraba ni bola, ni siquiera le gustaba; solo iba para reunirse con sus panas de ‘Exu’, primera banda en la que tocó y con la que le entraron al Death Metal. Desde entonces, no dejó de palpar no solo la dificultad de ser músico en este país, sino también, esa fina relación entre la música y las denominadas, por el poder médico-político “drogas adictivas y perjudiciales”, tal como nos lo cuenta en la siguiente entrevista: -Como músico ¿qué relación has tenido con las “drogas”? ¡Chuta loco! Siempre, ahí han estado para las tocadas, desde el lugar del que uno sale hasta llegar al sitio donde será el concierto; entonces siempre hay esa presencia sobre todo del

1 Cualquier conexión o alusión histórica que haga con el padre de la Psiquiatría durante la Revolución liberal en Ecuador, es pura imaginación suya.

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-Entonces ¿crees que la música tiene alguna deuda con las “drogas”? Creo más en la capacidad artística de los músicos. -Y al contrario ¿crees que las “drogas” le adeudan algo a la música? No lo sé, es difícil para mí contestarte, no soy compositor. Puedo decir que las estructuras de la música, a veces, me vienen en sueños. Cuando esto ocurre, me levanto y anoto lo que se me viene. Mi abuelo me contaba que se levantaba a las cuatro de la mañana a escuchar a los pájaros, y de sus cantos sacaba composiciones y hacía arreglos musicales. De pronto, estos músicos de los que hablamos no contaban con el tiempo para escuchar a los pájaros o para componer de otro modo y usaban “drogas” para acelerar la composición y sacar algo más inmediato. A mí me ayuda mucho más escuchar mucha música, la práctica, el trabajo y el estudio musical diario. -Y los músicos del sur que conoces ¿crees que lo usan para estimular la creatividad? Hay de todo. Unos lo usan como desaguevante, otros por vicio, por costumbre o por estimularse creativamente. Unos en lugar de “drogarse” y encerrarse a crear salen a la calle con panas, y entre conversa y conversa, total se chuman y no se les ha ocurrido nada. Otros, como yo, antes de tocar se pegan un wuaro (que te da una energía bacana) o algo para desaguevarse. Otros, al bajar de la ta-

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rima, fuman un grifo como para relajarse. Unos en los conciertos están tan llevados que no pueden ni tocar, pero se ve también a otros que les va muy bien y que tocan mejor, son más creativos. Depende de la persona, si te quieres “drogar”, lo haces, y no hace falta ser joven, rockero ni músico. No hay que ver mal a las drogas, hay que aprender a usarlas y aprender a respetar las opciones de uso de cada quien para evitar la discriminación entre usuarios diversos, no puede ser que el que fuma marihuana deba esconderse del pana que chupa, y el que le hace al polvo deba esconderse del que fuma marihuana, etc. Todos convencidos que lo que uno hace está bien y lo que hace el otro no. No es necesario preguntarle más. Sus palabras y el humo de –su “droga” legal- los cigarrillos, inundan la habitación y, como toda sustancia que ingerimos y nos gusta, dejan en el aire unos buenos temas a debatir en un momento en el que la Asamblea de un Gobierno, que cree que todo se soluciona con leyes, discute una “ley sobre consumo”; así como el deseo, urgente necesidad y capacidad de cada sujeto para escoger sus denominados “vicios”, sin que el Estado, la familia, la sociedad, la religión, la educación e incluso que panas le jodan. Pues, si es imperativo aprender a usarlas, y –como dice Jhon- aprender a respetar las opciones de uso de cada persona, para ello y como para empezar, hace falta tener acceso a información sobre éstas, y sobre todo, un acceso libre y de calidad a su consumo.

Todos los sábados de 22-24 horas por 102.9 Fm RPQ www.radiomunicipal.gob.ec opción FM FACEBOOK: Jamaican Roots UIO o Jamaican Roots EC.

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20 21 Imagen: David Guzman


Guayaquil es la subdivisión de lo inconcebible, una amalgama de seres y objetos que titiritan en el camino hasta que uno se decide por tomar lo que mejor le viene al caso, con los respectivos argumentos. En una esquina usted se encuentra con una iglesia, a la siguiente puede adquirir un combo de prostitutas baratas y, dando la vuelta, una buena hueca de ácidos, hierbas y otras basuras alentadoras y nostálgicas.

crudamente interesado, en la parte de arriba alquilan. Entre la 25 de Julio, la Chala y una cuadra común (por razones de seguridad no mencionaré las calles exactas): un barrio de jolgorios, de placeres, de buena comida y buena droga. Se puede llegar allí de infortunio y recordarlo para siempre. Son alrededor de dos cuadras en las que se puede encontrar un trío de casitas mágicas en las que las familias dedican su día y noche a comprar, empacar y distribuir sustancias psicotrópicas y otras vitalmente naturales. Para habitar este sitio solo hay que tomar sigilosas precauciones, pues si no se es conocido ni un vil maestro de los líderes dealers del sector, se está perdido.

No hay cómo negarlo, ni cómo ser tan cínico para aceptarlo a diestra y siniestra pero sé, por fuente externa, que no hay un solo barrio en La Perla del Pacífico que no tenga su distribuidor de sustancias psicotrópicas-alternas, su guardia tapiñado, su dealer bien puesto. Si las dicotomías abundan que ya nada le sorprenda.

Imagen: Paulo Ayala

por: Jessica Zambrano 22

Cualquier caseta: no pretendo juzgar al más servil de los guardianes barriales pero a estos también se los reconoce al ojo, al olfato y al habla. Los buenos saben cuidar, servir y tienen un as bajo la manga: prestos para cualquier emergencia adolescente, pues cuando uno crece sabe que fácilmente puede ser sobornado y en ello está le dedicación de los guardianes.

Las Peñas: ha sido por algún tiempo lugar de poetas semi vanguardistas, borrachos empedernidos, rockeros, metaleros, punkeros, uno que otro bohemio y, hoy en día, una serie de policías que atacan y espantan a la más mínima pretensión de comprar/vender/traficar/ tripear drogas, las que en sus tiempos abundaban. Uno llegaba a la Plaza Colón, con un murmullo lento decía: “¡mango, mango!” y ya tenía un par de vendedores al alcance. Eran tiempos en los que ni los smartphones estaban automatizados de tal manera. Ya solo le escuchaban la voz de chafo y corrían a su rescate. Las cosas han cambiado de orden, pero la sinvergüencería nunca se pierde, al contrario. Si las leyes no se rompen simplemente no existen.

Informales con marihuana: como la competencia es dura hay que buscar la manera de ampliar el mercado y difundir el producto entre todos los malsanos que “le hacen” para lo cual existen los vendedores informales. En este tipo de distinción la única ventaja/desventaja que tiene el vendedor es que debe reconocer a su target al ojo. La ventaja es conocerlo, la desventaja sin duda es confundir a un ser abrumado por cuestiones indefinidas de la vida con un mismísimo marihuanero junto a la insolente frase “tengo brownies” Ahí, ni la experiencia ni el producto salvan.

La 19: el suburbio porteño es una cosa de terror, criollismo y humor. No se puede hablar de intersecciones, por el momento, pero cerca de la calle en la que se albergan mujeres del dinero que puede producir su sexo (La 18) se ubica una casucha que, cual holograma, parece haber sido abatida por un huracán. Esta da la bienvenida específicamente a marihuaneros a través de una gran ventana. Lleve su paquete por $1.50. Y en caso de que esté

Los lugares donde fecundar los deseos y angustia por cannabis, coca y otras sustancias abundan en Guayaquil y no hay que ser arqueólogo para saber que, al paso, se puede encontrar el tesoro perdido de los piratas. 23


Imagen: Juan Angel Jácome

El dulce olor a caramelo, antes de explotar en la garganta el delicioso humo amarillo, y caminar rápido para virar la cuadra, armar la próxima tola1 sentarme a cagar de risa con mis panas, dentro de los cuáles siempre hay alguno que se triquea como gil y empieza a voltearse para todo lado, los chapas cabrón!. Las drogas? golosinas nada más, el mundo se torna autocomplaciente, alcoholchuchaqui la dialéctica generacional, drogas: todas terminan deprimiéndote: a la mierda el DSM2, nuevo himno nacional

por: Gabriela Espinoza S.

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de las calles, más barato y sincero que el de juan león mera. Pensamientos de estos días: todo termina convirtiéndose en cliché, todo. Esconderse en la poesía oscura, oscurecerse, odiar lo oscuro. Que cuando la adolescencia termina germinando al hastío en una actitud de vida, flor del aburrimiento que nos es regalada junto al conocimiento del aburrimiento. Días y años de seguir al pie de la letra los mandamientos, alcohol, sexo y drogas,

1 Diminutivo de pistola, cigarrillo de base de coca. 2 Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. La biblia de los Psiquiatras.

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años de masturbar al monstruo dueño del nudo en la garganta, si, éramos menos serios y severos con nosotros mismos cuando nos drogábamos y qué?. La línea blanca rectita y resplandeciente en el baño (cliché), para luego aplaudir eufóricos la rapidez con la que pasa la vida, esos vacíos en los que uno salta quedan entre la nariz y la garganta, miperica, miamor, desde la nariz suavemente hasta la garganta, el sabor frío y fuerte que termina en una sonrisa inocente, salva, alegre. Quizá todo pueda resumirse en una noche, o en una página de papel mal impresa, los hedores de un mundo que ante siria prefiere hablar de lo asqueroso que es arjona, o ante la estupidez de rajoy prefiere gastar su tiempo en fotos de facebook, pero yo no tiro la primera piedra, cuántas veces ante la bulla del mundo preferí el silencio de la cercanía de la noche con sus juegos y golosinas. Yo sólo sé que tuve amores que no pudiese haber disfrutado con tanta alegría sin tanta droga y lo digo sin orgullo ni modestia tampoco, amores del tamaño y velocidad de un cacho, de una tola y de un mosquito, amores que venían con el energizante, la tella y la pastilla. Viajes a tierras hermosas de mi Sudamérica, cada una con su sabor, su vino barato, su poesía de alcantarilla, y su droga más rica, continente desangrado también (patada en el cráneo a tu militancia o consecuencia) por la lucha de carteles, por los adolescentes muertos entre la venta ilegal de drogas, de cultivos ilícitos, del negocio trasnacional de todas las drogas, todas.

En fin, llega el momento en que la droga se acaba y la fiesta se termina, llega el chuchaqui, y las ganas de un rico jugo para hidratarse y no morir en el intento. ¿Nos perdonará el mundo por habernos drogado tanto? o más bien será de no tomarnos tan en serio el asunto. No sé. Al menos ser consecuente en las pequeñas pero urgentes decisiones que uno toma día a día. Cómo habríamos de dejar que la vida pase ante nosotros, ya no necesitamos más mártires, de eso estoy segura, pero también sé que al sistema le conviene tenernos todo el día gorditos y llenos de drogas, así no enfrentamos al verdadero enemigo sino nos fijamos en las pequeñas molestias y placeres de este mundo. Las guerras insensatas formales e informales, las grandes mafias del Poder, las Instituciones Burguesas y el aniquilamiento del Sentido de Solidaridad, no son nada frente al imaginario urbano de nuestro muy personal intento de rock star o intelectualoide drogadicto. Pero aquí nos quedamos, o eso al menos hago yo, mirando los días pasar mientras la caja tonta me recuerda que el mundo es un asco, que atraparon a niños vendiendo drogas para darle el dinero a sus padres, aquel guagua que luego de su formación en las calles se gradúa como tu dealer personal y muere frustrado con su amor hecho a apuros con sus guaguas y su esposa y su miseria a cuestas.

Imagen: Juan Angel Jácome

Pero todo es un círculo vicioso (otro pensamiento al azar, otro cliché) y ante tanto asco de seguro me perderé en la noche, esta noche.

por: Lobsang Espinoza 26

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Te has preguntado ¿qué significa psicodelia? A esta hermosa palabra la hemos visto, escuchado y sentido sin saber siquiera su origen. Alguna vez en un cartel, otra en una entrevista en los mass media y hasta como nombre de un bar: PSIQUEDELIA. Sus raíces se incrustan en una de nuestras matrices lingüística, el griego, del que nada más y nada menos proviene el 65% de nuestro español querido. Desde de la década de 1940 y durante todos los 60´s los científicos propiciaron un importante giro al desarrollar investigaciones psiquiátricas con enfermos depresivos, alcohólicos y drogadictos utilizando un grupo de sustancias más antiguas que el mismo ser humano. El peyote, el cactus San Pedro, la ayahuasca y los hongos eran investigados para solucionar algunos problemas mentales fuera del contexto ritual chamánico y entre las nuevas sustancias, que había salido de un laboratorio suizo, el LSD fue el más importante. Albert Hoffman lo descubrió por accidente mientras investigaba los usos de un hongo que crece en el centeno (claviceps pupurpurea); Hoffman había trabajado con este hongo para desarrollar medicinas que ayuden a las parturientas a dar a luz, a los migrañosos a aliviar sus dolencias y a los alcohólicos a recuperarse de su adicción. Con estas nuevas medicinas en el ambiente médico, se hizo necesario ponerles un nombre. La primera opción fue “alucinógeno”; el verbo alucinar hace referencia a la sensación subjetiva que no va precedida de impresión en los sentidos, es decir que solo la mente, y no el cuerpo, puede percibir esas señales provenientes de alguna misteriosa parte del cerebro. La definición era pobre En 1957 el psiquiatra británico, doctor Hum-

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phry Osmond emprendió un esfuerzo destacable para nominalizar de manera más apropiada a los denominados excitantes mentales o alucinógenos. Osmond ha resumido sus investigaciones semánticas de la siguiente manera: “He tratado de encontrar un nombre apropiado para los agentes psicomiméticos en discusión (hongos, LSD, mescalina): un nombre que evocase a la vez los conceptos de enriquecimiento del espíritu y de la amplificación de la visión. Las diferentes posibilidades son: 1. Psicofórico (que anima el espíritu) 2. Psicohórmico ( que despierta el espíritu) 3. Psicoplástico (que modela el espíritu) 4. Psicozynico ( que hace fermentar el espíritu) 5. Psicoerhéxico (que hace explotar el espíritu) 6. Psicolítico ( que libera al espíritu) 7. Psicodélico ( que suscita manifestaciones del espíritu) Se decidió por la palabra “Psicodélico”; las palabras PSYCHÉ “alma” y DÉLOMAI “manifestar” se tomaron del griego para explicar los sentimientos y las sensaciones producidos por el consumo de sustancias capaces de modificar el estado de conciencia ordinario y colocar a quien las consume en un estado no ordinario de conciencia donde la mente “revela” información a través de un viaje muy parecido al que los chamanes han denominado “el vuelo del alma”. Las sustancias psicodélicas se han utiliza-

do desde la aparición del ser humano. Los registros antiguos de los egipcios y persas muestran pictogramas donde aparecen los hongos en manos de príncipes y princesas. En la América Antigua, los mayas, los aztecas, los incas y todos los pueblos originarios han hecho mención a través de su arte y literatura oral a alguna sustancia que les propiciaba una expansión de la mente y el acercamiento a sus dioses, entre ellos el cactus peyote, el cactus San Padro, los hongos, la hoja coca.

rramientas propicias en manos conocedoras para revelar, manifestar y abrir la mente. El enteógeno es un bisturí mental. En casos terapéuticos puede liberar fuerzas sanadoras inconscientes despejando dudas y contestando preguntas; el enteógeno facilita la comprensión de situaciones traumáticas y promueve la resolución de problemas por atascamiento mental. Sin duda, los psicodélicos han formado parte de las civilizaciones humanas desde hace milenios curando la mente y el cuerpo y ahora pueden hacer lo mismo bajo un ambiente terapéutico chamánico o psicológico. No es recomendable auto-administrarse estas sustancias sin una supervisión de alguien que, por lo menos, haya tenido la experiencia.

Parece ser que el ser humano tiene grabado en su ADN una información a la que es difícil llegar sin tomar un psicodélico. Nuestros viejos chamanes curan con la visión que la ayahuasca les produce porque ellos reconocen que esta planta es como una radiografía del cuerpo en la que ellos ven el “mal” del paciente.

En conclusión, los psicodélicos son herramientas de trabajo terapéutico que, como la lupa, le permiten ver a quien las administra y a quien las usa, lo más profundo de su propio mundo interior.

Ahora, debido al crecimiento demográfico en las ciudades, los ritos de paso se han olvidado y los seres humanos los necesitamos para orientarnos psicológicamente. Un rito de paso es una tradición que mantienen las culturas con escritura y las ágrafas (las que no tienen escritura) para conservar la identidad espiritual de un pueblo. Un nacimiento, un bautizo, un matrimonio y la muerte son los ritos que han llegado a la ciudad con un fuerte raigambre cultural y católico. Sin embargo, los psicodélicos se han desacralizado y se han transformado en las sustancias para el rito contemporáneo: la fiesta. Nuestra cultura occidental hedonista propicia sin límites el jolgorio y le da poca o ninguna importancia a la reflexión y la meditación.

Taller Psicoterapéutico Kairós Psicoterapia, Crecimiento Interno, Filosofía Contacto: Lobsang Espinoza

Es importante regresar al conocimiento antiguo, al conocimiento de uno mismo y los psicodélicos, cuya semántica ahora ha cambiado por enteógenos (dios dentro), son he-

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Cuando vivía en la ciudad de Ibarra, en mi adolescencia tuve la oportunidad de comer los famosos hongos de La Esperanza, que siempre fueron un tema comentado entre panas, pero también tabú o mal visto por el grueso de la sociedad. Dado mi gusto por la música psicodélica como Pink Floyd, la curiosidad siempre estuvo ahí y un buen día fui a buscarlos con un pana que vivía por el sector, quien me enseñó que los hongos eran una medicina de la Pacha Mama, y que por lo tanto, había que hacerlo con respeto. La experiencia fue muy positiva, me cambió la vida totalmente. En el vuelo, por así decirlo, mientras estaba acostado en el césped logre sentir el movimiento de rotación del planeta Tierra, fue ese momento cuando percibí que nuestro planeta tiene vida, siente como nosotros, reacciona ante los cambios y estímulos. A través de esta medicina logré sentir al mundo como nunca antes. Los honguitos te ponen más sensible y te permiten abrir las puertas de la percepción. Se trata de una visión, no de una alucinación , de una forma de ver la vida o las cosas.

Imagen: Carlos Ayala

por: Felipe Navarrete 30

ño y la medicina debe ser tomada de buena manera para que te sirva en la vida. Cuando se toman estás plantas de poder debes tener un propósito y preguntarte: ¿para qué voy a tomar yo esta medicina? Es bueno saber lo que uno quiere y por qué lo hace. Ha habido casos de gente que toma la medicina como una droga y eso ha hecho que se lastimen o atenten contra su integridad física.

Para recolectarlos el yachak o shaman me enseñó que hay que cantarles porque son como niños, de hecho les dicen niños de la luz, así que también hay que llevarles golosinas. Cuando los encuentras, a los primeros hongos no hay que recogerlos, es una señal de respeto, pero después para cosecharlos hay que dejar la raíz en tierra, o en algunos casos en la caca de la vaca para que no se extingan del lugar.

Tomar medicina es como verse a un espejo, uno se ve a uno mismo y hay cosas que no te gustan, se trata de pesos, pero toma en cuenta que en el camino de la guerrera y el guerrero se debe andar ligero, y es la medicina la que te ayuda a deshacerte de esos pesos, a ponerlos en el fuego, porque el fuego no distingue el bien del mal, solo transforma, eleva al infinito como una flecha. Si decides experimentar con esta medicina, te recomendaría que sea en una ceremonia o con una persona espiritualmente fuerte, que te proporcione seguridad y confianza. Debido a que el sabor es muy fuerte y tu estómago no está acostumbrado, es probable que la medicina te provoque arcadas y vomites en el proceso, eso es normal. En la tradición el vomitar (o aliviar) es botar todo lo malo, por eso el alivio en la ceremonia es enterrado para que la madre Tierra transforme esa energía, y de ella nazca una planta, una flor, algo bueno para la Tierra y la persona. Hay que recordar que la medicina ancestral es para todas y todos, pero no siempre la gente está en tiempo de recibirla en su vida, existe quien puede alterarse al tomar medicina por distintos motivos, ellos/ as deben estar preparados psicológicamente.

Ahora, si lo que decides es tomar una medicina ancestral como el San Pedro, la Ayahuasca o el Peyote es recomendable hacerlo con un Taita, una Mama o un Shaman, así será más revelador porque la ceremonia tiene un dise-

En otros círculos ceremoniales existe el temazcal, que viene de las culturas del norte como Lakota (USA) y Huichol (México), y es un ritual de purificación que implica volver al vientre de la Madre Tierra, volver a nacer.

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El temazcal tiene propiedades medicinales, espirituales, pero también físicas, ya que puede curar dolores musculares y problemas respiratorios. Se lo hace en una choza tipo iglú que tiene un hueco en el centro, afuera hay fuego calentando piedras que, cuando están al rojo vivo, son metidas dentro del temazcal, con agua y esencias, se crea un vapor que al fusionarse con cantos te llevan al vientre de tu madre nuevamente, al origen. Para finalizar podría decir que en lo personal, la experiencia con las plantas de poder me ha hecho ser más consciente de las cosas, aparentemente, más sencillas de la vida. He aprendido a valorar el agua y el viento cada día, a comunicarme con ellos,

a agradecer al misterio (Gran Espíritu) por los alimentos, a ser agradecido con todo (lo bueno y lo malo). Gracias a las plantas de poder estoy caminando el camino rojo, de la vida, el camino del corazón, el camino del guerrero del amor; para así poder transmitir esa energía a los que me rodean porque siento que esa es mi misión: llevar buena vibra a donde vaya, llevar buen pensamiento, buena palabra, pero sobre todo buena acción, porque la nota es aplicar esas visiones a la vida y el trabajo es afrontar el mundo sin medicina, como siempre lo hacemos, diariamente, solo que recargados con esta hermosa sabiduría que viene del corazón.

Buscaba canales de Youtube en Internet y me llamó mucho la atención una lista de reproducción de National Geographic titulada “American Weed” (Hierba Americana) donde habían publicado un video llamado “Baking Brownies” lo que vendría a ser “Hornear pastelillos de marihuana y chocolate”. En el vídeo la repostera es Brittany Wagoner quién sería elegida “Miss High Times” en el año 2010. High Times es la mayor revista a favor de la legalización de la marihuana y promotora de su uso terapéutico con una gran aceptación pública desde sus inicios en la ciudad de Nueva York, en 1974, a raíz de una respuesta satírica a la famosa revista erótica Playboy.

tión de la hierba. Ella afirma tener esclerosis, una condición médica donde el paciente tiene la columna vertebral curvada de lado a lado y puede traer varias complicaciones cardiovasculares. Al haber probado varios tratamientos tradicionales con píldoras, se dio cuenta que no le ayudaban en nada y no le permitían llevar una vida normal. Después de algunas recomendaciones alternativas para su salud decidió probar la marihuana para tratar su enfermedad obteniendo óptimos resultados. En el segundo corte del programa, se ve cómo prepara el molde para hornear, cómo se mezclan los ingredientes, en fin, todo lo básico para preparar una típica torta de chocolate pero al utilizar la mantequilla sorprende el color verde que la caracteriza. Ella explica que es mantequilla normal mezclada con cannabis sativa o marihuana y que comer no

En la introducción, Brittany toma un “cogollo” o “moño” de marihuana colocándolo en un “bong” o “pipa de agua” que se enciende para inhalar el humo que sale de la combus32

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es lo mismo que fumar la planta, pues al digerirla puede producir un estado más duradero y un efecto más fuerte de relajación física y mental. Al final, como en un programa típico de cocina, ella toma un mordisco del brownie y sonríe plácidamente. Luego de ver la nota en la web, recordé que hace algunos años mi madre me había comentado que le diagnosticaron esclerosis múltiple y, no hace mucho, también le diagnosticaron un tipo de leucemia que se puede tratar con medicación, evitando las terribles y traumáticas quimioterapias. Después de investigar un poco más en la red sobre los beneficios medicinales de la planta, se me ocurrió la idea de proponerle probar la hierba a la mujer que me había dado la vida y criado bajo los dogmas de una típica familia quiteña, de clase media, un tanto curuchupa. Mi madre tiene sesenta y un años, fue estudiante óptima desde la primaria y secundaria, se graduó de antropóloga en la primera generación de su facultad en la PUCE. No tiene vicios ilegales pero toma café y ha disminuido el tabaco desde que le detectaron su enfermedad; a pesar de que se lo prohibieron, no lo ha dejado por completo comprobando así lo dañino y adictivo de este estimulante legal. Le expliqué que el consumo de marihuana ha tenido casi un 99% de resultados positivos, sobre todo en pacientes con enfermedades óseas y terminales, devolviéndoles el apetito y mejorando su ánimo en el diario vivir ya que a la mayoría de gente le produce satisfacción, alegría y calma; también le advertí de otros efectos posibles como la paranoia y una moderada elevación del pulso cardiaco, muy posible de controlar gracias a la relajación. Inmediatamente ella me comentó que tendría que discutirlo con su psiquiatra pues es fiel creyente de la medicina tradicional y sobre todo de las pastillas como forma de recuperación ante cualquier enfermedad. La

doctora le recetó Haldol en gotas, un neuroléptico para alucinaciones y esquizofrenia (hay que tomar en cuenta que esta medicina en una de sus varias advertencias dice que puede causar la muerte súbita y que mi madre no tiene comportamientos habituales de tipo esquizofrénico). He notado un cambio en su personalidad como una embriaguez o un estado grogui, término que ella usa para justificar su cambio después de tomar dicha medicina.

bien con la medicina recetada y noto mejoría, no han desaparecido los síntomas pero han disminuido en intensidad, duermo mejor que antes y actúo con tranquilidad”. Todavía no ha consultado con su psiquiatra sobre la alternativa del uso medicinal de la marihuana, por el momento continuará confiando plena y hasta casi ciegamente, en los medicamentos de la medicina tradicional a base de fármacos

que se elaboran a diario masivamente para “curar” a los enfermos, mientras que por otros lados se sigue sembrando “hierba” para todo tipo de consumos y utilidades incluyendo el tratamiento eficaz de las patologías.

Accedí a la consulta de mi madre a su doctora porque después de tratar de convencerle por casi una hora y media, vi que tenía una idea de desprecio a la marihuana relacionada con la moral y la educación que se le había impartido, y una gran aceptación a lo que le digan los médicos, sean conocidos o desconocidos para sus allegados. En otras palabras, dejé de insistir y me retiré con un poco de pena y preocupación. Comprendo que es una idea un tanto descabellada proponer a tu madre fumar o consumir de forma alternativa la marihuana, pero lo que quiero rescatar es que hay muchísima información sobre el uso productivo de la hierba, grifa, mota, bareta, juana, yesca, o cualquier nombre que, a lo largo de la historia, le han puesto a este cáñamo índico para continuar pensando que es algo destructivo o maligno. Simplemente es una planta que se consume a gran escala, legal o ilegalmente, siendo perseguida y acusada, poniéndola al nivel de las drogas duras como la heroína o la cocaína y sus derivados, despreciando así los beneficios terapéuticos y hasta económicos que ha traído su aceptación y legalización en algunos países del mundo. No busco convencer a nadie de sus ventajas, quiero dar a conocer que también hay otras alternativas para la salud y el bienestar de las personas, estén enfermas o no. Mi madre actualmente afirma “me siento info:

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de su almuerzo anterior había terminado su proceso de digestión. ¡Qué problema! Necesitaba más dinero para poder saciar sus necesidades.

Otro amanecer. Las ganas de olvidarse de la fría noche, vuelven a aflorar. Víctor, ansioso por una pizca más del elixir blanco que lo ayuda a envalentonarse, a sentirse el más jovial de las personas y “Don Juan” a la vez, empieza a transitar por las calles adoquinadas de su sector.

por: Divino

A lo lejos de la estrecha avenida por donde transitaba, logra divisar a Cristian, más conocido como el “Venvas” por sus panas, quien camina amenazante, producto de unos tragos que le habían hecho efecto. El no visita a sus hijos hace dos semanas y ya extraña a su varoncito. Un saludo de hermanos los cubre, y pronto empiezan planificar cómo satisfacer sus demandas biológicas. En el preciso momento pasan dos muchachitas, quienes abordadas insistentemente por los galantes necesitados, no tienen más que abrir sus bolsos y donarles unas cuantas monedas. El hecho de obtener dinero fácil, los motiva a seguir.

Camina presuroso en compañía de un intenso sol, que se ha posado en el lado izquierdo de su rostro. Gente va, gente viene. De pronto, un titubeante colegial pasa nervioso a su lado al percatarse previamente de su presencia. Es el momento preciso para empezar a construir la torrecita monetaria que le daría la primera onza de su “alimento”. Se acerca como victimario de anteriores crímenes hacia su objetivo, y obtiene sus primeros 50 centavos. La mañana transcurre, y ya va haciendo hambre. La salchipapa

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Dos dólares ya estaban presentes en sus bolsillos; pero faltaba un poco más de dinero porque Felipe, otro vecino

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del barrio, ávido de sustancias estimulantes se les había unido. El hecho de compartir patrones de afrodescendencia, los solía mantener juntos cotidianamente. “Los negros siempre nos damos una mano”, decían. ¡Mucha hambre! ¡Muchas ganas de flotar en espacio y tiempo real! Poco dinero. Pasó el sofocante sol de mediodía en la alta ciudad y con dos dólares cincuenta a su haber, compartieron un almuercito de la humilde casona de siempre. Resaca, residuos de hambre y las vigentes ganas de flotar, confluían en un solo clamor: polvito blanco. Tuvieron que ideárselas para conseguir más monedas; en la tarde hallaron una chaqueta y un celular por ahí, excelentes productos a ser comercializados. La venta tardó unas horas, pero finalmente lo lograron. ¡Seis dolaritos por los dos productos! Habían reunido lo que necesitaban para obtener su golosina. El respetado suministrador de la zona les había otorgado menuda cantidad. Una maltrecha pipa, era absorbida por los seis labios. Los minutos pasaban, y percibían la tarde menos fría. La garúa que chocaba en el cemento de la cuidad, les parecía tibia y su mal curada hambre había sanado. La siempre curiosa señora de la casa contigua, se distraía de su cotidianidad doméstica con una visita intermitente entre su antigua telenovela venezolana y los tres flotantes individuos, que le producían un cúmulo de comentarios moralistas al otro lado de su ventana. Mil veces había llamado a la policía para que lleve a prisión a estos “negros vagos” como ella les decía, pero siempre sus intentos fueron fallidos, ya que la patrulla del barrio solo cumplía llegando y pidiéndoles que circulen. La levitación continuaba, y el parquecito con sus oxidadas mallas, les brindaba un espacio de concreto abierto, donde ellos

podían reflexionar sobre su estática vida y mentalizar sus futuras gestiones para conseguir monedas. Dos transeúntes más cruzaron el parque, y un dólar más llegó a sus bolsillos. Llegó la noche y con ella el polvito blanco a sus negras manos. Pasaban las horas y el efecto mejorador de autoestima en los tres consumidores había terminado. ¡Volvió el hambre! ¿Le hacemos a una salchi? Es lo que se preguntaban. Una papipollo nuevamente alimentó sus bocas. Tenían mucho sueño. El colchón del parquecito se había humedecido producto de la llovizna, pero solo tenían que darle vuelta para entrar en brazos de Morfeo cubiertos con telas viejas de cobijas. Las necesidades despertarán mañana, y con ellas una nueva lucha por conseguir dinero.

etnias, a quienes en sus engranajes mentales conformados por categorías de segregación cotidianas, les resulta apetitoso utilizar el apelativo “negr/a” para tratar de empeorar cualquier condición de drogadicto, ladrón, puta, etc.

muten en reconocimiento e inclusión.

Sin duda alguna, esta es una densa problemática producto de una larga tradición de rechazo étnico de tiempos coloniales, pero es nuestra realidad. Todo queda en nuestras manos como habitantes de un mismo país. Empecemos pariendo nuevas ideas y actitudes, con miras a que los males estereotípicos

Siguiendo la enseñanza del gran luchador social Martin Luther King, en su histórico discurso “Yo tengo un sueño”; nosotros/as tenemos uno: un sueño en el que el ser humano sea juzgado por sus actos, y no por el color de su piel

Es importante además que como etnia, iniciemos difundiendo nuestros logros, para que nuestros opuestos comiencen a conocer las potencialidades y virtudes que tenemos.

La señora curiosa de la casa contigua continuaba su rutina de observación, víctima de su habitual insomnio. Sus comentarios moralistas de reflexión personal, la entretenían a medianoche. ¿Cuándo se largarán estos negros vagos? Era su constante cuestionamiento. “Yo tengo un sueño” La realidad de un/a afrodescendiente, especialmente en las grandes ciudades de nuestras naciones latinoamericanas es que, limitados ante la posibilidad de aprovechar plenamente nuestras potencialidades tanto físicas como intelectuales, y castigados por falsos estigmas impuestos a nuestro color de piel, los estereotipos que nos aquejan cobran fuerza. En personas de la etnia con algún tipo de desorden social, éstos se fortalecen, desembocando así en lo que el teórico holandés Teun A. Van Dijk denomina como “etiquetas raciales”. De esta forma, un/a afro llega a ser doblemente discriminad/a por personas de otras

Los realizadores de esta revista queremos agradecer a nuestras correspondientes mamitas gallinas por parirnos y aguantarnos, y a todas las lectoras y lectores de La Culeka que esperamos nos sigan leyendo y nos escriban con comentarios, sugerencias, historias, anédotas o similares a nuestro blog, facebook o correo electrónico. Diseño portada/contraportada: David Guzmán Diseño interior: Juan Ángel Jácome y Ramiro Aguilar

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