La música y los músicos en la guerra de la Independencia

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LA MÚSICA Y LOS MÚSICOS DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

2 de mayo de 1808

Asunto preferido de la musa elegiaca fue el levantamiento del pueblo madrileño el día Dos de Mayo de 1808, y es natural que así fuese, porque, a más de haber sido éste el primer grito de guerra contra Napoleón, y lanzado en la capital de España, son tales las circunstancias que rodean aquella primera hazaña, que los mártires de aquel día se conquistaron las simpatías de todos los españoles, haciéndose acreedores al respeto y veneración más profundos, y mereciendo, con toda justicia, ser considerados como el modelo de héroes, rindiendo tributo a santo entusiasmo que aquellas víctimas despertaron, la Junta Central Suprema decretó que, «para perpetuar contra Napoleón y su aborrecida raza el odio nacional, y honrar al mismo tiempo la memoria de los valientes que en aquel día de muerte se sacrificaron por la libertad de la patria, el día Dos de Mayo se celebrase en todos los dominios españoles, con honras solemnes, en sufragio de aquellas víctimas, eternizándole como el más memorable en los fastos de nuestra historia». La primera fiesta cívica y religiosa que se celebró por ellos, tuvo lugar en Cádiz el día Dos de Mayo de 1810. Hay de este suceso una relación impresa a los pocos días, y en la misma ciudad; en ella se dice que, animados de los más altos sentimientos patrióticos, los emigrados de Madrid, residentes en Cádiz, «imaginaron hacer por sí una función patriótica en conmemoración de la lamentable tragedia de que fueron testigos»: Aprobó el Gobierno la idea, y la dio su apoyo oficial, tomando parte en la fiesta. Se escogió la Iglesia del convento de Carmelitas Descalzos, para la ceremonia religiosa, y en la plaza de San Antonio se levantó el monumento trazado por D. Ángel Monasterio, que había de servir para la función cívica. Dos coros de música debían de estar «entonando himnos y canciones patrióticas, que se compusieron al intento por los más célebres poetas y compositores». Una orquesta numerosa, «compuesta de músicos la mayor parte de la Real Cámara y Capilla, entre los cuales sobresalieron los célebres Marineli y Ledesma», cantó la Misa de Réquiem, y después de la oración fúnebre, pronunciada por el M. R. P. Fr. José del Salvador, cantó la Capilla «un nuevo himno patriótico, de exquisita música y poesía». Así terminó la función religiosa, cuya brillantez completaban «las músicas militares que en la puerta principal de la Iglesia halagaban el oído de los concurrentes». Poco dice la Relación de la manifestación patriótica y civil, ante el monumento de la plaza de San Antonio, aunque a los himnos que en aquel acto se cantaron, deben de referirse las siguientes líneas: «Para que nada faltase a la celebridad de este día, también ejercitaron sus ingenios nuestros poetas. Arriaza, Gallego, el Duque de Híjar, la Iglesia, Colón y otros, estimulando, con la dulzura de sus versos, los talentos músicos de Ledesma y Codina, nos dieron cantares patrióticos, llenos de fuego, que, fomentando la energía del entusiasmo, contribuyen a eternizar en la boca del pueblo tan memorables sucesos». Añade alguna noticia a las dadas, la última nota que a la canción elegiaca: Recuerdos del Dos de Mayo, de Juan Bautista Arriaza se pone: «Esta canción –dice- con una música de enérgico y severo gusto, se hizo para el aniversario del Dos de Mayo; que con toda magnificencia fúnebre conmemoraron, en el mismo día 2 del año 1810, los buenos patriotas de Madrid refugiados en Cádiz, después de la ocupación de la capital»; y la música que viene al fin del libro, es de D. Benito Pérez. Esta circunstancia de haber publicado la música de la canción al


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