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• Desafíos del Trabajador social en temas culturales
Los contextos Interculturales en los que hoy día están insertas nuestras sociedades Latinoamericanas, amplían la complejidad de las problemáticas sociales que afectan profunda y especialmente a los sectores más desfavorecidos y a los grupos excluidos. Lo anterior refleja y sustenta la importancia que tiene para la profesión del Trabajo Social el enfrentarse con una realidad en la que intentan convivir culturas distintas.
El Trabajo Social se ve enfrentado cada vez más a intervenir en contextos culturales diferentes, desde donde surgen nuevas problemáticas sociales que requieren formas creativas de atención e intervención, dada las demandas que emergen desde los grupos excluidos, entonces podemos preguntarnos si el Trabajo Social está preparado para estos nuevos desafíos profesionales, el siguiente paso es revalorizar la profesión e instaurar una mirada intercultural a las problemáticas sociales del nuevo siglo, de manera que la experiencia que trae consigo la profesión, nos referimos a los tipos de intervención tradicionales; vale decir el Trabajo Social con Familias, y el Trabajo Social con Grupos, constituyan valiosas potencialidades para el Desarrollo Local y se verifique la posibilidad del aporte que nuestra profesión puede hacer al respecto, esto es recurrir a uno de los fundamentos del Trabajo Social; el compromiso con los sectores marginados y la apertura a la diversidad y el cambio a partir del protagonismo de los actores.
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(Badraga, s.f., pág. La cultura como campo de intervencion en el trabajo social)
Hoy han surgido nuevas categorías para pensar los procesos complejos que viven nuestras sociedades. Una de ellas es la Interculturalidad. La interculturalidad invita al cuestionamiento de la construcción de la realidad sociocultural y de las identidades, por otro lado, interculturalidad significa según una educadora interrelación, horizontalidad, contacto en lugar de asimilación entre las culturas, pluralidad cultural, participación social (en especial en el propio ámbito escolar), generación de prácticas sociales productivas y comunicativas, apropiaciones selectivas de otras prácticas y experiencias, legitimación de los saberes propios y de la lengua indígena. Se convierte en horizonte socializador y problematizador de la realidad que se busca transformar a favor de los indígenas.
La Cultura
Siempre y todo lo que viene a continuación es una reflexionando personal, cargada de conocimiento por mis estudios y formación me he planteado cual era el final de mi intervención, y cual el principio de autonomía de las personas con las que trabaja. Donde terminaba mi decisión y mi intervención en crear, el cambio, y donde la autonomía de las personas con la que trabajaba. Esta reflexión qué a menudo rodea mi trabajo, y que diariamente se enfrenta a situaciones de una complejidad extrema, en cuanto a las decisiones a tomar, y si estas dentro de un código ético y están dentro de la deontología de nuestro trabajo y si pragmáticamente son aceradas.
Entre los principios en los que basamos el trabajo social nos encontramos respeto a la dignidad de las personas, a su autonomía, la promoción del bienestar social y la justicia social, sin olvidar el feminismo o enfoque de género. Al final aparecen los principios éticos del Trabajo Social declaración de la Organización Mundial del Trabajo Social. Y así a todos esto le añadimos un plano ya necesario en nuestra sociedad qué es el de la diversidad de cultura, complejizamos más la intervención. Pues tenemos que darnos cuenta que en muchas partes del mundo ya no existen una cultura con valores y principios parecidos, sino que nos enfrentamos a un crisol de cultura, valores, creencia. Nos enfrentamos a la gran complejidad, y a la vez riqueza de trabajar con muchas nacionalidades y muchas culturas diferentes. Como hablar de dignidad en el trato de las personas, cuando hay situaciones donde algunos profesionales del trabajo actuamos como padres y madres de las personas que atendemos y nos encontramos diciendo como han de actuar, en un plano de superioridad, y en muchas ocasiones hasta regañando sus conductas o afeando sus decisiones. Si esto ponemos en algunos programas concretos, podemos llevarnos las manos a la cabeza sobre la intromisión innecesaria en las formas de vivir de las personas, y que no corresponden a la intervención en si y si a una concepción de cómo deben vivir las personas, desde una posición etnocentrista del profesional.
Dejemos
de lado aquí la. Protección de datos o el consentimiento informado, o hasta donde debemos de llegar en la obtención de datos y registros de lo mismo. Decía un profesor hace tiempo de una formación en terapia “Los Trabajadores Sociales lo primero que hacéis en una atención es registrar datos, sin preocuparos de por qué la persona ha llegado allí”.
Definición de Cultura
El término cultura puede señalarse qué aún está en construcción y no existe consenso teórico sobre su definición. Consideramos válida la propuesta de E. Schein (1980),quien la relación esencialmente con: “las presunciones básicas, los valores, los símbolos, las normas qué los grupos crean en su devenir, al ir aprendiendo a enfrentarse con sus problemas de adaptación externa e integración interna, y que han funcionado lo suficientemente bien como para ser transmitidos, enseñados a sus miembros”.
Por ello, el trabajador social tendrá que familiarizarse primero con la cultura. Con el imaginario social que comparte el grupo en el que pretende intervenir y potenciar. De manera que pueda conocer las determinantes culturales qué allí funcionan. Sobre la base de estas determinantes, crean las alternativas más factibles para enfrentar los problemas de esos grupo, o los objetivos qué previamente le hayan indicado en su labor concreta. De lo contrario, puede no comprenderse, o sencillamente rechazarse, las que se consideren mejores intenciones de facilitar un cambio. Por muy oportuno y beneficioso qué parezca para el propio grupo. El trabajador social deberá trabajar con el grupo y no para el grupo. El contacto inicial con los grupos deberá también tener como objetivo lograr la aceptación de estos. También reconocer aquellos elementos específicos qué pudieran utilizarse para lograr la implicación. El compromiso del grupo con los cambios que se pretenden promover, como elemento de garantía de que realmente sean cambios con posibilidades de consolidarse al ser pensados y realizadas desde la cultura del grupo objeto de intervención.
(Roberto Rodríguez González, s.f., pág. Trabajo social desde la cultura)