CRÍTICA · CULTURA · ARTE Año cero · Número 2 · Septiembre 2011 Publicación cuatrimestral Ejemplar gratuito
CRÍTICA · CULTURA · ARTE Año cero · Número 2 · Septiembre 2011
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LLUVIA <José Zarzi> RESPUESTA DE JOB / JUEVES <David Araujo> UN PEQUEÑO APOCALIPSIS PARA TODA HOSTIL SITUACIÓN <Raúl Reyes> ABSBESTO TENAZ EN TRAYECTORIA <Raúl Reyes> EL APOCALIPSIS A EMPUJONES <Pedro Mena> ESCATOLOGÍA DEL VACÍO CUÁNTICO <Selim Gómez> NATURALESA Y AMOR <Mónica Herrera> MI MISIÓN ES MATAR EL TIEMPO Y LA DE ÉSTE MATARME A SU VEZ. SE ESTÁ BIEN ENTRE ASESINOS (EMILE CIORAN) <Paulina Mendoza> LA PARED DE ENFRENTE <Esther Seligson> LLÁMALO COMO QUIERAS <Cynthia Moreno> DEJEMOS HABLAR AL VIENTO (fragmento) <Juan Carlos Onetti> NEGRO MARFIL (fragmento) <Myriam Moscona> ECO FRENTE AL ESPEJO < Max Santoyo> CREDOS EXTINTOS <Flor Bosco> ESTATUAS DE SAL <Manuel Fuentes> ENTREVISTA Eugenia Cano Katty Amador Luis Colín Yann Costa RESEÑAS * Yonkers * Enter the Void * Day Of The Dead (El día de los Muertos Vivientes, 1985) de George Romero y City of the Living Dead (Las Puertas del Infierno, 1980) de Lucio Fulci VENDEDORES DE TRIPAS <José Zarzi> EL LIBRO DEL DESASOSIEGO (Fragmento) <Fernando Pessoa>
Mensaje Editorial Desde que era niña he escuchado sobre el fin del mundo. Mezclada la inocencia con la imaginación, creía que el mentado fin irremediablemente llegaría. Se presagiaba para el año 2000. Los días transcurrieron hasta que llegó el afamado siglo XXI y, como era de esperarse, nada pasó. Lo curioso es que ahora, a pesar de tantos augurios incumplidos, la idea del fin de la humanidad gracias a un evento de dimensiones globales y catastróficas, sigue formando parte de nuestro ideario, nuestro lenguaje e, incluso, nuestras fantasías. El temido Apocalipsis está cerca. Podemos olerlo en las noticias, en las calles de cualquier ciudad, en ese tufo de violencia generalizada, guerras, pérdida de identidad, la apertura sexual, el narcotráfico y, para algunos, el desgaste ambiental. Parece que las circunstancias que nos rodean indefectiblemente nos llevarán a la destrucción, ya sea a través de una guerra de carácter internacional, por enfermedades y pandemias, por hambruna o por algún azote espontáneo que la furia divina envíe para castigar a los impíos, tal como lo hizo con el diluvio universal, y en Sodoma y Gomorra. Sin embargo, en esta versión popularizada del Apocalipsis como destrucción masiva, es la esperanza, y no el miedo o la tragedia, quien habla: el alivio de predecir el futuro aunque no podamos escapar de sus inexorables designios, nos libra de la tormentosa incertidumbre. Del otro lado de la moneda -desprovisto de características de catástrofe pero íntimamente relacionado con la otra cara- aparece el Apocalipsis como revelación: encontrar la verdad o que ésta nos sea dada, en un momento de iluminación. A través de cosmogonías, de teorías científicas o argumentos filosóficos y morales, esperamos descubrir lo que desde siempre ha permanecido oculto; lograr el entendimiento de lo incomprendido, a final del camino o en el transcurso, redundaría en la explicación acerca de qué somos, qué es el hombre. De esta manera, al igual que las semillas ocultas del eucalipto, creemos que un día la caja que contiene al misterio se abrirá para responder nuestras dudas y fundar la certidumbre. Mientras eso ocurre, nos dedicamos a crear sistemas que nos tranquilicen con determinados axiomas, y confiar en que dichos preceptos no están equivocados. En ambas versiones del Apocalipsis, siempre aparece la esperanza: creer que se conoce o llegará a conocer algo, ya sea el futuro, la verdad, el fin último y el final de las cosas y la existencia, el primer principio de todo. En forma de videncia o a partir de la representación del árbol de la vida, todo apunta a eliminar –o, contradictoriamente, por lo menos ocultar- la orfandad de que adolecemos. Finalmente, el caos es lo único revelado; desenmascarada nuestra esperanza no queda más que reconocer, como dijo Montaigne, que en los hombres nada se da más fácilmente que la inconstancia; y aún más lejos, que todo es inconstancia, hasta en los paisajes que nos figuramos estáticos todo es movimiento incesante, aunque nos empeñemos en descubrir y parcelar las leyes que rigen al movimiento mismo. Noemí Moreno Jiménez
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Lluvia JosĂŠ Zarzi
RESPUESTA DE JOB David Araujo
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Soy yo quien viene a hablarte de nuevo. Nadie más que yo, Nada. Si la mente no me engaña, hace algunas líneas, tal vez cinco suspiros, que llegué aquí. No sabes dónde he estado. Nací encorvado, con un número de palabras, bajo el signo de la daga. Caminé de espaldas, abriéndome paso entre ovejas y cabras. Hice de los santos, animales: olvida tu nombre olvida tu cara olvida tus amigos olvida tus huellas olvida tus palabras destruye algo hermoso respeta la idea no la carne rebana tu mano por quien pone la otra mejilla desvía la flecha que lanzaste hace tiempo todo puede ser más real tener más arrugas todo puede decirse en todos los sentidos todos hemos construido un puente todos hemos sumergido la cabeza en la leche de las hierbas todos hemos respirado humo todos hemos visto tu inmensa espalda con una lámpara buscando los extremos del arcoíris todos sabemos que las moscas son las únicas capaces de pronunciar tu nombre La salvaje flora y fauna: la vida de la mente –el azote de la mente- me dio la bienvenida. Me alejé de las palabras y ellas también se escondieron. Me desconocí para encontrarme con que mi mano eran cinco gusanos que serpenteaban. Y vi las cosas que no quiero aprender, cosas a olvidar. Volví a la Casa montado en asno y con la mirada perdida. Un mundo nacía en cada pestañeo. Un mundo moría en cada pestañeo. Te ofrezco una parte, me reservo el todo. Dame algo por nada. Olvídame, Río.
JUEVES ¿Qué fecha vivimos? Todos están tristes. Cierro Mi libro. Me asomo a la terraza. Todos deberían destruir lo que aman. Todos deberían tocar su propio violín. Todos deberían incendiar su árbol. ¡Pronto! Escribamos cartas tan pronto como llueve, letras que se estrellen como jinetes contra el mar. …y Todos los pies van fusil en mano con luz de faro.
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Un pequeño Apocalipsis para toda hostil situación Raúl Reyes Ramos
…y se les mandó no hiciesen daño a la hierba de la tierra, ni a cosa verde, ni a ningún árbol;sino solamente a los hombres que no tienen la señal de Dios en sus frentes. El Apocalipsis de San Juan, Capítulo IX, versículo 4.
En el libro de ensayos, El suicidio de la modernidad, Aquilino Duque enumera las cinco causas analizadas por Gibson para explicar la caída del Imperio Romano. Tomaremos dos de dichas causas a fin de analizar su aplicación en nuestro contexto y su relación respecto al poder establecido. * Primera causa: El rápido incremento del divorcio y el descrédito de la dignidad y la santidad del hogar familiar, que es la base de la sociedad humana. Dejando de lado el modelo de familia que supone la aseveración anterior, debemos pensar que el crecimiento exponencial de distintos modos de convivencia colectiva, ha generado, por lo menos, un mundo diferente al hasta en ese momento conocido. Es en los años sesenta del siglo pasado, con la explosión del feminismo mediante el uso masivo de la píldora anticonceptiva, que -sobre todo en las sociedades más industrializadas- las mujeres y alguno que otro hombre de avanzada, adquieren una conciencia distinta respecto a su papel en el planeta. A partir de entonces, las mujeres de cierto nivel económico, educativo y cultural, ya no solo serán hijas, novias y esposas, para luego ser madres. La apertura sexual en primer término, seguida de su ingreso al mercado laboral, cambiarán para siempre el rol de la mujer en la hasta entonces sagrada estructura familiar, desafiando de paso la “naturaleza propia de su ser”, establecida por la convenenciera jerarquía…
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A menor dependencia, mayor libertad. A menor obediencia, más pecado. A menor miedo, más riesgo de provocar la ira de Dios. A mayor conciencia, más riesgo de la llegada -¡tan esperada por muchos falsos profetas!- del terrible y difundido apocalipsis, de nuestra destrucción, del caos provocado por una nueva osadía. La salida de casa por parte de las mujeres –del hogar sagrado, “para la perdición, el pecado y la concupiscencia”, dirán los más puristas- ha provocado un importante movimiento en la estructura social, convirtiendo a las mujeres en competidoras directas de los hombres. Antes: el control mediante la manutención y la educación sumisa. Desde, “es cosa de hombres”, “así son los hombres”, hasta, “acuérdate que eres mujer”, “lo hago por mis hijos”, o “te condenarás por mala madre”. Ahora: una generación de mujeres que crecieron viendo el maltrato –en menor o mayor medida- de sus madres y abuelas, y que cansadas de servir a los varones del hogar, buscan, les han tocado, o han llegado por hartazgo, a nuevas y quizá mejores posibilidades vitales. Es el anterior, un movimiento brusco para los seres humanos. Un día despertamos y las mujeres se atrevían a divorciarse, a ser madres solteras; a ejercer su vida y su sexualidad, como hasta entonces sólo lo hacían los hombres. De pronto, las mujeres decidieron pecar, síntoma inequívoco de una época de perdición, dirían, una vez más, los menos audaces. “¡Es una señal del apocalipsis!”, señaló en cierta triste y memorable ocasión, un buen abuelo. La posibilidad de establecer una vida en familia –en un modelo único, muchas veces impuesto- se ha marchado para jamás volver. Reeducarnos –para asumirnos parte de una opción distinta- es preciso para que en un momento posterior, intentemos entender lo ocurrido. Todo tiempo pasado no fue mejor, fue diferente y es un recuerdo. Las familias tradicionales no son mejores ni peores que las no tradicionales. Las familias que no cumplen el rol más popular, el políticamente más correcto, son, entre muchas otras cosas, una manera tajante de renunciar a repetir un pasado doloroso y atroz, donde dos
seres unidos para hacer del mundo un lugar mejor, han logrado convertir un sueño, en la diaria pesadilla de lo abyecto. Así, mejor intentar nuevos y quizá transitorios caminos. Así, mejor no esperar un poco probable paraíso. Así, mejor correr el riesgo de padecer otro enojo de Dios, mientras soportamos las tibias revelaciones sobre el fin de los tiempos.
Segunda causa: El aumento continuo de los impuestos y el despilfarro de los dineros públicos en juegos de circo y pan gratis. (De cómo en México el gobierno sí suele jugar a provocar catástrofes, a invocar fines del mundo y a una variante nacional de buenos contra malos: malos contra peores). Un gobierno debería garantizar tres cosas básicas a sus ciudadanos, salud, educación y trabajo. En materia de salud en México, el orgullo del llamado gobierno del cambio, perpetuado por el que podríamos bautizar como el gobierno del re-cambio, es el denominado Seguro Popular. No somos capaces de lograr que los empleadores registren a sus empleados, fácil, cobramos para que ellos se registren. Hacemos una enorme campaña -cursi por supuesto-, subrayamos las numerosas bondades de hacer largas colas para ser atendido de una probable enfermedad mortal, y estos pobres diablos –al sentir miedo- no tendrán otra opción, y además de sus impuestos de todos los días, pagarán un poquitín más por su salud. “Ni que papá gobierno estuviera para todo”. Educación: En la educación básica, el sindicato más numeroso, menos transparente y más político de la tierra; encabezado por la maestra -es un penoso decir- Elba Esther Gordillo, que habla todo el tiempo de calidad educativa y de la necesidad urgente de más recursos para la educación. La organización Mexicanos Primero, recién ha publicado su estudio sobre el estado de la educación en nuestro ensangrentado país, y entre otras curiosas linduras, dignas de la mejor película de gánsters, encontramos la siguiente: miles de profesores cuentan con ¡triple plaza! ¿Seres superdotados que todo lo pueden? ¿Genios? ¿Personas con poderes sobrenaturales? Si las sumas aprendidas en las matemáticas más básicas siguen funcionando, tenemos que,
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una jornada laboral es de ocho horas diarias, multiplicamos ocho por tres -el número de plazas- y obtenemos un resulto final de veinticuatro, el total de tres plazas, ¡las horas del día! ¡Más que trabajar de sol a sol!... ¿Estarán los profes tan entregados a su noble labor? ¿No dormirán, ni comerán, ni todo lo demás, en aras de la calidad educativa? ¿Les faltarán recursos para mejorar la educación propia y la de sus pobres educandos? ¿Serán capaces de detener el tiempo?... Trabajo: El auto-denominado presidente del empleo, al no poder cumplir con esa y otras promesas de campaña, se ha dedicado –argumentando un difuso bienestar posterior- a eliminar a unos cuantos civiles -daños colaterales suele llamar a seres humanos fallecidos por caminar en su propia ciudadquizá para mantener los rangos de desocupación en niveles más adecuados. Un estudio sobre el número de empleos generados por el narcotráfico, sobre todo en zonas marginales, rebelaría la negligencia del actual gobierno. Respecto al despilfarro de los dineros públicos, el gobierno de Guanajuato está a la vanguardia. Una Expo Bicentenario de la cual no se conoce su costo, ni en su construcción, ni en su operación diaria, todo, por establecer frente a Cristo Rey un nuevo símbolo del poder en supuesta conmemoración de la independencia nacional. Los gastos en campañas políticas -ahora en pre-campañas-, los autos de lujo, las cenas, las enormes bondades económicas y de futuros negocios, las tranzas (negocios dicen ellos) entre sus familiares…con tal de mantener un supuesto libre mercado. Los recursos caminando de unas manos a otras, siempre y cuando esas manos sean las mismas de siempre o estén al servicio de los dueños del país. A nivel país, las deudas de los más ricos, en materia fiscal, son un portento. El gobierno en turno –en pago a los favores recibidos- no cobra lo que debería por las jugosas ganancias y por la falta de competencia en distintos sectores de los llamados estratégicos. En un auténtico merequetengue, el gobierno reembolsa, del dinero de los que siempre pagan impuestos, algunos muchos miles de pesos a los más poderosos, no vaya a suceder que ningún mexicano aparezca en la nueva lista de Forbes, o que la fortuna na-
cional sea repartida entre familias distintas a las escasas familias millonarias del país, dueñas de casi todo, “hombres y mujeres de negocios que generan miles de empleos”, al cobijo de su relación con quien esté en el poder y en proporción directa a su insaciable, vil y vulgar codicia. Respecto al circo y al pan gratis, sólo una lista: el futbol nacional, y por supuesto, la Selección Nacional, las telenovelas, las revistas sobre telenovelas (las llaman de espectáculos), casi toda la programación televisiva, el Teletón (apelar a la empatía para lucrar y adornarse con recursos ajenos), la guerra contra el narco, sin hacer nada, o muy poco, por enfrentarse a lo relevante: la legalización, el ataque a la corrupción y la estrategia que castigue el sistema financiero de las mafias. México, Guanajuato, año 2011…cargando con los prejuicios de la religión católica, con las preferencias en el malo por conocido, con miedo permanente a un nuevo y mayor despojo, acostumbrados a estar acostumbrados a los desastres cíclicos, y sin haber construido algo aproximado al Imperio Romano… Y por si fuera poco, en permanente espera de la llegada –¡del primero, de uno más, del bueno!- de ese pequeño apocalipsis para toda hostil situación, que nos limpie el alma y las culpas, aunque nos deje sin planeta.
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ASBESTO TENAZ EN TRAYECTORIA Raúl Reyes Ramos
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Desnudo al baldío que me mira con sorna, y encuentro el antifaz de una viuda sin sueño... una montaña me observa de reojo, con la cruz que vigila la noche... Todo se ha vuelto gris y azul; no quedan círculos por esculpir, y la jirafa sigue masticando LA LIMUSINA QUE MATÓ A LOS HUÉRFANOS. El camino es corto, largo, estrecho, necio, tenaz y sobre todo detestable... nunca sabré qué hacer con el alimento de los desarrapados, ni con la corona de eucalipto del jabalí salvaje. Escucho atento y sólo rugen los presentimientos... La sociedad está dando la bienvenida a todos los hijos del humo y del desconcierto. ¡BIENVENIDOS! Salven lo que resta, y váyanse lejos a sembrar dinamita y asbesto, ACÁ ya hemos muerto muchos y ya no sabemos por qué morir.
El apocalipsis a empujones Pedro Mena Bermúdez
Ley de salud mental: no sufras por cosas imaginarias Julio Torri
Trompeaba como los cerdos un lodo no apto para mi hocico. Esa es la imagen que tengo de mi primera lectura del Apocalipsis. Aún cursaba la primaria cuando cayó por oferta en mi casa una Biblia, su procedencia no era incierta, eso refería el folio en la cubierta y una barra electromagnética con iniciales M. P (Monte Pio) incrustadas en el lomo. Mis padres rara vez permitían que “manoseáramos” el Libro Sagrado, mis hermanos y yo éramos algo torpes. Una tía, con fama de loca y santurrona, cuando nos visitaba, al iniciar la temporada de lluvias y apagones, se daba a la tarea de instruirnos en la lectura de algunos pasajes bíblicos. Por las noches, antes de dormir, la tía rezaba y algunas veces repetía convulsivamente estos versículos: “… cuando abrió el sexto sello , oí y hubo un gran terremoto, y el sol se volvió negro como un saco de pelo de cabra , y la luna se tornó toda como sangre, y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra como la higuera deja caer sus higos sacudida por un viento fuerte, y el cielo se enrolló como un libro que se enrolla, y todos los montes e islas se movieron en sus lugares” (Apocalipsis: 6,12-15). Cierta mañana, le pregunté a mi tía qué parte de la Biblia musitaba por las noches. Me contestó abriendo el libro en la página exacta del comienzo del Apocalipsis y agregó que era “bueno” leer ese libro a diario. Después de medio año, indigesto por las repetidas lecturas de ese “manual para una hecatombe”, creí, como todo aquel que abusa de su estrabismo para ver en claro, que el Apocalipsis ya estaba en marcha y yo sería ajusticiado por “no” estar marcado con un sello, el de los que serán salvados. El desgobierno de los esfínteres y las tropelías del estómago dejan su impronta en los calzones y trusas, a ese sello se le conoce como “rajita de canela”, y es el único que veía marcado en mí, el cual no era garante de marca divina, y así, yo no estaría entre los ciento cuarenta y cuatro mil que serán salvados.
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Ahora que he vuelto a leer a San Juan después de muchos años, me percato que sigo siendo un adicto a regañadientes de este libro, que entre sus detalles, los tonos y su estilo funda la certeza del porvenir. No resulta descabellado asentir lo que Cioran opinaba del Apocalipsis de San Juan: “…es en sus locuras donde debió inspirarse para escribir el libro más admirablemente oscuro de la antigüedad. Fruto de una mitología de esclavos, el Apocalipsis constituye el ajuste de cuentas mejor camuflado que pueda concebirse. Todo en él es venganza, bilis y fruto malsano. Ezequiel, Isaías, Jeremías, habían preparado bien el terreno… Hábiles en hacer valer sus desórdenes o sus visiones, divagaban con un arte nunca alcanzado tras ellos: su espíritu poderoso e impreciso les ayudaba a ello. La eternidad era para ellos un pretexto de convulsionados, un espasmo; vomitando imprecaciones e himnos, se retorcían bajo el ojo de un dios insaciable de histerias. He aquí una religión en que las relaciones del hombre y su creador se agotan en una guerra de epítetos, en una tensión que les impide meditar, hacer hincapié sobre sus diferencias y remediarlas, una religión con base en adjetivos, de efectos de lenguaje y en la que el estilo constituye el único trazo de unión entre el cielo y la tierra”. No sobra recordar, según la tradición primitiva, transmitida por los antiguos escritores de la iglesia, que en la última época de su vida, cuando tal vez ya habían desaparecido todos los apóstoles, Juan moró en la provincia de Efeso; que bajo Domiciano fue traído a Roma y allí condenado a morir en una caldera de aceite hirviendo, de donde salió más joven. Luego fue desterrado a Patmos, una islita de la costa occidental de Asia menor, donde escribió el Apocalipsis, muriendo a una avanzada edad y siendo sepultado en el reinado de Trajano (98-117 d. C.). ¿Qué escritor de profecías y revelaciones hoy en día se da una ducha con aceite hirviendo, en total ostracismo, para modular un estilo que constituya un trazo de unión entre el cielo y la tierra? Nadie. Ya no ávidos, sino aletargados, nos recetamos una sinopsis del Apocalipsis mientras nos detenemos en el estanquillo sin intenciones de comprar el diario. El prestigio de la venganza divina ya dejó de ser una estampa que valga la atención, hoy en día goza de mayor aplauso inferir un sismo que un arcángel bélico.
El género apocalíptico ha sido asaltado por los periodistas que cubren la nota roja y los que informan de economía y desplomes financieros. Ya no es el párroco o el pastor quienes alertan a su rebaño del lobo o del tablajero mediante exegesis eruditas del Apocalipsis. Ningún medio informativo que se precie ha eludido dar la nota del fin del mundo, sea por rating o por serios problemas en el sindicato. Además, están los profesionales interpretólogos que hacen su agosto cuando el bet-seller que suscriben, ha esparcido la fe catastrofista entre ladinos y vulgares que quieren saber cuánto cuesta el boleto para asistir a semejante evento, o al menos si lo televisarán. Bien lo decía don Nicolás Gómez Dávila (en un escolio a Sartre): “Los hombres, en su inmensa mayoría, creen escoger cuando los empujan”. El apocalipsis a empujones es lo que genera una gleba torcida e incendiaria, presta al primer signo de saña como caridad de dios. Quienes saben del fin del mundo, siendo leguleyos de San Juan, generalmente portan un arma, así sea su propia boca. Pero, sea para delirar y hacer negocios obscenos, o para robustecer un estilo aullador y un tono de verdugo, la lectura del Apocalipsis es por demás recomendable, en él son importantes las fruslerías; más aún, en ellas reside su atractivo (Cioran, otra vez). Citar el Apocalipsis en fiestas de cumpleaños y bautizos, no se diga en temporada decembrina, habla bien de quien lo ejercite en charlas de preocupación “a priori”. Las lágrimas del futuro aún no inundan nuestra imaginación; la invención del pañuelo no fue ninguna frivolidad. Mientras el cráneo delibera lo oportuno de tal consideración, un ángel exterminador en una preparatoria argentina toma su rifle cual trompeta. Al otro lado del mundo, los lugareños de un desierto encuentran la fecha del fin del mundo en las vísceras de un camello; a mi lado, un tipo se convulsiona, presa de un arrebato de lucidez dice antes de empujarme y vomitar: “LOS DIOSES NO SOBREVIVEN A LOS HOMBRES, ¿QUIÉN TERMINARÁ CON EL MUNDO?”
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Escatología del vacío cuántico Selim Gómez-Ávila
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El Apocalipsis religioso es, ante todo, un recurso narrativo. El universo, en la cosmovisión religiosa, es el escenario donde el drama entre los hombres y la divinidad se desarrolla y, eventualmente, el conflicto espiritual se resuelve mediante la restauración de un estado de gracia que puede o no ser permanente, y que sólo arriba después de una dolorosa ordalía y la transformación o destrucción violenta del mundo. Un universo eterno habitado por una humanidad en pugna incesante con su imperfecta naturaleza, es una historia sin clímax incompatible con los ritmos y cadencias de la creencia religiosa, más adaptados al retorno triunfal de un mesías o a la llegada de un heraldo divino, que finaliza la era actual e inicia la siguiente. En las grandes religiones vivas encontramos primordialmente dos tipos de historias del fin del mundo, o escatologías: las hinduistas (como el budismo y la fe Bahá’í), donde el universo simultáneamente se disuelve y regenera y un ciclo sucede a otro indefinidamente; y las zoroástricas (como el judaísmo, el cristianismo y el islam), donde hay un fin de los tiempos y, después de un juicio final, el bien triunfa definitivamente sobre el mal emergiendo un mundo eterno, perfecto e inmutable. En este segundo caso, todo lo que existe debe desaparecer para hacerle lugar al nuevo orden, de modo que el final del drama religioso es también el final del universo. El mundo contemporáneo ha producido también escatologías seculares que, si bien carecen de elementos espirituales, están llenas de pseudociencia, misticismo y teleología. Un ejemplo es el Punto Omega de Frank Tipler, vagamente inspirado en la cristogénesis de Teilhard de Chardin, pero que sustituye la evolución de la conciencia humana hacia un Cristo colectivo por la evolución de la conciencia humana hacia una inteligencia colectiva, y del universo hacia una singularidad análoga a un inmenso agujero negro. Durante el colapso hacia la singularidad, el tiempo se extiende de manera que -Tipler imagina- una inteligencia suficientemente avanzada podría simular al universo y a todos los seres que han vivido. Esta simulación es el cielo tipleriano con resurrección y vida eterna. O la Singularidad -no literal, sino metafórica- que defiende Kurzweil y que algunos han llamado “el rapto para nerds”: la convergencia del desarrollo tecnológico en la creación de una superinteligencia, después de la cual es imposible pre-
decir el futuro porque la inteligencia humana dejará de ser el factor dominante y el progreso hará al futuro cualitativamente diferente a todo el resto de la historia humana; en esencia, una visión no mística de la cristogénesis donde la superinteligencia no necesariamente es benevolente. O la Matusalenaridad de Aubrey de Grey, cuando de nuevo el progreso, pero en esta ocasión médico, permita que la esperanza de vida crezca más de un año cada año, permitiéndonos vivir para siempre (si no se sufre un accidente fatal o una enfermedad aún no domada). Todas estas visiones departen del núcleo aceptado de la ciencia, a veces mediante implausibles pero no imposibles especulaciones, otras veces, como en el caso de Tipler, aderezando los modelos físicos con metafísica injustificada. Pero la ciencia tiene sus propias historias sobre el fin de los tiempos y las cosas, aunque sus predicciones no sean inminentes. El final del universo es manifiestamente distinto al final del planeta tierra y al final de la humanidad. Aunque en las concepciones religiosas frecuentemente estas tres cosas se confunden, la ciencia nos ofrece escenarios finales de creciente severidad para cada uno. Los miedos de la guerra fría han grabado firmemente en nuestra conciencia la posibilidad de extinción masiva producida por un conflicto peleado con armamento nuclear o bacteriológico, y la portabilidad y virulencia de estas últimas armas hacen concebible un genocidio perpetrado no por naciones sino por un puñado de individuos. A estas preocupaciones se han sumado las de tipo ecológico: por un lado, la posibilidad de que el hombre se vea incapacitado de sobrevivir a los efectos de las alteraciones que ha realizado en su entorno, el temor de haber envenenado irremediablemente nuestro único pozo; por el otro, el reconocimiento de la hostilidad fundamental del universo que permite, en una escala de tiempo relativamente corta, eventos como la colisión de la tierra con un asteroide lo suficientemente grande para asegurar nuestra extinción. Y por supuesto, la ciencia ficción nos provee de una gran cantidad de variaciones cíclicas de estos escenarios, la escapología de la escatología, donde un puñado de supervivientes elude una catástrofe casi universal para repoblar el mundo y reiniciar la civilización.
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A diferencia de los finales religiosos, que siempre están a la vuelta de la esquina, muchos de los escenarios catastróficos de la física moderna ocurrirán en un futuro tan distante que es dudosa la existencia de testigos humanos. Cuando el Sol agote su núcleo de hidrógeno y proceda a la fusión de helio, se convertirá en una gigante roja que se expandirá hasta consumir nuestro planeta aniquilando toda vida imaginable en la tierra; pero es difícil preocuparse por un futuro del que nos separan unos cinco mil millones de años. El final de la tierra, por supuesto, no es necesariamente el final de la raza humana que en el tiempo restante podría concebiblemente haber migrado a planetas adecuados orbitando otras estrellas; sin embargo, sabemos que un día la última estrella del universo dejará de brillar. Toda la evidencia disponible nos dice que no existe suficiente materia para detener la expansión del universo, y que llegará un futuro en el cual un observador inteligente en el universo no podrá saber siquiera que existieron cosas como estrellas y cúmulos de galaxias; todo lo que existirá será un gas diluido de luz y átomos ligeros donde incluso los agujeros negros se habrán evaporado. Pero la última sorpresa que puede guardar la ciencia moderna para el destino del universo proviene de los entresijos aún incomprendidos de la gravedad cuántica, en donde una de las posibles soluciones a la cosmogonía puede crear una alternativa a un destino solitario, frío e informe. Un universo que es muy plano, como el nuestro, tiene energía igual a cero; eso significa que, si las condiciones son adecuadas, puede producirse como una fluctuación del vacío, un regalo de la nada. Las mediciones de las supernovas más lejanas, muestran que incluso el espacio vacío tiene una pequeña temperatura -la energía oscura- que vuelve inestable al vacío y permite la creación de un pequeño universo que empieza espontáneamente a inflarse. Así como un par partícula-antipartícula puede surgir del vacío para aniquilarse un instante después, puede hacerlo un universo con la geometría justa para compensar la materia que contiene. Todo parece indicar que vivimos en un universo de este tipo. Este es, esencialmente, el argumento de Stephen Hawking en El gran diseño: la gravedad cuántica puede producir una transición de un vacío sin materia a un universo como el que observamos. Y no sólo eso, sino que un
universo producido de esta manera puede, de nuevo, si las condiciones son las adecuadas, producir otro universo semejante, como una fluctuación salida de ese vacío inconmensurable y eterno. La escala de tiempo requerida para ello es inimaginable, pero insignificante comparada con la eternidad que la teoría clásica predice. En este modelo, entender el origen del universo es crucial para conocer su destino y viceversa. De modo que la cosmología podría, si estos modelos son correctos, darnos un universo estacional, que después de agotarse y sucumbir retoñe de nuevo; tan poética y elegante solución no puede sino merecer nuestra aprobación. Lo que no podría es vendernos un boleto para asistir a su florecimiento; para bien o para mal, somos criaturas de este universo, y habremos de medrar y perecer con él.
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NATURALESA Y AMOR M贸nica Herrera Zamora Abril de 2010 (10 a帽os)
aromas de amor pajaros buelan y tu sembrandome un arbol en el
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coraz贸n
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Mi misión es matar el tiempo y la de éste matarme a su vez.Se está bien entre asesinos. (Emile Cioran) Ana Paulina Mendoza Hernández
LA PARED DE ENFRENTE Esther Seligson
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Beyond me and below me there is a me who is God. Adín Steinsaltz, The Sustaining Utterance
Al menos la ventana me ayuda a respirar la luz de afuera, y en ello reconozco un privilegio único en cuanto a las circunstancias en que se encuentran los demás. No sé si alguien, aparte del guardián, lo sabe pues en realidad nadie tiene conmigo ninguna actitud peculiar, tampoco él. De hecho, todos nos comportamos como si ninguno existiera, como si el oficio o el transcurso de la gimnasia matutina formaran parte de la misma rutina de soledad que nos mantiene apergollados el resto del día, dado que ni el uno ni la otra rompen con el ritmo cotidiano, tampoco las comidas, por cierto, que cada quien recibe entre sus cuatro rigurosas paredes. Lo de “rigurosas” es una de mis invenciones. La verdad es que no tengo idea de la clase de espacio que circunda a cada residente. En primeras, nunca he visto otra ventana excepto la mía, lo cual no prueba nada; en segundas, los muros parecen no tener fin, ni por lo alto ni por lo largo, se diría que se hacen anchos o angostos a la medida de cada quien. Consigno de paso que me descubrí una curiosa propensión a leer pensamientos —un género de nube que veo elevarse por encima de las coronillas a la hora del oficio o durante la gimnasia matutina. Bueno, “nube” tal vez no sea exacto, pero digamos que son similares a las espesuras que dibuja la luz en la pared de enfrente cuando abro la ventana, que no está siempre de par en par, únicamente en ocasiones especiales instituidas por mí mismo para que no se me hagan costumbre al igual que el resto de las pequeñas actividades rutinarias. Así, considero también la lectura de las nubes un regalo que no desperdicio a tontas y a locas —porque las hay tan deslavadas o tan pastosas que mejor dejarlas ir—, sino que dosifico en aras del proyecto que tengo en la mira para salirme de aquí. Tampoco barrunto bien qué es aquí ni dónde se encuentra geográficamente localizado, aunque deduzco estamos en una zona de transición; mejor dicho, en un callejón sin salida o con muy dudosa salida, dependerá desde dónde se le considere. De ahí, pues, mi
empeño en rastrear sólo lo más granado en cuanto a color, textura, calidad, riesgo, trazo original de la nube se refiere. Y es increíble lo que ciertos pensamientos han avanzado en la construcción de estrategias para evadirse: túneles, escaleras, torres, puentes, fosos, elevadores, con cualquier material de una cierta solidez. Catapultas, vuelos tipo Ícaro no faltan, obvio, y bastante más ingeniosos, hasta construir caballos de troya con los desperdicios de la cocina. El caso es que he ido acumulando mota a mota una suficiente cantidad de elementos para mi propio objetivo con la ventaja de que nadie percibe mis sustracciones tan ocupado como tienen su cerebro imaginando, delineando, destruyendo o perfeccionando el diseño, la estrategia, hasta los mínimos pormenores, en un vaivén de pensamientos que, acepto, no siempre alcanzo a atrapar en su totalidad, y eso hace más lenta mi tarea y la entorpece en etapas cuando tanta claridad necesito. Entonces, la ventana es mi aliada: la expectativa de abrirla llega a descargar en mi cuerpo una dosis tal de adrenalina que caigo en un trance capaz de darle respuesta incluso a dudas no formuladas. La pared de enfrente cumple con su papel de pantalla, pero es necesaria la luz. Entonces el trago amargo es que no sé de antemano si habrá o no habrá luz afuera. Ahora bien, ¿qué es “afuera”? El existir en mi encierro una ventana que se abre sobre una pared que recibe luz o carece de ella no indica nada de por sí. Podría tratarse de un espejismo confeccionado para mi comodidad —no aburrimiento, angustia o temor a la muerte según ocurre con otros residentes— y el placer que me procuran geometrismos, numerologías, rompecabezas. Pero que la luz está, es incuestionable: ella no constituye un invento humano, no es una elaboración mental; formamos parte de su consistencia —o inconsistencia—, nos engloba y abarca. Me atrevo a afirmar que somos luz, que nada existe salvo luz. También afirmo no ser el único aquí en saberlo. Sospecho que si yo veo las espesuras de pensamientos es porque quienes piensan están conscientes del hecho. Mas en tales vericuetos no entro: allá cada uno con sus luces. El espacio que ocupamos está vacío de luz, en efecto, pero sus corpúsculos danzan con giros de sombra a nuestro alrededor y su cadencia es quien nos da vida y movimiento. A veces ha entrado el guardián segundos antes de dirigirme a 1a ventana —nunca hay certeza de cuándo llega—, y es como un aviso de reajuste, igual que si se tratase del mecanismo infinitamente complejo y preciso de un reloj. Entonces sé debo
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repasar con mayor minucia las espesuras recogidas a la hora del oficio o durante la gimnasia matutina porque podría ocurrir, y ocurre, que algunos sí escuchan lo que el capellán masculla, sea porque esperan mensaje, una consigna, cualquier variante, o porque el propio capellán se abre ventana y transmite la clave de una nueva pieza que ya el aludido incorporará a su rompecabezas personal. Me acontece, no lo niego, sorprenderme escuchando cómo me penetra alguna frase literalmente inoculada sin previo aviso. Aclaro que quien oficia y el guardián son a no dudar la misma persona, aunque no tenga manera de confrontar la certeza —ya dije que todos nos comportamos como si ninguno existiera, ídem el guardián cuando acerca las comidas u oficia—; lo doy por un facto no sujeto a verificación, algo similar a la apuesta pascaliana, ¡y a otra cosa mariposa! Con esto no asevero ser yo el aludido, pero la coincidencia con el privilegio de la ventana no me parece aleatoria. Desde luego acepto pecar de soberbia al insinuarme un elegido en este encierro. Nada asegura, lo he dicho, que no se trate de un espejismo elaborado por mí por comodidad. Trato de ser honesto, no hacer trampas y luego verme atrapado en agotadores laberintos, bastante aprehensivo soy y mucho gasto empeño en el granado de las nubes, su traducción y posterior dibujo en la pared de enfrente. Lo de “dibujo” es un decir: no trazo trazos con instrumento alguno; es sólo a fuerza de concentración —sencillos ejercicios cuando respiro la luz— que he logrado escarapelar convenientemente segmentos y franquearme no pocos pasajes, desconectados aún entre sí. He de tener perseverancia y fe inconmovible en la gracia de la luz, en su gula y discernimiento. No hay otra opción y es la única realidad que acepto sin chistar, y no sólo como parte de mi bien estudiada comodidad que, por contraste con mi natural aprehensivo, resulta paradójico. Digamos se trata de una manera de arroparse, un edredón tibio en la intemperie que nos rodea. ¿Nos? Generalizo sin pruebas. No argumentaré. Indicios suficientes me proporcionan las nubes: obra o no de mi ingenio, son incuestionables sus resplandores, titileos, oleajes y vibraciones; un inmenso mar en el que sobrenadan, compactos, los pensamientos larvas de colores, gusanos verdinegros, algas viscosas, grumos de leche, granillos de azúcar, su variedad es infinita. Soy poco dado a las metáforas, basten estos ejemplos, la precisión de su naturaleza de bejucos sólidos, no uniformes en su unidad pero sí en su conjunto, visto éste desde
gran altura, un mirador bajo el cual se extendiese el mentado mar centelleante, espejo salpicado de migas... En una ocasión, la ventana abierta, percibí el diseño preciso del mapa, su perfil, como si la luz, por su cuenta, se hubiese ocupado de enhebrar los pensamientos fragmentarios faltantes y los embonase en su justo sitio. El caso es que, en vez de alegrarme, esa visión fulgurante me perturbó. Incluso diría que me atemorizó. ¿Miedo a qué? Así la vi y así de rápido la borré. Claro que no me atreví a cerrar la ventana, mucho menos a taparme los ojos, por no ofender a la luz que se entregaba tan generosa. Al temor —eso lo descubrí después— se añadió un franco malestar: ¿para qué otorgar lo no solicitado explícitamente? Soberbia, lo reconozco, pero considero esas gratuidades una afrenta al aserto de que sólo lo que cuesta trabajo obtener es lícito disfrutar. No hubo reacción de parte de la luz y en ello conocí que nada tiene de humano: es imparcial, absoluta, fluida, concede sin hacer distinciones. Está igualmente dispuesta —o no lo está— hacia todos los seres vivientes, es libre, pura, inalterable. Fue un duro golpe. No voy a ocultarme haber desperdiciado la oportunidad de avanzar en el proyecto que tengo en la mira para salirme de aquí. Este “aquí”” incierto, de dudosa localización geográfica y tan cercano a un vacío, a un hoyo negro, a la masa faltante de los físicos atómicos. ¿Y qué sé yo de eso? Nada. Como nada puedo saber de antemano cuando abro la ventana, si habrá o no habrá luz afuera. En ocasiones ni siquiera distingo la pared de enfrente; es decir que sin la luz, es abrir nada. Sencillamente el espacio permanece cegado, a pesar de sentir el hueco entre mí y la pared pletórico de una tesitura olorosa, un tufillo que me da la impresión de ser una planta carnívora esperando atrapar en sus peludas antenas algún insecto, ave o pequeño roedor, amén de que ese “pequeño roedor”” podría tratarse de mí. No fantaseo, la sensación es definitiva, contundente, una descarga de mantarraya en las dendritas, un rig ris en el tímpano que eriza la piel. Tampoco entonces acierto a cerrar la ventana, bajar los párpados o siquiera cruzarme de brazos a manera de protección. ¿Protegerme de qué o quién? Ya dije que la luz no es alguien, algo, aunque todo le pertenezca y todo esté embebido de ella. ¿Cuál es el caso de hacer gestos inútiles? Claro que con pensarlos ya se materializan en la nube que cargamos a cuestas con nuestros pensamientos incrustados como alfileres, nuestros deseos, intenciones, palabras. Palabras, eso somos, un eterno
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ruido que se graba en los pentagramas del vasto silencio con que la luz nos rodea para que los pinchazos no se nos reviertan por mor de su mismo peso. Mas el grabado permanece, se sostiene, y es su dibujo el que pretendo haber aprendido a leer como lee el músico los sonidos en su cuaderno pautado. De nuevo me arrogo una excepcionalidad dudosa: cualquier otro residente puede encontrarse en idénticas circunstancias. Después de todo cada uno tiene sus propias cuatro paredes que le circundan según la medida de sus propios pensamientos. Eso me consta a partir de las nubes suspendidas encima de las coronillas a la hora del oficio o durante la gimnasia matutina. Y llegados a este punto repito que el no haber visto otra ventana excepto la mía no prueba que no las haya, y quizá sea ésa la razón por la cual nadie tiene conmigo ninguna actitud peculiar. Con “actitud peculiar” no discierno una forma de comportarse prescrita de antemano pues de hecho todos actuamos como si ninguno existiera y la rutina de soledad que nos alimenta nunca altera o rompe su ritmo digestivo lento, lento rumiar, lento divagar. ¿Lento —o rápido— con respecto a qué? Lo que aquí acontece no tiene parámetros de comparación: sucede. Lo que sí se ha alterado, no lo oculto, es mi sistema de lectura: empiezo a percibir un tinte de impaciencia que distorsiona lo que hasta ahora resultaba transparente; dejé de considerarme privilegiado y el “regalo” ya no me parece tal. Para resumir, me está importando menos granar los elementos útiles al perfeccionamiento del diseño gracias a cuyo término podré salir, que rastrear entre las espesuras indicios de alguna otra posible ventana o del mismo proceso e intento que vivo y proyecto. Ahora bien: ninguna de las entidades vivientes aquí se encuentra en cautiverio. Aparte el guardián, que es quien igual oficia, no hay autoridades y a él ni siquiera se le considera “autoridad”. Ofrece un servicio devocional, y nos trae de comer. Tampoco nos imponemos ninguna específica abstinencia o ascetismos; este encierro es voluntario. Es decir que, supuestamente, cada uno lo tomó como yo mismo lo tomé en su momento. Al menos ésta es mi versión. ¿La versión de los otros residentes? Carezco de cualquier conjetura. ¿Engaños son de mi mente? Explorar la naturaleza material de la nube, inquirir sobre su propósito, ¿es desafío, engreimiento, una sutil hipocresía, debilidad por un lenguaje fabricado de pe a pa? El caso es que la impaciencia me pone a la defensiva sin saber de qué o contra qué. Y presumo que esta ansia se me va transformando en
agresividad. Siento alterada la temperatura del cuerpo, y alteradas también cada una de las nubes que escudriño, como un desafío a subyugar. No hay ecuanimidad en mí, apenas discrepancia y deterioro. El juego de sombras que a fuerza de concentración —sencillos ejercicios cuando respiro la luz— he logrado horadar en la pared de enfrente y cuyos pasajes aún no consigo conectar entre sí, no me gratifica, hasta me parece que la luz se vuelve furtiva, precaria, lo cual es imposible pues la luz no es invento humano, no constituye una elaboración mental. Somos luz y todo es luz. De lo que se deduciría que mi nivel de percepción ha descendido ostensiblemente. No supongo qué irá a ocurrir, si “algo” tendría que ocurrir. ¿Fue el miedo que me produjo la visión fulgurante del mapa diseñado, mi rechazo lo que debilitó la capacidad de leer los pensamientos y granar entre ellos las piezas necesarias para el rompecabezas, mi propio proyecto de evasión? Si antes aseguré que sólo acepto sin chistar la realidad de la luz, ¿debo retractarme ahora ante la nueva situación? Una cosa es dudar, otra distinta negar. Agazapado durante el oficio, en mi sitio, espío; y durante la gimnasia matutina entorpezco a propósito mis movimientos para distorsionar la consistencia, color, calidad, riesgo, trazo original de la nube que ocupa en esos momentos mis indagaciones. Lo curioso es ese quejido que oigo —no el rig ris en el tímpano—, el levísimo suspiro de un muy fino cristal que se rajara sin quebrarse, pero, irremediablemente hendido, sufriera. Nada se ha roto y cada uno se comporta como si los demás no existieran, cada cual dueño y señor de su espacio, su ritmo cotidiano, sus rutinas de soledad. Yo zozobro en la incertidumbre, los gestos inútiles, el dispendio. Abrir la ventana, inclusive, la expectativa ahora, me aterra, corrompe la esperanza de consuelo que la presencia de la luz implica de por sí, inalterable, incondicionada. Para colmo, estoy encolerizado. Piso un terreno desconocido. Sin embargo —¿en compensación?—, empiezo a prestarle mayor atención al oficio: relajo los músculos, abandono ese terreno desigual y accidentado hacia el que me precipito al inmiscuirme en zonas ajenas maculándolas con mis miedos. ¿Miedo a extraviarme? ¿Dónde? Como si comparar me protegiera del torbellino de mis oscilaciones, deyecciones, turbulencias, neblinas... y si no he mencionado los sueños, es porque no somos producto de ningún sueño; tampoco nos encontramos en estado de ensoñación. Las atmósferas del espacio que ocupamos tienen otras intensidades, otra porosi-
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dad. Ya hablé de una zona de transición. Corrijo lo de “callejón sin salida”: existe una continuidad palpable, un a modo de crecimiento, de mudanza y, a pesar del dolor que me hiere, no hay derrota, deseo de arrojarme hacia un despertar cualquiera, necesidad de rendir cuentas. ¿A qué o a quién? Yo establecí las reglas del juego y esa coerción me ha entumecido. No hice sino acumular peladuras sobre peladuras, cáscaras. Caí en la trampa de mis propias reglas, éstas son las consecuencias, ningún misterio. Los tentáculos de la codicia abrieron una grieta, una rajadura, y el cristal, cascado, no resuena nítido por más que lo golpee con toques exquisitos... “Zona de transición”... Apenas palabras para denominar el espacio en el que estamos inmersos, que nos circunscribe pero nos prohíbe instalarse. ¿Un tránsito entre dos intervalos? ¿Una etapa anterior o posterior a otra etapa? Lo ignoro. No quisiera amarrar certezas cual espigas en hato, prismas en un candil fijo. Puntualizo simplemente que desde que me vigilo, “algo” no fluye. ¿Acaso empecé a separarme, a cuestionar mi implícita pertenencia al diáfano manantial de luz, a inventar la pared de enfrente? ¿Está resultando el espejismo más deslumbrante que la luz original? ¿Sobrevivo? Como colocarle pesas a los pies para sentirse bien anclado a tierra. ¿Tierra? Sólo espacios con diferentes intensidades, atmósferas, temperaturas. Y color. Sin embargo hoy, durante el oficio, sentí —¿oí?— la sugerencia de una última opción: volver a abrir la ventana. Ninguna euforia. El ademán tranquilo, neutro diría, de aproximarse, y abrir... El dibujo en la pared de enfrente ha desaparecido. Era la posibilidad de atravesarla sin restricción alguna. El diseño sólo me había aprisionado. Afuera de sus límites no hay espera, propósito, objetivos. Salvo la luz, libre, pura, vacante. Caí en un estado de tan tota1 absorción que se me desbordó el llanto, sin freno, sin vergüenza, dócil, sumiso, blando. Lloré. Lloré mucho. Mucho. Cuando el guardián tocó mi hombro, supe que sería yo quien ocuparía en adelante su lugar. Entonces, también, me di cuenta de que el guardián era ciego...
* Relato publicado con autorización del titular de los derechos de la obra de Esther Seligson.
Grupo de teatro La Compañía Director: Luís Colín Velázquez
Comienza a trabajar en 1983 como grupo de avanzados del Taller de Teatro de la Universidad de Guanajuato y se consolida como La Compañía en octubre de 1985 con el montaje Las devoradoras de un ardiente helado, del maestro Antonio González Caballero. Este grupo ofrece a quienes, iniciados ya en la actividad teatral, desean continuar con una capacitación práctica.
Grupo Actoral Infantil Directora: Rita Gutiérrez Cárdenas Asistente: Indira Lizbeth Rivera Hernández
El Grupo Formación Actoral Infantil nace en febrero de 2003 como una propuesta extracurricular a las materias impartidas en el nivel de educación básica. El teatro como un elemento del medio artístico es un área de suma importancia en la formación emotiva y sensorial del niño, con el fin de fortalecer el desarrollo de sus habilidades y destrezas cognitivas, las cuales empleará en cualquier medio social, cultural y económico. De aquí que el grupo se ha destacado por realizar montajes escénicos que involucran aspectos de formación integral, indispensables en el desarrollo del niño.
Grupo de Actuación
Grupo de teatro Batracio
Director: Alonso Echánove Asistente: Silvana Santibáñez
Director: Juan José Prado Viramontes
Inicia el 14 de junio de 1998 como Taller de Actuación y al segundo semestre se forma el grupo dentro de la Dirección de Extensión Cultural de la Universidad de Guanajuato. Se fortalece en julio de 2001 con el montaje Canon teatral, ejercicio creado por la Casa del Teatro del maestro Luis de Tavira . Este grupo da las herramientas básicas necesarias para continuar estudios en las carreras de actuación, dirección escénica y creación de personaje entre otras.
Grupo Universitario Director: Eugenio Trueba Olivares Coordinadora: Leticia Montes Silva
El sábado 8 de agosto de 1952 se estrenó la puesta en escena de la obra Arsénico y encaje, de Joseph Kasserling, bajo la dirección de Enrique Ruelas, presentada por los alumnos de la Universidad de Guanajuato, inscritos en la carrera de Arte Dramático. Un año después, en febrero de 1953, se presentan por primera vez los Entremeses Cervantinos, origen del Festival Internacional Cervantino.
Nace el 10 de abril de 1982 y desde entonces ha tenido preferencia por la comedia y la farsa; sin embargo, ha puesto en escena obras teatrales con un mensaje social, moral y altamente dramático. El nombre de este grupo proviene del griego (‘propio de las ranas’) y la intención del grupo ha sido caracterizar su actividad como la metamorfosis o evolución de éstas. En su estilo se le da más importancia a la actuación que a la escenografía, por tal razón se ha especializado en el manejo del teatro círculo, plaza abierta y teatro formal.
Llรกmalo como quieras Cynthia Moreno
DEJEMOS HABLAR AL VIENTO (Fragmento)
Juan Carlos Onetti
Desde muchos años atrás yo había sabido que era necesario meter en la misma bolsa a los católicos, los freudianos, los marxistas y los patriotas. Quiero decir: a cualquiera que tuviese fe, no importa en qué cosa; a cualquiera que opine, sepa o actúe repitiendo pensamientos aprendidos o heredados. Un hombre con fe es más peligroso que una bestia con hambre. La fe los obliga a la acción, a la injusticia, al mal; es bueno escucharlos asintiendo, medir en silencio cauteloso y cortés la intensidad de sus lepras y darles siempre la razón. Y la fe puede ser puesta y atizada en lo más desdeñable y subjetivo. En la turnante mujer amada, en un perro, en un equipo de fútbol, en un número de ruleta, en la vocación de toda una vida. El leproso se exalta cuando tropieza, suda olores fosfóricos frente a la oposición más pequeña o sospechada, busca afirmarse –afirmar la fe- pisando cabezas o intimidades tiernas, sagradas. Para concluir –pienso en Pablo y en su edad- un hombre contaminado por cualquier clase de fe llega velozmente a confundirla consigo mismo; entonces es la vanidad la que ataca y se defiende. Con la ayuda de Dios, es mejor no encontrarlos en el camino; con la ayuda propia, es mejor cambiar de vereda. Y si alguna noche Pablo me preguntó con desafío y lástima qué le habría o hubiera ocurrido al mundo, a los hombres, si no tuviesen fe bastante para progresar, yo moví la cabeza y medí silencioso la distancia que separa a los maumau de los campos de concentración, del genocidio y de los animales ávidos que gobiernan el mundo.
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NEGRO MARFIL (dos fragmentos)
Myriam Moscona
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Dormía cuando entró a mi cuarto un animal pequeño: tenía la superficie húmeda y manchada como una piedra cubierta en musgo. Se acercó a la orilla de la cama con el mismo ruido que hacen las mandíbulas al triturar un hueso. Cerré los ojos y lo vi por dentro. Oí al segundo corazón
Flotado
El pensamiento
Se lee el siglo No precisamente Contra Dios
Pero flotado
Atrás Se hunde Y no sabemos tanto y no Podemos
Sino decir
La existencia
Pegada
Con saliva y más allá El ojo vuelva al norte De las moradas blancas Vuelva a hablar en lenguas Diga el ojo/ (el húmedo) No es tiempo de celebración
* Una traducción del libro Negro marfil, del cual forman parte estos fragmentos, acaba de publicarse en Los Ángeles, gracias a una traducción de Jen Hofer en Les Figues, una de las editoriales independientes más arriesgadas de Estados Unidos.
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ECO FRENTE AL ESPEJO Max h Santoyo
Tú, hipócrita lector, Mi similar, mi hermano. Charles Baudelaire.
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Todo se diluye, la tarde y los recuerdos. con el susurro que nace, seré viejo de pronto.
Ahora el tiempo presente todo lo cuestiona, tiembla la conciencia y su dorado fulgor parece escamas de un pez muerto.
Entre los ojos se inicia el asalto al circunloquio de quien se ve al espejo y parte al viaje del interior.
El miedo fluye con precisión matemática. Trece derviches me empujan al abismo. El compás del inconsciente calcula la caída.
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Como el marinero se enfrenta al mar. Así navego las riveras del espejo. Busco la profundidad de reconocerme en las voces de los otros, busco la paz de enfrentar el atavismo.
Aves del vértigo, sus alas hablan de nuevas migraciones.
Soy eco frente al espejo, incapaz de dar un mensaje completo y solo un riachuelo escribo cuando es el tiempo de conjugar el océano.
Tú que lees estos surcos en busca de golondrinas en eterno vuelo, debes saber que mi palabra es la marca de agua de aquello que no logro expresar. Un pasatiempo donde me juego la cordura.
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Yo no construyo oraciones al morir la rosa, solo hilvano, una a una las largas horas de navegación por mares ignotos. Donde mis palabras son el sustento de la personal búsqueda, última a cada momento. A cada respiración. Eco frente al espejo, ninfa condenada a sí misma, condenada a su propia voz. a su propio fonema. Eco frente al espejo, soy yo quien colecciona momentos turbios que algún iluso puede confundir con historia.
Eco frente al espejo. Seré esquirla del incendio final. Que de mis dedos agrietados caiga ceniza que sepulte mis textos y mi siglo tan cargados de signos de muerte.
* Este texto forma parte de un poemario bajo el nombre Eco Frente Al Espejo
Credos extintos Flor Bosco
ESTATUAS DE SAL Manuel Fuentes
Nos han clavado los pies y las ideas en la corteza de esta tierra. Antes de que el aire perdiera su curso, ha confeccionado nuestras nuevas ropas con trazos finos, fuertes, precisos y seguros. El piso es rojo, a la distancia la tierra se ondula y se confunde con el cielo en donde el Sol está adherido desde hace varios días; está ahí, quieto, en el mismo punto, está en el zenit de los inertes cuerpos sin fe, justo en la cumbre de la bóveda roja. Dios hace días que empacó y todo lo echó en un viejo y polvoriento veliz. Se llevó las ilusiones, el trabajo y las herramientas para el trabajo. Nos va dejando morir en abonos, poco a poco, en cada momento un poco más muertos. Dios soldó el fémur a la pelvis, juntó cada una de las vértebras para formar con ellas una rígida barra. La médula de cada hombre no adorador de aquel dios desmemoriado, lleno de desamor y falta de interés por el futuro y presente de su obra, fue congelada por un soplo divino. Entonces, los hombres para recoger sus ideas dejaron crecer las uñas de sus manos, crecieron en espiral. Cada vez que las uñas crecían, los pómulos más se marcaban en sus caras, la piel de algunos hombres se cuarteó, los ojos se les fueron inflamando como pelotas de squash. El labio inferior se les hinchó tanto que con el paso del tiempo la boca les quedo abierta, las encías se les resecaron, los dientes se comenzaron a separar y teñir de amarillo, esa pigmentación se traspasó a las encías y comenzaron a pudrirse en vida, en pie.
Este valle rojo, árido, se convierte poco a poco en un lugar eterno. El tiempo, con facilidad inaudita, simplemente se congeló en el infierno terrenal, su brújula se desmagnetizó, y el tiempo, que es ciego, no vio el sendero que sus pies con ayuda del paso constante habían trazado; como la sangre traza su camino por entre la venas para llegar siempre al mismo punto, su génesis que es el mismo punto final de su eterno recorrido. En el mismo instante en que aquel lugar y aquel momento se eternizaron, el viento se espesó, se quedó levitando sin curso alguno, sin camino por cubrir. Dios se fue y no sabemos a dónde. La única referencia que han podido dar, es que cogió pa’ aquel rumbo. Los hombres dicen esto con y por los ojos, porque la boca se les ha fundido en el paladar. Ahora, aunque parecen preocuparse por él, a nadie le importa ese “tal” dios, pos “total” ya nos desamparó, y otra vez “total” si ni creíamos en él. Los hombres ahora son eternos y por este motivo Dios ha perdido su valor, está todo devaluado. Y para Dios los hombres también han perdido su valor. Ahora que los hombres son eternos tienen nuevos miedos, nuevas explicaciones y nuevos dioses por crear...
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LA ACTUALIDAD DEL TEATRO Entrevista por:
Noemí Moreno Jiménez y Pablo Batista Delgado
Fotografía de Grupo Kalipatos
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“Ese es realmente el trabajo del actor: frente a la nada, en el puro vacío, ser capaz de sacar este color a las emociones.”
NOEMÍ. ¿Qué es el teatro en sí mismo? ¿Consideran que es una manifestación autónoma e independiente que cuenta con sus propios recursos, o es una expresión artística ecléctica? EUGENIA.- Creo que el concepto que hay de teatro depende de la época. Aristóteles, por ejemplo, tenía muy establecidos sus cánones de cuál debía ser el espacio y el tiempo de una obra, cómo debía estar escrita, etc. En la época actual la división entre las artes se está borrando; lo mismo pasa en las artes escénicas y la pregunta por el límite de donde empieza el teatro, la danza, la música, las artes plásticas, ya no es importante para mí. LUIS.- Yo creo que lo ecléctico o multidisciplinario, de alguna manera ha existido siempre, en todos los tiempos. A lo mejor todavía no estaba conceptuado de esa manera, pero por esencia el teatro tiene el concurso de la danza, las artes visuales, las artes plásticas, la música y obviamente la literatura. Yo no sé si el teatro es autónomo o no, pero de lo que estoy seguro es que cuando nosotros trazamos en un espacio una escena, combinando volúmenes y colores, ese juego tiene mucha correspondencia con las artes visuales; la música está implícita en el ritmo de la obra, el tiempo escénico; la danza se equipara con
la cuestión del movimiento corporal; el guión incluye a la literatura. Por lo tanto, considero que siempre ha existido el concurso de otras disciplinas en el teatro, aunque el concepto del teatro como medio multidisciplinario, es de los 50´s para acá. YANN.- El teatro lo defino del simple hecho de tener un público que está viendo actuar y de que hay una idea de por medio, quizá no sea tan específica como el “contar una historia”, ya que se tiene la posibilidad de hacer una obra muy abstracta, pero si se cuenta algo. Yo vengo un poco más del circo que del teatro y el nacimiento es exactamente igual, tal vez no en los 50´s pero si en los 70´s se empezó a experimentar, se abrió el panorama multidisciplinario, entonces se hace teatro con danza, circo con recursos visuales, etc., cosas que no son más que herramientas para contar una historia, para expresar algo. KATTY. Para mí, el teatro es tener a un actor en el escenario, frente a un público, y comunicar algo. El teatro es un medio de comunicación, estamos tratando de llegarle al público con un mensaje; el actor tiene una serie de herramientas que permiten contar, mostrar, hacer llegar ese mensaje. En el transcurso de la historia del teatro,
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tenemos que las otras artes apoyan, redondean ese espectáculo que está en escena y lo hacen tener un carácter multidisciplinario. N. Entonces el teatro tiene sus propias reglas pero se vale de otras disciplinas, de otros recursos. ¿Cuáles son estos recursos en su caso particular? ¿Qué tipo de lenguaje utilizan o llevan al teatro que ustedes realizan?
dentro de esa norma. Tienes que ser muy consciente y muy claro de cuáles son esas normas para tener un marco dentro del cual puedas crear, sin eso es bien difícil. Un maestro nos dijo “tú juegas futbol mejor cuando las rayas del campo están bien marcadas, cuando no están bien marcadas estás preocupado por cuándo te vas a salir o cómo vas a saber que ya estás fuera de lugar, si están bien marcadas te puedes preocupar por otras cosas más primordiales, como meter el gol”. También es importante saber que no podemos generalizar y pensar que estas reglas van a funcionar para cada espectáculo o para todos los grupos.
KATTY. Yo en los últimos años he trabajado mucho con títeres. Primero hay que pasar por el teatro para poder entender más el teatro de títeres, a través de esa “En teatro se vale todo experiencia contamos las historias, y nosotros recurrimos involucrando la música, la plástica, concretamente a aldependiendo de la mecánica y los estilos que lleva la propuesta que queguna disciplina artística remos hacer. A veces nos apoyamos para conformar este con el teatro de actor, o con la danza, pero el teatro de títeres no siempre lo nuevo fenómeno teatral, involucra, tiene que ser un proyecto tratando de buscar otro muy específico.
LUIS. Yo tengo mis reglas establecidas de cómo trabajo, mi estética, pero para conocer qué producto quiero, tuve que haber pasado por teatro para después empezar a modificar lo que es el hecho teatral. Creo que en teatro podemos tener el concurso de todo, aunque a veces los puristas del estilo opinen lo contrario. Si tipo de lenguaje más hay un autor importante para mí es EUGENIA. Cuando estás creando un correspondiente a nues- Shakespeare, pero yo no me atrevo a hacerlo porque está muy lejos de espectáculo debes tener muy claro tra época.” mis posibilidades y porque me interecuáles son tus reglas, no quiero decir san más los movimientos actuales, lo que sean reglas que vienen en los lique está pasando en torno a este mobros, sino que tú decides cuáles son tus parámetros de creación; puedes romper las reglas mento, de qué manera yo puedo corporizar o llevar a la pero de una manera consciente. Por ejemplo, me pro- escena determinada problemática. Entonces, en teatro se pongo hacer una obra que transcurra en un minuto y la vale todo y nosotros recurrimos concretamente a alguna voy a presentar en una hora ¿cómo dilato el tiempo?, y disciplina artística para conformar este nuevo fenómeno esa es mi regla a seguir; o decido que no puedo salirme teatral, tratando de buscar otro tipo de lenguaje más code un metro cuadrado y exploro todo lo que puedo hacer rrespondiente a nuestra época.
KATTY. Hay un ejercicio muy interesante. Se nos pone de frente a los actores y hay que lanzarnos un bastón, no hay que decir nada, pero nosotros tenemos que ser muy claros al momento de lanzarlo y nuestro receptor tiene que estar muy alerta para recibir; es pura disposición a sentir que me van a mandar y voy a recibir. En escena pasa algo parecido: si nuestro público no está preparado, no recibe el mensaje; pero si nosotros no estamos preparados para mandar ese mensaje, no va a llegar, se va a perder. N.- En los ensayos tienen oportunidad de confrontar partes internas y conectarlas con la intención de la obra, pero ¿qué pasa cuando están en el escenario, cuál es su situación? Ya no hay oportunidad para hacer nuevas confrontaciones, entonces ¿ya tienen aprendido el personaje o cómo es esa relación? ¿Les dan vida a los personajes, los interpretan, los encarnan? YANN. En la creación y montaje me pongo reglas, líneas que seguir: en tal momento hago tal cosa y sucede tal, así se monta el chiste y paso a esta situación. En el estreno de una pieza, por ejemplo, si todo va bien, es hacer la misma cosa del ensayo porque ya la conozco. Uno se deja más o menos libertad de si hay que improvisar, si hay que adaptar en el momento, cambiar los tiempos o, en el peor de los casos, cambiar hasta el contenido. En mis presentaciones, hay momentos en que no puedo improvisar, cualquiera que sea la respuesta, y en otros momentos depende de cómo está el público porque es pura interacción. LUIS. Yo creo que este enfrentamiento depende de la persona y la escuela de la que venga. Algunos son ejecutantes de la forma y otros de la vivencia. Yo me acuerdo que una actriz de Margules decía “yo no siento ninguna emoción de la que podía haber sentido el personaje, yo me subo al escenario y actúo”; y era excelente actriz, su mensaje actoral llegaba. Pienso que la cuestión emotiva es muy importante, lo demás son apoyos; la técnica es lo que nos ayuda a que toda esta sensibilidad y todo este conocimiento de los personajes y la obra, trascienda y pueda ser entendida la cuestión temática. EUGENIA.- El teatro es una cuestión de impulsos bien básicos, biológicos, es una comunicación animal más que de sentimientos; estos impulsos son los que percibe el espectador y éstos los encuentras a la hora de improvisar. Yo empiezo improvisando porque ahí salen cosas geniales, el problema es ya cuando lo metes dentro de un discurso, ¿cómo le hago para volver a tener esos impulsos que tuve a la hora de la improvisación? ¿qué tenía en la cabeza en el momento que pasó eso, qué estaba pensando? Los ensayos son para eso,
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para volver a buscar esa línea de pensamiento que tienes a la hora de improvisar y que no se rompa, porque en el momento en que esto sucede se nota en el escenario. Ya cuando trabajas con el público es diferente. Hay obras en las que si no tienes al público no pasa nada, es decir, no hallas de dónde improvisar; aunque tengas tu parámetro de improvisación, si no tienes enfrente quien te esté respondiendo, es bien difícil. Hay otras obras en donde hay un poquito más de distancia y no hay tanto problema, pero las obras que son con interrelación al público es casi imposible saber cómo van a salir, van cambiando.
no se pierda esa línea que nosotros tenemos marcada para concluir nuestro mensaje, nuestra historia. Y, en el otro caso, donde no participa el público más que como espectador que está recibiendo la información, tener la capacidad para que se sientan envueltos dentro de esa historia, de esa vivencia. Los ensayos son justo para eso, porque es el momento en que el actor encuentra todos esos mecanismos que tiene que hacer en el escenario, lo que le marca el director y lo que él sienta a partir de lo que está interpretando.
YANN. Lo importante es lograr darte esos impulsos en el ensayo y frente a la nada. Considero que lo más complicado para ensayar es la interacción con el público: estar tres horas ensayando frente a nadie, pretendiendo que hago reír a la gente sin poder ver su reacción. Entonces me tengo que dar el impulso a mí mismo, sabiendo que nunca será igual que en el momento vivo. Ese es realmente el trabajo del actor: frente a la nada, en el puro vacío, ser capaz de sacar este color a las emociones.
PABLO.- ¿Consideran que el teatro tiene una función social o política?
LUIS. Lo más importante es cuando tú en soledad puedes lograr esos impulsos, puedes obtenerlos, y si los rescatas y los preservas hasta el final, obviamente se va a producir la comunicación que esperamos.
YANN. El arte es totalmente social y político, es pura sustancia humana, y somos seres, al final, de sociedad, entonces de política. En mi trabajo yo no tengo grandes mensajes políticos ni sociales, no es lo que me interesa tanto en mi creación, pero eso lo tengo en mi proceso o dinámica, de dónde y cómo voy a actuar, a cuál precio, etc. Uno puede decidir mucho y con cualquier tipo de obra. Por otro lado, el teatro sí es político porque depende de la política, de un ministro de cultura, de si nos dan tanto dinero al año o si nos lo bajan 50% al año siguiente, entonces si hay un impacto.
KATYY. Sobre la marcha es ir aprendiendo cómo involucrar al público. Es difícil porque siempre va a ser muy diferente, y creo que a todos nos ha pasado, de pronto uno llega a tal ciudad y la gente se deshace de risa, y en otra ciudad, con la misma escena, se quedan callados, serios, no pasa nada. Pero finalmente uno tiene que saber cómo va a involucrar al público, hasta dónde, para que
Para terminar, voy más allá. Si alguien me dice “una obra es así, con un mensaje muy claro”, me interesa menos que, por ejemplo, temas y obras que nunca te dicen lo bueno es esto y lo malo esto; las obras donde el bueno se vuelve malo y al revés, y que hay toda esa dualidad y complejidad, que no dictan una moral sino que tú la tienes que hacer como público, me interesan más, sobre
todo para los niños, porque el teatro infantil tiene esa tendencia a decir “la vida es así”, y los niños al final si saben, pueden también preguntarse y hacer sus propios valores.
munitario donde todos formaban parte de ese fenómeno, compartían cosas y vivían experiencias juntos. En esta época la sociedad está muy dividida, por razones políticas sobretodo, entonces el teatro es una de las pocas herramientas con las que contamos ahora para seguir fomentando ese espíritu de colectividad. Tu labor como actor es hacer algo bello, en la extensión más grande de la palabra, algo que sea significativo para quien lo esté viendo y que a su vez tenga una experiencia compartida con los otros espectadores.
LUIS. El hecho de llevar el teatro a los ámbitos más populares cumple con una función social, aunque no haya un mensaje propiamente dicho hay una intención que se acerca tanto a lo político como a lo social. Es la cuestión de la sensibilización del individuo. Lo didáctico está implícito en teatro sin necesidad de que sea tan directo. Creo que tenemos que rehuir de estos mensajes gratuitos que son conductistas hacia ciertos “El hecho de llevar el valores o aspectos morales que quereteatro a los ámbitos mos conformen a la persona, buscando la forma de que a través de metáforas más populares cumple visuales y textuales podamos acercar al con una función social, individuo a esta percepción de las cosas; que reflexionen alrededor de cierta aunque no haya un problemática pero sin decirle cuál es y mensaje propiamente sin sugerir las soluciones.
dicho hay una intención
KATTY. Finalmente, con independencia de cómo se sienta el público, está siendo parte de un momento especial, único, en el que cada función es diferente, un instante de vida que se comparte. Definitivamente el teatro es social y lo seguirá siendo. Políticamente está muy mal apoyado, cada vez es más difícil, sobre todo cuando las compañías buscan ser autónomas.
EUGENIA. El teatro puede ser político que se acerca tanto a P. ¿Qué reflexión tienen en torno al teatanto por el contenido como por el lo político como a lo tro que se está haciendo en Guanajuato contexto en el que se presente. Vay en México? ¿Qué propuestas hay, qué mos a montar un Moliére y para mí social” evolución tiene, si es que la tiene? lo importante es que lo van a hacer señoras de comunidad que nunca han experimentado el teatro es decir ¿por qué pensar que LUIS. El ámbito del teatro es bien destructivo. Yo he ellas no pueden montar este tipo de textos o por qué se detectado que existe esta tendencia de hablar mal de piensa que no los van a entender? Lo político, en este los otros para que mi trabajo sobresalga, y creo que no caso, es el contexto donde se va a realizar. Pero conside- se vale, creo que tenemos que tener la visión de que ro que en estos tiempos, la función más importante del todos estamos luchando por algo. teatro es mantener a la gente en grupo. El teatro es un fenómeno gregario que empezó así, como un hecho co-
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“En esta época la sociedad está muy dividida, por razones políticas sobretodo, entonces el teatro es una de las pocas herramientas con las que contamos ahora para seguir fomentando ese espíritu de colectividad”
“La mayor parte de los artistas en el país pagan impuestos, son pocos los que tienen plaza, los demás trabajan por contratación y tienen que dar una factura, un recibo de honorarios, y los impuestos se supone deberíanir a las instancias que nos van a generar mejores condiciones de trabajo, cosa que no sucede.” YANN. La primera crítica que yo haría es a las instituciones, no a los que se dedican al teatro, porque la crítica entre nosotros es otra cosa, tanto en la calidad y la forma. Para actuar en la calle Guanajuato es de lo peor, es anticultura callejera, nos ven como unos hippies drogadictos, no saben hacer la diferencia –en el cervantino, es lo peor de todo- entre gente que viene a hacer desmadre y la gente que viene a trabajar. No tiene caso criticar a los demás cuando hay una situación tan jodida culturalmente en un país que tiene tanto como México. Para una ciudad supuestamente patrimonio de la humanidad -la humanidad es popular- está en lo opuesto. El cervantino es un desastre ¿quién puede pagar 200 baros a tres niños, más la mamá y el papá, para ver algo? Después está el sistema de la calle, lo que ponen en pastitos, San Fernando, etc., son los únicos eventos gratis en todo Guanajuato, y para mí es un símbolo horrible de cómo manejan el arte y la cultura en México. También algo muy simbólico de esta ciudad es la sinfónica, y está muy bien pero no veo por qué cuando hay tantas artes representativas sólo incluyen a la música clásica que, además, aquí en México no es lo más representativo, es lo que dice Peter Brooke, ya es parte de ese arte deadly, es convencional, ya muerto. KATTY. Ojalá el teatro y todas las artes estuvieran tan cuidadas y protegidas como la Orquesta Sinfónica de la Uni-
versidad, que tiene un presupuesto, una infraestructura, las condiciones para que el creador pueda producir sin preocuparse por la mitad del tiempo trabajar en lo que se pueda, tener un medio sueldo y la otra mitad del tiempo ir a ensayar para poder presentar su espectáculo. La mayor parte de los artistas en el país pagan impuestos, son pocos los que tienen plaza, los demás trabajan por contratación y tienen que dar una factura, un recibo de honorarios, y los impuestos se supone deberían ir a las instancias que nos van a generar mejores condiciones de trabajo, cosa que no sucede. YANN. Y hay que decir: de impuestos es el 20% de lo que ganas en un contrato. Yo creo que en Francia ni siquiera es 10% que te sacan, y tienes un seguro. EUGENIA. Además necesitamos que en las instituciones públicas se gestionen las cosas, porque la mayor parte del tiempo a los artistas se nos va en gestionar. Aquí hemos insistido en que nos den los teatros, y nos dicen “si, ahí están los teatros, gestiónenlos”, pero tampoco es nuestro papel gestionar los espacios. Muchas veces parece que ellos nada más están para desembolsar el dinero.
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YONKERS TYLER THE CREATOR Felix Ulrica
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Aparece en la pantalla negra, con letras blancas delineadas en rosa, la palabra Goblin. Uno sabe de momento tres cosas: Que verá el video de una canción llamada Yonkers (algo así como jovenzuelos en español), cantada por alguien que se hace llamar Tyler El Creador, y que algo tiene que ver con un ser mágico/diabólico que es el Goblin. Extraña el rosita fosforescente del contorno de las letras, pero uno da play al video y un beat mecánico acompaña puntualmente las percusiones mientras una voz como infernal gruñe “Uff... Wolf... Gang”. La sombra de un niño con gorra sale y entra de foco. El niño observa a la cámara, tiene una cara graciosa como la de Bill Cosby pero su voz parece la del demonio mismo. Este debe ser Tyler El Creador. ¿De qué puede ser el creador? Uno se preguntará, tal vez buscará en Google y encontrará que este muchacho es el líder de una manada de raperos de L.A. que tienen la placa OFWGKTA (Odd Future Wolf Gang Kill Them All) y que, aparte de ser magníficos instrumentistas y técnicos musicales, son unos granujas que se protegen entre ellos y producen sus canciones, sus discos, sus videos, que llevan años haciéndolo y subiéndolos en Internet y conquistando corazones de forma independiente (como se puede ver en su canal de You Tube)
aunque desde abril ya tienen su propio sello con Sony Red Records: Odd Future Records. Tyler saca una cucaracha enorme de la nada y comienza a jugar con ella. Personalmente tenía más miedo que asco, ya que Tyler parece poseído e intenta comerse al insecto además tiene escrito en su mano izquierda la palabra KILL y una crucecita tipo cholo; empieza el coro con un scratch beat que recuerda momentos de Wu-Tang y Gravediggaz pero cantados por un niño endemoniado que se come la cucaracha y luego, claro, vomita. Estamos frente al joven maestro de la maldad y del insulto, a la vez que parece ser un chico encantador, talentoso y divertido; toda una paradoja, como reitera toda la letra de la canción y como resulta de toda acción que comienza por negar y renegar y rapear y postear y no estar de acuerdo con nada porque en realidad, y a todas luces, todo está mal, muy mal.
ENTER THE VOID de Gaspar Noe Everardo Felipe
El cine nos puede brindar lo que no podemos conseguir en la realidad; desprender el alma del cuerpo para observarse durmiendo, volar a la altura de un avión, ver qué hará la gente cuando hayamos muerto. El cine es una extensión de nuestro entendimiento, no únicamente una herramienta de entretenimiento. Curiosamente, las distracciones que más complacen al público son meras representaciones de lo obvio o reiteraciones de lo que ya de por sí es una necedad en la vida cotidiana: historias de amor, dramas burgueses, diablos que no asustan. Digo curiosamente porque es natural distraerse por sonidos extraños, no por sonidos a los que ya estamos acostumbrados. Ahora que estamos por morir, que los ríos se desbordan, que las plantas nucleares empiezan a estallar y los bancos de petróleo se derraman, en esta última temporada del mundo que nos han prometido los medios y los profetas; ahora, decía, que finalmente desaparecerá la mini mini mini existencia de los humanos del planeta tierra, podríamos comenzar a entender de verdad de qué estamos hechos. El cine que transmuta realidades en quien lo ve, el cine que conmueve (y lo mismo estoy hablando de una película de Judd Apatow que una de Igmar Bergman), es el cine que deberíamos procurar. Así como todos tenemos una experiencia literaria cuando ponemos lo que sentimos en una carta de amor, también deberíamos tener una pequeña experiencia cinematográfica durante nuestra vida. Traduzco a continuación el fragmento de una entrevista con Gaspar Noe a propósito de su última película, Enter the Void:
En las secuencias de los flashbacks, todo fue filmado por detrás de la cabeza de Oscar porque cuando pienso en mi propio pasado, o cuando sueño o cuando regrese a mi cuarto y piense en esta entrevista, le daré un nuevo encuadre, la cámara irá atrás de nosotros y me colocaré dentro del cuadro. Así vivo mis recuerdos, desde una perspectiva diferente, como la silueta vacía de Oscar en esas secuencias. Enter the Void es una película sobre este tema, sobre como recordamos, es decir, sobre como pensamos acerca del tiempo. Es dura, conmovedora, sucia, inmaculada, llena de contradicciones y simple al mismo tiempo. Deja la sensación de haber salido la noche anterior y no recordar varias cosas. Es una tragedia sicodélica de dos hermanos que han quedado huérfanos y reencuentran su vida en medio del tecno mundo de Tokio. Oscar, el hermano menor muere pronto y la película es el movimiento de su alma desprendida. Es sobre el fin de la vida en el cuerpo. Es sobre el tránsito y el movimiento tras el fin del mundo. Es sobre la distracción, esa necesidad de contarnos historias y evadirnos de lo concreto para no enfrentar o intentar cambiar la dura y miserable verdad frente a nosotros. Ahora que el mundo debería ya haberse acabado según populares predicciones nuevas y milenarias, me pregunto ¿qué puede importar el fin del mundo si no aprendemos a tomarle aprecio al transcurrir de nuestra propia y singular vida?
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DAY OF THE DEAD / EL DÍA DE LOS MUERTOS VIVIENTES 1985 de George Romero y CITY OF LIVING DEAD / LAS PUERTAS DEL INFIERNO, 1980 de Lucio Fulci Martín Escalante
Cada cuarenta años la población humana se duplica. Hoy somos 6,775,235,700, en 2051 seremos 13,550,471,400, en 2091 seremos 27,100,942,800, etc. ¡O sea que en 160 años seremos más de 100 mil millones! Quizá no hoy ni mañana pero en relativamente poco tiempo, algo sucederá para retardar, o tal vez parar por completo, este crecimiento exponencial. La superpoblación pronto será un problema real. A cualquier especie le sucede lo mismo y en algún momento se les termina el espacio o la comida, o pueden comenzar a comerse entre ellos. ¿Qué sucederá con la raza humana? La raza humana se dividirá en varios grupos, probablemente dos principales: un grupo será de humanos como tú y yo, y los otros serán zombis. Los zombis son cadáveres reanimados. Generalmente sólo quieren una cosa: ¡Comerse a los humanos! En especial les gustan los sesos y vísceras. Como muchos fenómenos o catástrofes naturales, los zombis primero serán un misterio. Aunque existan explicaciones científicas, muchos lo tomarán como el apocalipsis mandado por un ser todopoderoso, negando cualquier explicación comprobable. Virus, neurogenética, toxo-
plasma, nanobots, radiación nuclear o solar, todas éstas, en teoría, podrían dar resultado a una epidemia de zombis. Así vemos el apocalipsis en las películas de George Romero y Lucio Fulci, El Día de los Muertos Vivientes y Las Puertas del Infierno. Claro que estas dos obras maestras del género gore no sólo hablan sobre el apocalipsis, tratan también temas más complejos y menos entendidos por la raza humana, algunos de nuestros miedos primigenios, en especial el miedo a ser comido vivo y el canibalismo (las cuales fueron prácticas recurrentes y muy necesarias para la sobrevivencia de nuestros antepasados lejanos), y también problemas que surgieron hace poco y que aún no han sido entendidos claramente, como el miedo a ser enterrado vivo, la caza de brujas, la necesidad de saber si existe algo después de la muerte, la diferencia entre nosotros y los “animales”, los problemas de superpoblación, entre muchos otros. Es verdad que cuando comenzó mi fanatismo por estas dos cintas, me daba igual que tuvieran un significado profundo y que me dieran algo en lo que pensar, sólo quería sentir el miedo y ver el gore,
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cosa que logré en exceso. La primera vez que renté un VHS de Day of the Dead en una biblioteca, pensé que era sobre el 2 de noviembre en México, pero no, y me dejó impregnado el cerebro con la necesidad de buscar todas las películas de zombis que existieran. En Las Puertas del Infierno, Fulci, con su estilo único y elegante basado en las tradiciones del giallo y películas de zombis/gore, me impulsa a ver las mejores escenas en cámara lenta e incluso hacer fotos de la pantalla para estudiar las imágenes y ponerlas como fondo en mi laptop. La última vez que la vi, me obsesioné con la escena donde la joven y bella actriz Daniela Doria (único desnudo y segunda víctima en la inigualada House by the Cemetery, también de Fulci) es enfrentada por el zombi/fantasma del sacerdote del pueblo antes de que telepáticamente comience a hacer que le salga sangre de los ojos y que expulse las vísceras por la boca. Es una escena bastante larga y visualmente muy realista. Poco después de que le salgan los intestinos (creo que lo último que sale es el hígado), el novio, que había visto lo anterior aterrorizado, es atacado por el sacerdote que lo sujeta de la cabeza y, como si
estuviera pelando un plátano, jala para atrás el cabello revelando sus sesos rojos y vivos. El cuerpo humano es muy sensible, la vida es muy frágil. El Día de los Muertos Vivientes es una película seria, gore, con una inteligencia profunda pero que a la vez da mucho miedo. Los efectos son tan realistas que creo es más repugnante ver el corto incluido en los extras del dvd, con tomas hechas en video casero, sobre el proceso de efectos especiales y escenas de gore. El formato de video casero de los 80’s que usan en estas documentaciones le da un toque de cierta forma más real que el look profesional de la película, como si fuera un video snuff. ¿Has tenido pesadillas con zombis? ¿No? ¡Son muy divertidas! Empieza a ver muchas películas de zombies y quizá tu subconsciente te dará uno de estos regalos nocturnos.
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Vendedores de tripas JosĂŠ Zarzi
LIBRO DEL DESASOSIEGO (Fragmento)
Fernando Pessoa LA POSADA DE LA RAZÓN A medio camino entre la fe y la crítica se encuentra la posada de la razón. La razón es la fe en lo que se puede comprender sin fe; pero aún así, es una fe, porque comprender implica presuponer que hay algo comprensible.
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Colaboradores
ENTRADA David Araujo aujoasca@gmail.com 666projectlab.tumblr.com Mónica Herrera Zamora moni_kzamoraherre@hotmail.com Esther Seligson Juan Carlos Onetti Myriam Moscona negromarfil55@hotmail.com
Selim Gómez Ávila selimibn@gmail.com fisica.ugto.mx/~selimibn/
ENCRUCIJADA Eugenia Cano www.kalipatos.com eugenia@kalipatos.com Katty Amador ludusteatro2@hotmail.com casasimurgh.blogspot.com
Max Santoyo angelsincabez@yahoo.com.mx
Luis Colín luisco50@hotmail.com FB: Luis Colin Velazquez
SALIDA-inicio
Manuel Fuentes jeronimo.mmf@gmail.com aventurasbizarriadas.blogspot.com
Yann Costa superjuansito@yahoo.fr FB: Yann Costa
José Zarzi adnoctum2@hotmail.com zarziwilo.blogspot.com
reSEÑAS
Paulina Mendoza pau88pau@hotmail.com gargajoacido.blogspot.com
Fernando Pessoa
VÍAS Raúl Reyes-Ramos rrraulito@hotmail.com FB: Grata Memoria Ensamble Club Pedro Mena Bermúdez doxografo@hotmail.com poetasahogadosensuvomito.blogspot.es
Félix Ulrica everardofelipe@hotmail.com Everardo Felipe everardofelipe@hotmail.com Martín escalante.martin@gmail.com
Cynthia Moreno cynthia.moreno@cintitadenylon.com www.cintitadenylon.com Flor Bosco boscoflor@hotmail.com www.florbosco.com
¡Bienvenido a bordo! EN ESTA OCASIÓN EL VIAJE AL LABERINTO ES EN BÚSQUEDA DE LA UTOPÍA. PARA ACOMPAÑARNOS SÓLO ES NECESARIO ENVIAR A DEDALOLABERINTO@GMAIL.COM TU BOLETO:
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Uno de los principales objetivos de la educación debe ser ampliar las ventanas por las cuales vemos al mundo. Arnold H. Glasow De la inmensa necesidad de abrir el diálogo en diferentes sectores de la sociedad, surge este foro para discutir de manera crítica y propositiva problemas urgentes relacionados con la educación: los modelos educativos que se implementan en la actualidad; reflexiones en torno a la educación en México en el contexto internacional; la educación como mercado; estética y educación, entre otros temas. Conformarán el programa una serie de cinco ponencias impartidas por investigadores y expertos en la materia, que tendrán como sede la Benemérita y Centenaria Escuela Normal de Guanajuato, ubicada en Paseo de la Presa No. 56. Las ponencias se efectuarán en el horario de las 12:00 a las 14:00 horas. También se llevarán a cabo dos mesas de debate donde se discutirán los temas “La influencia de los medios de comunicación en la educación” y“Programas y modelos educativos”, con la participación de profesionales en el ámbito de la educación y estudiantes universitarios. Los debates se llevarán a cabo en el Museo Ex Convento Dieguino, ubicado en Calle Sopeña, anexo al templo de San Diego, zona centro, a partir de las 18:00 horas. La entrada a los eventos será libre y gratuita. Para mayores informes, escribir al correo electrónico: jeremias100@hotmail.com o a casadeculturagto@gmail.com FB: Casa de Cultura Guanajuato
Directorio
DIRECTOR DE CULTURA Y EDUCACIÓN MUNICIPAL José María Hernández Vallejo EDITORA Noemí Moreno Jiménez DISEÑO Georgina Fuentes Casillas ASISTENCIA EDITORIAL Juana Adriana Rocha Luna COORDINADOR DE FOMENTO A LA LECTURA Y PUBLICACIONES Juan Manuel Ramírez Palomares
Este segundo número ha sido posible gracias al apoyo de la Dirección de Extensión Cultural de la Universidad de Guanajuato, también a la colaboración de autores y entrevistados que aparecen en la revista, así como a la ayuda de quienes con sus comentarios, dudas, sugerencias e ideas enriquecen diariamente este proyecto. A todos, nuestro entrañable agradecimiento. Cada texto, ilustración y comentario es responsabilidad de su autor. Dédalo no está necesariamente de acuerdo con la opinión de sus colaboradores. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido para fines comerciales y sin la autorización de los autores y la Dirección Municipal de Cultura y Educación de Guanajuato. Se terminó de imprimir en Agosto del 2011 en los Talleres de la Imprenta Universitaria, Blvd. Bailleres s/n, C.P. 36100, Silao, Guanajuato. 1000 ejemplares.
Honorable Ayuntamiento de Guanajuato · 2009-2012 Lic. Nicéforo Guerrero Reynoso · Presidente Municipal / Carlos Ernesto Scheffler Ramos · Síndico / Gabino Carbajo Guzmán · Síndico / Luis Ignacio Gutiérrez Reyes Retana, Erika Lorena Arroyo Bello, Edgar Castro Cerrillo, Luz Alejandra Caballero Egan, Salvador Sánchez Martínez, Karen Burstein Campos, Mónica Macías Páez, José Manuel Morán Velázquez, Francisco Licea Montiel, Israel Cabrera Barrón, Ma. del Carmen Ortega Rangel, Marco Antonio Hernández Gutiérrez · Regidores / Gabino Carbajo Zúñiga · Secretario del Honorable Ayuntamiento / José María Hernández Vallejo · Director de Cultura y Educación Municipal