Separata Medellín Vive la Música #7

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EDICIÓN 7 OCTUBRE 2015

¿Cómo y dónde circula la música en Medellín? 1


ED.07

E D I TORIAL

R E PORTAJ E . Pla t a for m a s de en cu en t ro xxx. xxxx

Alcaldía de Medellín

Alexandra Peláez Botero Vicealcaldesa de Educación, Cultura, Participación, Recreación y Deporte Luis Fernando Suárez Vélez Vicealcalde de Gobernabilidad, Seguridad y Servicio a la Ciudadanía Juan Carlos Giraldo Salinas Vicealcalde de Salud, Inclusión y Familia Jesús Arturo Aristizábal Guevara Vicealcalde de Hábitat, Movilidad, Infraestructura y Sostenibilidad Wilson Enrique López Bedoya Vicealcalde de Gestión Territorial Luis Felipe Hoyos Vieira Vicealcalde de CTi, Desarrollo Económico, Internacionalización y APP

Secretaría de Cultura Ciudadana María del Rosario Escobar Pareja Secretaria de Cultura Ciudadana Ana Cecilia Restrepo Espinosa Directora Red de Escuelas de Medellín Alejandro Escobedo Forero Gerente Medellín Vive la Música Ronal Castañeda Tabares Comunicaciones Medellín Vive la Música Luz Enidia Largo Arteaga Comunicaciones Subsecretaría Arte y Cultura - Interventora

Revista Arcadia Director Juan David Correa Directora del proyecto Juliana Restrepo Dirección de Arte Mónica Loaiza Corrección Tatiana Andrade Fotografía y textos Esteban Duperly Podcast Juan Pablo Trujillo Director comercial María Alejandra Navia / anavia@semana.com Publicaciones Semana S.A. Gerente general Elena Mesa Zuleta Gerente comercial Isabel Cristina Calle Gerente de Mercadeo Liliana Sotomonte Gerente de Circulación Natalia Peinado Gerente de Innovación Iván Jaramillo Price

Plataformas para el encuentro Hablar de grandes escenarios alrededor de la música es hablar, entre otras cosas, de festivales de ciudad o plataformas para el encuentro ciudadano: grandes espacios para grandes públicos. En Medellín se están logrando manifestaciones musicales de gran formato en las que se comparten y se fomentan la circulación y la proyección de nuestros artistas a nivel local, nacional e internacional. Medellín se está proyectando como una ciudad que estimula sus propuestas musicales a partir de escenarios de exhibición, como los festivales. La cultura, de la mano del impulso turístico, se encuentra en eventos como el Festival de Tango y la tradicional Feria de las Flores, importantes eslabones en la cadena de eventos de ciudad que hace esta alcaldía. Hasta hace pocos años, la ciudad no tenía incentivos para la creación de plataformas para conciertos de ciudad. Ahora encontramos una diversidad escénica con músicas de diferentes universos musicales y generacionales, a partir de iniciativas públicas y privadas con un alto grado de gestión. Actualmente contamos con decenas de encuentros privados que con el apoyo de dineros públicos han fortalecido las agremiaciones del sector de la música, la cultura empresarial y la industria logística, que logran generar plataformas y escenarios óptimos para la exhibición artística. Se están optimizando teatros de la ciudad a partir de la reciente Ley 1493 (Ley de Espectáculos Públicos), que busca reconocer, formalizar, fomentar y regular la industria del espectáculo público de las artes escénicas. Entre 2012 y 2015 se recaudaron 5787 millones de pesos provenientes en su mayoría (97,5%) de eventos musicales, recursos que se usaron para financiar la construcción, reforzamiento, adquisición o mejoramiento de ocho espacios teatrales de la ciudad. De cierto modo, los festivales jalonan la demanda y el crecimiento de infraestructura para espectáculos en Medellín. Hace pocos años, el teatro al aire libre Carlos Vieco Ortiz era casi el único escenario para la presentación de eventos musicales de gran formato. Ahora, la ciudad se está planificando alrededor de las nuevas Casas de Música, las Unidades de Vida Articulada y las Casas de la Cultura, lugares para una Medellín con escenarios óptimos para el disfrute ciudadano. En nuestra nueva Medellín se encuentran tantas oportunidades para la producción e innovación local, con un amplio espectro de estímulos y formas alternativas de financiación, que hacen posible las manifestaciones escénicas (muchas de ellas gratamente autosostenibles), fundamentales para la construcción de la base social y los procesos de identidad cultural que buscan la ciudad y el país.

Alexandra Peláez Botero Vicealcaldesa de Educación, Cultura, Participación, Recreación y Deporte de la Alcaldía de Medellín

Gerente financiero y administrativo Felipe Albán Daza Sede: Carrera 11 n.º 77A - 65 Bogotá, Colombia PBX 6468400 ©Publicaciones Semana S.A. Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización de Publicaciones Semana S.A. ISSN: 1900-589X Printed in Colombia

Foto: Cortesía Festival de rock Comuna 6

Aníbal Gaviria Correa Alcalde de Medellín

Plataformas

de encuentro Año a año, Medellín amplía el espectro de acciones para que la música circule en toda la geografía de la ciudad. Eventos como festivales públicos y privados copan la agenda y conforman las plataformas principales de circulación. Sin embargo, el espectro de iniciativas es mucho más amplio y variado.

Po r E ste ba n Dupe rly Foto de portada: Secretaría de Cultura

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Foto: Cortesía Breakfast Club

EL FESTIVAL BREAKFEST, celebrado en el Parque Norte, en 2015, convocó a 8.250 personas.

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Suena obvio, pero la razón de ser de un músico es que alguien lo escuche. Un artista sin público, cantando o interpretando un instrumento para nadie, es un proceso incompleto. Es una paradoja similar a aquella del rayo que cae en la mitad del bosque y ninguna persona lo presencia. ¿En verdad tronó? Esta situación, trasladada a los músicos, además de paradójica, es triste: ensamblar una banda, o una orquesta, o un dueto, o un trío; componer los temas, darles forma, ensayarlos y perfeccionarlos y que al final no exista un público, o se convoque a solo un puñado de gente, es frustrante. 4

Por eso, dentro del gran esquema de producción que hoy en día se llama “ecosistema musical”, una suerte de cadena que contempla y atraviesa la formación, la creación y el consumo, resulta fundamental un eslabón que representa la última etapa: la circulación. Cuando la música circula el proceso se completa. La paradoja se deshace. El artista tiene, por fin, un público. El circulo se cierra. La música en circulación es un concepto que se extiende más allá de un CD que se vende, que luego rota de mano en mano, y que tal vez más tarde se convertirá en un archivo digital compartido en internet. En efecto, hace parte del proceso, pero esa es solo una arista, tal vez la más inmediata. En realidad, hablar de circulación es hablar de plataformas. Una plataforma de circulación es aquella serie de acciones que permiten que artista, producto y público se conecten en un solo espacio o en un mismo momento: una emisora –y mucho mejor, una emisora especializada–, un blog, o un servicio de streaming. También un circuito de bares o teatros, o una programación de conciertos. De hecho, estos últimos se convierten en plataformas aún más amplias

y generosas cuando en lugar de presentaciones singulares los artistas se agrupan para ofrecer shows múltiples, ofrecidos durante varias jornadas. En estos casos, las audiencias son numerosas y, por lo mismo, el efecto de circulación se incrementa de forma exponencial. Entre públicos y privados, mes a mes, Medellín cuenta con una agenda de festivales de música que hoy en día son eventos muy apreciados por los ciudadanos. Altavoz es, uno de los más notables: durante 3 días se reúnen bandas de 7 géneros que por lo general se asocian a contraculturas. De hecho, desde 2007, y por acuerdo del Concejo Municipal, este evento hace parte del plan de desarrollo de la ciudad, lo cual quiere decir que esa plataforma de circulación y proyección artística también está incluida dentro de las acciones que hacen de Medellín una urbe moderna. Desde su creación, en 2004, cerca de 650 artistas, entre bandas y solistas locales, nacionales e internacionales, han pasado por Altavoz. Convoca entre 15.000 y 20.000 personas por jornada –a partir de 2006 el festival dura 3 días– y deja tras de sí una estela

de impacto económico: desde los operarios de logística e infraestructura –sonido y tarima– hasta los vendedores de comida se ven beneficiados. En general, cuando la música circula en eventos donde asiste público, se genera un efecto de impulso económico para el sector de la ciudad donde se realiza, que redunda, por supuesto, en una economía más fortalecida. Lógicamente, ese mismo efecto colateral ocurre en otros festivales, como el Medellín Vive la Música, o los conciertos del Parque Cultural Nocturno que se hacen durante la Feria de las Flores. Allí, noche a noche, la plazoleta del Edificio EPM se convierte en un epicentro de cultura y diversión: un montaje donde el espacio y el mobiliario urbano se ponen al servicio de la música y sus diferentes géneros. En el festival de 2015, se escuchó desde un coro góspel hasta salsa choke. La oferta de plataformas es amplia: el Festival Internacional de Música de Medellín (Medejazz), la Temporada de Música Clásica del Teatro Metropolitano, el Festival de Música de Cámara, el Festival Internacional de Tango, más un etcétera muy generoso en geografías y géneros. A nivel privado existe Breakfast Club. Manolo Arango, su gerente, explica que bajo esa marca él y su grupo de trabajo realizan 3 eventos musicales: La Solar, un festival de un día de duración, que se realiza al aire libre 3 veces al año; el Paralelo Feria Conjunta, un circuito de bares donde confluyen plástica y música; y el Breakfest, el plato fuerte de los festivales. Con un costo anual aproximado de $1.200 millones, en la edición de 2014 convocó en el Parque Norte a 6.500 personas, y 8.250 en 2015. “Nuestro festival no es solo una tarima donde hay músicos y sonidos y bandas, sino que invertimos mucho trabajo para que sea una experiencia. La gente asiste porque quiere experimentar algo nuevo”, explica Arango. Si bien un festival como el Breakfest ha tenido cabezas de cartel como Franz Ferdinand, el foco no está en los artistas extranjeros. “Es cierto que hay que tener nombres de afuera –explica Manolo– pero definitivamente lo que queremos es generar una plataforma para la ciudad y para el país”. En la edición de 2015 se presentaron Rey Gordiflón, Árbol de ojos –un trío de música electrónica de Bogotá– y Federico Franco, de Medellín. Además de los 3 eventos grandes, Breakfast Club realiza mensualmente eventos de una sola noche. “Hemos venido trayendo muchos tipos de oferta musical. Queremos que la ciudad respire música, que la gente sienta que debe salvar

La razón de ser de un músico es que alguien lo escuche. Suena obvio pero un artista sin público es un proceso incompleto.

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EL FESTIVAL DE ROCK Comuna 6 se celebra en el Parque Juanes, en el barrio Castilla. parte de su presupuesto mensual para consumir entretenimiento musical”, concluye Arango. Al igual que Breakfast Club, al otro lado de la ciudad también hay una sombrilla que cobija a varias plataformas: se trata del Festival Zona 2, que se agita durante todo el año y tiene el punto más alto en noviembre, cuando se realizan en simultánea el Festival Internacional de Rock Comuna 6, Festival Hip 6, Castilla Festival Rock y el BigUp Reggae Fest. La Zona 2 de Medellín está conformada por las comunas Castilla, Doce de Octubre y Robledo, pero ni los artistas ni el público se limitan a ese territorio. “Los festivales los hacemos en el Parque Juanes –explica Faber Andrés Ramírez, una de las cabeza de la organización– pero también los hemos hecho en la cancha “la Maracaná” [varias cuadras hacia arriba en Castilla]. Se acaban los conciertos y uno ve el río de gente bajando, caminado hacia la autopista. Toda esa es gente de otro lado. Nos dimos cuenta de que había gente que inclusive venía de Bogotá”. Esa es una de las virtudes de los festivales: permite que músicos se acerquen a nuevos y diversos públicos. Así se genera una relación que antes no existía, y la música comienza a circular. Y, una vez más, desde una perspectiva empresarial, la economía local es alimentada por la inyección de capital que se desprende de los eventos. “No somos un festival que hace un show y ya, sino que aportamos durante todo el año a la cadena del sector de la música. Le apuntamos al tema de formación, de producción y, obviamente, a la promoción y circulación”, señala Faber

sobre el trabajo que hacen mes a mes. “Si fuéramos a costear cada uno de los festivales, solo el Comuna 6 podría costar $450 millones de pesos. Entonces hemos comenzado a generar canjes y otras formas de financiación”, cuenta Faber. Ahí es donde entran en escena los dineros públicos. Para esta oportunidad, proyectos que ellos apadrinan ganaron estímulos de la Alcaldía en fortalecimiento organizacional, creación, agenda cultural y circulación nacional. Carlos Guisao, Subsecretario de Arte y Cultura, explica que eventos similares, que no cubren toda la ciudad pero resultan muy importantes para una zona o comuna, ocurren de manera permanente en Medellín. “Todos los meses hay uno o dos eventos de pequeño o mediano formato que están activando la escena de circulación. Lo decimos por la cantidad de solicitudes de apoyo que recibe la Secretaría”. Específicamente, desde 2013 la Secretaría de Cultura Ciudadana abre una convocatoria que se llama Apoyos Concertados, donde una línea llamada “Eventos de duración limitada” cobija encuentros, ferias y actividades que se desarrollan en un lapso de un día a una semana. En los últimos 3 años se han entregado cerca de $2.000 millones en apoyos, la mayoría en la línea de duración limitada. “Es un esquema de cofinanciación –explica el Subsecretario– y significa que el evento no es absorbido por la Alcaldía sino que sigue siendo de quienes lo desarrollan. Son ellos quienes lo dimensionan, lo organizan y lo administran, pero con los dineros públicos tienen una mayor certidumbre de financiación”.

Los apoyos de la Alcaldía no se limitan a festivales. La línea de becas a circulación nacional e internacional dejó este año ocho becarios.

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La idea es adjudicar los apoyos en un ejercicio que mezcla trayectoria y procesos emergentes. Se trata de consolidar a unos y, al mismo tiempo, hacer surgir a otros. En todo caso, ningún ganador puede tener menos de 2 años funcionando. “Nos interesa la Temporada de Música que hace el Teatro Metropolitano, pero también proyectos como ‘Festival Invazion’, que es más reciente y lo hacen colectivos de músicas urbanas”, explica Guisao. Otro elemento que define los ganadores es la diversidad, “que le aporte a la agenda cultural desde el punto de vista territorial y de géneros”. Tal es el caso del Medellín Blues Festival, que se realiza desde hace 5 años y cuyo fin es acercar a la audiencia medellinense a un género que tiende a ser de nicho pero que, bien visto, es el punto de partida del rock y sus vertientes contemporáneas. Además, la idea se gestó en San Cristóbal, uno de los corregimientos del municipio. Santiago Monsalve, su creador, explica: “Este año tuvimos la oportunidad de tener el apoyo de la Secretaría de Cultura en la modalidad de Apoyos Concertados. El costeo del festival con parrilla artística internacional, logística y componentes pedagógicos, fue cercano a $120 millones de pesos”. Aunque por lo regular el Medellín Blues Festival dura 15 días, en esta edición se extendió desde el 11 de agosto hasta el 6 de septiembre; casi un mes de música circulando por distintos escenarios de Medellín, como el Teatro Lido, el

Foto: Andrés Wolf Photography.

Foto: Cortesía Festival de Rock Comuna 6

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Teatro Camilo Torres de la Universidad de Antioquia, una jornada en el parque Arví, y shows nocturnos en vivo en cafés y bares. Además, llevaron la música blues al que quizás es el auditorio más masivo de toda la ciudad: el metro. “Tuvimos la oportunidad de tocar en las estaciones durante una semana en las horas pico. Eso lo sumamos a los aforos de los teatros, de 800 o 900 puestos y que casi siempre estuvieron full, así que logramos impactar alrededor de 6.000 personas”, cuenta Monsalve. Los apoyos de la Alcaldía no se limitan a festivales. La línea de becas a circulación nacional e internacional dejó este año 8 becarios, como la Corporación Ensamble Vocal de Medellín, que irá a Alemania; o el proyecto Carambantúa, a Polonia. Esto permite que artistas o colectivos de artistas de la ciudad pueda proyectar su trabajo hacia otras geografías. Al llegar a nuevos lugares no solo se amplía su perspectiva de mercado, sino que se produce un enriquecimiento cultural y social que de otro modo sería difícil lograr. En buena medida, ese mismo estilo de “intercambios” de circulación son los que consigue el FICIB, Festival Internacional de la Canción Itinerante. Uno de sus responsables es el músico Andrés Correa, director de la Fundación Barrio Colombia, compuesta por músicos que arman circuitos y toda clase de proyectos que ayudan a circular la música que ellos producen. “La iniciativa surgió hace 8 años entre músi-

EL FESTIVAL INTERNACIONAL DE LA CANCIÓN ITINERANTE, organizado por la Fundación Barrio Colombia.

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cos de Bogotá y Medellín. Nos encontramos en un principio Alejo García y yo, y comenzamos a hablar de la manera de intercambiar lo que teníamos: un contacto en radio, en una emisora, en un bar”, explica Correa. Luego se sumaron Pala, Alejandro Gutiérrez, Paula Ríos y otros. La idea principal de Barrio Colombia es compartir públicos. El festival sucede una vez al año, durante la segunda semana de septiembre, y desde hace algunas ediciones están integrados dentro de la programación de la Fiesta del Libro y la Cultura. Además, hacen presentaciones en otras salas alternas. “Todo el año tenemos actividades relacionadas con la circulación, aunque no sean propiamente del Festival”, apunta Correa. Un par de años han ganado Apoyos Concertados de la Alcaldía, pero también operan con dineros de Ibermúsicas. Por su parte, como sello discográfico, Música Corriente reúne bajo un solo esfuerzo a Parlantes, Gordo’s Project, Mr. Bleat, Goli, Metropolizón, Nuevo Coyote y Billy Taller 7, agrupaciones de géneros distintos pero unidas, como ellos mismos lo definen, “por la afinidad estética”. Operan bajo un cierto esquema de cooperativa, donde las bandas que tienen más fortaleza generan recursos que se usan para poner a circular a otras que están empezando. “Con la plataforma que ofrece la disquera podemos llevar los discos a prensaje y a circulación en formato físico como digital”, explica Alejandro Bernal, de Mr. Bleat. “También le apostamos a participar en eventos un poco arriesgados –cuenta José Villa, una de las cabezas del sello– como una gira por pueblos del Suroeste y sus teatros emblemáticos. Puede que eso llame más la atención que tocar en el bar de moda”. Además, realizan eventos propios de lanzamientos y otros proyectos distintos: recientemente se embarcaron en un proyecto que suma artistas plásticos y escritores, quienes colaboraron en una colección de “discos objeto”, próxima a salir, y harán un énfasis importante en los videos como herramienta de difusión y circulación. Todo evento o esfuerzo que permita que la música y los géneros circulen es importante porque, de otro modo, muchos artistas no tendrían ni lugares ni momentos para mostrar lo que hacen. El Teatro Metropolitano, por ejemplo, realiza el Festival de Jazz Universitario que convoca agrupaciones aún en formación. “Es una plataforma musical donde ponemos el escenario del teatro para agru-

Foto: Cortesía Teatro Metropolitano

R E PORTAJ E . Pla t a for m a s de en cu en t ro

Todo esfuerzo que permita que la música circule es importante porque, de otro modo, muchos artistas no tendrían lugares para mostrar lo que hacen.

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UNA DE LAS PLATAFORMAS musicales más importantes de la ciudad: la Temporada de Música Clásica del Teatro Metropolitano de Medellín.

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Foto: Cortesía Metro de Medellín

EL FESTIVAL DE BLUES MEDELLÍN salió este año a las estaciones del metro de la ciudad en horas pico.

paciones de estudiantes de música que tienen formación jazzista”, explica María Patricia Marín, directora ejecutiva del teatro. También han tenido ciclos de tunas, coros, coros góspel, tango, ópera y zarzuela. Muchos cantautores –como Pala, que hizo un concierto acompañado por una orquesta sinfónica– han hecho shows en ese escenario. Si un espacio como ese, o el Pablo Tobón Uribe, no existiera, muchos de estos actos quedarían huérfanos, pues los teatros son los lugares idóneos y tecnicamente equipados para este tipo de presentaciones. A partir del año próximo la oferta de auditorios será todavía más amplia. “Las UVA [Unidades de Vida Articulada] tienen nuevos escenarios que se convertirán en lugares para conciertos”, explica María del Rosario Escobar, Secretaria de Cultura Ciudadana, quien añade: “En la Casa de la Música que quedará en Guayabal, vamos a tener el auditorio técnicamente mejor dotado en infraestructura pública. No hemos tenido un auditorio de esa calidad hecho con recursos públicos”. Por lo pronto, desde la sala del Teatro Metropolitano –cuyas características técnicas fueron concebidas para presentar música– se pone a circular en la ciudad una agenda internacional muy cuidada y nutrida: 12 conciertos internacionales de música clásica, además de 6 conciertos didácticos familiares –una iniciativa muy emparentada con la formación de públicos–. También, anualmente, se hace una producción propia de ópera para niños donde participan los maestros de canto lírico y la orquesta de la Universidad de Antioquia. “Intentamos que en nuestras producciones estén nuestros músicos locales más destacados”, señala la directora. La Orquesta Filarmónica de Medellín tiene su cede allí, y su Academia Filarmónica se convierte en espacio de práctica y circulación para intérpretes jóvenes de música 10

clásica. Además, las agrupaciones de la Red de Escuelas de Música de Medellín se presentan a menudo en el Metropolitano. “La Temporada Internacional de Música Clásica nació y se ha sostenido gracias a 6 empresas privadas –explica Marín– pero en los 2 últimos años hemos tenido una participación muy activa de la Secretaría de Cultura. En Apoyos Concertados hay un apoyo decidido a la temporada y al Concierto Estelar, que es un evento que trae a una figura ‘clase A’ mundial”. La pregunta que a menudo surge en sociedades donde problemas aún muy básicos, como el desempleo o la pobreza, continúan sin resolverse a fondo es: ¿para qué invertir en cultura? Por lo general, la discusión orbita en torno a solucionar lo más urgente y lo más notable, y de ese modo se establece una escala de prioridades donde otros elementos –que también configuran una sociedad próspera– comienzan a postergarse. Entre ellos, algo que en apariencia siempre puede dar espera son las manifestaciones artísticas, que asociamos a momentos de diversión y ocio, y por lo tanto, no entran en la categoría de los urgentes. Pero resulta que el arte opera como una cura. La música, en particular, ayuda a elevar el estado de ánimo de las poblaciones. De un concierto, por lo general, la gente sale sintiéndose mejor. Medellín, además, tiene una vocación musical muy fuerte. “Todos recordamos cuando éramos jóvenes y nos sobraba energía y poníamos música y bailábamos solos en el cuarto. Si eso nos pasa, y nos pasa juntos, y nos pasa en la calle, tiene un valor muy grande. Eso es disfrute colectivo”, reflexiona la Secretaria de Cultura Ciudadana. Que existan plataformas de circulación permite que se cierre el circulo: que los artistas tengan un público, que tengan una razón de ser. Pero también, en una esfera paralela, permite que los habitantes de una ciudad tengan dónde ir a buscar y encontrar aquello que les hace tanto bien.

OPIN IÓN . Faber A n drés Ra m írez

Pequeños formatos que impulsan la música Po r F a be r André s Ra míre z F unda do r y dire c to r de l Fe stiva l Inte rna c io na l de Ro ck Com una 6.

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esde hace algunas décadas, la ciudad de Medellín ha sido territorio musical, diverso, complejo, comprometido con temas sociales, y en algunos casos coaptado por el afán de agradar. Durante los noventa, en los “zafarranchos”, en los conciertos en bares o terrazas de las casas, en los “parches” al aire libre del Teatro Carlos Vieco, en Monterrey, en la Feria de Ganado o en casas desocupadas de algún barrio de la ciudad, se construían historias que hoy se recuerdan con nostalgia. El Punk y el Metal eran los abanderados de los “parches”. La consigna era “hazlo tú mismo”, sin pretensiones de llenar estadios, sin recursos y sin internet. Y cómo olvidar, además, los “video conciertos”, que por momentos nos hacían soñar con esas posibilidades lejanas de experimentar un show en vivo. Sin embargo, más allá de recordar e intentar comprender o justificar los cambios, avances o desaciertos en el auge de festivales y eventos musicales de la ciudad, debemos reflexionar sobre varias cosas. Primero: lo que siempre ha estado en juego en los festivales de la ciudad son las músicas divergentes. Una estética diferente, como la del Punk; un sonido que protagoniza una armonía, como la del Metal; crónicas no autorizadas, como las del Hip-hop; y una espiritualidad no hegemónica, como la del Reggae. Lo segundo es que debe abrirse el espacio para reconocerse, para disfrutar, para decretar un receso de una ciudad o de un modelo de vida que podría perder sentido. La tercera reflexión es también muy importante: es necesario abrirse y comprender a otros ciudadanos que hacen parte de un “viejo mundo”, el mundo imperante de una estética y unos sonidos no se deben negar o evadir. Antes de que hubiera una red tan fuerte de festivales, y una ciudad que les abriera espacio, ya habían pequeños grupos y redes intermitentes, construidas por ellos mismos, que decían que la vida podía ser diferente, que la importancia era otra. Por lo mismo, el Festival Internacional de Rock Comuna 6 ha estado abierto a todo el territorio y en diálogo con todos. Lo que este festival ha hecho en formación de públicos quizá solo se equipara con algunas cosas que han logrado el Festival de Poesía o las Bibliotecas de Comfenalco. Pero además, este puente, este diálogo ciudadano, aclama que otra vida es posible, otra estética es respetable y que lo que está establecido no es inamovible. La realidad no es suficiente.

“Este puente, este diálogo ciudadano, aclama que otra vida es posible, otra estética es respetable y que lo que está establecido no es inamovible”.

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O M Ó C ¿

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A Z I N A

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UN F

¿DE QUÉ ES EL FESTIVAL?: Es importante que haya una unidad temática como el género o la procedencia de los artistas para filtrar la convocatoria. A Rock al Parque se inscriben anualmente más de 300 bandas distritales.

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ZONA DE COMIDAS

CURADURÍA: Esa es la labor de los jurados. En Salsa al Parque hay una calificación cualitativa y cuantitativa de técnica de calidad musical. Un festival como el Petronio Álvarez selecciona alrededor de 30 agrupaciones.

MONTAJE: Instalar la tarima, el sonido, las luces e ingresos, toma cerca de una semana. Para organizar un festival como el Petronio Álvarez se necesitan 10 días de montaje, en el que participan aproximadamente 200 personas. Desmontar el montaje del festival Altavoz toma hasta 5 días.

Fuentes consultadas: Yamileth Cortés, coordinadora de comunicaciones del equipo organizador del Festival Petronio Álvarez. Bernardo Mejía, integrante de la junta directiva de Fun12 (Fundación organizadora del Festival Mono Nuñez). Giovanna Chamorro, gerente de música Música de Idartes. Luis Grisales, director artístico de Altavoz. Reportería: Jhonny Rodríguez.

LUGAR: El espacio para organizar un festival de música debe conjugar variables como lugar, acústica, vecindad, y zona de servicios.

IN FOG RAF ÍA

CONVOCATORIA: Usualmente comienza 10 o 9 meses antes del evento. Esta es la génesis del cartel que más tarde tocará. En festivales como Altavoz el proceso de convocatoria comienza con casi 200 bandas y termina con 28 seleccionadas.

ORGANIZACIÓN: Necesidades como transporte, alimentación y equipos técnicos. En el festival Mono Núñez cerca de 500 personas, entre electricistas, luminotécnicos, ingenieros de sonido, y jefes de tarima, participan como parte de la logística.

REQUISITOS: Un festival requiere de permisos de la Secretaría de Espacio Público, si es en lugar público, un permiso de Sayco y Acinpro, una póliza de seguros (que puede costar entre $500.000 y $1.000.000). La presencia de la Cruz Roja o Defensa Civil, que cuesta cerca de $2.600.000 el día, y la compañía de la Policía Nacional.

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C rón ic a . O tras pl a t a fo r ma s Foto: Yojan Valencia

Crónica. Prog ra m a ci ón a ca dém i ca

Programación académica: la otra cara de los festivales.

Otras plataformas

Teatros, conciertos y festivales son las plataformas de circulación musical más notables. ¿Qué sucede en internet y en niveles más independientes?

Aquí suena Medellín” es un proyecto de la Secretaría de Cultura Ciudadana en convenio con la Revista Música y la USM (Unión del Sector Musical). A la fecha es la plataforma de circulación pública digital más importante de la ciudad. Funciona desde 2013 y allí es posible encontrar no solo los artistas sino los lugares –bares, cafés, restaurantes y discotecas– que quieren circular y promover la música independiente. Incluso hay lugares cuya música proviene exclusivamente de esta plataforma. Este tipo de proyectos ayudan a cerrar la distancia entre productores y consumidores. Sin embargo, tanto María del Rosario Escobar, Secretaria de Cultura Ciudadana, como Carlos Guisao, Subsecretario de Arte y Cultura, concuerdan que, al menos desde lo público, el terreno virtual aún no se ha explotado a fondo en cuestión de circulación. “Falta conectar la tarima con el dispositivo de reproducción. Si un grupo me gustó en la tarima, poder descargarlo luego y escucharlo en casa. Ahí tenemos una brecha”, expresa la Secretaria. Por su parte, Carlos Guisao apunta: “Ahí hay espacio para crecer. Ese precisamente es uno de los retos de Medellín Vive la Música: el sitio se está renovando para albergar contenidos que permitan reconocer la escena local”. Por lo pronto, buena parte de las plataformas de circulación virtual que operan en la ciudad responden a esfuerzos independientes de melómanos y bloggeros en varios niveles de organización. Una búsqueda en Google arroja resultados desde música celta –celtamedellin. blogspot.com.co– hasta tangos, boleros y cuerdas –lascancionesdelabuelo.blogspot.com.co–. En el medio, por supuesto, está todo aquello emparentado con el rock. En sonidosanonimos.tk se encuentra abundante material de bandas autogestoras, que nunca han producido un disco, en géneros como Punk, Hardcore e Industrial.

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Para muchas bandas las plataformas virtuales son su ventana al mundo. Cuántos usuarios, descargas o movimiento generan esos blogs es muy difícil de medir; allí influyen variables como fechas de publicación y frecuencia de nuevas entradas. Pero, si se quiere tener un asomo de idea, un blog tan underground como “Los sonidos del chachafruto” ha acumulado 67.800 visitas en 13 años de funcionamiento. En un nivel superior, y mucho más organizado, se encuentra HagalaU, “una plataforma de gestión y de circulación de la música de la ciudad y del país”, al decir de Santiago Arango, uno de sus creadores. Por allí circulan géneros como Metal, Punk, Ska, Reggae, Rap, la salsa urbana, música celta y canción de autor. Tienen varios programas radiales desde emisoras como Cámara FM, Universidad de Antioquia y UN Radio. Además, emiten HagalaU Radio, que se reproduce desde TuneIn en 24 horas continuas de música, entrevistas, conciertos y reseñas de discos. Desde HagalaU también funciona un sello discográfico y un evento llamado “El bazar de la música”, que por lo regular se hace en el teatro Matacandelas. “Va gente de medios independientes, de festivales del departamento, realizadores audiovisuales, ensayaderos. Se reúnen a todos los actores del circuito y eso permite la circulación”, explica Arango. También está el Festival Hertz, donde suena música independiente y pone el foco en la propuesta artística. Todas estas plataformas alternativas permiten que, bien sea desde el nivel más underground, los artistas tengan espacios –virtuales o físicos– donde presentarse, circular, hablar de ellos y ofrecer sus canciones. En una sola frase: aportarle al repertorio sonoro de una ciudad que continuamente explora nuevos canales y vías para descubrir a sus artistas y la música que producen.

Los festivales de música robustecen sus programaciones con eventos, académicos, sociales y empresariales que, en Medellín, aportan muchos elementos que ayudan a consolidar el cluster musical.

Po r M a nue la L o pe ra

E

n los festivales de música, la programación que tiene que ver con la agenda, más allá de los conciertos, está constituida por ruedas de negocios, seminarios, talleres, visitas, workshops y otros escenarios en los que el intercambio de conocimiento es clave. “Todo apunta a consolidar un proceso integral, que no se queda solamente en los showcases. Los organizadores han sido inteligentes porque están reunidos todos los actores en un mismo lugar”, asegura el periodista musical Juan Carlos Garay, quien explica que entendieron el valor de ‘sacarle el jugo’ a tantos actores, durante varios días. Alejandro Escobedo, gerente de Medellín Vive La Música, lo explica así: “Tratamos de que el intercambio sea completo, que quienes asisten se empapen, que conozcan la ciudad”. Un objetivo es salirse de la dinámica clásica de los músicos que se bajan del avión, tocan y se van; en cambio, se trata de aprovechar al máximo la presencia de figuras estratégicas y así fortalecer el ecosistema musical. “La idea es que los maestros transformen, que muchachos en proceso puedan compartir con ellos y escuchar sus anécdotas”, señala Escobedo. Tal es el caso del Festival Internacional de Música de Medellín, un evento que va por la octava versión. Cada año trae una oferta de renombre internacional. Durante esos días, se programan clases maestras donde jóvenes músicos tienen contacto directo con solistas y directores de primer nivel. “Las actividades formativas son un mecanismo de interacción con los protagonistas del festival. Es importante recalcar que estos espacios acrecientan cada año su número de asistentes”, asegura Gustavo Navarro Soto, coordinador de la Academia Filarmónica de Medellín (Filarmed). En cada mercado, la convergencia de expertos se convierte en un caldo de cultivo ideal. Allí se dan cita músicos, periodistas, programadores, agentes y empresarios, todos en disposición de generar acuerdos. Gracias a estos eventos,

una agrupación local puede reunirse una misma tarde con el vicepresidente de Warner México o con el representante de Putumayo Records, por ejemplo. Encuentros que antes eran impensables para proyectos emergentes. “Ahí radica la importancia de estos eventos. Son oportunidades que sirven como termómetro y como indicador de aspectos que hay que reforzar”, dice Juan Carlos Garay. En el Festival Medellín Vive La Música, que se celebra al final de año, se realizará el segundo seminario de periodismo musical con la presencia de la Red Iberoamericana de Periodistas Musicales. “El año pasado nos reunimos colegas de distintos países que reflexionamos sobre cómo está el oficio en un contexto internacional. De ese seminario surgió la idea de crear la Red de Periodistas Musicales de Latinoamérica”, asegura Garay. También se desarrollará un seminario sobre gerencia de empresas musicales en el que se reforzarán temas de gestión, marco legal, comunicaciones, management y booking —en módulos de 3 días—, y que contará con expertos de la talla del colombiano Diego Maldonado y el uruguayo Gabriel Turielle. Dentro del Festival, se realizará el Séptimo Comité Ejecutivo de la Unidad Técnica de Ibermúsicas (plataforma multilateral de cooperación internacional dedicada a las artes musicales integrada por 9 países latinoamericanos) y el Noveno Comité Intergubernamental. Estos espacios, sumados entre otros eventos al Seminario Internacional de Pedagogías de la Música, o el Congreso Internacional para Bandas, sin duda enriquecen el quehacer musical y apuntan al fortalecimiento colectivo de la propuesta. Gustavo Navarro, de Filarmed, dice que ayudan a abrir el escenario musical de Medellín al mundo. Por su parte Octavio Arbeláez, director de Circulart, lo explica así: “La influencia de figuras es muy importante tanto en lo creativo, como en su papel inspirador. Una charla puede iluminar caminos para el emprendimiento o para una carrera artística”. 15


Foto: Presentación en el Teatro Lido. Archivo personal de Leonardo Nieto.

Me m or ia . P ri m e r Fe s t i v a l In t e r n a c i o n a l d e Tang o d e Med el lí n

Memoria En octubre de 1968, un vuelvo procedente de Argentina trajo a una delegación de tangueros para asistir al Primer Festival Internacional de Tango de Medellín; una iniciativa de Leonardo Nieto, un argentino afincado en la ciudad desde hacía años. En ese avión, que aterrizó en el mismo aeropuerto donde se había accidentado Gardel, venían figuras como Susana Rinaldi, Tito Reyes, el Cuarteto del Centenario, Alberto Podestá, y el mismísimo Aníbal Troilo. El cartel entero sumaba algo más de 70 artistas. Con el apoyo de la Embajada Argentina y la Federación de Cafeteros, se realizó aquel año ese primer festival que, desde la Plaza de Toros La Macarena y el Teatro Lido, sin duda fue el precursor de muchos otros eventos musicales que se realizarían.

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