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Los públicos de la música en Medellín
EDICIÓN 9 NOVIEMBRE 2015 1
ED.09
E D I TORIAL
Alcaldía de Medellín Aníbal Gaviria Correa Alcalde de Medellín Alexandra Peláez Botero Vicealcaldesa de Educación, Cultura, Participación, Recreación y Deporte Luis Fernando Suárez Vélez Vicealcalde de Gobernabilidad, Seguridad y Servicio a la Ciudadanía Juan Carlos Giraldo Salinas Vicealcalde de Salud, Inclusión y Familia Jesús Arturo Aristizábal Guevara Vicealcalde de Hábitat, Movilidad, Infraestructura y Sostenibilidad Wilson Enrique López Bedoya Vicealcalde de Gestión Territorial Luis Felipe Hoyos Vieira Vicealcalde de CTi, Desarrollo Económico, Internacionalización y APP
Secretaría de Cultura Ciudadana María del Rosario Escobar Pareja Secretaria de Cultura Ciudadana Ana Cecilia Restrepo Espinosa Directora Red de Escuelas de Medellín Alejandro Escobedo Forero Gerente Medellín Vive la Música Ronal Castañeda Tabares Comunicaciones Medellín Vive la Música Luz Enidia Largo Arteaga Comunicaciones Subsecretaría Arte y Cultura - Interventora
Revista Arcadia Director Juan David Correa Directora del proyecto Juliana Restrepo Dirección de Arte Mónica Loaiza Corrección Tatiana Andrade Fotografía y textos Esteban Duperly Podcast Juan Pablo Trujillo Director comercial María Alejandra Navia / anavia@semana.com Publicaciones Semana S.A. Gerente general Elena Mesa Zuleta Gerente comercial Isabel Cristina Calle Gerente de Mercadeo Liliana Sotomonte Gerente de Circulación Natalia Peinado
Formación de públicos, una apuesta por la ciudad Para brindar el acceso a teatros, parques y museos de la ciudad, la Alcaldía de Medellín ha adelantado la estrategia de formación de públicos que incentiva el disfrute de los eventos y actividades culturales en la ciudad a través de diferentes expresiones de las artes escénicas. En convenio con teatros y entidades culturales, brindamos accesibilidad a los habitantes de Medellín de estratos socioeconómicos 1, 2 y 3, reciben subsidio para ingresar en forma gratuita a estas actividades culturales. Entre 2012 y 2014 (falta la compra de 2015 que se hará en diciembre) la Secretaría de Cultura Ciudadana compró 2.926.777 boletas para facilitar a los ciudadanos el ingreso permanente a museos, parques y teatros de la ciudad, en esta adquisición se invirtieron 16.967 millones de pesos. En este mismo periodo, y como parte de su estrategia de formación de públicos, la Secretaría adquirió 14.161 boletas para brindar acceso a eventos y funciones especiales con una inversión de 660 millones de pesos. La inversión total en boletería al 31 de octubre de 2015 es de 17.627 millones de pesos que permitieron el ingreso a espacios y eventos a 2.940.938 personas. Esta estrategia de convenios con museos, teatros, centros de espectáculos y también productores de eventos ofrecen diversidad de la agenda cultural y educativa en la ciudad. Acceso a actividades de danza, artes escénicas, exhibiciones de arte y ciencia, exposiciones y conciertos musicales. De manera específica la inversión en compras de boletería para eventos de la música fue de 1.769 millones que corresponden a 43.746 boletas Hablamos de Formación de Públicos que como un programa de la Secretaría de Cultura Ciudadana trabaja para crear en Medellín un público cada vez más bien formado y dispuesto a acompañar propuestas culturales y artísticas.
María del Rosario Escobar Pareja Secretaria de Cultura Ciudadana
Gerente de Innovación Iván Jaramillo Price Gerente financiero y administrativo Felipe Albán Daza Sede: Carrera 11 n.º 77A - 65 Bogotá, Colombia PBX 6468400 ©Publicaciones Semana S.A. Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización de Publicaciones Semana S.A. ISSN: 1900-589X Printed in Colombia
Foto de portada: Secretaría de Cultura
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La otra mitad
del espectaculo ¿Cuál es la receta para convocar? ¿El éxito masivo solo depende de las producciones comerciales mientras que lo artístico parece condenado a la minoría? Un vistazo a los públicos de Medellín —sus gustos y contradicciones— y a los programas de formación.
Po r E st e b a n D u p e r l y
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El riesgo siempre será una moneda de dos caras que se tira al aire cuando se organiza o promueve un espectáculo. Cómo lograr que artistas y público se conecten es un viejo conflicto. Para resolverlo, a menudo surge un tercero que visibiliza, señala, e intenta, a su manera, persuadir a una audiencia poco definida, como ocurre casi siempre con la música en Colombia. Los medios de comunicación, los programas pedagógicos del Estado, los festivales y los compilados musicales gratuitos, las redes sociales y en general un sin número de actores, son los encargados de posibilitar que un artista pueda encontrar su público. No siempre es fácil, y quienes hacen música saben que uno de los secretos es la perseverancia, el ofrecerse de la misma manera para 50 o para 1.000 personas. “La incorporación de algunos mensajes artísticos necesita ciertos procesos de formación –explica María del Rosario Escobar, Secretaria de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín– de modo que es necesario presentarle a la gente, de una forma intencionada, distintos lenguajes y procederes para que en esa diversidad puedan identificar qué les gusta. Y entender que en esa búsqueda hay un placer muy grande”. En efecto, no se trata de moldear o intervenir gustos, o tratar de aleccionar una masa para que aprecie –o no– una estética, sino de ayudar a que las personas conozcan mejor una obra y de ese modo lleguen a valorarla. Es un proceso donde gana el artista y el espectador. Escobar habla, por ejemplo, de una suerte de rituales que a veces pueden resultarnos un tanto ajenos. “Uno no nace listo para estar dos horas en silencio ante un programa musical”, reflexiona. Desde esa óptica, la Secretaría de Cultura Ciudadana desarrolló un programa de formación de públicos en donde la intención principal –y genuina– es dotar a las audiencias de la ciudad de las habilidades suficientes para exponerse ante discursos estéticos de diversos calibres. Como anota Carlos Guisao, Subsecretario de Arte y Cultura, “para valorar esos discursos la gente tiene que tener conocimiento y capacidades”. En el país existen varias iniciativas similares. Basta ver a la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá, particularmente activa en funciones pedagógicas de teatro para niños. La Filarmónica de Bogotá también ofrece conciertos didácticos. La Cinemateca del Caribe hace talleres de apreciación en conjunto con el Ministerio de Cultura. Y la Universidad Nacional, a través de las oficinas de divulgación cultural, tiene planes de cultura que incluyen programas de formación y se ejecutan en distintas sedes. 4
La formación de públicos también tiene que ver con el consumo. Cuando hablamos de música entramos en el ámbito de los géneros, donde unos tienen más arrastre que otros. Tal vez los más comerciales no necesiten mucho esfuerzo, pero si dirigimos la mirada hacia espectros menos masivos, e incluso caminamos hacia la experimentación, o hacia lo ortodoxo y clásico, nos daremos cuenta de que se requiere mucho trabajo para sumar una buena audiencia. No se trata de pretender que todo género tenga un público multitudinario, pero sí que la gente acepte propuestas que no son usuales y, de paso, se libere de estigmas y prejuicios, como sucedió en el festival Altavoz, donde personas que jamás habían escuchado a ciertos sonidos o estéticas, bajaron la guardia y trataron de entender de qué se trataba.
REPORTAJE. L a o tra m i tad d el esp ectáculo
CONCIERTO DE HALLOWEEN de la Orquesta Sinfónica Inicial de la Red de Escuelas de Música.
En buena medida esto se ha logrado con una apuesta que hizo la Secretaría de Cultura Ciudadana, donde se facilita la entrada a presentaciones artísticas por medio de una estrategia de adquisición de boletas, que luego se entregan sin costo a la ciudadanía bajo criterios que se ajustan a los objetivos del programa Formación de Públicos. Esto, sin duda, ha dinamizado la asistencia a espectáculos tan diversos como danza contemporánea o exhibiciones en el Museo de Arte Moderno. En la música, Formación de Públicos cobija desde lo sinfónico hasta lo popular. “Entendimos que en la compra de boletería hay una estrategia importante de sostenimiento de las instituciones culturales grandes”, complementa Escobar. Solo en el Teatro Metropolitano, durante 2014, 3.900 personas accedieron a la programación musical luego de que la Secretaría de Cultura invirtiera cerca de 120 millones en
boletería. En 2015 la cifra se amplió a 163 millones, que debe cobijar a 5.000 personas. Sin embargo, el tema de la gratuidad abre la puerta para un debate mucho más amplio. Si bien el fin de la estrategia fue derribar la barrera económica para que la gente asista a eventos artísticos, se generó una suerte de incentivo perverso que nadie anticipó: el público se volvió cómodo y se acostumbró a no pagar. Aparentemente la asistencia quedó supeditada al subsidio, y eso preocupa a los gestores culturales y a los empresarios de espectáculos privados. Desde un cantante de bar hasta el director de un gran teatro manifiestan la misma inquietud. Carlos Guisao, Subsecretario de Arte y Cultura, explica la dimensión del tema: “No se trata de renunciar al ejercicio de comprar boletería o de desaparecerlo, sino del balance 5
UNA JORNADA DE Formación de Públicos en el Teatro Pablo Tobón apoyada por Medellín Vive la Música. indispensable en esa intervención. Si el asunto se resuelve solamente facilitando el acceso, si el mensaje solo es ‘la Alcaldía ya pagó por usted’, la estrategia se quedará incompleta”. Guisao se refiere a que al subsidiar entradas las personas efectivamente pueden ingresar al teatro, pero si adentro su experiencia no cambia, en últimas no pasará nada. El reto es enseñar a valorar el contenido de la apuesta artística. “Si no ayudamos a esa valoración, en el fondo estamos diciendo que eso es gratuito porque no vale mucho”. Lo que se propone es un juego compartido: accesos sin costo acompañados de voluntad ciudadana para pagar por una boleta. El ejercicio apunta más a dinámicas familiares donde los niños no paguen pero los padres sí. También a ofrecer beneficios para jubilados, discapacitados o población vulnerable. Pero de cualquier forma, el nervio del programa de formación de públicos no está en regalar entradas, sino en ayudar a que se conozcan las propuestas culturales que circulan en la ciudad, que la gente cuente con herramientas para disfrutarlas y valorarlas, y también, que se aventure a lo que le resulta desconocido. “Si nuestros eventos tienen el propósito de formar –reflexiona Guisao– eso nos pone en la tarea de correr riesgos. No necesariamente lo que los públicos están acostumbrados a escuchar o a ver es lo que debe proponer la agenda cultural. Debemos correr riesgos con trabajos que no son de corte masivo”. El tema grueso tiene mucho que ver con generar mecanismos para que la gente amplíe sus inquietudes en una ciudad que, aparentemente, no se entrega con facilidad a lo nuevo.
Tanto el director del tradicional y céntrico Teatro Pablo Tobón Uribe, como el director de la Z Urbana –una emisora de FM que transmite reggaetón, Dancehall y R&B – coinciden en algo: el público de Medellín es conservador, le gusta escuchar lo que ya conoce; lo que otros ya han validado. Sergio Restrepo, a la cabeza del Pablo Tobón Uribe –un escenario que en funciones musicales puede llegar a convocar 100.000 espectadores al año– lo expresa así: “Las personas buscan certificaciones muy potentes del mercado. Lo que ya triunfó en el mundo. El teatro solo se llena en eventos muy comerciales, o de un sello internacional muy alto”. Desde la otra esquina, Gabriel Mauricio Muñoz –Dj MixTime, Director de la Z– dice: “Yo no estreno nada. Espero. Los nuevos lanzamientos de Billboard solo los programo cuando veo que empezaron a ascender. Solo cuando ya hay un referente y la gente sabe que es bueno, los empiezan a pedir”. A mitad de camino entre ambos está Juan José Arias, Director Ejecutivo de Cormacarena, una entidad que opera un centro de espectáculos que antes solo funcionaba como plaza de toros y que hoy, con 25 eventos musicales al año, puede llegar a mover 200.000 personas: “El paisa, y eso es algo que no sucede tanto en otras regiones, es un público muy conservador. Aquí viene Camilo Sesto y llena La Macarena. ¿Por qué? Por lo que hizo hace 20 años. Aquí viene Ana Gabriel cada año y llena. Miriam Hernández llena, y si miras qué tiene hoy en el mercado, es muy poco. Yuri en el último año no ha hecho nada pero canta La maldita primavera y se cae La Macarena”. El teatro de la Universidad de Medellín, con 1.702 sillas, llena su aforo
“No necesariamente lo que los públicos están acostumbrados a escuchar o a ver es lo que debe proponer la agenda cultural”.
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REPORTAJE. L a o tra m i tad d el esp ectáculo
cuando programa artistas como Diego el Cigala, Paloma San Basilio, Santiago Cruz o Bajo Fondo. En otros espectáculos la entrada apenas se eleva a 400 o 500 asistentes, aún con boletería sin costo. Por su parte, Lina Isabel Castaño, Directora de Casa Teatro El Poblado, expresa: “El púbico de Medellín es un misterio muy grande. Yo todos los días me hago preguntas sobre eso. Siento que es un público que no se arriesga a escuchar; necesita muchos referentes para poder llegar a comprar una boleta y entrar a un teatro. Acá hemos tenido músicos excepcionales extranjeros pero poca asistencia”. Sergio Restrepo también explica el fenómeno desde otra arista: “Hay gente que tiene una nostalgia muy grande y ese es un público muy potente para el tango, la salsa y el porro”. Se refiere, en especial, a una de las tres líneas de espectáculos musicales que desarrolla el teatro que dirige. Las otros dos son la música clásica y lo que él denomina “nuevas cartografías”, donde caben espectáculos como Cimarrón, que son llaneros, o Jorge Velosa, y también bandas de los ochenta y noventa aún vigentes, como 1280 almas o Estados Alterados. “Eso convoca bastante, pero no es suficiente”. Aquí surgen preguntas: ¿Qué hacen los operadores y gestores culturales para convocar públicos? ¿Qué motiva su programación? “El Pablo Tobón propone la agenda. El curador de la programación es el mismo director –expresa Res-
trepo–. Prefiero traer a un artista desconocido para la ciudad, y así cumplo la misión del teatro de abrirle la mirada, o el oído, o el gusto al público”. El Teatro Metropolitano también se la juega por ser quien propone. Explica Juan Carlos Mazo, Director de Comunicaciones: “Es una propuesta a la ciudadanía. Nuestra programación atiende a una apuesta por una serie de expresiones contemporáneas y clásicas. Creemos que entregarle a la ciudad una programación de alto nivel nacional e internacional es nuestro deber”. En otros niveles, la capacidad de proponer nuevas alternativas al público está mediada por las cifras del negocio. Si bien Cormacarena no crea su propia programación musical, sí acoge la programación de los empresarios de eventos y conciertos. Su director plantea: “En una locación con capacidad para 12.000 personas es muy difícil proponer. Si la locación se abre para otras propuestas cuesta demasiado dinero y ¿quién se va a arriesgar? Por lo general aquí solo puede llegar el consolidado”, afirma. Y concluye: “La manera como se arriesga en este negocio es con el telonero. El telonero es una manera de madurar al público”. Sin embargo, si se quiere pensar en una masa heterogénea y difícil de definir es el público. De entrada ni siquiera podría hablarse en singular: hay que referirse a los públicos. Los de la música clásica, los de la tropical, los del reggaetón,
¿Qué hacen los operadores y gestores culturales para convocar públicos? ¿Qué motiva su programación?
LOS OPERADORES culturales de la ciudad hacen el trabajo de proponer una agenda musical arriesgada.
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los de la electrónica, o los que asisten a funciones sinfónicas a un teatro o a las discotecas de la zonas rosa de Manrique, Buenos Aires, Castilla y Robledo, donde se le toma el pulso a los géneros más urbanos. Para los empresarios, el trabajo de promover un artista en la ciudad a menudo se hace con la audiencia radial. Esa, de algún modo, es su manera de formar el público, aunque en este caso se trata de “crear un ambiente” que permita que el negocio sea rentable. De cualquier forma, la labor educativa siempre está rondando sin importar el interés. Finalmente un público enterado sabe apreciar lo que escucha y, por ende, consume más. Mauricio Muñoz, de la Z Urbana, explica: “Yo no puedo llegar a decirle al público, sobre todo en los estratos populares que son quienes más consumen radio, que una canción nueva de Hip-hop se la voy a mostrar sin argumentos. Yo le tengo que explicar por qué se las estoy mostrando: quién la escribió, quién la produjo. Tengo que soportarle y sustentarle a los oyentes por qué esa canción está sonando en la programación”. Se trata de cautivar mientras se educa. En esa tarea pedagógica surgen actores desde todos los costados. El grupo Interdis, de la Universidad Nacional sede Medellín, realiza una tarea constante y tozuda en el tema de la música de cámara hecha por compositores colombianos. Su objetivo es “recuperar, preservar, crear y difundir el patrimonio musical colombiano a través de productos audiovisuales”, según explica la profesora e investigadora Galina Likosova, rusa de nacimiento pero radicada en la ciudad desde hace varios años. Sentada en una oficina tapizada con afiches de producciones que realiza junto al también investigador Hernán Humberto Restrepo, y donde hay algunos premios India Catalina y Simón Bolívar, más un puñado de trofeos de festivales extranjeros, explica que en los últimos años han hecho 8 documentales sobre 8 compositores colombianos. Además, organizan el Festival Internacional de Música de Cámara Colombiana. A partir de estos productos, la gente comienza a redescubrir a los autores y, por lo general, hay un gusto por lo que escuchan. Una vez más, cuando la audiencia conoce, valora. En Interdis han grabado audiovisualmente alrededor de 260 obras de distintos géneros: coral, de cámara, vocal, sinfónica. Esta música, en tanto más la interpreten, se grabe y la gente la conozca, atraerá a más audiencia. Por eso producen los documentales y desde hace 15 años tienen un curso de extensión académica que se llama “Historia de la
Para los empresarios, el trabajo de promover un artista a menudo se hace con la audiencia radial. Ese, de algún modo, es su manera de formar el público.
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REPORTAJE. L a o tra m i tad d el esp ectáculo
CON EL PROGRAMA Formación de Públicos, los espectadores aprenden a valorar mejor la obra musical que escuchan.
CONCIERTO DIDÁCTICO DE LA Red de Escuelas de Música en una estación de Metroplus. música en Colombia”. Cada semestre lo toman cerca de 250 muchachos de todas las carreras, de todas las facultades de la universidad. Este es un público en formación. La profesora Galina expresa que “están cambiando los hábitos” y habla de la importancia de las emisoras universitarias, pero reconoce que es una sensibilización a largo plazo. “Si entre esos 250 estudiantes varios se quedan con el gusto por esta música, quiere decir que en el futuro, en su familia, la van a escuchar”. Lo que nos lleva, de nuevo, a otro de los temas de fondo: la escasa exposición que, aparentemente, hemos tenido frente a ciertos géneros y frente a ciertas manifestaciones artísticas. Esos rituales que, como señalaba la Secretaria de Cultura, nos resultan ajenos. Lina Castaño, de Casa Teatro El Poblado, dice que el interés por ciertas músicas –y por las artes en general– a menudo nace en el núcleo familiar, por imitación, cuando a un niño o a un joven su familia lo lleva a un teatro. Sergio Restrepo, del Teatro Pablo Tobón Uribe, también apela a la idiosincrasia medellinense: en el presupuesto mensual por lo general no hay un rubro para, digamos, un espectáculo sinfónico. Desde la dirección de Cormacarena también manifiestan algo similar: “La economía se ve durísimo en este mercado. Cuando las audiencias están económicamente aporreadas, al primero
“Si entre esos 250 estudiantes varios se quedan con el gusto por esta música, quiere decir que en el futuro en su familia la van a escuchar”.
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que castigan es a nuestro gremio. Eso está calculado. Si tengo dinero voy a un concierto, pero nadie merma el mercado para ir a oír un cantante”. Y como Colombia es un país donde la economía a menudo tiene en aprietos a los ciudadanos y los obliga a restringir sus gastos, en una maniobra circular desembocamos, una vez más, en el tema de la gratuidad como herramienta para impulsar el consumo Cultural. Por eso resultan oportunos los programas como Formación de Públicos, cuyo foco es facilitar accesos, pero también educar audiencias. Por ejemplo: los últimos lunes de cada mes la Red de Escuelas de Música realiza conciertos didácticos en el teatro de la Universidad de Medellín. En octubre el tema fue Halloween y la Orquesta Sinfónica Inicial interpretó un programa ligero, muy orientado a niños. Un día antes, en el Teatro Metropolitano, la Orquesta Filarmónica de Medellín, el Ensamble Vocal de la ciudad y el Junges Ensemble de Berlín ofrecieron un concierto donde, antes de que sonara la primera nota, el profesor Ramiro Isaza contextualizó al público durante 30 minutos sobre lo que escucharía a continuación. Esa función, por demás, contaba con el apoyo en boletería de la Secretaría de Cultura. Si en Medellín hay escenarios, teatros y centros de eventos, si la ciudad ya entró al radar de giras de agrupaciones de renombre, y si además hay un interés manifiesto de muchos programadores culturales para ofrecer números musicales de artistas novedosos y arriesgados, es necesario que también exista un público dispuesto a atender las invitaciones que le hacen desde diversos flancos, uno de ellos, la Alcaldía. El público es la otra mitad del espectáculo; sin él –o ellos– no hay show. Hay un refrán que dice que se necesitan dos para bailar un tango. Pues para ofrecer un concierto, también.
OPINIÓN. Ro d o lfo Pérez
¿Es posible motivar el estudio de la música? Po r Ro d olf o P ére z G o n zá l e z C o m p o s it o r, d oc e n t e y p ro mo t o r c u l t u ra l y mu si c a l . Rea liz ó d u ra n te añ o s e l p ro g ra ma “ E fe mé r i d e s” d e R a d i o B o l i va r i a na .
E
n días pasados alguien me sorprendió al preguntarme cómo se podía motivar a los jóvenes a estudiar música. Aunque es posible que ningún asunto me haya preocupado con más intensidad a lo largo de mi vida, me sentí tan desconcertado y confuso como si a un pájaro le hubieran preguntado cómo se aprender a volar. Estos asuntos simples tienen, a veces, respuestas que son más complejas de lo que uno se imagina. La motivación es algo misterioso que casi nunca funciona y en la que muchos prueban suerte con resultados a veces desastrosos. Alguien, con la mejor intención del mundo, ordenó que los colombianos, para ser mejores patriotas, deberíamos escuchar tres veces al día el Himno Nacional, y obligó a todas las emisoras nacionales a emitir su música al amanecer, al medio día y por la tarde. Para reforzar la dosis, se ordenó que el himno se transmitiera también en los partidos de fútbol. El efecto fue aterrador: en los preámbulos de los partidos, mientras las barras coreaban consignas para animar a sus equipos, o hacerle biografías al árbitro, el himno servía de fondo musical al ruidoso conjunto, lo que en últimas redundaba en un monumental irrespeto al símbolo patrio. Tampoco funciona la táctica del lavado cerebral que aplicaron los nazis, compatriotas de Bach, Mozart, y Beethoven, haciendo oír la música de Wagner a los pobres judíos, en los campos de Auschwitz y Treblinka. La reiteración de una música no la hace amable, y prueba de ello fue la confirmación que obtuvo Daniel Barenboim cuando trató de incluir unas obras de Wagner en los programas que dirigiría en Israel. Los angelitos de
las SS habían logrado que una música inmortal y maravillosa se convirtiera en la más odiada por el pueblo más musical del orbe. En la Grecia clásica, con Aristóteles a la cabeza, se creía que lo único que debía inculcarse en las mentes juveniles era la curiosidad. Es ella la que pone en acción los más sutiles mecanismos del espíritu y la inteligencia para la prosecución de los más arduos destinos del hombre. Por la curiosidad se llega a mantener un esfuerzo continuado cuando ya todas las facultades desfallecen. Hace años, en su efímera temporada como ministro de educación de este país, el maestro Luis López de Mesa inició un programa educativo que partía de la idea de estimular la curiosidad como guía del progreso en la educación de los niños. Las eminencias de la educación consideraron que se trataba de una excentricidad del ministro y los mandaron al demonio, a él y ella. Al arte, manifestación suprema del espíritu humano, no se llega por caminos diferentes al del amor. Todo proceso de aproximación al arte significa una inmersión cada vez más profunda en el espíritu, lo que no es alcanzable ni con tormento ni con prácticas superfluas. Hoy aceptamos como una realidad que lo único que puede llevar al niño a sus más altos ideales es el juego, y la curiosidad es la que convierte en divertido juego el arduo trabajo mental que exige el aprendizaje de la música. Con su ayuda llega la constancia y el valor necesarios para emprender caminos tan exigentes como los de la investigación o las artes. El estudio de la música, así como el de cualquiera de las humanidades, debe ser entendido como una actividad lúdica que requiere una inmensa capacidad de trabajo, perseverancia y sufrimiento.
En la Grecia clásica creían que lo único que debía inculcarse en las mentes juveniles era la curiosidad. Es ella la que pone en acción los más sutiles mecanismos del espíritu.
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ROCK Desde Rock en español, pasando por Punk, Ska, hasta Metal, en este género la oferta es variada. Canciello Bar
Calle 53 # 45-54 Maracaibo. Es uno de los bares de rock más antiguos de Medellín, abierto en 1979.
Bantú
Calle 65 # 55A-35. Se inauguró en 1990, es también conocido como “La curva”, y es el punto de encuentro de estudiantes de la Universidad de Antioquia.
Licopepa
Transfusion Bar
La Octava
Yagé Bar
Calle 92 # 50-34 Aranjuez. Calle 8 # 37A-49 en el Parque Lleras.
LA RUTA LA MÚSI
Calle 9 # 43B–68.
Expertos en distintos proponen un recorrido por la ciudad.
Carrera 68 # 96-27, Castilla.
El Guanábano
Carrera 43 # 53-21 frente al Parque del Periodista. Abierto hace 25 años, es el sitio de reunión de la bohemia de la ciudad.
ELECTRÓNICA
POP
La música en vivo es la especialidad de estos sitios, que promueven artistas locales y nacionales. El Recetario Bar Noche
Calle 53 # 43-44. Ubicado cerca al Parque del Periodista, es además un centro cultural que tiene proyectos como La Ronda (Círculo de cantautores).
LunaMoré Café
Carrera 66B # C1-21. Cerca de la UPB, este café sirve como escenario cultural y además presenta música en vivo.
Underground en vivo bar
Avenida 33 # 80-54.
Este género ha crecido en la ciudad, y busca seguir expandiéndose en estos sitios que ofrecen música electrónica en todos sus matices. Salón Amador
El Guapo
Calle 9 # 43b–22.
Hidrante Bar
Calle 33 No. 80b-35. Si bien es un bar nuevo, está dedicado a abrir su espacio a nuevos talentos musicales.
Vintrash
Carrera 35 Provenza.
El Deck
#8a-39
Carrera 36 # 10–38.Es una casa que antiguamente era uno de los lugares más lujosos de la ciudad, un rincón bohemio y clandestino. Ahora es una discoteca.
Carrera 40 # 10–34. Es un bar que está abierto desde 1999. Ofrece la posibilidad de ver Dj´s en vivo los fines de semana.
Fuentes consultadas: Cámara de Comercio de Medellín, Viviana María Álvarez Losada (Directora de Latina Stereo), Mario Patiño (Coordinador Casa Gardeliana), Felipe Grajales (Coordinador del Festival Altavoz), Ana María Chica Agudelo (comunicaciones 12Breakfast Club). Reportería: Jhonny Rodríguez.
INFOGR AF ÍA
TROPICAL
Estos géneros reúnen los lugares más tradicionales, en donde el recuerdo es la regla.
DE CA
géneros o musical
Tíbiri Bar
El Cuchitril
Bururú Barará
Son Havana
Encántigo Bar
El Suave
Carrera 70 # 44b- 01. Funciona hace más de 20 años, y desde entonces, este sótano se ha convertido en uno de los bares de salsa más representativos de la ciudad.
Carrera 73 # 44-56.
Calle 10 # 52–87. Si pasa de día no parece una discoteca de salsa, pues está en una casa vieja, y su entrada es una puerta muy pequeña.
Avenida San Juan # 73-89.
Calle 44 San Juan # 71-73. encierra todo lo que fueron los bares de salsa clásicos del centro de la ciudad. Su colección musical es de las más amplias.
Calle 50 # 68-24.
CUERDAS Café Alaska
Carrera 45 # 79-3. Abrió hace 75 años en esa misma esquina, donde los visitantes pueden disfrutar de la música o jugar billar en una de sus dos mesas.
Homero Manzi
Calle 48 No. 41-3. Llamada así por el letrista argentino, nació hace 27 años, y desde entonces mantiene las puertas de esta casona abiertas para los amantes del tango.
Salón Málaga
Carrera 51 # 45-80. Es uno de los cafetines más tradicionales de la ciudad, donde se pueden escuchar boleros, tangos, y música vieja. Funciona desde 1957.
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C rón ic a . E l p e ri o d i s mo mu s i c a l e n Me d e l l í n
“Los periodistas tienen una obligación formativa”
El periodismo musical en Medellín sigue siendo una labor a contracorriente que necesita profesionalización y acompañamiento.
Por M anuela Lop era
“
En Medellín todavía no existe el periodismo musical”, afirma Santiago Arango de HagalaU, a pesar de llevar más de 15 años abriéndole espacios a los sonidos alternativos. Juan Antonio Agudelo, Coordinador de Extensión Cultural de Eafit, Javier Rodríguez, Director de Cámara FM, y Sara Melguizo, Directora de la Revista Música, están de acuerdo. “Quienes manejaron el negocio de la música en las emisoras eran unos analfabetas. Estábamos en manos de tipos con buenas voces pero que no te daban elementos de juicio, un contexto”, asegura Rodríguez. El proceso se fue dando de manera orgánica, tratando de unir el oficio periodístico con un interés particular: “Somos periodistas centrados en la música con una formación que no nos dio unas herramientas para tratar los temas musicales”, dice Santiago. “Nos entrenan para tener una técnica, una apreciación cultural mediana pero no nos meten en el mundo del arte. Las apreciaciones son sensoriales y emotivas, sin rigor”, asegura Sara. En el pasado existieron referentes de culto como Rafael Vega y su crítica musical. Carlos Acosta, desde sus columnas en El Colombiano, y el ‘Flaco’ Trujillo desde El Mundo. También es importante el camino que abrieron los espacios universitarios: la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia y Radio Bolivariana, con un enfoque de difusión en el que ha predominado la labor pedagógica y académica. Pero en general, el cubrimiento musical siempre está ligado al entretenimiento, con espacios reducidos y sin diferenciación clara de géneros como la crónica o la crítica. El ejercicio periodístico ha sido un intento de construir formas nuevas de acompañar públicos. Javier Rodríguez, desde su trabajo en Mundo Diners, le apostó a un formato radial de vanguardia, donde predominó el rock anglosajón enriquecido con libretos originales y una propuesta cultural que replicó más tarde en Cámara FM. Santiago Arango, desde sus épocas de estudiante, se dio cuenta de que la movida underground no estaba siendo contada: “Los que hablaban en la radio no iban a conciertos. Eran los legitimadores pero no se veían”.
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Sara Melguizo es otra representante activa del género. Desde su gestión en la Corporación Revista Música, lidera iniciativas como la USM (Unión del Sector de la Música) y Aquí suena Medellín, que alimentan la circulación de las propuestas alternativas. Su publicación trimestral tiene 1.500 suscriptores. “Creo que es importantísimo para el movimiento de lo no mainstream, tener medios que no respondan a lógicas comerciales y sí a la diversidad”, asegura. Juan Antonio Agudelo también ha sido una voz clave a la hora de hablar de música. Durante años ejerció el periodismo cultural desde la radio y sus columnas de prensa, en las que ha dejado un precedente en sonidos alternativos. Su postura es la de formar públicos y procurar que se escuchen los sonidos que circulan por el mundo. “Yo sí creo que los periodistas tienen una obligación formativa. A uno lo ven como un bicho raro, pero si no damos la pelea, vamos a seguir comiendo típico”, dice. Asegura que estos procesos son de persistencia, donde lo importante no subestimar a las audiencias y seguir con la apuesta de eliminar los prejuicios. Otra necesidad es la profesionalización del periodismo musical. “En la actualidad, hay una ebullición de medios independientes pero sin formación académica”, asegura Santiago. Tanto este año como el pasado, dentro de la programación del Festival Medellín Vive la Música, se realiza un seminario de periodismo especializado en música. En 2014, varios ponentes plantearon estrategias para consolidar la prensa especializada. “Vinieron periodistas de Argentina y México. De ese seminario salió la idea de crear la red de periodistas musicales de Latinoamérica, una iniciativa que todavía está en pañales, pero ahí va”, asegura el periodista musical Juan Carlos Garay. Ximena Forero, Vicedecana de Comunicación de la Universidad de Antioquia, reconoce que no es un tema fácil, porque la oferta laboral sigue siendo ajustada: “En la academia el tema no se olvida, hay estudiantes apasionados, que investigan”, dice. Incluso tuvieron durante un tiempo una electiva de periodismo musical, pero reconoce que un posgrado por ahora no es viable. A pesar de que el panorama no es ideal, defiende la idea de que cuando hay vocación, los muchachos no se rinden y eso se ve en los reconocimientos que obtienen.
C ró ni c a . Prog ram ac i ó n ac a démica
El público: objetivo central
Un programa de la Secretaría de Cultura Ciudadana trabaja para crear en Medellín un público cada vez más bien formado y dispuesto a acompañar propuestas culturales y artísticas.
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aría del Rosario Escobar, Secretaria de Cultura Ciudadana de Medellín, explica que exponerse a ciertos discursos estéticos a veces no resulta fácil, y por eso mismo hay que educarse en ello. Desde esa perspectiva, y con el fin de darle habilidades a las personas para que lleguen a apreciar y a valorar mejor la oferta cultural y artística de la ciudad, la Secretaría a su cargo opera un programa de formación de públicos. En buena medida, se trata de una estrategia de convenios con museos, teatros, parques, algunos centros de espectáculos, y también con productores de eventos, para facilitarle a la ciudadanía –en especial estratos 1, 2 y 3– el acceso a actividades de diversa índole que se ofrecen en la agenda cultural y artística: danza, artes escénicas, exhibiciones, exposiciones y conciertos musicales. Desde el Jardín Botánico hasta el Museo Etnográfico Miguel Ángel Builes y el Museo Cementerio San pedro entran ahí. En la música, se cobija a los teatros Metropolitano y Pablo Tobón Uribe. “Públicos que tradicionalmente no tienen acceso a nuestra programación han tenido la oportunidad de ver presentaciones de altísima calidad –expone Juan Carlos Mazo, Director de Comunicaciones del Metropolitano–. Basta recordar que este año tuvimos a Joshua Bell, considerado el mejor violinista del mundo”. “La instrumentalización del programa se hace por medio de compra de boletería para funciones que, por las características de su propuesta, consideramos que son interesantes para que el público acceda a ellas”, explica Carlos Guisao, Subsecretario de Arte y Cultura. Entre 2012, y lo que corre de 2015, la Secretaría adquirió 2.940.938 boletas. La inversión, que permite ingreso a espacios y eventos, asciende a $17.627 millones. Este año el presupuesto se eleva a $660 millones y aún falta una compra importante que se hace en diciembre para apoyar los espectáculos culturales de navidad. La distribución de todas estas entradas se hace sin costo, basada en los parámetros de los planes culturales de la ciudad. Primero aparecen los programas de formación de la Alcaldía, como la Red de Escuelas de Música, o la Red de Danza, entre otros. También, los ingresos se distribuyen en programas que
no necesariamente son culturales pero sí estratégicos en el tema social: atención a jóvenes, tercera edad, discapacitados o población vulnerable. Eso hace que Formación de Públicos, como programa de la Alcaldía, se conecte con otras secretarías del municipio, como la de Educación, donde se garantiza el ingreso de estudiantes de las instituciones educativas, especialmente los que asisten a jornada complementaria. Un último segmento beneficiado son los servidores públicos. “Y una muy pequeña parte se entrega por concursos, redes sociales o, en general, en ejercicios relacionados con la fidelización de público”, explica el Subsecretario. De un espectáculo o función por lo regular la Secretaría adquiere el 20% o 30% de las entradas. “Ahí hay un asunto de cálculo –explica Guisao– para no afectar la capacidad de taquilla propia del evento. Uno de los puntos hacia los cuales apunta la formación de públicos es incentivar el consumo cultural. Sin embargo, al mismo tiempo no podemos desestimularlo comprando toda la boletería”. El programa plantea una estrategia articulada donde se dan a conocer las propuestas que circulan mes a mes en la ciudad, pero también se le permite al espectador desarrollar habilidades para que pueda disfrutar y valorar muchísimo más aquello que tiene en frente y a donde, sencillamente, la Alcaldía le facilitó el ingreso. Simón Duque, de las comunicaciones del Teatro Universidad de Medellín, explica cómo funciona la mecánica: “la Red de Escuelas trae lo artístico, la Alcaldía y nosotros hacemos la promoción, y en las Bibliometro del sistema metro se obsequian las boletas. La mejora en la asistencia ha sido notable”. En el Teatro Metropolitano hacen énfasis en señalar que el programa beneficia a públicos que usualmente no llegaban allá. Solo en el componente de música, la Alcaldía ha invertido $1.769 millones, representados en 43.746 boletas. Si todos estos dineros se destinan para dar a conocer espectáculos y eventos, y de paso apoyar la circulación de artistas, lo ideal es que exista un público con todas las capacidades, no solo para asistir y verlos, sino para apreciarlos. Solo cuando algo se conoce a fondo puede llegar a valorarse a plenitud. 15
Foto: Archivo Orquesta Sinfónica de Anttioquia
Me m or ia . P rog ra ma d e ma n o
Memoria Cuando se asiste a un concierto, quizás la herramienta más útil para el espectador es el programa de mano. Desde los mínimos –una sola hoja doblada en dos cuerpos– hasta folletines generosos llenos de florituras, escritos en tipografías con serifa, grapados o cosidos con hilo, son una carta de navegación. Gracias al programa, el público no solo sabe qué va a escuchar y en qué orden, sino a quién o a quiénes tiene en frente interpretando las obras. Hoy, cuando comienzan a caer en desuso o a imprimirse solo como un requisito en papel de poco gramaje, los viejos programas de mano comienzan a convertirse en piezas patrimoniales de la historia musical de la ciudad.
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