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¿Cuál es el papel de la música en la transformación social de Medellín? EDICIÓN 4 JUlIO 2015 1
ED.04
E D I TORIAL
Alcaldía de Medellín Aníbal Gaviria Correa Alcalde de Medellín Alexandra Peláez Botero Vicealcaldesa de Educación, Cultura, Participación, Recreación y Deporte Luis Fernando Suárez Vélez Vicealcalde de Gobernabilidad, Seguridad y Servicio a la Ciudadanía Juan Carlos Giraldo Salinas Vicealcalde de Salud, Inclusión y Familia Jesús Arturo Aristizábal Guevara Vicealcalde de Hábitat, Movilidad, Infraestructura y Sostenibilidad Wilson Enrique López Bedoya Vicealcalde de Gestión Territorial Luis Felipe Hoyos Vieira Vicealcalde de CTi, Desarrollo Económico, Internacionalización y APP
Secretaría de Cultura Ciudadana María del Rosario Escobar Pareja Secretaria de Cultura Ciudadana Ana Cecilia Restrepo Espinosa Directora Red de Escuelas de Medellín Alejandro Escobedo Forero Gerente Medellín Vive la Música Ronal Castañeda Tabares Comunicaciones Medellín Vive la Música Luz Enidia Largo Arteaga Comunicaciones Subsecretaría Arte y Cultura - Interventora
Revista Arcadia Director Juan David Correa Directora del proyecto Juliana Restrepo Dirección de Arte Mónica Loaiza Correción Tatiana Andrade Fotografía y textos Esteban Duperly Podcast Juan Pablo Trujillo Director Comercial María Alejandra Navia / anavia@semana.com Publicaciones Semana SAS Gerente General Elena Mesa Zuleta Gerente Comercial Isabel Cristina Calle Gerente de Mercadeo Liliana Sotomonte Gerente de Circulación Natalia Peinado
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Educación y cultura para la transformación social
on una inversión sin precedentes, esta administración ha demostrado interés en las artes y la cultura como un medio para la transformación social. Prueba de ello son los más de 90 mil millones de pesos que se han invertido en los últimos 4 años como parte de la estrategia de la Alcaldía de Medellín por el fomento y fortalecimiento del sector de la música en la ciudad. Creemos en la transformación y la innovación social a través de procesos de fortalecimiento social. Dan cuenta de este panorama, el modelo de intervención urbana a través de las 20 Unidades de Vida Articuladas (UVA) que tendrá la ciudad para el deporte, la recreación, la cultura y la participación comunitaria. “Reciclar” estos espacios (antiguos tanques de agua de EPM y lotes de aprovechamientos) y transformarlos en beneficio de la inclusión ciudadana, ayuda a encontrar lugares de convivencia y equidad para nuestros habitantes. Ampliamos la infraestructura musical de la ciudad con 4 nuevas casas de música: 6.740 metros cuadrados de área construida y 26 mil millones de pesos de inversión en nuevos espacios que tendrán impacto directo en el sector de la música para las diferentes zonas de Medellín. Fortalecemos a los emprendedores del sector musical para mejorar sus competencias y herramientas administrativas, financieras y comerciales. Una nueva modalidad de estímulos y apoyos fue creada este año: Becas para el fortalecimiento de procesos comunitarios en formación musical, en el marco del programa Medellín Vive la Música. Este año 60 emprendedores han sido beneficiados con proyectos e iniciativas musicales de impacto social. Pero el fortalecimiento social y la intervención ciudadana vienen de la mano de procesos educativos. En relación a la música, desarrollamos nuevas líneas de formación para maestros (Escuelas de Formadores) y formación en primera infancia (iniciación musical). Además de contar con una inversión constante (6 mil millones de pesos anuales) en programas tan importantes para los niños y jóvenes de esta ciudad como la Red de Escuelas de Música de la Alcaldía de Medellín. La música es un elemento esencial para construir ciudades para la vida. Mejorar la calidad de los espacios públicos es mejorar la convivencia y la equidad ciudadana; fortalecer y fomentar la educación y la cultura es contribuir a que un ciudadano sea libre y autónomo. Una sociedad más libre, más justa y más feliz tiene múltiples ritmos, voces, sonidos y géneros. Medellín vive la música.
Alexandra Peláez Botero Vicealcaldesa de Educación, Cultura, Participación, Recreación y Deporte Alcaldía de Medellín
Gerente de Innovación Iván Jaramillo Price Gerente Financiero y Administrativo Felipe Albán Daza Sede: Carrera 11 n.º 77A - 65 Bogotá, Colombia PBX 6468400 ©Publicaciones Semana S. A. Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización de Publicaciones Semana S.A. ISSN: 1900-589X Printed in Colombia
Foto de portada: Sara Jurado. Lanzamiento del Festival Medellín Vive la Música (2014) en un concierto con el maestro Gustavo Santaolalla con 450 niños de la Red de Escuelas de Música de Medellín.
REPORTAJE. U na herram i enta p oderosa
UNA HERRAMIENTA
PODEROSA Por Es teban Dupe rly
E n Medel lín la mús ica s e ha convertido en una de las herramientas para tejer tramas humanas , que los s ociólogos l laman tejido s ocial. La ciudad encuentra formas de reparars e.
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LA ORQUESTA SINFÓNICA JUVENIL hace parte de la Red de Escuelas de Música de la Alcaldía de Medellín y es uno de los logros notables del programa.
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Cuando la Red de Escuelas de Música surgió en Medellín, a finales de la década de 1990, los habitantes de la ciudad se preguntaban en qué consistiría esa suerte de experimento inspirado en el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles de Venezuela, que ya operaba desde 1975 y había logrado un interesante reconocimiento de la Unesco. Hasta entonces, en Medellín, los violines, los chelos y las tubas se asociaban a la formalidad y a la solemnidad de los teatros o, cuando mucho, a los conservatorios y a las academias privadas, pero muy pocas veces a la vida común y corriente. De modo que resultaba muy extraño ver llegar al barrio escuelas de eso tan ajeno que llamamos “música clásica”. Hasta que de algún lado surgió y se hizo popular la frase “un niño que tome un instrumento jamás empuñará un arma” y la gente comenzó a entender. Se trataba de una apuesta social: si lográbamos despertar sensibilidad artística en los muchachos, tal vez conseguiríamos incubar en ellos un cambio. Aunque hoy se sabe que la música por sí sola no lo logra todo, debe ir de la mano de “entornos protectores”, llamados así por los planes de gobierno –servicios públicos, escuelas, infraestructura, salud, profesores, familias, etcétera– sí es una herramienta poderosa. Sobre todo porque la práctica musical, además de hacer germinar en el aprendiz emociones que lo sensibilizan 4
y lo humanizan, también trae consigo la disciplina, la concentración y la constancia, que son destrezas que enriquecen a cualquier joven aunque no se convierta en músico profesional. De hecho, este criterio es una especie de lema de la Red: “Es un programa que usa la música como vehículo, pero no se presenta a sí mismo como un programa formal de formación musical”, expresa Ana Cecilia Restrepo, la directora. Eso quiere decir que el objetivo principal es generar espacios donde estudiantes entre 7 y 24 años –niñez, pubertad y adolescencia, tres etapas críticas del ciclo vital– puedan tejer sus tramas sociales: encontrarse, pasar tiempo juntos, interactuar con profesores y guías psicosociales y, de rebote, aprender un instrumento y darle escape a buena parte de sus pulsiones artísticas. La mezcla es bastante eficiente. La Red quiere llegar a las zonas más marginales de la ciudad, hace presencia en 14 de las 16 comunas, que equivale a cubrir casi el 90% del territorio. Y, tal vez más importante, la Red abarca 3 de los 5 corregimientos rurales. Darle a un muchacho de Santa Elena, de San Cristóbal, de San Antonio de Prado, las mismas posibilidades de aprender saxofón que otro de La América o Belén –en plena zona urbana– es intentar cerrar una brecha de inequidad que por décadas se había mantenido abierta. A la fecha, este programa cobija a cerca de 4.600 niños y jóvenes que se forman y se encuentran con sus pares en 27 escuelas, donde la Alcaldía invierte aproximadamente $6.500 millones al año, dinero que Alejandro Escobedo, gerente de Medellín Vive la Música, define como “una inversión de paz”.
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Todo allí es de libre acceso y el acompañamiento psicosocial para los estudiantes se extiende hasta sus entornos familiares. De hecho, algo del componente musical también: desde 2003 existe el Coro de Familias, conformado por padres y acudientes. Así que la Red, literalmente, termina entramando a tres generaciones de personas en torno a un elemento común: la música para el disfrute y el encuentro. A cada comuna donde llega la Red se involucra de manera estrecha la población, entonces la escuela de música comienza a actuar como elemento cohesionador, y el director se vuelve un referente para los alumnos y sus padres. Los conciertos de las agrupaciones de proyección –bandas, orquestas y coros– logran convocar y reunir en un solo lugar a habitantes de distintos barrios y, en los eventos masivos, a buena parte de la ciudadanía. A menudo, las agrupaciones de la Red de Escuelas de Música, como la Sinfónica Juvenil o el Ensamble de Músicas Populares, son el plato fuerte de muchos eventos de la ciudad. La música como herramienta terapéutica la usan por igual el Estado y la gente común: al final de cuentas le ayuda a todo el mundo a ser más feliz. Facilita la catarsis y permite tramitar conflictos sin siquiera darse cuenta: definir ciertas emociones con palabras es muy difícil y por ello hay que buscar otros canales de expresión. Ahí entran en juego no solo la música sino todas las manifestaciones del arte, que se convierten en vehículos para sacar lo que está adentro y, de paso, exorcizarlo. Por eso, muchas veces, las expresiones artísticas aparecen juntas. Es imposible concebir el movimiento hopper en Medellín sin los grafiteros y los bailarines de breakdance, o a los punkeros sin los estencil y los estampadores de camisetas. En el colectivo artístico Son Batá, además de la música y el baile –donde fusionan hip-hop con folclore y músicas del mundo– las manifestaciones se extienden hacia un espectro aún más amplio. En el Encuentro Intercultural Afro, el colectivo lleva peluqueras, “manes que motilan” y doñas que cocinan y hablan de la preparación, los ingredientes y los aliños. Se trata de mostrar todo lo que son y que otros puedan experimentar el Pacífico chocoano en pleno Medellín, según explica John Fredy Asprilla, uno de los líderes del grupo, desde una terraza que mira sobre los techos del barrio Nuevos Conquistadores, en San Javier, Comuna 13. En la sede de Son Batá, un colectivo de artistas afro en su gran mayoría, John Fredy quien nació en Medellín —su madre es de Ipurdú, cerca de Istmina, y el padre vino del Urabá chocoano— cuenta que ambos llegaron a la ciu-
LOS NODOS DE FORMACIÓN de la Alcaldía de Medellín complementan la formación de la Red de Escuelas de Música: 1400 estudiantes al año en 24 nodos (sedes de formación musical) para niños de básica primaria.
dad en una de las mareas de desplazados y se asentaron allí, en uno de los enclaves afro de Medellín. La historia de Fredy, y la de sus socios en el grupo, es la de hilar lentamente una trama de relaciones entre pares y desconocidos para reivindicar su identidad y, de paso, darle un aire auténtico al barrio, que ellos llaman su nuevo palenque. “Vivíamos un proceso de blanqueamiento; dejar nuestra manera de hablar, de caminar, dejar de usar muchas expresiones para ser aceptados”, cuenta Fredy sobre sus años de adolescencia y los de sus amigos. Sin embargo, en un momento de la vida, y alentados por los padres que los incentivaron a ponerle oído a las chirimías y los currulaos del Pacífico, entendieron que ser negros es su riqueza. “Nosotros nacimos en Medellín, pero tenemos unas raíces naturales que no queremos desconocer. Lo que hemos hecho es poner a dialogar ambas culturas”, explica. 5
A partir de entonces, esa identidad se volvió la plataforma de lanzamiento para el proyecto completo, que hoy en día funciona como una corporación con 3 agrupaciones musicales– Batá Orquesta, Bantú y Son Batá Music–, un grupo de danza y una escuela artística donde replican todo lo aprendido. “Sin tener muchas pretensiones comenzamos a irradiar y a influenciar a los demás”, cuenta John Fredy, a quien también llaman “Sprint”. El año pasado, en la escuela Son Batá, abrieron cupos para 150 alumnos –producto de la convocatoria de Apoyos Concertados para el Arte y la Cultura de la Alcaldía de Medellín– pero se inscribieron 350, y calculan que los últimos 4 años 800 niños pasaron por sus procesos de iniciación musical en percusión y danza. Aunque uno de los focos del colectivo es hacer más visible la cultura afro, la propuesta es más extensa. “Usamos el arte para transformar la vida de muchos niños y niñas que nacen en esta comuna con una desesperanza grande por el entorno donde estamos y por lo que han vivido sus familias. Usamos la música para potencializar otra vez esas ganas de vivir”. Es muy difícil encontrar a un músico o a un artista en San Javier que no invoque los amaneceres difíciles de las operaciones Orión y Mariscal, y los defina como el gatillazo para que el arte reventara con fuerza “en la 13”. Desde entonces, ese territorio es una incubadora de artistas y allí germinan y se mantienen otros proyectos como Casa Kolacho, Cultura y Libertad, Casa Morada, la Corporación Recreando y la Red de HipHop La Élite, otro colectivo de artistas que lidera procesos sociales y usa la música como herramienta de transformación. Su historia comenzó en 2006 cuando fueron, quizás, la primera escuela de hip-hop en San Javier que reunió y agrupó a un puñado de grupos juveniles dedicados al baile y al grafiti. Su actividad ha estado ligada a un evento de resistencia –precisamente como reacción a la operación Orión– que se llamó “En la 13 la violencia no nos vence”, que luego se transformó en el Festival Internacional Revolución Sin Muertos, con artistas de Cuba, Puerto Rico, Perú y Venezuela. A La Élite pertenecen agrupaciones y artistas con influencia positiva sobre la comunidad, como Zinagoga
La Élite comenzó en 2006, cuando fundó la primera escuela de hip-hop en San Javier que reunió a grupos juveniles dedicados al baile y al grafiti.
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ESTUDIANTES DE LA RED DE ESCUELAS de Música y la Academia Filarmónica se preparan para sus clases maestras con la New World Symphony de Miami en el marco del Festival Internacional de Música de Cámara 2015.
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Crew, Ckronos, Abadeath, Gnomo k, El Juez Hip-Hop, Alta Sinfonía, Juan T, quienes a su vez interactúan con otros de otras comunas, como Grafiti de la 5, Los Ingenieros de la 9, y los conocidísimos Crew Peligros, de Aranjuez. Procesos de encuentro entre artistas se gestan desde hace años en Medellín. En el pasado MDE11 –un evento de prácticas artísticas contemporáneas organizado por el Museo de Antioquia– Ricardo Gómez, un peso pesado en la escena musical de la ciudad y conocido como “Don Vito”, fue el curador de música y responsable del Diplomado de Culturas Callejeras y Dígalo con Música, dos proyectos de formación y encuentro cuya síntesis fue un cd que se llamó Territorios Sonoros. Allí ocurrieron cosas poco usuales, como juntar a culturas que se habían ignorado mutuamente por años a pesar de compartir una ciudad y una vocación artística. “A una de las clases invitamos a Víctor Raúl Jaramillo, “Piolín”, el fundador de Reencarnación y metalero reconocido, y fue muy interesante para hoppers y rastas: descubrieron unas posibilidades en la música que no habían explorado antes”, recuerda Gómez. En Dígalo con Música, que Ricardo define como un “reportaje sonoro”, Frankie Ha Muerto cantó junto a Panela Sound, y se unieron en un solo tema el punk de Desadaptadoz con el folclore andino de Niyireth Alarcón, ganadora del Festival Mono Núñez. Gómez explica la me-
todología: “Invitábamos a una banda y le decíamos que trajera a otra para que hicieran un tema en colaboración. Pero había un detalle adicional: tenía que ser de otro género. No solo se trataba de facilitar el diálogo entre artistas sino de compartir las lógicas de hacer música”. El resultado fue un disco compacto con nueve temas, dos de ellos composiciones colectivas hechas durante el Diplomado, cuyos títulos ‘Fronteras invisibles’ y ‘Qué están tramando’, expresan lo que se agita dentro de todos los músicos urbanos de la ciudad, sin importar el género. En ‘Fronteras invisibles’ cantan a dos voces –una masculina y otra femenina– con cadencia de hip-hop sobre la melodía de un piano salsero: Cordillera violenta/derriba la frontera/no hay barrera en la escena/ nuestra historia lo cuenta. La experiencia de Territorios Sonoros, en efecto, derribó fronteras y barreras, y logró recomponer hilos rotos entre músicos o tender puentes que jamás habían existido. Ricardo, quien también ha hecho parte de los festivales Antimili Sonoro, lo resume en una línea: “Estas músicas tienen mucho qué decirle a esta sociedad y tienen un poder transformador brutal”.
Algo pasa ‘El amor es lo que salva’ es un proyecto que surgió en agosto de 2013 y que, de entrada, arrancó uniendo a músicos regados por distintas ciudades de Colombia y el
EL DIPLOMADO DE culturas callejeras de Territorios Sonoros en el marco del Encuentro Internacional de Arte, MDE11. 8
REPORTAJE. U na herram i enta p oderosa
EL PROGRAMA MÚSICA PARA VIVIR del Hospital San Vicente de Paúl utiliza la música y la risa como terapia para niños con cáncer.
mundo: Barcelona, Medellín, Nueva York, Bogotá. Todos juntos, donando tiempo, trabajo y talento, hicieron un disco de 10 canciones, cuya génesis es el proceso emocional que Carolina Jaramillo vivió junto a su esposo Alejandro Cock, enfermo de cáncer. “El título es el resultado de la búsqueda de muchas vías de sanación y que, tal vez, nada era suficiente. Entonces, en algún momento, encontré que la respuesta era muy simple: cuando te dicen que el amor es lo que salva, es algo más allá de la salvación del cuerpo que tiene que ver con cosas relacionadas con el ser”, dice Carolina desde Barcelona, donde se encuentra en una suerte de retiro voluntario para pasar un duelo tranquilo después de la muerte de su esposo. El disco, desde su origen, fue pensado como un proyecto de impacto social para honrar la promesa que ambos se hicieron de acompañar a personas que atravesaran lo mismo. Carolina, aunque siempre había sido músico, trabajaba en publicidad y mercadeo, así que acopló ambos conocimientos y decidió que las ganancias de los conciertos y las ventas se destinarían a crear un programa de música para niños con cáncer en el Hospital San Vicente de Paúl. El programa ya tiene vida propia, se llama Música para Vivir y beneficia a cerca de 300 niños. Carolina es la líder, aliada al Hospital y a la Fundación Cantoalegre, que implementa la parte pedagógica. En una sala acondicionada con juguetes e instrumentos, varias veces al día tienen lugar unas sesiones colectivas de terapia de sana-
ción, donde se utilizan dos medicamentos muy simples: la música y la risa. “Los humanos funcionamos por vibración de energía. Y la música es vibración. Entonces, cuando logramos generar ciertas resonancias en el cerebro de los niños, logramos mejorar el ánimo y producir un estado emocional distinto para que los tratamientos se lleven de una manera más fácil”, explica Carolina. Estar allí, en la sala, lo comprueba. Luego de cada sesión, el dolor, la ansiedad, el estrés y el miedo se reducen, así que cantar, tocar instrumentos, aprender canciones y, sobre todo, reírse, se convierten en herramientas poderosas dentro de un proceso de curación bastante difícil, especialmente para los niños. Cuando se trata de terapias que involucran música aún hay discrepancias con el mundo científico, pues nadie se atreve a asegurar que curan, pero lo cierto es que la evidencia perceptual indica que algo muy positivo, en efecto, sucede.
‘Territorios Sonoros’ es la síntesis del Diplomado de Culturas Callejeras y Dígalo con Música, dos proyectos de tejido social que logró unir hilos rotos entre músicos.
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RE POTA J E. Una h e rra mi e n t a p o d e ro s a
EL COLECTIVO SON BATÁ de música y baile es una de las manifestaciones afro de la música en la ciudad.
“Algo pasa”, dice también Juliana Castrillón y Alejandra Toro, de la Orquesta Sinfónica de Medellín, cuando hablamos en su sede del centro de la ciudad, el Teatro Pablo Tobón Uribe, sobre el programa social que la institución desarrolla desde 2007, y que consiste en dar iniciación musical a niños de tres a seis años, de estratos 1, 2 y 3 en establecimientos beneficiados por algún ente gubernamental, como el ICBF o el programa Buen Comienzo de la Alcaldía. Actualmente, la escuela de la Sinfónica cobija a 2.300 niños, 1.300 de ellos en Medellín. A partir de 2013 extendieron la labor hacia el municipio cercano de El Retiro, y a Bogotá, Barranquilla, Pereira, Armenia, Manizales y Cali. También tienen 30 niños becados en violín, con apoyo de la Fundación Éxito y Ecopetrol. La Orquesta y el programa social cuestan más de dos mil millones de pesos al año, y cada niño becado en violín significan alrededor de $160.000 mensuales. La gran pregunta es: ¿cambian los entornos cuando llega la música? Alejandra Toro, la directora admi-
“Habrá que ver qué pasa en unos años, pero quizá un niño que tuvo un acercamiento a manifestaciones artísticas va a ser diferente a otro que nunca recibió nada”.
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nistrativa de la escuela, dice: “Al final del año hacemos un concierto. Es la gran muestra de lo que ellos hacen durante todo el año. Lo hacemos acá, en el Teatro, en dos funciones, una por la mañana y otra en la tarde. Nosotros nos ocupamos de esos costos, pero los papás se deben encargar, por ejemplo, del vestido. Eso lleva a que la comunidad se una, que era algo que no hacía antes”. Por su parte, Juliana Castrillón, directora administrativa de la Orquesta, expresa: “Creo que se genera sensibilidad. Habrá que ver qué pasa en unos años, pero quizá un niño que tuvo un acercamiento a manifestaciones artísticas va a ser diferente a otro que nunca recibió nada”. Además del componente social, la Orquesta, en su operación normal, realiza conciertos didácticos durante los fines de semana y conciertos nocturnos de gala, que le aportan a la agenda de diversión nocturna del sector, usualmente relacionada con el consumo de alcohol. Y algo interesante sucede: además de los vecinos del barrio Boston y Candelaria, Juliana y Alejandra afirman que a las funciones comenzaron a llegar habitantes de Laureles, La América y El Poblado, barrios tradicionales de clase alta, por lo general temerosos del centro de la ciudad en la noches. Cuando un ciudadano sale de su barrio, se mueve, va y viene por la ciudad y la vive, cuando se encuentra con otros, comparte con desconocidos y abandona sus zonas de confort, es cuando la ciudad crea tejido social. Y la música, para Medellín, ha resultado ser la aguja y el hilo.
OPINIÓN. Helen Restrepo
Cambiando vidas a través de la música Po r Hé lèn Res trep o B o l a n d
Gerente de la Orqu e s t a Si n f ó n i ca d e Me d e llí n
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n la Orquesta Sinfónica de Antioquia (anteriormente Corporación Fomento de la Música) buscamos transformar, a través de la música, la vida no solo de los bebés, niños, jóvenes y padres de familia que hacen parte de nuestros procesos de formación musical, sino también de todas aquellas personas que se acercan a disfrutar y aprender de nuestras actividades musicales y académicas: público asistente, profesores, directores de instituciones educativas, jóvenes en proceso de formación musical, músicos profesionales, etc. He tenido la oportunidad de vivir varios procesos de transformación, pero quiero compartir con los lectores dos historias que para mí son el resultado del trabajo que realizamos día a día desde hace más de 15 años. La primera es la historia de una niña que recibió clase de iniciación musical cuando tenía 3 años, hoy tiene 7, y la segunda la de un joven trompetista que ingresó a la orquesta cuando tenía 22 años, hoy tiene 26. Valery Henao, del Jardín Salas Cunas Gota de Leche, una de las instituciones donde llevamos el Programa de Iniciación Musical para la Primera Infancia, cuando cumplió los 3 años empezó a recibir su clase de música una hora a la semana durante 3 años; al mismo tiempo, su madre (cabe resaltar la importancia del acompañamiento de los padres en las actividades de los niños) la inscribió en el coro que creamos para esta institución, de esta manera recibía una hora más de música a la semana. Aunque aún es muy joven y no sé si será música de profesión, si sé que será música de pasión. La música, como herramienta de formación, logra desarrollar en el cerebro de los niños más conexiones neuronales (varios estudios científicos lo han demostrado), las cuales le serán muy útiles en
su aprendizaje cotidiano. La música también desarrolla la concentración, la escucha, la sensibilidad, así que no solo sabrá escuchar música sino que sabrá escuchar a los demás, logrará concentrarse más en el colegio y buscará maneras diferentes de entretención en su tiempo libre. Jorge Nilton Durango, procedente de Fredonia, donde era profesor de trompeta, hizo parte de la Banda Sinfónica del municipio y vino a Medellín a estudiar música con énfasis en trompeta en la Universidad de Antioquia, mientras participaba en la Banda Sinfónica de esta universidad. Sin embargo, tenía un gran sueño: ser alumno del maestro Eric Aubier. Un día supo que había audiciones en la Orquesta Sinfónica de Antioquia, se presentó y pasó. En nuestra institución dio inicio a una nueva aventura. Fue así como en el 2012 hizo parte de un grupo que viajó a Rusia; previo al viaje él realizó las gestiones necesarias y logró obtener una audición con el Maestro Aubier en París. Así que hablamos y como tenían que hacer escala en París para poder ir a Moscú, decidimos aprovechar esta oportunidad y pasar dos días en París. Presentó la audición y fue aceptado. La Orquesta lo apoyó para arrancar. Él buscó otros apoyos, y a finales de junio del presente año regresó a Medellín para terminar sus estudios en la Universidad, y seguir con su carrera como músico profesional. Actualmente, es profesor de trompeta en la Orquesta Sinfónica de Antioquia, es un ser humano dedicado, disciplinado, responsable, noble, sensible, y humilde. Es un ejemplo a seguir. Para mí, estas dos historias son el resultado de la importancia de la música en la formación del ser humano: la música es un instrumento que debe ser utilizado como herramienta de formación, ¡la música puede transformar la vida!
Varios estudios científicos han demostrado que la música, como herramienta de formación, logra desarrollar en el cerebro de los niños más conexiones neuronales.
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PROYECTOS QUE TEJEN PAÍS A TRAVÉS DE LA MÚSICA Nivel Nacional
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Fundación Nacional Batuta
• Opera desde 1991. • Su función es incrementar la enseñanza, la práctica y el disfrute de la música en Colombia. • Está presente en 96 municipios en todos los departamentos del país. • Atiende a 22.559 personas.
Nivel Regional
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Campamentos de Jazz del Eje Cafetero
• Talleres de formación, interpretación e improvisación en jazz dirigidos a estudiantes e integrantes de bandas escolares en el Eje Cafetero. • Propicia intercambios culturales y musicales entre músicos de escuelas de élite en Estados Unidos y estudiantes colombianos. • En cada ciudad la convocatoria es de alrededor de 200 jóvenes. • Los recursos se gestionan con los centros Colombo Americano, de Manizales y Medellín, Universidad de Caldas, Universidad Nacional, Banco de la República, alcaldías y cajas de compensación.
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Fundación Incolmotos Yamaha
• El programa de becas ToKando cubre 18 departamentos, incluidos San Andrés y Nariño. • El foco es la iniciación musical a niños de bajos recursos y en zonas marginales. • Acoge a jóvenes entre 7 y 14 años “expuestos a situaciones de riesgo social”. • 14.429 alumnos becados.
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Red de coros infantiles de Cali - Coro 1000 niños
• Se trata de una iniciativa que usa el canto y la voz como instrumentos para la formación de niños y niñas en 30 escuelas públicas. • Cada coro tiene entre 35 y 40 niños provenientes de 8 comunas y 22 corregimientos de Cali. • El proyecto lleva 13 años funcionando y alrededor de 7.500 niños han asistido. • Lo opera la Fundación Arte y Parte.
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Red de Escuelas de Música de Medellín
• 27 escuelas en 14 de las 16 comunas de Medellín y en 3 de los 5 corregimientos. • Beneficia a 4.600 estudiantes. • Opera desde hace 16 años y el presupuesto anual asciende a $6.500 millones.
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INF OG R AF ÍA
Fundación Musical Metropolitana de Barranquilla
• Escuela de música donde se becan muchachos de bajos recursos con instrumentos musicales. • Agrupa una orquesta sinfónica de 40 músicos jóvenes del Área Metropolitana de Barranquilla. • Su influencia se extiende al departamento del Magdalena. • 800 adolescentes beneficiados en 10 años.
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Fundación Tocando Puertas para Abrir Futuros, Cartagena
• Gestiona las becas Ser Visible para que asistan jóvenes de Cartagena a la Universidad de Tampa y la Orquesta Sinfónica de Richmond. • Gestiona becas para músicos y profesores en el Longy School of Music de Boston. • Realiza festivales y conciertos con la Filarmónica de Comfenalco, la Sinfónica de Bolivar y la Sinfónica Infantil y Juvenil de Cartagena.
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Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia
• Altavoz Escolar ha llevado 450 dotaciones musicales a colegios de 124 municipios en el departamento. • Cerca de $9.500 millones de inversión en el fomento de la música en cuatro años. • 2.500 artistas beneficiados por el departamento.
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Orquesta Sinfónica de Antioquia
• Programa de iniciación musical a niños de estratos 1, 2 y 3 • 2.300 niños beneficiados. 1.300 de ellos en Medellín. • 30 niños becados en violín. • Desde 2013 extendió su programa a Cali, Bogotá, Manizales, Barranquilla, Armenia y Pereira.
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Academia Filarmónica de Medellín
• Programa gratuito de la Orquesta Filarmónica de Medellín. • Funciona desde 2008 y beneficia a 100 estudiantes de música de bajos recursos. • Gestiona becas, intercambios culturales, clases maestras, audiciones en el extranjero, mantenimiento de instrumentos. 13
C RÓ N I C A
Apoyos públicos que hacen posible al arte
El programa de estímulos y apoyos de la Secretaría de Cultura Ciudadana hace parte de la apuesta de la Alcaldía de Medellín al desarrollo artístico de la ciudad. Dentro de las diez áreas creativas, la música es protagonista.
Por Ma n u e la Lo p era
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n 2015, Medellín Vive la Música creó un estímulo para fortalecer los procesos comunitarios en formación musical. Son proyectos que utilizan la música como vehículo para construir tejido social. Con este apoyo se reconoce el esfuerzo de las agrupaciones o colectivos y su impacto en el entorno. En total se recibieron 18 propuestas y se adjudicaron 6, cada una con 20 millones de pesos. Este empeño hace parte de las convocatorias ‘Arte y Cultura para la vida’, que desde hace una década fomentan proyectos artísticos en la ciudad. Carlos Guisao, Subsecretario de Arte y Cultura Ciudadana, explica un cambio reciente: “A partir de 2014 hicimos una modificación tratando de que aparecieran estímulos nuevos en todas las áreas. La música es una, pero trabajamos sobre nueve áreas más”. La idea con estos estímulos es involucrar todo el proceso creativo: creación, investigación, producción, circulación y formación. Estos 5 aspectos, como una cadena de valor, son fundamentales para considerar los proyectos que participan, con el fin de que los ganadores tengan impacto. Por ejemplo, en la categoría Producción, el año pasado se otorgaron 2 becas para sellos discográficos independientes que ya tenían canciones compuestas y maquetas. “El estímulo era ideal para producir el CD”, explica Guisao. En cuanto a Circulación, estos presupuestos abren la posibilidad para que los artistas vayan a festivales y los conozcan en mercados musicales internacionales. Por otra parte, durante los años más recientes también se consolidó el nuevo esquema de financiación Apoyos Concertados. Es un ejercicio de cofinanciación con proyectos o entidades en 4 líneas: Actividades artísticas de duración limitada, Procesos de formación artística y cultural de la ciudad, Espacios para la circulación de las artes, y Procesos artísticos y culturales con grupos poblacionales específicos. En estos proyectos los organizadores participan en la convocatoria
y la Secretaría cofinancia el 30% del valor total del evento. Aunque involucran otras expresiones artísticas, la música es la protagonista. “De cada 10 actividades en artes escénicas, 5 o 6 son de música. Las otras se dividen entre teatro y danza”, asegura Guisao. En los últimos dos años hubo 310 proyectos ganadores. Este año hay 111 proyectos becados, con una inversión de $1.532 millones de pesos en el sector de la música: “Nuestro propósito es generar una presencia asegurada en toda la ciudad”. Casos como el de Alexis Mejía, quien está a punto de graduarse como maestro en piano en la Universidad de Antioquia, hablan por sí solos. El proyecto José Hernando Montoya Betancur, —del que fue alumno y en el que ahora es profesor— es uno de los ganadores de los 6 estímulos dentro de la categoría Fortalecimiento de procesos comunitarios en formación musical. El proyecto, consolidado desde la ruralidad, propone 3 líneas de desarrollo: formación teórico-musical, técnica vocal y expresión corporal. Con el estímulo, se busca fortalecer el proceso de 90 estudiantes. Por su parte, Fabián Cataño es el representante del proyecto de la Escuela Hip-Hop Vida Hopper, otro ganador del estímulo de Formación comunitaria, en la Comuna 13. Su objetivo es fortalecer los talleres que realizan una vez a la semana durante 3 horas con 80 jóvenes. En ese tiempo trabajan composición, interpretación, expresión corporal, manejo escénico y formación en estudio: “En la Comuna 13, el 80% de los jóvenes hacen hip-hop”, dice, y asegura que es una manera de mantenerlos alejados del conflicto. “Todo el tiempo trabajamos la filosofía de la No Violencia”, agrega. Con los recursos, además, esta comunidad quiere hacer un cortometraje para que participe en muestras artísticas, y una presentación en vivo con los temas de la propuesta audiovisual. Eso demuestra cómo la música teje sociedad.
Este año hay 111 proyectos musicales con una inversión de $1.532 millones de pesos.
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C RÓN ICA
En la música cabemos todos La formación musical es un mecanismo eficaz para propiciar la inclusión. De la mano de la música los ciudadanos encuentran caminos para desarrollar su proyecto de vida.
Por M anuela Lopera
“E
star en la Red de Escuelas de Música es lo más maravilloso que nos ha pasado”, dice Sandra Bedoya, madre de dos estudiantes de la escuela Belén Parque-Biblioteca. Hace 8 años que Alejandro Arroyave (15) y Salomé Arroyave (13) asisten a clases de música. “Para ellos, la vida gira en torno a eso”, asegura Sandra. Allí, en la escuela de cuerdas, aprendieron a ponerse metas y a ser buenos estudiantes. Alejandro y Salomé hacen parte de los cerca de 6.000 muchachos que están en la Red –de los cuales el 95% son menores de 18 años– y que encuentran en el aprendizaje de la música un espacio de ocio creativo donde la familia también está incluida. Sucede que una vez los niños se vinculan a las clases, las dinámicas familiares comienzan a girar en torno a ellas, porque están los ensayos y las presentaciones que convocan a los padres y a los parientes cercanos. “Soy de la asociación de padres y eso nos permite pertenecer a la Red”, asegura Sandra. Por su parte, Rocío Jiménez, coordinadora psicosocial de la Red de Escuelas de Música, explica: “Se configuran nuevos rituales de encuentro. Hay construcción de tejido social y unos vínculos que se convierten en improntas”. Cuando la música se utiliza como integrador social, el carácter colectivo del proceso es clave. Muchos niños llegan a los cursos y a las clases con problemas para relacionarse, timidez e inseguridades que se van disolviendo en la medida en que se fortalecen los lazos sociales. En conjunto, los estudiantes aprenden a superar la adversidad.
La pedagoga musical Pilar Posada asegura que la música es una gran herramienta de formación humana: “En la práctica se moldean y desarrollan aspectos de la personalidad como la paciencia, la atención, la concentración, la anticipación y la capacidad de estar atento a lo propio y a lo de los demás”. Y agrega: “Se hace música con, y para otros. Participar en procesos grupales de creación y ejecución musical es estar junto a otros construyendo, buscando acuerdos, consonancias, armonías entre diferentes instrumentos, voces, ritmos y melodías”. “La música es un igualador y por eso es ideal como programa de inclusión”, reafirma la psicóloga Rocío Jiménez, y enfatiza que esa es una de las razones por las que nadie debe presentar audición para entrar a una de las escuelas. En las clases se refuerza la ética del autocuidado, y con el instrumento se establece una relación donde se conectan oído, cerebro, corazón y espíritu, y a la vez se trabaja la relación con los compañeros. Que la música da sentido a la vida y brinda opciones para emplear el tiempo libre, lo ejemplifica muy bien la historia de vida de Eliana Palacios, profesora de violonchelo, quien entró a la Red en 1998, a la escuela Las Nieves, de Manrique. Cinco años después hizo parte de una delegación que viajó al Vaticano. Hoy es maestra de cuatro escuelas y dos orquestas, un panorama que nunca imaginó. Afirma, además, que la mayoría de sus compañeros son profesionales exitosos debido a una aptitud que forjaron por medio de la música: la disciplina. Se estima que de los jóvenes que hacen parte de los procesos de formación que lleva a cabo la Red, solamente el 5% se convierten en músicos, pero todos aseguran que las clases les dieron habilidades para el manejo del tiempo y el orden. Por lo general, quienes han estado en sistemas educativos o en instituciones que usan a la música como uno de sus pilares pedagógicos, se convierten en adultos con facilidades para relacionarse, asumir liderazgos y estar en proyectos colectivos. Rocío asegura que en una sociedad que necesita serenarse y reconciliarse, un programa como la Red de Escuelas de Música resulta vital. Mientras que Pilar Posada, por su parte, concluye: “El trabajo musical en grupo es una bella metáfora de lo que debe ser la sociedad”.
“Participar en procesos grupales de creación musical es estar junto a otros construyendo”.
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Foto: Concierto de la Orquesta Sinfónica de Antioquia. Archivo de la Orquesta
MEMO R I A . S o cied a d d e Me j o ra s P ú b l i c a s y O rqu esta S i nfó ni c a d e Anti o qu i a
Memoria La Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín (SMP) es un cuerpo cívico que surge en la ciudad en 1899 bajo la tutela de Carlos E. Restrepo, un dirigente de corte conservador que en 1910 fue elegido como Presidente de la República. Integrada en su mayoría por ciudadanos de la élite local, la SMP fomentó e impulsó la cultura musical en Medellín, con un sentido social que, para la época y el contexto, resultaba bastante progresista. Bajo esta óptica, en 1945 creó la Orquesta Sinfónica de Antioquia, que auspiciada por la SMP ofrecía numerosos conciertos populares de música clásica en el desaparecido Teatro Bolívar, a precios tan ínfimos a la época como 50 y 20 centavos para balcón y general. Los carteles y programas a menudo rezaban: “Precios para el pueblo”.
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