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EDICIÓN 5 AGOSTO 2015
Una geografía musical de Medellín. ¿Dónde y a qué suena la ciudad? 1
ED.05
E D I TORIAL
R E PORTAJE. C i u da d son ora
Diversidad y construcción de ciudadanía
Alcaldía de Medellín Aníbal Gaviria Correa Alcalde de Medellín Alexandra Peláez Botero Vicealcaldesa de Educación, Cultura, Participación, Recreación y Deporte Luis Fernando Suárez Vélez Vicealcalde de Gobernabilidad, Seguridad y Servicio a la Ciudadanía Juan Carlos Giraldo Salinas Vicealcalde de Salud, Inclusión y Familia Jesús Arturo Aristizábal Guevara Vicealcalde de Hábitat, Movilidad, Infraestructura y Sostenibilidad Wilson Enrique López Bedoya Vicealcalde de Gestión Territorial Luis Felipe Hoyos Vieira Vicealcalde de CTi, Desarrollo Económico, Internacionalización y APP
Secretaría de Cultura Ciudadana María del Rosario Escobar Pareja Secretaria de Cultura Ciudadana Ana Cecilia Restrepo Espinosa Directora Red de Escuelas de Medellín Alejandro Escobedo Forero Gerente Medellín Vive la Música Ronal Castañeda Tabares Comunicaciones Medellín Vive la Música Luz Enidia Largo Arteaga Comunicaciones Subsecretaría Arte y Cultura - Interventora
Revista Arcadia Director Juan David Correa Directora del proyecto Juliana Restrepo Dirección de Arte Mónica Loaiza Corrección Tatiana Andrade Fotografía y textos Esteban Duperly Podcast Juan Pablo Trujillo Director Comercial María Alejandra Navia / anavia@semana.com Publicaciones Semana SAS Gerente General Elena Mesa Zuleta Gerente Comercial Isabel Cristina Calle Gerente de Mercadeo Liliana Sotomonte
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as políticas públicas de esta Administración están encaminadas hacia la creación de condiciones para el desarrollo y fomento de una cultura ciudadana de reconocimiento y respeto por las diferencias culturales. El arte y la cultura, en efecto, son poderosas herramientas para el desarrollo intelectual de una sociedad y su formación ciudadana. Nuestras políticas hacen énfasis en la promoción de la diversidad cultural. Esta es una ciudad narrada, contada y proyectada desde esta diversidad: es una ciudad para los raperos, otra para los artistas, otra para los bailarines. La creación de redes de formación artística en artes escénicas, danza, audiovisuales, artes visuales y música, y de convocatorias públicas para el fomento, la circulación, el consumo y el acceso de los bienes y servicios culturales, son algunos de los principales programas que se promueven desde la Secretaría de Cultura Ciudadana de Medellín. Un programa ejemplar acerca de estas políticas es la Red de Escuelas de Música de la Alcaldía de Medellín, que busca la práctica musical colectiva como un espacio de exploración de prácticas sonoras, artísticas, sociales y culturales para la experimentación de la diversidad, la convivencia, la solidaridad, la tolerancia y el consenso. Más que un ejercicio profesional, es una intención de construcción ciudadana. Su principal interés no es solo la formación profesional de músicos, también es la consolidación de una ciudadanía activa e incluyente. Se han establecido espacios físicos y sociales de encuentro para los diversos géneros musicales, la formación y profesionalización en las artes. Incluso se han incentivado proyectos como Aquí Suena Medellín, una plataforma virtual para la circulación, promoción, participación musical dirigida a músicos, público general y escenarios para la difusión musical de la ciudad. Esta es una ciudad narrada, contada y proyectada desde la diversidad. A través de la articulación de programas como juventud, turismo, mujer, formación y promoción cultural, memoria y patrimonio, bibliotecas, casas de la cultura, redes culturales y educación ciudadana, esta ciudad ha mostrado otros rumbos para la transformación social a partir de la cultura y el arte.
Po r E ste ba n Dupe rly
María del Rosario Escobar Secretaria de Cultura Ciudadana Alcaldía de Medellín
Gerente de Circulación Natalia Peinado Gerente de Innovación Iván Jaramillo Price Gerente Financiero y Administrativo Felipe Albán Daza Sede: Carrera 11 n.º 77A - 65 Bogotá, Colombia PBX 6468400 ©Publicaciones Semana S. A. Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización de Publicaciones Semana S.A. ISSN: 1900-589X Printed in Colombia
Ciudad Sonora
Foto de portada: Esteban Duperly
L a mú sic a h a d emo stra d o q u e M ed el lín es u n a c iu d a d q u e acog e a n u mero sa s c u ltu ra s p roven ien tes d e d iverso s lu ga res d el p a í s . ¿ C ó m o está d iv id id a esa co mp o sic ió n so c ia l y c u ltu ra l? ¿ Cu á l es e l r i co p a n o ra ma so n o ro d e la c a p ita l d e A n tio q u ia ? U n v ia j e a lo s gé n e ro s y l as fu sio n es d e u n a c iu d a d d o n d e se oye sa lsa , ro c k, p u n k o rap .
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R E PORTAJE. C i u da d son ora
MEDELLÍN ES UNA CIUDAD diversa, que ha acogido a un flujo de migrantes, quienes la han nutrido con sus sonidos
M Medellín se asienta sobre un valle muy estrecho circundado por montañas. Para donde se mire, la vista se encuentra con una ladera y la sensación de horizonte prácticamente no existe. Esto hace pensar que se trata de una ciudad encerrada en sí misma. María del Rosario Escobar, Secretaria de Cultura Ciudadana, dice que ese mismo encierro le ha dado una enorme necesidad de comunicación a una ciudad que tiene vasos comunicantes con las dos costas de Colombia, así como con el centro del país. “Todo el tiempo nos oponemos a esos problemas de encierro. El caso de las viejas disqueras es elocuente: fuimos los protagonistas de algunos de los momentos más interesantes de la industria musical del país. Ahora hay que ver lo que está ocurriendo con el reggaetón como un fenómeno de producción: Medellín es uno de los centros latinoamericanos del género. En esos dos casos hay una respuesta a ese discutible encierro”, dice. Medellín es diversa y eso se ve en sus calles. La razón, otra vez, es geográfica. En un fenómeno que por supuesto es común a todas las demás urbes del mundo, la ciudad absorbe la migración de los vecinos. Cerca del 80% de los jóvenes que parten de las subregiones del departamento llegan a Medellín para estudiar o trabajar. Además, exis4
EN EL SECTOR DE Guayaquil se hizo famoso el tango desde los años treinta. Aún hoy existen lugares que son testimonios de esa época.
te una población indígena bastante activa: en los barrios El Chagualo, Sevilla y Prado Centro hay cabildo y cabildo juvenil indígena. En las universidades es fácil encontrarse con estudiantes emberas, ingas y wayúu. Y, después de todo, el departamento también limita con el Eje Cafetero, Córdoba, Bolívar, Boyacá, Santander y Chocó. Caminar por el Parque San Antonio, un viernes al final de la tarde, es experimentar un trozo de Quibdó. Desde siempre ha existido una relación entre Antioquia y Chocó, donde Medellín acoge un flujo constante de migrantes, especialmente desde 1946, cuando se abrió una carretera que conecta a las dos capitales. A lo largo de los años, y en un movimiento espontáneo de acople a la ciudad, los recién llegados han hecho suyos lugares donde la música y el baile son los elementos centrales del mantenimiento y la reinterpretación de una cultura, en este caso, la afro. Si en las noches San Antonio se agita con salsa, la Comuna 8 –Villa Hermosa– y la Comuna 13 – la parte alta de San Javier– son enclaves chocoanos donde el bunde y las chirimías son folclore puro que se ha mezclado con la cultura hip-hop. Por las vías que conectan a Medellín con Turbo, y por ende, con el mar, que resulta tan Caribe como Pacífico (el Urabá chocoano) también han entrado influencias sonoras que se expresan en reggae y en sonidos antillanos. Una red de comunicación mercante y marina, que como andinos es difícil siquiera imaginar, une al golfo de Urabá con todo un litoral y las islas San Andrés y Providencia. Por razones que quizás puede explicar la demografía, la parte baja de la Comuna 5 –Castilla– es un epicentro de reggae, con bares y el festival Big Up, que el año pasado se realizó en el Parque Juanes de la Paz. Y así mismo, un
buen día, Camilo Suárez, la voz líder de la banda de rock Parlantes, salió al escenario del céntrico Teatro Lido con un quijada de burro –un jawbone sanandresano–. Así que precisar dónde emerge, dónde se expresa, dónde inicia y dónde termina la influencia de tal o cual ritmo carece de sentido, porque la naturaleza misma de las influencias es esa: disolverse entre la gente como en un crisol donde todo se funde y surgen nuevas amalgamas. El ejemplo clásico e histórico es Guayaquil, un sector que durante décadas tuvo enclavada una estación de ferrocarril, un mercado, trilladoras de café, estudios fotográficos, cacharrerías y bares. “Un territorio permisivo, donde se podían expresar muchas cosas, que estaba habitado por un enjambre y donde la vida se desbordaba”, al decir del historiador Jorge Mario Betancur. No en vano allí se consolidó el tango, después de la muerte de Carlos Gardel, cuando Medellín se decidió por una vocación tanguera, otra influencia que llegó de afuera. “Los géneros musicales son un indicador natural de nuestra sociedad mestiza”, dice Sara Melguizo, Directora de la Unión del Sector de la Música (USM Colombia) desde su oficina, en el barrio Carlos E. Restrepo. “Como ciudad a veces nos han querido rockerizar –dice– y sí, somos muy rock, pero la música es la radiografía de la población. Aquí hay música afro en la Comuna 8. Pero también hay consumo de música clásica y ópera. Y está la música de uso, como las serenatas y los mariachis. Somos, quizá, más diversos de lo que nos imaginamos”. La Secretaria de Cultura Ciudadana concuerda: “Nos cuesta reconocerlo porque todo el tiempo estamos bajo el paradigma de que acá nunca pasa nada, pero realmente sí pasan muchas cosas”.
¿Cómo probarlo, cómo calcularlo más allá de la evidencia perceptual? Al Festival Altavoz se presentaron a audición 292 bandas de las 16 comunas y los 5 corregimientos. Cada una debía inscribirse en una de las 7 categorías que, a su vez, equivalían a un género musical. De entrada solo una porción muy pequeña de todo el espectro musical de Medellín aporta, por lo menos, 7 géneros, aunque ese es un tema que se expande hacia el infinito, como un fractal: “Lo que vemos con Altavoz es que cada vez es más difícil diferenciar géneros”, explica Escobar. “Hay tantos cruces como gustos, como posibilidades de creación”. Por eso, el festival abre la convocatoria de bandas y les permite ser lo más diversas posibles: “Punk y sus ramificaciones”, “Metal y sus ramificaciones”, dice el formato de inscripción. Solo para “Core” hay 5 subgéneros –Hardcore, Grindcore, Rapcore, Metalcore, Emocore– y al final hay que dejar la opción abierta con un amplio “y sus afines”. Sara Melguizo, desde la USM, afirma que esa profusión de géneros es un buen síntoma. Desde allí también coordinan “Aquí suena Medellín”, un proyecto de la Se-
San Antonio se agita con salsa en las noches, la Comuna 8 y la parte alta de San Javier son enclaves chocoanos donde las chirimías se mezclan con el hip-hop.
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cretaría de Cultura que comenzó a operar en 2013 y nació bajo la premisa de producir una solución a las dificultades de circulación musical y, además, lograr que la ciudad tenga más eventos en vivo y artistas residentes en bares y restaurantes. El proyecto funciona online –www.aquisuenamedellin.com– donde tanto los músicos como los lugares se registran. Los artistas suben su material, escriben sus propias reseñas y los lugares registrados pueden acceder a las canciones, bien sea desde el perfil del artista o por medio de un play list que la USM y la Revista Música organizan cada semana. “Lo interesante de la plataforma es que te permite saber qué está sonando a qué hora y en dónde”, explica Melguizo. De ese modo, un músico puede conocer dónde suena su música y buscar más cercanía con el lugar para luego hacer conciertos, toques en vivo o promocionar sus discos. Es decir, se acorta la distancia entre el consumidor y el producto. 5917 canciones, 806 artistas públicos, 46 sitios públicos, 550 eventos, y 20 conciertos en 44 lugares hacen parte de “Aquí suena Medellín”. Si el Festival Altavoz recoge 7 géneros, puede decirse que esta plataforma los reúne a todos. Sara explica que no hay una curaduría específica, precisamente porque se trata de un producto público y diverso, donde todos los artistas están invitados a participar. Para hacer parte del proyecto el músico solo necesita una canción. El resultado es una colección de ritmos que le apuntan a todos los gustos y dan cuentan de lo variado y rico que es el panorama sonoro de la ciudad: pop, jazz, tango, cumbia, salsa, electrónica, rock, reggae, vallenato, indie, latino, ska, funk, balada, cuerdas colombianas, merengue. Se puede usar sin temor la frase “un largo etcétera”, que incluye el ecléctico ‘músicas del mundo’ e invenciones como ‘new age folclórico’. Ahora bien, entrar en los terrenos de las fusiones y las mezclas guarda una pequeña trampa. Lo fundamental es advertir el lindero donde las cosas dejan de ser efímeras para convertirse en una propuesta artística apalancada por músicos capaces de producir un nuevo estilo. Así aparecen, por ejemplo, Tucuprá, que se autodefine como “una mezcla juiciosa y respetuosa de géneros musicales de raíz negra”. O Tierradentro, que incluso ha acompañado al Ballet Folklórico de Antioquia, pero también tiene onda rock. Gordo’s Project, con un estilo que bautizaron “chu-
TEO CALAVERA le apostó a una rara fusión entre la guasca y el punk, a través de su agrupación La Popular Independiente. “Es un camión bien poderoso, una chiva llena de sabor que va subiendo la loma”.
“Aquí suena Medellín”, de la Secretaría de Cultura, comenzó a operar en 2013 y nació para darle una solución a las dificultades de circulación musical en la ciudad.
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R E PORTAJE R E. PORTAJE. Una h erra mCiien u da t ad pson oderosa ora
cuchucu fashion”; Puerto Candelaria, que hace “cumbia underground” y “jazz a lo colombiano”; y Calavera y La Popular Independiente, con el disco Montañero a lo moderno. “Es muy guasquero, muy carrilero, muy antioqueño”, dice de ese trabajo Teo Calavera, la voz líder de La Popular. “Me gustaba mucho la guasca porque se me parecía mucho al punk, y yo era muy punkero. Comenzamos con la idea de hacer guascas pero llegamos a otra cosa. Nos montamos en la película de ser una banda de rock con influencias colombianas”. En efecto, el arte de la contratapa del disco –hecho por Mateo Isaza, el diseñador gráfico detrás del personaje Calavera, que él define como “una exageración de mí mismo y de mi herencia”– es un camión de escalera que está a punto de atravesar montañas, y es una analogía del concepto de la banda y el sound system que los acompaña. “Un camión bien poderoso, una chiva de sabor que va subiendo la loma”, explica Mateo.
Un festival como Altavoz, que dura tres días y convoca al público y a los artistas, abre el espacio para bandas que antes se asociaban a la contracultura.
EN EL FESTIVAL MEDELLÍN LA MÚSICA confluyen experiencias musicales de todos los géneros posibles.
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Un concierto de Calavera y La Popular Independiente tiene algo de puesta en escena donde hay baile espontáneo. El show de la cuchara se hizo célebre hace 3 años en el Festival Altavoz. “Imagínese una banda que tiene una batería atrás y de repente sale un ‘mancito’, saca unas cucharas y llama la atención. ¿Quién hace un solo de cucharas en un festival de rock?”, recuerda Mateo. Las cucharas son un instrumento andino que incorporaron a su sonido y Mateo, por ejemplo, acaba de descubrir el cuatro, una suerte de ukulele suramericano. Las influencias son amplias: además de la guasca y la carrilera, también se nutren de reggae, cumbias, salsa, merengues, porros y parranda. En el espíritu de La Popular está la herencia de los tíos en los balcones poniendo rancheras y corridos un domingo en la tarde después de un cásico de fútbol. La música de diciembre con la familia. Los tangos de las cantinas del centro o de Envigado. Los paseos al río con pelota de números de la niñez. Los buses de colores para ir a la universidad. Los taxis. En suma, las cosas corrientes de Medellín, lo que compone la vida diaria, combinadas con el agite de una fiesta de rock.
Unidos somos más Un festival como Altavoz, que dura 3 días y convoca a tanto público y a tantos artistas, abre el espacio para bandas de géneros que antes se asociaban a la contracultura.
Como el punk y rap, que historicamente han sido la banda sonora de la violencia. Hoy, todos, hacen parte de un panorama más tranquilo. Escobar explica el rédito importante para Medellín: “No es posible seguir pensando esta ciudad sin eventos como esos. ¿Qué pasaría si no se hiciera el Festival Altavoz? La insatisfacción sería enorme, la tristeza, la desilusión. Unir a una ciudad en ese evento de tres días es un capital enorme”. Por supuesto, otras acciones permiten que el espectro rítmico se amplíe. La Orquesta Filarmónica de Medellín realiza desde hace 7 años el Festival Internacional de Música (FIMM), donde el género sinfónico encuentra su hogar, pero allí también se invita a músicos que traen son cubano, música latinoamericana, música tradicional colombiana y jazz. Durante 2 semanas, y a menudo en conciertos al aire libre, la agenda musical se robustece en ritmos. El Festival Internacional de Tango –realizado el pasado junio– nutre año a año a tangueros y milongueros. El Festival Medellín Vive la Música, durante 6 días, convoca géneros muy diversos. Y Medejazz, que comienza en septiembre, y el año entrante cumple 2 décadas, es a la vez vitrina para el jazz, sus derivaciones, y la salsa.
Del jazz a la salsa pasando por el rap Aunque siempre rondado, el jazz se aclimató finalmente en la ciudad en los años ochenta, durante una época en la cual la Orquesta Big Band ofrecía conciertos en el Teatro Metropolitano. Ahí comenzó a configurarse un público que creció hasta congregar a 10 mil personas en conciertos al aire libre. Oscar Mario Castañeda, director ejecutivo de la Corporación Medearte, que organiza Medejazz, recuerda: “Ver tanta gente escuchando jazz, gente en hamaca, otra sentada, gente que llegaba a pie, en bicicleta, en moto, en carro, y luego ver los ríos de gente cuando se acababan los conciertos, era muy satisfactorio”. En la actualidad, sin embargo, no hay un circuito continuo de bares o clubes donde se interprete. El Café Teatro, ubicado en Barrio Colombia, que contaba con un gran piano de cola, tuvo que cerrar después de 7 años de funcionamiento. Por eso Oscar sigue considerando al jazz un género apreciado solo por nichos. No obstante, hay programas en 3 emisoras de la ciudad –otra más suena Latin jazz– y en las facultades de música ya se incluye la enseñanza jazzista en los currículos. “El jazz que hacemos acá no es el mismo que se hace en Estados Unidos o en Europa –explica Oscar–. Acá hay una inquietud de propuestas y de mezclar lo nuestro. Eso, definitivamente, es lo que llama la atención”. Pero si queremos pensar en un género diverso hay que referirse a la salsa. En sí misma es la fusión y conjunción del mambo, el son, el cha cha chá, el bugalú, el bolero, la guaracha, la plena. Como explica Jairo Luis García, de Latina Stéreo –un locutor de vieja guardia “licencias de
EL CANTADERO es el espacio alterno del Teatro Matacandelas, que sirve de escenario para la presentación de artistas y grupos de la ciudad.
locución 984 y 1052 de 1963 del Ministerio de Comunicaciones”, como orgullosamente dice– Richie Ray se inventó el término en Venezuela en el 67 para expresar que era “una salsa con toda la música”. Medellín es salsera al máximo y, aunque suene contradictorio, esa misma diversidad termina por conferirle un factor unificador. Si queremos pensar en un elemento que una a una ciudad que es ancha, larga, honda y dispareja, ese es la salsa: suena en todos los barrios de Medellín, desde el Popular 1 hasta El Poblado. En la Comuna 16 –Belén– es muy fuerte. Jairo Luis, quien se inventó los “salsaludos” para la gente común que mezcla las actividades cotidianas 9
RE POTA J E. Ci ud a d s o n o ra
OPI N IÓN . Hen r y A r t ea g a
Los sonidos que me hicieron músico Po r He nr y Arte a ga ( E l J KE )
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MEDELLÍN es salsera al 100%. Desde el Popular 1 hasta El Poblado, la ciudad vive la salsa.
con dosis masivas de salsa, corrobora: “Cala tanto en todos los estratos porque es una música muy bien hecha. Además le canta a la vida, al amor, al despecho, a la mujer, a Dios, a la naturaleza, a los animales, a los amigos, a las ciudades. Le canta a todo. A quién no le va a gustar eso”. Tal vez no haya en la ciudad un público más fiel que el salsero. Jairo Luis afirma que además es un público con el oído muy educado porque ha visto en vivo al Gran Combo, a Richie Ray y al Sexteto Juventud. Joe Arroyo se hizo en Medellín. El año pasado Oscar de León cantó con la trompetista Maite Hontelé, acompañados por una big band. Y Poncho Sánchez estará tocando congas en el próximo Medejazz 2015 –septiembre–, donde escenarios grandes como la Plaza Gardel, cerca del Aeropuerto Olaya Herrera, se llena con 4.000 personas. El verdadero pulso musical de la ciudad se toma en la calle. La Carrera 70 con sus serenateros y conjuntos vallenatos, el billar Caballoblanco lleno de mariachis, los Parques Biblioteca donde los jóvenes se juntan a hacer
La política debe actuar para permitir escenarios donde la música surja a través de festivales, apoyos para bandas, la creación un clima cultural.
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rap, Los Plones haciendo punk en Moravia, las Milongas Playeras del Teatro Pablo Tobón en plena calle, el reggae en Ghetto bar y Yagé bar en Castilla, la salsa del Parque San Antonio al final de la tarde, los conciertos didácticos de la Sinfónica de Antioquia, las baladas románticas en la Galería de la Fama en el Parque del Poblado, los concursos de improvisación de cada viernes en la escuela de trova Astrocol, las verbenas en el cabaret “El Cantadero” del Teatro Matacandelas, los cantautores en vía de extinción del barrio Carlos E. Restrepo, la fiesta inacabable de salsa y rock en el bar El Guanabano, con quien quiera tocar guitarra afuera, en el Parque del Periodista. Y, finalmente, el reggaetón, presente en toda la ciudad, terminó de derrumbar el mito del encierro, con cantantes puertorriqueños que producen en Medellín y artistas que se fueron, como J Balvin y Maluma. María del Rosario explica que la música ayuda a elevar el estado de ánimo de las poblaciones. Los gobiernos deben poner los elementos para que la mayor cantidad de expresiones artísticas, en este caso las musicales, aparezcan en escena. La política debe actuar para permitir escenarios donde la música surja, bien se trate de festivales, plataformas online, apoyos para bandas, o simplemente crear en la ciudad un clima cultural saludable, donde cualquier género encuentre un lugar. En efecto, Medellín es una ciudad cercada por montañas donde la vista se cierra muy pronto. El panorama sonoro, sin embargo, crea para ella un horizonte amplio y lejano.
e niño creo que las primeras canciones que escuché no fueron infantiles. Creo que la TV no ofrecía programas como ahora, con canciones que generan ídolos para los niños. Yo crecí escuchando los tangos de Gardel, la música de Julio Jaramillo, la salsa de Héctor Lavoe o La Fania, los Carrangueros de Jorge Velosa, Lucho Bermúdez y Octavio Mesa. Esa era la música de personas mortales, alcanzables, y era la que recorría mis oídos en la esquina donde vivía. Don José, mi vecino a dos casas, cada fin de semana invitaba a sus amigos músicos a interpretar canciones de antaño. Su colección de cientos de discos en vinilo decoraban su estudio como un gran museo. Allí yo jugaba a las escondidas con sus hijos y memorizábamos cada letra y armonía. En casa se sintonizaba A.M. Mucha noticia de cómo iba Medellín, hasta que llegaba la hora de las radionovelas, como Kaliman, donde mi cerebro podía recrear una versión propia de lo que escuchaba. Se sentía miedo y vértigo en cada narración. Era una experiencia más chimba que el cine. Luego yo mismo empecé a explorar frecuencias: llegué a 98.9, Veracruz Estereo, y escuché la tan famosa y nombrada música americana como Poison, Bon Jovi, Michael Jackson y Elton John. La TV me acercó a los videos aún en blanco y negro –en un tv de perillas que dañé jugando– y así fue como Michael Jackson y su baile me conectaron con lo que sucedía en los patios del colegio Gilberto Alzate Avendaño, donde unos chicos hacían unas acrobacias impresionantes con el sonido más impactante que jamás había entrado a mis tímpanos: Planet Rock de Sound Sony Forge, la banda sonora de la calle. El Hip-Hop estaba en Medellín. Los chicos danzaban por horas en diferentes espacios de la ciudad: la Cámara de Comercio de la Avenida Oriental, la Biblioteca Pública Piloto, y los barrios que más recuerdo: La Milagrosa o Buenos Aires, Aranjuez y Guayabal.
Más tarde se dispararon las rumbas en el barrio Aranjuez. En 1999 nacen los Crew Peligrosos, danzantes del Hip-Hop, y durante casi 10 años, hasta 2008, hicimos exploración de sonidos colombianos y latinos que nos llevaran a tener una identidad sonora. Empezamos a rapear en los parches de Break que organizamos para darnos fogueo, empezamos a tener solidez en las letras y en el color, y seguimos la búsqueda con los samplers de Totó la Momposina, Los Gaiteros de San Jacinto, Petrona Martínez, tambores y acordeones, y lo más nuevo, como Herencia de Timbiquí y Puerto Candelaria; música que nunca escuché de niño y que no sonaba en el barrio, pero que relataba historias como si fueran de fantasía. Ese sabor nos conectaba con lo que buscábamos siempre, y a mí con mis orígenes: de dónde soy y a qué pertenezco. Nuestro primer álbum, llamado Medayork, es una recopilación de todo lo que habíamos aprendido. Pero queríamos más de Colombia y con Redbull recorrimos 27.000 kilómetros por el Norte de nuestro país. Recopilamos historias y sonidos que dieron origen a MarcaPasos y un gran concierto con la Orquesta Sinfónica de Colombia, músicos y cantantes tradicionales de Palenque, Cartagena, Timbiquí, Valledupar y el Sinú, bajo la dirección y arreglos de Juancho Valencia. Hoy la música del Crew, con un nuevo álbum llamado los Madafunkies, es un universo de sonidos con colaboraciones del padre del HipHop, Afrika Bambaataa; la leyenda Latina del freestyle, McKlopedia de Venezuela, y el talentoso rapero Mcida de Brasil. Además, es un proyecto que reúne la diversidad de Medellín: fue producido por los chicos de 4ESkuela, en Aranjuez, más Rat Race y Hunter, algunos beat de Key Dee y los arreglos de nuestra banda: Coe, Candelo y Dani. Las letras son de JKE Y P Flavor. Todo lo que he escuchado desde que era un niño me ha conducido hasta acá.
El Hip-Hop estaba en Medellín. Los chicos danzaban por horas en diferentes espacios en la ciudad y en los barrios que más recuerdo.
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A N E U S E D N O D S N Í O I L L C E A P D S E E M N E A C I S Ú M A L
IN FOG RAF ÍA
FESTIVALES POR TODA LA CIUDAD
• Teatro Pablo Tobón Uribe • Teatro Metropolitano • Teatro Lido • Teatro Matacandelas • Parque Pies Descalzos • Museo de Antioquia • Fundación Universitaria Bellas Artes • Casa de la Integración Afrocolombiana • Parque de las Luces
• Casa de la Cultura del Ávila
• Parque Biblioteca España “Santo Domingo Savio” • Unidad de Vida Articulada de La Esperanza • Casa de la Música • Universidad de Antioquia • Parque de Los Deseos • Orquideorama Jardín Botánico • Centro de Desarrollo Cultural de Moravia • Casa de la Cultura 12 de Octubre • Parque Biblioteca La Quintana “Tomás Carrasquilla” • Teatro al Aire Libre de Pedregal • Parque Biblioteca Doce de Octubre
• Casa Gardeliana • Casa de la Cultura de Manrique • Unidad de Vida Articulada de Los Sueños
Popular
Manrique
Villa Hermosa
Santa Cruz Aranjuez Castilla
Buenos Aires Poblado
La Candelaria
12 de Octubre
Robledo
• Casa de Música El Jordán* • Parque Biblioteca San Cristóbal “Fernando Botero”
La América San Javier
• Casa Kolacho • Casa de la Cultura de los Alcázares • Parque Biblioteca San Javier “Presbítero José Luis Arroyave R.” • Casa de Música San Javier*
• Casa Teatro del Poblado • Universidad Eafit • MAMM • Casa de la Cultura El Poblado
Guayabal
Laureles Estadio
• El Teatrico • Centro Cultural Facultad de Artes Universidad de Antioquia • Casa de la Cultura de Los Colores • Casa de Música Laureles*
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• Parque Biblioteca La Ladera “León de Greiff”
Belén
• Aeroparque Juan Pablo II • Parque Biblioteca Guayabal “Manuel Mejía Vallejo” • Casa de Música Guayabal*
• Teatro Universidad de Medellín • Teatro al aire libre Carlos Vieco • Parque Biblioteca Belén
• Parque Biblioteca José Horacio Betancur Corregimiento San Antonio de Prado
• Festicámara: Marzo • Primavera Fest: Mayo • Fiesta de la Música: Junio • Festival del Porro: Junio • Festival Internacional de Tango: Julio • Festival Internacional de Música de Medellín: Agosto • Parque Cultural Nocturno: Agosto • Festival Nacional de La Trova “Ciudad de Medellín”: Agosto • Festival de Jazz: Septiembre • FestiAfro: Octubre • Festival Altavoz: Octubre • Festival Vibra mi tierra: Octubre • Breakfest: Octubre • Festival Medellín Vive la Música: Noviembre • Festival de Bandas y Chirimías: Noviembre • Festival Zona 2: Noviembre- Diciembre • Festival Internacional de Música Popular: Diciembre • Festival entre Cuerdas y Acordeones: Diciembre
* En proceso de construcción
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C RÓ N I C A
CRÓN ICA
Versos de memoria Letras que son huellas de violencia y desigualdad, pero también de amor y esperanza. ¿Cómo se ha contado la ciudad desde las líricas de la música?
Cuatro sitios, muchos géneros
Po r M a nue la L o pe ra
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La movida nocturna de Medellín se expresa en lugares que han marcado la vida de varias generaciones y desafían el paso del tiempo.
Por Manuela Lope ra
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edellín suena a tango, a salsa, a boleros, a vallenatos, a rock. Los diferentes géneros reflejan la identidad de una ciudad diversa y en plena transformación. La Casa Cultural Homero Manzi, el Salón Málaga, El Patio del Tango, Melodía para Dos, Arte Vivo, Dalí, Trilogía, el Eslabón Prendido, Son Havana y muchos otros, configuran un circuito bastante variado. Presentamos cuatro lugares protagónicos que ya son, o van camino a convertirse, en referentes de diversidad musical.
El Suave Este lugar, próximo a cumplir 53 años, nació con el nombre de La Campana, de la mano de Bernardo Arango. El lugar fue mutando de nombres y de calles, mientras hacía el tránsito de la música tropical al sonido bestial de la salsa. De todos los apodos que tuvo el dueño, sobrevivió ‘El Suave’, “así lo llamaba todo el mundo”, dice su hijo Bernardo. “Mi padre era como un poeta de la música y tenía mucho carisma”. El lugar tuvo su apogeo en Bolívar, en la década del 70. Bardo Bar era un sitio de culto en el que también encontró su refugio un movimiento revolucionario que fortaleció ideologías de izquierda. Desde 1997, el lugar se trasteó a la calle Colombia y ahí, por primera vez, la discoteca se llamó, por fin, El Suave. La amplia colección de Long plays se guarda como un tesoro: “Ahí están conservados pero aquí no nos resistimos a la tecnología”.
Yagé Bar Este lugar está ubicado en Castilla, sobre la movida carrera 68, uno de los epicentros de vida nocturna de la zona norte de la ciudad. El bar es uno de los escenarios clave de las agrupaciones emergentes. Se presentan bandas que van surgiendo en la escena de los géneros urbanos. En una tarima que ya es conocida por las paredes intervenidas con murales de fauna y psicodelia, debutan músicos que llegan para ofrecer sus primeros shows en vivo. Yagé acoge los brotes de ska, reggae, hip-hop y funk de la ciudad, pero también a lo más consagrado del underground y de la vieja guardia rockera de Medellín. Metal duro y electrónica también han sonado en este lugar. El rock, el punk y los sonidos electrónicos atraen a un público que busca un tipo de fiesta muy urbano. Cuando el escenario no se usa para conciertos, funciona como un clásico bar de barra y mesa.
Medellín suena a tango, a salsa, a boleros, a vallenatos, a rock. Los diferentes géneros reflejan la identidad de una ciudad diversa.
Salón Málaga En Bolívar, entre las calles Amador y Maturín, se encuentra este clásico de la música de antaño, patrimonio histórico y cultural de la ciudad. Sus paredes y su ambiente evocan un viaje al pasado de la Medellín del tranvía, la vida todavía rural y la bohemia de la segunda década del siglo XX. Hace 58 años que Gustavo Arteaga compró este lugar para que sonara la música montañera y desde entonces, recibe a un público ansioso por escuchar tangos, boleros, valses y bambucos. 14
El Cantadero
El cabaret “El Cantadero” está ubicado en el teatro Matacandelas, en el centro de Medellín. Es un espacio aparte de la sala teatral, aunque ambos comparten la misma casa. Fue creado en 2008 con el objetivo de recibir músicos locales y dinamizar la escena de artistas y shows en vivo. Pero, como expresa Jonathan Cadavid, quien está a cargo del lugar, “de una manera extraña se convirtió en un sitio que comenzó a recibir bandas internacionales”. Músicos de Suecia, Italia, Japón e Inglaterra han pasado por “El Cantadero”, lo cual lo ha conferido una cierta aura de “secreto mejor guardado”. El lugar está hecho para conciertos de música en vivo y acoge desde salsa hasta metal –de hecho es uno de los epicentros de ese género en la ciudad–. También ha habido música cristiana. Cuando hay salsa se convierte en bailadero, cuando hay cantautores se ponen mesitas para escuchar, y cuando tocan rock, punk o metal, o cualquier otro género, se abre el aforo total para 350 personas.
ada género tiene sus propias búsquedas, aunque los que surgen desde lo marginal tienen elementos comunes marcados por asuntos de territorio y de condiciones sociales ligadas a la desigualdad, la violencia y la criminalidad. “En las letras ha predominado la calle. Lo urbano es muy fuerte en casi todos”, dice Diego Londoño, periodista musical y autor del libro Medellín en canciones. En la década de los 80, según explica, “Medellín fue, quizás, la mejor ciudad para hacer punk porque en la calle había carros bomba, corrupción, pobreza. Situaciones que permitieron que esos músicos pudieran contar historias reales, no salidas de la ficción”, aunque suene fuerte y haya matices. En esa época, las canciones tomaron el tono de la guerra. “Atentado terrorista/que apoyas la crueldad/sangre, violencia y miseria/nos aumentan la maldad/La desgracia nos persigue/todo es culpa de la guerra”, dicen algunos apartes de Atentado terrorista, canción de I.R.A., una agrupación que lleva 30 años contando la ciudad en esa forma tan propia del punk. La banda sonora de la película Rodrigo D No Futuro, que hoy es una especie de ícono, ayudó en ese entonces a contar una faceta de la ciudad que resultaba nueva para muchos y llamó la atención sobre los sentimientos que guardaban los jóvenes. Hoy en día, el puesto del punk lo tomó el hip-hop. Ahora son los raperos quienes más reflejan la calle en sus crónicas urbanas: “La Operación Orión fue narrada por ellos, como no lo hicieron los periodistas”, asegura Londoño. Jeihhco, integrante de la agrupación C15, activista hip-hop en la Comuna 13 y líder de la iniciativa “Revolución sin muertos”, dice que empezaron a hablar de historias que nadie se atrevía a contar. Nombra al grupo Sociedad FB7, una banda referente de las nuevas generaciones. También al grupo NODUDA, que en estos versos de la canción Amargos recuerdos escenifica las operaciones Mariscal y Orión: “Sobreviviendo en el barrio/donde se escuchan disparos/donde se muere la gente/por culpa de algunos cuantos/el terror en mi comuna hizo parte del pasado”. Las letras también hablan de las luchas diarias por ganarse la vida, sobre la discriminación o la desigualdad. “Pero señor agente si yo soy un buen tipo/mejor por qué no persigue a los maleantes/más bien míreme/tengo pinta de cantante”, dice la canción Señor agente de la agrupación Esk- Lones. Un lugar de contrastes como Medellín siempre le dará material a los cantantes. A la Secretaría de Cultura a menudo llegan cantautores a ofrecer a la Alcaldía temas que escribieron solo para la ciudad, como si fuera una novia. Y, año a año, la Feria de las Flores tiene un tema musical que funcio-
na como un himno que evoca lo más bonito y valioso de la ciudad, y logra reunir a músicos de géneros distintos. Una ciudad definitivamente más tranquila es protagonista en otros géneros, como los tropicales, que prefieren cantarle al valle, al clima y a las mujeres. O el ska-reggae, por lo general sereno. Los Coffee Makers le cantan a la urbe en la hora en que se vuelve propicia para el amor, el encuentro entre amigos y la libertad del espíritu: “La canción Sábado en la noche habla de la realidad de los músicos que durante la semana tienen que dedicarse a otros oficios para sobrevivir”, dice Andrés Arango, ‘Pupilo’, baterista y compositor del grupo. Medellín, para sus cantantes, puede ser al mismo tiempo vida y muerte, amor y belleza, o desigualdad. A pesar de que la violencia ha sido un triste eslabón en esta historia, Jeihhco cree que la Comuna 13 está llena de esperanza. Por esa razón compusieron una canción titulada Aquí sí hay amor. “Aquí sí hay amor/ilusiones, pon una mano en tu corazón/ amores, corazones/hay un mundo mejor posible/se siente en mi gente/otro ambiente/camina por mis calles”.
EL GRUPO C-15 es una de las bandas pioneras de la Comuna 13.
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MEMO R I A . Di s co s Fu e n t e s
Foto: Archivo Semana
Memoria Discos Fuentes llegó desde Cartagena a Medellín, en 1954. La disquera que había descubierto a Lucho Bermúdez se instaló en la ciudad, a partir de ese año. Construyó potentes estudios, y se convirtió en la casa de los grandes artistas de la época, cuyo éxitos comenzó a compilar cada diciembre en las ediciones memorables de los “14 cañonazos bailables”, un compilado grabado en la memoria colectiva colombiana que nos mostró cómo toda la diversidad musical de un año podía escucharse en un acetato. En la década del 90, Fuentes se desmarcó de los géneros tropicales y se metió al mercado del rock nacional con Factory Records, un sello bajo el cual grabó a íconos como Estados Alterados y Kraken.
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