Separata Medellín Vive la Música edición 2

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Medellín Vive la Música ¿Cómo se enseña y cómo se aprende la música en Medellín?

EDICIÓN 2 MAYO 2015


MVLM ED.02 Alcaldía de Medellín Aníbal Gaviria Correa Alcalde de Medellín Alexandra Peláez Botero Vicealcaldesa de Educación, Cultura, Participación, Recreación y Deporte Luis Fernando Suárez Vélez Vicealcalde de Gobernabilidad, Seguridad y Servicio a la Ciudadanía Juan Carlos Giraldo Salinas Vicealcalde de Salud, Inclusión y Familia Jesús Arturo Aristizábal Guevara Vicealcalde de Hábitat, Movilidad, Infraestructura y Sostenibilidad Wilson Enrique López Bedoya Vicealcalde de Gestión Territorial Luis Felipe Hoyos Vieira Vicealcalde de CTi, Desarrollo Económico, Internacionalización y APP

Secretaría de Cultura Ciudadana Maria del Rosario Escobar Pareja Secretaria de Cultura Ciudadana Ana Cecilia Restrepo Espinosa Directora Red de Escuelas de Medellín Alejandro Escobedo Forero Gerente Medellín Vive la Música Ronal Castañeda Tabares Comunicaciones Medellín Vive la Música Luz Enidia Largo Arteaga Comunicaciones Subsecretaría Arte y Cultura Interventora

Revista Arcadia Director Juan David Correa Directora del proyecto Juliana Restrepo Dirección de Arte Phllip Scholz Correción Tatiana Andrade Fotografía y textos Esteban Duperly Directora Comercial María Alejandra Navia anavia@semana.com Publicaciones Semana S.A. Gerente General Elena Mesa Zuleta Gerente Comercial Isabel Cristina Calle Gerente de Mercadeo Liliana Sotomonte Gerente de Circulación Natalia Peinado Gerente de Innovación Iván Jaramillo Price Gerente Financiero y Administrativo Felipe Albán Daza Sede: Carrera 11 n.º 77A - 65 Bogotá, Colombia PBX 6468400 ©Publicaciones Semana S. A. Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización de Publicaciones Semana S.A. ISSN: 1900-589X Printed in Colombia

E D I TORIAL

Formación musical, una apuesta por la vida Una de las propuestas de esta Administración por la cultura es hacer de Medellín un escenario sonoro conectado a través de sus territorios y la comunidad. Un programa como Medellín Vive la Música precisamente busca la integración del ecosistema sonoro de la ciudad para el fortalecimiento de nuestros ciudadanos, especialmente niños y jóvenes. Universidades e instituciones educativas formales y no formales, así como organizaciones comunitarias, tienen una importante incidencia en la formación musical de los habitantes de la ciudad, a través de sus programas académicos de profesionalización. La Alcaldía de Medellín fomenta la cultura ciudadana a través de la proyección y formación artística como principio de convivencia ciudadana. Tres frentes importantes presenta la Alcaldía de Medellín para la formación musical en el programa de Medellín Vive la Música. El primero y más importante de ellos es el trabajo extendido de la Red de Escuelas de Música de Medellín, un programa que atendió en los últimos 3 años a aproximadamente 16 mil niños y jóvenes de diferentes comunas de la ciudad, y que este año atenderá a 4.400 estudiantes en 27 escuelas de formación. El segundo componente son los programas de Formación de formadores, un ejercicio académico para la cualificación de músicos y docentes de la ciudad en su experiencia musical y en su labor pedagógica, que a su vez replican su experiencia en jóvenes músicos de la ciudad. El año pasado se atendieron 932 niños y jóvenes en 18 nodos de formación especializados en músicas populares-tradicionales y prácticas urbanas. El último componente educativo es el programa de educación musical en primera infancia, un módulo estratégico en iniciación para niños desde los 4 años de edad. Este año se tiene proyectado atender a 1.340 niños y jóvenes a través de 24 nodos distribuidos en toda la ciudad. Finalmente esta Alcaldía se ha preocupado por establecer un fuerte proceso de formación de formadores, para que los profesores de música de la ciudad tengan suficientes herramientas de desarrollo en educación musical infantil. Estos tres pilares vienen acompañados de una importante inversión en infraestructura: las nuevas Casas de Música, que se convertirán en espacios de formación, investigación y divulgación musical en distintos puntos de la ciudad y vinculando los sectores de la música de Medellín en armonía con la Red de Escuelas de Música. Cuando hablamos de la nueva Medellín hablamos de cambio, progreso y fortalecimiento. Una de nuestras metas de gobierno es estimular la innovación y la creación ciudadana. Sabemos que para lograrlo debemos tener como base la formación ciudadana y la experimentación, siempre bajo los criterios de equidad y respeto por la vida. Así es nuestra nueva Medellín.

Aníbal Gaviria Correa Alcalde de Medellín


REPORTAJE. D el co nserv ato ri o a la cal le

Del

CONSERVATORIO a la

CALLE Por Es teb an Du p e r l y

L a e n s e ña nz a musi c a l pue de dars e en los es cenarios empíricos o acad é mi cos, de sde un pa rche de amigos que s e reúne, has ta las un i ve rs i d ad e s donde se a pre nde a leer partituras . Más al lá de los péns ums y l o s m o de l o s pe da gógi cos, e c ha mos un vis tazo a cómo la mús ica también es u n ve hí c ul o pa ra que l os jóvenes adquieran nuevas des trezas .

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M Minutos antes de entrevistarlo, el maestro Andrés Felipe Hernández, director de la Escuela de Vientos y Percusión del barrio Belén Rincón –que pertenece a la Red de Escuelas de Música de la Alcaldía de Medellín–, estaba dando clase de lenguaje musical a niños: “Venimos de unas vacaciones muy largas y la música tiende a ser muy desagradecida, si no se estudia se olvida”. Resulta que a los músicos, como a los atletas, hay que entrenarlos a diario. “Venían fríos”, cuenta. Mientras nos habla, en segundo plano suenan ensayos de trombón, oboe y corno francés. Pese a que hay instrumentos, atriles, profesores y alumnos, no estamos en un conservatorio. La Red de Escuelas tiene 206 formadores musicales, pero no es una academia sino un programa de convivencia de la Alcaldía de Medellín, cuyo fin es brindar espacios sanos, de diversión y lúdica. La disculpa, o el vehícu04

La Escuela de Vientos y Percusión del barrio Belén Rincón es uno de los ejemplos de cómo más que el afán por convertirse en músico es posible disfrutar del tiempo libre. Allí 12 profesores le dictan clase a 95 alumnos entre los 7 y 22 años.

lo, es la música. Dice Andrés Felipe Hernández: “Si el chico lleva tres años en el mismo punto, en la misma nota, pero está tranquilo y está divirtiéndose, entonces hemos cumplido. No necesariamente tenemos que sacar músicos”. En esta sede, que opera en el auditorio inmenso de la Institución Educativa Alcaldía de Medellín, lo acompañan otros 12 profesores; 10 de instrumentos, uno de coro y un último de expresión corporal. Dictan clase a 95 alumnos, entre 7 y 22 años, guiados por un currículo para enseñar desde lo más básico hasta lo más avanzado. Tienen tres ciclos –en niveles de iniciación, medio y avanzado– que duran cada uno 2 años. Los estudiantes primero aprenden ritmo, movimiento corporal y motricidad fina. Luego exploran el instrumento y asisten a clases con un profesor especializado. Y en el tercer año entran a un semillero musical. El proceso de aprendizaje del instrumento está acompañado por clase de coro y expresión corporal. Durante el sexto año pueden aplicar, por primera vez, a las ‘pre bandas’, ‘pre orquestas’ y coros. La enseñanza en la Red de Escuelas es pausada porque, precisamente, el objetivo es mantener a los niños enganchados durante buena parte de su ciclo vital. Entre tanto, aprenden disciplina, concentración, sensibilidad, respeto, pierden la timidez y ganan autoestima. “Quedan preparados para cualquier otro tipo de carrera”, explica el director, pues no todos los muchachos se vuelven músicos profesionales. Por su parte, el Departamento de Música de la Univer-


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En la universidad Eafit hay 40 cubículos para prácticas musicales. Allí, el estudiante se encierra, como un monje budista, en una celda de meditación, a luchar consigo mismo. A solas, hace todo lo posible por corregir sus defectos.

sidad de Antioquia tiene 3 programas de formación, que duran entre 8 y 10 semestres: Licenciatura en Música, donde se preparan pedagogos; Música, que forma instrumentistas, compositores y directores, quienes posteriormente serán solistas o músicos en orquestas o bandas sinfónicas; y un programa de Canto, con dos líneas de formación: lírica y popular. Para los cantantes líricos es fundamental la formación fonética en italiano, alemán y francés, mientras que para el enfoque de músicas populares en portugués e inglés. En el mismo edificio funcionan los programas de Artes Visuales y Artes Escénicas que, junto a Música, conforman la Facultad de Artes. Eso hace que los estudiantes reciban la influencia de uno de los bloques más plurales de todo el campus. A diario están en contacto con elementos de teatro y danza. En los corredores practican violonchelistas y contrabajistas. El 95% de los contrabajistas de la filarmónica joven de Colombia son estudiantes de la Universidad de Antioquia. Este pregrado tiene 27 profesores de planta, 89 de cátedra y 40 estudiantes en el programa de Canto, 208 en el de Música, 196 en la Licenciatura y 36 en el Curso Preparatorio que, manifiesta Diego Gómez, jefe del Departamento de Música, eleva el nivel académico pues garantiza que al primer semestre entran muchachos que ya han explorado su talento y despegado en la técnica. Al interior del edificio hay salones dispuestos para la música: pianos, atriles, pizarras de acrílico, video, audio. En la puerta de cada aula hay una franja

rectangular de vidrio que permite ver hacia adentro y observar a los estudiantes tocar. Pero tampoco estamos en un conservatorio sino en una universidad y por lo tanto la educación no se suscribe solo a lo musical. “Nuestros estudiantes tienen que ver materias como Lengua Materna, Constitución y se forman en un segundo idioma”, explica el maestro Diego Gómez. Además, tienen una relación cercana con los temas de salud y por eso existen materias electivas de musicoterapia. La oferta también se extiende hacia temas de administración, para que el músico se convierta en autogestor. Allí hay un punto de convergencia con el programa de Música de la Escuela de la Universidad EAFIT. Aunque se aprenden piano, violín, viola, violonchelo, contrabajo, clarinete, flauta, fagot, trompeta, trombón, corno francés, tuba, saxofón, percusión, batería, guitarra eléctrica y canto, el pénsum también tiene áreas complementarias como Literatura, en la que los estudiantes aprenden poesía, o Gestión Musical, que recoge la tradición en economía y administración de una universidad que, por décadas, se llamó Escuela de Administración y Finanzas e Instituto Tecnológico. “Hay que preparar a los jóvenes para que tengan la mentalidad y las herramientas de llegar a diferentes nichos, como música de cámara, orquestas sinfónicas o músicas urbanas, pero que puedan gestionar ellos mismos su forma de vida”, explica el maestro Fernando Gil, jefe del Departamento. Este programa académico contempla desde cursos de extensión hasta 05


Por lo general, las escuelas de música del programa Red de Escuelas tienen sedes propias con todas las especificaciones acústicas, pero hay unas cuantas excepciones, como esta de Belén Rincón.

un pregrado de 9 semestres. También hay un Nivelatorio –o preparatorio– que dura año y medio. Y, además, una Maestría en Dirección, Composición, e Interpretación. En 3 o 4 años apuntan a consolidar un doctorado. En el programa hay 22 profesores de planta y 30 de cátedra. Cuentan con 20 aulas de estudio y un par de salas de ensayo para orquesta, coro y percusión, además de 40 cubículos para prácticas musicales donde los estudiantes se encierran a sacarle al instrumento una nota afinada. Por lo regular, la infraestructura musical es costosa porque requiere insonorizar los espacios: un instrumento suena y en una escuela de música suenan muchos al tiempo. Así, cuando la puerta de alguno de estos salones se abre, el sonido emerge y en los pasillos se materializa la lucha tenaz de los estudiantes por convertirse en músicos. ¡Tom tom tom tan tan tan tan tom tom tom tom tan tan tan tan! Ese, en cambio, es el sonido de La Batulata, un grupo que hace percusión con objetos revitalizados: tambores alegres, llamadores y bombos que son construidos con latas y canecas. Esa mañana de sábado tocan en el sendero peatonal de la canalización La Bermeja, en el barrio Moravia, un lugar que por años estuvo ligado a la basura. Entre 1977 y 1984 la ciudad hizo del sector un botadero y los desechos se acumularon tanto que se formó una colina alta, donde luego se levantaron ranchos. Por un par de décadas Medellín permitió que una colonia entera de gente habitara un basurero, hasta que en 2004 la zona fue el epicentro de un proceso de recuperación urbana en el que las familias asentadas sobre “el morro” se reubicaron. En el resto del sector se realizó una intervención cuya im-

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El grupo de formación 4 Elementos Skuela Fundada en el barrio Aranjuez por los integrantes de la banda de hip-hop, Crew Peligrosos, en convenio con la Institución Educativa Tomás Carrasquilla, para que los jóvenes del barrio compartan su pasión por el break dance y el rap.


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Sara toca una flauta traversa en la Escuela de Vientos y Percusión del barrio Belén Rincón: no lo hace dentro de un cubículo insonorizado sino en una esquina del inmenso auditorio de la Institución Educativa de la Alcaldía de Medellín.

pronta más visible es el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia, una de las últimas obras diseñadas por Rogelio Salmona. Construido por entero en ladrillo, se incorpora plenamente al paisaje. En su auditorio, por lo regular, ensaya La Batulata. Ninguno de sus 9 integrantes se considera músico, pero hoy suenan mucho mejor de lo que sonaban hace un año. El responsable es el único que no toca latas, sino una gaita de San Jacinto. Se trata del maestro Juan Rafael Granda, músico egresado de la desaparecida Escuela Popular de Artes (EPA), quien le ha dado media vuelta de tuerca al empirismo del proyecto y fortalece en la dirección musical a Sebastián, uno de los integrantes. La Batulata y Granda se conocieron hace un año cuando el grupo aplicó a una beca de creación artística de la Alcaldía. Necesitaban un tutor y él les ayudó a montar varias obras. De carambola incorporó el folclor caribe. Entonces comenzaron a mezclar Brasil con Colombia. “Con ellos hemos hecho ejercicios de desarrollo de habilidad. Pero básicamente es escuchar y repetir. Y experimentar qué suena y qué no suena. Ha sido así porque no leen música y además sería muy engorroso en este cuento, que es más de disfrute, que andar leyendo un papel. Ellos se memorizaron todo el montaje, 10 canciones, cero partitura”, cuenta el maestro Granda. Y remata: “Es un puente para alegría de ellos, para un parche de amigos, para convocar comunidad”. Es verdad, los vecinos se asoman a las ventanas, los niños llegan y bailan atraídos por el sonido y, en la esquina, dejan de carburar una moto para ponerle atención a la banda. Algo similar ocurre en el barrio Aranjuez, donde 4 Elementos Skuela funciona todos los días de 5:00 p.m. 08

a 9:00 p.m. en la Institución Educativa Tomás Carrasquilla, gracias a un acuerdo que el rector tiene con Crew Peligrosos, la banda de hip-hop que le dio vida a la escuela. Sin embargo, esa noche el colegio tiene un evento, de modo que los muchachos y los profesores se trasladan a un parquecito cercano. Desde una tienda vecina sacan un cable largo de electricidad y con él encienden un parlante, al que a su vez conectan un reproductor digital que contiene un playlist mezclado por ellos. Sobre el cemento extienden una especie de superficie de cartón y comienzan a girar sobre la cabeza y la espalda, y a hacer todos los demás power moves del break dance, un género de baile nacido a finales de los setenta en barrios neoyorquinos como el Bronx y Brooklyn. Maestros y alumnos entran y salen de ese cuadrilátero improvisado para hacer figuras con el cuerpo. La clase es una fiesta. Pero esa noche es una excepción: por lo general, la 4ESkuela ocupa los salones del Tomás Carrasquilla. En uno de ellos, Alejandro Villada –Pac Dunga– enseña técnicas de grafiti, manejo del spray y lo combina con historia del arte y composición gráfica. En otro, Luis Montaño –B-boy Arex– enseña break dance. Y en el patio de banderas, Henry Arteaga –El Jke, líder de los Crew– practica un montaje de percusión y baile con un grupo de muchachos que se mueven según el ritmo que van mezclando dos dj. También hay clases de fotografía. La propuesta se llama 4 Elementos porque allí se enseñan 4 áreas –y cada una constituye una suerte de pilar–: Interpretación Vocal, Baile, Mezcla Musical y Grafiti. Todo está inspirado en el hip-hop, pero atravesado por una fuerte interpretación del territorio propio; una apropiación que por lo general han


REPORTAJE. D el co nserv ato ri o a la cal le

El grupo La Batulata conoci贸 al maestro Granda hace un a帽o y desde entonces fusiona sonidos de Brasil y de Colombia. 09


RE PO RTA J E. De l co n s e r v a t o r i o a l a c a l l e

Un ensayo al aire libre en la Universidad de Antioquia.

hecho las propuestas de música urbana en la ciudad, como La Batulata, que si bien comenzaron a tocar encantados con las batucadas brasileras que conocieron practicando capoeira, hoy han dotado a su banda con toda la identidad de Moravia: “Para nosotros no es solo moda. Sabemos que existen formatos parecidos, pero el nuestro tiene una identidad de territorio y una lectura de contexto clave”, dice Lina Tobón, una de las integrantes. La 4ESkuela de los Crew se ha extendido a otros barrios, como Manrique y Santo Domingo, y a corregimientos de la periferia rural, como Palmitas y San Cristóbal. También a internet, donde tienen una plataforma con videos tutoriales de enseñanza. Hoy tienen 15 profesores –Henry los llama “talleristas”– y alrededor de 350 estudiantes. Desde 2002, cuando comenzaron a operar, calculan que cerca de 3.000 muchachos han participado en sus procesos de enseñanza. “Es un espacio de esparcimiento donde los chicos se sienten libres, comparten unos con otros, y se vuelven amigos. Más que amigos se vuelven familia”, dice Jennifer –Jennrock–, la coordinadora. Las rígidas estructuras de enseñanza musical de hace décadas se han flexibilizado. Sin importar si se trata de una universidad o de una agrupación de empíricos, hoy por hoy el giro apunta hacia una formación más humanista. El maestro Diego Gómez reflexiona al respecto: “La formación musical plantea un problema bastante grande. En nuestras instituciones se 10

insertó el modelo de conservatorio en las universidades, pero son dos cosas completamente diferentes. Durante muchos años ambas han reñido; la universidad plantea una formación completa, humanista, mientras que el conservatorio solo está dirigido a lo musical. Eso ha sido muy complejo, porque la formación humanista universitaria puede plantear un nivel más bajo en lo técnico”. Aunque en universidades como la Nacional el programa básico de estudios musicales aún se llame conservatorio, en la actualidad es difícil pensar en un músico que durante el proceso de formación no necesite adquirir destrezas académicas adicionales que le permitan ser competitivo y autónomo, sobre todo en lo económico, o habilidades sociales, o complementos artísticos a su vocación. “A veces los estudiantes llegan y no piensan sino en la técnica. Pero el músico contemporáneo tiene que pensar no solamente en eso”, dice el maestro Fernando Gil. Es comprensible, ya que el departamento que dirige pertenece a la Facultad de Humanidades. Además, el goce y el disfrute cada vez ganan más terreno en los modelos pedagógicos. “Disfrutemos mientras aprendemos música, no aprendamos música para luego disfrutar”, expresa el maestro Hernández, de la Escuela de Belén Rincón. “Yo estudiaba un año en un salón, regañado, y al final del año daba un concierto. Ahora es al revés, los chicos aprenden y también disfrutan”.


OPINIÓN. Fed eri co López

¡MANTÉNGANSE RAROS! Por Federico López

Operador de sonido en vivo, productor de música y asesor de Medellín Vive la Música.

La Escuela de Experimentos es, en la infraestructura de formación de Medellín Viva la Música, un proyecto de la Alcaldía de Medellín que se permite tomar riesgos y que altera la dinámica de un salón de clase formal. Entre errores y aciertos, las búsquedas de los alumnos son las que guían el aprendizaje. El acto de experimentar es entonces una manera de conocer. Ante un propósito de esta naturaleza podríamos preguntarnos ¿pero qué es lo que hacen allí? La respuesta a esta pregunta la inspiran sus habitantes: jóvenes, casi niños, que se maravillan ante la posibilidad de construir artefactos sonoros. Graham Moore, quien adaptó el guión para la película El código enigma, sostenía en una mano el premio Óscar mientras su discurso invitaba: “¡manténganse raros!, ¡manténganse diferentes!”. Esta bienvenida a la extrañeza es justamente la que nos invita a anidar ideas inusuales y que cuestiona la homogenización del estudiante, que es cómoda para una institución, pero sacrifica aspectos valiosos del alumno.

“Para crear es necesario tener al lado el recipiente de basura, pues equivocarse hace parte del proceso. Llegamos ahora a un caso que es más complejo: ¡dañando también se aprende!”. reaccionan los sonidos a los cambios que el joven programador escribe en la pantalla, hacen de la experiencia la puerta de entrada al mundo de la programación, disciplina que permite expresarse creativamente, pero que estimula el trabajo colaborativo.

Nuestra escuela tiene el escudo de habitar el tiempo libre de obligaciones académicas, los estudiantes nos revelan sus perplejidades y en un proceso de acompañamiento, algunas de ellas se concretan en proyectos, que acogen a otros jóvenes con búsquedas similares. Es que –sí– , celebramos la diferencia, la capacidad de agruparnos y de argumentar. En el arte marcial Aikido se le da el nombre de “uke” a quien ayuda en el entrenamiento confrontando como rival temporal, ese rol de “otro” que cuestiona es fundamental para crecer en un arte.

Me hace feliz recibir un correo de un aprendiz confesando su persistencia ante un problema que no ha logrado resolver. Esto oxigena una sociedad que amplifica la comodidad. Dice Gastón Bachelard: “los ascensores destruyen los heroísmos de la escalera. Ya no tiene ningún mérito vivir cerca del cielo”. Nuestra escuela abraza lo difícil, pues uno se contagia cuando está cerca de otro que persevera; efectivamente, es esta fuerza la que alimenta la creación de nuestros prototipos, instrumentos electrónicos mínimos, con botones de máquinas de videojuegos, que son apretados frenéticamente por el ensamble de aprendices que está iniciándose en el sonido y la música.

Un padre de familia podría sorprenderse al encontrar a sus hijos fascinados ante la ciencia de la computación. Asisten a un encuentro que llamamos Algo~Ritmos y que propone escribir códigos con funciones matemáticas para generar música bailable. El vértigo de escribir las líneas de programación en vivo, sumado a la emoción de escuchar cómo

Para crear es necesario tener al lado el recipiente de basura, pues equivocarse hace parte del proceso. Llegamos ahora a un caso que es más complejo: ¡dañando también se aprende! Quizá, después de todo, hay muchas pedagogías para escoger y lo que necesitamos es aprender a encontrar la que avive nuestra pasión.

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APRENDER MÚSICA ES COSA DE NIÑOS

A estos métodos se les llama didácticos activos. Se le da mucha importancia a la participación del alumno, para que él mismo entienda la materia, haga actividades creativas, experimente y descubra. Estos métodos de educación nacieron de ideas pedagógicas que se remontan a las ideas de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778).

1ORFF Método

Ideado por Carl Orff (Múnich, 19 de julio de 1895 - 29 de marzo de 1982, compositor alemán) en 1930. A Orff se le conoce por haber sido el compositor de Carmina Burana.

Palabra, música y movimiento son las tres palabras con las que se inicia el método.

El cuerpo es un instrumento (Palmas, golpes de pies).

La prioridad es el

Eco, ostinato y canon

Repetir la última estrofa; repetir con obstinación y componer polifónicamente por repetición.

3SUZUKI

UM

EL TRIÁNGULO

SUZUKI PADRE

OR

AL

ES

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RMAN

OF

Si cualquier niño puede aprender a hablar desde cero, también puede aprender a interpretar música”.

FO

PR

Lo desarrolló el japonés Shin’ichi Suzuki (Nagoya, 17 de octubre de 1898 - Matsumoto, 26 de enero de 1998) entre la década de 1930 y 1940.

NO

Método


2KODÁLY

INF OGRAF ÍA. Ap rend er m ú si c a es co sa de niños

Método

Escucha, canto y baile

Aunque lo inventó Zoltán Kodály (Kecskemét, Hungría, 16 de diciembre de 1882 - Budapest, 6 de marzo de 1967) en Hungría hacia la mitad de la década de 1920, el método como se conoce hoy en día ha sido perfeccionado a lo largo de décadas.

Caminar, marchar y aplaudir comunica el ritmo.

Las músicas folclóricas son esenciales para aprender por sus estructuras sencillas.

Cada nota tiene un gesto manual.

Do

Re

Mi

Fa

Sol

La

Si

Do

4

Método

ASCHERO

Sergio Aschero es argentino y doctor en Musicología.

Sólo el 5% de las personas pueden leer música según el sistema de notación musical tradicional.

9

4 Numerofonía 7 8

5

usa números, formas geométricas y colores, en lugar del clásico pentagrama.

Los colores tienen música y los números también. Edad de inicio ideal

3 a 4 años La lectura musical solo debe aparecer cuando se sabe interpretar un instrumento.

Cada altura musical se corresponde con un color. Do

Do# Re Re# Mi#

Mi

Fa

Fa# Sol Sol# La

La# Si#

Para reflejar que un sonido se encuentra por debajo o por encima de la escala principal, se coloca un indicador bajo o sobre la forma que lo representa.

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C RÓN I C A . Ap re nd e r a e n s e ñ a r

Aprender a enseñar

Por Manuela Lopera

La intención de quien se acerque a un instrumento siempre será la de interpretarlo, y hacerlo parte de su proyecto de vida. Sin embargo, hay otras posibilidades para quien quiera vivir de la música en Medellín.

M

edellín Vive la Música tiene dentro de sus propósitos fortalecer el panorama pedagógico de la ciudad. La iniciativa tiene como objetivo estructurar un programa académico que les permita a los músicos formadores adquirir herramientas sólidas para su labor educativa, y recoger el conocimiento que muchos han adquirido de manera empírica para darle cierta formalización a los contenidos que se importen en la fase formativa. “La idea es estructurar diplomados de cien horas o módulos cortos de formación de veinticinco horas”, dice Alejandro Escobedo, gerente del programa. Dentro de los objetivos está proveer nuevas herramientas en la dirección de agrupaciones, escuelas, composición, producción y hasta formación de lutieres. Esta iniciativa se pondrá en marcha durante la segunda mitad del año por medio de una alianza con la universidad EAFIT. Si bien hasta ahora no puede hablarse de un programa oficial de formación de formadores, siempre se ha abierto un espacio para la cualificación del personal de docencia. La Secretaría de Cultura Ciudadana, por medio de Medellín Vive la Música, destina un porcentaje a la capacitación de maestros en un proceso formativo continuo mediante una alianza con la Corporación Cantoalegre. Este año a través de un convenio con la Corporación Cantoalegre, se trabajarán 3 programas diferentes. El primero está dirigido a profesores de música de instituciones educativas y culturales que enseñan a niños. El tema central abarcará la formación de coros y agrupaciones en las escuelas, así como herramientas y repertorio. El segundo programa estará dirigido a maestros de preescolar y tiene como eje la música en el desarrollo de las bases del aprendizaje escolar –ritmo, cuerpo, lenguaje y socialización–. Y el tercero estará dirigido a profesores de gramática musical en escuelas de música, y tratará la práctica de ensambles y creación. Por tradición, la Red de Escuelas de Música de la Alcaldía de Medellín ha sido la encargada de adelantar los procesos principales de formación de formadores. Ellos, a su vez, también aspiran a la formalización pedagógica. Se trata de una necesidad manifiesta en la gran mayoría de profesores de música de la ciudad que no cuenta con formación académica en enseñanza, situación que impide que haya métodos unificados. Con respecto a esta realidad, Tita Maya, directora de la Corporación

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Cantoalegre –que a la fecha desarrolla y ofrece un programa de formación de formadores en pedagogías de primera infancia– sostiene que el panorama real es que más del 90% de los jóvenes que se gradúan en facultades de música, salen al mercado laboral a desempeñarse como docentes. Sin embargo, en la Universidad de Antioquia existe una licenciatura en música para formar pedagogos musicales. “Este licenciado se forma para que, después del egreso, trabaje en la básica primaria y secundaria, así como en academias musicales de tipo privado”, expresa Diego Gómez, jefe de la carrera. La coyuntura puede estar en que, pedagogo o no pedagogo, el egresado de música por lo general termina involucrado en docencia. En la actualidad, la Red de Escuelas de Música prioriza el fortalecimiento pedagógico de sus 154 formadores activos. “Es importante para mantenerse al día con tendencias, variaciones o actualizaciones en metodologías y apuestas didácticas en materia de música”, dice Ana Cecilia Restrepo, directora de esta entidad. Por eso, desde hace 8 años realizan el Seminario Nacional de Pedagogías y Didácticas de la Música, cuyo objetivo principal es generar reflexiones académicas en torno a diferentes aspectos musicales. El año pasado, por ejemplo, desarrolló el tema de la creatividad y la composición. La temática es clave porque “permea todas las áreas de la Red, como formación instrumental, teoría, ensambles, orquestas, bandas”, explica la directora. La premisa es que a partir de un concepto se puedan abordar temas más técnicos en cuanto a la enseñanza musical. Así mismo, durante el año se planean otros eventos académicos. Los temas fluctúan entre iniciación musical y el lenguaje en niños de la primera infancia, técnicas instrumentales y métodos de pedagogía como el Orff, dictados por personalidades de renombre internacional. De todos estos encuentros, la Red trata de generar material didáctico para complementar la biblioteca y promover la difusión de los contenidos. Desde hace 5 años vienen diseñando un currículo que recoge la experiencia ganada desde su fundación. “La propuesta de la Red es única y por eso no se inscribe dentro de una corriente pedagógica determinada. Le apostamos a fortalecer una propuesta curricular hecha a la medida. Esto es Medellín siglo XXI”, puntualiza Restrepo.


C RÓNIC A. Retrato coral

Retrato Coral

Por Esteban Duperly

En la Comuna 13 de Medellín se encuentra la Escuela de Cuerdas San Javier, que pertenece a la Red de Escuelas de Música. En ese lugar, todos los jueves en la tarde practica la agrupación coral. ¿Qué hacen los adolescentes con la música lírica?.

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on las cuatro de la tarde y en el primer piso de la casa de dos plantas donde funciona la Escuela de Cuerdas San Javier, alrededor del piano de la profesora Sonia Mesa, se agrupan en semicírculo 18 jóvenes entre hombres y mujeres. Son adolescentes: la menor tiene 13 años y el mayor 20. Ese día, y a esa hora, hay 14 niñas y 4 muchachos. Tenis, jeans, bermudas, faldas de cuadritos, medias hasta la pantorrilla, zapatos colegiales, gorras y perforaciones en las orejas. Un par de bicicletas están parqueadas en el andén. Entre saludos y charla informal la profesora los llama al silencio: de repente, todos entran en situación. Bajo su dirección comienzan a calentar la voz y a hacer ejercicios de respiración y articulación vocal. Lento, el aparato fonador comienza a entrar en calor. Sobre la pedagogía para adolescentes, la profesora Mesa dice: “Los ejercicios de estiramiento que hacemos al principio para preparar el cuerpo para cantar, los entretienen. Los hacemos en grupitos o en parejas para que haya un poquito de contacto físico. A los ejercicios de calentamiento le ponemos humor. En la época que estuvo de moda El Serrucho [una champeta del cantante Mr. Black] traté de utilizar esa canción en lugar de esta otra”. Entonces Mesa se entona y canta con toda la técnica coral: “con mi martillo, martillo, martilloooooo”. Y a continuación me explica: “Lo que hacía con los alumnos era cambiar martillo por serrucho y ahí venía la risa. Se trata de involucrar cosas de la vida cotidiana a la hora de calentar”. Con estos muchachos todo está atravesado por el goce. A veces se sientan como mejor les parece, así que deben corregirles la postura. En los coros, la espalda debe estar recta, casi formando una letra ese con las vértebras lumbares, y los glúteos apoyados hacia el filo de la silla. Las rodillas a noventa grados. La partitura debe estar al frente o abierta sobre un atril. Pero pese a esos levísimos episodios de desconcentración, durante casi toda la clase los muchachos se portan atentos y participativos. Ellos mismos me explican que cuentan con una formación musical adquirida en los varios ciclos formativos de la Red de escuelas de Música, de modo que nada de esto es nuevo. Una vez el calentamiento termina, comienzan a ensayar el repertorio. Practican “Ángel de la guarda” y la directora de la escuela,

la maestra Diana Gómez, se sienta al piano mientras la profesora Mesa trabaja más cerca de los muchachos haciendo énfasis especial en cada sección: las soprano, las contralto, los tenores y los barítonos. Entre ambas los ayudan para que proyecten mejor la voz y perfeccionen la técnica. Pronto estos jóvenes comienzan a integrarse como una unidad sonora y, por encima de los demás sonidos del lugar, se eleva el de su canto. Luego pasan a una prueba más dura: “Shalom Shalom”, una canción tradicional judía muy exigente por la pronunciación. Comienzan y Sonia los corrige: “No es shalon, es shalommm. Por favor pronuncien las emes”. Aunque hay risas, al primer tecleo del piano los alumnos se recomponen y de ahí en adelante las emes finales de este coro suenan largas y bien pronunciadas. El repertorio va de lo más clásico a temas menos ortodoxos y algunos ritmos colombianos. Estefany, una alumna, me dice: “La profesora nos busca cosas que nos gustan pero que pueden tener el mismo nivel de exigencia de lo clásico”. Además de los dos temas que ya han cantado también están montando “Amazing Grace” –un clásico de los coros escrito en 1779 por John Newton– y un aire campesino: el famoso “Merenguito”, de Jorge Humberto Jiménez. Como la letra dice “tín ti rin guis tin guis ti ris tín ti rin tin guis” la concentración se pierde y al menor descuido de Sonia o de Diana, comienzan a codearse y a entonar las sílabas como si fuera una canción de carrilera. Una vez más, el episodio termina por divertirlos, incluso a la profesora. La impresión general es la de un coro musical con mucho talento, pero sobre todo un grupo de muchachos que gracias a la música se han vuelto amigos. Cuando les pregunto qué motivaciones tienen para estar en la Escuela, aparte de las musicales, las respuestas llegan todas juntas, a pesar de haber acordado que me dieran sus nombres para poderlos reseñar: “Uno socializa con todos”, dice alguna. “El año pasado me dieron el diploma de compañerismo”, dice otra, “Los que llegan nuevos se integran como si nada”, suelta una más. Ana María, sentada en un extremo, se acerca silenciosa: “Es una oportunidad que nos brinda la Red. Venir acá no solo es aprender música sino saber que hay otro camino, que la calle no es lo único que hay”.

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MEMO RI A . P alaci o d e B e l l a s A r t e s

Foto: Gabriel Carvajal, 1952

El Palacio de Bellas Artes en la década de los cincuenta en Medellín.

Memoria El Palacio de Bellas Artes guarda en su interior la sala de conciertos Beethoven, hoy por hoy la más antigua que se conserva en Medellín. La construcción del edificio comenzó en 1926, gestionado por la Sociedad de Mejoras Públicas, quizá la primera unión importante de privados y oficiales para impulsar la música en la ciudad. El diseño corrió por cuenta de Nel Rodríguez y marcó un quiebre en la arquitectura local, pues allí se incorporó el estilo Art déco, mucho más moderno que el republicano dominante durante décadas. La obra se inauguró completa en 1937 y, a partir de entonces, fue un epicentro de actividades académicas e interpretativas musicales. Sus salones acogieron por muchos años la enseñanza del Instituto de Bellas Artes. Sobre las tablas de la Sala Beethoven se han presentado los músicos más prolíficos de Antioquia: Carlos Vieco, Luis Carlos García, Blanca Uribe, Blas Emilio Atehortúa, Harold Martina, Teresita Gómez, Sergio y Alejandro Posada y Alba del Castillo. Hoy el edificio sigue siendo sala de conciertos y es la sede administrativa de la Fundación Universitaria Bellas Artes.

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