JOYA DE LA JUSTICIA
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JOYA DE LA JUSTICIA
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Joya de la Justicia® © In Pectore E.I.R.L. Alberto Alexander 2517, Lince, Lima-Perú Central Telefónica: 222-2844 Cuarta edición Julio 2015 Tiraje: 800 ejemplares Editorial Súper Gráfica E.I.R.L. Av. Naciones Unidas 1830, Cercado de Lima-Perú Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2005-09122 ISBN Está prohibida la reproducción parcial o total de las características gráficas de este libro.
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Ningún texto o imagen contenidos en esta edición puede, sin autorización escrita de los editores, ser reproducido, copiado o transferido por cualquier medio impreso, digital o electrónico. Cualquier acto ilícito cometido contra los derechos de propiedad intelectual que corresponde a esta publicación será denunciado de acuerdo al DL 822, Ley sobre Derechos de Autor de la legislación peruana, así como las normas internacionales vigentes.
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Joya de la Justicia® © In Pectore E.I.R.L. Alberto Alexander 2517, Lince, Lima-Perú Central Telefónica: 222-2844 Cuarta edición Julio 2015 Tiraje: 800 ejemplares Editorial Súper Gráfica E.I.R.L. Av. Naciones Unidas 1830, Cercado de Lima-Perú Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2005-09122 ISBN Está prohibida la reproducción parcial o total de las características gráficas de este libro.
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ÍNDICE
PRESENTACIÓN 8
6
CAPÍTULO I
El Entorno
12
CAPÍTULO II
Historia y Legado
26
CAPÍTULO III
Continente y Contenido
40
CAPÍTULO IV
De Pasillos y Rincones
98
CAPÍTULO V
Presidentes del Poder Judicial
136
CAPÍTULO VI
Trascendencia y Testimonio
162
7
ÍNDICE
PRESENTACIÓN 8
6
CAPÍTULO I
El Entorno
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CAPÍTULO II
Historia y Legado
26
CAPÍTULO III
Continente y Contenido
40
CAPÍTULO IV
De Pasillos y Rincones
98
CAPÍTULO V
Presidentes del Poder Judicial
136
CAPÍTULO VI
Trascendencia y Testimonio
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Presentación foto referencial cambiar por la que enviará el PJ
T
oda obra arquitectónica responde a un contexto histórico y artístico determinado, por lo que, al introducirnos en el estudio fotográfico de una obra monumental como lo es el Palacio Nacional de Justicia -objeto del presente libro- implica una aventura fascinante que nos remonta necesariamente a la época bajo la cual se erigió su imponente estructura, y de esa manera a la comprensión del desarrollo urbanístico de la ciudad de Lima a inicios del siglo pasado, y principalmente a la finalidad de su construcción. El libro que hoy presentamos nos conduce, de la mano de hermosas fotografías, por ese viaje imaginario hacia una de las construcciones más emblemáticas de nuestra arquitectura del siglo pasado, obra que goza de prestigio nacional e internacional por su belleza y funcionalidad; una verdadera joya de la arquitectura declarada patrimonio cultural por el Instituto Nacional de Cultura y admirada por cuanto visitante ingresa a las instalaciones del Palacio. Era ya la segunda década del siglo XX cuando se recibió el impulso de vastas obras públicas que iniciaron la expansión urbanística y arquitectónica de la ciudad de Lima. En el transcurso del segundo gobierno del presidente José Pardo y Barreda nace la idea de construir un Palacio de Justicia ubicado frente a la Plaza San Martín, por lo que se promulgó la Ley número 2713 de fecha 6 de febrero de 1918, autorizando al Poder Ejecutivo para emitir y ofrecer títulos de deuda interna consolidada en pago de las expropiaciones requeridas para su ubicación y construcción; proyecto que si bien no se cristalizó ya revelaba la existencia de una voluntad política para construir una sede digna del Poder Judicial peruano.
8
Dicha iniciativa sería luego retomada durante los gobiernos de los presidentes Augusto B. Leguía y Oscar R. Benavides, quienes impulsaron la ejecución de las obras en el predio que ocupa hoy, con frente a la primera cuadra de la avenida Paseo de la República. Es así que finalmente se aprobó la propuesta de la empresa
constructora Juvenal Monge y Cía., las obras se reiniciaron a mediados de 1937, siendo inaugurado el Palacio Nacional de Justicia el 5 de diciembre de 1939, encontrándose de Presidente de la Corte Suprema, el Dr. Manuel Benigno Valdivia. Como comprenderá el acucioso lector, hacer posible que en nuestro país se materializara tan ambicioso proyecto significó el emprendimiento y la conclusión de un gran reto. El resultado sin embargo aún no deja de admirarse, pues ubicado estratégicamente en una zona de acceso al centro histórico de la capital peruana, su particular fisonomía se eleva dominando ampliamente una de las plazas más extensas e importantes del Perú, el “Paseo de los Héroes Navales”; espacio urbano que en la época virreinal y en buena parte de inicios de la era republicana, marcó el límite sur de la ciudad. El Palacio Nacional de Justicia tiene una fachada de estilo neoclásico, fue obra del arquitecto Polaco Bruno Paprowsky quien tuvo como referente estético al Palacio de Bruselas, en Bélgica, el mismo que se caracteriza por tener un estilo ecléctico, con elementos grecorromanos y con cúpula; no obstante a diferencia de dicho monumento nuestro palacio carece de éste último detalle; asimismo, se advierten ciertas similitudes con el Palacio del Congreso de Argentina. En su pórtico existen dos leones de mármol que según la tradición popular, pertenecen a una serie de felinos pétreos que adornaron el balneario de Chorrillos y que después de la guerra con Chile solo quedaron algunos, los mismos que fueron reubicados en la avenida Paseo Colón, los cuales fueron posteriormente reubicados en la escalinata de acceso a ambos lados de la puerta principal del Palacio. La edificación sorprende al visitante por su severa fachada en forma de U, por los dos cuerpos avanzados que la enmarcan; su amplio frontis sigue un ordenamiento clásico con el gran pórtico de entrada enmarcado por doce esbeltas columnas estriadas
de orden dórico y numerosas pilastras adosadas al muro que cumplen una función estructural y decorativa. La parte central del palacio se separa del suelo gracias a una amplia escalinata que crea un espacio delantero de honor, resguardado por las figuras de dos grandes leones finamente esculpidos en mármol macizo. El pórtico, coronado por un frontón triangular bellamente ornamentado, esta adornado por logradas expresiones de orden corinto, seis columnas en total y pilastras que sirven de base a ocho grifos, asimismo con figuras fantásticas con cabezas y alas de águila y cuerpo de león que flanquean, cual guardianes de la justicia, la puerta de acceso principal construida en bronce. A través de ella, se da acceso al gran hall que pertenece al salón principal del edificio, pavimentado en mármol, y desde aquél a los suntuosos y atractivos ambientes interiores del palacio. Y es que la dignidad del conjunto esta pensada como una manifestación simbólica de ese ideal que es la justicia, su razón de ser. Respecto a la funcionalidad del Palacio Nacional de Justicia, éste se constituye en un espacio arquitectónico dedicado a la administración justicia, con arreglo a la Constitución y a las leyes, garantizando la seguridad jurídica y la tutela jurisdiccional, para contribuir al estado de derecho, al mantenimiento de la paz social y al desarrollo nacional.
Dr. Víctor Ticona Postigo Presidente del Poder Judicial del Perú
Es así que, con la presente publicación, no solo se busca rendir homenaje a la trascendencia arquitectónica que representa el Palacio de Justicia, por su belleza y valor estético, sino también a la historia, legado y trascendencia de nuestra institución que en sus largos pasillos, magnificas escaleras de mármol, salones y demás rincones, guardan en sí historias que son descritas en la presente publicación.
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Presentación foto referencial cambiar por la que enviará el PJ
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oda obra arquitectónica responde a un contexto histórico y artístico determinado, por lo que, al introducirnos en el estudio fotográfico de una obra monumental como lo es el Palacio Nacional de Justicia -objeto del presente libro- implica una aventura fascinante que nos remonta necesariamente a la época bajo la cual se erigió su imponente estructura, y de esa manera a la comprensión del desarrollo urbanístico de la ciudad de Lima a inicios del siglo pasado, y principalmente a la finalidad de su construcción. El libro que hoy presentamos nos conduce, de la mano de hermosas fotografías, por ese viaje imaginario hacia una de las construcciones más emblemáticas de nuestra arquitectura del siglo pasado, obra que goza de prestigio nacional e internacional por su belleza y funcionalidad; una verdadera joya de la arquitectura declarada patrimonio cultural por el Instituto Nacional de Cultura y admirada por cuanto visitante ingresa a las instalaciones del Palacio. Era ya la segunda década del siglo XX cuando se recibió el impulso de vastas obras públicas que iniciaron la expansión urbanística y arquitectónica de la ciudad de Lima. En el transcurso del segundo gobierno del presidente José Pardo y Barreda nace la idea de construir un Palacio de Justicia ubicado frente a la Plaza San Martín, por lo que se promulgó la Ley número 2713 de fecha 6 de febrero de 1918, autorizando al Poder Ejecutivo para emitir y ofrecer títulos de deuda interna consolidada en pago de las expropiaciones requeridas para su ubicación y construcción; proyecto que si bien no se cristalizó ya revelaba la existencia de una voluntad política para construir una sede digna del Poder Judicial peruano.
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Dicha iniciativa sería luego retomada durante los gobiernos de los presidentes Augusto B. Leguía y Oscar R. Benavides, quienes impulsaron la ejecución de las obras en el predio que ocupa hoy, con frente a la primera cuadra de la avenida Paseo de la República. Es así que finalmente se aprobó la propuesta de la empresa
constructora Juvenal Monge y Cía., las obras se reiniciaron a mediados de 1937, siendo inaugurado el Palacio Nacional de Justicia el 5 de diciembre de 1939, encontrándose de Presidente de la Corte Suprema, el Dr. Manuel Benigno Valdivia. Como comprenderá el acucioso lector, hacer posible que en nuestro país se materializara tan ambicioso proyecto significó el emprendimiento y la conclusión de un gran reto. El resultado sin embargo aún no deja de admirarse, pues ubicado estratégicamente en una zona de acceso al centro histórico de la capital peruana, su particular fisonomía se eleva dominando ampliamente una de las plazas más extensas e importantes del Perú, el “Paseo de los Héroes Navales”; espacio urbano que en la época virreinal y en buena parte de inicios de la era republicana, marcó el límite sur de la ciudad. El Palacio Nacional de Justicia tiene una fachada de estilo neoclásico, fue obra del arquitecto Polaco Bruno Paprowsky quien tuvo como referente estético al Palacio de Bruselas, en Bélgica, el mismo que se caracteriza por tener un estilo ecléctico, con elementos grecorromanos y con cúpula; no obstante a diferencia de dicho monumento nuestro palacio carece de éste último detalle; asimismo, se advierten ciertas similitudes con el Palacio del Congreso de Argentina. En su pórtico existen dos leones de mármol que según la tradición popular, pertenecen a una serie de felinos pétreos que adornaron el balneario de Chorrillos y que después de la guerra con Chile solo quedaron algunos, los mismos que fueron reubicados en la avenida Paseo Colón, los cuales fueron posteriormente reubicados en la escalinata de acceso a ambos lados de la puerta principal del Palacio. La edificación sorprende al visitante por su severa fachada en forma de U, por los dos cuerpos avanzados que la enmarcan; su amplio frontis sigue un ordenamiento clásico con el gran pórtico de entrada enmarcado por doce esbeltas columnas estriadas
de orden dórico y numerosas pilastras adosadas al muro que cumplen una función estructural y decorativa. La parte central del palacio se separa del suelo gracias a una amplia escalinata que crea un espacio delantero de honor, resguardado por las figuras de dos grandes leones finamente esculpidos en mármol macizo. El pórtico, coronado por un frontón triangular bellamente ornamentado, esta adornado por logradas expresiones de orden corinto, seis columnas en total y pilastras que sirven de base a ocho grifos, asimismo con figuras fantásticas con cabezas y alas de águila y cuerpo de león que flanquean, cual guardianes de la justicia, la puerta de acceso principal construida en bronce. A través de ella, se da acceso al gran hall que pertenece al salón principal del edificio, pavimentado en mármol, y desde aquél a los suntuosos y atractivos ambientes interiores del palacio. Y es que la dignidad del conjunto esta pensada como una manifestación simbólica de ese ideal que es la justicia, su razón de ser. Respecto a la funcionalidad del Palacio Nacional de Justicia, éste se constituye en un espacio arquitectónico dedicado a la administración justicia, con arreglo a la Constitución y a las leyes, garantizando la seguridad jurídica y la tutela jurisdiccional, para contribuir al estado de derecho, al mantenimiento de la paz social y al desarrollo nacional.
Dr. Víctor Ticona Postigo Presidente del Poder Judicial del Perú
Es así que, con la presente publicación, no solo se busca rendir homenaje a la trascendencia arquitectónica que representa el Palacio de Justicia, por su belleza y valor estético, sino también a la historia, legado y trascendencia de nuestra institución que en sus largos pasillos, magnificas escaleras de mármol, salones y demás rincones, guardan en sí historias que son descritas en la presente publicación.
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Conformación de la Sala Plena de la Corte Suprema Periodo: Enero 2015 - Diciembre 2016
Víctor Lucas Ticona Postigo PRESIDENTE VOCALES
Luis Felipe Almenara Bryson
Ramiro de Valdivia Cano
Enrique Javier Mendoza Ramírez
Vicente Rodolfo Walde Jáuregui
César Eugenio San Martín Castro
Javier Villa Stein
José Luis Lecaros Cornejo
Víctor Roberto Prado Saldarriaga
Jacinto Julio Rodríguez Mendoza
Duberli Apolinar Rodríguez Tineo
Josué Pariona Pastrana
Ana María Aranda Rodríguez
Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia de la República, donde los Vocales se reunen periodicamente para deliberar sobre la marcha institucional. 10
Javier Arévalo Vela
José Luis Salas Arena
Elvia Barrios Alvarado
Janet Ofelia Lourdes Tello Gilardi
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Conformación de la Sala Plena de la Corte Suprema Periodo: Enero 2015 - Diciembre 2016
Víctor Lucas Ticona Postigo PRESIDENTE VOCALES
Luis Felipe Almenara Bryson
Ramiro de Valdivia Cano
Enrique Javier Mendoza Ramírez
Vicente Rodolfo Walde Jáuregui
César Eugenio San Martín Castro
Javier Villa Stein
José Luis Lecaros Cornejo
Víctor Roberto Prado Saldarriaga
Jacinto Julio Rodríguez Mendoza
Duberli Apolinar Rodríguez Tineo
Josué Pariona Pastrana
Ana María Aranda Rodríguez
Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia de la República, donde los Vocales se reunen periodicamente para deliberar sobre la marcha institucional. 10
Javier Arévalo Vela
José Luis Salas Arena
Elvia Barrios Alvarado
Janet Ofelia Lourdes Tello Gilardi
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JOYA DE LA JUSTICIA
CAPĂ?TULO I
El Entorno
12
Plano del Ing. Amadeo Frezier. 1713. Se observa la ciudad de Lima amurallada.
13
JOYA DE LA JUSTICIA
CAPĂ?TULO I
El Entorno
12
Plano del Ing. Amadeo Frezier. 1713. Se observa la ciudad de Lima amurallada.
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E
n los límites de Lima -Patrimonio Cultural de la Humanidad- y al pie de la avenida Paseo de la República y con frente al Paseo de los Héroes, se yergue con carácter monumental, el Palacio de Justicia, sede del Poder Judicial del Perú.
Perspectiva del Paseo de la República antes de la construcción del Palacio de Justicia
A su alrededor existieron en el pasado, y existen actualmente, espacios y edificios que han marcado el desarrollo urbano y arquitectónico de la capital.
14
Haciendo historia, durante las primeras décadas de la República, Lima mantuvo dignamente su pasado esplendor de capital virreinal. La prosperidad alcanzada por la ciudad, acrecentada inicialmente por el comercio del guano, y posteriormente, por la explotación del salitre, determinó que el presidente José Balta, quien era ingeniero y militar, impulsara con decisión la construcción de obras públicas, con el debido respaldo de su ministro de Hacienda, Nicolás de Piérola, a quien pasado ya el tiempo, se le atribuyen algunas de las iniciativas.
A su alrededor existieron en el pasado, y existen actualmente, espacios y edificios que han marcado el desarrollo urbano y arquitectónico de la capital.
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E
n los límites de Lima -Patrimonio Cultural de la Humanidad- y al pie de la avenida Paseo de la República y con frente al Paseo de los Héroes, se yergue con carácter monumental, el Palacio de Justicia, sede del Poder Judicial del Perú.
Perspectiva del Paseo de la República antes de la construcción del Palacio de Justicia
A su alrededor existieron en el pasado, y existen actualmente, espacios y edificios que han marcado el desarrollo urbano y arquitectónico de la capital.
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Haciendo historia, durante las primeras décadas de la República, Lima mantuvo dignamente su pasado esplendor de capital virreinal. La prosperidad alcanzada por la ciudad, acrecentada inicialmente por el comercio del guano, y posteriormente, por la explotación del salitre, determinó que el presidente José Balta, quien era ingeniero y militar, impulsara con decisión la construcción de obras públicas, con el debido respaldo de su ministro de Hacienda, Nicolás de Piérola, a quien pasado ya el tiempo, se le atribuyen algunas de las iniciativas.
A su alrededor existieron en el pasado, y existen actualmente, espacios y edificios que han marcado el desarrollo urbano y arquitectónico de la capital.
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Balta inició la expansión de Lima entre los años de 1868 a 1870, con la demolición de las murallas que rodeaban a la ciudad. Esta tarea fue encomendada a Enrique Meiggs. Con esta acción fueron surgiendo las primeras grandes avenidas de la capital, como las actuales Miguel Grau y Alfonso Ugarte. El 2 de agosto de 1869, el presidente Balta dispuso, mediante decreto ley, la construcción del Palacio de la Exposición, que es el actual Museo de Arte, con la finalidad de mostrar los productos naturales del país y convocar a un concurso para la introducción de maquinarias, plantas y animales destinados a incrementar la producción nacional. En este proyecto, cuyo director fue don Manuel Atanasio Fuentes, la supervisión estuvo a cargo de don Manuel Ignacio de Vivanco. Comprendía también el diseño de jardines y arboledas en el resto de la extensión, con un área que abarcaba 56.000 metros cuadrados. Desgraciadamente, el conflicto militar con Chile, de 1879 a 1883, detuvo los vientos de renovación urbana de la Ciudad de los Reyes, hasta 1898, año en que se dividió el Parque de la Exposición para abrir el trayecto de la avenida Nueve de Diciembre -hoy Paseo Colón- que fue diseñado por el escultor italiano Salvatore Ravelli. De éste se promoverían obras que integrarían a la Lima antigua con nuevas iniciativas de desarrollo urbano y social correspondientes a una capital moderna.
Vista del Paseo Colón, con los leones que hoy adornan el Palacio de Justicia, 1935.
Esta zona a principios del siglo XX, se vio adornada con la instalación del monumento a don José de San Martín, obsequiado a la ciudad de Lima por el coronel argentino Lorenzo Pérez Roca y que era obra del escultor Roselló. Dicho monumento fue posteriormente trasladado a su actual ubicación en el tradicional distrito de Barranco, en la avenida que lleva el nombre del libertador esquina con el paseo Saenz Peña.
16
Los actos conmemorativos por el IV Centenario de la fundación de Lima estuvieron acompañados de proyectos urbanos, uno de cuyos principales planes fue el Paseo de la
Vista del Monumento al Gran almirante Miguel Grau en el Paseo de la República, 1945.
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Balta inició la expansión de Lima entre los años de 1868 a 1870, con la demolición de las murallas que rodeaban a la ciudad. Esta tarea fue encomendada a Enrique Meiggs. Con esta acción fueron surgiendo las primeras grandes avenidas de la capital, como las actuales Miguel Grau y Alfonso Ugarte. El 2 de agosto de 1869, el presidente Balta dispuso, mediante decreto ley, la construcción del Palacio de la Exposición, que es el actual Museo de Arte, con la finalidad de mostrar los productos naturales del país y convocar a un concurso para la introducción de maquinarias, plantas y animales destinados a incrementar la producción nacional. En este proyecto, cuyo director fue don Manuel Atanasio Fuentes, la supervisión estuvo a cargo de don Manuel Ignacio de Vivanco. Comprendía también el diseño de jardines y arboledas en el resto de la extensión, con un área que abarcaba 56.000 metros cuadrados. Desgraciadamente, el conflicto militar con Chile, de 1879 a 1883, detuvo los vientos de renovación urbana de la Ciudad de los Reyes, hasta 1898, año en que se dividió el Parque de la Exposición para abrir el trayecto de la avenida Nueve de Diciembre -hoy Paseo Colón- que fue diseñado por el escultor italiano Salvatore Ravelli. De éste se promoverían obras que integrarían a la Lima antigua con nuevas iniciativas de desarrollo urbano y social correspondientes a una capital moderna.
Vista del Paseo Colón, con los leones que hoy adornan el Palacio de Justicia, 1935.
Esta zona a principios del siglo XX, se vio adornada con la instalación del monumento a don José de San Martín, obsequiado a la ciudad de Lima por el coronel argentino Lorenzo Pérez Roca y que era obra del escultor Roselló. Dicho monumento fue posteriormente trasladado a su actual ubicación en el tradicional distrito de Barranco, en la avenida que lleva el nombre del libertador esquina con el paseo Saenz Peña.
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Los actos conmemorativos por el IV Centenario de la fundación de Lima estuvieron acompañados de proyectos urbanos, uno de cuyos principales planes fue el Paseo de la
Vista del Monumento al Gran almirante Miguel Grau en el Paseo de la República, 1945.
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República. Este espacio, una vez construido, dio mayor realce a la ciudad y también reconocimiento a la primera gestión edilicia de don Luis Gallo Porras, quien contó con la colaboración de los ingenieros Ricardo Malachowski y Augusto Benavides para el éxito de su labor. Esta zona alejada de la ciudad, de 13 cuadras de largo y 12 de ancho, venía a constituir un eje urbano, desde la Plaza de Armas hacia el sureste de la capital, todo un impulso urbano que terminaría por vincular a la ciudad con los balnearios meridionales. Moderna y muy antigua, juntaba los encantos del pasado con las ventajas que daba la modernidad de entonces. Frente al Paseo de la República estaba la Fuente Danzarina, una pileta luminosa cuyos haces de luz entraban en movimiento en armonía con el agua, parecían bailar. También se ubicó muy cerca la escultura en bronce de Agustín Rivera titulada Las Llamas. En 1937 se sumó la instalación de la obra de Ismael Pozo (quien fuera discípulo de Manuel Piqueras Cotolí) llamada Indio con yunta de bueyes o El trabajo. Estas creaciones fueron obsequio de la colonia china por el IV Centenario de Lima.
Proyecto tentativo del monumento al almirante Miguel Grau con frente al Palacio de Justicia, 1945.
Desde 1946 se puede apreciar el monumento al almirante Miguel Grau, obra en bronce de Victorio Macho. Este monumento conmemora una de las más heroicas jornadas de nuestra historia. Macho logra una escultura digna del héroe. Todo el drama del sacrificio por la patria está representado en la figura de nuestro Caballero de los Mares.
18
Existieron edificios que han dado identidad a este espacio urbano de gran interés, que fundamentan la valoración de Lima como una gran capital. Por ejemplo, estaba la Penitenciaría, cuyo terreno perteneció originalmente al Convento de Santo Domingo y también a la llamada Chacra La Quinta. José Galvez da el nombre de huerta de Camacho y después de los Tramaría.
Desde 1946 se puede apreciar el monumento al almirante Miguel Grau, obra en bronce de Victorio Macho.
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República. Este espacio, una vez construido, dio mayor realce a la ciudad y también reconocimiento a la primera gestión edilicia de don Luis Gallo Porras, quien contó con la colaboración de los ingenieros Ricardo Malachowski y Augusto Benavides para el éxito de su labor. Esta zona alejada de la ciudad, de 13 cuadras de largo y 12 de ancho, venía a constituir un eje urbano, desde la Plaza de Armas hacia el sureste de la capital, todo un impulso urbano que terminaría por vincular a la ciudad con los balnearios meridionales. Moderna y muy antigua, juntaba los encantos del pasado con las ventajas que daba la modernidad de entonces. Frente al Paseo de la República estaba la Fuente Danzarina, una pileta luminosa cuyos haces de luz entraban en movimiento en armonía con el agua, parecían bailar. También se ubicó muy cerca la escultura en bronce de Agustín Rivera titulada Las Llamas. En 1937 se sumó la instalación de la obra de Ismael Pozo (quien fuera discípulo de Manuel Piqueras Cotolí) llamada Indio con yunta de bueyes o El trabajo. Estas creaciones fueron obsequio de la colonia china por el IV Centenario de Lima.
Proyecto tentativo del monumento al almirante Miguel Grau con frente al Palacio de Justicia, 1945.
Desde 1946 se puede apreciar el monumento al almirante Miguel Grau, obra en bronce de Victorio Macho. Este monumento conmemora una de las más heroicas jornadas de nuestra historia. Macho logra una escultura digna del héroe. Todo el drama del sacrificio por la patria está representado en la figura de nuestro Caballero de los Mares.
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Existieron edificios que han dado identidad a este espacio urbano de gran interés, que fundamentan la valoración de Lima como una gran capital. Por ejemplo, estaba la Penitenciaría, cuyo terreno perteneció originalmente al Convento de Santo Domingo y también a la llamada Chacra La Quinta. José Galvez da el nombre de huerta de Camacho y después de los Tramaría.
Desde 1946 se puede apreciar el monumento al almirante Miguel Grau, obra en bronce de Victorio Macho.
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La primera piedra de la Penitenciaría fue puesta por el presidente Ramón Castilla el 31 de enero de 1856 y tiempo después se inauguró la obra, el 28 de julio de 1862, la misma que se ejecutó bajo la dirección administrativa de Mariano Felipe Paz Soldán y del arquitecto Maximiliano Mimey en la implementación técnica. La Penitenciaría fue concebida para la reclusión de los reos que debían cumplir largas condenas, luego de ser abolida la pena de muerte y como alternativa a las inseguras cárceles de entonces. Mimey levantó el plano respectivo siguiendo el modelo de la Penitenciaría de Trenton, con un espacio central -el panóptico-, término con el que Jeremy Benthan lo bautizó hacia 1786, para definir que todo el interior del edificio podía verse desde un solo punto de mira.
Panóptico. Archivo Eugenio Courret.
Penitenciaría. Archivo Eduardo Dargent.
La Penitenciaría estaba construida en piedra y ladrillo. Se estima que se utilizaron treinta mil toneladas de ambos materiales para su construcción. El edificio tenía tres pisos, incluyendo el que se halla bajo el nivel de la calle. Su estilo era cercano al Quattrocento florentino y tenía toques románicos. El local fue demolido y en el terreno se construyó el actual Centro Cívico, un conjunto de edificios de hormigón con calles internas y plazas propias, en 1970. Un segundo edificio que se levantó con motivo de la celebración del Centenario de la Independencia del Perú, fue el Museo de Arte Italiano, obsequiado por la comunidad ítalo-peruana, y construido por el ingeniero-arquitecto Gaetano Moretti de Milán, mientras que Mario Vannini de Florencia tuvo a su cargo la adquisición de las obras de arte destinadas al Museo.
20
El edificio, inspirado en la arquitectura del renacimiento florentino, está ubicado en el antiguo Parque Neptuno. Es una variante simplificada de la tribuna de Santa María Delle Grazie de Bramante, y reúne en su decoración una serie de elementos
Museo de Arte Italiano
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La primera piedra de la Penitenciaría fue puesta por el presidente Ramón Castilla el 31 de enero de 1856 y tiempo después se inauguró la obra, el 28 de julio de 1862, la misma que se ejecutó bajo la dirección administrativa de Mariano Felipe Paz Soldán y del arquitecto Maximiliano Mimey en la implementación técnica. La Penitenciaría fue concebida para la reclusión de los reos que debían cumplir largas condenas, luego de ser abolida la pena de muerte y como alternativa a las inseguras cárceles de entonces. Mimey levantó el plano respectivo siguiendo el modelo de la Penitenciaría de Trenton, con un espacio central -el panóptico-, término con el que Jeremy Benthan lo bautizó hacia 1786, para definir que todo el interior del edificio podía verse desde un solo punto de mira.
Panóptico. Archivo Eugenio Courret.
Penitenciaría. Archivo Eduardo Dargent.
La Penitenciaría estaba construida en piedra y ladrillo. Se estima que se utilizaron treinta mil toneladas de ambos materiales para su construcción. El edificio tenía tres pisos, incluyendo el que se halla bajo el nivel de la calle. Su estilo era cercano al Quattrocento florentino y tenía toques románicos. El local fue demolido y en el terreno se construyó el actual Centro Cívico, un conjunto de edificios de hormigón con calles internas y plazas propias, en 1970. Un segundo edificio que se levantó con motivo de la celebración del Centenario de la Independencia del Perú, fue el Museo de Arte Italiano, obsequiado por la comunidad ítalo-peruana, y construido por el ingeniero-arquitecto Gaetano Moretti de Milán, mientras que Mario Vannini de Florencia tuvo a su cargo la adquisición de las obras de arte destinadas al Museo.
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El edificio, inspirado en la arquitectura del renacimiento florentino, está ubicado en el antiguo Parque Neptuno. Es una variante simplificada de la tribuna de Santa María Delle Grazie de Bramante, y reúne en su decoración una serie de elementos
Museo de Arte Italiano
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inspirados en obras clásicas de Ghiberti, Donatello y Miguel Ángel. Su puerta de hierro abatido pertenece a Alesandro Mazzucotelli. Los dos grandes mosaicos colocados a la derecha e izquierda de la fachada principal son obras del pintor Giovani Buffa y fueron elaborados por la Cooperativa de Mosaicistas de Venecia. Últimamente, se han ubicado cuatro estatuas de mármol en el pasillo del parque que conduce al museo, que anteriormente estaban en el Molino de Santa Clara. Sobre el paseo Colón se encuentra el edificio del Centro de Estudios Históricos Militares del Perú, obra que fue diseñada por el arquitecto Fernand Ganllart para ser presentado en la Exposición Internacional de París, en 1900, como pabellón del Perú, cuando era presidente de la República el ingeniero Eduardo López de Romaña. Al concluir la exposición, el Pabellón fue desmantelado y traído a Lima para ser reedificado en el lugar que ocupa actualmente. El edificio Ramón Castilla anteriormente fue sede del Instituto Nacional de Higiene. Luego fue ocupado por la Trigésima Comandancia de Tránsito, hasta que pasó a ser propiedad de sus actuales inquilinos. Frente a este edificio se encuentra el actual Museo de Arte de Lima.
Instituto Nacional de Higiene. Archivo Eduardo Dargnet
Este vasto y hermoso edificio se inauguró el 1 de julio de 1872, acto con el cual se cerró el periodo administrativo del coronel don José Balta. Su construcción suele relacionarse con la firma de Gustavo Eiffel. Los planos y la ejecución estuvieron a cargo del arquitecto italiano Antonio Leonardi, quien se inspiró en el Palacio de la Industria de París, obra que había desaparecido de los Campos Elíseos para ceder su espacio a la construcción del Puente Alejandro y de los Palacios Grande y Pequeño que quedan a ambos lados de su entrada.
22
Se trata, quizás, como se afirma, del único ejemplo en América del Sur de la aplicación, entonces tan audaz y novedosa, de elementos de construcción metálica en la estructura de un edificio.
Grabado del Palacio de la Exposición. 1872 Reproducción fotográfica de Richardson
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inspirados en obras clásicas de Ghiberti, Donatello y Miguel Ángel. Su puerta de hierro abatido pertenece a Alesandro Mazzucotelli. Los dos grandes mosaicos colocados a la derecha e izquierda de la fachada principal son obras del pintor Giovani Buffa y fueron elaborados por la Cooperativa de Mosaicistas de Venecia. Últimamente, se han ubicado cuatro estatuas de mármol en el pasillo del parque que conduce al museo, que anteriormente estaban en el Molino de Santa Clara. Sobre el paseo Colón se encuentra el edificio del Centro de Estudios Históricos Militares del Perú, obra que fue diseñada por el arquitecto Fernand Ganllart para ser presentado en la Exposición Internacional de París, en 1900, como pabellón del Perú, cuando era presidente de la República el ingeniero Eduardo López de Romaña. Al concluir la exposición, el Pabellón fue desmantelado y traído a Lima para ser reedificado en el lugar que ocupa actualmente. El edificio Ramón Castilla anteriormente fue sede del Instituto Nacional de Higiene. Luego fue ocupado por la Trigésima Comandancia de Tránsito, hasta que pasó a ser propiedad de sus actuales inquilinos. Frente a este edificio se encuentra el actual Museo de Arte de Lima.
Instituto Nacional de Higiene. Archivo Eduardo Dargnet
Este vasto y hermoso edificio se inauguró el 1 de julio de 1872, acto con el cual se cerró el periodo administrativo del coronel don José Balta. Su construcción suele relacionarse con la firma de Gustavo Eiffel. Los planos y la ejecución estuvieron a cargo del arquitecto italiano Antonio Leonardi, quien se inspiró en el Palacio de la Industria de París, obra que había desaparecido de los Campos Elíseos para ceder su espacio a la construcción del Puente Alejandro y de los Palacios Grande y Pequeño que quedan a ambos lados de su entrada.
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Se trata, quizás, como se afirma, del único ejemplo en América del Sur de la aplicación, entonces tan audaz y novedosa, de elementos de construcción metálica en la estructura de un edificio.
Grabado del Palacio de la Exposición. 1872 Reproducción fotográfica de Richardson
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Estos elementos constituyen los soportes de la construcción de las salas que, por ser delgadas, altas y con espaciadas columnas de hierro fundido, con capiteles formados y salientes ménsulas que acortan las luces de las vigas, permiten la creación de amplios espacios interiores, y también un ritmo de apoyo monumental hasta entonces desconocido. La calidad estética del edificio es realmente de gran valor. En su aspecto exterior, se destaca el orden y el buen gusto. El entorno del Palacio de Justicia se cierra con el Edificio Rímac, obra diseñada por el arquitecto Ricardo de Jaxa Malachowski, y construido por la Compañía de Seguros Rímac entre 1919 y 1924. Su estilo es el típico edificio academicista de influencia Beaux Arts. Se trata de uno de los primeros edificios de departamentos de uso residencial que se hicieron en Lima y que obedeció a una inversión inmobiliaria de cierta envergadura en la periferia del centro histórico. Tiene tres pisos y en algunos sectores, cuatro niveles. Destaca su imponente diseño, los volúmenes que sobresalen en algunas partes cuentan con cuerpos almohadillados y mansardas.
Edificio Rímac.
“Voy a ver Lima” es una frase de Mario Vargas Llosa en La ciudad y los perros, expresión que cobra fuerza cuando a muchos de sus personajes de su vasta obra los hace desfilar por la parte antigua de la capital y su periferia. “El tranvía Lima-Chorrillos, icono citadino ya desaparecido, cruzaba la fachada rojiza de la penitenciaria… y de pronto surgía un paraje refrescante, altos árboles de penachos móviles, estanques de aguas quietas, senderos tortuosos con flores a los márgenes y al medio una llanura de césped…”.
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La calidad estética del edificio es realmente de gran valor. En su aspecto exterior, se destaca el orden y el buen gusto.
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Estos elementos constituyen los soportes de la construcción de las salas que, por ser delgadas, altas y con espaciadas columnas de hierro fundido, con capiteles formados y salientes ménsulas que acortan las luces de las vigas, permiten la creación de amplios espacios interiores, y también un ritmo de apoyo monumental hasta entonces desconocido. La calidad estética del edificio es realmente de gran valor. En su aspecto exterior, se destaca el orden y el buen gusto. El entorno del Palacio de Justicia se cierra con el Edificio Rímac, obra diseñada por el arquitecto Ricardo de Jaxa Malachowski, y construido por la Compañía de Seguros Rímac entre 1919 y 1924. Su estilo es el típico edificio academicista de influencia Beaux Arts. Se trata de uno de los primeros edificios de departamentos de uso residencial que se hicieron en Lima y que obedeció a una inversión inmobiliaria de cierta envergadura en la periferia del centro histórico. Tiene tres pisos y en algunos sectores, cuatro niveles. Destaca su imponente diseño, los volúmenes que sobresalen en algunas partes cuentan con cuerpos almohadillados y mansardas.
Edificio Rímac.
“Voy a ver Lima” es una frase de Mario Vargas Llosa en La ciudad y los perros, expresión que cobra fuerza cuando a muchos de sus personajes de su vasta obra los hace desfilar por la parte antigua de la capital y su periferia. “El tranvía Lima-Chorrillos, icono citadino ya desaparecido, cruzaba la fachada rojiza de la penitenciaria… y de pronto surgía un paraje refrescante, altos árboles de penachos móviles, estanques de aguas quietas, senderos tortuosos con flores a los márgenes y al medio una llanura de césped…”.
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La calidad estética del edificio es realmente de gran valor. En su aspecto exterior, se destaca el orden y el buen gusto.
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JOYA DE LA JUSTICIA
CAPÍTULO II
Historia y Legado
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JOYA DE LA JUSTICIA
CAPÍTULO II
Historia y Legado
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Pintura de la Justicia
D
esde los tiempos bíblicos la justicia ha estado presente en el pensamiento de los hombres: “En Ti, Yahvé, me refugio; no quede yo nunca confundido; sálvame con tu justicia” (Salmos. 30,2). Y en Proverbios se nos enseña: “En el sendero de la justicia está la vida, mas el camino tortuoso lleva a la muerte”.
El vocablo ´justicia´ deriva del latín “iustia”, y éste, de “ius”, que significa bien que se pueda reclamar en derecho. La palabra está personificada en la diosa Iustitia, en forma de noble matrona que mantiene una espada -la Ley- o una balanza -la Equidad-, o ambos atributos, y se suele representar con los ojos vendados -Imparcialidad-. Desde antiguas civilizaciones, la justicia ha sido uno de los ideales más determinantes en el desarrollo de las sociedades.
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Platón, uno de los grandes filósofos griegos, concebía la justicia ideal como una derivación de la armonía social por medio de la práctica de la beneficencia. Algunos tratadistas siguen ese
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Pintura de la Justicia
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esde los tiempos bíblicos la justicia ha estado presente en el pensamiento de los hombres: “En Ti, Yahvé, me refugio; no quede yo nunca confundido; sálvame con tu justicia” (Salmos. 30,2). Y en Proverbios se nos enseña: “En el sendero de la justicia está la vida, mas el camino tortuoso lleva a la muerte”.
El vocablo ´justicia´ deriva del latín “iustia”, y éste, de “ius”, que significa bien que se pueda reclamar en derecho. La palabra está personificada en la diosa Iustitia, en forma de noble matrona que mantiene una espada -la Ley- o una balanza -la Equidad-, o ambos atributos, y se suele representar con los ojos vendados -Imparcialidad-. Desde antiguas civilizaciones, la justicia ha sido uno de los ideales más determinantes en el desarrollo de las sociedades.
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Platón, uno de los grandes filósofos griegos, concebía la justicia ideal como una derivación de la armonía social por medio de la práctica de la beneficencia. Algunos tratadistas siguen ese
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concepto básico al considerar que la justicia está determinada por la herencia social y las expectativas naturales de conducta. Entre nosotros, la civilización inca aplicó la justicia según los principios de cada localidad, pues las normas no eran similares para todo el imperio, salvo lo vinculado directamente al líder. Con la conquista española se estableció la Audiencia, una institución que poseía la facultad de administrar justicia. Cuando se consolida la independencia política del Perú, el general don José de San Martín le dio autonomía al Poder Judicial, mientras que, mediante decreto, don Simón Bolívar estableció la Corte Suprema de Justicia, cuyo primer presidente fue don Manuel Lorenzo de Vidaurre y Encalada. No son muchos los sitios en Lima donde ha desempeñado funciones la administración de justicia, desde los días virreinales, hasta ocupar definitivamente el actual edificio en el Paseo de los Héroes. En un inicio, ejerció sus funciones en el Palacio de los Virreyes, actual Palacio de Gobierno: “están -según anota el cronista jesuita Bernardo Cobo- los estrados y salas de la Real Audiencia, del Acuerdo y del Crimen, costosamente adornados”. Concluido el proceso de Independencia del Perú y establecidas las nuevas autoridades judiciales, las salas funcionaron en el domicilio de los jueces. Los inconvenientes que traía esta disposición determinaron su traslado al local de Palacio de Gobierno. Es allí donde es instalada la Corte Superior, el 25 de febrero de 1825, por mandato de Simón Bolívar.
30
Durante el gobierno del presidente Pedro Díez Canseco se consideró que, para el buen ejercicio de las funciones de justicia, era necesario dotar de un edificio propio a los tribunales y juzgados para que contaran con las condiciones de seguridad
Busto de Manuel Lorenzo de Vidaurre y Encalada.
Busto de Simón Bolivar Autor: Ferrucho Vecchi, 1952 Placa de bronce: Fundición B. Campaiola, Lima
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concepto básico al considerar que la justicia está determinada por la herencia social y las expectativas naturales de conducta. Entre nosotros, la civilización inca aplicó la justicia según los principios de cada localidad, pues las normas no eran similares para todo el imperio, salvo lo vinculado directamente al líder. Con la conquista española se estableció la Audiencia, una institución que poseía la facultad de administrar justicia. Cuando se consolida la independencia política del Perú, el general don José de San Martín le dio autonomía al Poder Judicial, mientras que, mediante decreto, don Simón Bolívar estableció la Corte Suprema de Justicia, cuyo primer presidente fue don Manuel Lorenzo de Vidaurre y Encalada. No son muchos los sitios en Lima donde ha desempeñado funciones la administración de justicia, desde los días virreinales, hasta ocupar definitivamente el actual edificio en el Paseo de los Héroes. En un inicio, ejerció sus funciones en el Palacio de los Virreyes, actual Palacio de Gobierno: “están -según anota el cronista jesuita Bernardo Cobo- los estrados y salas de la Real Audiencia, del Acuerdo y del Crimen, costosamente adornados”. Concluido el proceso de Independencia del Perú y establecidas las nuevas autoridades judiciales, las salas funcionaron en el domicilio de los jueces. Los inconvenientes que traía esta disposición determinaron su traslado al local de Palacio de Gobierno. Es allí donde es instalada la Corte Superior, el 25 de febrero de 1825, por mandato de Simón Bolívar.
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Durante el gobierno del presidente Pedro Díez Canseco se consideró que, para el buen ejercicio de las funciones de justicia, era necesario dotar de un edificio propio a los tribunales y juzgados para que contaran con las condiciones de seguridad
Busto de Manuel Lorenzo de Vidaurre y Encalada.
Busto de Simón Bolivar Autor: Ferrucho Vecchi, 1952 Placa de bronce: Fundición B. Campaiola, Lima
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y decencia adecuadas. Se trasladó entonces la institución a un nuevo local, ubicado en la antigua calle de la Aduana, que corresponde a la quinta cuadra del jirón Ayacucho hoy Antonio Miró Quesada. Este inmueble fue propiedad original de la Orden Jesuita. En ella estableció el virrey don Martín Enríquez el Colegio San Martín, que fuera dirigido por dicha comunidad religiosa, para la enseñanza de teología, jurisprudencia y gramática, en 1582. Pero tras la expulsión de los jesuitas del Perú en 1767, el gobierno del virrey tomó posesión del local y estableció en su lugar la Aduana, que por ello le da nombre a la calle. Posteriormente, en 1855, fue local de la Escuela Normal y después fue adjudicado a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Antiguo local del Palacio de Justicia ubicado en la quinta cuadra del actual jr. Antonio Miró Quesada
Mediante permuta, el gobierno quedó como dueño absoluto del local, luego de adjudicarse las propiedades en 1902. En ella funcionaron las Cortes de Justicia, los Juzgados de Primera Instancia, el Colegio de Abogados y el Registro de la Propiedad Inmueble. Al principio fue todo comodidad, pero posteriormente se reclamó una mejor distribución de sus reparticiones y por ello hubo varios intentos para construir un local más acorde con sus funciones. Así, el gobierno del presidente Manuel Pardo dispuso, por mandato de Ley, en 1906, la construcción del palacio, con frente hacia la actual Plaza San Martín. Por vicisitudes que no se remediaron, y por más dignos propósitos, el proyecto no llegó a concretarse.
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Al celebrarse el centenario de la instalación de la Corte Suprema, esto es, en 1925, el presidente de entonces, Augusto B. Leguía (1919 – 1930), dispuso construir un palacio digno de la majestad de sus funciones.
Este inmueble fue propiedad original de la Orden Jesuita. En ella estableció el virrey don Martín Enríquezel Colegio San Martín.
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y decencia adecuadas. Se trasladó entonces la institución a un nuevo local, ubicado en la antigua calle de la Aduana, que corresponde a la quinta cuadra del jirón Ayacucho hoy Antonio Miró Quesada. Este inmueble fue propiedad original de la Orden Jesuita. En ella estableció el virrey don Martín Enríquez el Colegio San Martín, que fuera dirigido por dicha comunidad religiosa, para la enseñanza de teología, jurisprudencia y gramática, en 1582. Pero tras la expulsión de los jesuitas del Perú en 1767, el gobierno del virrey tomó posesión del local y estableció en su lugar la Aduana, que por ello le da nombre a la calle. Posteriormente, en 1855, fue local de la Escuela Normal y después fue adjudicado a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Antiguo local del Palacio de Justicia ubicado en la quinta cuadra del actual jr. Antonio Miró Quesada
Mediante permuta, el gobierno quedó como dueño absoluto del local, luego de adjudicarse las propiedades en 1902. En ella funcionaron las Cortes de Justicia, los Juzgados de Primera Instancia, el Colegio de Abogados y el Registro de la Propiedad Inmueble. Al principio fue todo comodidad, pero posteriormente se reclamó una mejor distribución de sus reparticiones y por ello hubo varios intentos para construir un local más acorde con sus funciones. Así, el gobierno del presidente Manuel Pardo dispuso, por mandato de Ley, en 1906, la construcción del palacio, con frente hacia la actual Plaza San Martín. Por vicisitudes que no se remediaron, y por más dignos propósitos, el proyecto no llegó a concretarse.
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Al celebrarse el centenario de la instalación de la Corte Suprema, esto es, en 1925, el presidente de entonces, Augusto B. Leguía (1919 – 1930), dispuso construir un palacio digno de la majestad de sus funciones.
Este inmueble fue propiedad original de la Orden Jesuita. En ella estableció el virrey don Martín Enríquezel Colegio San Martín.
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Llegaría el 26 de mayo de 1928, día en que se expidió la partida de nacimiento para la edificación del actual local del Palacio de Justicia, en el terreno de la Cárcel de Guadalupe, ubicado entre las calles de San Buenaventura, donde se levantaba la iglesia del mismo nombre con su huerta propia, respecto de la cual se afirmaba que era la más grande que existía en la ciudad; la de Tipuani, con el Hospital Francés, a cargo de las religiosas francesas de San José de Cluny, y la calle de Cotabambas. El encargado de proyectar la obra fue el arquitecto polaco Bruno Paprowsky, quien por ese entonces formaba parte de un grupo de arquitectos extranjeros afincados en Lima. El 7 de enero de 1928 se iniciaron los trabajos del palacio, luego de ser aprobados tanto el proyecto, como la memoria descriptiva y el presupuesto del caso, y al aceptarse la propuesta de The H.G. Gildred Company. Sin embargo, se produjeron los infaustos hechos de agosto de 1930 en Arequipa, correspondientes a la sublevación del teniente coronel Luis Miguel Sánchez Cerro, quien asumió el gobierno y dispuso, entre otras acciones, la suspensión de las obras del nuevo Palacio de Justicia.
Plano de Juan Jacobo Bellin. 1764 Observese en círculo la ubicación de la Cárcel de Guadalupe.
Los trabajos, luego de muchas y diversas gestiones, se reanudaron en 1937, durante el gobierno del presidente Óscar Raymundo Benavides Larrea, después de aceptar, por licitación, la propuesta de construcción presentada por la empresa Juvenal Monge y Cia. Constructora S.A., la cual debía concluir los trabajos en treinta meses. El financiamiento fue asumido por el Estado, amparado en dispositivos legales vigentes, y por la emisión de los denominados “Bonos especiales para la construcción del Palacio de Justicia”, así como también por la proyección del alquiler de cien oficinas en el local, una vez que estuviera en funcionamiento. 34
La partida de nacimiento para la edificación del actual local del Palacio de Justicia, fué en el terreno de la Cárcel de Guadalupe.
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Llegaría el 26 de mayo de 1928, día en que se expidió la partida de nacimiento para la edificación del actual local del Palacio de Justicia, en el terreno de la Cárcel de Guadalupe, ubicado entre las calles de San Buenaventura, donde se levantaba la iglesia del mismo nombre con su huerta propia, respecto de la cual se afirmaba que era la más grande que existía en la ciudad; la de Tipuani, con el Hospital Francés, a cargo de las religiosas francesas de San José de Cluny, y la calle de Cotabambas. El encargado de proyectar la obra fue el arquitecto polaco Bruno Paprowsky, quien por ese entonces formaba parte de un grupo de arquitectos extranjeros afincados en Lima. El 7 de enero de 1928 se iniciaron los trabajos del palacio, luego de ser aprobados tanto el proyecto, como la memoria descriptiva y el presupuesto del caso, y al aceptarse la propuesta de The H.G. Gildred Company. Sin embargo, se produjeron los infaustos hechos de agosto de 1930 en Arequipa, correspondientes a la sublevación del teniente coronel Luis Miguel Sánchez Cerro, quien asumió el gobierno y dispuso, entre otras acciones, la suspensión de las obras del nuevo Palacio de Justicia.
Plano de Juan Jacobo Bellin. 1764 Observese en círculo la ubicación de la Cárcel de Guadalupe.
Los trabajos, luego de muchas y diversas gestiones, se reanudaron en 1937, durante el gobierno del presidente Óscar Raymundo Benavides Larrea, después de aceptar, por licitación, la propuesta de construcción presentada por la empresa Juvenal Monge y Cia. Constructora S.A., la cual debía concluir los trabajos en treinta meses. El financiamiento fue asumido por el Estado, amparado en dispositivos legales vigentes, y por la emisión de los denominados “Bonos especiales para la construcción del Palacio de Justicia”, así como también por la proyección del alquiler de cien oficinas en el local, una vez que estuviera en funcionamiento. 34
La partida de nacimiento para la edificación del actual local del Palacio de Justicia, fué en el terreno de la Cárcel de Guadalupe.
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El edificio fue inaugurado por el mismo presidente Benavides -dentro de los términos acordados- el 5 de diciembre de 1939, ante una selecta y nutrida concurrencia. Es cierto que al edificio le faltaban detalles, pero el 8 de diciembre de ese año, el mandatario entregó el cargo a don Manuel Prado Ugarteche. En el discurso inaugural, el presidente Benavides señaló: “en este magnífico edificio, cuya artística y severa arquitectura embellece a nuestra capital, podrá en lo sucesivo el Poder Judicial ejercer con dignidad sus augustas funciones”. La distribución de sus espacios quedó como sigue: en el sótano, el Archivo General, el Departamento de Servicios, Comisarías y Cárcel Preventiva; en el primer piso, locales para el registro de la propiedad inmueble, el Archivo Nacional y 26 departamentos para oficinas de alquiler; en el segundo piso se ubicó la Corte Suprema y siete departamentos para juzgados; en el tercero, la Corte Superior y cinco departamentos, y en el cuarto piso, otros cuarenta y ocho departamentos para oficinas de alquiler y el local para el Colegio de Abogados.
Placas conmemorativas de la inauguración del Palacio de Justicia. Escultor: A. Ocaña Fundidor: C. Villalba
Con esta tarjeta de invitación se convocó a la inauguración del Palacio de Justicia en el año 1939 Archivo: Poder Judicial
Ciertos servidores ocuparon también el sótano con sus familias por un tiempo. Hubo también una cafetería que el escritor Julio Ramón Ribeyro nos describe en su cuento Cambio de guardia: “(…) existía, (…) una sala de té donde los Funcionarios se hacían reverencias, y educadamente, mientras comían galletas de soda, concertaban la reclusión perpetua de un acusado”.
36
La inauguración de este legado fue todo un acontecimiento. Se distribuyeron medallas conmemorativas con el diseño del proyecto original y Eduardo Recavarren Ulloa proyectó editar una publicación conmemorativa de la inauguración.
Medalla conmemorativa (anverso y reverso) que circularon el día de la inauguración del Palacio de Justicia. Archivo Eduardo Dargent.
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El edificio fue inaugurado por el mismo presidente Benavides -dentro de los términos acordados- el 5 de diciembre de 1939, ante una selecta y nutrida concurrencia. Es cierto que al edificio le faltaban detalles, pero el 8 de diciembre de ese año, el mandatario entregó el cargo a don Manuel Prado Ugarteche. En el discurso inaugural, el presidente Benavides señaló: “en este magnífico edificio, cuya artística y severa arquitectura embellece a nuestra capital, podrá en lo sucesivo el Poder Judicial ejercer con dignidad sus augustas funciones”. La distribución de sus espacios quedó como sigue: en el sótano, el Archivo General, el Departamento de Servicios, Comisarías y Cárcel Preventiva; en el primer piso, locales para el registro de la propiedad inmueble, el Archivo Nacional y 26 departamentos para oficinas de alquiler; en el segundo piso se ubicó la Corte Suprema y siete departamentos para juzgados; en el tercero, la Corte Superior y cinco departamentos, y en el cuarto piso, otros cuarenta y ocho departamentos para oficinas de alquiler y el local para el Colegio de Abogados.
Placas conmemorativas de la inauguración del Palacio de Justicia. Escultor: A. Ocaña Fundidor: C. Villalba
Con esta tarjeta de invitación se convocó a la inauguración del Palacio de Justicia en el año 1939 Archivo: Poder Judicial
Ciertos servidores ocuparon también el sótano con sus familias por un tiempo. Hubo también una cafetería que el escritor Julio Ramón Ribeyro nos describe en su cuento Cambio de guardia: “(…) existía, (…) una sala de té donde los Funcionarios se hacían reverencias, y educadamente, mientras comían galletas de soda, concertaban la reclusión perpetua de un acusado”.
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La inauguración de este legado fue todo un acontecimiento. Se distribuyeron medallas conmemorativas con el diseño del proyecto original y Eduardo Recavarren Ulloa proyectó editar una publicación conmemorativa de la inauguración.
Medalla conmemorativa (anverso y reverso) que circularon el día de la inauguración del Palacio de Justicia. Archivo Eduardo Dargent.
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La administración de justicia tuvo desde ese instante un recinto digno de su jerarquía, elevado a un nivel de cultura y civilización, como se describía entonces. En cuanto al entorno urbano del palacio, éste fue enriquecido por la nueva instalación. La monumentalidad del edificio, con su fachada tratada en estilo clásico -adaptación de los órdenes dórico y corintio- vino a dar grandiosidad al espacio, dada su elevación. El edificio respondió entonces al clamor del público que reclamaba la construcción de un Palacio de Justicia. Según la conseja popular nos recuerda siempre que fue “copiado” del Palacio de Justicia de Bruselas. Este poder autónomo sumó así su local propio al esplendor de las sedes de gobierno.
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La administración de justicia tuvo desde ese instante un recinto digno de su jerarquía, elevado a un nivel de cultura y civilización, como se describía entonces. En cuanto al entorno urbano del palacio, éste fue enriquecido por la nueva instalación. La monumentalidad del edificio, con su fachada tratada en estilo clásico -adaptación de los órdenes dórico y corintio- vino a dar grandiosidad al espacio, dada su elevación. El edificio respondió entonces al clamor del público que reclamaba la construcción de un Palacio de Justicia. Según la conseja popular nos recuerda siempre que fue “copiado” del Palacio de Justicia de Bruselas. Este poder autónomo sumó así su local propio al esplendor de las sedes de gobierno.
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