Franz Kafka : un homme de son temps et de notre temps

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Franz Kafka: un hombre de su tiempo y también del nuestro

Concepto y textos: Radek Malý l st ac ones: Ren ta ko se o co: M des n Responsable del proyecto, CCh: dr ana r so

El fenómeno Kafka. Famoso contra su voluntad

Franz Fafka (1883–1924)

Praga, la capital de la República Checa, tiene mucho que ofrecer: extraordinarios edificios históricos, rincones mágicos o paisa es naturales inesperadamente bellos que están a la uelta de la esquina. Sin embargo, hay algo más que atrae cada a o a isitantes del mundo entero: Franz Kafka.

Con Kafka podrán toparse en el centro de Praga prácticamente a cada paso: nos sigue con su mirada penetrante desde las tar etas postales, tazas o camisetas, su nombre lo encontramos en rótulos de cafeter as y su persona e lo descubrimos en un hombrecito que está montando sobre un enorme abrigo o en un gigantesco busto plateado en mo imiento. Praga parece estar a los pies de Kafka. le está de ol iendo el fa or de haberla hecho

tan famosa a tra s de su obra

Franz Kafka o el fenómeno Kafka ha sido una inspiración constante para lectores, eruditos literarios y artistas ya hace una centena de a os. Cómo era la ida del escritor cuando Praga representaba para l su hogar cuáles son los fenómenos de su entorno que lo rodeaban y que se hab an re e ado en su obra y en su legado para las próximas generaciones

Franz Kafka, un hombre como los demás

La imagen de Kafka como un bicho raro melancólico que, además de su traba o poco querido en la o cina, se dedicaba exclusi amente a escribir, ha creado otro de los mitos que rodean a su persona. En realidad, Franz era un hombre sociable con muchos intereses que no rehuía ni el deporte.

Le gustaba isitar los cines de Praga y era a cionado a er noticias del mundo de la tecnología. Le encantaba ia ar y explorar nue os países desde el agua: era un á ido nadador y miembro de un club de remo. Por las mañanas ha-

cía e ercicio unto a la entana abierta y, cuando sentía que sus manos estaban físicamente ociosas, se ofrecía como oluntario para ayudar en una ardinería.

Incluso hace cien años estaba de moda el estilo de ida saludable, y Franz se de ó seducir por l. isfrutaba de las estancias en balnearios y sanatorios y le gustaba probar los efectos de los nue os m todos curati os. o fumaba y e itaba el alcohol, el t y el caf . demás era egetariano empedernido.

En su libro sobre Kafka, Max Brod recuerda una escena en un acuario de Berl n en la que Franz les dice a los peces a tra s del cristal:

Ahora puedo miraros tranquilamente, pues ya no os como.

Kafka, el equilibrista

La Praga de Kafka. Madrecita con garras

Praga: la madre de las ciudades, dorada y de cien torres. Franz Kafka la amaba y odiaba, a la ez era su hogar y su prisión. quí nació el de ulio y aquí pasó la mayor parte de su ida. Las no elas de Kafka no están ambientadas en la propia Praga, no obstante, está presente en ellas en la imagen de un lugar extrañamente opresi o.

Praga no le suelta a uno. Esta madrecita tiene garras. Tendríamos que incendiarla por ambos lados, en Vyšehrad y en Hradčany, quizás entonces podríamos escapar. e una carta a skar Pollak,

Se ha conser ado un recuerdo del profesor de hebreo de Kafka, de cómo un día untos, desde la entana del apartamento de los padres en la Casa ppelt, contemplaban la Plaza de la Ciudad ie a:

Aquí estaba mi instituto, el edificio de detrás es la universidad y un poco más a la izquierda está mi despacho. Toda mi vida está encerrada en este círculo.

Compañía de Seguros de ccidentes de raba o
ni ersidad Carolina-Ferdinand ahora ni ersidad Carolina
Liceo lemán en el Palacio Kinsky

Lazos familiares y caparazones

Los padres de Kafka procedían de la zona rural checa. Su madre, Julia, siempre apoyó a su hi o, aunque estaba muy sometida a la autoridad de su marido. ermann Kafka, el padre de Franz, era de origen humilde y tras llegar a Praga ascendió desde comerciante de mercería hasta propietario de un comercio mayorista y un edi cio de apartamentos.

El padre instaba a su hi o para que se casara bien y tu iera un traba o decente, sin embargo, el único deseo de Franz era escribir. eía a su padre como el soberano de la familia y de su destino, al mismo tiempo era consciente de que su papá no tenía malas intenciones con ellos. e ahí el remordimiento y la auto-recriminación de Franz. La tragedia de esta relación entre padre e hi o resulta de las diferencias entre sus mundos y de la incapacidad de entender uno al otro.

Franz, como hi o único, iba a hacerse cargo de la tienda en el futuro y desde pequeño recibió considerables cuidados por parte de sus padres. La familia reconocía su extraordinario talento, pero el o en se sentía en ella como si estu iera encerrado en un caparazón. Las isiones de Kafka sobre una ida que lle aría por su cuenta diferían considerablemente de las expectati as de sus padres y esta tensión resultante se re e a en muchos de sus cuentos y no elas.

Ottla, la querida hermana de Kafka

Kafka y el judaísmo

La relación de Kafka con la fe de sus antepasados no era inequí oca. Su padre hizo decretar a su familia o cialmente checa, aunque isitaba la sinagoga arias eces al año y lle aba a su hi o con l. Más tarde, Franz se interesó mucho por el asidismo, una rama mística del udaísmo oriental. Ba o la in uencia de su amigo Max Brod entró en contacto con el sionismo, un mo imiento político que abogaba por la creación de un Estado- ación udío. l nal de su corta ida, Kafka llegó a plantearse seriamente emigrar a Palestina.

Mi nombre hebreo es Amshel, como el del padre de mi abuela materna. Mi madre, que tenía seis años cuando él murió, lo recuerda como un hombre muy piadoso y culto, con una larga barba blanca.

e su diario, de diciembre

Los udíos de Praga se fueron asimilando poco a poco en la sociedad mayoritaria y por lo tanto renunciaban a sus tradiciones. En el crepúsculo del siglo XIX, Praga era una aut ntica encruci ada de culturas y lenguas. Los países checos aún formaban parte de la monarquía austro-húngara, por lo que la lengua o cial era el alemán. Sin embargo, la población alemana ya no predominaba en Praga, no obstante, la mayoría de los udíos asimilados adoptaron el alemán como su lengua.

Ceremonia religiosa del bar it ah por la que un niño udío ingresa en la población masculina.

Nacimiento del escritor

Por las noches, el o en Kafka intentaba escribir. Creó arias obras en prosa de di ersos g neros que llegaron a publicarse, pero muchos manuscritos acabaron en el fuego a manos del propio autor. En septiembre de escribió el cuento La Condena, un texto en el que encontró y predeterminó el estilo de su futura escritura. En su diario anotó estas frases hoy en día memorables:

Escribí el cuento La Condena de un tirón en la noche del 22 al 23, desde las diez de la noche hasta las seis de la mañana. Mis piernas, agarrotadas de tanto permanecer sentado, apenas podían salir de debajo del escritorio. Terrible esfuerzo y alegría mientras la historia se desarrollaba ante mí, mientras avanzaba vadeando el agua. Ni una sola vez aquella noche cargué el peso de mi cuerpo sobre la espalda.

Aquello confirmó mi convicción de que trabajar en novelas me había sumido en los valles ignominiosos de la escritura. Sólo así se puede escribir, sólo en estas condiciones, con tal apertura sin reservas del cuerpo y del alma. Por la mañana en la cama. Todavía ese brillo en mis ojos.

El Círculo de Praga.

La vida social e intelectual

Max Brod. El poder de la amistad

no de los me ores amigos de Franz fue el escritor Max Brod que introdu o a Kafka en la literatura uni ersal. Es una parado a: sabemos muchas cosas de Kafka gracias a Brod, pero solo las emos a tra s de los o os de Brod. Casi da la impresión de que Max Brod – seguramente con buenas intenciones – ha reestructurado en cierto modo y a su manera el legado de Kafka.

Max Brod conoció a Kafka en un grupo de uni ersitarios alemanes en Praga y se con irtió en uno de sus pocos con dentes. Mutuamente se leían sus obras, iban a caf s, a piscinas y hacían excursiones. Más tarde, Brod hizo famosa la obra de Kafka y, por tanto, a sí mismo: al negarse a acceder a la petición de su amigo de quemar sus manuscritos in ditos.

Entre y , Kafka y Max Brod realizaron arios ia es de exploración a Francia, lemania, Italia y Suiza. Estos ia es tambi n le inspiraron para seguir escribiendo y le ayudaron a superar su sensación de aislamiento que padecía en Praga. Por e emplo, se con irtió en autor de un reporta e sobre el ía Internacional de la iación en Brescia Italia . El ar-

tículo se publicó en la re ista praguense Bohemia en septiembre de y contenía la primera descripción de a iones aparecida en la literatura alemana.

Curtiss aún no ha terminado su vuelo y los motores ya empiezan a arrancar con entusiasmo en los otros tres hangares. El viento y el polvo se chocan desde direcciones opuestas. Dos ojos no consiguen seguir la pista. Nos revolvemos con inquietud en nuestros asientos. (…)

Está cayendo una tarde de otoño italiano, el campo ya no está tan despejado. el reporta e Aeroplanos sobre Brescia,

Kafka y las mujeres. Pura complejidad

Franz era un hombre tímido y poco seguro de sí mismo, por lo que su relación con las mu eres era bastante complicada. o es de extrañar, i ió en una poca en la que la sociedad esperaba de ellas sobre todo que cumplieran el papel de ama de casa, que apoyaran a su marido y fueran buenas madres para sus hi os. Sin embargo, las mu eres fatales de Kafka no eran en absoluto unas mu eres mansas y los ó enes de la poca de Kafka no estaban preparados para las muchachas seguras de sí mismas.

g

Felice Bauer

Franz se comprometió dos eces con Felice Bauer, hi a de un comerciante udío de Berlín. dos eces rompió el compromiso. Felice se re eló como una muer capaz y autónoma, y respondió con sensibilidad, aunque tambi n de forma práctica, a la cantidad de cartas en las que Franz expresaba su preocupación por el matrimonio. Él temía que lo distra era de su misión, que era escribir.

Julie Wohryzek

En , durante una estancia terap utica en el pueblo de elízy, conoció a Julie ohryzek, hi a de un zapatero y ser idor en la sinagoga de Vinohrady. Julie era una chica dulce y sensible, pero Franz dudaba constantemente de que l pudiera ser una pare a responsable para alguien. ermann Kafka tambi n se opuso a su compromiso con Julie, lo que representó una de las moti aciones para escribir la Carta al Padre. Más tarde, Franz tambi n rompió este compromiso.

Milena Jesenska

Franz se negó a casarse con Julie por otra mu er fatal: Milena Jesenska, una periodista checa de espíritu libre catorce años menor que l, graduada en el prestigioso instituto para niñas, el Miner a. En , cuando i ía con su marido en Viena, se ofreció a traducir los cuentos de Kafka al checo para el entonces poco conocido autor. sí nació primero una relación de traba o y más tarde de amor, que se desarrolló principalmente en las páginas de numerosas cartas.

Dora Diamant

La última mu er por la que se encendió el corazón de Franz Kafka fue ora iamant. Ella nació en Polonia y se conocieron en una estación balnearia unto al mar Báltico en . Su relación fue al principio apasionada y probablemente solo con ora conoció una relación de pare a erdaderamente plena. Vi ieron untos en Berlín y planeaban a trasladarse a Palestina soñando con abrir allí un restaurante. Esto no se hizo realidad: Franz falleció en los brazos de ora el de unio de

Dora Diamant, la compañera hasta el final

Kafka y la profesión de oficinista

La carrera como o cinista de Kafka comenzó en en la compañía de seguros italiana ssicurazioni enerali. o estaba satisfecho con este puesto, por lo que, el año siguiente, empezó a traba ar en la Compañía de Seguros de ccidentes de los raba adores donde permaneció en di ersos cargos hasta y ascendió hasta el puesto de secretario efe del organismo. racias a su importante cargo o cial y a su constitución física poco robusta en general , tampoco tu o que alistarse en la uerra Mundial, que estalló en

Entre sus colegas era querido y desde luego no abordaba su traba o con la a ersión que atestiguan muchas de sus cartas:

La posición que ocupo en el trabajo me resulta insoportable porque es contraria a mi único deseo y a mi única ocupación, que es la literatura. el diario, de agosto

Las obras de Kafka emanan claramente la atmósfera opresi a del poder o cial, que destruye al ciudadano de a pie incapaz de defenderse. sociamos automáticamente estos sentimientos con la personalidad de Kafka y su insatisfacción con el traba o que le proporcionaba el sustento, como lo demuestran los recuerdos de Max Brod y las cartas del autor. , sin embargo, quizás tambi n aquí se manifestaba el arte de autoestilización de Kafka: en principio, era un o cinista muy capaz que entendía su traba o, lo desempeñaba concienzudamente e incluso iba más allá de sus obligaciones.

Kafka y la enfermedad

mediados de agosto de , Franz Kafka sufrió un ataque nocturno con ómitos de sangre. Por primera ez se le diagnosticó tuberculosis, en aquella poca una enfermedad toda ía prácticamente intratable y, por desgracia, bastante extendida, sobre todo entre personas físicamente frágiles. Sin embargo, Kafka tambi n consideraba que esta enfermedad era consecuencia de su estr s mental. Él mismo lo expresó así:

Mi cabeza ha hecho a mis espaldas un trato con mis pulmones.

Luchó contra la tuberculosis durante los siete años siguientes, lo que cambió radicalmente su modo de ida. Pasaba mucho tiempo fuera de Praga, en sanatorios, y sin embargo no fue pensionado a su propia petición reiterada: en la ocina le consideraban indispensable.

Hace unas 3 semanas, por la noche, tuve una hemorragia pulmonar intensa. Eran alrededor de las 4 de la mañana, me despierto, me asombro de la inusual cantidad de saliva en mi boca, la escupo, enciendo la luz - qué extraño, es un charco de sangre. Y ya empieza. En checo se llama «chrlení», no sé si lo estoy escribiendo correctamente, pero es una palabra acertada para

designar este chorro que sale de la garganta.

Pensé que no pararía nunca. ¿Cómo voy a taponar el chorro si no lo he abierto? Me levanté, atravesé la habitación, me acerqué a la ventana, miré hacia fuera, volví, y la sangre seguía saliendo; por fin paró, me dormí y dormí mejor de lo que había dormido en mucho tiempo. e una carta a la hermana ttla,

Viajando con Franz Kafka

Heligoland [1] Isla del Mar del orte a la que Kafka ia ó con su tío Siegfried en como recompensa tras aprobar el examen de bachillerato.

Dresde [2] En el sanatorio local El Cier o Blanco, en el erano de , probó un tratamiento natural de última moda basado principalmente en tomar el sol, bañarse y una dieta sana. En la colonia artística de ellerau, en las afueras de resde, se alo ó en

Riva del Garda [3] esde este balneario del norte de Italia, Kafka y Brod emprendieron un ia e a Brescia en otoño de , donde asistieron con entusiasmo a un espectáculo a reo. Kafka ol ió aquí de nue o en

París [4] Conocer París y su famoso barrio de Montmartre era una obligación para todo o en artista. Kafka acudió aquí con Brod en repetidas ocasiones.

Zúrich, Lucerna, Lugano [5, 6, 7] estinos de acaciones en Suiza en

Weimar [8] Kafka y Brod partieron hacia esta antigua ciudad de uringia, lemania, siguiendo los pasos de J. oethe, en Milano, Venezia, Verona [9, 10, 11] Franz emprendió su ia e italiano en septiembre de , y apro echó la ocasión para re exionar detenidamente sobre su relación con Felicia.

Berlín [12] Kafka ia aba a la capital alemana para isitar a Felicia y más tarde se trasladó allí con ora.

Merano [13] C lebre balneario climático del irol del Sur, hoy parte de Italia, donde Kafka recibió tratamiento en

Viena [14] quí Franz pasó en cuatro días con Milena Jesenska.

Tatranské Matliare [15] Sanatorio de los ltos atras, donde conoció al estudiante de medicina Robert Klopstock – quien, unto con ora, tambi n estu o cerca de l a la hora de su muerte.

Graal-Müritz [16] El reputado balneario de la costa báltica, donde se alo ó en y donde conoció a su último amor.

Klosterneuburg-Kierling [17] En este sanatorio se terminó el de unio de la trayectoria ital de Franz Kafka.

Correo para muñecas: Franz Kafka y los niños

La estancia de Franz Kafka en Berlín en el último año de su ida está relacionada con una historia, que su compañera ora señaló en una entre ista posterior. En el parque del barrio de Steglitz, donde i ían, se encontraron un día de otoño con una niña que lloraba. Se pusieron a hablar, y cuando Franz descubrió que la niña había perdido su muñeca, se apresuró a responderle:

Tu muñeca está de viaje. Lo sé, me envió una carta.

La niña quería er la carta, y entonces el desconocido caballero en el papel de cartero prometió entregársela mañana. Se tomó la tarea con mucha responsabilidad: lle aba tres semanas redactando cartas de la muñeca para asegurar a la niña de su amor. Finalmente, concedió a la muñeca un matrimonio en el extran ero para explicar su desaparición de niti a. Estas cartas y la niña desco-

nocida han sido buscadas por eruditos de Kafka de todo el mundo durante arias generaciones. En ano.

Quizá una anciana centenaria de Berlín acaba de sonreír y pensar en aquel hombre delgado del sombrero negro. En su memoria, sigue siendo un buen hombre. n hombre de su tiempo y tambi n del nuestro.

Kafka en el país de los kafkianos

Franz Kafka no lo tu o fácil en la literatura checa: no cayó bien ni a los nazis ni a los comunistas por su forma de describir con precisión la desesperación del hombre en los engrana es del poder. Por esta razón, durante mucho tiempo su obra se consideró decadente y no se publicó. Mucho más a menudo, los checos recordaban el t rmino kafkárna : que hasta el día de hoy se utiliza para referirse a una situación sin sentido en la que se pone a una persona en contra de

su oluntad, por e emplo, por una desesperada gestión con las instituciones.

En se celebró en el castillo de Liblice la c lebre conferencia de expertos sobre Franz Kafka: los eruditos literarios discutían sobre si la obra de Kafka podía leerse e interpretarse en los países socialistas, y cómo. La conclusión de que Kafka seguía siendo rele ante se con irtió en uno de los estímulos del bre e período de rela ación política y social que i ió

Checoslo aquia a nales de la d cada de ras la ocupación del país por las tropas del Pacto de Varso ia en agosto de , todos los esfuerzos democráticos fueron iolentamente reprimidos. La obra de Franz Kafka fue prohibida y retirada de las bibliotecas públicas, y el país quedó en uelto en una as xiante penumbra de extraño temor, una penumbra como sacada de la prosa del autor.

La Metamorfosis, el famoso cuento

Franz Kafka, autor de novelas

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