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REFORMAS INSTITUCIONALES PROPUESTAS POR LA MISIÓN KEMMERER

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REFORMAS INSTITUCIONALES PROPUESTAS POR LA MISIÓN KEMMERER

Las recomendaciones de Kemmerer, en materia económica, velaban por profundizar el mercado autorregulador que ya tenía muchos promotores en el país.

EN COLOMBIA, LAS TRANSFORMACIONES INSTITUCIONALES DE LAS PRIMERAS DÉCADAS

DEL SIGLO XX se forjaron en un contexto de mayor vinculación de la economía al circuito internacional de capitales con el consecuente –y esperado– aumento de la deuda pública externa. La considerable disminución de ese flujo durante la Gran Depresión propició no solo la sustitución del régimen político conservador por la República Liberal, sino también un movimiento de recuperación de la economía que trajo aparejado el incremento de la deuda pública interna y de la privada, la defensa de la unidad de cuenta y el abandono del patrón oro, así como la adopción de medidas de carácter proteccionista como el control de cambios y la elevación del arancel, todo lo cual significó el desplome del mito del mercado autorregulador.

Esta modernización institucional de la economía colombiana ha sido asociada a las recomendaciones de la misión de expertos financieros liberada por el profesor Walter Kemmerer en sus dos asesorías (1923 y 1930), en ÓSCAR RODRÍGUEZ las que se presentaron recomendaciones sobre

SALAZAR diferentes tópicos y concluyeron en proyectos PROFESOR de ley tramitados en el Congreso de la RepúbliUNIVERSIDADES ca1, entre ellos los de la creación de la Contra-

NACIONAL Y EXTERNADO DE COLOMBIA loría General y del Banco de la República –BR organizado bajo el régimen monetario del patrón oro–. Igualmente, en el acceso al flujo de capitales internacionales y al financiamiento externo las misiones lideradas por el profesor Walter Kemmerer jugaron un papel de primer orden2 . Kemmerer era considerado par de reconocidos economistas como Irving Fischer, John R. Commons y Edwin Robert Seligman, había participado en la misión financie-

1. Los proyectos presentados en la primera visita fueron discutidos por el Congreso en sesiones extraordinarias (Ospina, 1923): Ley 25 sobre estatuto orgánico del Banco de la República; Ley 45 sobre establecimientos bancarios y creación de la Superintendencia Bancaria; Ley 42 organiza la contabilidad nacional y crea la

Contraloría General de la República (CGR); Ley 20 orgánica del papel sellado; Ley 34 sobre formación del presupuesto nacional; Ley 36 sobre administración y recaudo de rentas nacionales y Ley 31 que fija el número y la nomenclatura de los ministerios (Arrubla, 1983). 2. “Kemmerer contaba con el apoyo informal del gobierno y de los banqueros de su país para remodelar las instituciones andinas al estilo estadounidense, en consonancia con la política estadounidense de ‘la puerta abierta’ (Open Door Policy), adoptada entre 1920 y 1930 (Drake, 2013, p. 19). En efecto, durante este período se presentó un considerable endeudamiento, el saldo total de la deuda era, en 1926, de $66,4 millones, en 1927 de $137,7 millones, en 1928 de $230,2 millones y en el momento que se inicia la gran depresión el saldo llegó a la suma de $249,1 millones” (Echavarría, 1982, p. 116).

ra de organización monetaria en Filipinas, en la reorganización financiera en México al final de la Revolución y en la creación del Banco Central de Guatemala3; y siendo profesor en Princeton publicó varios textos sobre asuntos monetarios. En ese momento, Kemmerer encarnaba “la sustitución de la hegemonía norteamericana a la hegemonía europea sobre los países latinoamericanos (…) y marca el momento de la génesis del pensamiento neoclásico norteamericano en los inicios del siglo XX” (Gómez, 2008, p. 12). Las implicaciones en el cambio institucional que generaba el desplazamiento de esa hegemonía económica en las solicitudes de crédito externo era conocida por los analistas colombianos del momento, quienes entendían que los capitalistas de Nueva York esperaban que los países fueran manejados como una compañía anónima según los procedimientos que aplicaban en los negocios particulares, que tuvieran la seguridad de que el gobierno prestamista estuviera libre de peligros de guerras y turbulencias y de que los dineros no se invertirían con fines de política interna sino en obras necesarias y provechosas (Lozano, 1922).

Las recomendaciones de Kemmerer en materia económica velaban por profundizar el mercado autorregulador, que ya tenía muchos promotores en el país. Como lo señala Gerardo Molina “eran muchos los que dentro del liberalismo decían con Antonio José Restrepo y Tomas O. Eastman que el libre cambio era la fórmula de salud para estos pueblos” (Molina, 1974, p. 246), corriente de pensamiento que se sintió fortalecida por el concepto de la primera misión Kemmerer y según la cual “todo en la situación económica de Colombia conduce a desear la mayor libertad posible en el comercio internacional. Colombia es rica en recursos naturales, pero pobre en capital para su desarrollo. Su futura prosperidad descansa sobre el progreso de esos recursos” (Molina, 1974, p. 246). Según ese diagnóstico, el país tendría como vocación la agricultura, la ganadería y la minería, pero siendo un país pobre la única manera de lograr el progreso sería obteniendo recursos externos. TRANSFORMACIONES MONETARIAS

En todas las asesorías de Kemmerer sobresalió la idea de que la confianza en la moneda se establecía a partir del patrón oro, su concepción “mono metalista” era “favorable a ciertos principios de la Real Bills doctrine y obviamente defensor de la teoría cuantitativa de la moneda” (Kemmerer, Meisel, López & Ruiz, 1994, p. 145). Para Kemmerer los mecanismos automáticos del patrón-oro radicaban en el establecimiento estatal del contenido de oro de la moneda, la acuñación en las casas de moneda –sin cobro de señoreaje– de todo el oro que se le ofreciera y la atención de la autoridad monetaria a la relación entre el precio de mercado del oro y el volumen de la producción (Gómez, 2008, p. 227). El asesor norteamericano conocido en el mundo académico como el “doctor de las monedas” participó en los debates a propósito de las reformas del sistema monetario de Estados Unidos a partir de 1910. Tener experiencia en la Reserva Federal de ese país y considerar esa entidad como un punto de referencia le dieron el soporte para elaborar las recomendaciones de la organización del Banco de la República4 .

Con la presentación de la Ley 45 de 1923, orgánica del Banco de la República, se revivieron algunas diferencias de concepción frente a la banca de emisión que había sido materia de discusión en el pasado. Uno de los principales temas objeto de críticas era la configuración de un banco de bancos, es decir, que hacía sus operaciones con los bancos accionistas y no con el público, de modo que la tasa de interés seguía elevada (Jiménez, 1927, p. 21). Otro punto en debate tenía que ver con la composición de la junta directiva en relación con la estructura del capital. En la estructura orgánica el gobierno tenía acciones tipo A que representaban el 50 % del capital total del BR, los bancos comerciales adquirieron acciones tipo B; bancos extranjeros acciones tipo C y el público acciones tipo D; sin embargo, la Junta Directiva quedó compuesta con nueve miembros: cuatro por los bancos comerciales nacionales, dos por la banca extranjera y tres por gobierno. Algunos políticos y analistas se preguntaban cómo era posible que el gobierno siendo socio mayoritario no tuviera más alta injerencia en la junta directiva.

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3. Kemmerer asesoró en materia financiera y bancaria, entre otros países, a Filipinas (1900-1906), México (1917), Guatemala (1919), Colombia (1923), Suráfrica (1924-1925), Chile (1925), Polonia (1926), Ecuador (1926-1927), Bolivia (1927), China (1929), Colombia (1923 y 1930), Perú (1931), Turquía (1934) y Liberia (1936) (Kemmerer, Meisel, López & Ruiz, 1994, p. 5). En cada país en que Kemmerer asesoró “la legislación les otorgó un trato preferencial a los banqueros urbanos, comerciantes e industriales” (Drake, 2013, p. 19). 4. “La importación de modelos financieros estadounidenses formaba parte de la transición general que se estaba dando de Inglaterra a los Estados Unidos como poder externo dominante en Latinoamérica. Las mismas misiones, procedentes de otro país, en otra época, no habrían tenido tanto éxito”. En cada país en que Kemmerer asesoró “la legislación les otorgó un trato preferencial a los banqueros urbanos, comerciantes e industriales” (Drake, 2013, p. 19).

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El contexto en el cual se contrata la segunda misión está enmarcado por los efectos de la Gran Depresión en Colombia: caída de los precios cafeteros, aumento del déficit fiscal, cierre del crédito externo, desempleo y disminución de los niveles de precios5. Tradicionalmente la historiografía monetaria en Colombia diferencia dos periodos en la forma como la Junta Directiva del Banco de la República –JDBR– enfrentó la crisis durante la Gran Depresión: los años de la ortodoxia (1929-1931) y la política de la reactivación a partir de la moneda autorreferencial6. A pesar de los efectos económicos y sociales de la depresión y de conocer la obra de John M. Keynes, uno de los críticos del patrón oro7, Kemmerer continuó insistiendo en ese tipo de régimen monetario. De acuerdo con Antonio Hernández “en los tres años transcurridos entre principios de 1929 y finales de 1931 la lucha contra la recesión económica se intentó de acuerdo con los principios y las reglas que la ortodoxia instituida por Kemmerer en 1923 aconsejaba, lo que no fue suficiente para reactivar la economía y llevó al paulatino abandono de esos principios” (Hernández, 2004, p. 184). Según Carlos Lleras R. al mantener tercamente el patrón oro, Olaya Herrera “permitió que las reservas del Banco de la República cayeran vertiginosamente” (Lleras Restrepo, 1975, p. 34). En efecto, al comparar las reservas del BR entre el 30 de junio de 1927 cuando ascendía a $42.200.973 con las acumuladas en diciembre de 1931 que son del orden de $13.778.000.

Defender las reservas se constituyó en el punto nuclear de esa política contracíclica, que tuvo como resultado el avivamiento de los conflictos sociales ligados a la demanda por liquidez. En la medida en que el BR se convierte en rector de la política monetaria el acceso a la liquidez queda en relación directa con la influencia política de los deudores y los acreedores, así como a los intereses que tenga el Estado, por ejemplo, sobre la forma de cancelar la deuda pública y los sectores prioritarios en el momento de realizar los desembolsos: bancos, gremios o particulares, según su capacidad de negociación de las decisiones en la JDBR. Al BR se le responsabilizó de profundizar la crisis al aplicar medidas como el elevado encaje bancario, que se tradujo en la reducción de los medios de pago –parejo al descenso general de los niveles de precios–, el incremento en la tasa de descuento y las restricciones de los créditos por parte de los bancos.

El BR es cuestionado por la prensa, por asociaciones gremiales y sectores políticos que exploran en el Congreso la posibilidad de modificar la naturaleza juridica de la institución bancaria. Atenuar las críticas al BR explica la segunda visita de Kemmerer y la expedición de la Ley 82 de 1931 que cambia la composición de la Junta para darles cabida a los representantes de los gremios como la Federación de Cafeteros y las Cámaras de Comercio y formalizar la presencia del ministro de Hacienda. Además, de la transformación orgánica la Misión sugirió el cambio de algunas condiciones de operación bancaria: reducir el encaje mínimo legal del Banco en 10 puntos (pasa del 60 al 50 %), aumentar el límite legal de los préstamos al gobierno, otorgar mayores posibilidades al Banco para que intervenga en el mercado abierto y conferir la prerrogativa a los bancos privados para que depositen en el Banco hasta la totalidad del encaje legal. En esta visita también se hicieron algunos ajustes al funcionamiento de la Superintendencia Bancaria por medio de la expedición de la Ley 57 de 1931, que crea, como dependiente del gobierno, una sección bancaria.

RECOMENDACIONES EN EL CONTROL FISCAL

La primera Misión de Expertos Financieros (1923), además de los temas monetarios y financieros, tuvo a su cargo asuntos de orden fiscal como recomendar la forma como se debía realizar el presupuesto anual, la contabilidad y la fiscalización, proponer modificaciones a los impuestos derivados del timbre y del papel sellado y al impuesto a la renta, que había sido establecido por el ministro Esteban Jaramillo por medio de la expedición de la Ley 27 de 1918. El presidente, Pedro Nel Ospina, en su mensaje al Congreso Nacional en sus sesiones extraordinarias del 28 de mayo de 1923, resaltaba las labores realizadas por la Misión de Expertos Financieros y destacaba la solución que brindaban a la organización de “una contabilidad oficial sencilla, clara y efectivamente uniforme … cuya desatención representa en la labor administrativa un factor de

5. Según Francisco de Paula Pérez, ministro de Hacienda y Crédito Público, en 1931, en los orígenes de la crisis estaban “la supresión de empréstitos que detuvo el empuje desmedido e inmetódico de las obras públicas; nos puso en frente de grandes obligaciones anteriores e ineludible cumplimiento; restó campo al trabajo de obreros; redujo la capacidad de consumo y, por lo mismo, las entradas del erario empezaron a descender inevitablemente. El café, que ha sido sólido y es el eje de todas las actividades comerciales, tuvo una baja de precio. Reducido el valor de nuestras exportaciones vino el desequilibrio de la balanza de pagos” (Pérez, 1931, p. 13). 6. Ver, por ejemplo, Ocampo (1994), Sánchez (1990 y 1994), Avella (1987) y Meisel (1990). Bertola y Ocampo expresan “que el abandono de la ortodoxia monetaria, aunado al alivio fiscal generado por la moratoria de la deuda externa, facilitó la adopción de políticas monetarias y fiscales expansivas, lo que favoreció la recuperación de la demanda interna. Esto fue mucho más claro en materia monetaria que fiscal, debido a la ausencia de mecanismos de financiamiento interno de los déficits públicos, incluyendo el uso todavía moderado de los créditos de los bancos centrales a los gobiernos; por ello, la forma típica de financiar los déficits en la emergencia fue con retrasos en los pagos a los funcionarios públicos y contratistas” (Bertola y Ocampo, 2013, p. 182). 7. Ver, Keynes (2009).

incertidumbre, de error de perturbación que solo quienes tienen que lidiar con los problemas prácticos de gobierno pueden apreciar exactamente” (Ospina, 1923). Con la Ley 36 de 1923 se separan las funciones de recaudo de impuesto y de pagos, en el Ministerio de Hacienda se crea una sección denominada Rentas Nacionales y con la Ley 68 del 25 de octubre de 1923 la Tesorería General de la República continúa con los pagos (Arévalo y Rodríguez, 2011).

Por medio de la Ley 42 de 1923 se reorganiza la contabilidad oficial y se establece el Departamento de la Contraloría8. En el diagnóstico realizado por los expertos de la Misión se resaltaba la imposibilidad de tener información confiable con los métodos utilizados para la teneduría de libros, por eso se le otorgaba al Contralor General la facultad de examinar cualquier entidad u oficina del gobierno para analizar el manejo de los negocios gubernamentales y hacer recomendaciones para su mejora. El Contralor General tendría competencia exclusiva en todos los asuntos referentes al examen, glosa y fenecimiento de cuentas de los funcionarios o empleados encargados de recibir, pagar y custodiar fondos o bienes de la nación, en lo relativo al examen y revisión de todas las deudas y reclamaciones, de cualquier naturaleza, a cargo o a favor de la República, derivados de la administración activa y pasiva del Tesoro Nacional, y en todos los asuntos relacionados con los métodos de contabilidad y con la manera de llevar las cuentas de la nación, la conservación de los comprobantes y el examen e inspección de los libros, registros y documentos referentes a estas cuentas. Con el funcionamiento de la fiscalización se buscaba no solo adelantar la modernización institucional sino dotar de transparencia al sistema fiscal, basando la estructura organizativa en un modelo que siguiera de cerca la experiencia de las grandes empresas.

Con la expedición de la Ley 43 de 1931 se materializa otra de las recomendaciones de la segunda misión de Kemmerer crear la División General de Rentas Nacionales en el Ministerio de Hacienda y Crédito con el ánimo de controlar las actuaciones de los administradores de hacienda y de sus subalternos9. A través del Decreto Ejecutivo 911 de mayo 23 de 1932, “Por el cual se reforman las leyes orgánicas de la contabilidad oficial de la Nación y del Departamento de Contraloría”, se determinó que el Departamento de Contraloría sería una oficina de contabilidad y de control fiscal y se fijó en dos años el período de Contralor, quien sería elegido por la Cámara de Representantes. Este cambio en las funciones de la CGR significaba que las auditorías seccionales dependientes de este órgano se remplazaban por auditorías fiscales que funcionarían en cada una de las administraciones de la Hacienda.

IMPACTO EN EL MEJORAMIENTO ESTADÍSTICO

Un campo que también había sido una preocupación de las autoridades nacionales, como bien lo señaló Lleras Restrepo en 1938 en su libro La estadística Nacional, su organización y sus problemas, fue mejorar la calidad de la estadística, que juega un papel destacado en la construcción del Estado nacional10. Al decir de Luis Vidales (1978) las recomendaciones de la Misión fueron un elemento de referencia para la modernización institucional de esta oficina. En la exposición de motivos de la Ley 42 de 1923 se afirmaba que “estadísticas exactas, comprensivas en su alcance, al día y bien presentadas, son una necesidad urgente para todo el país de progreso” y, por ello, el traslado de la Oficina de Estadística a la Contraloría”. Adicionalmente, con la creación del Banco de la República se avanzó en esta materia gracias a la publicación, desde noviembre de 1927, de la revista de esta institución bancaria.

Finalmente, se podría hacer alusión a que “el doctor monedas” gozó de popularidad en los países de la región, por cuanto sus asesorías se reflejaron en la modernización institucional, lo que les permitió acceder a flujo de capitales internacionales. Sin embargo, Kemmerer no logró figurar en la pléyade de economistas que pasaron al “panteón” de la disciplina en el área de la teoría monetaria. Su insistencia en mantener el patrón oro como pivote del mercado autorregulador en un contexto internacional en que la mayoría de los países lo abandonaron y se tomaron medidas para la autoprotección de la sociedad como la moneda autorreferencial, el control de cambios, la protección arancelaria, la moratoria de la deuda externa y la resolución del problema de las deudas privadas (decreto 280 de 1931), no le fueron favorables para convertirse en un pensador de referencia, aunque su obra tiene, indudablemente, un valor histórico. EC

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8 Una de las quejas por la politización de este organismo la formuló Carlos Lleras Restrepo, quien fue contralor de la República en 1936-37: “solo hasta 1933 fue designado, por fin, un liberal para la CGR. A los conservadores nunca se les ocurrió elegir un copartidario nuestro para ese cargo; en cambio, cuando se creó la Contraloría del municipio de Bogotá, los liberales del cabildo eligieron al doctor Laureano Gómez. Pero en 1933 conquistamos la mayoría en la Cámara. La representación boyacense se había puesto de acuerdo para trabajar por el nombre de Plinio Mendoza Neira que había ejercido la jefatura del partido en Boyacá” (Lleras Restrepo, 1975, p. 203). 9 Un análisis pormenorizado de los posteriores ajustes a esta ley como la Ley 81 de 1931 se encuentra en Arévalo y Rodríguez S. (2001). Esa Ley de 1931 adscribía a las administraciones de hacienda la función de recibir las declaraciones de renta, determinar la renta gravable e imponer los respectivos gravámenes en primera instancia. 10 Un análisis del papel de la estadística en la construcción del Estado colombiano se puede consultar en Rodríguez Salazar (2022).

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ALBERTO RUIZ NOVOA,

FUNDADOR DE LA REVISTA ECONOMÍA COLOMBIANA* 93

En noviembre de 1953 fue nombrado Contralor General y bajo su administración se adoptó el Estatuto sobre Contabilidad Pública de la Nación y el país, por primera vez pudo conocer el monto de sus contribuciones totales, la forma de inversión de las mismas y la cuantía del patrimonio común.

Alberto Ruiz Novoa, fundador de la revista Economía Colombiana, fue un militar sui géneris. Supo combinar su disciplina de servicio con la actividad cultural que lo hacía concurrir a exposiciones de pintura, charlas literarias y librerías, como la Buchholz de la avenida Jiménez de Quesada, en donde adquiría libros para estar al día con la intelectualidad de la época. Esa vocación le surgió en Bucaramanga, su ciudad natal, donde, desde muy joven, visitaba la librería de su abuelo. Así se comenzó a forjar una cultura universal apreciable.

A los 15 años de edad ingresó a la Escuela Militar de Cadetes formando parte en la inesperada guerra con el Perú, luego de la cual recibió el grado de subteniente. Ascendido al grado de mayor fue enviado a Chile para adelantar estudios de oficial del Estado Mayor.

Paralelamente con su formación militar hizo cursos de administración, economía y hacienda pública lo que le permitió que al asumir el general Gustavo Rojas Pinilla la Presidencia de la República lo designara subcontralor auxiliar de la Contraloría General de la República y poco

tiempo después, el 16 de noviembre de 1953, fuera ascendido a Contralor General. Antes de llegar a dirigir el organismo de control fiscal, Ruiz Novoa había tenido a su cargo la Escuela de Infantería de Usaquén de donde salió para dirigir el batallón de Infantería que a nombre de Colombia participó en ÓSCAR ALARCÓN EDITOR, REVISTA ECONOMÍA COLOMBIANA la Fuerza Multinacional de la ONU que tomó parte en la guerra de Corea. Tras sobrevivir a un ataque del ejército chino durante la batalla de Montecalvo, el entonces teniente coronel Ruiz Novoa recibió la Estrella de Bronce norteamericana por haber rescatado a una patrulla cerca del Paralelo 38 el 24 de enero de 1953. La medalla le fue impuesta en una ceremonia en el frente de batalla por el general norteamericano Arthur G. Trudeau. A su regreso al país, el general Gustavo Rojas Pinilla lo vinculó a la Contraloría General de la República donde crea la Escuela de Contadores, y tuvo la feliz idea de fundar la revista Economía Colombiana en una época en que esa disciplina apenas comenzaba. En su primera etapa, la publicación fue dirigida por el destacado periodista de la época Efraín Fierro Forero, y recogió trabajos de nacientes economistas, que luego darían brillo en el país, como Jorge

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Child, Jorge Franco Holguín, Hernando Agudelo Villa, Rodrigo Llorente, Diego Calle Restrepo.

La publicación ha sido durante sesenta y ocho años (mayo de 1954) el órgano de divulgación institucional de la Contraloría General de la República, dando albergue con artículos, ensayos y estudios a funcionarios públicos, centros de investigación y destacados analistas económicos.

Al retirarse de la Contraloría, como resultado de la caída de Rojas Pinilla y el inicio del Frente Nacional, el presidente Alberto Lleras lo nombra comandante del Ejército, pero sus inclinaciones culturales continúan, tanto que para no interrumpir la filosofía y los propósitos que le imprimió a la revista Economía Colombiana, funda un órgano similar que se conoció como “Economía Grancolombiana”.

Como comandante del Ejército estructuró el “Plan Lazo” elaborado con la colaboración del Estado Mayor, entre quienes se contaban algunos oficiales que habían integrado el Batallón Colombia en la campaña de Corea.

Ruiz Novoa siguió combinando su carrera militar con esas actividades culturales que nunca abandonó. Se le veía en museos, exposiciones de pintura de Obregón y Botero y de otros jóvenes maestros de la plástica. Iniciado el gobierno de Guillermo León Valencia es nombrado ministro de Guerra con la misión de iniciar el proceso de pacificación del país, desde donde lideró el “Plan Lazo” que había diseñado en la administración anterior.

El presidente Valencia, al iniciar su gobierno, solicita al Congreso facultades extraordinarias para hacer frente al orden público y tras conseguir esas nuevas autorizaciones, el ministro Ruiz Novoa tiene mayores instrumentos de acción para hacerles frente a los grupos subversivos que comienzan a organizarse tras el influjo de la triunfante revolución cubana que llevó a Colombia a romper relaciones con el régimen de Fidel Castro.

El 27 de mayo de 1964, Ruiz Novoa asistió al homenaje que la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) les ofreció a las Fuerzas Militares en el hotel Tequendama, a donde concurre el presidente Guillermo León Valencia. Allí, el presidente de esa organización gremial, Manuel Castellanos, destacó la labor del ministro Ruiz Novoa en sus acciones militares y sociales en defensa de los habitantes del campo.

Pero las palabras de Castellanos, así como la respuesta dada por su ministro Ruiz Novoa, no fueron del agrado del presidente Valencia quien respondió de in-

mediato negando la existencia de “grupos de presión” y la ausencia de un “propósito nacional” en su programa de gobierno. Luego, ante insistentes rumores de un golpe militar, que el general Ruiz Novoa siempre desmintió, el presidente Valencia lo desvinculó del cargo y en su carta de renuncia manifestó: Después de 32 años de servicio y dadas las circunstancias en que se produjo mi relevo del Ministerio de Guerra, manifiesto al señor presidente que dejo constancia de que lo hago con la conciencia de haber cumplido siempre con mi deber a lo largo de mi carrera militar, y haber puesto al frente del Ministerio de Guerra todo mi empeño en la pacificación del país y en inculcar a las Fuerzas Armadas una conciencia institucional y un sentido del cumplimiento de sus deberes, que en manera alguna es incompatible con el bienestar y el respeto que el pueblo merece. Ya como civil, en febrero de 1965, el dirigente independiente Alberto Zalamea, así como unos ❯❯ Alberto Ruiz Novoa, 1917 - 2017 militares retirados y uno de los fundadores del MRL, Álvaro Uribe Rueda, le proponen a Ruiz Novoa formar parte del Movimiento Democrático Nacional para trabajar en beneficio del país. El exmilitar declina la invitación y prefiere dedicarse a sus labores particulares en una finca cerca de Bogotá. “El Plan Lazo –escribió Claudia Ruiz, una de sus hijas– fue la combinación de acciones de inteligencia militar de combate con operaciones de comandos especializados por medio de grupos de localización de guerrilleros, con campañas de acción cívico-militar y operaciones psicológicas que motivaban a los campesinos a apoyar al Ejército y a sus comunidades. El plan funcionó y Colombia fue prácticamente pacificada. El general Ruiz Novoa presentó sus ideas de cambio tras identificar como causa de la violencia la gran desigualdad social y económica en Colombia. Las expresó en diferentes escenarios académicos, sociales y políticos”. El general Ruiz Novoa falleció el 14 de enero de 2017, días después de cumplir el centenario de su nacimiento. La revista Economía Colombiana, que fundó con visión hace más de setenta años, sigue siendo decana en su género y es el órgano oficial de divulgación de la Contraloría General de la República. EC *Para la elaboración de este artículo se acudió a varias fuentes, entre otras, la Revista Fuerzas Armadas, investigación del capitán (ra) César Augusto Castaño.

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