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Nota Principal

E D U C A C IÓN

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Herederos del examen imperial

Para los chinos, la educación siempre ocupó un lugar central. Del antiguo examen imperial al gaokao, el ingreso a formaciones superiores ha estado siempre entre las mayores prioridades. ¿Cómo viven hoy ese mandato los argentinos de origen chino?

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La exigencia superlativa del sistema

educativo chino es una tradición que data del siglo VII, cuando había que aprobar un extremadamente estricto examen imperial, que no aprobaban más de 1 ó 2% de los participantes, para trabajar en la corte. Todos los famosos pensadores y dirigentes chinos —las mujeres tenían vetada la participación— fueron evaluados de ese modo. Actualmente, gaokao es el examen que cada junio rinden durante nueve horas alrededor de 10 millones de jóvenes chinos para poder acceder a la universidad. Durante esos dos o tres días que dura el examen, el país pone los ojos sobre ellos, las familias chinas están pendientes de que su “representante” y futuro sostén del hogarlo apruebe; de él/ella depende su futuro económico.

¿El pensamiento confuciano acerca del determinante rol de la educación en la sociedad continúa influyendo en los ciudadanos chinos tanto en China como en Argentina? ¿Son los y las jóvenes hijos de padres chinos, nacidos y criados en Argentina, herederos de ese modelo cultural educacional constitutivo del desarrollo social y político de China?

Dang Dai conversó con algunos descendientes de familias orientales (tres argentinos y uno chino) acerca de su inserción en el sistema educativo argentino y les pidió opinión sobre la educación en Argentina y en China, la presión hacia los jóvenes en el sistema educativo del país de sus familias, sus consecuencias —en 2016 se contabilizaron 25 suicidios en Hong Kong y en 2015 se supo que 50% de los estudiantes sufrieron depresión tras no aprobar el gaokao—y la efectividad o no de los sistemas escolares de ambos países en el logro de un trabajo redituable.

Victoria Zhong (20 años, estudiante de Diseño, Imagen y Sonido), Federico Kung (17 años, ingresante en la Licenciatura en Ciencias Antropológicas), Victoria “Vicky” Chen (19 años, estudiante de Licenciatura en Administración de Empresas) y Wu “Eric” Weicong (19 años, estudiante de Licenciatura en Ciencias de la Computación) contaron sus experiencias con sus padres, compañeros y profesores; sus elecciones y sus intereses.

Si bien todos cursaron sus estudios se-

Mandato familiar

Liu Shu, nacida en Sichuan, realizó toda su formación académica allí y ya como Licenciada en Letras vino a vivir a la Argentina, donde enseña mandarín y cultura china. Cuenta que para sus padres la calidad educativa es el camino correcto para garantizar a sus hijos un brillante porvenir, ya que debido a la superpoblación, el recurso educativo no es accesible para todos. Comparando con la educación primaria y secundaria argentina, opina que algunos jóvenes no tienen conciencia de que el estudio puede cambiar sus vidas y hay jóvenes que abandonan la escuela fácilmente. Sus dos hijos fueron a excelentes escuelas públicas en Argentina y hoy cursan distintas carreras en la UBA.

cundarios en diferentes escuelas públicas (como la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini y el Colegio Nacional Buenos Aires) o privadas (Paula Montal de CA- BA y el Instituto San Antonio de Padua de Rosario del Tala, Entre Ríos), todos estudian o comenzarán a estudiar en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

“La educación como meta prioritaria era un valor entendido para los hombres de aquel tiempo. Podían discutirse planes, posiciones ideológicas, méritos personales, cuotas de poder individual o corporativo, pero en ningún caso el deber del Estado como garante insoslayable del impulso a la educación y su sostenimiento”, escribe la profesora de Historia Aurora Ravina en la presentación de la muestra Del Colegio al Humor. Caras y Caretas 1900-1939, un homenaje al Colegio Nacional de Buenos Aires, donde se formaron desde 1863 líderes de la escena política, científica y cultural del país, en su 150º aniversario.

Según datos relevados por el CNBA, hoy sobre una matrícula de 2.100 alumnos, 77 provienen de familias orientales, muchos de ellos chinos, también coreanos y japoneses. Se trata de un alto porcentaje, y se debe al prestigio de la institución.

En otras escuelas de alto nivel académico,

públicas o privadas, pasa igual. Si la inmigración china en Argentina ronda el 0,4% de la población total, en muchas de esas escuelas esa proporción puede llegar a multiplicarse por diez.

En coincidencia con este postulado bajo el que se inauguró el CNBA, el gran pensador chino Confucio, que también era maestro, consideraba que las cualidades del individuo ejemplar se podrían encontrar en cualquier persona, no sólo ni necesariamente dentro de la aristocracia hereditaria. El potencial para este desarrollo no lo consideraba un privilegio inherente a ciertas familias, sino una dotación humana a la vez que natural y divina, que se podía sustentar socialmente sobre bases igualitarias.

Victoria y Federico coinciden en que el prestigio de sus colegios secundarios (el “Pelle” y el Buenos Aires, respectivamente) incidió en la decisión de sus padres y en que el pasaje de una escuela primaria privada a un colegio secundario público introdujo la parte “política” a su formación educativa. “Me sirvió mucho para entender más lo social, a los docentes, para participar. Tal vez si me hubiese quedado en una escuela privada me hubiese faltado esa conciencia social”, reflexiona Victoria.

Eric era el único chico chino en el pueblo cuando llegó desde Fujián a Rosario del Tala, Entre Ríos. Tenía 12 años. Sobre el colegio no tenía opciones y la calidad educativa no le pareció buena. Vicky Chen, que cursó primaria y secundaria en la misma escuela privada en CABA, dice que al ser bilingüe y algo exigente, sus padres decidieron que siguiera allí. Ninguno de ellos dos siente una pertenencia a sus escuelas secundarias, a diferencia de Victoria y Federico.

“Es importante saber que estás en un lugar que tiene prestigio y que cuando salís del secundario, el título vale algo. En el Pellegrini quedaron los pupitres originales, es un lugar que tiene historia y hay una especie de cultura 'pellegrinense' que se respira. Me da orgullo, siento como que es de la misma familia cuando escucho que alguien que estudió en mi mismo colegio es reconocido socialmente”, admite Victoria. Y Federico agrega que al Buenos Aires todo el tiempo iba gente mayor a recordar “viejos tiempos” y dice que él también volverá para los aniversarios.

En comparación con lo que sucede en China, donde la educación responde a un proceso de “paso a paso” que, de acuer-

do a los niveles y calificaciones que cada estudiante logra, supone mejores condiciones para el ingreso en la universidad y, luego al graduarse, un trabajo bien remunerado que de a su familia la posibilidad de una estabilidad económica, los cuatro estudiantes estuvieron de acuerdo en que no sucede lo mismo en Argentina, donde no existe la “meritocracia”.

A la vez, coincidieron en que, si bien quienes egresaron del CNBA o del Pellegrini tienen una mejor preparación para ingresar y avanzar en la universidad, el Ciclo Básico Común (CBC) funciona como un nivelador con el resto de los estudiantes. En el momento de ser seleccionados para un trabajo, opinan que a diferencia de China, donde pesa el promedio en la selección de personal y no la experiencia laboral —ya que no se acostumbra a trabajar mientras se estudia en la universidad—, en Argentina se le otorga más importancia a la experiencia laboral que al promedio con el que cada uno se gradúa.

Eric y Vicky relatan sus experiencias disímiles en relación al idioma español. Eric pondera la labor de su profesora particular de español, quien logró que empezara a poder comunicarse (durante sus primeros 12 años de vida sólo había hablado en chino), mientras que quienes ayudaron a traducir los comunicados que enviaban desde la escuela, fueron los clientes y empleados del supermercado de los padres de Vicky. Derribar la barrera idiomática, pidiendo ayuda e interactuando para resolverlo, fue para ella una herramienta útil para aprender a desenvolverse sola.

Sus padres participaron en el momento de la elección de sus carreras universitarias, en algunos casos dando su opinión, en otros escuchando sus argumentos y en otros insistiendo en que siguieran carreras como Economía, Medicina, Ingeniería o alguna relacionada con tecnología. Finalmente, todos respetaron sus elecciones. Federico (de padre taiwanés y madre argentina) reconoce el apoyo de su mamá para que pudiera anotarse en Antropología ya que su padre le aconsejaba que estudiara una carrera relacionada con la economía. “Mi mamá no tuvo la oportunidad de estudiar y le da valor a la medicina, ella piensa que un médico tiene mucho saber y por eso gana más plata”, cuenta en cambio Vicky, quien trata de entender la insistencia de sus padres para que se

anotara en carreras que ellos consideraban redituables.

Todos realizan otras actividades, incluso como segundas carreras universitarias. A Vicky le interesa el cine, la literatura y la repostería. A Eric, le apasiona la música, a Victoria el canto, el turismo y la moda, y a Federico, la gastronomía y el deporte.

Debido a su origen, tienen contacto con familiares y amigos inmersos en el sistema educativo chino. En relación al gaokao, coinciden en que la creencia en que de

"LA FAMILIA CHINA LE DA MUCHA MÁS IMPORTANCIA A LA EDUCACIÓN QUE LA ARGENTINA", DICE VICTORIA

la aprobación de ese examen depende el futuro de cada familia es una presión excesiva sobre sus coetáneos. Ven como falencias un sistema educativo primario y secundario que prioriza asignaturas como Matemática o Literatura y no estimula a quienes se destacan en deporte o en una rama artística y también el hecho de que, dependiendo del poder adquisitivo de los padres, los hijos puedan saltar la prueba del gaokao y vayan a estudiar en otro país.

La superpoblación y, como consecuen-

Meritocracia. Elexamen imperialfue introducidodurante la dinastíaHan y aprobarlogarantizaba unacceso a la cortey estabilidad en elempleo. Algunasde las obras quetenían que estudiarcontaban con másde 400 mil sinogramas.

cia, la rigurosa competencia laboral como causas de un sistema educativo que privilegia ciertos saberes o habilidades, así como “la exigencia de memorizar, no de razonar”, son puestos sobre la mesa de debate entre los jóvenes.

“En Argentina, la competencia en algunas cosas es necesaria, pero a veces no está tan bien vista y genera polémica. Sería difícil implementarlo”, cree Federico cuando se le plantea la posibilidad de que Argentina adopte una evaluación estilo china. Todos coinciden en que no sería aplicable pues no es parte de la cultura. Aunque según Eric, con la implementación de un examen así habría más competencia y se elevaría la calidad educativa. “La familia china le da mucha más importancia a la educación que la argentina”, concluye Victoria. Pero, de acuerdo a lo que conocen sobre cómo funciona el sistema educativo-laboral en la tierra de sus orígenes, coinciden en que tras la sobre exigencia en la etapa estudiantil, los resultados no son los esperados en la laboral, ya que no es suficiente contar con un título universitario prestigioso para asegurarse un empleo acorde a las expectativas, tanto de ingresos económicos como de práctica profesional.

El valor de la escuela

Para Evelia Romano, profesora de Letras y doctora en Lingüística y Literatura hispánica, asesora de la Escuela Nº 28, primera bilingüe Argentino-China, la exigencia educativa de los padres chinos depende del poder adquisitivo, aunque aclara que “en China hay familias que se hipotecan para que sus hijos puedan estudiar y otras para quienes se trata de un vuelto”. Ana Luisa Ng, nacida en San Nicolás, provincia de Buenos Aires, cuenta que tanto su padre cantonés, llegado en los años 50 para instalar una fábrica textil, como su madre nicoleña, enfermera, se enojaron cuando ella decidió casarse ni bien terminó la secundaria, sin pasar por la universidad. Hoy se reprocha más eso que haberse casado tan joven. Y su hermano siente que su padre “tenía una necesidad de que su proyecto de radicación en el país se completara con él”, cuenta. Por un lado, eso le provocó ir a una escuela prestigiosa de San Nicolás, la ENET Nº 1, pero por otro, se sintió como un instrumento y muy presionado. Luciana Denardi, socióloga y magister en Antropología Social, investiga a la comunidad china en Argentina y observó dos cuestiones en migrantes de la primera generación masiva (de mayoría, taiwaneses, llegados en los años 70 y 80) cuan-

do sus hijos eligieron sus estudios universitarios: una tendencia a “aconsejar” que optaran por carreras como Economía, Medicina, Computación; y una diferenciación por género: “las hijas pueden seguir su vocación fuera de esas áreas mencionadas, pero a los hijos se los presiona para estudiarlas o trabajar, apenas salen del secundario, en el negocio familiar”. Un factor importante, desde ya, es la lengua. La ignorancia del idioma

LA FORMACIÓN ACADÉMICA SE VE COMO GARANTÍA DE ESTABILIDAD Y PROGRESO

es la principal barrera para que los padres participen en la comunidad educativa de sus hijos. “Eso es casi nulo, ellos no entienden español ni el sistema educativo. Los docentes también tienen esa traba. La integración depende de las ganas de los padres de explicar, de invitar por ejemplo a los cumpleaños de sus hijos”, dice Denardi. En cambio, en la escuela bilingüe Argentina-China, cuya matrícula es 50/50 de familias chinas y argentinas, los padres chinos (en especial, las madres) se integran y participan gracias a la traducción. “Es muy difícil la realidad de los padres inmigrantes, están en otro país,

con otro estatus educativo y otras costumbres, desde el sistema de inscripción hasta la distinta óptica y nivel de exigencia de la sociedad con respecto a la educación. El desarraigo es un proceso familiar”, reflexiona Romano, quien vivió más de 20 años en EE.UU. Allí, cuenta, nacieron sus hijos y su emoción más intensa fue escucharlos hablar en español. En casa de los Ng no se hablaba chino, el padre nunca les quiso enseñar, pero tanto Ana Luisa como su hermano lo recuerdan hablando chino con sus compañeros de trabajo coterráneos. “La música que tenía entonces era otra voz, era la hora del contraste total. Ahí era realmente un chino. Otras veces era nuestro padre”, dicen. A Ana le disgustaba que sus primas se rieran al escucharlo hablar en chino, “era algo muy privado de él”. Pasadas ya algunas décadas de corriente inmigratoria china, en los últimos años llegados más de la RPCh, hay ahora otras características y una segunda o tercera generación de esos orígenes, a la vez que se profundizó la relación binacional en todo sentido. Pero la importancia de la calidad educativa y el propósito de los padres chinos de que sus hijos tengan como capital una base académica que les permita estabilidad o progreso económico es un rasgo identitario, un denominador común que la comunidad china conserva a través del tiempo y las fronteras.

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