RECOPILACIÓN COLUMNAS DE OPINIÓN DANIAN GUAUTA GARZÓN
PERIODISMO DE ANÁLISIS CORPORACIÓN UNIVERSITARIA MINUTO DE DIOS
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ste documento periodístico es el resultado de un ejercicio realizado a lo largo del curso denominado Periodismo de Análisis brindado dentro del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Corporación Universitaria Minuto de Dios, sede Suacha. Se efectúa con el fin de analizar y producir contenido a partir de las columnas de opinión de un periodista reconocido, en este caso HECTOR ABAD FACILINCE quien se ha convertido en mi tutor por medio de sus columnas de opinión escritas en el periódico EL ESPECTADOR.
HECTOR ABAD FACIOLINCE Escritor, traductor y periodista. Nació en Medellín en 1958. Es hijo de Cecilia Faciolince y Héctor Abad Gómez, un destacado médico, profesor universitario y defensor de los Derechos Humanos, quien además fue el fundador de la Escuela Nacional de Salud Pública. En 1977 realizó estudios de filosofía en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, y de Medicina en la Universidad Javeriana de Bogotá. En 1978 viajó a México y estudió talleres de poesía y narrativa en La Casa del Lago, el primer campus cultural de la Universidad Autónoma de México. En 1979 regresó a Medellín y comenzó a estudiar Periodismo en la UPB. De esta carrera fue expulsado en 1981 por escribir un artículo irreverente contra del Papa. En 1982 hace estudios de inglés en Nueva York y más tarde se va a Italia en donde estudia Lenguas y Literaturas Modernas en la Universidad de Turín. Regresa a Colombia en 1987, después de graduarse “cum laude” en Turín. En Agosto de ese año su padre es asesinado por paramilitares y debido a las amenazas que recibe se exilia primero en España (diciembre de 1987) y luego en Italia, en 1988, en donde trabaja como “lector de español” de la Universidad de Verona hasta 1992. Desde sus años de estudiante había empezado a traducir al castellano diverso autores italianos: Umberto Eco, Leonardo Sciascia, Italo Calvino, Tomasi di Lampedusa, Gesualdo Bufalino, Primo Levi y Natalia Ginzburg, entre otros. Estas traducciones se publicaron en libros y en suplementos literarios mexicanos. En 1992 regresó a Colombia y desempeñó distintos oficios. Dirigió durante tres años la Revista de la Universidad de Antioquia y fue también director del Fondo Editorial de la Universidad EAFIT.
Trabajó también como periodista y columnista para distintos medios colombianos: El Espectador, Cromos, El Colombiano, y las revistas Cambio y Semana. En 1998 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en la categoría columna de opinión; recibió ese mismo premio en el año 2006. En 1999 fue corresponsal de la revista Cambio en Estados Unidos, con sede en Boston. En 2000, su novela Basura recibió el Primer Premio Casa de América de Narrativa Innovadora; en 2004, su novela Angosta fue premiada en China como la Mejor Novela Extranjera del Año; en 2006 recibió una beca del DAAD y vivió un año en Berlín. En noviembre del año 2006, publicó su libro más celebrado, El olvido que seremos, en donde revive la historia de su padre, el doctor Héctor Abad Gómez, y las circunstancias de su asesinato. Por este libro ha recibido premios en Lisboa y en Washington. Actualmente es columnista y asesor editorial del diario El Espectador. Colabora también con El País de Madrid, el NZZ de Zurich y otras publicaciones nacionales e internacionales. Sus novelas han sido traducidas a distintas lenguas, entre ellas inglés, portugués, italiano, chino, francés y alemán.
NO SE APRENDE A SER GAY Por: Héctor Abad Faciolince
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uriosamente los pastores, los monseñores, los padres de familia que desfilaron, y los defensores de “las identidades de género no hegemónicas” comparten el mismo prejuicio: creen que la sociedad, o una ministra perversa, o la clase dirigente, o la civilización judeocristiana, o la escuela inmoral, o la escuela represiva, puede producir (como moldeando piezas a su antojo) hombres o mujeres homosexuales, bisexuales, heterosexuales, transexuales, etc. Creen unos y otros, curiosamente enfrentados la semana pasada, que las apetencias sexuales se pueden inculcar, aprender, enseñar. Es decir, que dependen del ambiente. Y no. Uno es, al menos en las cosas más hondas y permanentes de su personalidad, lo que es. Uno siente las apetencias con las que vino al mundo. A ser homosexuales, bisexuales o heterosexuales no se aprende o desaprende con el
ejemplo, con las cartillas, con el catecismo, con sermones. Sin duda hay roles de género aprendidos (que los hombres no cocinen o no cambien pañales, que las mujeres se ocupen de los oficios de la casa) que se pueden y deben combatir. Pero la identidad sexual y las inclinaciones del deseo no se educan, sino que son y deben respetarse. En todas las culturas se da naturalmente la existencia de hombres y mujeres homosexuales o al menos sin apetencias heterosexuales. ¿Se pueden enseñar comportamientos heterosexuales a un gay o comportamientos homosexuales a un no gay? No creo. Es como enseñar a pintar paisajes reales a un ciego, como obligar a escribir con la zurda al que siempre ha escrito con la mano derecha. No es del todo imposible, pero ni nos sale bien ni lo hacemos con comodidad. En muchas especies animales (mamíferos, aves, insectos) se observan comportamientos homosexuales (y bisexuales, y hermafroditas, y monógamos, y
poliándricos, y promiscuos, y célibes, de todo). Si Dios es, efectivamente, el creador de todo lo existente, sin duda crea homosexuales en el reino animal y también entre los consentidos de la creación, los hechos a su imagen y semejanza: los seres humanos. Nadie escoge libremente, por voluntad, las inclinaciones sexuales que siente. Simplemente las siente y, según las circunstancias, las ejerce o las reprime. Si estas inclinaciones no le hacen daño a nadie, y se encuentra otra persona a la que espontáneamente le gusta lo mismo, no debería haber motivos ideológicos ni religiosos para impedirles seguir con libertad sus inclinaciones. Si la homosexualidad es un fenómeno minoritario pero universal, debe tener explicaciones biológicas, no culturales. Y hay explicaciones. Una es, por ejemplo, que en las madres con muchos hijos varones, cuantos más hermanos mayores tenga un hijo, mayor es la probabilidad de ser gay. La teoría dice que de algún modo las mujeres expuestas a la testosterona de los fetos van desarrollando resistencia a esta hormona, con lo cual la
masculinización del cerebro de los hijos sucesivos se va atenuando paulatinamente. Según esta hipótesis, la homosexualidad dependería no de los genes, sino del ambiente uterino. Los defensores de un componente genético de la homosexualidad se basan también en lo que se ha observado entre los gemelos idénticos: cuando uno de ellos es homosexual es más probable que el otro también lo sea, o que siga patrones más “femeninos” de comportamiento. E incluso cuando en una familia hay un hermano homosexual, es más probable que otro también lo sea. Es triste que de estos temas no se hable abiertamente y sin prejuicios en la escuela y en la familia. Es triste la ignorancia de quienes creen que sus hijos se pueden volver gais por pura influencia ambiental, o porque les hablen del respeto por las minorías homosexuales. Es triste que hagan manifestaciones multitudinarias (donde los pastores gritan que el Espíritu Santo los acompaña) para defender prejuicios e intolerancia. Ha hecho bien la ministra Parody al proponer y defender una educación en la que se enseñe algo
que sí puede enseñarse: respeto por las diferencias.
que tienen el mismo sexo tienen afinidad no es un delito. ¿Por qué
“NOS COMIMOS EL CUENTO”
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Por: Danian Guauta
uego del debate desatado por las cartillas pornográficas homosexuales que circularon por redes sociales en los últimos días, lo único que es evidente es que en Colombia aún no tenemos el don de la tolerancia, vivimos en un país donde ir en contra de lo que nos parece “normal” es un delito y hasta un sacrilegio, vivimos inmersos en una sociedad hipócrita donde existen sacerdotes homosexuales, pero la iglesia católica impulsa marchas en contra de la promulgación de entornos escolares inclusivos y libres de discriminación. Es ilógico pensar que el homosexualismo se puede implantar en un infante por medio de unas cartillas, pero es más absurdo aún, que a estas alturas del partido no hallamos entendido que las relaciones han evolucionado y que si dos personas
no es posible pensar en que por medio de la pedagogía se oriente a los alumnos hacia la tolerancia y no rechazo? ¿Acaso tenemos que llevar a más jóvenes homosexuales al suicidio como es el caso del joven bogotano Sergio Urrego? Por el contrario, tenemos que aprender de aquellos sucesos en los que la discriminación puede llegar a estos extremos. Otro hecho que no es entendible por supuesto, es el de la desinformación que en redes sociales se dio con el tema de las cartillas. La ministra de educación, Gina Parody aclaro ante los medios de comunicación que éste material fue puesto a circular en redes por personas completamente ajenas al Ministerio de educación, y, según Parody, con el ánimo de generar confusión y miedo entre los padres de familia, es decir, “nos comimos el cuento”. Según el periódico El Tiempo, la idea era revisar los manuales de convivencia de las instituciones educativas denominada como
“Ambientes escolares libres de discriminación” que nació en un convenio establecido entre el Ministerio de educación con el programa de las Naciones Unidas para el desarrollo, El Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) y Unicef con el fin de generar conciencia sobre la educación de género en los colegios del país, sin embargo la Ministra aclaró que se trata de un bosquejo que no es oficial, por lo tanto no ha sido publicado por el Ministerio y que lo rodaba por las redes eran en realidad libros de pornografía para adultos que provenían de Bélgica.
Pero aun así el país salió a marchar, liderado tras bambalinas por políticos y sacerdotes homofóbicos que les aterra una ideología de género, por ejemplo la Procuraduría General de la Nación que insiste en asegurar que lo que se pretende es fomentar la homosexualidad. En fin, lo que se logro fue dividir el país una vez más, y aunque la Ministra no es santa de mi devoción, por lo menos abrió el debate hacia temas neurálgicos como la igualdad de género y la no discriminación hacia la comunidad LGBTI, que debería tocarse abiertamente dentro de las aulas de clase y en nuestras familias.
LAS MEDALLAS DEL PAÍS PROFUNDO Por: Héctor Abad Faciolince
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omo es una mulata de ojos claros, a la boxeadora Íngrit Valencia le dicen Zarca. Es la primera boxeadora colombiana que llega a unos Juegos Olímpicos y la primera que obtiene
una medalla en el deporte de narices chatas. Íngrit conserva la nariz respingada. Exhibe una sonrisa abierta y blanca, pero en el ring pone “cara de mala, para que me respeten”. Tiene un hijo, pero siguió entrenando incluso durante el embarazo. Viene de un pueblo remoto, Morales, en el Cauca, y vivió en un barrio de invasión en Cali.
La historia de Catherine Ibargüen es más conocida. Nacida en Apartadó en el seno de una familia víctima del conflicto armado, empieza sus saltos triples con este grito de batalla: “¡Vamos, negra!”. Mide 1,80, tiene 32 años y lleva diez saltando, antes hacia arriba y ahora en longitud. Es la primera medalla de oro en atletismo que gana Colombia. Aspira a ser “transparente, noble, limpia y sana”, y ese es el ejemplo que a todos nos da. Óscar Figueroa es levantador de pesas y nació en Zaragoza, un pueblo minero de Antioquia. Desplazada por la violencia guerrillera y paramilitar, su familia se fue al Valle. Lesionado, despreciado por los entrenadores búlgaros, estuvo varias veces a punto de retirarse. Por suerte no lo hizo y es el primer hombre que le da a Colombia una medalla de oro en unas Olimpíadas. La excepcional Mariana Pajón (con su compañero de BMX, Carlos Ramírez) es también la excepción de estos medallistas: no nació en lugares apartados ni en una familia de escasos recursos. Es de mi ciudad, Medellín, y es la única colombiana que ha repetido oro en
dos Juegos Olímpicos. Empezó a montar en bicicleta a los tres años y a los nueve ya ganaba campeonatos, compitiendo con los hombres, porque con las niñas ganaba sobrada. La Hormiga Atómica, como le dicen, es implacable en las competencias pues no le gusta perder. Nos hace gritar de dicha y la queremos tanto. El nombre de nuestra mejor yudoca tenía que empezar por ye de yuca: Yuri Alvear. Ver cómo estrellaba contra el suelo la espalda de una japonesa en los mundiales de Rusia, en un coliseo lleno de banderas blancas con un círculo rojo, sin tricolores colombianos, fue maravilloso. En Río alcanzó la plata, que no es poco, pues otra japonesa se desquitó con destreza de la humillación del Mundial. También Yuri viene de la Colombia profunda, de Jamundí, y su manera de luchar es suave y gentil, como debe ser el yudo: cuando parece que la tumban, al caer es ella la que gana. Debemos hacerle una reverencia. Los otros medallistas colombianos en estos juegos de Brasil son Yuberjen Martínez (de Turbo, hijo de un pastor al que no le gusta que su hijo les pegue a los otros) y Luis Javier Mosquera (un joven de
Yumbo que puede llegar lejos) son también de esa Colombia lejana, a veces ninguneada, abandonada, discriminada, que desplegará todo su potencial cuando tengamos paz y se les den a todos los que tienen
integrantes de este taller resultó ser también el más talentoso, el más genial. Hoy es editor, y un escritor que ganará medallas de oro literarias. Se llama José Andrés Ardila y es del mismo lugar de
¡LOS HEROES EN COLOMBIA SÍ EXISTEN, SOLO QUE LES BAJARON EL PRESUPUESTO! talento, sin importar su origen ni el color de su piel, una oportunidad. Hay quienes creen que los indígenas (estoy pensando en Nairo, que hoy empieza la Vuelta a España) y los negros sirven solamente para los deportes, pero que no se destacan por su inteligencia. Ante todo, para ganar en el deporte hay que ser inteligentes. Y es puro racismo creer que los oscuros no son buenos para los juegos mentales. Este racismo ignorante atenaza a muchos mestizos y a muchos blancos. Les cuento una experiencia personal: hace cuatro años empecé en la Biblioteca de Eafit un taller de escritura literaria. Gratis y abierto a todos los que pasaran la selección inicial. El más pobre y el más negro de los
Ibargüen: Apartadó. Lo único que necesita la Colombia profunda, la Colombia más pobre y más oscura de piel, es un ambiente tranquilo y una oportunidad.
Por: Danian Guauta
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ras los pasados juegos Olímpicos de Rio, Colombia demostró una vez más la verraquera de sus deportistas, de su gente, esa alegría que nos caracteriza se vio reflejada en cada podio, en cada salto de Catherine Ibargüen, en cada envión de Óscar Figueroa y Luis Javier Mosquera, en cada puño de Yuberjen Martínez e Íngrit Valencia, en cada pedalazo de
Mariana Pajón y Carlos Ramírez y en cada enfrentamiento de Yuri Alvear. A pesar de las adversidades que tuvo que atravesar cada uno de nuestros héroes pudieron llegar a Rio y alzar la voz alzar ante el mundo y ante el gobierno Colombiano que poco ha hecho por ellos, pero eso sí, saca pecho con cada una de las medallas obtenidas, cuando por debajo de la mesa se está haciendo un recorte al presupuesto para el deporte, lo paradójico de la cuestión es que el Gobierno decide reducir esta inversión justo después de los buenos resultados obtenidos en este certamen deportivo tan importante. ¿En dónde se forjaran los nuevos “Oscar Figueroa”, Las “Catherine Ibargüen” y “Mariana Pajón”? ¿Seguiremos formando deportistas en “gimnasios de garaje”?. Desde los lugares más profundos y recónditos de nuestro territorio están surgiendo personas (y sin hacerle propaganda a Caracol) que le ponen el alma a Colombia, que son ejemplo a la nuevas generaciones en estos tiempos de paz.
Nuestra forma “folclórica” de actuar nos hace aceptar estas cuestiones tan absurdas e incluso Afraino Restrepo, subdirector de Coldeportes salió ante los medios a asegurar que el recorte "En ningún momento afectará las metas", cuando no es un secreto para todos que sí influirá en el rendimiento de nuestros deportistas. Los héroes en Colombia sí existen, solo que no los vemos a menudo porque están bajos de presupuesto.
UN POETA, UN FILÓSOFO, UN TENDERO Y UN TROPERO
Por: Héctor Abad Faciolince
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na de las cosas más difíciles de la vida es aprender a confiar.
Cuando se aprende, lo más difícil es saber escoger en quién confiar. Y lo más difícil de todo: no equivocarse. Casi siempre, para no equivocarse, se empieza por los parientes. Se confía, por ejemplo, en un hermano. Eso fue lo primero que hizo el presidente Santos: confió
en su hermano Enrique para hacer los primeros contactos secretos con las Farc. Como el hermano mayor tenía un pasado en la izquierda, y como no iba a traicionarlo, lo puso al lado de un pequeño grupo de funcionarios: Frank Pearl (a quien ya Uribe había encargado de entrar en contacto con la guerrilla), Alejandro Eder, especialista en resolución de conflictos, y Sergio Jaramillo, que era el hombre discreto, riguroso y recto como un monje budista, que había sido su vice en el Ministerio de Defensa. Fueron ellos quienes firmaron el marco del acuerdo general: los temas de discusión, las reglas de juego. Ese documento con una agenda cerrada, serio y conciso, de apenas cinco páginas, es la base sólida del gran Acuerdo que hoy celebramos. Tras ese primer éxito de sentar a la mesa a la guerrilla para discutir unos temas que solo se filtraron al final, hay que sacrificar la pieza de más confianza, pero la más problemática
políticamente: el propio hermano. Para no ser acusado de nepotismo, para que un montón de suspicaces no dijeran que todo lo decidía el hermano mayor, Enrique Santos sale del equipo y no queda ni en la banca. Del grupo inicial siguen el filósofo callado, Jaramillo, el muy competente excomisionado de paz, Pearl, y hay que escoger otros cuatro que inspiren la misma confianza, pero cubran otros flancos. Ahí viene una jugada maestra: poner en el equipo a los enemigos directos de la guerrilla (y a veces de la paz), dos generales, uno del Ejército y otro de la Policía. Dos generales de los que nadie pudiera decir que eran castrochavistas. Y escoge al general Mora, el mismo que recuperó el Caguán a sangre y fuego tras los abusos guerrilleros en el proceso de paz de Pastrana. A su lado, el general Naranjo, un caballero y un audaz contrincante del narcotráfico. ¿Qué faltaba? Un político íntegro, honrado y con experiencia en
negociaciones de paz. Humberto de la Calle era el perfecto para ese puesto, y al ser muy carismático, el más adecuado para liderar el equipo. Por último, alguien de la clase empresarial. Nada mejor que el presidente del gremio de los industriales, Luis Carlos Villegas. Después de tener confianza, Santos escogió muy bien, con la inteligencia de la cabeza y del corazón (las corazonadas). El presidente Santos, que no tiene el arrastre, la figura ni la labia de Uribe, tiene algo mejor que el antioqueño: sabe confiar y sabe delegar. Además no se rodea de gente que acaba casi siempre en la cárcel, sino de personas honorables. Saber confiar y saber escoger, así sea gagueando, es más importante que saber gritar. El éxito histórico de este proceso de paz se debe a un equipo intachable que se ha sacrificado cuatro años por todos nosotros. Al poeta De la Calle y al filósofo Jaramillo, se unieron personas de las que uno no
duda. Y cuando a Villegas lo nombran ministro, se pone un suplente fresco con un estilo que faltaba entre la clase empresarial: un comerciante, un tendero, que como todo comerciante es un experto en regateos y en mañas de negociación: Gonzalo Restrepo, el que convirtió a el Éxito, un buen supermercado paisa, en un emporio internacional. Lo único que faltaba en este país machista eran mujeres, que llegaron al fin, y menos mal porque si no llegan no nace el niño. Se le encargó a una abogada muy competente, María P. Riveros, la filigrana jurídica final. Y ella bordó las últimas puntadas al lado de una gran diplomática, María Ángela Holguín. Estos verdaderos héroes domaron una fiera, amansaron al lobo de las Farc, que ahora tendrá el valor de combatir sin armas. Nunca estaremos con ellos tan agradecidos como se lo merecen.
audaces políticos, militares,
¡OH GLORIA INMARCESIBLE! ¡OH JÚBILO INMORTAL!
Por: Danian Guauta
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sonaron las trompetas del fin, los guerreros bajaron sus armas, sus escudos bañados en 60 años de sangre les pesaban, los gritos de euforia: ¡OH GLORIA INMARCESIBLE! ¡OH JÚBILO INMORTAL! Recorrían los vientos desde Punta Gallinas hasta la Quebrada de San Antonio al sur y de oriente a occidente desde Cabo Manglares hasta la Isla San José, retumbaban los tambores conformando una sinfonía de libertad. ¡Por fin ceso la horrible noche! El pasado jueves 23 de Agosto sucedió lo increíble, lo que muchos intentaron pero muy pocos lograron. Liderados por Humberto de la Calle un grupo de
empresarios, y abogados, firmaron por fin, luego de 4 años inmersos en la Habana, Cuba, el acuerdo de paz con las FARC, un hecho histórico que da vuelta al mundo, y nos da vueltas en la cabeza a los Colombianos, que hoy, a menos de un mes no sabemos que responder ante el plebiscito que nos permite hacer parte del siguiente paso en el camino de la paz. Entre el “tira y afloja” de Santos y Uribe, el país se divide, se rasga las vestiduras, sin siquiera tener el mínimo conocimiento de lo que en realidad nos incumbe: Los acuerdos que están en las 297 páginas del documento final, ¿Quién lo ha leído completo sin dejarse guiar primero de los medios comunicación?, ¿Cómo hacer para que llegue a todos nosotros de una forma
sencilla, pero eso sí, sincera y honesta, sin intereses de trasfondo? ¿Cómo poner de lado el pensamiento de los políticos que quieren seguir asesinado guerrilleros hasta exterminarlos y poner en primera medida nuestra opinión? ¿Por qué tan poco tiempo para decidir?... Son algunas de las dudas que surgen y en lo que debemos enfocarnos. La paz debe ser tema en las empresas, en los colegios, en las universidades, en casa, en la iglesia, en la tienda de Don Chucho, en el grupo de señoras que toman el tinto a las 5 de la tarde y chismean de sus vecinas, en el picadito de futbol entre los amigos, en la cancha de tejo al calor de unas “politas”, en fin este tema debe ser el de moda, para ir recopilando información para decidir de forma responsable y decir sí o no al plebiscito con argumentos. Este ejercicio se realizó con el fin de identificar las partes de una columna periodística, las cuales
están divididas y subrayadas de la siguiente manera: TITULO: VERDE AMARILLO
PRESENTACIÓN DEL TEMA:
OPINIÓN: AZUL CIERRE: GRIS.
convivencia pacífica entre opiniones discordantes.
las
Parece pueril que mientras los refugiados sirios se debaten entre la muerte y el hambre, mientras en Turquía encarcelan miles de periodistas, el gran tema francés sea sobre la moda, es decir, sobre trajes de baño. Sin embargo, también estos detalles hablan de la salud de una nación. Si el Tribunal Supremo no hubiera dicho que prohibir el burkini es anticonstitucional, creo que hoy estaríamos más preocupados sobre el futuro de las libertades en Europa. Uno de los grandes dilemas de la democracia es definir hasta qué
TOLERAR A LOS INTOLERANTES Por: Héctor Abad Faciolince
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a reciente discusión sobre el burkini en Francia, así esté teñida de frivolidad, es un pequeño síntoma de las dificultades de ser tolerantes incluso en el país donde Voltaire desarrolló el concepto de la tolerancia como camino para la
punto se debe tolerar a los intolerantes. Es decir, si hay un grupo político que quiere imponer a toda la población una supuesta Verdad absoluta, en la religión, en la indumentaria o en la ideología ¿cómo debe enfrentar la democracia a un partido así? ¿Se le deben dar derechos a una minoría que, de llegar al poder, impediría a las minorías ejercer sus derechos? Hay grupos que, en caso de
conseguir la mayoría de votos, harían que su “Verdad” se volviera obligatoria e impondrían que el Estado adoptara su creencia como única legal. ¿Hasta qué punto hay que tolerar, entonces, a los militantes del totalitarismo que eliminarían toda tolerancia si llegaran al poder? En Francia el dilema es cuánto tolerar a los islamistas. En Colombia el debate consiste en definir hasta qué punto tolerar al nuevo movimiento político de las Farc, sin duda intolerante si fuera mayoría. No creo, como temen quienes poco confían en la libertad, que el país se haya entregado al castrochavismo. Pero sí está claro que el Acuerdo de Paz permite que un grupo castrochavista armado e ilegal, se integre a la sociedad como nuevo movimiento político legal y desarmado. Y este nuevo movimiento, a su vez, podría unirse al más veterano castrochavismo sin armas, digamos a Petro, Piedad Córdoba, una fracción del Polo, etc. ¿Debe permitirse que estas minorías unidas tengan siquiera la oportunidad remota de llegar a ser una mayoría que suprima los derechos de los que entonces estarán en minoría? La regla dice
que sí: la democracia tolera a quienes proponen un tipo de gobierno intolerante. Así como tolera al integrista religioso que ocupa el cargo de procurador, también debe tolerar a quienes defienden algún otro tipo de “dictadura popular”. Hay quienes creen que los líderes de las Farc firmaron la paz para poderse jubilar sin el miedo a morir en la selva calcinados bajo una bomba incendiaria. Quizá. Pero es más probable que la guerrilla haya dejado las armas con la ilusión de llegar al poder por la vía electoral. Chávez los convenció de entrar en la legalidad con ese argumento: que en América Latina era más fácil que el movimiento bolivariano llegara al poder por la vía de los votos que por la vía de las armas. Y es a ese escenario al que muchos colombianos —pesimistas sobre la madurez política de los ciudadanos — le temen. Nuestros órganos de control político no son tan frágiles como los de los países árabes. Cuando Uribe quiso torcer la Constitución por segunda vez, la Corte le dijo no y, a pesar de sus mayorías, Uribe se resignó a acatarla. Si la guerrilla quiere proponer el modelo
venezolano como sistema político y económico, sacará tantos votos como tiene Maduro de aprobación en el país: prácticamente nada. Tenemos la suerte de podernos mirar en el triste espejo del país vecino. Colombia ha sido alérgica al populismo dictatorial. Creo que la tradición cultural y política colombiana tiene suficientes defensas y suficiente información como para poderse permitir una franja de intolerantes sin sentir miedo de que lleguen a gobernar. El verdadero problema estará en una multiplicación de acciones de protesta ingobernables. Pero ese es otro tema.
a quién no comparte mi punto de vista? Primero deberíamos referirnos a la capacidad que tenemos de abordar algún tema, es decir, estar bien informado, en segunda medida habríamos de empezar una autoevaluación de nuestra forma de argumentar con bases y datos verídicos, luego tendríamos que aprender a soportar la opinión y los argumentos que tienen los demás y por último llegar a una conclusión donde las dos partes lleguen a un acuerdo y se genere una retroalimentación que aporte a la temática que se trató, (en este caso el proceso de paz).
PASOS PARA APORTAR A LA PAZ DURADERA Y ESTABLE Por: Danian Guauta
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esde el anuncio de la firma al documento final del acuerdo de paz, el país se ha dividido entre quienes apoyaran el plebiscito y quienes se oponen con un rotundo no. Entre este ir venir, surge una pregunta, ¿Cómo tolerar
Estos son algunos pasos para la buena convivencia y empezar a generar la paz de la que tanto se habla, pero como los colombianos tenemos la mala costumbre de hacer la mayoría de cosas al revés, el proceso se invierte: Empezamos primero a lanzar púas hacia quien tiene una opinión contraria a la nuestra, y ahora con el uso de redes sociales se masifican las muestras de irrespeto hacia los
demás, en seguida hacemos un intento por justificar porque tratamos mal al otro y esto en vez apaciguar las aguas las revuelve más, inmediatamente el tema termina por hartarnos alejándonos de lo que en verdad nos importa. Ahora sumémosle a esto el bombardeo de los medios, que siempre hablan de lo mismo, por ejemplo, RCN y su directora Claudia Gurisatti atacando de manera indiscriminada con entrevistas y argumentos rebuscados con el fin de defender sus intereses y sus ideales políticos. Si así estamos en este momento, no podría imaginarme como reaccionarían las personas al ver a los jefes de las FARC formando partidos políticos y ocupando curules, e incluso postulándose a la presidencia. Aquí se me viene otra pregunta a la mente, ¿Los colombianos estamos en verdad preparados para recibir la paz? Yo creo que una gran parte sí, y nuestra generación está aportando mucho desde el arte, desde la cultura y ofreciendo espacios de debate, claro que no falta a quien le importa un carajo lo que sucede en su país y este más pendiente del
Divo de Juarez, de si era Gay o no, incluso lo más cercano al patriotismo es cuando se pone la camiseta y ven jugar a la selección y el resto de sus días se olvida de que es colombiano, aun sí piensa en cómo salir rápido de aquí, porque “el país esta super Out”. En fin, el primer paso para la paz es la tolerancia, si nos respetamos, si somos conscientes que la paz no se logra como por arte de magia con una firma, sino que este es el primer paso, ahí empezaremos a aportar de forma vehemente la paz estable y duradera.