UNIVERSIDAD AUTONOMA DE SINALOA FACULTAD DE ARQUITECTURA Conservación del Patrimonio Arquitectónico Arq. María Cecilia Bojórquez Aguirre
PALACIOS NOBILIARIOS Y EDIFICIOS RELIGIOSOS Alumna. Daniela Isabel Arce Méndez Grupo 4 Octavo Semestre
PALACIO DE LOS CONDES DE SAN MATEO DE VALPARAÍSO
El predio del Palacio de los Condes de San Mateo de Valparaíso fue concedido en el siglo XVI por el conquistador Hernán Cortés a Alonso Nortes, quien lo vendió más tarde a Juan Cermeño. Este último erigió en dicho terreno una primera casa con aspecto de fortaleza, edificada con materiales extraídos de construcciones precolombinas. El Palacio de los Condes de San Mateo de Valparaíso fue reconstruido de acuerdo con los deseos del conde; fue erigido dentro del más puro estilo mexicano y se utilizó cantera de chiluca para los elementos estructurales, tezontle para recubrir los macizos de la fachada y detalles de azulejos de talavera poblana. La residencia cuenta con un acceso central que conduce a un patio asimétrico, formado originalmente por tres corredores. Debido a una ampliación que se realizó durante el siglo XX, ahora cuenta con un patio paralelo y un cuarto corredor. El piso superior se encuentra sostenido por una triple arcada que va de pared a pared sin apoyos intermedios.
Sobre la arquitectura nos dice el historiador Bátiz Vázquez, el edificio tiene una elegante y sobria fachada compuesta de pilastras, o sea columnas cuadradas, adornadas de recuadros hundidos, bordeados de molduras ondulantes. Un cornisón divide sus dos pisos y da sustento a los balcones. Las pilastras sostienen la cornisa del palacio, que tiene friso convexo, lujosamente esculpido y gárgolas sostenidas por angelitos. Su portada principal luce un motivo esculpido, conformado por adornos vegetales y dos ángeles que sostienen el medallón oval donde aparece el escudo nobiliario de los Condes de San Mateo de Valparaíso.
HACIENDA DE JARAL DE BERRIOS
La hacienda de Jaral de Berrios tiene una fachada de cantera rosa, es de dos plantas, en la planta baja podemos ver como se encuentra 10 columnas del orden jónico, las cuales sirven de soporte a una sección de la planta alta y al centro dos conjuntos de 4 columnas del orden jónico que enmarcan la entrada del palacete, en la cornisa que divide la planta baja de la planta alta podemos ver 8 cabezas de león en relieve, y una centra. En la planta alta podemos ver 4 ventanales a cada lado y un balcón central el cual está en marcado por dos columnas Jónicas. En la parte superior del balcón tenemos un reloj el cual se enmarca con dos estípites antropomorfos, y con un frontón semicircular truncado el cual remata con la estatua de Juan Nepomuceno de Moncada y Berrio, III marqués de Jaral del Berrio, III conde de San Mateo de Valparaiso, II marqués de Villafont. En los laterales tenemos una balaustrada de cantera que recorre toda la parte superior de la fachada. Para enmarcar todo el palacete se encuentran un torreón a cada costado los cuales son de tabique y recubiertos de cantera con balaustradas de cantera rosa.
Al interior se encuentra un patio central con pasillos laterales, en el caso de este palacete tenemos que en marcar que el lado derecho del palacete es dedicado al hombre y lado izquierdo a la mujer. Al final del patio podemos ver una escalera imperial con dos entradas cada entrada a la escalera tiene un arco ojival de cantera, y al centro un arco de medio punto que nos muestra la entrada de las caballerizas. En la planta alta podemos ver al t茅rmino de la escalera imperial tres arcos, en los laterales son arcos trilobulados y al centro un arco carpanel, del cual la clave se extiende junto con las dos dovelas para formar el sello de la familia Moncada. El pasillo de la segunda planta tiene una balaustrada de cantera y columnas del orden d贸rico, con arcos de medio punto.
PALACIO DE LOS CONDES DE HERAS Y SOTO
Este Palacio fue mandado construir hacia 1760 por el capitán sevillano Adrián Ximénez de Alendral, maestro, patrón y veedor en el arte de platería y de su segunda esposa María Antonia Azorín. La obra se atribuye al arquitecto Lorenzo Rodríguez. En 1833, la casa fue rematada por el concurso de acreedores de las propiedades de los doctores José Manuel y Miguel María Abad Ximénez Azorín, nietos del difunto platero. Esta grandiosa construcción se dividió en dos, la casa principal de la calle de Manrique 4, que daba vuelta a la calle de la Canoa, la compró el minero de Guanajuato José Miguel Septién en 34 mil pesos, y la casa contigua a la principal, o pequeño palacio de la calle de Manrique 5, la adquirió el coronel Antonio Alonso Terán. El inmueble fue restaurado para albergar el Consejo del
Centro Histórico de la Ciudad de México y el partido arquitectónico original se rescató casi en su totalidad y consta de dos niveles y en realidad son dos edificios, el que corresponde al palacio principal y el otro de menores dimensiones, ambos se encuentran integrados por una sola fachada. Las dos edificaciones cuentan con patio principal, la fachada principal es una de las más bellas muestras de un fino, bello y delicado trabajo del labrado de la cantera, que se puede apreciar en los balcones, la fachada principal y el ángulo de la esquina del palacio.
EL PALACIO DE LOS CONDES DE SANTIAGO DE CALIMAYA
El antiguo palacio de los Condes de Santiago de Calimaya remonta sus orígenes al siglo XVI, cuando el conquistador Hernán Cortés repartió los solares más cercanos del centro ceremonial mexica a sus compañeros de armas y a los civiles que participaron en el proceso de conquista. Tal fue el caso del licenciado Juan Gutiérrez Altamirano, oriundo de Salamanca, que llegó a México en 1527, después de haber desempeñado en la isla de Cuba el cargo de gobernador desde 1524. A su llegada se le nombró corregidor de Texcoco, que era entonces la ciudad más importante después de México. Contrajo nupcias con una pariente lejana, Doña Juana Altamirano, prima hermana de Hernán Cortés. El licenciado Altamirano recibió en encomienda los pueblos de Calimaya, Metepec y Tepamayalco, entre otros; y dentro de la Ciudad de México recibió un terreno ubicado en la calzada de Iztapalapa (hoy Pino Suárez), la más importante de su época; ahí comenzó a construir su casa. La fachada principal fue recubierta con tezontle, en el centro la entrada principal está enmarcada por columnas con capiteles jónicos y corintios y en la parte alta el escudo nobiliario labrado en cantera. La fachada de la planta alta está adornada con hermosos balcones con barandales de hierro forjado. Coronando el perímetro encontramos gárgolas con forma de cañón; este adorno produjo que el edificio fuera reconocido como el Palacio de los Cañones.
En el interior dos grandes patios distribuyen el espacio. El patio principal está decorado con una fuente en forma de concha que muestra una sirena de doble cola tocando la guitarra. Para subir a la planta alta se encuentra una escalera con barandales de hierro forjado escoltada por dos leones de piedra labrada. En la planta alta se encuentran la capilla y la sacristía. Sobre la fachada principal se encontraba el gran salón del estrado de no menos de veintidós metros de longitud en donde se celebraban las recepciones y eventos sociales de mayor relevancia en la historia de los Condes de Santiago de Calimaya. Este palacio es uno de los ejemplos más notables de arquitectura barroca civil del siglo XVIII y uno de los últimos realizados poco antes de la llegada a México de Manuel Tolsá y el estilo neoclásico.
EL SAGRARIO
La Sagrario famosa en los anales del arte, no ya de México, sino del mundo entero. Sobre la planta de abolengo bizantino, perfectamente equilibrada en sus cuatro costados, con estructuras laterales que en los ángulos sirven para sostener el gran espacio central que se eleva por encima de todas, viene el revestimiento que expresa todo el arte del siglo XVIII. Los ángulos cubiertos de fino tezontle, con graciosas portadas de cantera, con ventanas cuyos marcos son de la misma piedra y se hallan cerradas por finas rejas de hierro, se van elevando en una línea elegantemente quebrada hacia los grandes pórticos, que parecen retablos de piedra encuadrados por enormes pilastrones. Las portadas gemelas, pero distintas, llenas de una espiritualidad que es difícil reducir a palabras escritas, nos enseñan cómo este arte de la Colonia unifica todos sus esfuerzos en un solo fin, que, más que humano, parece pretender a la divinidad. Porque estas grandes portadas que carecen de sentido arquitectónico, pero que tampoco podrían ser calificadas de estructuras decorativas, se dirigen al espíritu más que a los sentidos.
Nuestro espíritu se predispone, se prepara a asistir a la ceremonia simbólica que se desarrolla frente a los altares, pero estos altares de piedra desde antes nos han advertido, nos han preparado para lo que vamos a encontrar después. Es así como el barroco mexicano, inconfundible con ninguno otro barroco del mundo, se identifica, primeramente con su propósito que es ensalzar a Dios, y después con los que van a contribuir a desarrollar ese propósito, con los fieles, que deben haber sentido la emoción religiosa desde el momento en que se acercaban al templo y penetraban por sus puertas que eran ya a la vez una plegaria y un cántico.
LA CATEDRAL DE CIUDAD DE MÉXICO
Con la llegada de los españoles a México, en 1524, Hernán Cortés mandó construir la primera iglesia en el terreno que hoy ocupa la catedral. Esta primera iglesia de pequeñas proporciones fue realizada con las piedras de un templo mexica, quizás el Teocalli. Ante la insuficiencia de esa primera construcción religiosa, en 1571 el arzobispo D. Pedro Moya tercer arzobispo de México y el virrey Martín Enriquez colocaron la primera piedra de la actual catedral. El arquitecto español Claudio de Arciniega es el autor de las trazas en colaboración con Juan de Cuence. EL templo se consagró en 1656 y el 22 de Diciembre de 1667 se termina su interior. Las proporciones colosales de este templo son en planta de 110 m de largo por 55 m de ancho. Su construcción se prolongó durante 240 años. Entre 1792 y 1813 el arquitecto y escultor valenciano Manuel Tolsá dio fin a los trabajos del exterior de la catedral, añadiendo elementos de estilo neoclásico, colocó la balaustrada, realizó las esculturas de la Fe, la Esperanza y la Caridad y cambió la linternilla de la cúpula.
El templo está constituido por cinco naves. La central está cubierta por una bóveda cilíndrica, interceptada transversalmente por otras en forma conoidal. Esta bóveda está soportada por 16 columnas de cantera. Las dos naves laterales procesionales tienen bóvedas esféricas. Así, las dos naves extremas de capillas, están subdivididas por muros robustos de mampostería que encierra una serie de estas. Una nave transversal con bóveda cilíndrica cruza el templo, y sobre su intersección con la nave principal se levanta la gran cúpula central. El material primario de construcción es una especie de concreto ciclópeo integrado por piedras de origen volcánico (andesitas y tezontle), aglutinadas por un mortero de cal y arena.