Encuentro – Taller para el diálogo femenino "Surcos en la piel".

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Encuentro - Taller para el diálogo femenino SURCOS EN LA PIEL

Modalidad: Monografía Daniela Luna Torres Código: 20151016035 Tutora: Elizabeth Garavito Proyecto Curricular de Artes Plásticas y Visuales Universidad Distrital Francisco José de Caldas Facultad de Artes – ASAB Bogotá D.C., Colombia 2020


“Busquemos como buscan los que saben que tienen que encontrar. Encontremos como encuentran los que saben que aún tienen que buscar, porque está escrito el hombre que llega a su término no hace más que empezar.” San Agustín. Mis confesiones.

Cuando el cosmos confluye en una red de personas, colectivos y emociones que brindan fuente de inspiración para el pensar y actuar. Al universo por permitirme confluir con mujeres diversas en el plano terrenal. A mi familia por confiar en mi búsqueda profesional. Al territorio suroriental desde interculturalidad y multiversidad. A la maestra Elizabeth Garavito por enderezar esta columna epistemológica dislocada.

Agradecimientos

A la Universidad Distrital Francisco José de Caldas por ser el lugar donde los sueños se hacen posibles. A mis compañeras, Erika Chacón, Melissa Martínez y Nathaly Prieto por acompañar el camino de la búsqueda colectiva. A la Casa de Igualdad de Oportunidades para las mujeres de San Cristóbal y las dos Juntas de acción comunal del Barrio Juan Rey por creer en la fuerza de los procesos comunitarios. Y a los Colectivos Entrelazadas, Buganville Teatro y Arto – Arte por permitir la posibilidad de pensarnos un mundo nuevo desde el arte. A mis mujeres que juntas nos permitimos develar cuales son nuestros surcos en la piel.

“Ensamblar las diferencias en una autopista común de conocimientos…” Germán Zabala Cubillos. La paradoja de la diferencia.


Agradecimientos

Tabla de

contenido

1. 2.

3.

Introducción

1.

Capítulo 1: Abordar la memoria en clave de mujer Visión periférica del Barrio Juan Rey La historia cultural que se ha escrito Apuntes sobre la historia de la organización socio cultural de San Cristóbal Mi lugar de enunciación Memoria Histórica Colectiva en voz de mujeres

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Capítulo 2: Estéticas para reflexionar sobre el cuidado (epistemologías propias)

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Contexto Familiar Herramientas desde el feminismo para la comprensión de realidades Intersticios en la vida de mi abuela Hermelinda Luna - Inspiración Herramientas desde el feminismo para comprender el espacio de encuentro Identificar estéticas del cuidado A la luz de las artes plásticas y visuales

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Capítulo 3: Metodología General

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Conceptos claves para los encuentros ¿Cómo entendemos el espacio de tertulia literaria? Entender un proceso de formación desde la educación popular Secuencia didáctica Manifestación textil: Importancia del tejido como lenguaje femenino Escrituras textiles Módulo 1: Tejidos documentales Módulo 2: Retejer la vida Módulo 3: Re-existencia Módulo 4: Cuidado y autocuidado Módulo 5: Micro tejido en papel

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Manifestación literaria – Exploración de técnicas y formas de narrar Manifestación pictórica de las memorias rurales – Importancia de la pintura como medio Manifestación textil - Importancia del bordado como lenguaje femenino

4. 5. 6.

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El bordado como lenguaje de la vida: Por Ana Isabel Rivas

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Capítulo 4: Primera Exposición Rescatar la Memoria – Relatos de vida en voz propia Rosa Parra Ana Aracely Cantor Lucila Abril Micaelina Estrada Rita Salamanca Carmen Caballero Marisol Rodríguez Tovar Luz Edith Padilla María Betancourt Luz Mery Urbina Barreto Martha Doris Álzate Zapata Ana Isabel Rivas

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Capítulo 5: Transformaciones a modo de conclusiones

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Capítulo 6: Bibliografía

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con ellas, se ha demostrado la necesidad del reconocimiento de sus saberes y de sus ideas de construir una sociedad a partir de la familia como fuerza de la vida.

El barrio Juan Rey ha sido mi lugar de tránsito común durante la mayor parte de mi vida y esto ha hecho que me cuestione las múltiples miradas en torno a la construcción de este y de su historia, así como de los actores que los constituyen y narran. Algún día me figuré el espacio común, o público, como un lugar de interacción no solo social sino también política, así que asumí que tales actores intervienen de forma directa en la concepción de un espacio comunitario y una noción de comunidad.

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Introducción

Este texto fue escrito a varias manos y pensamientos, es decir, en él participan testimonios y experiencias que confluyen en las relaciones sociales fundadas desde la periferia ciudadana y que elaboran una construcción de sentido comunitario. El proyecto se edificó a partir de la participación consciente de los diferentes sujetos que hacemos parte de una comunidad (en este caso, barrial). Desde esta perspectiva, el proyecto se desarrolló con una metodología sociocrítica que posibilita la construcción del conocimiento colectivo como un acto político.

Mi espacio familiar constituyó el verdadero origen de interactuar con una población fuerte pero oculta; capaz de sostener las columnas de la sociedad, pero relegada, a su vez, a un espacio social como lo es el doméstico. Empecé a documentar aquellas voces de mujeres adultas y adultas mayores que merecían ser escuchadas. Mi abuela era quien encarnaba esa memoria en busca de ser narrada con elementos que compartía con otras mujeres de su generación, tales como su contexto sociocultural, nivel educativo y formación familiar. Con el tiempo, mujeres de otras edades se detuvieron a escuchar y encontraron en el espacio de encuentro un lugar para compartir experiencias por medio de la palabra.

La metodología parte de cuatro manifestaciones, entendidas como momentos esenciales del proyecto que se desarrollaron a partir de una técnica artística particular. En este caso, cada manifestación inicia con un desarrollo técnico que luego se dirige hacia la expresión genuina de las memorias de las participantes del proyecto. Nosotras, las mujeres, nos manifestamos no solo en contra de las desigualdades, sino como forma de documentar nuestras memorias y declararnos sujetas de derechos dentro de la construcción de cultura de la cual hemos sido partícipes activas. La manifestación también cumple un papel fundamental como forma de expresión individual que se proyecta hacia lo colectivo. En fin, el manifiesto es una forma de mostrar lo que fuimos, lo que anhelamos y lo que nos construye como seres humanos. Es, también, una exigencia que le hacemos a la sociedad para exponer aquello que nos representa y por lo que estamos en pie de lucha.

Las mujeres de la localidad Cuarta de San Cristóbal tejen historia con cada palabra, voz, consejo, movimiento, puntada. Cada una está dedicada a su labor de vida: ser cabeza, raíz, vértebra, polo a tierra, ancla y soporte de su familia, barrio y todo el contexto que las rodea. La historia sin las mujeres no es historia, pues ellas se han encargado de las labores menores y han tenido que esconder sus ideas por años. Desde mi experiencia de compartir la palabra 1


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CapĂ­tulo Abordar la memoria en clave de mujer 2

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Triste Louca Ou Ma (Triste, loca o mala) Grupo Brasileño Francisco El Hombre Traducción

Triste, loca o mala Será calificada La que se rehúse A seguir esa receta La receta cultural Del esposo y de la familia “cuida, cuida de la rutina” Solo realmente niega La bien conocida receta Quien, no sin dolores, Acepta que todo debe cambiar. Que un hombre no te define tu casa no te define tu carne no te define, tu eres tu propio hogar. X2 Ella enloqueció Desató nudos Va a vivir sola, x2 Yo no me veo en la palabra “hembra” objeto de caza Conformada víctima Prefiero quemar el mapa, Dibujar el camino, Ver colores en las cenizas Y reinventar la vida. Que un hombre no me define mi casa no me define mi carne no me define, yo soy mi propio hogar (bis).

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“Que la memoria son los recuerdos que tengo en mente y corazón, porque cuando siento alegría o tristeza, la memoria para mí está en todo mi ser y están mis recuerdos; y, gracias a las niñas que nos dan los talleres, nos ponen a pensar y recordar y, entonces, despertamos la memoria.” Rosa Parra, participante del Encuentro-Taller Surcos en la Piel Juan Rey 2019

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on este capítulo se da apertura al compendio de manifestaciones y expresiones que suscitan un grupo de mujeres barriales en torno a sus prácticas cotidianas, pues a lo largo del tiempo transcurrido en sus vidas han adoptado formas de actuar y relacionarse con su contexto más cercano, como su familia, que cumple la función de motor en las vidas de todas ellas. Recordar ha sido el detonante para el rescate de las memorias que ellas guardan no solo en sus mentes sino en sus cuerpos, entendiendo el cuerpo como potencial ruta que recorre la historia individual para confrontarla con otras y encontrar puntos en común. De ahí se constituye este capítulo que enuncia la capacidad invaluable del relato para documentar realidades ocultas de algunas personas que no han participado del gran relato hegemónico de la historia local, pero aún así han hecho parte del sostenimiento de la vida. En la primera parte, el capítulo manifiesta una voz personal del contexto histórico, geográfico y ambiental del

territorio donde nací, que a su vez hace parte de mi lugar de enunciación y del espacio donde se ha llevado a cabo esta práctica artística colectiva. Abordar la memoria no solo implica contar la historia a partir de sucesos específicos, sino que corresponde a un ejercicio de identificación de valores simbólicos y materiales que involucran directamente las vivencias de las mujeres y su impacto sociocultural en la comunidad donde habitan. Para entender el proyecto en su generalidad es importante visualizar un panorama integral de la conformación de los barrios del sudeste de Bogotá y el papel vital que cumplieron a lo largo de su historia las comunidades que lo habitaron, en miras de recorrer ese legado organizativo que representa a nuestra localidad y que es materia primordial para el trabajo comunitario que hemos asumido muchos habitantes actualmente.

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Visión periférica del Barrio Juan Rey

que nací, puedo respirar cerro, monte; oír las aves que bajan desde lo alto a acompañar el amanecer. En consecuencia, el espacio que habito adquiere importancia y me hace sentir responsable de protegerlo y, en algunos casos, rescatarlo.

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l barrio Juan Rey está ubicado geográficamente en la parte más alta de la localidad de San Cristóbal, que es conocida por sus grandes zonas verdes y por estar rodeada por los cerros orientales. Se halla el cerro Entre Nubes1, que atraviesa tres localidades, y algunas montañas reconocidas por sus nombres coloquiales (inspirados en sus formas visuales), como los cerros La Teta y el Elefante, que hacen parte del complejo ecosistémico llamado Páramo Cruz Verde2. Cada mañana que me levanto en el barrio Juan Rey, el barrio en el que vivo desde

Una de las cualidades que adquiere el territorio orgánico de la localidad es que sus barrios se encuentran en las zonas más altas de ciertas montañas que hacen parte de la cordillera andina. A medida que se baja, se encuentran los demás barrios que constituyen la localidad. Según lo que cuentan los habitantes entrevistados en la compilación del libro San Cristóbal habla

Parque Entre Nubes: Localizado en el extremo suroriental de Bogotá y forma parte del grupo de cerros y montes que como estribaciones de la cordillera oriental de Los Andes le dan una característica propia al paisaje de la ciudad. Está conformado por los cerros de Guacamayas, Juan Rey y Cuchilla del Gavilán, de las localidades de Rafael Uribe, San Cristóbal y Usme; cuenta con una extensión de 626 hectáreas y un perímetro de 30 km. Su uso principal, de acuerdo con lo establecido en el Plan de Ordenamiento Territorial (Decreto 190 de 2004) Preservación y restauración de flora y fauna nativos, educación ambiental. Rescatado de: Secretaría de ambiente de Bogotá. 1

Páramo Cruz Verde: Es un páramo situado al oriente del Distrito Capital de Bogotá en la zona suroriental del departamento. Hace parte del mismo sistema del páramo de Sumapaz. El páramo de Cruz Verde se encuentra entre los 3.300 y los 3.700 msnm, ocupando territorios de los municipios de Chipaque, Ubaque, Choachí y un pequeño fragmento de La Calera. En su territorio nacen el río Fucha, cuyo curso se encuentra en la sabana de Bogotá, y el río Palmar, que baña el municipio de Ubaque. Rescatado de: Facebook Mochileros Colombia. 2

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FUCHA, lo que hoy conocemos como los barrios La Chiguaza, Libertadores, Valparaíso, Juan Rey, entre otros, eran haciendas, fincas, grandes terrenos y campos de crianza de animales, cultivos y de producción campesina. Hacia los años 50 se empezaron a parcelar los terrenos para venderse a campesinos que recién llegaban de zonas del altiplano cundiboyacense a “convertirse en ciudadanos”. A ellos y ellas se les podría atribuir la concepción de su propio sentido de ciudad y de comunidad, como, por ejemplo, la arquitectura popular que emplearon para erigir sus propias casas o la disposición urbanística que usaron para delimitar cuadras y sitios comunes, como plazas o parques. Estas casas, en su mayoría, tienen varios pisos, no guardan una distancia prudente entre sí, carecen de pañete durante mucho tiempo y dejan señaladas las vigas de las terrazas de ladrillo, cuyos propietarios dejan abiertas con la intención de construir más pisos posteriormente.

Salavarrieta, fundado –en honor de la heroína de la independencia colombiana– por inmigrantes provenientes de zonas rurales, que ocuparon el terreno perteneciente a una extensión del antiguo Hospital de la Hortua. Dado su carácter obrero, hubo conflictos acerca de su legalidad y el derecho a la vivienda de sus habitantes. Hoy, sin embargo, constituye un barrio con reconocimiento sociocultural gracias a diversas corrientes artísticas y políticas que ejercen influencia en esa zona (sobre todo, el Partido Comunista Colombiano). Y, por último, tenemos el barrio en cuestión, Juan Rey, que se desarrolla a partir “de un proceso de urbanización informal producto de la venta inicial de predios por parte de un negociante de tierras, o también, de una gestión colectiva y solidaria del territorio en términos de autogestión comunitaria, entre otros” (CARVAJALINO, 2019). Este barrio hace parte de lo que la Secretaría Distrital de Planeación ha denominado Unidad de Planeación Zonal, o UPZ 51 de Libertadores –integrante de la localidad cuarta (San Cristóbal)–, término dado tras el periodo colonial, pues originalmente se consideraba territorio FUCHA, en lengua muisca, por su ocupación ancestral. La Encuesta Multipropósito de Bogotá (EMB), 2017, refleja que la localidad de San Cristóbal “cuenta con una población de 387.736 habitantes, de los cuales 50,5% son mujeres, 49,5% hombres, conformando 119.194 hogares”.

Las anteriores son todas características físicas comunes a los asentamientos que son considerados por los entes gubernamentales como barrios “de invasión”, es decir, aquellos barrios populares llamados así porque son creados por sus propios pobladores, quienes han llegado con sueños personales, ideales de urbe y búsqueda de arraigo a una ciudad (Bogotá) que no sólo ha acogido a muchos migrantes de las periferias de Colombia a través de las décadas, sino que ha estado en un proceso de urbanización constante, tanto formal como informal, “si bien, históricamente, los primeros barrios populares tienen su origen a finales del siglo XIX y principios del XX” (CARVAJALINO, 2019). Se hace, entonces, importante reconocer la génesis multiétnica y pluricultural de la ciudad capital para acentuar la importancia de los barrios periféricos. Según el artículo Barrios populares: alternativa a la crisis habitacional, desde los pobladores, “ su origen es diverso pues puede ser fruto de una invasión colectiva que implica un nivel organizativo y comunitario previo” (CARVAJALINO, 2019). Tal es el caso que corresponde a los barrios Villa Javier, considerado el primer barrio obrero (IDPC Patrimonios locales, 2019, pág. 63), y Policarpa

La historia cultural que se ha escrito

relacionarse y concebir el mundo. Un ejemplo de ello fue el arribo de mi abuela al barrio Juan Rey por primera vez, luego de que mi padre, Gustavo Luna, comprara una casa-lote muy barata para la época, cuya única pequeña habitación construida hizo de morada para él y un hermano menor. Ellos, aunque llegaron allí sin conocer nada ni a nadie, más aun, sin un trabajo estable, dieron con la grata casualidad de conocer a una vecina llamada Marina Samboní –que también había migrado desde el departamento del Huila–, con quien inmediatamente mi abuela entabló conversación. Algún día nos contó cómo la señora les proporcionaba comida y “revuelto”, mientras en mi familia buscaban una actividad económica para subsistir.

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ste contexto histórico barrial refleja el momento “cuando la pobreza en la ciudad se convirtió en una problemática de interés, el crecimiento de la urbanización desmedido debido a las migraciones masivas dio a luz al concepto de marginalidad como un derivado de la pobreza urbana” (CELEITA, 2019, pág. 12). Por tanto, se ha creado un desfavorable imaginario de lo que son los barrios periféricos, tachados a menudo de “lejanos, fríos y peligrosos” por la opinión pública. Juan Rey, dividido hoy en dos sectores y tenido también por barrio popular 3, no es ajeno a este tipo de calificativos. A nuestros vecinos más antiguos se les puede atribuir la acción de trasladar a las periferias de una ciudad emergente costumbres y rituales que parten de una cultura propia de su lugar de origen (en su mayoría, municipios rurales del altiplano cundiboyacense): la compenetración con un pedazo de campo, diversas formas de convivencia desde el sentido más amplio de comunidad, etc. Cuenta de ello dan los relatos cotidianos recopilados y publicados en el libro San Cristóbal Habla ’FUCHA’ 4 a partir de las voces de los habitantes mayores de los barrios más emblemáticos de la localidad.

En cuanto a mí, desde que tengo memoria, la señora Marina siempre ha tenido su tienda de líchigo 5, lugar de donde, gracias a la venta de frutas, verduras, hortalizas y tubérculos, pudo sostener y sacar adelante a su familia: seis hijos, cada mitad concebida con sendos hombres. Gracias a este fragmento de historia barrial tan cercano a mi memoria he podido entender cómo, durante cierto tiempo, esos hábitos de ayuda mutua y solidaridad fueron capaces de restablecer la vida de dos mujeres (mi abuela Hermelinda y la señora Marina) que habían pasado por situaciones muy difíciles antes de llegar al barrio.

Cabe recalcar que la noción de cultura, a lo largo de la historia de la localidad, ha mutado con respecto a las prácticas de los habitantes que han ocupado el territorio, es decir, esta se ha hecho manifiesta, así como transformado, a medida que la población ha ido habitando su cotidianidad e instaurando sus propias formas

De este modo, no solo se superaron las típicas fronteras entre las familias, la competitividad inherente a ellas o el aislamiento producido por las barreras físicas de las paredes, sino que

3 Entendiendo lo popular como el “producto que se alcanza después de varias décadas en las que, a su manera, los pobladores construyen el barrio y su casa con su propio conocimiento empírico y su saber colectivo, o con el apoyo del maestro de obra, vecino habitual del barrio, así producen una espacialidad bien particular y diversa, con sus luces y sus sombras, y una estética propia que combina el gris y terracota de lo inacabado con el colorido del ‘engalle’ de sus fachadas.” (CARVAJALINO, 2019.) 4 Libro San Cristóbal Habla “FUCHA”: es una recopilación de la memoria sociocultural del territorio que comprende la localidad mediante la investigación de la historia de algunos barrios y que busca dinamizar la participación en el desarrollo cultural de San Cristóbal. Investigación de orden participativo, financiada por la Alcaldía Local de San Cristóbal en el año 2007. 5 Líchigo: Voz coloquial con la que se designan productos agrícolas como frutas o verduras.

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existió la posibilidad de ser un solo hogar, ellos y nosotros. La confianza afloró a tal punto que, cuando no podían cuidarme, mis padres me dejaban –junto con la olla del almuerzo– en casa de doña Marina, quien me tomaba bajo su custodia mientras yo hacía las tareas. Por todo lo anterior, no puedo sino recordarla como si fuera mi segunda abuela, pese a que ahora ya no viva en el barrio. (Se ha trasladado a vivir al municipio de la Mesa, Cundinamarca, porque el clima bogotano la indisponía, pero las pocas veces que ha regresado siempre la hemos recibido con los brazos abiertos, como a un miembro más de la familia, y en la actualidad ella simboliza para mí un ejemplo de lucha y perseverancia.) Ha podido verse cómo esa cultura popular a la que me refiero, a pesar de ser subvalorada, ha forjado la acuñación de un significado propio, afín al que la época contemporánea ha transportado a los escenarios o eventos masivos por medio de representaciones teatrales, piezas musicales, montajes coreográficos, textos literarios u obras plásticas. Una cultura que también ha inspirado la lucha social y organizativa que aboga por garantizar los derechos primordiales necesarios para que una sociedad fortalezca su identidad; muestra de ello es, cuando a partir de la década de los ochenta –en pleno auge del movimiento guerrillero M-19–, algunos habitantes de la localidad empiezan a reflexionar y cuestionarse acerca de la situación social, política y económica que atravesaba el país, gobernado entonces por Julio César Turbay. En décadas pasadas, durante el surgimiento de la época conocida como “La Violencia”, ya habían podido conocerse algunos rasgos germinales de esta posterior toma colectiva de conciencia. Apuntes sobre historia de la organización sociocultural en San Cristóbal

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a historia de organización sociocultural de la localidad me permite hermanar intereses propios con la experiencia compartida por asociaciones con amplia trayectoria local, pues parece ser que esa búsqueda de incidir en la política territorial viene dada por la herencia cultural que poseemos los habitantes de la zona

cuarta y, bajo la cual, actuamos en determinadas circunstancias. Una de las principales problemáticas que se han identificado en estas poblaciones es la dificultad de acceso a diferentes espacios artísticos y culturales ofertados en la localidad, varias de cuyas representaciones incluyen obras de teatro, conciertos musicales, festivales tradicionales, fiestas locales o exposiciones artísticas. Se ha constatado que existe una limitación en el número de personas que acceden a dichos espacios, tal y como lo enuncia –a propósito del proceso contractual para el desarrollo de la Escuela de Arte, Cultura y Patrimonio Local (EFARTE)– el informe de gestión y resultados del 2018 emitido por la Alcaldía Local de San Cristóbal: Logros y Dificultades:

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ntre los logros cabe resaltar que en la vigencia 2018 se vincularon a procesos de formación artística y cultural a 508 personas, lo que significa un cumplimiento del 84.6% de la meta para el cuatrienio. Por otro lado, la alta demanda de servicios culturales, específicamente la de formación, conlleva la cualificación de los procesos comunitarios. Si bien la EFARTE es un proceso institucional, en la medida que se desarrolla con recursos públicos y a través de un contrato entre el FDLSC y un privado, cabe resaltar la apropiación comunitaria, que lo ha transformado en un proceso sociocultural.

Más allá de la aparente positividad y eficacia que una cifra como 84.6% presume destacar, lo que el informe expone, en realidad, es un claro panorama de sectorización de la formación e incorporación a la plataforma artística y cultural ofrecida en la localidad para la generalidad de la ciudadanía, pues, dadas las condiciones demográficas del territorio, el hecho de que 508 personas hayan podido hacer parte de la escuela, en comparación con la población total de la localidad, es un indicio categórico del acceso tan limitado del que esta última adolece 6.

Entre otras faltas, la cobertura no logra llegar aún a las zonas más alejadas de la localidad, es decir, su foco de acción se limita a una región en particular denominada UPZ (o Unidad de Planeación Zonal) y es una situación como esta la que pone en riesgo el postulado (consignado, incluso, en el artículo 70 de la constitución de 1991) que instaura a la cultura, en sus diferentes manifestaciones y reconocimientos, como un derecho colectivo: “El Estado tiene el deber de promover y fomentar el acceso a la cultura de todos los colombianos en igualdad de oportunidades, por el medio de la educación permanente y la enseñanza científica, técnica, artística, y profesional en todas las etapas del proceso de creación de la identidad nacional”.

De igual manera, en el recorrido por la localidad me he encontrado con otras experiencias comunitarias significativas, que representan la reivindicación de las luchas comunes por la vida digna en el territorio suroriental. Estas organizaciones son depositarias de un legado comunitario importante a lo largo de la historia de la localidad, por cuanto son un referente histórico para el ejercicio popular que otros colectivos ciudadanos han tomado como eje transversal de su trabajo en la actualidad. Además, todas ellas hacen parte de un recorrido cultural muy amplio que se refleja en años de trabajo dedicados al arte, a la comunidad, a la organización y la resistencia social. No en vano en San Cristóbal se han gestado muchas de las manifestaciones artísticas –apoyadas directamente desde la alcaldía local– que cada año adquieren importancia por el enfoque comunitario que conllevan al integrar el modelo de la garantía ciudadana de los derechos culturales, así como por reproducir los ejercicios que las comunidades exigen para fortalecer la identidad territorial.

Con respecto de la idea de comunalidad 7 que adoptan los habitantes de los sectores aledaños y barrios circunvecinos, me he encontrado con significaciones y manifestaciones de toda índole (artísticas, sociales, ecológicas, ambientales, políticas, rurales, entre otras), gracias, sobre todo, a mi contacto con comunidades diversas y ciudadanos o habitantes organizados en colectivos de la sociedad civil que trabajan por el reconocimiento y resistencia del territorio aún rural, en pugna por no desaparecer. La noción de comunalidad la desarrolla Jaime Martínez Luna: “es trabajo y respeto entre quienes la viven” (LUNA, 2012, pág. 1). Así pues, para el autor, la estructura de comunalidad radica en varios eslabones entrelazados a fin de construir el territorio político que implica una dimensión común.

Dice Luna que “lo comunal hace de nuestra organización social un tejido de una mayor posibilidad armónica, no exenta de contradicciones, no libre de estratificaciones, pero más cerca del diálogo, del consenso, de la reflexión colectiva y de una toma de decisiones horizontal” (LUNA, 2010, pág. 82). En este caso, encontramos dos organizaciones socioculturales que han marcado una huella histórica en el territorio de la zona cuarta.

“Para analizar la situación de la población con respecto a la participación se seleccionaron, de los indicadores propuestos, los que tienen una mayor relación con participación social en las políticas nacionales y decisiones locales de interés general. Similar a las demás localidades de la Subred, San Cristóbal presenta un desempeño deficiente con un 17%, preocupante teniendo en cuenta que alberga gran cantidad de la población de inmigrantes que padecen graves problemas socioeconómicos y de exigibilidad de derechos, y por lo mismo la necesidad de organizarse; a pesar de ello estas poblaciones han enriquecido la diversidad étnica y cultural de la capital. Debido a ello, inquieta también su insuficiente desempeño en el ámbito cultural con apenas un 28% considerando que los indicadores elegidos dan cuenta de la cultura como una serie de interrelaciones que favorecen expresiones subjetivas y comunitarias. (Alcaldía Local de San Cristóbal, vigencia 2016-2017, pág. 13) 7 Comunalidad: Neologismo que puede interpretarse como una combinación de los términos comunal y comunidad, es decir, el entrelazamiento semiótico entre el sentido de pertenencia colectiva y la sociedad o grupo donde se vive. 6

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Una de ellas es PEPASO, Fundación Programa de Educación para adultos del Suroriente, que nació entre un grupo de estudiantes de colegios de la zona alta de la localidad motivados a reducir el alto índice de analfabetismo en la misma. Desde finales de los años sesenta, ellos se encargaron, de forma voluntaria y con apoyo de la Coordinadora Distrital de Educación Popular, de las labores de alfabetización para adultos. Según Contreras: “La propuesta pedagógica para la educación popular de este sector se desarrolló en torno a los CEDAS (Centros de Educación para Adultos), promovidos por la campaña del gobierno nacional denominada CAMINA, que pretendía articular propuestas de educación con metodologías que se sustentaban en el ‘aprender – haciendo’, es decir, la reflexión conceptual en relación directa con las vivencias y experiencias de los estudiantes adultos” (2004, pág. 73). En Juan Rey, por ejemplo, según el gráfico de estadística histórica que aparece en la página de la fundación, durante el periodo de 1981 a 1984 el programa logró alfabetizar a mil personas. La segunda agrupación es AVESOL, Asociación de Vecinos Solidarios, que surge en el año 1965, “cuando la comunidad religiosa de las hermanas de la Asunción se instala en la localidad para iniciar un trabajo de apoyo a la gestión de problemáticas sociales, a través de sus conocimientos en teología de la liberación” (Ibidem, pág. 86). En efecto, se encontraban convencidas de que la organización vecinal ayudaría a mitigar los efectos de múltiples conflictos sociales. Como puede verse con los ejemplos anteriores, ambas congregaciones son muestra de experiencias vitales que han inspirado a la nueva generación de organizaciones socioculturales. Actualmente, se emprende una apuesta política –dentro de la cual me incluyo– para lograr el alcance que el arte merece en este territorio profundamente arraigado a su cultura.

Ramírez, animador cultural desde hace más de 30 años y miembro del equipo de investigación local de la reconstrucción histórica del territorio “Fucha” (zona donde se encuentra la cuenca del río homónimo, conocido antiguamente como río San Cristóbal), cuenta que: (…) la importancia de este río, además de ancestral, tiene que ver con la historia de la colonia, la república y la del desarrollo de la ciudad. De esta cuenca, que en su parte alta se llama Río San Cristóbal y a partir de la Avenida Caracas Río Fucha, por una de las quintas de Antonio Nariño, se construyó el primer acueducto que tuvo la ciudad como lo es el de Vitelma. El trayecto de río corresponde a 21.7 kilómetros y su nacimiento se da en la estrella fluvial del páramo Cruz Verde, en donde inicia su recorrido hasta entrar a la ciudad por la Localidad Cuarta de San Cristóbal. Es el río más importante de la ciudad, porque es el que tiene que ver con mayor número de localidades (once), se convierte en el corazón hídrico de Bogotá y uno de los que en mayor riesgo tiene su estructura ecológica principal. (Tomado de San Cristóbal Habla “FUCHA”) Mi lugar de enunciación

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n el 2013, yo acababa de terminar el colegio y estaba en plena construcción de mis horizontes profesionales. Luego de haber practicado teatro durante dos años, descubrí una luz guardada dentro de mi corazón que me trazaba un camino hacia el acometer creativo. Un día, la contemplación que hice del primer mural realizado en Juan Rey me llevó a escudriñar las redes sociales con el fin de conocer la movida plástica y visual de la localidad. Supe entonces que los realizadores del mural BUENOS DÍAS VECINO, que me despertaba tanta curiosidad por su mensaje (al cambiar la cara y la cotidianidad de la gente del barrio), eran jóvenes –como yo– que habían decidido organizarse en un gremio llamado Colectivo Arto Arte 8 en búsqueda de entablar diálogos barriales a partir de sus

Para terminar, vale la pena mencionar parte de la historia oral recopilada en el libro San Cristóbal habla Fucha, compuesta por los testimonios primarios contados a viva voz por algunos de los líderes y lideresas de los barrios más importantes de la localidad. El gestor Jorge 12

pinturas a gran escala. Por ese tiempo, había un concurso para proponer bocetos que serían realizados en el marco del proyecto CUADRAS ARMÓNICAS 9 , en el barrio San Rafael, así que, sin pensarlo dos veces, decidí presentarme con un bosquejo donde aparecían: el horizonte marcado por las montañas de los cerros orientales –tengo gran familiaridad con ellas, pues crecí viéndolas todos los días– y un ave endémica del territorio posada sobre una rosa de los vientos. Finalmente pasé el concurso y pude elaborar mi primer mural, triunfo no solo material sino, máxime, espiritual: con gran añoranza recuerdo cómo el Colectivo Arto Arte involucraba a los habitantes del barrio en la realización de sus murales por medio de ollas comunitarias, la sociabilización oral de varios saberes, cine-foros y la exhibición de publicaciones históricas en la localidad. Fue, igualmente, un acontecimiento especial para rememorar que el andar por el barrio en búsqueda de amigos para jugar yermis, carreras o congelados era parte de nuestro desarrollo social como habitantes de este sector de la ciudad. Y, por encima de todo, aquella experiencia conjunta se convirtió en el detonante mayor de mi idea de estudiar artes plásticas y visuales, pues, desde su principio, me entregué a la tarea de comprender y reconocer la construcción de pensamiento en las culturas del sur de Bogotá, la capacidad de incidencia social que puede lograr la pedagogía artística y la importancia política del desarrollo de ciudadanías activas y miradas críticas desde epistemologías barriales.

Colectivo Arto Arte: Colectivo que nace en 2009, a partir del interés de un grupo de jóvenes del barrio San Rafael de la localidad de San Cristóbal por vincular a la comunidad con la elaboración de murales a gran escala, como excusa para vincular otras formas de ver y sentir el espacio público. Tomado del blog: http://colectivoartoarte.blogspot.com/ 9 Proyecto Cuadras Armónicas: Proyecto que ejecutó el colectivo Arto Arte, que inició en el año 2014 y terminó en el año 2015, con la búsqueda de erigir el primer barrio mural de la localidad. Con ayuda de varios artistas emergentes se realizaron actividades colectivas para levantar varios murales que representan a la comunidad. Tomado del blog: http://colectivoartoarte.blogspot.com/ 8

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Memoria Histórica Colectiva en voz de mujeres

, actividades festivas y patrimoniales, etc.), que, en muchos de los casos, limitan el disfrute de espacios donde las mujeres puedan dialogar en torno a sí mismas, sus historias de vida y su cotidianidad debido a las adversas condiciones de transporte, esfuerzo físico y distancia. Por lo anterior, la apuesta de la tertulia Surcos en la Piel ha sido generar nuevas experiencias alrededor de epistemias que nos hagan plurales como sociedad, es decir, los diálogos de saberes, las costumbres, oficios, gastronomía, la fiesta y la experiencia de vida a través de la escritura. Desde la acción de compartir experiencias, historias y miradas se hace, pues, muy interesante conocer la localidad y su territorio según distintas voces, diferentes edades, diversos conocimientos y múltiples sentires.

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racias al abordamiento de la memoria histórica colectiva a partir de los pensamientos e indagaciones de un grupo focal de mujeres barriales (incluida yo) que durante dos años hemos sido partícipes, con la excusa de intercambiar la palabra, de un proceso comunitario en el que nos hemos reunido y compartido nuestras experiencias, se ha hecho manifiesta una noción viva de lo que se perseguía en los encuentros y talleres por medio de la recuperación de las memorias personales. Al respecto, una imagen poética, mejor que ninguna otra, describe con sutileza la verbalización femenina: “...Y la lengua de las mujeres, con líneas melódicas que se entrecruzan, variaciones rítmicas, con un aliento constante que atenúa los contrastes, en el que las vocales se deslizan suavemente entre las consonantes rudas y se remansan en las consonantes suaves y melodiosas.” (Buenaventura, 2002, pág. 21)

Imagen 1: En el taller de pintura. Salón Comunal Barrio Juan Rey primer sector. Foto por: Daniela Luna

En el espacio de encuentro se ha suscitado una forma de plantear experiencias propias por medio de microhistorias personales que involucran contextos sociales amplios con objeto de aproximarse a la comprensión de cómo una situación específica hace parte y está atravesada por situaciones exteriores que permean, limitan o definen las individualidades. Primero que todo, cada mujer se acerca al espacio con sus particularidades y formas de concebir y actuar en el mundo; después, a lo largo de las conversaciones correspondientes a los días de encuentro y, a la par que la palabra oral adquiere un valor netamente significativo, se toma conciencia de su papel en el barrio, en la ciudad y en la sociedad en general. En cada momento se practican lecturas profundas de vida, pues, tal como enuncia Elizabeth Jelin: “abordar la memoria involucra referirse a recuerdos y olvidos, narrativas y actos, silencios y gestos. Hay en juego saberes, pero también hay emociones. Y hay también huecos y fracturas” (JELIN). La memoria se introduce en la historia de formas muy flexibles, ya que opera desde la organicidad en la composición de relatos reales que, al dar cabida a la concepción de tejido vecinal, configuran ciertas nociones sobre temas de la vida cultural. La palabra oral recupera valores implícitos en las formas de organizar la vida alrededor del hogar, el territorio y el cuidado de estos. Finalmente, la participación femenina y el

Algunas mujeres que se encuentran en dicho espacio y que están en el tránsito de la adultez hacia el envejecimiento son amas de casa, cabezas de familia, empleadas sin remuneración (entre otras ocupaciones típicamente relegadas al rol de la mujer) y se encuentran en circunstancias desiguales en distintos ámbitos de su vida. Cuando empecé a hablar y a relacionarme con un grupo focal de todas ellas, me di cuenta de que algunas no saben leer y otras no saben escribir, privaciones ambas que las ponen en situaciones de seria desventaja y sumisión frente a los demás roles de la familia. Según el perfil económico de la localidad realizado por la Cámara de Comercio de Bogotá, en el año 2007 el porcentaje de analfabetismo alcanzó el 4,9%. Así pues, la necesidad de hallar un espacio de diálogo y ser escuchadas se hizo cada vez más indispensable. Surcos en la Piel, a través de su experiencia en este sector de la ciudad, ha posibilitado algunos encuentros a lo largo de 2 años. En ellos se han generado discusiones sobre las dificultades del acceso a la cultura (literatura, bibliotecas, actividades festivas y patrimoniales,

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valor simbólico dado a la tierra alumbran la significación del territorio en el que las mujeres han tenido plena participación.

al espacio barrial dando cuerpo a una forma particular de hacer la historia conocida como tradición oral” (SAN CRISTÓBAL HABLA FUCHA, Proyecto del FDL, 2007).

Ahora bien, se debe hablar de una visión conjunta de la memoria sociocultural del territorio de San Cristóbal porque ella atañe a una historia escrita –que, desde luego, será abordada en este documento– mediante la lucha social y la resistencia comunitaria: “la historia es determinada por fuerzas naturales y humanas que confluyen en un tiempo y espacio determinado, desde lo individual a lo colectivo y viceversa” (JELIN, 2002). Es más, aún hace falta incluir una diversidad de voces que también participaron en la composición de esta historia y cuya realidad concreta es un sustrato para entender el sentido de comunalidad bajo el cual se desarrolló esta localidad, pero que no se han considerado importantes en los anales de esta última. No obstante, se trata de una reivindicación que ha de efectuarse a corto plazo. “Así, entendemos el concepto de reconstrucción, como la reproducción del pasado a través de testimonios organizados en secuencias narradas por sus protagonistas, que le confieren valor

A través de mi participación en el espacio anterior y de mi experiencia en liderazgo comunitario, he sido consciente –conforme a un ejercicio práctico que ha trascendido a lo teórico y ha hecho parte de mi búsqueda profesional como artista y habitante activa de esta localidad– del ejercicio político que se ha gestado a partir de las posturas demostradas por cada mujer. Durante dicha experiencia se ha trazado un itinerario, a modo de guía, donde se explora un camino que permite a las mujeres asumir contextos propios para entender sus realidades. Este no pretende encaminarlas hacia un lenguaje ideal, sino, más bien, busca potenciar aquellas formas de expresión no hegemónicas, nacidas de la cultura y alusivas a “...los contenidos, o sea, a la cuestión de qué se recuerda y qué se olvida. Vivencias personales directas, con todas las mediaciones y mecanismos de los lazos sociales, de lo manifiesto y lo latente o invisible, de lo consciente y lo inconsciente. Y también 16

saberes, creencias, patrones de comportamiento, sentimientos y emociones que son transmitidos y recibidos en la interacción social, en los procesos de socialización, en las prácticas culturales de un grupo.” (Jelin, 2002).

la ética del cuidado, que permea no solo espacios íntimos, sino también espacios políticos al ser ellas madres, abuelas, hijas y nietas de aquellos que protagonizaron y contaron la historia oficial del barrio, localidad, zona o ciudad.

Aquello que encarna el recuerdo en el cuerpo humano se ve así acotado por un ejercicio de autopoiesis 10, que constituye la creación de la vida misma basada, primeramente, en la ciencia de la existencia para, luego, superponer a ella la experiencia. En definitiva, la voz de estas mujeres es acción; abarca la base sólida que conformaron para erigir la sociedad a partir de

Este proyecto propicia la posibilidad de encontrar nuevas visiones de historia local, remembranzas creadoras de nociones de un territorio que, a pesar de estar en la periferia, guarda profundas raíces rurales, evidentes al momento de plasmar en lienzos, en telas o en palabras al viento lo que tienen ellas por contar. A su vez, emergen estéticas cotidianas originarias del coser, bordar,

Autopoiesis: Es la teoría desarrollada por el científico chileno Humberto Maturana. Trata de crearse a uno mismo, pues se centra en un término que acuñó combinando dos palabras del griego: "auto" (a sí mismo) y "poiesis" (creación). "Los seres vivos somos sistemas autopoiéticos moleculares, o sea, sistemas moleculares que nos producimos a nosotros mismos, y la realización de esa producción de sí mismo como sistemas moleculares constituye el vivir", afirma el biólogo. 10

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cocinar, tejer, hablar o conversar, oficios todos milenarios históricamente adjudicados, como consecuencia social de nuestro sexo femenino, al rol único y diferencial de las mujeres. Se trata de actos que a simple vista hacen parte de una necesidad estructural asumida con resignación por algunas mujeres, en especial, las generaciones más viejas, representadas por madres y abuelas cabezas de hogar cuyas edades oscilan actualmente entre los 50 y 80 años.

Por ejemplo, al reconocer en ellas a mi abuela me identifico a mí misma y surge “de ahí la necesidad de comprender los distintos despliegues de estética como ingrediente básico de todo intercambio social, pues cada ser humano se vincula a sus semejantes desde su condición sensible” (Ibídem, 2006, pág. 5). El escritor uruguayo Eduardo Galeano lo ha plasmado de una manera que armoniza la etimología del término en cuestión junto con la actividad intersubjetiva creadora por excelencia, la escritura:

Bajo la perspectiva de Adolfo Sánchez, que dice que “la estética es la ciencia de un modo específico de apropiación de la realidad, vinculado con otros modos de apropiación humana del mundo y con las condiciones históricas, sociales y culturales en que se da” (ESCOBAR, 2016, pág. 57), se hace más fácil asimilar cómo, dentro de nuestros coloquios, las reflexiones propias acerca de estos roles sociales concluyen que, aparte de la resignación ya mencionada, también hay un poderoso sentimiento de dignidad inherente a todas las mujeres que ejercen dichos deberes o actividades. Como puede verse, el contraste entre herramientas literarias y la experiencia fáctica de narrar en cuerpo y mente propios ayuda a aprehender el entorno. Mandoki asevera que para entenderlo se debe hacer alusión al estudio

¿Para qué escribe uno?, ¿sino es para juntar sus pedazos? Desde que entramos en la escuela o en la iglesia la educación nos descuartiza, nos enseña a divorciar el alma del cuerpo y la razón del corazón. Sabios éticos son los pescadores colombianos. Que inventaron la palabra sentipensante. Para definir al lenguaje que dice la verdad. (Galeano, …)

En resumidas cuentas, de esta escucha atenta a las historias de mi abuela floreció la propuesta Surcos en la Piel, cuyo fin capital es favorecer un espacio de encuentro en donde tanto ella como todas las demás mujeres partícipes puedan conversar, escuchar (y, a la vez, ser escuchadas) e intervenir a través de sus múltiples miradas en torno a temas comunes. Este espacio ha sido la excusa para articular ideas, percepciones e historias que muchas veces no solo se guardan en casa, sino –lo que es peor– se ocultan.

de la condición de estética, que es “la sensibilidad o condición de abertura, permeabilidad o porosidad del sujeto al contexto en que está inmerso” (MANDOKI, 2008, pág. 4) Entonces, escucharnos entre mujeres implica

Como complemento de las actividades anteriores, también se han añadido elementos de la Investigación-Acción Participativa12 (o IAP) para mujeres en su diversidad, quienes, con apoyo del equipo de trabajo colectivo (Colectivo Entrelazadas y Tertulia Literaria Surcos en la Piel), han podido incorporarse a los espacios de aprendizaje propuestos como principales protagonistas del proceso comunitario. Actualmente hay dos lugares que sirven de laboratorios de experimentación artística con un énfasis en los saberes del dibujo, pintura, bordado y tejido en sus múltiples dimensiones. Tanto en uno como en el otro, el equipo de trabajo procura que cada actividad cuente con un tema transversal, que ponga en sintonía todas las etapas de la primera. Las ópticas bajo las cuales suele abordarse tal tema suelen ser: el género y el cuestionamiento de sus roles en la sociedad, la feminidad, el rescate de las nociones de mujer, la autopercepción y los derechos de las mujeres, la política pública, el amor propio, las labores del cuidado, etc.

fuera de su cotidianidad. Este grupo focal de mujeres, en su mayoría adultas y adultas mayores, se enfrenta a diario con una vocación de cuidado. Tal como lo enuncia María Victoria Builes (2003), ellas asocian el cuidado con estar presentes, proteger, velar, apoyar a través de instrumentos como la palabra, el ejemplo, el cuerpo, entre otros. Como parte de nuestro eje transversal durante el primer y segundo ciclo del espacio de encuentro y, mediante ejercicios de reflexión a partir de la lectura y la escritura, ellas empiezan a analizar esta vocación. En muchos casos, incluso, cuestionan lo que la sociedad ha exigido o impuesto a las mujeres de su misma generación, ya que, a ojo de la misma, nunca fueron aptas para estudiar o realizar algún oficio que involucrase su capacidad intelectual o su habilidad de creación autónoma. Anteriormente he mencionado que mi abuela y muchas de las integrantes de nuestra tertulia enfrentaron contextos de inmensa desigualdad. Por encima de todo, la falta de acceso a la educación fue su obstinado verdugo y llenó sus vidas de miedo, por ejemplo, miedo de contar por qué y cómo llegaron al barrio Juan Rey. Este lugar, en su concepción más amplia, se ha convertido en detonante de sus palabras cada vez que ellas, al leer un texto relacionado con la resignificación del territorio como una columna vertebral femenina, aluden inmediatamente a las remembranzas y costumbres que sus familias trajeron del campo a la ciudad.

Para el espacio conformado por y para mujeres que cuentan con el apoyo de la CASA DE IGUALDAD PARA LAS MUJERES de San Cristóbal 13 y los salones comunales del barrio Juan Rey, se ha creado una metodología, sensible a las necesidades de las mujeres participantes, que, a su vez, funciona como ritual transformador, trasladando sus cuerpos a una dimensión que las ubica en un lugar

El concepto sentipensante nace de aquellas sabias palabras dirigidas por los pescadores en San Benito Abad (Sucre) al sociólogo Orlando Fals Borda: “Nosotros actuamos con el corazón, pero también empleamos la cabeza, y cuando combinamos las dos cosas así, somos sentipensantes”. Un concepto que ha inspirado a periodistas y poetas; tal fue el caso de Eduardo Galeano, quien le definió como “aquel lenguaje que dice la verdad”. En el campo educativo, significa “aprender a sentir y pensar al otro” (Espinosa, 2014), ser sujetos de praxis (Ghiso, 2013). Tomado de: https://grupogeard. com/co/blog/concursos-docentes/educacion-sentipensante-escuela/

Investigación-Acción Participativa (IAP): Método de investigación y aprendizaje colectivo de la realidad desarrollado por el sociólogo colombiano Orlando Fals Borda. Se basa en un análisis crítico con la participación de los grupos implicados, orientado a estimular la práctica transformadora y el cambio social. 13 Las Casas de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres (CIOM) de la Secretaría Distrital de la Mujer son un modelo de atención que promueve el empoderamiento de los derechos de las mujeres y, a su vez, son el mecanismo privilegiado de la territorialización de la Política Pública de Mujeres y Equidad de Género para garantizar, acompañar y prestar servicios para las mujeres diversas que habitan en Bogotá. Tomado de: Página web Secretaría Distrital de la Mujer de Bogotá.

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Igualmente, el barrio Juan Rey ha sido mi lugar de tránsito común durante la mayor parte de mi vida, circunstancia que me ha hecho discurrir sobre las múltiples miradas acerca de su construcción e historia, así como de los actores que las han constituido y narrado. Algún día entendí el espacio común o público como un lugar de interacción no solo social sino también política, lo que me llevó a inferir que los anteriores son todos eslabones que intervienen de forma directa en la concepción de un espacio comunitario y una noción de comunidad. Y, puesto que mi espacio familiar significó el verdadero origen de mi interacción con una población que, pese a su relegación al espacio doméstico, es capaz de sostener las columnas de la sociedad, empecé a reconocer que las voces de las mujeres adultas y adultas mayores merecían ser escuchadas. Semejante a otras mujeres de su generación en cuanto a contexto sociocultural, nivel educativo y formación familiar, ¡mi abuela era quien encarnaba esa memoria en busca de ser narrada!

integrantes de nuestra tertulia, he podido ser consciente, con mayor lucidez, de la necesidad de reconocer sus saberes e ideas de construir una sociedad a partir de la familia. Así que la presente investigación se enmarca en la siguiente pregunta: ¿cómo pueden manifestarse las memorias y recuerdos de estas mujeres? Este texto está escrito a varias manos y pensamientos, es decir, participan testimonios y experiencias que confluyen en las relaciones sociales fundadas desde la periferia ciudadana y que, juntos, elaboran una construcción de sentido. A partir del año 2019, el equipo de trabajo, que, para entonces, ya consistía en cuatro mujeres (dentro de las cuales me incluyo), emprendió el ejercicio de escritura y sistematización de las experiencias vividas en juntanza 14. En compañía de la estudiante de Licenciatura en artística Nathaly Prieto, quien se incorporó desde el principio a la creación metodológica que trae el encuentro con las mujeres y, además, ha sido una enorme entusiasta del proyecto, escribimos el texto con que concluye este primer capítulo (nótese que se hace indispensable constatar “el sentir-hecho-palabras”):

Por supuesto que las demás mujeres de la localidad cuarta (San Cristóbal) también tejen historia con cada palabra, voz, consejo, movimiento y puntada. Cada una se encuentra dedicada a su labor de vida: ser cabeza, raíz, vértebra, ‘polo a tierra’, ancla y soporte de su familia, barrio y todo el contexto que las rodea. La historia sin las mujeres no es historia; no obstante, hasta hace muy poco, a ellas se les asignaron ciertos roles por su condición de género y tuvieron que esconder sus ideas durante muchos años. Gracias a mi experiencia de compartir la palabra con las

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Es el cuerpo la evidencia primera de la historia, así nos llamamos, historia viva, móvil, danzante; son nuestras manos las testigos fieles de un contexto labrado, al que asistimos desde el primer aliento y que,

a su vez, ha sido nombrado carente de voz, de existencia. Serán niña, hija, hermana, amiga, compañera, madre, trabajadora, ciudadana quienes nos cuenten sus vidas pasadas y a quienes por mucho tiempo se les hizo creer que la vida les era ajena, que el entramado social se construía en silencio y quienes llevaban las riendas eran solo unos pocos, en su mayoría dueños de voces masculinas. En el proceso transitado, los sentires, recuerdos, miedos, sueños e ilusiones han brotado desde las pieles de las mujeres que asisten al espacio construido desde la literatura y las artes plásticas como medio generador de reflexiones. Aquí el cuerpo ha dado cuenta de la memoria; esta se ha presentado ante nosotras por medio de la piel, del llanto, de la palabra, los suspiros y las voces entrecortadas, dando lugar a la oportunidad de encontrarnos. Encuentros físicos que dan cabida al contacto real como canal de comunicación y, como se ha mencionado, tomamos los lenguajes artísticos que han devenido en una conjunción directa de experiencias, reunidas todas primeramente desde una individualidad corpórea para reconocerse luego desde la colectividad; pensándose primero como pequeñas puntadas y, en la medida en que avanzamos, como una trama y tejido. Las palabras son ahora escritas, apenas es la continuación de un arduo y poderoso

Juntanza: Palabra utilizada coloquialmente para expresar la necesidad de reunión o de encuentro.

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poderoso proceso pedagógico: “la pedagogía se entiende como metodología imprescindible dentro de y para las luchas sociales, políticas, ontológicas y epistémicas de liberación” (WALSH, 2010: pág. 29). “Escenarios pedagógicos donde los participantes ejercen sus pedagogías de aprendizaje, desaprendizaje, reaprendizaje, reflexión y acción” (WALSH, 2010: pág. 29). Aquellos elementos que desarrolla Paulo Freire están situados en nuestra práctica experiencial, a partir de los intertextos manifestados en las asociaciones plásticas que las mujeres hacen luego de cada ejercicio lector, apuntando a descubrir que también nosotras somos la historia, que nuestro cuerpo es el sostén del tejido humano, que nuestras espaldas llevan familias y comunidades enteras.

susurros primeros, los secretos que curan, pero también los dolores potentes que buscan ser aliviados. Una transformación necesaria que busca transmutar las heridas, llamarlas por su nombre, reconocerlas como propias para, luego, despacio y con toda dulzura, remendarlas, germinar y enmendar la historia; hacerla propia dibujándonos, pensándonos cada una como partícula necesaria y vital en esta labor que proponemos desde la memoria. Develar los recuerdos y besarlos, contemplarlos con una aguja enhebrada mientras les damos la vuelta y los reconocemos, los hacemos propios mientras intercambiamos los hilos con otros cuerpos, con otros cantos, con otras voces, construyendo una memoria colorida con una infinidad de colores en la comunión de recuerdos. Somos esto, nada más, cuerpo que se deviene en sentir, piel que transpira historia; somos memoria, aliento y tacto que moldea la existencia.

Nuestros pies han recorrido el camino, rozando en su andar el peso de eternas mujeres anteriores a nosotras mismas. En nuestro pecho guardamos infinidad de mundos personales que se expanden en la infinitud del universo, atesorando así los

Por eso apuntamos a que el sitio de encuentro sea itinerante, lo que posibilita que el espacio se acerque a la comunidad y no que la 22

comunidad se vea limitada a buscar lugares culturales específicos. Ya que la cultura es en sí misma dinámica y no se rige por espacios estáticos o institucionales, un sitio itinerante que se acerque a la comunidad permite nuevos espacios de diálogo en donde distintas voces y experiencias se tomen la palabra. En la práctica vivencial surgen un sinfín de elementos que posibilitan la apertura al diálogo, y suscitan reflexiones inmediatas basadas en contextos socio – culturales arraigados, es por eso que este camino enuncia el encuentro del valor simbólico de la cotidianidad, así como elementos clave para identificar estéticas propias de la vida cotidiana en el quehacer de las mujeres. 23


2 -

Capítulo

Estéticas para reflexionar sobre el cuidado (epistemologías propias)

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A

lo largo del contacto con el trabajo comunitario desde distintas experiencias que aportan perspectivas propias de las relaciones en comunidad más allá de la noción de familia unidimensional (es decir, cuando se realiza un ejercicio de encuentro entre personas que no tienen vínculo sanguíneo), se empieza a tejer un gran rizoma que expande la noción de familia, pues permite establecer otros vínculos emocionales entre personas que antes no se conocían. Esta reflexión se da mientras transcurren los encuentros entre mujeres, porque somos mujeres que encuentran un refugio en estos espacios. Nos dedicamos un tiempo para confrontarnos ante otras y darnos cuenta de que compartimos más de lo que creemos. Además, se ponen de manifiesto otra suerte de nociones que antes no eran conscientes, que procuran aparecer haladas con hilos muy delgados, precisamente porque son vistas y analizadas desde fuera. Así fue como empezamos a problematizar la noción del cuidado como práctica individual proyectada en lo colectivo. Cristina Carrasco ha preguntado si el cuidado es solo cuestión de mujeres, acotando que este ha sido imprescindible a lo largo de la historia para la reproducción y el

sostenimiento de la vida. La autora en mención “cree conveniente comenzar esta reflexión recordando algo que, aunque de sentido común, habitualmente tiende a olvidarse: las necesidades humanas son de bienes y servicios, pero también de afectos y relaciones. Necesitamos alimentarnos y vestirnos, protegernos del frío y de las enfermedades, estudiar y educarnos, pero también necesitamos cariños y cuidados, aprender a establecer relaciones y vivir en comunidad” (CARRASCO, 2003. pág. 6). Y esta labor fue asumida por muchas de las mujeres de generaciones anteriores que hoy en día tienen edades que oscilan entre 50 y 80 años. Son mujeres que han entregado sus propias vidas para el sostenimiento de sus hijos, nietos (y familia en general) mediante múltiples actividades que constituyen la integralidad del desarrollo humano. Tal como lo menciona la autora, no se trata simplemente de cubrir las necesidades básicas, sino que, más allá, se trata de ocupar todas las dimensiones sociales. El cuidado ocupa una dimensión económica, que en su etimología es un préstamo (s. XVII) del latín oeconomia y este del griego oikonomía, ‘dirección o administración de una casa’, derivado de 26

oikonomós, ‘administrador’, ‘intendente’, formado de oîkos ‘casa’ y nomós ‘reglas, leyes’, ‘administración’. Inicialmente se refería a la buena administración de la casa, posteriormente se generalizó a cualquier tipo de administración. Así se comprende cómo las labores del cuidado también implican la administración del hogar. Además, hay una dimensión política, que es al arte de vivir en sociedad, el arte social. Puesto que no hay ninguna actividad humana que no sea política, tales acciones como dar vida, reconocerla y cuidar de ella son enteramente políticas.

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Somos esto, nada más, cuerpo que se deviene en sentir, piel que transpira historia; somos memoria, aliento y tacto que modela la existencia. Nathaly Prieto, tallerista e integrante del colectivo 2019

Contexto familiar

También cuenta mi madre que fue por decisión propia que llegó a Bogotá a sus dieciséis años, pues la necesidad de conseguir el sustento diario era más imperiosa que terminar la educación formal. Arribar a una ciudad tan grande – comparada con su natal pueblo– en búsqueda de trabajo en lo único que sabía hacer (menesteres domésticos: lavar, planchar, cocinar y cuidar niños) no era tarea fácil, pero fue justamente así como obtuvo sus primeros empleos en casas de familia como empleada interna. Llegó incluso a viajar a la ciudad de Barranquilla, donde estuvo trabajando en una casa en la que no permaneció mucho tiempo (apenas seis meses) para, luego, regresar a laborar a Bogotá en el hogar donde ha estado albergada por cerca de treinta y cinco años.

H

ace algún tiempo, motivada por los dos espejos humanos que tengo en mi familia, mi madre y mi abuela, empecé a dedicar parte de mi vida a observar mi situación en el mundo como mujer. Las dos han sido auxiliares del hogar y amas de casa, oficios que aún ejercen y que han asumido como su trabajo; es decir que, a lo largo de sus vidas, han podido sostenerse económicamente a sí mismas y a sus familias con su ejercicio doméstico. Sin embargo, desde el inicio no tuvieron seguridad social ni condiciones que garantizaran una actividad laboral digna. Mi madre cuenta, por ejemplo, que, debido a la precariedad económica por la que pasaba su familia en sus años mozos, no pudo terminar sus estudios secundarios formales (cursó solo hasta grado sexto). Los gastos que requería el hecho de estudiar en la escuela normal del municipio de Oiba, en el departamento de Santander, eran difíciles de costear para una familia campesina y pobre que había de criar a seis hijos a punta de labores del campo y que vivía en una vereda, a las afueras del pueblo, en una finca propia que producía yuca, plátano y café.

Inspirada por aquellas historias de vida y, gracias a la creación del espacio colectivo Surcos en la Piel, siento que de una u otra forma he buscado transformar desde dentro esas visiones de mujer que les fueron inculcadas, en estos casos, a las generaciones representadas por mi abuela y mi madre y que no han sino desembocado en un sentimiento de odio y negación al papel histórico 28

de cuidado que nos ha correspondido como mujeres. Siempre me he cuestionado si esas labores que ellas emprendieron fueron elegidas o, por el contrario, les fueron asignadas por su rol de mujeres en la sociedad; si de alguna manera el contexto sociocultural y otros múltiples factores que trazaron estas realidades construidas influyeron en esa ‘decisión’. Por tanto, se hace necesario indicar cuáles han sido las referencias de análisis sobre las distintas ideas de ser mujer. Estas, naturalmente, han cambiado a lo largo de los siglos y se han insertado en los múltiples movimientos tanto pacíficos, como revolucionarios que han existido. Es necesario enunciar “el ser mujer como una construcción social procedente del sistema sexogénero imperante en las sociedades antiguas y modernas que abrieron paso a la lucha global por la igualdad de género” (ZABALA, 2019). “Así, mediante el proceso de constitución del género, la sociedad fabrica las ideas de lo que deben ser los hombres y las mujeres” (LAMAS, 2000, p.2). De acuerdo con las anteriores definiciones, resulta, pues, más sencillo intentar explicar por qué a mi madre y a mi abuela les correspondió

dedicarse a las labores domésticas: los contextos sociales en los cuales se criaron operaron bajo ideales del “ser mujer” y el “ser hombre”. No por azar, en el núcleo familiar de mi abuela, solo los hijos hombres (o “machos”) pudieron acceder a otro tipo de formación, como la militar –pues para sus padres era una prioridad que ellos estudiasen–, mientras que las hijas (o “hembras”) debían quedarse ayudando a sus madres a tejer y, después, vender la palma real. En este sentido, ha de recordarse que, durante mucho tiempo, los oficios manuales han dado sustento económico y patrimonial a municipios como el Guamo (Tolima), población a la que pertenece la vereda donde se crio mi abuela. A modo de síntesis, ella cuenta que, junto con sus hermanos y hermanas, pasaba días y noches enteras tejiendo en trenzas la palma en pos de ir a venderla al pueblo los fines de semana; no solo tenían que hacer dicha tarea a oscuras, sino que su madre no les permitía ir a dormir si no terminaban todas las trenzas estipuladas. En 2019, el Canal Tr3ce, que hace parte de la televisión pública de Colombia, desarrolló dos documentales cortos sobre la trascendencia que 29


parentesco requieren una división de los sexos. La fase edípica divide los sexos.”

ha adquirido el oficio artesanal de trenzar la palma a lo largo de muchos años. En ellos se expuso la historia personal de dos mujeres que heredaron este oficio y añoran transmitirlo, ahora, a las nuevas generaciones.

parentesco requieren una división de los sexos. La fase edípica divide los sexos.” (1996: 78). Con otras palabras, la típica división de roles dada por la condición de género no es gratuita y, además, la familia, como institución social, replica este modelo cultural de asignación de cualidades o características del “deber ser”, donde las mujeres terminan normalmente oprimidas.

Ahora bien, mientras sus hermanos hombres terminaban los estudios de secundaria, a ellas, las mujeres, solamente se les permitía realizar dos años de escuela: los estrictamente necesarios para aprender las vocales y consonantes requeridas para escribir sus nombres. En realidad, las labores comunes para ellas eran cocinar, mantener la casa del campo, depositar y transportar agua del río más cercano en múcuras –porque no había redes de acueducto– y hacer “mandados” a veredas cercanas o al pueblo. Las circunstancias socioeconómicas también fueron un factor determinante de estas desiguales condiciones de vida. Hacia el año en que nació mi abuela (1948), una de las mayores de sus hermanos, se recrudeció el conflicto del periodo histórico de Colombia denominado La Violencia; muchas zonas campesinas del país terminaron afectadas, como aquellas correspondientes al territorio del departamento del Tolima. Los padres de mi abuela fueron adeptos al Partido Conservador Colombiano, movimiento que, por entonces, hacía pintar los dedos de azul a sus militantes para demostrar que habían votado, en tiempo de elecciones, por sus representantes políticos. Mi abuela cuenta que corrían muchos rumores sobre formas inusuales y vomitivas de exterminar a personas que pertenecieran al partido contrario: una de ellas era ensartar con un machete a los niños y exhibirlos como un trofeo. Aunque, por fortuna, mi abuela no tuvo que padecer directamente los estragos de esta violencia bipartidista, sí que nació en un ambiente sometido a ideas conservadoras sobre la familia y los roles idóneos de cada uno de sus integrantes. A este respecto, Gayle Rubin, en su ensayo El tráfico de mujeres: notas sobre la “economía política del Freud o Lévi-Strauss es notable, los sistemas de

El mismo autor menciona que los sistemas de parentesco “incluyen reglas que gobiernan la sexualidad. El parentesco se basa en una diferencia radical entre los derechos de los hombres y los de las mujeres. El complejo de Edipo confiere al varón los derechos masculinos, y obliga a las mujeres a acomodarse a sus menores derechos” (Ibídem). De este modo, es posible inferir que, como construcciones culturales, el sexo y el género han servido para que la sociedad se organice, así como para que la estructura patriarcal legitime el poder por sobre los géneros; incluso, por más que se les hayan otorgado privilegios, los hombres también han tenido que someterse a tal sistema. Herramientas desde el feminismo para la comprensión de realidades

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ara identificar la situación de desigualdad social que afecta mayormente a estas mujeres debido a sus circunstancias propias, se hace necesario ubicarla dentro de un cuerpo teórico que permita analizar las causas e implicaciones de estas realidades dentro de sus vidas. Por ello, desde el feminismo, propongo algunas herramientas como ruta para la comprensión tanto de sus experiencias como de todo lo vivido en el espacio de encuentro. Si bien es cierto que el feminismo no marcó un derrotero al inicio de nuestros encuentros, con el paso del tiempo se desplegó en toda su grandeza y se convirtió en una sombrilla para analizar realidades desiguales y abrazar el diálogo constructivo entre mujeres colocutoras.

Imagen 2: Bisabuela Cristina Rodríguez. Foto de archivo

Intersticios de la vida de mi abuela Hermelinda Luna - Inspiración

etapas de desarrollo histórico, económico, mental y cognitivo” (GAUTA, 2011, p. 170).

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prender a escuchar: mi abuela me ha educado en ese arte, el arte de la contemplación de las palabras del pasado. Cuando una palabra es tan poderosa que permite evocar un sinfín de imágenes, pienso que a los adultos y adultas mayores lo único que les queda, además de una selección de fotos que fragmentan el pasado, es su voz. Parece ser que en muchas ocasiones hacen falta documentos que registren la historia de cada persona, y yo siento que eso es lo que anhela mi abuela, buscar oídos en donde incubar sus palabras, para que aniden y salgan a volar. Quizás por eso, aquellos relatos me hicieron viajar a momentos en los que ella se desenvolvió como mujer, una forma de ser mujer, empero, impuesta por la sociedad, pues “todas las culturas tienen descripciones ideales y prácticas reales sobre los roles del hombre y la mujer, que se fusionan e imbrican con las necesidades y expectativas de las sociedades, los grupos, los individuos” (PRIETO, 2020, pág. 6). Por la misma razón, “las sociedades asignan roles por edad, género y sexo de acuerdo con las

Apelando al autor, la herida colonial podría permanecer en las mujeres, desde que nacen, junto a un constructo social, una historia y memorias definidas que han determinado roles específicos tanto para el hombre como para la mujer, “ubicando estos desde una perspectiva de colonización e invasión del dogma cristiano en pueblos indígenas, y las repercusiones culturales, que enmarcan las representaciones sociales que se tienen para la mujer” (PRIETO, 2020, pág. 6). La construcción de memoria histórica colectiva empieza a ser una apuesta en un territorio representado por la lucha social a partir de las experiencias que posibilitan el compartir pensamientos e indagaciones de un grupo focal de mujeres residentes en unos determinados barrios de la localidad de San Cristóbal. Estas mujeres hacen parte de un proceso en el espacio tertuliano denominado Surcos en la Piel, que tiene como fin sacar a luz la noción viva de la memoria colectiva por medio de una serie de talleres que les permiten a las participantes 31


reunirse y compartir sus experiencias en torno a recuerdos y anécdotas sobre el territorio que habitan en la actualidad. De lo que se trata, en fin, es de compartir distintas vivencias, historias y miradas gracias a las cuales se puede llegar a conocer la localidad y el territorio a través de las narraciones que profieren las variadas voces de las mujeres participantes de ese espacio. Pues, en últimas: “Recorrer un territorio es apropiarse de su riqueza, convivir con ella, aprender de ella y extraer lo necesario para fortalecer la vida, no para venderla, sino para sanar, existir.” O, como lo expresa Luna: Imagen 3: Cabaña en la Vereda Rincón Santo del Guamo - Tolima. Foto de archivo

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(..) el conocimiento del territorio con la organización va de la mano, lo primero es el sitio que se tiene y lo segundo quién y cómo lo tiene y gozar. Conocer el territorio y cualquier colectivo de dinámica, principalmente su contenido, es fortalecer el conocimiento, la experiencia propia, es abastecernos de la substancia que nos ofrece. La organización social se finca en el respeto y el trabajo. Organizar es dar cuerpo a las ideas, a los sentimientos, a las alegrías y sinsabores. (2012)

a ocho hermanos más, cinco perros sarnosos (o más), quince gallinas y una madre que tejía fibras para mantener a su familia, oficio que enseñaría a todas las mujeres de su casa, ya que ¡debían pasar días enteros tejiendo canastas! Recuerdo la única vez que visité el terreno. Llegamos después de recorrer casi 45 minutos en carro desde el Guamo, con una temperatura de, aproximadamente, 40 grados centígrados y las inevitables náuseas que sentimos gracias a la carretera sin pavimentar. La propiedad estaba cercada con alambre de púas y solo se podía entrar levantando el alambre más suelto, con cuidado de no rasgar nuestras ropas; el terreno era fangoso, por poco se hundían nuestros pies en él. Traspasadas estas barreras, se divisaba un espacio amplio, con dos casas medianas: una, la misma cocina; y la otra, donde habitaban las personas (pero sin camas, solo había esteras). Justo en medio de estas dos casas había lo que comúnmente se denomina una barbacoa, es decir, un conjunto de palos de guadua que intentan parecer una sala para los visitantes. Y, detrás de todo este conjunto, recuerdo un gran campo de algodón. Aunque ajeno, podíamos palparlo o tomar un poco a escondidas simplemente para sentir su textura. Había una tercera casa, aunque más pequeña, con un improvisado techo de zinc, que hacía las veces de baño sin lavamanos, pues había que lavarse las manos en el lavadero. Según mi abuela, antes había un árbol de mamoncillo, adonde ella y todos sus hermanos se trepaban para chupar mamón.

A continuación, respaldo la noción de “herida colonial” con una crónica identificada en algunas mujeres de mi familia, quienes me han dado testimonio vivo de la profunda desigualdad que han tenido que sufrir en razón de su género a lo largo de las diferentes generaciones que han atravesado. Son ellas mujeres que hace cincuenta años pasaron por situaciones de discriminación e, incluso, de violencia debido tanto a la propia condición de su ser como a su oficio y situación socioeconómica: ser mujer campesina de bajos recursos en un país inundado de dolor y miedo, fruto de la indiferencia política. –¡Páseme el niño! –grita Cristina con dificultad, mi bisabuela hace todavía algunos años, a su hija más joven, Francisca, para que le dé la imagen del Divino Niño, en una casa de interés social en el barrio el Salado (Ibagué, Tolima). Ella estuvo en silla de ruedas por más de tres años, pero por pura obligación mayor, porque nunca estuvo enferma: su única enfermedad fue la vejez. Era una mujer alta, de tez trigueña, de carácter recio e imparcial; su apellido era Rodríguez de Luna. Vivió casi setenta años casada con don Leoncio Luna en una casa de paredes de barro y techo de paja, en la vereda Rincón Santo, a veinte kilómetros del Guamo, Tolima.

Doña Cristina la mandaba a por leche. Me cuenta que tenía que recorrer largos caminos para comprarla, pues no había una tienda cercana. Es que, ¡de verdad!, se trataba de un lugar inmenso con potreros que dividían las casas. Mi abuela, con tan solo ocho años y agitada a mitad del camino, tenía que tomar un poquito de leche, pero como sabía que su madre le quemaría los dedos si se enteraba, muy ingeniosa, orinaba en la botella para completarla.

Le pregunto a mi abuela cómo era el ambiente que se vivía por esa época, mas ella no sabe qué responder, pues a lo largo de la vida ha intentado describir lo duro que fue, es y será ser mujer. Ella siempre reniega de su condición –¡Ay, Señora Hermelinda! –. Además, no pierde oportunidad de confesarme lo peliagudo que fue vivir junto

Al llegar a casa ya era costumbre encontrar a su padre, don Leoncio, en la mecedora; azuzando 34

los perros de los vecinos o, si estaba de buen genio, dándoles comida. De forma muy jocosa recibía con sus dichos y frases tolimenses a todo quien llegara: “José... José, ¡ataje la mula que el macho se fue! ¿Qué hay? Fiestas en Cunday. ¿Qué ha habido? Mucho, pero mal repartido. Claro, es un hinchao…” y algunos más que lastimosamente han quedado en el olvido. En cambio, aún perviven en mi memoria historias acerca de cómo don Leoncio se topaba a medio día, en el río Saldaña, con ‘el Mohán’, un señor de melenas largas y blancas que lo saludaba. Inclusive, Hermelinda y sus hermanas también se cruzaban con él. Pero había que andar muy precavidos, porque –dicen– ‘el Mohán’ tenía fama de galán y se robaba a las mujeres jóvenes o ahogaba a los malos esposos. Hermelinda se vio en la obligación de ayudar a criar a la última hija de su mamá, la pecosa de Rubiela, que cuando bebé parecía un huevo de codorniz. Además, nunca pudo terminar sus estudios; solamente Félix, su hermano mayor, logró culminar el bachillerato y, posteriormente, se recibió de general del ejército. De esta manera, fue el único miembro de la familia cuya formación superó el bachillerato. Por último, Marielena, su hermana mayor, era una mujer libidinosa, que se metía con hombres casados, razón por la cual fue echada de la casa a muy temprana edad, pues doña Cristina –como muestra ineluctable de su autoridad y “mano dura”– prefería mandar a la calle a una hija propia antes que verla embarazada. Como si no fuera suficiente su expulsión, Marielena hubo de correr con la peor suerte, ya que antes de salir de la casa fue amarrada a un árbol y quemados sus pies. A mi abuela también le pasó lo mismo: quedó embarazada. Me cuenta que ella, a los diecinueve años, supo de dónde venían los bebés. Solía pensar que un pájaro incubaba los huevos en su vientre hasta cuando conoció a “Chucho” (de una aventura no pasó). Tiempo después de su apasionado encuentro, el señor escapó de la vereda por consejo de su madre y nunca llegó a saber que tendría un hijo. Por fortuna, al ser la consentida de doña Cristina, la salida de casa de mi abuela no fue tan traumática. Buscó asilo 35


Imagen 4: Mi abuela Hermelinda Luna RodrĂ­guez junto a sus padres. Foto de archivo

Imagen 5: Padres de mi abuela Hermelinda Luna RodrĂ­guez. Foto de archivo

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Imagen 7: Bisabuelo Leoncio Luna foto perfil. Foto de archivo en el Cerrito, Valle del Cauca, donde un tío de confianza, y allí terminó naciendo mi papá. Hoy en día subsiste un lote baldío, con rastros y restos de lo que fue una vida genuina en el campo. Ya no sobreviven ni don Leoncio ni doña Cristina, sólo su recuerdo. Herramientas desde el feminismo para comprender el espacio de encuentro En la creación y con el pasar el tiempo del espacio de encuentro, se dio la posibilidad de propiciar la enunciación de realidades propias de las participantes a partir de sus conocimientos previos, de trazos expresivos y emocionales, de textos nacidos desde muy dentro de ellas y de las múltiples interpretaciones surgidas a partir del imaginario construido a lo largo de sus vidas. Igualmente, durante todo el proceso se hizo énfasis en darles un valor simbólico a las propuestas, individuales y colectivas, ideadas por estas mujeres a través de la identificación de las estéticas propias del pensamiento y la vida cotidiana. En este sentido, se puede hablar de una estética cotidiana, la cual “se expresa de mil maneras, desde nuestra forma de vivir, en el

Imagen 6: Bisabuelo Leoncio Luna cuerpo completo. Foto de archivo

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lenguaje y el porte, el modo de ataviarse y comer, de rendir culto a deidades o a personalidades, de legitimar el poder, ostentar el triunfo o recordar a los muertos” (MANDOKI, 2008, p.6). Es decir, acciones que hacen de la cotidianidad un sustrato de un sinfín de posibilidades y permiten entenderla como lugar donde la vida se recrea, donde se articulan las experiencias vitales del desarrollo humano, pero, sobre todo, como lugar donde estas mujeres son protagonistas ocultas y lo cotidiano se da por hecho como motivo regulador de la acción de las féminas de estas generaciones. Así mismo lo ha interpretado Rosana Raguillo, quien plantea que “la vida cotidiana no es una dimensión estática, sino un proceso dinámico y necesariamente histórico”. Y, como tal, ha de ser analizado en el espacio de encuentro, porque, desde el primer momento en que una mujer decide salir de su hogar y hablar sobre la vida dentro de este, está generando una ruptura con su propia cotidianidad; en el mismo momento en que decide cuestionar esa realidad que le ha correspondido vivir –algo que, en lo absoluto, es nada fácil porque a partir de ahí empieza una 39


Imagen 8: Abuela Hermelinda Luna en la Plaza de Mercado del Guamo – Tolima junto a su madre y hermana. Foto de archivo

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Imagen 9: Primera cédula de mi abuela. Foto de archivo

transformación gradual–, la confianza en sí misma (valor primordial) se acrecienta y deja fluir la intención de contar e, incluso, analizar sus experiencias de manera colectiva. Se trata, pues, de la experiencia que representa lo cotidiano como valor simbólico: aquello considerado antes y, aún ahora, normal en sus vidas, aquello representado en abnegación y entrega a la crianza y al sostenimiento de su familia, o sea, de la primera institución que perpetúa la dominación y legitima los alcances de la reproducción del capital al utilizar sus cuerpos como evidencia misma de la negación de su humanidad.

puede pensar en el ser humano como sujeto con capacidad de un conocimiento especial, que es el conocimiento sensible” (2008). Sin embargo, esa posibilidad de interpretar la naturaleza y el mundo que percibimos por medio de los sentidos, de modo que se dé lugar a un conocimiento sensible, se encuentra delimitada. Pues bien, el sentido esencial del término no puede extraerse en toda su plenitud e influjo sino recurriendo a su etimología: Préstamo (s. XIX) del griego aisthetikós ‘susceptible de percibirse por los sentidos’, derivado de áisthesis ‘facultad de percepción por los sentidos, sensibilidad’ y éste de aisthánesthai ‘percibir’, ‘comprender’; tomada como voz especializada en filosofía.

Ahora quiero referirme al concepto de estética instaurado en 1753 por el alemán Alexánder Gottlieb Baumgarten en su sistema filosófico. Este pensador la definió como la "ciencia de lo bello, misma a la que se agrega un estudio de la esencia del arte, de las relaciones de ésta con la belleza y los demás valores" (GOTTLIEB, 1753). Para Mandoki, “desde Baumgarten se 42

Rescatado del diccionario etimológico Léxico. 43


Identificar estéticas cotidianas

por cuanto esta se halla supeditada al sistema de producción hegemónico. Por ejemplo, el que por años se negara la participación femenina en las esferas política y pública es un hecho consabido. Por otro lado, cuando ocurrió el período de éxodo rural masivo hacia Bogotá, no solo llegaron hombres y mujeres, sino sus costumbres y modos de ver y construir ciudad y comunidad; parte de esa tradición campesina que trajeron las mujeres grabada en sus inconscientes consistía en la negación de la posibilidad del conocimiento y la experiencia. En su mayoría, eran jóvenes y adultas abnegadas, sin oportunidad de estudio formal ni reconocimiento de sus derechos. Muchas de ellas habían nacido o crecido ya en un país azotado por la violencia bipartidista de la sociedad campesina de los años cincuenta.

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l quid de la cuestión reside, así, en aprehender que la estética, en relación con nuestra vida, es la constante construcción y manifestación de una identidad social que creamos gracias a nuestros contextos cultural y social, los cuales, a su vez, comprenden las dimensiones: familiar, política, educativa y económica de los habitantes de un lugar común. El espacio de encuentro–taller permite un diálogo horizontal entre mujeres que proponen una estrecha relación entre las vivencias individuales y las colectivas. Como lo menciona Laia Manonelles, lo anterior alude directamente a la consigna feminista “lo personal es político” (2015, pág. 2), porque lo político es lo común. Una forma de problematizar la acción cotidiana y privada de aquellas mujeres que habitan las dimensiones particulares de nuestras vidas (madres, abuelas, etc.) es decir que el acto de conversar sobre lo que hemos vivido como mujeres en la familia, en el trabajo y en todas las esferas políticas en las que nos desenvolvemos constituye un momento para desentrañar las bases de la estructura patriarcal consumada en las relaciones humanas de una sociedad como la colombiana. En palabras de Carol Hanish: “la autoconciencia colectiva es la que ha permitido forjar las bases teóricas del feminismo” (1969, pág. 4). Sin necesidad de ir demasiado lejos, recordemos que, mientras en el mundo se gestaba una revolución inacabable: la revolución del feminismo, en Colombia las mujeres no fuimos sujetas de derechos sino hasta el año 1952, cuando por fin se nos reconoció como ciudadanas.

Cada vez que regreso a las memorias de mi abuela y madre, me doy cuenta de que siempre me he preguntado por qué no terminaron sus estudios formales y, en cambio, dedicaron sus vidas a una labor tan dura como la doméstica, pero he ido entendiendo que la elección que ellas hicieron forma parte de un entramado de labores del cuidado, que constituyen una red de acciones sobre las que se sostiene la vida. Por eso, al hablar con mi abuela, es aparentemente normal que ella no reniegue de haberse dedicado a la cocina toda su vida, a pesar de haber exclamado una frase que nunca se borrará de mi mente: “odié ser mujer, porque las mujeres vinimos al mundo solo a servir y a cocinar”. En su ensayo El papel de la mujer en la sociedad capitalista y los derechos humanos, María Teresa Alejandre Peña afirma que “la mujer es el ser que se crea para vivir, para entretener, para acompañar en las alegrías y pesares” (2000, pág.76). A la par, nombra algunas acciones fundamentales que han acompañado la biología de las mujeres, como la posibilidad de dar vida o de acompañar y servir a otros, acciones que, paradójicamente, las han condicionado a un entorno de explotación y represión, porque la familia, según Kate Millet (1973), “es la institución donde la mujer sustituye su trabajo y creatividad”.

Es inevitable, entonces, no lanzar juicios sobre el orden patriarcal que recae sobre las mujeres. En los encuentros fue esa nuestra excusa. Para ello, nos apoyamos en libros reivindicadores de nuestra propia visión de ser mujer e inquisitivos acerca de muchos comportamientos que consideramos normales en distintos momentos de nuestras vidas, pero que, en realidad, hacen parte de un sistema de opresión capital que ha subordinado todo tipo de identidad humana,

Así pues, hablar de “nosotras” es una acción política: nos hace pensarnos en el mundo como 44

sujetas históricas y colectivas, luego de que el contexto patriarcal en el que cada una nació nos hiciera ubicar dentro del espacio privado del hogar y las labores del cuidado, quedando circunscritas, de tal modo, en “un sistema sexogénero que establece en la sociedad humana las normas y costumbres para regular las relaciones y las conductas de los individuos en torno a la reproducción biológica y a la sexualidad en general” (FRANCKE Y OJEDA, 2013). Con frecuencia, los anteriores temas ayudan a alimentar la discusión, ya que pervive un sentimiento común de querer cuestionarlo todo. Las mujeres adultas y mayores “ya lo han vivido todo” o, por lo menos, lo suficiente para adquirir experiencias que les han permitido actuar con precaución en la vida y, en su debido momento, dar a conocerlas, a modo de consejo o sabiduría vital, a otras mujeres, permitiéndose el “análisis de sistemas de poder generadores de desigualdad, vistos desde una perspectiva interseccional” (HARRIS, 1991). Gracias a este elemento se facilita comprender las represiones vistas desde múltiples categorías sociales.

diálogo espaciotemporal y generacional en aras de construir nuevas formas de ser mujer. Para concluir, deseo referirme a un aparte del libro El gesto y la Huella, una poética de la experiencia corporal, con vistas a dedicar unas palabras al evento histórico y necesario que en la actualidad nos convoca a las mujeres: el hecho de reunirnos, dar otras posibilidades a nuestro ser-mujer, "al cuerpo-otro como árbol, casa, refugio; el cuerpo-otro como guía para explorar el mundo; el desconocido cuerpo del otro para conocer el mío. ¿Y qué más? Poesía física, emoción limpia: el pleno disfrute de no tener nada que decir porque todo aquí está." (CASANOVA, KLEIN, 2013, pág. 7). Somos mujeres en reconocimiento profundo, identificando nuestros cuerpos como territorios propios de enunciación; somos mujeres en la otra, disfrutamos escuchar sus palabras al viento porque algunas fibras dentro de nosotras se mueven y logran reflejar nuestra propia historia en ese relato. Nuestro cuerpo es la historia misma.

Por último, siento que hago parte de un entramado de comunidad, que no soy ajena al contexto histórico, político, social, económico y cultural que me ha correspondido vivir. En este espacio han confluido distintas generaciones que impulsan la diversidad de opiniones y ubican en paralelo las historias de vida de cada una de nosotras, haciendo dialogar experiencias atemporales que convergen en un mismo punto: el hecho de ser mujer. Según Lévi-Strauss y su video-cultura para principiantes, “el individuo se relaciona con su entorno a partir del pensamiento, no por instinto o por necesidad de preservación” (STRAUSS. s.f). ¡Las mujeres juntas empiezan a construir conocimiento!: aquella acción que el patriarcado negó durante mucho tiempo desde que nos puso a competir entre nosotras.

Siempre he creído que el inicio de un proceso creativo debe estar atravesado por la inquietud de la incidencia social o política en una comunidad determinada, pues cuando inicié mis estudios en la academia encontré una suerte de banalidad en el desarrollo de los lenguajes artísticos, llegando a las siguientes preguntas ¿para qué hago arte? ¿para qué crear? pues parece que el modelo educativo busca que el individuo perfeccione su técnica para sí mismo, preocupándose por el qué de su práctica artística pero no por el para qué, sin apertura al diálogo con los otros, aquellos que no habitan la academia. Esto evidenciado en la carencia de compromiso que hay en la creación por parte de los y las artistas en formación, en una academia que permite pensarse como artistas con incidencia en su contexto socio - cultural pero que no es asumido como parte de la práctica transformadora del arte en la vida cotidiana.

Cuando pienso en los relatos, las experiencias transmitidas en el encuentro-taller, solo veo caricias con la palabra, un espacio de autoconciencia colectiva que permite estrechar lazos entre mujeres que nunca se habían relacionado entre sí, situadas ahora en un

A la luz de las artes plásticas y visuales

Cuando en nuestra formación como “artistas” se cultiva una idea de creación para el capital, pues aquel que no vende su obra no se acerca a ese estadio del ser artista, en este contexto que 45


responde a un mercado focalizado donde se anima a la producción para enriquecer al mismo, bajo algunas dinámicas que solo alcanzan a ser cubiertas por un sector específico de la sociedad. De esa necesidad de problematizar el paradigma del arte con respecto a su incidencia en el mundo sensible se da en Estéticas de la emergencia, de la que habla Reinaldo Laddaga, al explicar “que hay una especie de transición del antiguo régimen estético al nuevo régimen práctico de las artes”

comunidades experimentales, procesos abiertos y cooperativos, formas de vida y mundos comunes”, lo que lleva a descifrar ese enigma de la incidencia del arte en la vida no solo individual sino colectiva, se trata llevar al arte a otro estadio social es un derrotero de las prácticas experienciales, pues se construyen a partir de relaciones horizontales que buscan activar el papel socio - cultural de todos y todas los y las integrantes de un grupo poblacional dentro de esa construcción de realidad. En entrevista, Joseph Beuys, defiende la tesis de que cada hombre es un artista, mientras con un cuchillo pela una naranja, le hacen la siguiente pregunta: ¿lo que está haciendo en este momento es una acción creadora?, a lo que él responde: por supuesto, es un proceso de configuración del sentido general del trabajo humano, y el trabajo humano tiene relación con la capacidad humana, ¿qué es para usted la belleza?, la belleza es el brillo de lo que es verdadero. Concuerdo con Beuys, en el sentido que evidencia una dimensión estética relacionada con la cotidianidad y un cambio de mirada en la concepción de objeto artístico. No solo viene acompañada de un contexto vanguardista sino, como lo enuncia Laddaga, “el proceso de desborde de ese universo y de lenta construcción de otro (por el debilitamiento de la soberanía de los Estados nacionales, por la multiplicación de las formas de ciudadanía compleja, por la constitución de redes transnacionales de activismo o de protesta, por la conciencia de crisis ecológica, por la diversificación de las conexiones) es lo que solemos llamar globalización, de la cual hace parte ese cambio de paradigma. (LADDAGA. pág. 10).

Hablar de una conciencia en el arte implica entenderlo en un sentido más amplio, pensado desde la apertura al diálogo con otras fronteras del conocimiento, el arte entendido más allá de un detonador de cambio, más bien como un eje articulador de ciudadanía, que posibilita nuevas formas de relacionarnos entre nosotros. Para indagar en esa transición que ha tenido el arte como objeto meramente apreciativo al arte como experiencia me remito al “hecho lo que produce el NRP (régimen práctico de las artes), más que “obras de arte”, son “objetos fronterizos” que facilitan la comunicación de las partes de la colectividad de producción, pero sin un “borde duro” como la obra de arte (FERNÁNDEZSAVATER. pág. 2), para problematizar el mundo no solo dentro del arte “hegemónico” sino en general se trata de redescubrir al acto de la creación desde nuevos paradigmas que invitan a actuar de una manera más consciente dentro de una colectividad. Laddaga, enuncia que “en definitiva, en el régimen práctico no se producen tanto obras, como ecologías culturales, 46

“El arte existe entonces como un aglutinante entre las dinámicas constantes de la cotidianidad y los fenómenos sensibles de los individuos que la habitan, es un fluido vital inherente a la realidad que moldea y evidencia los cuestionamientos de la sociedad humana, es un líquido cambiante y en movimiento, impajaritable para la supervivencia de la colectividad. El arte es como el agua” Laboratorio de sensibilización artística “Poemas solares al agua” - Colectivo p3: Carmen Caro y Daniel Felipe Rodríguez

La identificación de esos valores simbólicos que proporciona la poderosa dimensión invisible de la vida cotidiana, “se nos presenta poco inocente porque esconde un conflicto de intereses: los distintos espacios, trabajos y actividades que forman parte de los procesos de vida y reproducción no gozan del mismo reconocimiento social, sino que existe entre ellos un componente valorativo jerárquico, resultado de una larga tradición patriarcal liberal” (CARRASCO. 2003. Pág. 7). En medio de esa consciencia que se va adquiriendo con el tiempo a partir de problematizar los trabajos del cuidado, no solamente vistos a través de los ojos de la producción del capital, también desde la posibilidad de formar una mirada estética de estas prácticas y analizarlas desde la sensibilidad humana a la luz del reconocimiento familiar y social, como lo menciona la autora. Las prácticas artísticas permiten ver en retrospectiva esas realidades propias de cada persona, para construir una mirada crítica en torno a ellas y brinda la posibilidad de crear nuevas nociones de realidad en donde identidad sea el camino para la incidencia y transformación social. 47


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CapĂ­tulo -

MetodologĂ­a general 48

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El proyecto Surcos en la piel se establece como un ejercicio posibilitador de diálogos multigeneracionales entre mujeres de la localidad de San Cristóbal: sus prácticas locales son abordadas a partir de la memoria rural y a través de actividades artísticas y de la escritura como ejercicio transformador.

Conceptos claves para los encuentros

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n principio, se proponen varios temas de discusión dados a lo largo del desarrollo de la práctica con las mujeres gracias a la asociatividad generada entre el análisis de los textos literarios propuestos y la experiencia fáctica de las mujeres. Compaginados, ambos factores devienen en relatos comunes identificados en contexto y pertinentes para la búsqueda de reflexión intertextual por parte de las participantes en el desarrollo de sus propuestas plásticas. Entre aquellos conceptos claves para la formación están: identidad, historia, memoria, territorio, cuerpo, mujer, roles de género, etc.

La implantación de este proyecto se ha venido desarrollando en: la Casa de Igualdad y Oportunidades para las mujeres de la localidad de San Cristóbal Sur 15 lugar en donde se realiza, además, un ejercicio pedagógico desde la Política Pública de Mujer y Género 16 ; y en la Junta de Acción Comunal, Juan Rey, Sector I. No se trata de elecciones fortuitas, sino que obedecen, principalmente, tanto al propósito de reconocer y restituir los derechos de las mujeres que habitan el territorio, como a la importancia de fomentar espacios educativos en lugares no convencionales, donde han sido encontradas limitaciones y un difícil acceso que aqueja a la comunidad general en cuanto a procesos de lectoescritura y artes plásticas y visuales se refiere. El motor fundamental que ha permitido impulsar esta iniciativa ha sido la educación artística, puesto que esta nos identifica y permite desarrollar habilidades en la comunicación, apreciación estética y sensibilidad, procesos que se enriquecen desde el contexto sociocultural. Este documento propone, a modo general, los lineamientos que activan esta práctica artística comunitaria. Inicialmente, se exponen los ejes temáticos bajo los cuales se ha trabajado y a partir de ellos se problematiza el proceso práctico e investigativo del proyecto.

¿Cómo entendemos el espacio de tertulia literaria?

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Al usar el texto para hacer arte, activamos dinámicas cognitivas y emocionales. Los placeres de jugar con un texto desafiante (literario, científico, histórico, político, etc.) impulsan la alfabetización, la innovación y la ciudadanía como engranajes de un sistema holístico para el desarrollo.” 17

En la búsqueda de una excusa para reunirnos y departir entre amigos, vecinos, vecinas y familiares surge el rescate de una costumbre ancestral arraigada en aquellos ciudadanos con origen profundamente campesino: la práctica de la tertulia, o el encuentro a partir del diálogo. No en vano, a lo largo de la historia, las personas, gracias al “buen sentimiento de sentirse a gusto

conversando sobre temas afines, desde la comida hasta la situación política del momento, han movido al mundo, han movido, literalmente, la cultura 18 Desde una mirada local es necesario nombrar a la perspectiva socio – crítica que a su vez conduce a un “paradigma que nace en respuesta a las tradiciones positivistas e interpretativas” (ALVARADO; GARCIA. 2008. pág. 189). Este arraigo territorial, aunado a un pasado de organización comunitaria representativa, necesita espacios de reunión para los habitantes de nuestros barrios. Por ello, las Juntas de Acción Comunal 19 adquieren importancia como mecanismo de exigencia de derechos colectivos y como una forma de encuentro necesario humanamente para las mujeres. En el último caso, se invita a la conversación por medio de ejercicios de lectoescritura, teniendo como punto de referencia conceptos –anteriormente mencionados– como identidad, historia, memoria, territorio, cuerpo, mujer, roles de género, entre otros. Desde el proyecto también se acude a la promoción de lectura como campo de indagación y experimentación, ya que involucra diversos énfasis artísticos, entre ellos, el plástico y el visual, que dan sentido al proceso y permiten indagar sobre la construcción comunitaria del territorio, pensando el arte como mediador de nuevos vínculos sociales y forma de historización de la memoria colectiva local, que a su vez toma elementos importantes de la metodología sociocrítica puesto que “ introduce a la autorreflexión crítica en los procesos del

conocimiento. Su finalidad es la transformación de la estructura de las relaciones sociales y dar respuesta a determinados problemas generados por éstas, partiendo de la acción – reflexión de los integrantes de la comunidad” (ALVARADO; GARCIA. 2008. pág. 189) Como puede verse, entonces, las tertulias son entendidas como espacios estéticos que posibilitan intercambiar conocimientos y saberes que se hilvanan de manera comunal en un ámbito internalizado desde la subjetividad y lo corpóreo. Y, por razones similares, los discursos en ellas producidos han de entenderse no sólo como signos escritos, sino como “una composición de signos codificados en un sistema de escritura que forman una unidad de sentido” o, mejor aún, en un contexto más amplio, “se trata de documentos que permiten contar la realidad como un texto” (Real Academia Española de la lengua). Un eje que puede generarse aquí es la intertextualidad, mediante la cual los agentes sociales crean conexiones e imaginarios simbólicos entre los textos o el material visual con las experiencias personales que los identifican. Entender un proceso de formación desde la educación popular

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ropósito de formación: entender la creación artística como un proceso generador de conocimiento y de espacios para la experimentación. Por ello, el laboratorio trabaja desde prácticas colaborativas, comunitarias, participación consciente y la

PRE-TEXTOS es acupuntura pedagógica. Estimula la alfabetización, la innovación y la ciudadanía, con un solo mensaje: utilizar un texto como material para hacer arte y reflexionar sobre el proceso. Tomado de proyecto Pre – textos de la Fundación Agentes culturales: https://www.pre-texts.org/ 19 Junta de Acción Comunal Juan Rey Sector I: La junta de acción comunal es una organización cívica, social y comunitaria de gestión social, sin ánimo de lucro, de naturaleza solidaria, con personería jurídica y patrimonio propio, integrada voluntariamente por los residentes de un lugar que aúnan esfuerzos y r recursos para procurar un desarrollo integral, sostenible y sustentable con fundamento en el ejercicio de la democracia participativa. LEY 743 DE 2002 (junio 05) Reglamentada por el Decreto Nacional 2350 de 2003 "Por la cual se desarrolla el artículo 38 Constitución Política de Colombia en lo referente a los organismos de acción comunal". 17

Casa de Igualdad de Oportunidades para las mujeres de San Cristóbal Sur: Las Casas de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres (CIOM) de la Secretaría Distrital de la Mujer son un modelo de atención que promueve el empoderamiento de los derechos de las mujeres y, a su vez, son el mecanismo privilegiado de la territorialización de la Política Pública de Mujeres y Equidad de Género, para garantizar, acompañar y prestar servicios para las mujeres diversas que habitan en Bogotá. Secretaría Distrital de la Mujer. 16 “La PPMEG, Política Pública de Mujeres y Equidad de Género en el Distrito Capital, es el marco de acción social, político e institucional que, desde el reconocimiento, garantía y restitución de los derechos de las mujeres que habitan el territorio, contribuye a modificar las condiciones evitables de desigualdad, discriminación y subordinación que, en razón al género, persisten aún en los ámbitos social, económico, cultural y político de la sociedad.” Secretaría Distrital de la Mujer. 15

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Imagen 10: Afiche de convocatoria previa al evento “La Cecilia tiene crochet”. Foto por: Colectivo Entrelazadas

investigación--creación.

se constituye cada ciclo de trabajo. A su vez, potenciamos lenguajes propios que manejan las mujeres, como el bordado, y otros lenguajes (como la pintura) que las llevan a transitar por la memoria de una forma más matérica. Vale recordar que la escritura es el eje permanente para manifestar sus ideas y propuestas.

- Énfasis: generar un proceso de exploración de los lenguajes de distintas áreas artísticas: literatura, música, artes plásticas, audiovisuales, el tejido y lo ambiental. - Supuestos e Hipótesis: la creación artística permite impulsar procesos de construcción de nuevos conocimientos e identificación de los lugares y las prácticas singulares de quienes los habitan. Del mismo modo, se puede convertir en una herramienta de participación, conservación de la memoria y reflexión crítica.

En la siguiente parte del documento se desarrollan cuatro manifestaciones, entendidas como momentos esenciales del proyecto que se desarrollaron a partir de una técnica artística particular, en este caso cada manifestación inicia con un desarrollo técnico que luego se direcciona hacia la expresión genuina de las memorias de las participantes del proyecto. Nosotras, las mujeres nos manifestamos, no solo en contra de las desigualdades sino como forma de documentar nuestras memorias y declararnos sujetas de derechos dentro de la construcción de cultura de la cual hemos sido partícipes activas. Dentro de la manifestación textil identificamos el tejido como lenguaje femenino con múltiples potencialidades y forma metafórica de analizar las labores del cuidado que ejercemos las mujeres, esta manifestación a su

Secuencia didáctica

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uesto que parte del proceso abarca la pedagogía artística como alternativa para los derechos fundamentales de las mujeres, se construye la metodología a partir de elementos que invitan a la reflexión colectiva y el diálogo activo. Alrededor de tres énfasis nucleares: el literario, el visual y el plástico, concebidos como un compendio de lenguajes que articulados entre sí logran una convergencia conceptual, 52

vez se subdivide en cinco módulos, que son parte del desarrollo metodológico propuesto, luego se evidencia la manifestación literaria, en donde se exploran distintas técnicas y formas de narrar, continúa con el desarrollo de la manifestación pictórica de nuestras memorias rurales a partir del reconocimiento de la pintura como medio que dio apertura a nuestro primer montaje expositivo en la localidad, finalmente se acoge a la manifestación textil, esta vez el bordado como un lenguaje que también nos representa como mujeres.

obligatoria por ser mujeres, por ejercer aquel rol biológico fruto del orden social. “Nosotras buscamos a partir del tejido (...) tener una construcción social con la comunidad a partir de diferentes conocimientos de la realidad (...) y de las problemáticas que se están visibilizando de esas comunidades.” Participante de Entrelazadas

Manifestación textil: Importancia del tejido como lenguaje femenino

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esde el “Colectivo Entrelazadas” hemos visto el tejido a través de lo simbólico, entendiéndolo como un concepto metafórico que está asociado con términos como abrigo, cobijo y “cuidado”. Especialmente, el proyecto nace de la práctica particular que cada mujer acoge por herencia de su familia, en especial, de su madre y su abuela (es decir, las mujeres). Estos casos son propios y nos unen la experiencia y el arte del tejido, un acto íntimo que –creíamos– solía ser una enseñanza

En el año 2017, una mujer que recién conocía me envió una invitación para asistir a una reunión convocada por dos chicas de la localidad, Sara Vargas y Diana Esperanza Tovar, quienes, con el fin de dar a conocer sus intereses de conformar un colectivo de ciudadanos/as que sintiera la misma pasión (que ellas) por el quehacer milenario de la textura, estaban a la busca de personas –en toda su diversidad– de la localidad cuarta de San Cristóbal interesadas o ya diestras en practicar el tejido como oficio o técnica en cualquier otra dimensión. Además de ello, habían de estar 53


dispuestas a soñar con reivindicar el tejido en el espacio público y sacarlo del lugar privado en donde había estado por mucho tiempo. Tras esa reunión y luego de pensar en el yarn bombing 20 como posibilidad de mostrar a la ciudad lo que sabíamos hacer con las manos, nació el colectivo de Entrelazadas. Y a partir de ese momento se formó un grupo de mujeres diversas, en su mayoría, que quisieron trasladar el tejido hacia espacios públicos y, así, expresar el descontento frente a la injusticia social. “Porque el tejido lo transversaliza todo”, comenta una participante del colectivo. A la par que crecía y se enriquecía el colectivo, el tejido empezó a adquirir una connotación distinta para mi quehacer personal y familiar, pues mi madre y yo habíamos practicado este ejercicio durante mucho tiempo en la privacidad de nuestro hogar. Ahora, ambas descubríamos una forma de mostrar al mundo lo que hacíamos, de reivindicar el encuentro social entre pares para resignificar lugares olvidados y brindar a la ciudad nuevas formas de ver, sentir y actuar ante las fracturas sociales. El sentido metafórico del tejido nos dio una oportunidad para relacionar su práctica con la amalgama social y comunal del territorio, fue una excusa para encontrarnos en espacios públicos y emprender acciones colectivas. Asimismo, el tejido ancestral andino fue una inspiración para entender el sentido cosmogónico que las comunidades étnicas le han conferido a esta actividad material/espiritual que ha sobrevivido a lo largo de la historia. Pudimos empezar a entender por qué nuestras

Yarn Bombing: también es conocido como "grafiti lanudo". El Yarn bombing es arte callejero hecho con hilo o lana (así lo define Leanne Prain, coautora de "Yarn bombing: el arte del grafiti tejido y de crochet"). 20

Imagen 11: Taller de corte y tejido de bolsas plásticas en el barrio La Cecilia del Alto Fucha. Foto por: Colectivo Entrelazadas 54

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Imagen 12: Casa de la lluvia en el barrio La Cecilia del Alto Fucha. Foto por: Colectivo Entrelazadas

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dispuestas a soñar con reivindicar el tejido en el espacio público y sacarlo del lugar privado en donde había estado por mucho tiempo. Tras esa reunión y luego de pensar en el yarn bombing 20 como posibilidad de mostrar a la ciudad lo que sabíamos hacer con las manos, nació el colectivo de Entrelazadas. Y a partir de ese momento se formó un grupo de mujeres diversas, en su mayoría, que quisieron trasladar el tejido hacia espacios públicos y, así, expresar el descontento frente a la injusticia social. “Porque el tejido lo transversaliza todo”, comenta una participante del colectivo. A la par que crecía y se enriquecía el colectivo, el tejido empezó a adquirir una connotación distinta para mi quehacer personal y familiar, pues mi madre y yo habíamos practicado este ejercicio durante mucho tiempo en la privacidad de nuestro hogar. Ahora, ambas descubríamos una forma de mostrar al mundo lo que hacíamos, de reivindicar el encuentro social entre pares para resignificar lugares olvidados y brindar a la ciudad nuevas formas de ver, sentir y actuar ante las fracturas sociales. El sentido metafórico del tejido nos dio una oportunidad para relacionar su práctica con la amalgama social y comunal del territorio, fue una excusa para encontrarnos en espacios públicos y emprender acciones colectivas. Asimismo, el tejido ancestral andino fue una inspiración para entender el sentido cosmogónico que las comunidades étnicas le han conferido a esta actividad material/espiritual que ha sobrevivido a lo largo de la historia. Pudimos empezar a entender por qué nuestras

Imagen 13: Taller de corte y tejido de bolsas plásticas en el barrio La Cecilia del Alto Fucha. Foto por: Colectivo Entrelazadas

Yarn Bombing: también es conocido como "grafiti lanudo". El Yarn bombing es arte callejero hecho con hilo o lana (así lo define Leanne Prain, coautora de "Yarn bombing: el arte del grafiti tejido y de crochet"). 20

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abuelas y madres han heredado esta labor y, en dicha exploración, fuimos cosiendo teorías, ejercicios en campo que nos dirigían hacia las prácticas del cuidado como opción política, pues las puntadas “se entrelazan en las conversaciones de mujeres tejedoras que buscan en este vínculo de cuidado otra perspectiva del mundo” (NEPOTE, 2014, pág. 7). O, con las palabras de Silvia Federici: “es a través de nuestra existencia que podemos desarrollar nuestra capacidad de cooperar, y no sólo de resistir a la deshumanización, sino aprender a reconstruir el mundo como un espacio de crianza, creatividad y cuidado” (2013, pág. 61). Por último, Nepote también nos cuenta una anécdota harto ilustrativa acerca de la íntima relación entre el tejer y el hablar:

es, además, un arte milenario que conserva la cultura de muchas comunidades ancestrales y que establece una interrelación no verbal entre la naturaleza y la comunidad. Por lo tanto, sirve como manifestación expresiva para relacionarse con el público y para poner en acción las manos como forma de contribuir a las luchas atravesadas por las problemáticas sociales actuales.

Ramón Vera, un gran editor y hombre de amplia experiencia en trabajo comunitario, me contó que en las asambleas de los pueblos wirrárikas la gente, tanto hombres como mujeres, teje: sombreros o cuerda; hacen redes mientras se discuten temas y se toman decisiones para la comunidad. Ramón les preguntó el porqué de su ejercicio y uno de ellos le respondió: “porque estamos tejiendo” … Cuando le consulté esta historia, Ramón me aclaró: “es una manera de propiciar que se teje la palabra”. (2014, pág. 7)

1.Resignificar el tejido en lo popular: a través del trabajo comunitario e intercambio de pensamientos de construcción social que rompan con la competencia del individualismo.

Dado que vivimos inmersos en una construcción cultural patriarcal, muchas veces la violencia de género se desencadena por el poder del hombre sobre las dinámicas y los pensamientos de las mujeres, así que es imprescindible que nosotras ganemos espacios públicos. Entrelazadas promueve la generación de dichos espacios a partir de dos ejes:

2.Proyectos productivos e intervención pública: con la construcción de redes se busca ayudar a tejedoras y tejedores dentro de la localidad, reivindicar economías solidarias mediante la promoción de su propia línea de ventas de agendas, mochilas, guantes, etc. Para buscar una red de aval y ayudar a las tejedoras y tejedores dentro de su localidad, el colectivo está actualmente trabajando la articulación con una empresa que produce ropa. Esta última dona el residuo textil a Entre-Lazadas y, a cambio, las

Se ha visto que la labor de tejer muchas veces se considera algo doméstico y privado; tal es, por ejemplo, la descripción que de ella hace Diana Esperanza Tovar, líder del proyecto 21. Pero tejer

Imagen 14: Afiche de invitación al evento “La Cecilia tiene Crochet” 2017 en el barrio La Cecilia del Alto Fucha. Foto por: Colectivo Entrelazadas 21

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Artículo “La Cecilia tiene Crochet”, con apoyo de la World Urban Campaign.

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las participantes del grupo dictan talleres de tejido a las trabajadoras/es de la empresa.

abuelos y abuelas, familias, líderes y sus grupos organizados. De este modo, se fue construyendo, poco a poco, un entramado de hilos con visos de un gran tejido humano.

En junio de 2017 las participantes organizaron el evento La Cecilia tiene Crochet, , en el cual, junto a otras iniciativas, dieron una muestra de apoyo a un proceso de resistencia artística cultural en la Cecilia y otros barrios ilegales de Bogotá, que se caracterizan por haber sido construidos de manera ilícita, tener acceso limitado a servicios públicos y una cifra bastante alta de violencia. En ese mismo mes, Entrelazadas organizó una jornada de dos semanas con la comunidad (mujeres y hombres del barrio) para tejer banderines hechos de bolsas de plástico reutilizable como herramienta de defensa de su territorio. Este fue un gran ejemplo de que el arte de tejer es un acto público “en el que cada persona que toma una aguja se convierte en el primer eslabón de ese tejido social que como colectivo guiamos a construir”

Al mismo tiempo, como promotora de lectura y lugareña del barrio Juan Rey, me inquietó abordar la idea de territorio presente en los residentes y en las instituciones, haciendo énfasis en cómo el espacio habitado adquiere importancia y cuándo se hace patente la responsabilidad de protegerlo y rescatarlo como patrimonio. En lo tocante al Parque San Cayetano, ha de saberse, pues, que se encuentra ubicado en el barrio Juan Rey, en los límites entre la localidad cuarta (San Cristóbal) y la localidad quinta (Usme), en Bogotá.

De igual manera, puedo afirmar ahora que, gracias a este colectivo, fui capaz de hallar el principal fin de la presencia/estancia de mi ser en la carrera de las artes: ante todo, un propósito comunitario y social. Por ello, el primer momento del trabajo de campo del proyecto Surcos en la Piel, en el año 2018, tuvo una relación directa con el colectivo Entrelazadas.

Las experiencias de lectura y escritura gestadas en el PPP buscaban transmitir el sentimiento de apropiación por el territorio que habitamos. A fin de cuentas, el barrio es nuestro patrimonio, de sur a norte y de oriente a occidente, y cada una de sus esquinas se convierte en parte de nuestro hogar: las montañas son nuestras sillas; las calles, nuestros pasillos; las piedras no removidas son nuestras escaleras y los árboles son nuestras puertas… en fin, el parque San Cayetano es nuestro jardín y el PPP es el pequeño corazón que irriga con letras y cantos las venas de todo el vecindario.

Antes que nada, hay que mencionar que el primer año de interacción social con la comunidad del barrio Juan Rey, artísticamente bautizado “Escrituras Textiles”, fue posible, tanto humana como económicamente, gracias a la beca Apoyo a procesos de Profesionalización de la Secretaría Distrital de Cultura y a la convocatoria de Iniciativas ciudadanas del IDPAC y la Alcaldía Local de San Cristóbal, cuyo puesto ganador fue obtenido por el colectivo Entrelazadas. Allí mismo se concibió Surcos en la piel, experiencia significativa originada gracias a la búsqueda de conectar los servicios que ofrece el Paradero Paralibros Paraparques (PPP) del parque San Cayetano con las diversas manifestaciones socioculturales que lo rodean. Durante el primer año compartí un sinfín de ideas e historias que pueblan los libros con niños y niñas,

Un día de servicio en la biblioteca me topé con Janneth Martínez, líder social del barrio por más de quince años. Ella estaba interesada en los servicios del programa, así que yo le propuse iniciar un proceso comunitario de largo aliento. Empecé a establecer vínculos posibles entre la lectura y las mujeres adultas y mayores del barrio Juan Rey, quienes, en su mayoría, hacían parte del grupo liderado por ella. Conocer a Janneth y al grupo de mujeres llevó al planteamiento de varias actividades de promoción de lectura atravesadas por el tema de lo femenino. Puesto que siempre me he decantado por la interpretación y la creación, les di a todas ellas un motivo para leer y escribir. Igualmente, se abrió la posibilidad de realizar creaciones desde la construcción cultural de lo femenino y su propio ser, porque, como dice la socióloga y antropóloga francesa Michélle 62

Petit: “para que el espacio sea representable y habitable, para que podamos inscribirnos en él, debe contar historias, tener todo un espesor simbólico, imaginario, legendario. Sin relatos — aunque más no sea una mitología familiar, algunos recuerdos—, el mundo permanecería allí, indiferenciado; no nos sería de ninguna ayuda para habitar los lugares en los que vivimos y construir nuestra morada interior». (PETIT, 2015) El hecho de que la mayoría de estas mujeres fueran analfabetas no le representó ningún impedimento a la hora de relatar oralmente sus propias historias, llenas de matices y de acentos; incluso, se arriesgaron a inventar sus propias grafías para expresar todo aquello que sentían. Ellas contaban que la lectura y la escritura fueron totalmente ajenas a sus vidas, porque para cocinar y atender a los obreros, al esposo y a los hijos no había que estudiar. Nunca aprendieron a leer ni a escribir. Todas sus experiencias de vida les dejaron marcas de subyugación y control, ninguna de libertad o emancipación. Así quedó manifiesta, una vez más, la brecha de acceso a la cultura escrita y visual que ha obstaculizado, entre tantas otras, a estas mujeres. Con este panorama en frente, planteé un ejercicio en el que yo leía en voz alta; gracias a la continuidad y el éxito que tuvo, me permití expandirlo con posterioridad. Toda esta iniciativa nació en el PPP San Cayetano y contó con el apoyo de la Casa de Igualdad de Oportunidades de San Cristóbal, la Junta de Acción Comunal del Barrio Juan Rey II Sector, el colectivo Entrelazadas y varias estudiantes colaboradoras de la Universidad Distrital que conformaron un grupo de trabajo para su proyección. En definitiva, este proyecto ha estado ofreciendo talleres barriales de promoción de lectura vinculados con las artes plásticas y escénicas, pues se considera que la educación artística, en su concepción plena, ayuda a identificar y desarrollar habilidades en la comunicación y la apreciación estética y sensible. Así pues, disciplinas como la música, la literatura, las artes plásticas, la danza y las artes escénicas enriquecen el contexto 63


sociocultural donde se llevan a cabo las prácticas de las mujeres que conviven en el barrio Juan Rey. Los resultados hablan por sí solos: se convierten en artífices de obras de carácter escrito y visual que les permiten tomar conciencia de los espacios que habitan, empoderarse como mujeres y, por supuesto, expresar su yo interno a través de medios alternativos, precisamente porque muchas de ellas no manejan ni entienden los códigos escritos convencionales. Escrituras textiles

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scrituras textiles nace de un interés por ensanchar la semántica del término texto, que ha constituido un material primordial al inicio del proyecto para entablar diálogos comunitarios por medio de ejercicios de promoción de lectura, alfabetización e intertextualidad con un eje transversal de género y territorio. Muchas de las mujeres participantes eran analfabetas 22 o no practicaban de manera recurrente la lectura o escritura. En el momento presente se hace una articulación con el colectivo Entrelazadas, grupo de mujeres jóvenes que se reúnen en San Cristóbal para reivindicar la acción de tejer en su resignificación política, trasladando el oficio al espacio público y revaluándolo en un contexto actual junto con un análisis histórico.

Para el 2017, en San Cristóbal, el porcentaje de analfabetismo es de 4,9 %, superior al de Bogotá (2,2%). ¿Tomado de Estudio de Perfil económico y empresarial de San Cristóbal realizado por la Cámara de Comercio de Bogotá. bibliotecadigital.ccb.org.co/bitstream/ handle/11520/2885/6229_perfil_economico_san_ cristobal.pdf?sequence= 22

Imagen 15: Afiche de invitación al taller permanente de escrituras textiles para habitantes del barrio Juan Rey Segundo sector. Foto por: Colectivo Entrelazadas

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Imagen 16: Taller de cartografĂ­a social Localidad cuarta de San CristĂłbal. Foto por: Daniela Luna

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El siguiente es un primer momento donde se realiza un diagnóstico en la comunidad a partir de: una convocatoria abierta a todas las etapas poblacionales; una sociabilización de la propuesta de investigación en campo según los ejes de trabajo; un reconocimiento del territorio habitado por medio de una cartografía social; la identificación de problemáticas e intereses de las y los participantes y una recopilación de información, escritos y vídeos a partir de la lectura crítica de textos literarios, que a su vez confrontan la realidad política y social de las mujeres, grupo poblacional mayoritario en los encuentros.

"El tejido es un signo dentro del contexto sociocultural donde se le concibe y cumple con una función, es un lenguaje no verbal a través del cual se comprende la conexión integral que existe entre la naturaleza, el mito, el hombre, la sociedad y el objeto que como manifestación material integra su cuerpo y contenido para hacer parte de la vida cotidiana en cada comunidad”. (Quiñones) Se trataba, pues, de un colectivo de mujeres reunido para tejer sus palabras y pensamientos femeninos y su relación con el territorio suroriental, espacio donde habitan. Ellas encontraron en el tejido una excusa para expresar la necesidad de convocar mujeres de todo el territorio y poner en acción sus manos como extensión de la memoria individual y colectiva.

Este primer espacio tuvo la participación de poblaciones diversas que estuvieron con las mujeres. Hubo niños y niñas, adolescentes, , jóvenes y familias habitantes del territorio, algunas pertenecientes a procesos sociales como el servicio social, proyecto de FUNDASET 23, el ICBF 24 y la organización comunitaria de adultas mayores del salón comunal del barrio Juan Rey (segundo sector).

Tejer es una acción que encierra dimensiones humanas y sociales, y para nuestro colectivo simboliza ir más allá de su concepto práctico, se trata de una acción metafórica. Sus sinónimos son entrelazar y entramar varios hilos, cordones a mano o en una urdimbre, lo que nos lleva a pensar, en la intimidad de nuestro hogar, que el tejido debería ser un acto público que logra su propia reivindicación como práctica de nuestros ancestros. Toda persona que agarra una aguja se convierte en el primer eslabón de un tejido social que buscamos fortalecer como colectivo.

El Colectivo Entrelazadas 25 generó un detonante en la parte metodológica de este proceso, pues logró enriquecer la interrelación entre los textos y el oficio del tejido manual en algunas de las formas más cercanas a la cotidianidad de las mujeres a partir de la planeación de los talleres mediante el uso metafórico de la palabra tejido. Así, cada módulo fue construido desde lo simbólico de esa conexión andina entre tejido y mujer.

Imagen 17: Taller de cartografía social Localidad cuarta de San Cristóbal. Foto por: Daniela Luna

El origen de los saberes textiles representa a las mujeres de la localidad cuarta de San Cristóbal:

Fundación para el desarrollo agrícola, social y tecnológico, que durante el año 2018 ejecutó un convenio, en asocio con el ICBF, de restitución de derechos de niños, niñas y adolescentes en el barrio Juan Rey. 24 Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF): es la entidad del Estado colombiano que trabaja por la prevención y protección integral de la primera infancia, la niñez, la adolescencia y el bienestar de las familias en Colombia. Tomado de: icbf.gov.co/instituto 25 El colectivo Entrelazadas surgió en el año 2017 a partir del interés de un grupo de mujeres jóvenes de la localidad cuarta de San Cristóbal de resignificar el oficio del tejido desde los espacios públicos. 23

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Imagen 18: Taller de cartografía social Localidad cuarta de San Cristóbal. Foto por: Daniela Luna

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tejen historia con cada palabra, voz, consejo, movimiento, puntada. Cada una está dedicada a su labor de vida: ser cabeza, raíz, vértebra, polo a tierra, ancla y soporte de su familia, su barrio y todo el contexto que las rodea. La historia sin las mujeres no es historia, pues ellas se encargaron de las labores de cuidado y no pudieron entrar al mundo de las ideas –sus ideas– durante años. Las mujeres merecen el reconocimiento de sus verdades, sus intuiciones y verdaderos amores. Por esta razón, los libros resultan siendo una suerte de refugio; una almohada donde posar nuestros espíritus femeninos; un oasis en medio de la difícil realidad que algunas afrontan. Pues un elemento como el libro proporciona la posibilidad de buscar la libertad física y simbólica. Uno muy especial ha sido Mujeres que corren con lobos, de la escritora estadounidense Clarissa Pinkola. Con él descubrimos esa libertad que ronda nuestros espíritus de lobas en busca de ser hallada para tomar forma de cuerpo femenino.

siempre hay algo más; ellas quieren que aquellas ideas y palabras atragantadas de hace veinte o más años tomen importancia, a pesar de que la sociedad las cohibió desde cualquier dimensión: social, económica, educativa, emocional, laboral y familiar. Según los relatos que se dieron en los espacios de encuentro intergeneracional, se constató que a las mujeres nadie les enseñó a leer, mucho menos a escribir. Las capacidades autónomas que han adquirido en su desarrollo humano les han sido delegadas por herencia natural o, incluso, por obligación familiar. Con ojos profundamente cansados, pies grabados con incontables recorridos y manos que se mueven al son de las agujas, ellas guardan un saber oculto de raíces ancestrales milenarias, aparecido desde que el ser humano iniciara su búsqueda de materiales y elementos con los cuales construir entramados que le sirvieran de abrigo hasta potenciarlos como herramienta de reparación sociocultural. Así se fue desarrollando la tecnología del tejido en su evolución primigenia.

“Tiene corazón de tierra y alas de palomita, es como el agua bendita santigua glorias y penas” (Víctor Jara) Así son las mujeres, acumulan dolores, sentimientos profundos, percepciones, deseos, saberes, miedos, gustos, caminos y vuelos. Arando surcos en sus pieles, por donde corre el agua que riega sus seres, se renueva el alma y renace en frutos de sabiduría.

Quien escribe, teje. Texto proviene del latín “textum”, que significa tejido. Con hilos de palabras vamos diciendo, con hilos de tiempo vamos viviendo. Los textos son como nosotros: tejidos que andan.

“Canto que ha sido canto valiente siempre será canción nueva” (Víctor Jara)

Imagen 19: Taller de cartografía social Localidad cuarta de San Cristóbal. Foto por: Daniela Luna

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Eduardo Galeano

Las mujeres adultas y adultas mayores del primer y segundo sector del barrio Juan Rey, con las cuales compartimos un espacio durante cuatro meses, saben escuchar con oídos de mariposa. Vuelan por el aire palabras interconectadas de “La manta de las historias”, suben acariciando los cuellos oraciones y fragmentos de “Mujeres que corren con lobos” y se abren nuevos senderos en el valle de los recuerdos y la reflexión de estas mujeres que cavilan, opinan y difunden cada parte del libro grabada en su interior. Cuando las letras sirven como puente para revivir recuerdos y avivar el fuego de las palabras, 71


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Módulo 1 Tejidos documentales

l objetivo de este módulo fue el de liderar un proceso de autorreconocimiento de las prácticas de tejeduría sobre textiles que emprenden de manera doméstica y autónoma las mujeres adultas y adultas mayores de dos sectores del barrio Juan Rey. Para su desarrollo fue necesario identificar los saberes propios de tejeduría ancestral, tales como la técnica del crochet o las dos agujas, que en su mayoría fueron heredados de sus generaciones anteriores y resultaron esenciales para trabajar durante estos encuentros. La actividad se inicia con un ejercicio de trabajo corporal con duración de quince minutos, seguido de un momento de apertura a la escucha con una lectura poética del libro El ojo de la mujer, una antología de la poeta latinoamericana Gioconda Belli. A su vez se abre el diálogo. Para el desarrollo de los bordados de la memoria y, con el fin de apoyar el ejercicio de reflexión sobre el vínculo estrecho entre el arte del tejido y su facultad de dar abrigo, se propone una lectura general del libro “La manta de las historias”, de las escritoras Ferida Wolf y Harriet May Sabitz, quienes, en un fragmento, nos relatan que “Babba Zarrah tiene una hermosa manta de lana, en la que los niños aman sentarse para escuchar sus historias. Cuando ella se da cuenta de que sus vecinos necesitan ropa nueva, desbarata en secreto su manta de las historias, para tejerles las prendas que necesitan” 26. Este libro nos permitió darles a las mujeres participantes una pauta para dibujar un recuerdo de la vida en el campo gracias a la oralidad, pues la representación de estos momentos o recuerdos

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a partir de la voz es un ejercicio que intenta conservar la nitidez para las mujeres. Dentro de los ejercicios propuestos, las mujeres entraron en la búsqueda de elementos que facilitaran el diálogo colectivo. Mientras se tejía la palabra identificamos los siguientes puntos: •Las mujeres relatan con facilidad su pasado, ya que así lo hicieron. •El tejido para las mujeres nace de una costumbre heredada de generaciones anteriores, encargadas del sostenimiento de la vida y la familia. •¿De quiénes aprendimos a tejer? ¿De dónde provienen esos saberes? Campo-ciudad. •Compartir intergeneracional, discusión entre niños, jóvenes y adultas mayores sobre las relaciones y las mentalidades del pasado y cómo han cambiado a lo largo de la historia. •Las mujeres y familia: generación de roles sumisos. Dentro de las reflexiones finales el ejercicio permitió recordar saberes, reconocer sus habilidades creadoras, constituir un punto de inicio para retejer la vida de las mujeres desde los espacios cotidianos y, así, lograr la sanación de algunas rupturas. A continuación, se muestran algunos ejercicios terminados de este taller.

Reseña rescatada de: https://www.panamericana.com.co/la-manta-de-las-historias/p#fichaTecnicaPR

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Se trataba, pues, de un colectivo de mujeres reunido para tejer sus palabras y pensamientos mujeriles y su relación con el territorio suroriental, donde habitan. Ellas encontraron en el tejido una excusa para expresar la necesidad de convocar mujeres de todo el territorio y poner en acción sus manos como extensión de la memoria individual y colectiva. Tejer es una acción que encierra cualquier dimensión humana y social, y para nuestro colectivo simboliza ir más allá de su concepto práctico, se trata de una acción metafórica. Sus sinónimos son entrelazar y entramar varios hilos, cordones a mano o en una urdimbre, lo que nos lleva a pensar, en la intimidad de

Imagen 20: Bordado realizado por Ana Lucila Niño. Foto por: Daniela Luna

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Imagen 21: Bordado realizado por Marina. Foto por: Daniela Luna

Imagen 22: Bordado realizado por Rita Salamanca. Foto por: Daniela Luna

Imagen 24: Bordado realizado por María Joaquina González. Foto por: Daniela Luna Imagen 23: Bordado realizado por Marisol Rodríguez. Foto por: Daniela Luna

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Imagen 25: Niña participante del encuentro – taller escrituras textiles en el salón comunal Barrio Juan Rey II sector. Foto por: Daniela Luna

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Módulo 2 Retejer la vida

Imagen 26: Participante Ana Aracely Cantor en el encuentro – taller escrituras textiles en el salón comunal Barrio Juan Rey II sector. Foto por: Daniela Luna

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ara este módulo el objetivo fue recordar el saber textil con los hilos de sus historias: retejer la vida. Se inicia con una actividad de quince minutos de trabajo físico con el propósito de fortalecer la memoria corporal y relajar los músculos para proceder a la práctica del tejido; seguidamente, se realiza la habitual lectura de afianzamiento de la actitud de escucha con un mito corto tomado del texto “Wale Keru”, que corresponde a la mitología de la etnia Wayuu. Para el desarrollo de esta actividad se tuvo en cuenta el concepto de la feminidad, el reconocimiento de las opresiones y las habilidades adquiridas para el ejercicio del poder que ejercen algunas instituciones y sujetos sobre las mujeres. El texto propuesto fue “Mujeres que corren con los lobos”, de Clarissa Pinkola, que nos dio bases narrativas para identificar virtudes ocultas que guardamos las mujeres, puesto que “dentro de toda mujer alienta una vida secreta, una fuerza poderosa llena de buenos instintos, creatividad y sabiduría. Es la Mujer Salvaje, una especie en peligro de extinción debido a los constantes

esfuerzos de la sociedad por civilizar a las mujeres y constreñirlas a rígidos papeles que anulan su esencia instintiva”. En este libro, Clarissa Pinkola Estés revela ricos mitos interculturales, cuentos de hadas e historias (muchas de ellas relativas a su propia familia) con el fin de contribuir a que las mujeres recuperen su fuerza y su salud, atributos visionarios de esta esencia instintiva 27

la forma de enseñar el tejer en mostacilla a partir de un sentido. La realidad de nuestros indígenas de la nación Emberá nos ha servido como materia prima para entender la dinámica real de los oficios artesanales considerados patrimoniales en nuestro país, pues

Leamos ahora cómo suelen desplegarse tales oficios:

En la conversación ella narra cuán importante es la forma de tejer para las mujeres –mayormente, aunque también algunos hombres tejen–, las manos se hacen más fuertes y ágiles –dijo al principio–, los ojos más atentos… Descubrí que, para ellas, la explosión de colores tanto en colores y manillas, como en las faldas representa un particular contacto con la naturaleza. De pequeños están atentos al mundo vegetal y animal que los rodea. Y eso es lo que plasman posteriormente en la artesanía. ‘Es una forma de vida y sostenimiento cultural’, es un legado que ella dejará a sus nietos.

(…) nos hemos habituado a ver indígenas de la gran nación Emberá en sitios diversos de la ciudad, ofreciendo a los transeúntes vistosos abalorios en forma de okamas o collares, manillas y aretes. Pocos saben, sin embargo, que para ellos esta artesanía es expresión de su cosmogonía. El cordón umbilical que los mantiene unidos a sus territorios, a su historia, a sus ancestros. La acción de tejer, las formas plasmadas y los colores, así como la lengua materna son los dos pilares culturales que han permitido a la gran nación Emberá mantener, en medio de los avatares del desplazamiento, su rica tradición cultural. Es el legado de las mayoras a sus nietos, a su gente 28 .

El desarrollo técnico para este módulo fue la mostacilla. Se acogieron bastantes mujeres y a sus familias, entre ellos, niñas y niños que se interesaron por el aprendizaje manual e identificaron una forma de crear (arte) a partir del diagrama por puntos, que implica entender la complejidad del tejido con aguja y mostacilla. Algunas ya habían manejado la técnica, mientras que otras apenas se iniciaban en el proceso. Desde el principio se evidenció el interés de aprender y de perfeccionar la técnica de un tejido que necesita telar para generar su estructura. Junto con los talleristas invitados nos ideamos la

Mayora Alicia Sabugara

Reseña rescatada de: https://www.panamericana.com.co/mujeres-que-corren-con-los-lobos-545350/p Consultado el 13 de agosto de 2020 en https://www.javeriana.edu.co/unesco/pdf/conversatorio_La_cosmogonia_ Embera.pdf, 27

Imagen 27: Participantes taller mostacilla en el salón comunal Barrio Juan Rey II sector. Foto por: Daniela Luna

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Reflexión

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a reflexión estuvo provista por la experiencia vital con el material y la técnica, así como por la comprensión de aquello que no es común en la vida cotidiana actual de la ciudad en un siglo en el que se comercializa con el conocimiento, pero no se contempla su reconstrucción. Estas mujeres estuvieron cerca de una cosmovisión particular atravesada por la simbología de la vida y el pensamiento y, además, quedaron cautivadas por la estética visual que sostiene este tipo de tejido, que, como oficio milenario, contiene una carga metafórica importante al compararse con la construcción social actual de pensamiento. Los talleres de los diferentes saberes textiles de los días sábados en el salón comunal de Juan Rey no sólo consistieron en un espacio de aprendizaje, sino también de memoria. Así es. Al tejer, nuestras manos empiezan a recordar el lenguaje con que las mujeres de anteriores generaciones han escrito el gran relato de la humanidad. Con ganchillo, aguja o telar, las mujeres fueron rememorando a sus maestras tejedoras: madre, tía, prima, amiga... mujeres. De allí nació la importancia de proporcionar un espacio intergeneracional donde cada una de las participantes compartía el pensamiento según su visión y subjetividad.

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Módulo 3 Re-existencia

Imagen 28: Taller mostacilla en el salón comunal Barrio Juan Rey II sector. Foto por: Daniela Luna

Imagen 29: Taller mostacilla en el salón comunal Barrio Juan Rey II sector. Foto por: Daniela Luna

Re-existencia

el hecho de considerar la falta de acceso a la educación del género femenino algo normal en una época plagada de desigualdades, estereotipos y de negación del sujeto que representaba la mujer como ser intelectual.

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l objetivo de este módulo fue orientar las reflexiones hacia la resistencia y la autonomía ciudadana por medio de las artes manuales que tienen arraigo en nosotras. Durante el desarrollo de este ejercicio cada mujer se incorporó desde el hacer con sus manos. Gracias al libro Mujeres que corren con lobos, lograron identificar, desde lo más profundo de su sentir, una multiplicidad de violencias por las que han atravesado en sus vidas. Hallaron aquel motivo íntimo que les ha permitido reflexionar y reencontrarse con sus propios fantasmas, los mismos que ha dejado una sociedad patriarcal con prejuicios y estigmas de género que han marcado su desarrollo de mujeres autónomas desde la cuna. Por ejemplo,

Esta actividad iniciaba con quince minutos de trabajo corporal, seguido de una lectura poética como aperitivo anímico. El eje temático fue aportado por el libro Mujer de la guarda, de la escritora chilena Sara Bertrand, que permite explorar el poder del cuidado y la omnipresencia simbólica de las mujeres. Fue un ejercicio para fortalecer la construcción de la memoria a partir del oficio del tejido y las manos femeninas. La técnica utilizada fue la continuación de la mostacilla. 86

Imagen 30: Participantes taller mostacilla en el salón comunal Barrio Juan Rey II sector. Foto por: Daniela Luna

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Reflexión

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l fin de este taller –un taller pensado según el estímulo artístico– es validar a la mujer como eje creador en la conmoción de aprender algo nuevo o retomar memorias del hacer con sus manos en tiempos pasados. Como muchas de ellas habían trabajado en oficios domésticos o de manufactura, se hizo manifiesto que todas estamos tejidas con hilos desde la re-existencia.

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Módulo 4 Cuidado y autocuidado

Cuidado y autocuidado El objetivo del módulo es articular el lenguaje del oficio del tejido con su metáfora sobre la vida. Su desarrollo nace de motivos que tienen las mujeres para tejer y que parten de las primeras memorias de hilos entramados y los movimientos ondulados que va dando la mano para dirigir la hebra. Esta actividad se inicia con un ejercicio de trabajo corporal con una duración de quince minutos, seguido de un momento de apertura a la escucha con la lectura de una antología poética de Mercedes Carranza, la mejor y más reconocida poeta colombiana, que a su vez abrió el diálogo con las mujeres. Para esta sesión se les pidió a las participantes buscar en su casa tejidos antiguos, de orden ornamental o utilitario, que hubieran conservado desde hace mucho tiempo. El ejercicio permitió reconocer en ellas esas habilidades innatas que tienen para usar sus manos en oficios como el tejido. Fue un común encontrar que todas guardaban un tejido hecho a mano en casa, ya fuera propio o de algún familiar 90

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LAS MANOS AMADAS

Manos sabias: dedos que han oído y en la oscuridad han visto. Manos que llevan en su memoria carnes destruidas ya por el olvido y en las uñas ese vago temor a la barbarie. Manos que van de palabra a labio, a instante en que los dedos desordenan infiernos y gestos y venas. Piel cómplice o mezcla de sangres cuando roza el centro de suave paloma. Manos que también dicen adiós. M. Mercedes Carranza 92

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Imagen 32: Carpeta tejida a crochet por Concepción Landeros. Foto por: Daniela Luna

Imagen 31: Vestido Tejido por Ana Lucila Niño. Recuerdo de su infancia. Foto por: Daniela Luna

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uego, el ejercicio consistió en datar por medio de la palabra aquellos primerísimos recuerdos de tejido en sus vidas. Por ejemplo: la señora Ana logró encontrar en los confines de sesenta y ocho años de vida el momento en que su mamá le enseñó a entramar fibras naturales como caña, flecha, entre otras, propias de la hechura de sombreros y otras artesanías; o la señora María Joaquina recordó cómo el crochet era su pasatiempo cuando crecía en alguna zona rural de Cundinamarca. Para generar estas reflexiones fue necesario recurrir al libro “Mujeres”, de Eduardo Galeano, que, a partir de sus pequeños relatos, “recorre como en

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un caleidoscopio de paradojas y contradicciones, las luchas, los sacrificios, las condenas y los logros de mujeres en diversos lugares del mundo a lo largo de casi 2500 años de historia. Mujeres maltratadas, humilladas, cercenadas, vendidas, mutiladas, ahorcadas, quemadas… Mujeres a quienes les estaban vedados los derechos civiles, los cargos públicos, la elección del compañero, pero también el canto, la música, el arte y el goce… Mujeres de todos los tiempos que contra viento y marea desafiaron el orden establecido y se animaron a soñar otro presente” 29.

Consultado el 13 de agosto de 2020 en: https://www.elhistoriador.com.ar/mujeres-fragmentos-de-eduardo-galeano/

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Imagen 33: Carpeta tejida a crochet por Yolanda. Foto por: Daniela Luna. Foto por: Daniela Luna

Imagen 34: Carpeta tejida a crochet por Ana Lucila Niño.

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Imagen 35: Carpeta tejida a crochet por Concepciรณn Landeros. Foto por: Daniela LunaLuna Foto por: Daniela Luna

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Después de compartir aquellas historias guardadas en los textiles, iniciamos el taller con la técnica del tejido de trapillo en crochet (elementos de ornamentación doméstica). El trapillo es el residuo que se genera en las grandes fábricas textiles y se puede utilizar como una especie de hilo de grosor. Funciona muy bien para tejer.

Muchas de las historias que tienen las mujeres por contar se manifiestan en formas textiles, pues la mayoría de ellas conserva tejidos, bordados, entre otras telas intervenidas desde hace mucho tiempo. Estas piezas guardan un profundo sentido ya que fueron hechas por antepasados de la familia y sirven como dechados o muestras de puntadas, las llamadas carpetas en crochet o, incluso, de prendas de vestir que usaban las distintas generaciones de la familia, tales como escarpines, vestidos, sacos, medias, etc. Todas ellas no están solamente hechas de lana o hilo, sino de emociones, sentimientos y recuerdos. 98

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Imagen 36: Tejidos documentales. Foto por: Daniela Luna

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Imagen 38: Tejido hecho a mano en técnica crochet con trapillo por Yolanda. Foto por: Daniela Luna

Imagen 37: Ombligo. Tejido hecho a mano en técnica crochet con trapillo por Janeth Martínez. Foto por: Daniela Luna

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Imagen 39: Tejido hecho a mano en técnica crochet con trapillo por Luz Edith Padilla. Foto por: Daniela Luna

Imagen 40: Tejido hecho a mano en técnica crochet con trapillo por Luz Edith Padilla. Foto por: Daniela Luna

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Imagen 41: Tejido hecho a mano en técnica crochet con trapillo y bolsa plástica por María Joaquina González. Foto por: Daniela Luna

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Módulo 5 Microtejido en papel

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l objetivo de esta sesión fue el de potenciar habilidades manuales a partir del reconocimiento de técnicas artesanales. Inicia con un ejercicio de trabajo corporal, para luego entablar el diálogo gracias a la lectura del texto “Las desobedientes”, de Betty Osorio y María Mercedes Jaramillo. Este libro recoge biografías que rescatan el acontecer histórico y el quehacer vital de mujeres hispanoamericanas que marcaron su momento y su medio por haberse enfrentado a las reglas establecidas o a las injusticias sociales que las marginaban...”. En este caso el papel artesanal (o papel reciclado) fue nuestra excusa para entablar un diálogo en torno a aquellos retazos que componen las particularidades de la historia de cada mujer narrada. El papel reciclado es muy fácil de fabricar: consiste en reutilizar el papel usado, mezclarlo con agua, hacer una pasta y elaborar una solución acuosa con la que se fabrican las hojas en moldes de madera; luego se dejan secar las hojas.

La elaboración del papel artesanal, también llamado papel reciclado, no ha variado mucho desde sus orígenes hasta ahora. Actualmente, para elaborar papel artesanal, se emplean los mismos métodos y herramientas. Hacer papel reciclado a mano no precisa de grandes inversiones ni de una gran infraestructura; no precisa grandes conocimientos y el procedimiento es sencillo. Cualquiera puede dedicarse a este gran hobby tan apasionante. El papel se puede secar en tendederos, pero con un ventilador es suficiente. El molde, que también se llama forma, se puede hacer a mano. Es muy simple: con un par de bastidores, fabricados en la medida necesaria. Las fibras naturales se recolectan del entorno para enriquecer las texturas del papel. Estas se deben tratar de cierta manera para lograr resultados variados; también se usan fibras textiles y diversos materiales que se puedan

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mezclar con la pasta del papel. Por último, existen diversos tintes naturales solubles en agua que se consiguen en el mercado local fácilmente y a buen precio. Entre los materiales empleados se encuentran:

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apel blanco usado, fibras naturales, fibras textiles, soda cáustica o ácido muriático, una licuadora, una tina con capacidad de 5 a 10 litros, dos bastidores (uno con malla y otro libre), hojas de entretela, una esponja común, ganchos para colgar ropa, tablones de madera del tamaño del papel y prensas de madera. La duración del taller abarcó dos días, divididos en sesiones de cuatro horas. Durante el primer día se realizó la reparación de los materiales, la pasta y las fibras y tintes. En el segundo día se realizó la fabricación de las hojas, luego el secado y prensado que dieron origen a los productos elaborados con papel reciclado. 107


Reflexión

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n la localidad de San Cristóbal, en el barrio Juan Rey, durante los días 10 y 17 de noviembre se llevó a cabo el taller de papel artesanal de la mano del artista plástico Nazir Quiroga. Durante las dos jornadas las mujeres pertenecientes al grupo de trabajo aprendieron la técnica básica para la elaboración del papel artesanal. Se escucharon diferentes historias de cómo era la vida de las mujeres antes y de qué manera se las relegaba a ciertas actividades que se consideraban apropiadas para ellas. También, para dar introducción al taller, se reprodujo un documental llamado La historia del papel. Luego se habló sobre las diferentes calidades del papel y algunas materias adicionales que se pueden usar; se elaboró un bastidor como muestra de los elementos que se usan durante el taller; finalmente, se seleccionó y preparó el papel que sería usado en la elaboración de las hojas artesanales. Durante la segunda jornada el grupo de mujeres se encargó por completo de la fabricación del papel: licuar la pasta básica, preparar la materia orgánica, cortar las entretelas y preparar el recipiente para elaborar las hojas. Paso a paso, las mujeres crearon una serie de hojas de diferentes texturas y colores (se pueden observar en las fotos adjuntas al informe). En definitiva, el taller fue una introducción a la industria casera del papel artesanal, sobre el que se pueden elaborar múltiples productos de diversa índole. Todos ellos, así como el desarrollo del taller casero de papel, serán tratados en sesiones posteriores donde se compartan estas ancestrales técnicas. Ha de saberse que esta actividad abordó una forma especial de microtejido, pues las fibras del papel antes hecho mediante procesos industriales están constituidas por fibras vegetales mínimas que se unen para formar una hoja. Las mujeres se llevaron ese conocimiento para sus vidas; una vez más se elevaba la metáfora del tejido. 108

Imagen 42: Secuencia de imágenes del taller de micro tejido en papel. Foto por: Daniela Luna

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Manifestación literaria - Exploración de técnicas y formas de narrar

Para este módulo se tendrán en cuenta cuatro ejes fundamentales de derechos:

marco de la iniciativa:

Módulo Pedagógico: Componente Literario

•La incidencia de la mujer en la política pública y en la vida cultural.

•El primer momento metodológico girará en torno al diálogo. Allí, las mujeres tendrán la oportunidad de compartir sus experiencias de vida. Además, gracias al camino que Surcos en la piel ha recorrido, esas experiencias serán contadas a través de la oralidad, a la vez que sus escritoras serán centro de atención de las demás mujeres que desean escuchar y ser escuchadas a través de sus cuentos y poemas.

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a necesidad de hallar un espacio de diálogo barrial y ser escuchadas es cada vez más imperiosa. Surcos en la piel, a través de su experiencia en este sector de la ciudad, ha podido facilitar algunos encuentros donde se han generado discusiones frente a la problemática de acceso a la cultura, a la literatura y a las bibliotecas. Normalmente, las condiciones de transporte, esfuerzo físico y lejanía limitan a muchas mujeres y les impiden el disfrute de espacios donde puedan dialogar en torno a los libros, a sus historias de vida y su cotidianidad. Por ello, la tertulia Surcos en la piel le apuesta a generar nuevas experiencias en torno a los diálogos de saberes, es decir, aquellas actividades epistémicas que nos hacen plurales como sociedad: las sus costumbres, oficios, gastronomía, la fiesta y la experiencia de vida a través de la escritura.

•La circulación del conocimiento como un desafío al cambio de actitud social y de estereotipos para legitimar la igualdad de género y la defensa de la igualdad de derecho para evitar la discriminación. •El reconocimiento y la exigencia de derechos fundamentales para las mujeres dentro de la Política Pública de Mujer y Género. Estos, específicamente, son: derecho a una educación con equidad y derecho a una comunicación y cultura libre de sexismos. •Un impulso al reconocimiento de la mujer en su papel como defensora de la vida a través del arte y la creación. Teniendo en cuenta estos cuatro ejes, se plantean tres momentos para desarrollar en el

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•Para el segundo momento, el arte es el medio por el cual se van a relacionar las personas, de modo que se sugerirán lecturas con un enfoque de género que les permitan, a través de los libros, descubrirse y estar más cerca de la literatura, la cultura y sus manifestaciones. En estas actividades, la lectura será compartida y habrá un momento de sociabilización donde se tendrán en cuenta las opiniones de quienes leen. A su vez, será la exploración de distintos textos lo que les permita realizar a ellas mismas,

previo acompañamiento, una selección de textos que se han venido trabajando a lo largo de 12 meses y que se han fortalecido con talleres de escritura creativa dentro de la tertulia. •Para el tercer momento, en compañía de las participantes, se hará la selección de los textos que se publicarán, es decir, ellas traerán sus textos y los compartirán con el resto del grupo para que de esta forma todas tengan la oportunidad de ser parte de un comité editorial, en donde además se pensará el diseño de la Antología. •El momento de cierre será un conversatorio liderado por todas las mujeres que en él participen. Ellas contarán su experiencia dentro de la Tertulia Surcos en la Piel, su experiencia lectora y la importancia que les representa el ser leídas por otros. Como, en su mayoría, se trata de mujeres que no han publicado textos, esta experiencia puede ser ciertamente transformadora, ya que visibilizará sus formas de vida y contexto social. 111


Sesión

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Objetivo

Metodología Para esta actividad se propondrá una pregunta orientadora: “¿Qué es Bogotá?”. Allí se indagará sobre la relación de los asistentes con la ciudad y cómo viven y sienten su barrio. Para la segunda sesión se realizará un taller de lectura en voz alta gracias al cual a todas las mujeres participantes se les sugerirán distintas lecturas con enfoque de género, es decir, libros escritos por mujeres o que cuestionen el rol social que se ha delegado a los géneros y, a su vez, les permitan descubrirse a través de su lectura. Para la segunda actividad, teniendo en cuenta el primer momento de la segunda sesión, se procederá a que ellas mismas seleccionen los textos que van a sociabilizar en la sesión 3.

Inferir dentro de una estructura de tiempo y espacio (cronotopo) y, a través del dialogo y la narración de sus historias, los imaginarios sobre el barrio como un ser vivo y fluctuante (entre los asistentes a la Tertulia Surcos en la Piel). Reconocer en la poesía la relación entre lo cotidiano y la ficción a través del lenguaje poético y la crónica.

En compañía de las participantes, se hará la selección de los textos por publicarse, es decir, ellas traerán sus textos y los sociabilizarán con el resto del grupo para que todas tengan la oportunidad de ser parte de un comité editorial, en donde además se pensará el diseño de la Antología.

Compilar los textos que se han de publicar por medio del comité editorial. Las mujeres seleccionarán y corregirán sus textos en compañía del grupo; se tendrán en cuenta los géneros literarios y ejes temáticos.

Se realizará cierre a modo de recital. El momento de cierre será un conversatorio liderado por las mujeres que en él participen. Ellas contarán su experiencia dentro de la Tertulia Surcos en la Piel, su experiencia lectora y la importancia que les representa el ser leída por otros. Como, en su mayoría, se trata de mujeres que no han publicado textos, esta experiencia puede ser ciertamente transformadora, ya que visibilizará sus formas de vida y contexto social

Visibilizar los procesos de escritura, experiencias de vida y la realidad que viven las mujeres de Juan Rey mediante sus creaciones y expresiones artísticas como una forma de reivindicar sus derechos

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a apreciación literaria ha sido para el colectivo un derrotero para la formación no solo de lectoras sino de ciudadanas, pues la literatura, ya que funciona como un espejo que refleja cada realidad particular, se ha constituido en un eje transversal de reflexión acerca de la vida misma. Los libros son el vehículo para transportar la emancipación de los individuos que conforman una sociedad. En este caso, las mujeres, que han adquirido un valor fundamental a lo largo de la historia como columna vertebral de la humanidad, son quienes forjan el carácter de las nuevas generaciones y desarrollan otros lenguajes que comunican el mensaje del amor y el sostenimiento de la vida. Consideramos que las mujeres en su diversidad mantienen la potencialidad de las labores del cuidado siempre que construyen ciudadanías activas. Finalmente, es en esa labor de leer y apreciar la palabra donde radica el valor simbólico que se le da al contenido de un libro, un libro que es la vida misma. Hace poco, Eileen Vigoya 30, estudiante de Maestría en Educación y líder nacional del Servicio de Formación ciudadana Red Cultural del Banco de la República, hizo un análisis, siguiendo la pedagogía del proyecto Surcos en la Piel, en donde se atestiguan unos hallazgos teóricos basados en la experiencia. A continuación, hago referencia a la importancia que tiene el proceso con las mujeres para la construcción de (una) sociedad:

Para analizar el aporte al fortalecimiento de culturas de paz mediante estrategias pedagógicas asociadas a la cultura se hace relevante reconocer las relaciones entre lenguaje y competencias ciudadanas. En este sentido, se entienden las competencias ciudadanas desde la concepción que le otorgan Alexander Ruiz y Enrique Chaux como “el conjunto de capacidades y habilidades cognitivas, emocionales y comunicativas -integradas- relacionadas con conocimientos básicos (contenidos, procedimientos, mecanismos) que orientan moral y políticamente nuestra acción ciudadana”. (2005, p. 32)

Desde este norte de sentido y teniendo en cuenta las ocho competencias fundamentales para la convivencia pacífica: manejo de la ira, empatía, toma de perspectiva, generación creativa de opciones, consideración de consecuencias, pensamiento crítico, escucha activa y asertividad (Chaux, 2012, p. 18), el análisis girará en torno a una competencia específica, la empatía, habilidad de tipo socio-emocional que permite identificar y responder constructivamente a las emociones propias y de los demás, y que se reconoce por Hoffman como “la capacidad para sentir lo que otros sienten o, por lo menos, sentir algo compatible con lo que puedan estar sintiendo otros” (2002, citado por Chaux, 2012, p. 69). (VIGOYA, 2020, pág. 2)

Eileen presenta un informe que da cuenta de una aproximación breve al programa Surcos en la piel, realizada con el objetivo de desarrollar una evaluación cualitativa de proceso. Esta indagación se adelantó a partir de una muestra obtenida de las metodologías y materiales suministrados por la fundadora del Programa y un par de entrevistas. Los resultados buscan evidenciar cómo se desarrolla la empatía en espacios no convencionales de mediación de lecturas y escrituras desde las relaciones entre el lenguaje y las competencias ciudadanas mediadas por la apreciación y la generación de contenidos culturales. Al final del documento se identifican las limitaciones del análisis y se sugieren posibles acciones para el fortalecimiento del Programa. 30

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Para el desarrollo de este módulo, la apreciación literaria nos dio una posibilidad de desarrollar la empatía a partir de la relación intertextual que hay en los lenguajes empleados por las distintas mujeres participantes. Estos se encuentran fácilmente dentro de un contexto privado o laboral, pero nunca son vistos con los ojos del simbolismo. Desarrollar el carácter simbólico del ejercicio del bordado, de la pintura o del tejido es vital para la formación de la identidad y la consolidación de un ejercicio colectivo de organización en torno a la cultura que somos todas. Eileen Vigoya nos permite entender cómo se articulan la noción de empatía y literatura: Un ejemplo del uso empático de la literatura dentro del proyecto se hace evidente con la lectura colectiva de la obra Veladuras, de María Teresa Andruetto. Esta obra trata la búsqueda de identidad y memoria en contextos rurales por parte de Rosa Mamani, una joven descendiente de indígenas Aymaras que luego de perder a toda su familia y vivir situaciones de pobreza y discriminación regresa a la Quebrada de Humahuaca, donde vivieron sus ancestros, y logra reconstruir su vida gracias al uso de las palabras y el arte, específicamente desde la técnica pictórica de las veladuras. (VIGOYA, 2020, pág. 7)

pátinas como estas que les hacemos a los ángeles, si pudiera pasarle pan de oro a lo que ha perdido el brillo, si al alma de uno le fuera bien hacerle veladuras, seguro que lo que duele se pondría opaco y no se sufriría más. (Andruetto, 2005, p. 18) Con esta obra literaria se logran señalar los puentes que tiende la literatura hacia la empatía con personajes ficticios con los que es posible identificarse y conectarse (algo como trastocar ese libro, pero a partir de otros sentidos, de la piel). Lo que hicimos fue ligar el libro con la historia rural y campesina de las mujeres. Antes de pasar a leerlo, empezamos a contarnos fragmentos de una historia que recordáramos de niñas. Era como ver un espejo en el libro, un espejo para que nosotras mismas nos identificáramos y, también, un poco, para poner en juego esas múltiples realidades. A todas nos había pasado algo muy parecido, por lo que este ejercicio de empatía nos ayudó a entender que también en otros países había relatos semejantes (el libro es de autoría argentina). Era otro contexto, pero muy relacionado con lo que habíamos vivido en Colombia. En este punto es plausible resaltar cómo el proyecto logra lo que Silva y Díazgranados (2004) denominan las conexiones entre lenguaje e interacción, “facilitando la apropiación de herramientas expresivas para construir identidad, consolidar las relaciones personales y compartir historias como medio para establecer relaciones de apoyo y confianza” (VIGOYA, 2020, pág. 8).

Me gusta hacer las veladuras y también los falsos acabados. Falsos acabados, así es como los llaman, porque se pinta para que parezca piedra, mármol o madera con sus vetas, sus manchas y cogollos... aunque no sean verdaderos a mí igual me gustan, hacen que después de mucho cubrir y sobar, A continuación, se muestra uno de los todo quede al fin bastante bien. No sé qué resultados propios del proceso durante el año piensa usted, doctora, pero a mí se me hace pasado. Se trata de un compilado de textos que es también así la vida. (…) primero realizados como ejercicio de reivindicación de uno cubre todo y después va sobando saberes y articulación colectiva por las mujeres de a poco lo que tiene soterrado, que es participantes, pues trabajamos de la mano con siempre lo que duele y hay que soliviar. Es el Colectivo Tertulia L10, quienes nos apoyaron de ese modo como se cubre lo que estaba con los ejercicios de escritura, la corrección expuesto. Por eso pienso algunas veces que de los textos resultantes, la diagramación y la si pudiera hacerme yo misma a mí unas edición de esta revista. 114

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Imagen 43: “Abuela-rio”, pintura hecha por: Luz Mery Urbina. Foto por: Daniela Luna

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Título: Abuela-Río Autora: Luz Mery Urbina Manifiesto

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e vivido tantas guerras que hoy puedo vivir en paz dentro de ellas.

Nuestra lucha es por un pensamiento diverso, son múltiples las voces que se entrelazan para erigir esta historia, la que nos ha negado, negado, en donde la búsqueda de espacios de reunión, de opinión y de escucha es una revolución. No es justo que, en la búsqueda de la justicia, nos priven de la libertad; descubrimos el derecho a la felicidad, a la palabra, al apoyo mutuo entre mujeres. Somos un espejo para otras generaciones, por medio de la experiencia somos educadoras de la vida. Nos dimos cuenta de que la salvación es personal y se lo enseñamos a nuestras madres, hijas, nietas, amigas. La construcción de conocimiento y sabiduría femenina está dada gracias a la capacidad de cuidado, de amar para construir las bases de la sociedad. En palabras nuestras, este espacio es creado para aprovechar el tiempo, compartirlo con personas jóvenes conociendo su forma de pensar y actuar, tener más seguridad en nosotras mismas. Cuando uno habla con otras mujeres ve cómo todas tenemos distintas formas de ver la vida, que nuestros problemas no son tan grandes como los imaginamos, tenemos mucho por hacer. De este espacio que hemos construido deseamos conocer y compartir más de las experiencias e historias de las mujeres. A partir de ahí, establecer un diálogo que pueda conectar con la visión de vida de cada una para transformarla. Además, conocer e interpretar los distintos lenguajes artísticos que poseemos y que podemos desarrollar, como la pintura y la cerámica, la escritura y la oralidad, el bordado y la lectura para expresar nuestras historias de vida. 118

Imagen 44: Hoja de libro bordado por Ana Isabel Rivas. Foto por: Daniela Luna

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oy aprendí que la felicidad es el único derecho que la vida me otorga Que depende de mí tomarla o dejarla Que mis culpas se las dejo a Dios Las ajenas que cada uno haga con ellas lo que quiera A esos hijos que eduqué con amor y sacrificio les di lo mejor de mí y no depende tampoco de ellos mi felicidad Que la amargura la dejé en el pasado y ya no recuerdo a nadie que no quiso acompañarme en el camino de la vida Que soy yo quien tomo mi derecho sin dañar ni ofender a nadie Doy todo el amor que Dios me provee para entregarlo a quien quiera recibirlo sin hacerme daño Vivo el hoy pensando en el mañana sin asegurarlo porque mi presente es un regalo divino Doy gracias por todo lo vivido Por las personas que Dios pone y puso a diario en mi vida porque de todos aprendí lo bueno Lo malo para no repetir lo mismo y lo bueno para conservarlo Por eso y por todo lo bello que aprendí a ver y sigo viendo me tomo el único derecho El mejor derecho que me otorga la vida El derecho a vivir feliz

Imagen 45: Bordado por Ana Isabel Rivas. Foto por: Daniela Luna

Martha Álzate 120

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Eres como la selva, atractiva, seductora, cautivante hechizo sin fronteras, pero como la selva no permitió adentrarse en el espeso ramaje de tus pensamientos, eres como la selva, un mundo al descubierto, quién pudiera adentrarse sin sufrir de lo incierto, ese eres tú, un enigma de las dudas indescifrables de los miedos. Seguirte implica lucha contra esa selva espesa llena de dudas, peligro y miedos, riesgo. Yo, tonta, ilusa, quise penetrar la espesa selva de tus pensamientos, de tu amor, de tus ilusiones, de tus sueños para compartirlos. Olvidándome de una gran verdad, que tú eres primavera y yo otoño, yo quise descubrir lo espeso de esa selva que eres tú. Ana Isabel Rivas Una carta que me escribió Magnolia, mi hija, me expresaba lo importante que era para ella, cómo me amaba, todo lo que pintó era muy bonito, pero no recuerdo y esa carta se perdió, ahora guardo todas las tarjetas que me hace y las leo. Me levantan el ánimo porque es muy hermosa escribiéndomelo que diciéndomelo. Una piedra me trae malos recuerdos, ayer precisamente lavé esa piedra y me acordé de que con ella fui amenazada hace como 30 años, y pensé en cómo ha pasado el tiempo y las cosas no cambian. El orar es mi mayor fuerza, cuando pienso que todo se ha derrumbado vuelvo y me levanto, mi fortaleza es Dios. Luz Mery Urbina Hoy quiero y te digo adiós, estuviste conmigo mucho tiempo y, aunque tengo que agradecer que contigo aprendí a ser muy fuerte, me despido porque ya no quiero tenerte, lograste distraerme, perdí mucho tiempo, pero no me arrepiento, tal vez perdiendo el tiempo fue que encontré el valor que tengo, sé que soy valiosa, que sin mí no sé qué será de ti, pero no me importa, vete lejos, te perdono y me perdono, me libero para siempre de tu opresión, del vacío que ocasionaste en mi mente y del que pensé que nunca podría defenderme. Imagen 46: Bordado por Rosa Parra. Foto por: Daniela Luna

Adiós dolor, adiós para siempre. Miriam 122

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Imagen 47: Bordado por Marisol RodrĂ­guez. Foto por: Daniela Luna

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La mujer Habitada

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a mujer habitada es la mujer despierta La mujer habitada es la mujer consciente

Que tiene sus ojos abiertos Hacia adentro Cuidada, recorrida, reconocida de sí misma Dueña de sus pensamientos de sus sueños De sus verbos. Deconstruida. Y construida con sus manos Recuerdos y experiencias Está habitada porque no es vacía Está llena y se desborda, se riega Imagen 48: Bordado por Carmen Caballero. Foto por: Daniela Luna

Crece, brota, llueve, vive. Catalina Sánchez Díaz

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Imagen 49: Bordado por Daniela Luna

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Sra. Ernestina

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uen día tenga cada día de su vida, no la conozco, pero el hecho de ser mujer de este medio me hace entender que es parte fundamental de este grupo. Escribo estas líneas con la esperanza de poder brindarle un aliciente a este duro caminar por la vida, en verdad la experiencia me ha enseñado que, aunque las situaciones diarias nos agobien, debemos levantar nuestra carita, mirar hacia otro lado y seguir adelante sin miedo, llenos de ilusiones que, aunque no se nos cumplan, nos permitan vivir un poco mejor en nuestro mundo. Pienso que debemos crear un mundo alterno al que vivimos, un mundo donde brindar compañía, cariño y respeto sea la base de una mejor forma de vivir, donde no haya engaño ni tengamos que estar siempre alerta por lo que nos pueda pasar, donde la alegría sea el deber de cada día y nos amemos a nosotros mismos, a los demás y a todo lo que nos rodea.

Sea el despertar. Así contagiarnos de la luz del día, ser una maravilla, donde el sonido celestial de la naturaleza sea el mayor concierto, donde estar con nosotras mismas no sea sentirnos solas sino compartir tanta belleza que nos llene de dicha y muchas ganas de vivir. Anónimo Imagen 50: Bordado por Ana Aracely Cantor. Foto por: Daniela Luna

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Lindo despertar

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amos niños, vamos niños, vamos vamos al jardín a aprender a leer y también a escribir.

Con mi profesora que es un amor me enseña con esmero y gran devoción A la hora del recreo salimos a jugar Tomamos la lonchera y de nuevo a estudiar nos ponen la tarea y de nuevo a descansar Imagen 51: Bordado por R¬osa Parra. Foto por: Daniela Luna

María Betancourt 132

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Teta

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olo ella ha alimentado el verbo vivir, nacer, crecer, mantenerse, ser en ella y por ella La tierra ha desprendido un nombre el mío, el tuyo, el de todos Teta patria cuando la derecha se llena la izquierda se agita Teta fuego Teta instancia Teta escena Teta calma cuando el mundo era la Teta el paraíso eras tú Teta luz Teta viento Teta agua Teta sentimiento Ríos de bienestar desplegados por su causa Eco de todos los tiempos teta, teta, teta, teta Toda plenitud en cuatro letras Teta plasmada en la pintura en todas las estaciones, presente En la vida real en el sueño posible Ausentes de amor los que no la tuvieron aumento de ilusiones en los amantados Ojos desplegados de esperanza si un día te perteneció Teta ¿pasión? Ana Milena Pinzón

Imagen 52: Bordado por María Betancourt. Foto por: Daniela Luna

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la realidad le dejo un espacio, pero no me amargo, solo lo tomo como un brusco despertar a enfrentarnos con lo que, por más que luchemos, no cambiará, seguirán ahí inertes los seres que nos pretenden atormentar y que jamás podrán dañar ese mundo alterno que pudimos crear y al que nunca podrán entrar. Dios te llene de bendiciones. Imagen 53: Bordado por Lucila Abril. Foto por: Daniela Luna

Anónimo 136

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Imagen 54: Collage hecho por Marisol Rodríguez. Foto por: Nathaly Prieto

Arcilla

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l tacto cada partícula de tierra El origen del mundo en un átomo que se conjuga con mis huellas digitales y hacen surgir la creación.

Manifestación pictórica de las memorias rurales - Importancia de la pintura como medio

Línea-aire Línea-agua Línea-tierra

C

ada mujer se acerca al espacio con sus particularidades y formas de concebir y actuar en el mundo. Así, aparece un vínculo importante entre la fuerza creadora femenina y el contexto social que las rodea. Aquel logra dar sentido a la metodología escogida para trabajar de la mano la recopilación de memorias particulares desde otros lenguajes no hegemónicos que devienen en un entramado invisible. Se trata de concebir y escuchar la historia personal y

Línea-fuego y así en cada línea voy recorriendo cada año de origen de millones que ella guarda La arcilla eterna de la humanidad El recuerdo efímero de nuestra raíz. Daniela Luna Torres 138

barrial a partir de las voces de las mujeres adultas y mayores, quienes han sido las participantes del proceso. Para el planteamiento de este ciclo, se fueron escalonando algunos temas a partir de la experiencia en campo, entre ellos están: memoria, recuerdo, contexto, vulnerabilidad y transformación. En un primer ejercicio para crear lazos entre las asistentes, se recreó un correo de cartas basado en la correspondencia escrita por la argentina Alejandra Pizarnik. Habíamos de escribir dos cartas, una a nuestro dolor y la otra a una compañera del grupo escogida al azar.

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Imagen 55: Lectura en voz alta en el SalĂłn Comunal Barrio Juan Rey primer sector. Foto por: Melissa MartĂ­nez

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El propósito era intercambiar estas cartas, compartir aquellos sentires y experiencias para crear diálogo y desarrollarlo; al mismo tiempo íbamos comprendiendo el valor de la expresión humana, de llevarla a la escritura de las cartas. Desde un principio las mujeres se mostraron dispuestas, pues el espacio empezó a sentirse como algo propio, un espacio dedicado a sí mismas. Para dinamizar este ejercicio continuamos con la proyección del documental Carta a una sombra, que ilustra el relato de vida del médico Héctor Abad Faciolince, un defensor de los derechos humanos asesinado en Medellín en 1987 durante la época de violencia política. Dicho documental responde al cómo recopilamos un evento de nuestra vida y lo transformamos para contarlo a otros. La memoria es dinámica, está dentro de un mapa cartesiano que crea en su interior el derecho para que múltiples coordenadas sean interconectadas en el espacio y el tiempo. Es también un proceso que desarrolla el ser humano desde la naturalidad, desde la narrativa de la experiencia. Se podría definir como: (…) un proceso constituido a través de relaciones prácticas sociales, donde el lenguaje y la comunicación juegan un papel esencial; es un proceso y producto de significados compartidos por la acción conjunta de los seres humanos en un contexto histórico. (R. González, H. Mendoza, R. Arzate N. Cabrera, Memoria, p.21) Los encuentros con las mujeres nos han permitido identificar aspectos propios de las formas de vivir, pues a ellas se les facilita mucho hablar, entablar conversación a partir de su propio lenguaje cotidiano. Lo anterior resulta muy interesante porque empiezan a

entrecruzarse vivencias y relatos que, desde la empatía, tejen relaciones femeninas. El relato oral empieza a convertirse en un espejo en donde las mujeres, independientemente de su generación o edad, se reflejan a sí mismas. El compartir de la palabra permite generar herramientas de indagación de la realidad propia, gracias a las cuales es posible plantear una relación de transformación con el entorno y los lenguajes cotidianos. En ese sentido, se parte de la idea de que “el lenguaje modela el espíritu, que a su vez modela el lenguaje. Nuestro modo de hablar o de escribir es nuestro modo de ser. El espíritu sólo puede ampliarse en términos del lenguaje” (Arreola, 1973). El proceso continuó con la lectura compartida de las cartas, convirtiéndose en un ejercicio íntimo, valiente pero también político al ser este extraído de nuestros cuerpos hacia el exterior. Cada sentir y pensar sobre el ser-mujer está plasmado en la caligrafía de las cartas, que fueron vitales para escudriñar en el tiempo. Por ejemplo, el ejercicio llamado “Abuelario” surgió para evocar a las antepasadas y, así, poco a poco, comprender los dolores y las marcas que han dejado las relaciones familiares. Toda mujer en su discernimiento comprende desde dónde quiere partir para contar su historia a partir de fragmentos del pasado. Por ello, como lenguaje común escogimos la pintura, que se encontraba dentro de los intereses de aprendizaje de todas nosotras, las integrantes del grupo. Con este proceso conceptual y progresivo iniciamos la representación de la pintura al óleo desde los tecnicismos de esta hasta la teoría del color, pasando por los fundamentos del dibujo. Lo más importante era la construcción del relato visual que cada una quería manifestar.

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Imagen 56: Boceto para pintura de Rosa. Foto por: Daniela Luna

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Imagen 58: Boceto del abuelario por Luz Mery Urbina. Foto por: Daniela Luna

El hecho de contarse a sí mismas fue difícil para algunas. En las cartas se constata cómo ponderan, por encima de su propio ser, otras cosas que para ellas son muy importantes. También se hace patente el hecho de explicarse por medio de su familia, de su matrimonio, de sus hijos. Muchas veces manifestaban que su vida había empezado cuando se casaron: el valor de cada una lo da otro ser, su esposo, sus hijos.

Imagen 57: Dibujo como boceto para la pintura de Lucila Abril. Foto por: Daniela Luna

Para esta etapa definimos varios textos transversales para trabajar durante el proceso, entre ellos están: el capítulo “La historia de las Mujeres” de Formas de hacer historia, de Peter Burke; Conversaciones a Violetta, de Florence Thomas y La violencia inscrita en el cuerpo, investigación del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Tras la visita al Museo Nacional se propuso crear un diálogo sobre violencia de género entre las participantes a la tertulia a partir de algunas imágenes y objetos. Mediante elementos visuales encontrados allí, tales como la pintura de Garay “La mujer del Levita en los montes de Efraím”, se trabajó el eje del cuerpo como territorio. Con esta pintura empezó también el recorrido guiado en el Museo Nacional de Colombia, donde se nos invitó a dialogar en torno a uno de los derechos fundamentales de la política pública de mujer y género: el derecho a una vida libre de violencias.

Las técnicas propuestas de manera general para el proceso fueron la escritura, el dibujo y la pintura.

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Imagen 59: Taller de dibujo en el Museo Nacional de Colombia. Foto por: Anรณnimo

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l objetivo de contemplar este cuadro era tratar el tema de la violencia sexual. Para ello se mencionaron los principales derechos que nos cobijan a las mujeres en cuanto a nuestro cuerpo y la vulnerabilidad que este puede presentar en diferentes espacios: casa, espacio público, trabajo, relaciones interpersonales, espacios comunes de tránsito o relaciones sociales. La pintura pertenece a la época del arte figurativo y clásico en Colombia, a pesar de que el predominio de la religión menguó en esta época de modernización y consolidación de la República.

Imagen 60: “Pintura La mujer del Levita en los campos de Efrahim”.de Epifanio Garay Foto de archivo web.

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La siguiente obra que vimos durante el recorrido fue la pintura de SantaMaría “Recorrido al Mercado”. Esta nos permitió abrir un debate acerca de los roles de la mujer.

Imagen 61: “Pintura Recorrido al mercado”. De Andrés de Santa María. Foto de archivo web.

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Con esta obra se pudo crear un diálogo a partir de algunos roles que la mujer ha ejercido –y ejerce– en la sociedad y, así, llegar al análisis de la violencia de género que se da de forma sistemática y se perpetúa en el seno de las instituciones privada y pública. El cuadro da cuenta de la figura de la mujer como protectora y formadora. La pluma con la que se firmó la Constitución del 91 fue el siguiente objeto artístico observado. Nos permitió hacer referencia al papel activo de la mujer durante el siglo XX dentro de su reivindicación en nuestro Estado (p. ej., la protección que se empieza a brindar contra la violencia de género). En seguida visitamos la plancha donde fueron grabados los Derechos del Hombre y el Ciudadano, pieza con la que pudimos hacer referencia a Olympe de Gouges, la mujer que escribió los Derechos de la Mujer y la Ciudadana. 151


Imagen 62: Visita al Museo Nacional de Colombia. Foto por: Anรณnimo

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Imagen 63: Visita al Museo Nacional de Colombia. Foto por: Anรณnimo

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Gracias a que con anterioridad habíamos hecho la actividad de las cartas (correo de Alejandra Pizarnik), se pudo crear en aquel momento, entre las señoras de Juan Rey y la Cio. Mi Cuerpo Mi territorio, un vínculo de correspondencia que respondiera a la pregunta: “¿De dónde vengo yo?”. A su vez, los ejercicios con películas como “Los viajes del viento”, de Ciro Guerra, permitieron comprender el rol de la mujer en una comunidad wayúu. El trabajo plástico se inspiró en el tejido basado en Tejedoras de Mampujan, que también se encuentra en el Museo Nacional. Elegimos esta pieza, clave para entrar en un contexto próximo de la realidad colombiana, para terminar nuestro recorrido. Es un tapiz hecho de retazos, no solo de tela, sino de recuerdos difíciles, algunos imposibles de borrar y otros que se pueden perdonar. Tiene la dureza del relato plasmado en él, pero el material del cual está hecho emana tibieza. En su apreciación, las mujeres encontraron sentimientos transformados, formas de contar la historia a partir del saber de la costura; muchas de ellas se identificaron con el oficio que toda la vida han manejado a su antojo: arreglar ropa o elaborar arreglos de todo tipo, prendas por encargo, uniformes, cubrecamas, entre otros objetos del universo de la costura y del tejido (que, por cierto, es un lenguaje casi inherente a las mujeres). El tapiz era justamente eso: una urdimbre de pensamiento, recuerdos, voces, palabras, hechos, dolor, amor, situación. “Las primeras puntadas fueron de dolor. Cada vez que entraba la aguja para unir las telas, algo se desgarraba en su corazón y el llanto salía sin parar. Entonces estas mujeres soltaban la aguja y se secaban las lágrimas para seguir llorando. La colcha de retazos apenas tenía forma: unas montañas de fondo, unos caminos, algunos árboles y el arroyo; ahora tenían que dibujar las personas. Cada figura representa a un vecino, amigo o familiar. Por eso dolía tanto, porque lo que estaban plasmando en la tela era su propia historia” 154

Imagen 64: Visita al Museo Nacional de Colombia. Foto por: Anónimo

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Manifestación textil – Importancia del bordado como lenguaje femenino Oficios de bordar el conocimiento

A

lo largo del ritual de encuentro con las mujeres van brotando un sinfín de sentires y formas de hacer con las manos, desde alfarería, agricultura, hasta cocina, bordado, costura, tejido que representa ejercicios de cuidado…, incluso el canto ha estado presente como forma de arrullo. Algunas de estas labores, desarrolladas como oficio artesanal, no están dentro de los conocimientos científicos o intelectuales que son materia de investigación en las academias de artes. En lo que concierne a las artes plásticas y visuales, el tejido y bordado no se desarrollan como prácticas de énfasis dentro de los lenguajes plásticos y visuales legitimados por la academia e impartidos para el desarrollo del perfil profesional, pero sí están presentes en las escuelas de artes y oficios en donde se capacita a artesanos en las técnicas de oficios tradicionales. Tal situación nos lleva a una discusión histórica sobre la balanza en la que siempre se ponen el arte y la artesanía como dos polos opuestos en la dimensión de la creación. Para Vanessa Freitag (2014) existen algunos elementos para pensar el oficio. En cuanto a la ponderación que la sociedad y las academias donde se desarrolla el conocimiento formal dan a algunos saberes es importante reconocer que “aunque los aprendizajes, los saberes, y las ejecuciones de los aprendizajes son tan diversas maneras de estar y vivir en el mundo, no se puede desconocer que existe una valoración de algunos saberes sobre otros, siendo los saberes intelectuales los que gozan del reconocimiento como verdaderos saberes”.

(GARAVITO, 2017: pág. 33). Estos saberes intelectuales dan lugar a aquellos en los cuales predomina el uso de la inteligencia como facultad humana. La humanidad ha buscado formalizarlos por medio de las academias, al tiempo que ha dejado otros tipos de conocimiento por fuera de su enseñanza. Entonces, hablar de la sensibilidad como conocimiento y la cotidianidad como su lugar de acción es precisamente buscar compartir saberes con este grupo de mujeres, porque el recorrido –que hago– para encontrarlas es la sensación de compartir, con cada una de ellas, un microuniverso, que aquí aparece bajo la forma de la acción que corresponde al verbo bordar, como su correspondiente francés broder. Ambas voces tienen relación con los términos del latín medieval brusdus (bordado, dibujo que se hace en una tela pespunteando con una aguja), atestiguado en el s. IX, y burdus (el que hace costuras en las vestimentas). La costura es un oficio común entre estas mujeres. Lo han manifestado de manera que la reconocen como su oficio de subsistencia tanto económica como emocional a lo largo de sus vidas, pues algunas, no todas, encuentran en esta labor un ejercicio para su mente, para plasmar sus ideas, para elaborar sus propias prendas de vestir y elaborar objetos que han podido vender para fortalecer su propia economía. Siempre aparece un recuerdo de por medio ubicado en un espacio–tiempo específico en la vida de cada una. En este caso, recordamos juntas un oficio con historia milenaria pero presente en todas nosotras por gusto, necesidad, herencia, trabajo, labor o acción, Hannah Arendt, en 1993, propuso algunas diferencias entre labor, trabajo y acción. La labor “es una actividad que corresponde a los procesos biológicos del cuerpo” (ARENDT, Barcelona. 1993. P. 21), por lo que este se

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hace vital para alimentar el ciclo de la vida impulsada por las labores del cuidado. Entre tanto, la acción corresponde a “la actividad que se da entre hombres sin la mediación de cosas” (Camelo Sierra, Articulo 2001), es decir, a la condición humana de intercambio no solo objetual o económico, sino de valores simbólicos dados a las prácticas individuales que comparten un sinnúmero de mujeres en el seno de su hogar. ¡Quién no ha escuchado la frase “mi abuelita (o mi madre) también tejía”!, que hace alusión a las labores heredadas entre distintas generaciones y constituidas como una de las formas de educar más arraigadas en los distintos modelos de hogar que existen, ya que aprendemos mirando a otros y otras y esa acción deviene en herencia inmaterial de identidad. Nuestros primeros aprendizajes son aquellos que observamos de padre, madre, abuela, abuelo y demás personas con las que compartimos nuestro crecimiento inicial. En mi caso observaba no solo a mi mamá sino a mi profesora de artes del colegio tejer e intentar enseñarme a dar las primeras puntadas, como quien enseña a leer. En este caso, los signos escritos que permiten armar una frase, por ejemplo en la literatura, se convierten en puntadas, pues “bordar y tejer es por supuesto escribir, o hablar: contar una historia” (ÁNGULO, 2015, pág. 17).

desarrollados en la academia de artes. El bordado no existe sin el mundo que lo rodea: el contexto, la vida, la experiencia, los deseos.

El bordado: significante que relata experiencias, que guarda el intercambio de palabras mientras se entrelazan los hilos o que sirve como vehículo para transportar vivencias del pasado que son escuchadas por otros. Hay un olor a memoria impregnado en los documentos textiles. Bordar también es dibujar y pintar, el hilo es nuestro lápiz que convierte la escala de grises en cualquier color. El bordado es una labor ligada al tejido, pero con una función ornamental que transmuta en la actualidad y se convierte en un lenguaje significativo equiparable a aquellos lenguajes 157


Imagen 65: Bordado hecho a mano por Ana Isabel Rivas. Foto por: Daniela Luna

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“La libertad es la capacidad propia del ser político”. Tomado del artículo “La acción en Hannah Arendt”, por Indhira Camelo Sierra.

El bordado como lenguaje de la vida: Ana Isabel Rivas

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na Isabel Rivas llegó al encuentrotaller en el año 2019, en medio del ejercicio de difusión que habíamos emprendido en la Casa de Igualdad de Oportunidades para que más mujeres pudieran acercarse al espacio. Aunque callada, llegó con una actitud muy abierta, dispuesta a escuchar, y una personalidad muy crítica de la realidad. Nos contó que desde muy niña sirvió en la iglesia como voluntaria y luego estudió teología. También nos mostró algunos escritos donde analizaba lo que los sacerdotes le dejaban para leer. Pero no solo se aplicaba a esto, también escribía poesía y, por suerte, nos dejó leer algunos de sus escritos con importantes cargas de desamor. Un día arribó con unas telas envueltas en una bolsa, aquel mismo día que les pedimos a las mujeres que llevaran al taller un bordado antiguo con historia propia que hubiera sido elaborado por ellas en cualquier época de la

vida. Así pues, nos enseñó grandes porciones de yute con bordados perfectamente hechos por ella misma y nos contó que en sus tiempos libres (cuando no trabajaba en la iglesia) bordaba flores de todos los colores y tamaños posibles; desde el colegio tuvo clases de bordado y desde entonces conserva el conocimiento. Además de estos bellos murales tejidos, llevó varios cojines y prendas bordadas que exhibió con todo el orgullo y amor por lo que hacía. Siempre fue afín a los oficios manuales, pero hoy en día no los practica en gran medida porque su vista está afectada y sus manos, debido al trabajo, no logran hacerlo como antes. Para la continuidad del proceso durante el segundo semestre del año 2019, escribimos un proyecto que se postuló a la convocatoria pública para organizaciones sociales y culturales desde la Red de Eventos de la localidad, se convocaba a la realización de 16 eventos artísticos que se mostrarán en el marco del acuerdo local en el territorio. El

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proyecto que presentamos se llamó” Recital de mujeres para ser leídas” y contó con la articulación de un colectivo literario local llamado “La tertulia L10” quienes hicieron parte activa de todo el proceso, pues lo que propusimos no fue solo realizar el evento artístico sino realizar la mediación del proceso de autoformación a partir de herramientas dadas desde la apreciación literaria y plástica, además de la escritura. Procesos que se enriquecen desde el contexto socio-cultural. Para este ciclo contamos con el apoyo de la Casa de Igualdad y Oportunidades de la localidad de San Cristóbal Sur y un segundo espacio que fue la Junta de Acción Comunal Juan Rey Sector I. Para la primera sesión abordamos las nociones del bordado y literatura, a partir del desarrollo de la experiencia obtenida desde el módulo de pintura, donde trabajamos la emocionalidad y el origen, se da inicio a este

módulo para recobrar la intencionalidad del quehacer con el hilo, que proporciona la posibilidad de remendar todo lo que en la vida se ha fragmentado. A partir del trabajo de apreciación literaria se realiza el ejercicio de asignar una personalidad a una prenda de vestir que significaba algo para las participantes, esto como una forma de reconocer el cuerpo que vestimos con la acción de habitar. Durante la segunda sesión de trabajo abordamos la resignificación del bordado, se pide para este taller la creación de bocetos en dibujo para transcribirlos a la tela de las prendas presentadas por cada participante, para esto se hace necesario realizar lecturas críticas de las experiencias que fueron presentadas. Para potenciar estas lecturas desde una mirada creativa-poética se aborda el texto de “La mujer habitada” de Gioconda Belli, lectura realizada por todas. Continuamos con la elaboración de textos personales basados en la lectura anterior,

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Imagen 66: Visita al Museo Nacional de Colombia. Foto por: Nathaly Prieto

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con las siguientes preguntas motivadoras, ¿ Que es habitar.? ¿Cómo relacionamos las nociones de cuidado con las de habitar? ¿Qué espacios habitamos? A esto como resultado son generados textos escritos que llevan por título la mujer habitada, en la que cada una se reconoce como espacio de cuidado y especialmente continuo florecimiento. Se desvela aquí la necesidad de una resiliencia en las participantes, pues las imágenes construidas poéticamente dan cuenta de una necesidad de transformación y metamorfosis de las experiencias vivenciadas, A esto se decide en la mayoría que trabajan las flores como símbolo de transformación y vida, nociones presentes en los escritos, dibujos y bordados personales. Para el desarrollo de la siguiente sesión desarrollamos bordado, como segunda piel colectiva. Para esta sesión una de las integrantes trajo ya confeccionado el vestido que se dispondrá para la unificación de las partes. Esta sesión es la terminación de las piezas individuales y la unificación a la base cuerpo; se dispone un orden para la confección de la totalidad de la obra. Junto a ellos se hace la pregunta ¿Qué es el bordado en este espacio y que lo diferencia de los espacios habituales donde fue aprendido en la niñez o adolescencia de cada una de ellas? Como respuesta se comparten palabras como unión, mujeres, reunión, fuerza, comunión, memoria, cuerpo. Es importante recordar que es por medio del oficio de bordar que se posibilita el reconocimiento y apropiación de las vivencias personales como vitales para la construcción de sociedad y comunidad. Ya sea desde espacios familiares y oficios de hogar como el trabajo fuera de casa.

Las mujeres evidencian para sí mismas y para las otras la vitalidad que hay en ellas y en todo su proceso existencial, se reconocen como bases fundamentales en la construcción de familia, hogar y sociedad. Y así, se fue desarrollando el espacio, para esta sesión se continúa con la intervienen de prendas tales como: sostenes, delantales, pañoletas, blusas, retazos, pantalones. Se propone para continuar con la idea y posibilidad de colectividad, el hecho de unir todas las piezas para crear una gran pieza en común, a lo que se acuerda la construcción de un vestido que estará conformado por todos los bordados creados. Es importante mencionar que a medida que se realiza el quehacer manual, la palabra es la mediadora, así las historias son las que dan vida y cuerpo a los bordados cargados de pensamiento, historia e intenciones que cada mujer aporta por medio de su voz, este ejercicio permite por medio de la técnica del bordado viajar en el tiempo y hacer una visita colectiva a la memoria. Un ejercicio transversal fue trabajar el tema de la interdependencia de lenguajes. A partir de dos textos a trabajar que fueron “Conversaciones a Violetta” de la autora francesa Florence Thomas y “La violencia inscrita en el cuerpo”, un Informe del Centro de Memoria Histórica, para desarrollar teóricamente el compartir de experiencias de cada prenda, con lo que se logra evidenciar que varias de las mujeres han sido compañeras de distintas situaciones que enmarcan sus cuerpos como primeros receptores de algunas violencias, y que se evidencian como factores repetitivos en las vivencias personal de cada quien. Estas reflexiones dan cuenta de la vida cotidiana como la forjadora de la historia

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personal de cada una, que logra unirse y reconocerse como parte fundamental de la historia familiar y así mismo las historias colectivas que se forjan cotidianamente, así pues, las mujeres ven en sus experiencias las bases de lo que se ha construido, reconociéndose hacedoras de vida y conocimiento desde sus vidas propias. Es importante mencionar que a medida que se realiza el quehacer manual, la palabra es la mediadora, así las historias son las que dan vida y cuerpo a los bordados cargados de pensamiento, historia e intenciones que cada mujer aporta por medio de su voz, este ejercicio permite por medio de la técnica del bordado viajar en el tiempo y hacer una visita colectiva a la memoria. Se propone para continuar con la idea y posibilidad de colectividad unir todas las piezas para crear una gran pieza en común, a lo que se acuerda la construcción de un vestido que estará conformado por todos los bordados creados.

un valor significativo a las propuestas que generan estas mujeres tanto individuales como colectivas, en fortalecer su estética, por medio de herramientas de la gramática visual y trabajo gráfico. Ya para la actividad final se pulen detalles para el performance poético llamado “Derecho a la felicidad: por un intercambio generacional”, este performance nace de un acto sincero desde nosotras, las mujeres, para sanarnos unas a otras, pues aquellos dolores se transforman al ser zurcidos por otras. Cada una de nosotras es construida por la otra, nos reconocemos entre nosotras como fuerza potente ancestral que sostiene al mundo. Dibujos y frases, se pausaron, para que el cierre se convirtiera en una verdadera reflexión.

El desarrollo del taller continúa con la premisa del bordado como segunda piel colectiva, ya que una de las integrantes trajo ya confeccionado el vestido colectivo que se dispondrá para el performance. Esta sesión nuevamente se destina para la terminación de las piezas individuales y la unificación a la base cuerpo; se dispone un orden para la confección de la totalidad de la obra. Con el propósito de generar piezas artísticas que enuncia la propia realidad de las participantes, a partir de sus conocimientos previos, de trazos expresivos y emocionales, de textos que nacen desde muy adentro de ellas y de las múltiples interpretaciones que pueden surgir a partir del imaginario que han construido a lo largo de sus vidas. Durante este proceso se enfatiza en darle 165


Imagen 67: Bordado hecho a mano por Lucila Abril. Foto por: Daniela Luna

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“La libertad es la capacidad propia del ser político” Tomado de Artículo “La acción en Hannah Arendt” Por: Indhira Camelo Sierra

Imagen 68: Bordado hecho a mano por Ana Isabel Rivas. Foto por: Daniela Luna

El bordado como lenguaje de la vida: Por Ana Isabel Rivas Ana Isabel Rivas llegó al encuentro - taller en el año 2019, como parte del ejercicio de difusión que habíamos emprendido en la Casa de Igualdad de Oportunidades para que más mujeres pudieran llegar al espacio. Llegó con una actitud muy abierta y dispuesta a escuchar, aunque callada, pero de personalidad muy crítica con la realidad, nos contó que desde muy niña sirvió en la iglesia como voluntaria y estudió teología. Nos mostró algunos escritos donde analizaba lo que los sacerdotes le dejaban para leer, pero no solo analizaba también escribía poesía y por suerte, nos dejó leer algunos de sus escritos con cargas importantes de desamor. Un día llegó con unas telas envueltas en una bolsa, fue aquel día en donde les pedimos que llevaran al taller un bordado antiguo con historia propia elaborado por ellas en cualquier época de la vida. Ese día nos enseñó grandes porciones de yute con bordados

Imagen 69: Bordado hecho a mano por Ana Isabel Rivas. Foto por: Daniela Luna

perfectamente hechos por ella misma, nos contó que en sus tiempos libres cuando no trabajaba en la iglesia, bordaba flores de todos los colores y tamaños posibles, desde el colegio les daban clases de bordado y desde ahí conserva el conocimiento. Además de estos bellos murales tejidos, llevó varios cojines y prendas bordadas que exhibió con todo el orgullo y amor por lo que hace, siempre fue afín con los oficios manuales, pero hoy en día no los practica a gran escala porque su vista está afectada y sus manos por el trabajo no logran hacerlo como antes. Pero es necesario afirmar que es una mujer que brindó una fuente de inspiración para elegir la técnica y la forma simbólica en las flores. precisamente para enunciar nuestra transformación tanto individual como colectiva, con sus bordados mostró que una mujer puede sembrar vida en cualquier lugar, tan solo con sus manos, su pensamiento, una aguja y una hebra de hilo

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Imagen 70: Bordado hecho a mano por Ana Isabel Rivas. Foto por: Daniela Luna

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Imagen 71: Taller de dibujo en el Museo Nacional de Colombia. Foto por: Nathaly Prieto

Imagen 72: Taller de dibujo en el Museo Nacional de Colombia. Foto por: Nathaly Prieto

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Capítulo -

Primera exposición itinerante de mujeres diversas del territorio Fucha o San Cristóbal Relatos de vida en voz propia

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Imagen 73: Afiche de invitaciรณn a la exposiciรณn Rescatar la memoria: Mujeres que reescriben territorio. Foto por: Segunda Bienal de Arte Comunitario 2019

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A veces huyen del contacto Se esconden, temen Más aún abogan la caricia, Llevan por - piel, Y cantan encuentro. Movimiento eterno, Continuo, Dibujan aire Suavizan los seres Edifican ideas. Hay manos gruesas que golpean la vida, las hay otras tenues y delicadas, Briosas manos, Con callos, Pliegues Y cicatrices. Seres ajenos y propios, las vuelvo mías, Las conformo, las moldeo Danzo con ellas el tiempo Y expando el espacio, Abro caminos dibujando espirales con mis dedos. Me abrazo a ellas Me pienso en ellas, Soy ellas. Imagen 74: Montaje Exposición Rescatar la memoria. Foto por: Segunda Bienal de Arte Comunitario 2019

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Por: Nathaly Prieto 177


Rosa Parra

Ana Aracely Cantor

M

ujer de 63 años, habitante del barrio San Rafael suroriental. A Rosa le gusta su nombre porque le recuerda el olor de las flores; sus padres se inspiraron en estas flores rojas, que pétalo tras pétalo erigen la flor. Cuenta en su cuadro que creció en el campo al lado de las montañas que levantaban el paisaje cotidiano. Recuerda sus animales, entre gallinas, perros, además de la casa donde vivió con sus padres. Fue una mujer. “Ellas son refugio de muchos corazones ellas son estrellas que sienten el amor, ellas son silencios que lentos escaparon del eterno poeta nocturno y soñador, y con aire y con cielo y con luz se formaron, por eso todas ellas al nacer imitaron el color y la forma de nuestro corazón. Ellas son las mujeres entre todas las flores, tibios sancta sanctorum de la eterna poesía, neáporis grandiosas de todo pensamiento, copones de perfume que azul se bebe el viento, cromáticos enjambres, perlas del sentimiento, adornos de las liras, poetas sin acento. Amantes olorosas de dulces ruiseñores.”

11 de julio de 1953

H

omenaje a nuestras manos. Quiero dar las gracias a mis manos, por todos los beneficios recibidos, porque con ellas he podido trabajar, jugar, nos enseñaron a conocer por medio del tacto. Pero lo más hermoso fue cuando Dios nos dio la oportunidad de ser madres y por primera vez tuvimos contacto con nuestros bebés. Gracias a ellas he podido aprender muchas manualidades, también tuve la dicha de poder acariciar al ser más amado, el esposo. Hoy en día solo quiero cuidarlas, aunque es un poquito tarde. Gracias Dios Mujer de 67 años, habitante del barrio Ciudad Londres. Es una mujer que cuenta historias, pues le encanta ser escuchada en sus remembranzas. Parece que sus recuerdos le brindan abrigo cada vez que quiere recurrir a ellos, y ha dejado su alma entera en los encuentros y talleres que hemos tenido juntas. En su cuadro plasmó una de sus actividades preferidas cuando era niña. Cuenta que jugaba parqués en el tiempo de descanso del colegio rural donde estudiaba. Para ella es recurrente el recuerdo de las montañas, de las plantas, del agua y todo el verde que la rodeaba. Tiene un carácter muy suave, es una mujer formada en el afecto, a pesar de las durezas de la vida. A su edad aprovecha el tiempo para tomar clases de danza, su actividad favorita, además de hacer parte de varios grupos de adultos mayores en donde comparte la palabra y el chisme. En palabras propias, esta es su historia:

Federico García Lorca 178

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“Nací en un pueblito de Cundinamarca llamado Gachancipá; mis padres tuvieron dos hijas. Nos vinimos para la ciudad a vivir en un barrio del sur pagando arriendo. Comenzamos a vivir aquí y allí, de un lado para otro. Mi padre encontró trabajo en la construcción. Pasaron unos años, muy pocos; perdimos a mi madre, yo tenía como seis años cuando ella falleció. Nos fuimos a vivir con una tía por parte de mamá. Allí no fue muy tranquila nuestra estadía, luego mi padre internó a mi hermana con una familia para que trabajara. Yo me quedé con mi tía, sufriendo humillaciones; no tuvimos comodidades ni una alimentación saludable, pasamos muchas necesidades. Se me presentó la oportunidad de trabajar cerca de mi residencia, con una familia conformada por seis personas, a cambio de la comida y un sueldo que nunca supe de cuánto era; con esto ayudaba a mi padre para los transportes. Yo tenía que lavar la ropa de toda la familia, incluyendo los overoles del patrón, que por cierto era un gigante. Llegaba muy temprano a lavar a pura mano para alcanzar. En el lavadero me colocaban unos ladrillos y tablas, me formaban una tarima, todo el día lavaba. Cuando terminaba, casi ya entrada la noche, tenía que ayudar a preparar arepas para la comida, dejar loza lavada. En esta casa donde yo habitaba una buena señora me dijo que, si quería estudiar, ella me ayudaba con lo que necesitara; le dije que aceptaba la ayuda. Al principio mi padre no estaba de acuerdo con el estudio y tuve que sortear muchos sufrimientos, pero logré realizar el tercero de primaria siendo una excelente alumna. Cuando cursaba el tercero, estaba en descanso y me accidenté; tuve una caída y me rompí la rodilla derecha. No pude continuar mi primaria porque estuve inmóvil más de un año con yeso. Tenía dieciséis años, mi hermana trabajaba en una fábrica de jabones. Cuando yo estaba un poco recuperada, mi hermana me colaboró para entrar en la fábrica a trabajar. Al poco tiempo ella se casó y yo continué trabajando allí. Al correr el tiempo cambié de fábrica, mi padre comenzó a golpearme porque yo comencé con mis amistades, mis amigos, claro que sanamente. Gracias a él fui y sigo siendo una persona de bien, pero no era la forma de levantar a los hijos. En ese tiempo él tomaba y yo me escapé del hogar. Me fui a vivir con una familia que se hizo pasar por mi familia; me faltaban dos meses para cumplir dieciocho años. Cuando conocí al que fue mi esposo, a los cuatro días de noviazgo me propuso matrimonio. A los diez meses me casé; tuve tres hijos, que son todo para mí. Mi matrimonio fue un fracaso. Duró trece años. Nos separamos legalmente, me quedé con mis hijos. Fui una mamá que no luchó para darles una buena educación, pero aun así me siento tranquila porque, aun siendo personas muy sencillas, somos seres de bien para la sociedad y para Dios.” 180

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lla es una mujer de 65 años de edad, la primera vez que crucé palabras con ella manifestó su inconformidad con mi deseo de conocer su historia personal, pero poco a poco me di cuenta que era mujer de confianza, pues para que ella se sintiera bien para hablar debía sentirse en un ambiente de confianza., Luego demostró su elocuencia y su particular compromiso con las actividades propuestas, además su carácter y forma de ver la vida siempre se evidenció, nacida en el campo, decidió pintar su casa en medio del campo con un cielo azul profundo y un particular paisaje subterráneo en donde se introduce su propio corazón entre capas de colores tierra.

clase normal y yo le colaboraba a la profesora, bueno, mejor dicho yo estaba en todo, en clase, con la profesora y todo , ya llegamos a la casa a ver animales mientras estaba el almuerzo, a ver animales, y mijita, si alcanzamos algo bien y si no se iba para la escuela otra vez sin almuerzo ni nada y como no llevábamos onces, ni nada sino desde el desayuno hasta que saliéramos y el almuerzo hasta que saliéramos en la tarde.Y en la tarde pues ayudar a asegurar animales a ver todo lo de los animales y la comida que era por ahí como a las siete de la noche y después de rezar el rosario y ya, a dormir. Cuando ya llegué después del estudio, estudié con monjas pues me trajeron para Bogotá y pues bueno, ahí si ya conocí a un señor que era de por allá mismo y En palabras propias: Entonces mi vida de soltera contraje matrimonio pero entonces ahí si ya que fe muy buena, gracias a Dios, yo estudié con muy diferente , porque mi vida no fue como la monjas, estudié primero en la escuela de la vereda, que tuve de soltera, sino que ya me tocó fue que yo cuidaba los niños de la profesora , los hijos de los niños nacieran que yo a trabajar se dijo, y ella ya las 9 o 10 de la mañana me mandaban por quedaron definitivamente, pues yo no crie a mis la leche ahí a una finca que había y le vendían hijos, eso les dijo a todo mundo, yo quiero a los la leche a la profesora, a mi me gustaba que me nietos muy sagradamente pero cada uno allá que mandara la profesora porque me daban mi tazada cuide a su mamá y su papá como yo cuidé a los de leche entonces para tomar ahí, mientras me míos, que yo digo que mis hijos se criaron solos daban la leche que estaba, y después yo iba a porque definitivamente yo trabajaba día y noche y entonces perdida del mapa. 181


Micaelina Estrada 22 de agosto 2019

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oy a hacer esta carta a las manos, las manos son una herramienta muy útil, para mi sin ellas sería algo fatal porque es mi vida, son tan bonitas que uno no las cuida siendo que es lo más hermoso que tiene cada persona, sin embargo, yo las tengo muy descuidadas, siento que debería tenerlas más lindas, Oh manos hermosas, que tarde me he dado cuenta para cuidarlas, sin embargo, ellas se merecen un aplauso. Atentamente Historia de vida Yo nací en el año 1953 en una vereda llamada Mesitas y mi vida ha sido así en esta vereda, se cultivaba el café, caña de azúcar y plátano de todos, de fritar, abano*, colicero y tres esquinas, también maíz, arracacha, fríjol, en ese entonces había abundancia de comida, también se hacía panela, pero todo no fue felicidad. Mi mamá se casó con mi papá,

en ese entonces mi mamá tenía 18 años y mi papá 40 años y aquí empieza toda mi vida, nací y al año nació mi hermana. A mi mamá sí la conocí, pero a mi papá no porque estaba muy pequeña y no lo conocíamos ninguna de las tres. Eso fue muy triste, murió trabajando, moliendo caña que se trabajaba con animales como dos machos los amarraban a los balanizones de madera y daban vueltas y mi papá se atravesó y lo reventó y de eso murió. Entonces mi mamá quedó sola y como ella no tenía ranchito para vivir, entonces empezamos a rodar aquí, allí y a ella le tocaba buscar trabajo y trabajaba recogiendo café pero bregaba con nosotras porque estábamos muy pequeñas y le tocaba llevarnos enjuta y nos tocaba sentarnos en los cafetales y allí nos daba la comida, eso si a mi mamá la socorrían mucho, pero un día mi mamá nos regaló, a mí me llevó donde mis padrinos y a mi hermana la regaló a una tía

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política. Pues mi tía tomaba mucho aguardiente y guarapo y cuando estaba borracha le pegaba a mi hermana, era triste, en cambio a mi como me dejó donde mis padrinos , allí no me pegaban ni aguante hambre porque había que comer, era mucha comida lo que cultivaban, de todo. Lo único que me tocaba era trabajar, me tocaba ver a los animales, como amarrar terneros, los caballos, llevar almuerzos a una hora, atravesar una quebrada. Estando allí me hacía falta mucho mi mamá porque no la volví a ver, porque era lejos de un lado a otro y después de volvió a casar, de este nuevo hogar tuvieron tres hijos, fue más triste cuando mi mamá murió cuando yo tenía de 10 a 11 años, y ahí quedé sola, mis dos hermanas y mi hermano quedaron rodando pequeñitos allí donde mis padrinos, me mandaron a la escuela pero yo no aproveché el estudio porque uno no piensa que el estudio le va a hacer falta y que pesar, en cambio las hijas de mi madrina si estudiaron y fueron profesoras. 183


Rita Salamanca

Carmen Caballero

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i vida empezó desde los 20 años, cuando conocí a mi esposo y empezamos a construir un hogar, a los pocos días de vivir con él quedé embarazada, tuve mi niña, al año tuve la segunda niña, la cual nació muy enferma, hasta que falleció, y de ahí en adelante seguí teniendo más hijos. Hasta que mi esposo empezó a cambiar y empezaron los problemas, maltrato físico, verbal, tuve momentos difíciles. Pero con la ayuda de Dios y mi familia salimos adelante. Ahora somos una familia muy unida y feliz, dialogamos, compartimos, disfrutamos gracias a Dios y mi madre santísima.

Mi infancia Yo nací el 9 de enero de mil novecientos sesenta y tres, la mayoría de mi infancia fue en el campo con mis padres, éramos muy humildes pero felices pues ellos nunca nos acostaron con hambre, nos enseñaron a ser obedientes, honestos con todas las cualidades y enseñanzas que ellos tenían, nunca nos maltrataron, de vez en cuando nos llamaban la atención cuando dábamos que hacer o no obedecemos, mi pueblo se llama San Mateo (Boyacá). Mis padres se llamaron Gabino y Clara. Excelentes padres.

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ueridas manos Hoy las reconozco y les agradezco por tantos bellos momentos que he podido disfrutar por medio de ustedes, como de ustedes, como son acariciar a mis amores, a mis hijos, nietos, amistades, a mí misma. Cuantas veces ustedes me han ayudado a plasmar con letras, dibujos, tejidos, tela, papel o un azadón para dar vida a mis ideas, cuando vamos a la cocina y me ayudan a conquistar una nueva receta, no se puede negar cuando sentimos ganas de ofender, también estuvieron prestas por eso y mucho

más hoy les agradezco y espero cuidarlas más. Historia de vida Yo llegué a este barrio porque en ese entonces yo trabajaba en el distrito y era celadora, vivía en la escuelita Matilde Anaray, en el minuto de Dios, y tuve problemas con la directora y yo había antes había bregado y había comprado mi lote, ya estaba aquí el lote, me tocó venir a parar un rancho de afán, porque no tenía para donde irme y yo no quería seguir viviendo pagando arriendo y entonces fue situación obligada para que yo llegará,

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cuando yo llegué esto estaba al descubierto, se echó la plancha, a los quince días se bajó la formaleta y se le echó el piso que fue en cemento, eso húmedo y todo, a los tres días yo llegué acá sin pañete ni nada, eso en obra negra y así fue como empecé. Pues la relación con mis hijos ha sido bonita, más que todo con mi hijo varón, que ha sido el que me ha apoyado siempre pues pensando en que a las mujeres no había que ponerlas a trabajar ni nada pues yo a él siempre le anduve muy duro exigiendo de que él tenía que trabajar, pues que tenía que ser el hombre de la casa, entonces él siempre estuvo pendiente, él trabajaba a la par conmigo y cuando alguna vez le dije pues que la chica, la pequeña, la cuba era la que estaba enamorada y quería abandonar sus estudios y todo, entonces yo le dije pues que sacarla a trabajar una semana para que se diera cuenta como nos tocaba salir a las madrugadas y como era bregar con los pasajeros y eso, entonces él dijo que no, porque era una niña que nunca había salido

a la calle, y pues él siempre ha estado muy a favor de las mujeres, él es muy pendiente de que las mujeres hay que tratarlas suave y que no se qué, entonces no dejó y él era el que se echaba las cargas, era el que me apoyaba hombro a hombro. Trabajando, trabajamos, por lo menos él estaba prestando el servicio y le tocaba 24 x 24 entonces salía a las 6 de la mañana y a las 7 de la mañana me recibía turno para que yo viniera y descansara un rato, y por la tarde salí y le recibía yo a las 3 o 4 de la tarde, ya le dejaba su uniforme listo y le dejaba su comida lista y el almuerzo del otro día, y yo seguía trabajando porque yo trabajaba las 24 horas. Esa es más o menos. La chica grande pues no quiso estudiar por su rebeldía solo terminó el bachiller y se enamoró y ya, y pues la pequeño ya iba en mitad de bacteriología y dejó botado todo por el amor, ella es de las que cree ese cuento que mejor dicho, las mujeres no se tienen que dejar de nadie y bueno, pero no saben buscar; porque yo también fui rebelde, no quise que nadie me mandara pero me gustó

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trabajar y conseguir las cosas para que nadie me humillara,. Pero ella al contrario no ha buscado un trabajo, no consiguió su casa entonces no está bien y tiene 5 criaturas que ya están grandes, ya estudian y ya se ayudaran ellas a arreglar. Pero en cambio la chica pues si gracias a dios se quedó solo con la pequeña, que es mi adoración, es mi compañía, es con la que ando 187


Luz Edith Padilla

Marisol Rodríguez Tovar Homenaje a mis manos Yo doy gracias a Dios por mis manos porque con ellas he aprendido, palpado, tocado, hecho cosas para superación mía, porque he enseñado a elaborar demasiadas manualidades, soy feliz con mis manos.

Historia de vida

Historia de vida

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Mis hermosas manos Con mis manos abrazo, como, cojo, agarro, pinto, escribo, me visto, me maquillo, cocino. Pego, señalo, aplaudo, siembro matas, pinto, sin ellas no puedo, no podría valerme y hay personas que no las tienen y entonces Dios les da el don de utilizar los pies. Gracias Dios por mis manos y por las manos de todos los que las tenemos. Pinto mis uñas e intento tenerlas bonitas y bien presentadas. Gracias gracias por mis manos 22 de agosto 2019

o Marisol Rodríguez Tovar nací en Bogotá el 5 de agosto de 1968, tengo 52 años. Según mis padres nací en el hospital Hortua, y vivíamos en el barrio San Carlos al sur de Bogotá. Vivía con mis padres y hermanos, ellos cuentan que yo era una niña bonita. Tenía un cabello muy crespo, me gustaba el estudio, estudié en el colegio donde actualmente es el parque el Tunal. Se llamaba Uribe Uribe, actividades fuera del colegio eran porcelana y pintura en tela.

En un colegio de monjas, en un transcurso de mi vida, mis hermanos y yo ya entramos a nuestra adolescencia la cual fue muy frustrada, ya que entró mi madre en fuerte enfermedad la cual luchó mucho, yo tenía |12 años, mi madre a los 32 años muere, yo sufrí mucho, a mi y a mis hermanos nos recogió la familia de mi madre, con ellos estuve hasta los 16 años de edad. Me conocí con mi esposo, desde esa edad vivo con el, llevo 32 años de casada y de ese matrimonio tengo 3 hijos.

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ací en Cunday-Tolima, mi infancia transcurrió con mi mami y dos tías que vivían en la casa de mi mamá, ellas tenían cuatro hijos, mi mamá tres. Hasta mis 6 años que mi mamá tuvo a mi hermanita menor de un señor llamado José Antonio Duque unos llevaron a vivir a una finca muy grandísima donde tenían muchos trabajadores y dos empleadas a los dos o tres años nos volvimos al pueblo yo tenía que estudiar en la escuela María Auxiliadora de niñas, fue lindo, a los 15 salí de primaria para secundaria pero una de mis primas era profesora casada tuvo a los 15 salí de primaria para secundaria pero una

de mis primas era profesora casada tuvo una hijita y vivía en Purificación - Tolima me fui a cuidarle la niña A mis 18 nos vinimos a Bogotá A mis 19 murió mi mamá y a los 21 me casé, tuve 4 hijos. Viví en Fontibón 9 años y nos fuimos para Patio Bonito allí viví 12 años, me separé y en el 2002 me salió el apartamento donde llevo viviendo 18 años. En este barrio he sido muy feliz, tengo muchas amistades, hago parte de grupa pastoral social de la iglesia. También hago parte de grupo ecológico de la vicaría San José y también del grupo Surcos en la piel y doy gracias gracias gracias a Dios porque soy feliz.

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María Betancourt

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e un hogar humilde con una madre sumisa y responsable y un padre maltratador, mujeriego y borracho, fuimos doce hermanos, la segunda en el hogar fui yo, Marujita, siendo muy niña fui abusada, siempre maltratada. Crecimos con mucha miseria y necesidad, no hubo niñez o adolescencia.

vida cambiaría fui débil y quedé embarazada y me casaron con ese hombre mayor 10 años y todo fue peor. Nació la niña y se fue, un año, luego volvió y quedé otra vez esperando la segunda niña y se fue. Y así tuve cuatro hijos con ese hombre. Por último, definitiva se fue del todo y quedé solita a luchar por mis hijos a los cuatro meses de habernos abandonado se murió la segunda niña y a luchar y seguir adelante. Con Dios y la Virgen y hoy en día vivo con todos mis hijos, yernos, nietos y bisnietos.

Luz Mery Urbina Barreto

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Era una niña agradable, bonita.

oy Luz Mery Urbina Barreto, nací en Bogotá en el barrio Córdoba, a mi mama la atendió una partera, soy la segunda de seis hermanos, tres hombres y tres mujeres. Mi papá era policía, mi mamá costurera, vivíamos en casa propia teníamos inquilinos con los que jugábamos. Todos entrábamos por la misma puerta, había un lavadero para todos, en el tanque nos bañábamos. A las mujeres no nos dejaban salir a la calle solas, mis hermanos jugaban futbol y otros juegos en la calle y yo los miraba desde la ventana, jugábamos entre las niñas con muñecos a la tienda y a bautizar a esas muñecas, además jugábamos yaz, lazo, golosa, la lleva y las escondidas. Por la tarde estaban todos reunidos en la radio de madera, Kalimán arando, nosotros íbamos donde los padrinos de mi hermana a ver TV.

Llegó de vecinos una familia con ocho hombres y uno de ellos me cortejaba y creyendo que mi

No me dejaron aprender a montar cicla, todavía no se, mi hermana mayor con su

Muy niños nos buscaban trabajo para ayudar en el hogar sin ninguna consideración por parte de mi padre. Como la mujercita y la mayor ayudaba con los oficios de la casa y cuidar a los hermanos pequeños, esa fue mi adolescencia. Fui creciendo.

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primer empleo le regaló una a mis hermanas, ellas si aprendieron, era de la casa al colegio y del colegio a la casa. En esa época nadie le ayudaba a hacer las tareas y uno tenía que hacer harto oficio, en la casa mi mamá exigía que no tuviera un solo rojo en la libreta de calificaciones. Terminé el bachillerato, los domingos íbamos a pasear a Monserrate a pie, era tímida y acomplejada, penosa. Se me dio por estudiar economía y como en la novela, hice tres semestres, me fue bien pero no me sentía bien, para mi hablar en público era estresante y el semestre exigía más. Hice dos años de apostolado y noviciado, algo que uno aprende teóricamente a vivir en pobreza, pero en la realidad no pensé y otros ayudaron. Vivo mejor la pobreza en mi casa, y me salí. Mi papá me dijo que tenía que estudiar algo técnico porque mis tres hermanos estaban en la universidad. Cerca de la casa entré a estudiar auxiliar de enfermería y de una vez me quedé trabajando

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en la clínica San Rafael, ya estaba de novia con José y a los seis meses de estar trabajando nos casamos, al año nació nuestro primer hijo JH. Compramos un lote en Bosa y lo construimos. Nació mi hija, felices vivíamos. Empezamos a distanciarnos, el trabajo, los amigos, la borrachera, rumbas, no hacíamos las cosas juntos. Empezaron los problemas grandes, nos íbamos a separar, pero no vendimos la casa, yo estaba mal y pensaba renunciar; mi jefe era cristiana me ayudó a ser consciente de mi realidad. La que tenía que tener paz primero era yo, fui entrando de lleno a las cosas de Dios, me ayudó muchísimo. Armamos nuevamente el hogar, pero con muchos problemas que se han ido afrontando y se han solucionado. Salir de un estado de deje así mejor me veo callada, fue difícil aprender a hablar y a decir las cosas, ser frentera, es un aprendizaje y en esa estoy ahora, pensionada y disfrutando de la familia. Mis abuelitos maternos José Barreto y Aura Rosa Riaño vivían en Tulua – Valle, cerca de un lugar que se llama la Mariña, siete hijos tenían, una finca inmensa que tenían que recoger a caballo, pero no eran ricos, sembraban de todo sobre todo café. Mi abuelito era tacaño y mi abuelita a escondidas con mis tíos se ponían a tostar café y lo vendían para las cosas de la casa. Llegaron un día los chusmeros y le dijeron a mi abuelito que le daban una plata por la finca o los mataban, recibieron la plata y se vinieron para Bogotá, llegaron al barrio las cruces y fueron a la iglesia del 20 de julio y compró mi abuelito un lote en el barrio Córdoba, y construyó una casa grande y en diagonal mi papa había comprado un lote y lo estaban construyendo y se conocieron mi papá y mi mamá, mi papá se había venido a pagar servicio militar y se casaron, quedándose en Bogotá. Abuelario

Mis abuelitos Francisco y Trinidad Riaño vivían en Pacho- Cundinamarca, vereda Yayatá, tuvieron trece hijos, mi abuelita se casó a los catorce años y a los quince tuvo a mi papa. Trabajadores los dos abuelitos, mi abuelito era castigador con los hijos, si mi abuelita se metía a defenderlos le pegaba. Era un hombre muy fuerte y trabajador, con otros señores hicieron una cerca en piedra que ellos cargaban cerca al pueblo (ya los estaban desbaratando para construir apartamentos) sembraban de todo y se bajaba todos los sábados al pueblo a misa y hacer mercado, tenían huerta casera y cuando nos visitaban nos traían huevos, frutas, guatila, café, etc. Mi abuelito se quemó en un trapiche y murió en el hospital, mi abuela quedó a cargo de la finca y la sostuvo con todo, con los tres hijos menores. Murió a los 62 años, no se supo de qué murió, padeció de cáncer, no lo diagnosticaron. Nosotros íbamos a la finca en vacaciones, era muy chévere el río y la montaña, mis tíos aún viven en la vereda Yayatá. Mi mamá y mi tía estudiaron modistería, mi tío sastrería, la otra peluquería, el otro se dedicó a la zapatería y trabajaron en los locales que mi abuelito le hizo a la casa, vendieron la casita, repartieron. Mi papá y mi mamá trabajadores incansables, siempre hablándonos de la importancia de estudiar, de conservar un empleo, mi papá era policía, mi mamá costurera. Mas o menos una vez al mes salíamos a paseo de olla, Monserrate, parque nacional, parque San Cristóbal, todos los domingos a la iglesia del veinte de julio y el seis de reyes al barrio Egipto caminando y con la olla. Y las mujeres hacíamos oficio de mujeres y los hombres de hombres como subir ladrillos y arena, ayudarle a mi papá, y todo lo hacíamos en familia.

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Martha Doris Álzate Zapata

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s una mujer, la cual su vida ha sido fragmentada desde niña, pero nunca se ha rendido.

Y de cada fragmento que recoge, forma una fantasía para seguir escribiendo, Los primeros años de su niñez, en la ciudad de Medellín, fueron bastante difíciles, y aún más difícil fue su vida, cuando su madre a la edad de los catorce años se la llevó para la ciudad de Cartagena, bella tierra, donde pasó una adolescencia bastante complicada, lugar donde vivió hasta los 26 años, Llegando a esta edad, a la gran metrópolis de Bogotá, lugar, donde con más fuerza se agarra día por día y sigue adelante pisando, cada pedazo de su vida, sin antes convertirlo en un poema. Como libro descuadernado y la vida deshojada en cada hoja una historia diferente y cada historia escrita con lágrimas en cada

una de sus letras así, llegué, un día cualquiera al barrio veinte de julio a una de esas casas llamadas en el momento casas de la mujer donde iba día tras día con la ilusión de encontrar alivio a mi condición de mujer violentada en todas las formas posibles, de un hombre en contra de un ser humano, en este caso contra una mujer donde fui secuestrada, golpeada brutalmente hasta el punto de no tener un lugar en mi cuerpo donde colocar un dedo que no me doliera o que por lo menos tuviera el color natural de mi piel donde yo era un mapa de colores por los golpes recibidos, a veces por mi compañero, ultrajada por las palabras, donde fui su esclava en las labores diarias de una casa, y la palabra más bella era “perra”, de ahí para allá todas las que cualquier mente perversa pueda imaginar. Violentada sexualmente, las veces que se le antojó, el colmo de no dejarme dormir

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noches enteras y mientras me violentaba con hechos lo hacía con sus palabras Cuando no estaba en casa me llamaba a cualquier hora o momento siempre al teléfono fijo, llegando yo a tal grado de miedo que le adapté un cable al teléfono para poder llevarlo al baño y contestar sus llamadas. De lo contrario yo ya sabía que tendría una golpiza fija, a la hora de su llegada así fuere al mes y la puteada era a la siguiente semana. Su trabajo como conductor de camión lo mantenía lejos, pero, al contrario de liberarme un poco era la zozobra de su llegada en cualquier momento o a la espera constante de su llamada. Donde habían días que me llamaba hasta diez veces al día o había días donde duraba más de ocho días sin una llamada, también se iba y no me dejaba dinero para el gasto, pero tampoco podía hacer mi labor como modista, pues pagaba para que dijeran cosas de mí, aunque fueran falsas, solo para tener un motivo para golpearme, aun recordando estas cosas lloro, porque no sé cómo pude aguantar todo esto y muchas cosas más sin pedir ayuda ni consuelo de alguien, donde el miedo a todo era mi única compañía

No puedo explicar cómo de a poco, fui perdiendo mi identidad, mis principios y valores hasta quedar reducida a un guiñapo al servicio de un loco depravado. Este señor también tenía la osadía de dejarme trabajando en la construcción de lo que aún considero mi casa, y de la cual me sacó en una noche de horror después de una golpiza, donde el remate de aquel episodio fue un cuchillo, fin de aquel día que aún permanece en mi mente donde solo Dios me protegió, porque cuando yo llamaba a la policía y ellos venían, el mismo les decía que me sacaran, que yo me le me metía a su casa. Luego después de que se fueron me buscó y me seguía golpeando, esa fue la noche más larga de mi vida, aunque hubo otras, como el día que llegó en la noche y yo como siempre lo atendía de la mejor forma, con una bebida caliente, y una buena cena pues el lugar donde vivimos es bastante frío. Pues en esa ocasión recuerdo que mi cuerpo aun menstruaba y luego de convivir más de 10 años con él. El periodo se me retrasó, yo pensé que era algo hormonal, pues hay mujeres que después de los cuarenta años dejan de menstruar y para esta ocasión le dije lo siguiente.

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Ana Isabel Rivas

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951, mil novecientos cincuenta y uno nací, por debajo de tres hermosos páramos, el páramo El Verjón, el páramo Matarredonda, el páramo Cruz Verde, páramos hermosos en naturaleza y aguas, puros, limpios y abundantes. Nací de un papá y una mamá que no sabían leer ni escribir, soy la tercera de nueve hermanos y cuarenta y dos primos con los que jugábamos y nos divertíamos mucho de niños. Me bautizaron a los quince días de nacida, me llevó al bautismo una tía, mi mamá no me podía llevar porque estaba impura en pecado por haberme tenido y ese impedimento duraba cuarenta días así que comí teta de mi mamá y mi tía, pues juntas criaban bebés al tiempo, a los dos años fue mi confirmación para confirmar que yo pertenecía a la iglesia católica de la cultura y religión occidental. A los ocho años viene mi primero y segundo de primaria, un día los niños, otro las niñas. Compartía cartilla y libros con mi hermano, un libro que me gustó

mucho se llamaba Historia Sagrada, tenía unas historias que me fascinaban, eran temas centrales de la biblia, una zarza ardiendo que no se consumía, realmente no era sino este libro y la cartilla en las noches. Toda clase de atropellos y ahí sí que nace el pecado, le cogí mucho miedo a las culebras o serpientes culpables de esta tragedia y quería acabar con todas, busqué estrategias para acabarlas sin que me hicieran daño, me puse en la tarea de averiguar no como nacían los niños sino cómo nacían las serpientes. Donde había una cáscara fresca, por lo general cerca de una piedra allí habían huevos, las serpientes se descascaran para dejar los huevos hasta más de veinte, me tocaba retirar mucha vegetación para encontrarlos, luego con un palo espicharlos y ahí moría a la serpiente, yo le contaba a mi mamá que me regañaba y me asustaba para que no hiciera esto, me decía que si me soltaba agua de esa me saldría una culebra en la cara. Esta vez busqué otra estrategia, cuando encontraba

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los huevos hacía una hoguera y con dos palos largos cogía los huevos y los metía a la hoguera, eso lo hacía cuando salía de la escuela y mamá me preguntaba, ¿qué estaba haciendo?, ¿porque llegaba tan tarde?, y yo le contaba: matando culebra. Esa culebra tierrera no hacía ningún daño; hoy por hacer esto me darían cadena perpetua, culpables ¿quiénes?, las personas que lo preparaban pa la primera comunión. Hoy a mis 68 años tengo presente esa culebra, y es la culebra occidental, desde que uno nacía, pertenecía a esa cultura dominante, explotante, desde el momento que uno nacía lo agarraba como

una anaconda, lo agarraba por el cuello hasta que uno muere, todavía le da las últimas bendiciones; no tiene derecho a educación para poder decidir qué quiere hacer uno en la vida, ignorante, aceptando toda clase de atropellos como ser humano y en especial como mujer pecadora desde que nací y explotada, mujer discriminada desde que nací. Fueron tantas las batallas a las que he tenido que enfrentarme. La otra culebra es la deuda gringa, con la que uno nace y muere, porque nunca será cancelada. No hay ningún interés, por ello estamos condenados a vivir atados por esas dos culturas de la muerte.

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CapĂ­tulo -

Transformaciones a modo de conclusiones 202

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Imagen 75: Performance para el Primer Recital de mujeres para ser leĂ­das 2019. Foto por: Erika ChacĂłn

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urante los meses de septiembre a diciembre del año 2019 fuimos una de las organizaciones ganadoras del programa de iniciativas culturales de la Red de Eventos - Alcaldía Local de San Cristóbal. Con este apoyo se pudo continuar con el ejercicio formativo en apreciación literaria, escritura y bordado. Fue un módulo de tres meses que tomó la dirección del autoconocimiento a partir de prácticas comunes en las mujeres: oralidad, costura, bordado y escritura. La excusa para la creación fue la sanación colectiva; los bordados individuales se unieron en una prenda de vestir que se convirtió en cuerpo colectivo. Se trató de un vestido elaborado por una de las integrantes del colectivo, Martha Álzate, quien se ha dedicado toda la vida a su oficio como modista. El vestido fue cubierto con flores de todo tipo, animales de poder, objetos preciados, lugares y personas que conformaron la composición de un paisaje colectivo sobre aquel. Fue un motivo para escucharnos entre nosotras y saber cuáles son los gustos, disgustos y preferencias que tenemos las mujeres, así como para encontrar puntos en común o las diferencias que nos hacen humanas. El vestido conjunto fue una excusa para encontrarnos en la otra. Juntas fuimos parte de un cuerpo colectivo, la una construye a la otra y entre todas nos reconstruimos.

Para nuestros pueblos, principalmente Aaymara y quechua, el tiempo es circular. Timpuxajutirisariwa: el tiempo siempre viene y va, es constante, así como el círculo que no tiene punto de partida ni meta, no hay principio ni fin, todo es energía en movimiento. Por eso nuestras abuelas y abuelos nos dicen que hay que caminar mirando al pasado, porque el pasado está adelante, lo puedes ver. Esta otra concepción del tiempo es asumida como una lógica mítica e incivilizada ligada a la naturaleza de los pueblos primitivos, que después es superada con la razón, la ilustración y el reloj. (GUZMÁN, 2019 pág.15) La reflexión constante se ha realizado de la mano de Nathaly Prieto, quien hace parte del equipo de formación y ha respaldado la sistematización del proyecto por medio de la escritura originada de la sensibilidad a la hora del compartir, pues cada momento pasado juntas, entre mujeres, nos ha hecho estremecer. Es por ello por lo que, junto a ella, hemos realizado varios artículos y textos en general; reflexiones en cuerpo propio. Una de ellas viene a continuación:

Al final del vestido, a la altura de la cadera, se desprende una falda de tres metros de largo con una circunferencia total de la cadera, hecha de un material que revela todo lo que pasa por debajo de ella. Cada mujer se apropiaba de un pedazo de falda y empezaba a bordarla con sus manos, con ideas genuinas que brotaban de ver a las otras realizar la misma acción. Era un constante remiendo de manos al unísono del pensamiento común. Estoy siendo yo, pero al mismo tiempo soy otra: 206

Es así como Surcos en la Piel es un espacio donde las mujeres pasamos de ser seres individuales a colectivos; en donde el cuerpo de la otra mujer empieza a ser comprendido desde mi propio cuerpo; en donde el territorio de la otra confluye con el mío gracias a las experiencias vividas; en donde nos decimos la una a la otra que, sin importar cuán grande sea el dolor que hemos cargado, no hay por qué dejar de respirar, ya que sencillamente no estamos solas, cada una es refugio para la otra. Es un sitio para explorar distintas técnicas que nos llevan a reconocer nuestro contexto de una manera diversa, un momento

Imagen 76: Performance para el Primer Recital de mujeres para ser leídas 2019. Foto por: Aura Celeita

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Imagen 77: Performance para el Primer Recital de mujeres para ser leĂ­das. Foto por: Erika ChacĂłn

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para recordarle a nuestra mente-cuerpo cuán valiosas hemos sido en la historia, un tejido de instantes que se enfocan en el aquí y el ahora para que nuestras palabras sean no solo escuchadas sino puestas por obra. Un pare a la carrera constante que es la vida para deleitarnos con las emociones que surgen cuando cada una hace de sus palabras una poesía, un canto a la libertad que tiene eco en el palpitar de nuestros corazones y que no se queda guardado, sino que sale a flote cuando cada una genera un intercambio con las otras y los otros.

El feminismo universal empieza a ser una especie de sombrilla bajo la cual se lee la desigualdad basada en el género. Precisamente, la acción feminista que ha imperado tiene un origen europeo. No está de más recordar que:

Hablar de feminismo se ha complicado debido a las múltiples corrientes y formas que pueden encontrarse en el mundo. Algunas veces posicionarse a favor del feminismo suele ser un problema de ideología, pues, si algo o alguien se define feminista, ha de seguir una suerte de preceptos que este engloba. Lo que sí es cierto es que cuestionar la realidad de las mujeres a lo largo de la historia ha sido una lucha que han emprendido muchas de ellas y que se ha visto corroborada en el desarrollo de una teoría útil para ubicarnos en el espacio-tiempo en que las mujeres hemos logrado la consecución de muchos de los derechos de los que hoy disfrutamos. En ese orden de ideas, el feminismo funciona como un polo a tierra que nos permite asociar momentos álgidos demarcados en las distintas sociedades por el sistema hetero-patriarcal, que necesariamente ha evolucionado en el mundo.

El feminismo moderno nace en la Revolución francesa con las mujeres excluidas del cuaderno de quejas. Ellas redactan sus propios cahiers de doléance y se reconocen como el tercer Estado del tercer Estado. Allí nace la conciencia de un ser colectivo oprimido y se cuestiona el carácter inter-estamental de su opresión. Debe anotarse que se conforman clubes de mujeres que ganan especial protagonismo en la marcha a Versalles para retirar al rey. En 1790 Condorcet redacta “Sobre la admisión de las mujeres al derecho a la ciudadanía”. En 1791, Olympia de Gouges escribe la “Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana” como protesta por la exclusión de las mujeres de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1789. Es guillotinada en 1793, el mismo año en que cierran los clubes de mujeres. En 1792, Mary Wollstonecraft, una maestra inglesa, escribe la “Vindicación de los Derechos de la Mujer” como una demanda explícita de los derechos políticos de las mujeres 31.

Imagen 78: Primer Recital de mujeres para ser leídas. Foto por: Erika Chacón

Rescatado de la conferencia virtual por Zoom: “Aportes feministas para las prácticas políticas”, realizada por Nadia Zabala en el Seminario Permanente Comunidades Integradas. 31

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Imagen 79: Afiche de invitación al Primer Recital de mujeres para ser leídas 2019. Foto por: Nathaly Prieto

Imagen 80: Afiche de programación del Primer Recital de mujeres para ser leídas 2019. Foto por: Nathaly Prieto

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La imagen anterior da cuenta de cinco momentos claves en los que se ha dividido el feminismo moderno y que han dado cabida a la enumeración de los avances que ha tenido esta lucha por el reconocimiento de las mujeres en todas las dimensiones de la vida humana. Tal como Angela Davis lo enuncia en algún momento, “el feminismo es esa idea extraña de que las mujeres somos seres humanos”. Luego del desarrollo del feminismo moderno, surgen las que conocemos como “las olas del feminismo”, que dan lugar a grandes movimientos feministas que han marcado la historia de las mujeres, pues se trata de detonantes de derechos inamovibles, como el derecho al control de la reproducción o la libertad sobre los cuerpos de las mujeres.

rodean. Aquí radica entonces la importancia del trabajo comunitario asumido en nuestro papel dentro de un territorio. Surcos en la Piel ha sido esa oportunidad de vincular mujeres que nunca se pensaron feministas, pero que, mediante sus prácticas del cuidado y del aprecio mutuo, han confirmado lo fácil que ha sido para ellas situarse en el lugar de la unidad, el amor comunitario y la sororidad entre mujeres.

La búsqueda por comprender el alcance del feminismo en todas las sociedades lleva a problematizar acerca de si este se desarrolla a partir de la teoría o de la práctica, teniendo en cuenta que aquel es un concepto acuñado luego de muchas acciones inmediatas que cambiaron el cauce de la vida de las mujeres. Además, se cuestiona por qué se desarrolla la teoría del feminismo comunitario mucho después (en el siglo XXI), cuando se manifiesta de otra forma el feminismo no occidental. Para adentrarse en esta idea, Adriana Guzmán recalca que “la lucha se hace desde el cuerpo, no desde los libros ni desde la teoría” (GUZMÁN, 2019, pág. 2). Ella pone en duda la utilidad del feminismo cuando no se enuncia desde el territorio propio; plantea una idea de geo-feminismo: “un feminismo útil para nuestras luchas, un feminismo que plantea la comunidad como forma de vida de la humanidad como parte de la naturaleza; la comunidad como autoorganización y autodeterminación” (Ídem). De este modo, el feminismo se metamorfosea como teoría y empieza a mutar a la acción cuando se enuncia desde un lugar de lucha en cuerpo propio, cuando se proyecta hacia los otros que nos 214

Nosotras, desde el feminismo comunitario, creemos que hay que descolonizar la temporalidad. Hablamos de mirar con ojos que miran también en otro tiempo, que recuperan el tiempo de nuestras abuelas y sus luchas en comunidad, un tiempo que no se ha ido, sino que circula para construir nuestro tiempo de esperanza, de vivir bien en comunidad. (GUZMÁN, 2019, pág. 15)

Imagen 81: Conferencia virtual por Zoom con Nadia Zabala. Foto de archivo web

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Imagen 82: Marcha del 08 de marzo 2020. Dia Internacional de la Mujer Trabajadora. Foto por: Daniela Luna

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Imagen 83: Marcha del 08 de marzo 2020. Dia Internacional de la Mujer Trabajadora. Foto por: Daniela Luna

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Imagen 84: Marcha del 08 de marzo 2020. Dia Internacional de la Mujer Trabajadora. Foto por: Daniela Luna

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Imagen 85: Marcha del 08 de marzo 2020. Dia Internacional de la Mujer Trabajadora. Foto por: Daniela Luna

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Imagen 86: Batucada Faoa Percu en el Primer Recital de mujeres para ser leídas. Foto por: Erika Chacón

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Imagen 87: Taller de cartelismo feminista para la marcha del 08 de marzo 2020. Dia Internacional de la Mujer Trabajadora Foto por: Daniela Luna

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Capítulo -

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Corrección de estilo: Ignacio Gónima y Diagramacion y diseño editorial: Erika Gonzalezy Corrección de estilo: Ignacio Gónima y Diagramacion y diseño editorial: Corrección de estilo: Ignacio Gónima y Diagramacion y diseño editorial: Erika Erika Gonzalezy Gonzalezy

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