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EN DEFENSA DE LAS MUJERES PELUDAS Por un estรกndar de belleza mรกs justo POR JON-JON GOULIAN, ILUSTRACIONES DE DANIELA RAMร REZ

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EN DEFENSA DE LAS MUJERES PELUDAS Por un estรกndar de belleza mรกs justo POR JON-JON GOULIAN, ILUSTRACIONES DE DANIELA RAMร REZ

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i amigo Kevin, que se graduó de filosofía en Berkeley y ahora es un abogado de derecho civil que apoya todo tipo de buenas causas (igualdad económica, control de armas, matrimonio homosexual, bienestar de los territorios palestinos, producción de café orgánico…), me reprochó el otro día por organizarle una cita a ciegas con una mujer que tiene “sombras de bigote”. Ok… lo acepto, son más que “sombras” ¿Has visto alguna vez una foto de Frida Kahlo y has tenido un impulso lujurioso, como yo lo he tenido, hacia sus fabulosas cejas gruesas, esos arcos oscuros que se despliegan sobre sus ojos como las alas extendidas de un cuervo? Pero hay que ir más allá. Si miras con cuidado esas fotos, verás dos franjas delegadas de hermoso vello oscuro que parecen haber sido dibujadas con lápiz en un ángulo de 45 grados sobre a cada lado de su labio superior. Y bueno, pues la mujer con la que organicé la cita para Kevin, una hermosa y feroz poeta y traductora llamada Jill que se graduó con honores de literatura comparada en una universidad que rechazó a Kevin, y con quien yo había salido años atrás, tiene esas mismas cejas y ese mismo vello oscuro, pero en ambos casos un poco más oscuro y más grueso.

También tiene vello en las axilas, grueso, denso y húmedo, que Kevin nunca descubrió porque no llegaron más allá de tomarse un trago rápido en un bar. Además, tiene vello desde su tobillo hasta la parte alta de los muslos (Kevin se dio cuenta de esto cuando ella cruzó la pierna) y un camino que va desde el ombligo hasta su vagina descuidada.

Y eso sin mencionar el vello en el antebrazo y el vello en el ano y los pelos alrededor de sus pezones, y la deliciosa pelusa sobre esa parte donde su raya de las nalgas se encuentra con la parte inferior de su espalda. En otras palabras, Jill, al igual que Kevin, es un mamífero con cabello. Como cuando dos chicas le preguntaron a Gaby Hoffman en el Sundance Film Festival sobre la vagina falsa súper peluda que usó para la película Crystal Fairy y ella respondió: “No, así soy yo. Soy un humano y tengo vello”. Así.

Pero volvamos al enojo de Kevin. Hace semanas, cuando él me dijo de estaba “solo” y “listo para sentar cabeza”, y que quería

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saber si yo conocía a alguien que pudiera estar “bien” para él, parecía tener algunos requisitos: “Tú sabes lo que estoy buscando… alguien brillante, no obesa, que sepa cómo afinar una guitarra y que nunca haya puesto un pie en Ibiza”.

“No hay problema” le dije, e inmediatamente pensé en Jill.

Tranquila, con los pies en la tierra, habla seis idiomas no usa maquillaje: una versión joven de Patti Smith. Entre más le contaba a él de ella y le decía lo guapa que se veía en un vestido Marimekko de su mamá, sin brasier, y encima de esas plataforma vintage Candie, más triste me sentía por no estar con ella.

Su cita duró 45 minutos. Kevin le dijo que “se estaba recuperando de una intoxicación” y que tenía que llegar a casa temprano. La siguiente mañana fue a buscarme. “Qué estabas pensando” me gritó . ¿Por qué me ocultaste deliberadamente el detalle más relevante de su apariencia? Es verdad que le oculté eso. Cuando Kevin no podía encontrar una foto de ella en línea ya que ella no está en ninguna red social ni en cualquier lugar del internet y me pidió que le mandara una, le mentí y le dije que no tenía. La única foto que tenía de ella mostrabaclaramente su bigote y yo sabía que eso rompería el encanto. Mucho amigos a los que le había mostrado esa foto a través de los años me habían dicho: “No puedo superarlo”.

Kevin, temí, no tendría una reacción muy diferente. Así que le mentí y le dije que no tenía una foto. Mi esperanza era que Kevin, la persona más progresista que conozco, se diera cuentea al conocer a Jill que su bigote, en comparación con su belleza en general y lo fabulosa que es, resultaba insignificante. Mi otra gran esperanza era que eventualmente, como me pasó a mi, su bigote lo volviera loco. “¿Realmente te pareció ese ele detalle más relevante de su apariencia? repliqué . Yo pensaría que es el cuerazo que tiene, o su gran estilo. o sus grandes y luminosos ojos azul pálido, o incluso la manera adorable en que parpadea y baja la cabeza a su pecho cundo ríe, que quizá nunca viste porque su bigote e hizo perder el sentido del humor y te silenció… todos eso eran grandes candidatos para ser el detalle más relevante de su apariencia. Pues bien, yo también le omití a ella un detamufde

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¿Realmente soy el único que piensa que el vello femenino se ve bien y se siente bien y huele bien y sabe bien? hay pocas sensaciones más placenteras que sentir mi verga sobre el vello en la pierna de una mujer. de tu apariencia ¡tus visibles pelos de la nariz y de las orejas, y los parches esporádicos en tu espalda!”.

Kevin se sonrojó. Me había puesto muy personal defendiendo a Jill e inmediatamente me arrepentí de eso. Por un momento, ambos estábamos muy avergonzados para hablar. Nos quedamos mirándonos en silencio e hice un esfuerzo por no ver su nariz ni sus orejas. “No estás siendo justo conmigo dijo finalmente . Si hay limites dentro de mi mente abierta, pues perdón. Pero yo nunca dije que soy un santo. Si alguien aquí fue insensible fuiste tú. Me mandas a un cita a ciegas y esperas que, sin advertirme a lo que me voy a enfrentar, mágicamente pueda derribar ideales de feminidad que han estado establecidos desde, no sé, ¿siglos? ¡Incluso más! ¡Las estatuas de mujeres en la Antigua Grecia, como sabes, no tenían vello púbico!”. “¿Y las estatuas de los hombres en la Antigua Grecia eran muy peludas? Un poco de vello púbico a lo mucho, y de vez en cuando barba, pero fuera de eso los hombre siempre estaban más pulidos que el mármol. El ideal de ser lampiño, a juzgar por las estatuas, era algo independiente al género.

Pero olvídate de la Antigua Grecia, tenemos que situarnos en el lugar en donde nosotros vivimos. ¿Sabías que en Estados Unidos las mujeres no se rasuraban las axilas hasta alrededor de 1915? ¿Y sabes por qué? Porque les dijo un anuncio publicitario en Harper´s Bazaar que mostraba a una mujer en un vestido sin mangas con un brazo alzado. “Los vestidos de verano y de baile moderno hacen necesaria la eliminación del vello objetable”, decía el texto que acompañaba la foto de esta mujer con la axila completamente rasurada. Antes de esto a las mujeres estadounidenses nunca se le había pasado por la cabeza que el vello en las axilas fuera un problema.

Luego, cuando se empezaron a hacer vestidos cortos, también se les hizo ver que el vello en sus piernas era un inconveniente.

Estos “ideales de la feminidad” a los que te refieres, al menos en Estados Unidos, son más recientes de lo que te imaginas”.

Kevin se puso a la defensiva. “Si yo te presentara a una mujer que tuviera barba -dijo-, ¿qué harías? Supongamos que ella es brillante, tiene una figura perfecta y un estilo increíble, habla seis idiomas, ganó mención honorífica y se ve muy bien

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con el vestido Marimekko de su mamá, pero sucede que, desafortunadamente, tiene una capa obviamente visible de pelusa oscura en sus mejillas. No es común, pero sucede. Raramente las mujeres velludas tienen poca barba. ¿Podrías evitar ver eso y enfocarte en sus atributos positivos? Y vayamos un poco más lejos. ¿Qué tal si esta mujer en lugar de tener barba, tuviera, como tú, entradas? No es común, pero sucede. A veces las mujeres también pierden el pelo. ¿Olvidarías la percepción estética y saldrías con una mujer calva? ¿La ubicarías hipócritamente en un estándar diferente al que sostienes tú?”.

Me había acorralado y ambos lo sabíamos. Vivir en una sociedad es estar socialmente condenado. Es inevitable. Algunos lo enfrentamos mejor que otros, nos resistimos a eso y tomamos nuestras propias decisiones. ¿Pero quién de nosotros es perfecto? ¿Quién era yo que definitivamente tendría problemas para superar la barba o entradas de una mujer en una cita a ciegas para juzgar a Kevin por tener problemas con el bigote de Jill? En espíritu de conciliación, Kevin preguntó si no estábamos sino muy crueles con nosotros mismos, y dijo que después e todo no éramos hipócritas. “Poner a la mujer en un estándar de belleza diferente al nuestro como hombres es arbitrario, en caso de que las mujeres y los hombres estén en condiciones de igualdad me dijo . Pero no somos iguales. Los hombres, por lo general, son más velludos que las mujeres, y tienen vello en lugares del cuerpo donde, por lo general, las mujeres no lo tienen. ¿No es acaso el ideal de belleza femenina por ejemplo, el ser lampiña simplemente una extensión estética lógica del objetivo de la distinción biológica?”Claro que es una extensión, acepté, pero no estaba tan seguro de cómo podía ser eso lógico.

Solo porque las mujeres tienen menos vello en el cuerpo que los hombres, y en menos lugares, ¿Hace menos arbitrario el hecho de presionarlas para deshacerse de todo el vello o de la mayoría? “Imagínate le dije a Kevin en un esfuerzo por tratar de pensar de manera más objetiva acerca de esta pregunta, un estado hipotéticamente presocial sin restricciones a la vellosidad, cerca al año 10.000 ACHBEVAGMSISIETC (antes de Cosmo, Harper´s Bazar, Esquire, Vogue, Allure, Gla-

mour y Maxim, el “Número de trajes de baño” de Sport Illustrated y cualquier otra revista que les dice a las mujeres y a los hombres que el vello corporal de la mujer es asqueroso). En este estado antiguo de increíble vellosidad, las cuchillas, láser, pinzas, máquinas de afeitar, cera caliente y electrólisis aún no existen, y hombres y mujeres, todos, tienen vello en distintas partes del cuerpo. En piernas y nalgas, dedos del pie y axilas, pezones y ombligo, vello púbico y bigotes…Los hombres por lo general tienen más vello que las mujeres, claro, y en muchas otras partes, pero las mujeres también son bastante velludas.

El deseo sexual, en este estado de vellosidad, nunca es apocado por el vello corporal a simple vista. Los hombres cavernícolas con vello corporal también tienen tanto sexo como ta. En este estado de vellosidad corporal nunca se ha oído a un cavernícola velludo decirles a sus amigos, después de tener sexo con una cavernícola velluda: “Era asqueroso. ¡Tenía pelos en las nalgas! ¡Y bigote! No podía superarlo. Eso mató mi erección”. “Ahora le dije a Kevin , imagínate que vamos a construir una nueva sociedad desde cero, distinta a la que tenemos ahora, una sociedad en la que hombres y mujeres serían tratados de manera diferente solo si hay un fundamento justo y racional para hacerlo. Y para asegurarnos de que abordamos esta tarea de manera imparcial, y que no solo estamos reconstruyendo una sociedad que nos hace la vida más ventajosa a nosotros, imaginemos que no tenemos idea de cuál va a ser nuestro género en esta nueva sociedad. Mujer u hombre, no tenemos ni idea. No está en nuestras manos poder elegir. Y ya que es completamente posible que seamos mujeres, tenemos que tener mucho cuidado, por que cualquier costumbre social que ponga a las mujeres en desventaja nos podría lastimas potencialmente. Con todo esto en mente, considera los siguiente cinco enfoques que podríamos tener hacia el problema del vello corporal: 1) Hombres y mujeres deberían deja en paz su vello corporal; tal vez unos leves cortes alrededor de la nariz y orejas pero de otra forma nada. 2) Tanto hombres como mujeres que eventualmente tenga una afección particular (comezón, vellos enterrados, que no les crezca mucho la barba, etcétera), se deberían quitar el vello en cuestión. 3) Solo los hombres deberían quitarse el vello corporal de forma obsesi-

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va y las mujeres pueden hacer lo que quieran. 4) Solo las mujeres deberán quitarse todo el vello corporal de forma obsesiva, y los hombres pueden hacer lo que quieran. 5) Tanto hombres como mujeres urden elegir libremente lo que quieran, si rasurarse o no rasurarse, o rasurarse de vez en cuando, sin que comerciales ni revistas de moda presionen a las mujeres a convertirse en mutante lampiñas, y sin que ellas se sientan apenadas, como muchas amigas mías cuando han estado muy ocupadas para rasurarse y la gente observa sus piernas peludas en el metro”. ¿Con qué fundamentos, ya sean morales, estéticos, higiénicos, biológicos o de cualquier otro tipo, una persona racional interesada en sí misma, que tuviera una oportunidad igual de ser una mujer velluda en nuestro hipotético mundo, escogería la opción 4?

Con ningún fundamento, por supuesto. El hecho de que las mujeres sean presionadas para no tener vello, y los hombres puedan hacer lo que quieran y a nadie le importe, es indefendible tanto moral como lógicamente. Es un punto obvio, irrefutable, y el silencio de Kevin lo confirmó. Después sonrió. y sus ojos se redujeron. Todavía le quedaba un poco de ganas de pelear. Aún no había terminado. “Yo entiendo, lógicamente, que mantener un estándar de belleza más estricto para las mujeres es injusto, arbitrario y no tiene bases morales dijo . ¡Somos unos hipócritas! Pero, regresando al caso de Jill, esto no cambia lo que me excita. Cuando veo a una mujer con bigote, o vello en las piernas o en los pezones, no se me para. Así de simple. Soy producto del acontecimiento social, y no lo puedo evitar. El deseo no puede ser fabricado. No puedo tener una erección a m voluntad. No importa la cantidad de argumentos morales que haya ni la construcción de una sociedad desde cero, nada de eso cambiaría las cosas de mi. Y aunque admiro tu indiferencia ante los estándares convencionales de belleza femenina, y estoy tentado a considerarla heroica, también me parece, francamente, sospechosa. Tú no simplemente toleras el vello femenino. Estás obsesionado con él. ¿Por cuántos años, me pregunto, has tratado de emparejar a Jill con alguno de tus amigos? Es la mujer más velluda que has conocido, me

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imagino, y te terminó encantando. Y desde que ella te dejó has intentado revivir la experiencia indirectamente a través de tus amigos. Pero la emoción sexual que aparentemente obtienes al hablar de ello es desproporcional a cualquier estímulo sexual que ella pueda producir. El vello corporal femenino, sospechoso, se ha convertido en un fetiche para ti. Tiene un extraño nivel simbólico sobre ti. Por alguna razón (¿no puedes superar al Jill?) se ha apoderado de tu subconsciente. O tal vez no tiene que ver con Jill. Tal vez ere gay y no lo sabes, y el vello corporal femenino es una aproximación temporal mientras se resuelve tu sexualidad. De todas formas, no lo puedes resistir.

Y no hay nada heroico en rendirse a algo sobre lo que no tienes control. Tú, no menos que yo, eres víctima de tu deseo. Y ninguno de los dos es moralmente admirable. Querer que las mujeres sean velludas no es diferente a querer que no lo sean.

En ambos casos un hombre quiere que una mujer algo que no necesariamente ella quiere ser. La razón por la que crees que las mujeres no eligen libremente no tener vello, y que simplemente les han lavado el cerebro con publicidad para que piensen que no tener vello es lo que ellas realmente quieren, es que tú consideras que no tener vello no es sexy. Y solamente casi cualquier hombre en Estados Unidos está en desacuerdo contigo”. ¿Realmente soy el único que piensa que el vello femenino se ve bien y se siente bien, y huele bien y sabe bien? Hay pocas sensaciones más placenteras que sentir mi verga sobre el vello en la pierna de una mujer. La verga está hecha para ser acariciada. Y eso es exactamente lo que el vello de las pierna hace.

Debe haber millones de hombres como yo, pero no sabemos de ellos porque les da pena decirlo. Tiene miedo de que los llamen fetichistas y raros. En su defensa, y en la mía, afirmo que el vello corporal no es desagradable ni sexualmente irrelevante.

No es algo que se deba ignorar casualmente en el camino a otras fuentes de placer más obvias. Es en cambio un órgano sexual por sí mismo, para ser olido, lamido, acariciado, jalado, acomodado, trenzado, peinado, masticado y probado. El feliz rastro grueso de una mujer es solamente desagradable o

irrelevante si no entiende cómo la excitación. para hombre y mujeres, incrementa por la delicada y lenta lucha de la punta de la lengua haciéndose paso por el camino elaborado. Largo vellos corriendo alrededor de las areolas de una mujer son solo desagradables o irrelevantes si no entiendes que los vellos son. en cierta manera, extensiones del pezón y de la areola, y que el sentimiento de los vellos en tu boca hacen que el pezón parezca más grande y completo y gordo. Un mechón de pelo en la espalda inferior de una mujer, arriba de las nalgas, solo es desagradable o irrelevante si no te la has cogido.

Y con el pelo, por supuesto, viene el sudor y con el sudor viene un olor fuerte, y ¿qué sugiere el vello con olor fuerte? La vagina. Una mujer con un cuerpo velludo tiene esencialmente cuatro vaginas: dos axilas, el ano y la vagina misma. ¿Cómo puede esto ser un problema para un hombre que se dice heterosexual, y que, sospechosamente, sugiere que yo podría ser gay sin saberlo? Ponte en mi lugar, Kevin, sitúate en el siguen escenario: Una mujer fenomenalmente velluda está encima de ti, cogiéndote vigorosamente. Una de sus axilas, oscuras, densa y húmeda, presiona tu nariz. Una de tus manos está enterrada en la otra axila velluda, masacrando el húmedo y sudoroso pelo, mientras tu otra mano está dedeando su ano y ocasionalmente llevas la punta de tu dedo a tu nariz para darle una profunda olfateada. es en este punto cuando tu mente se libera de tu cuerpo, ¿no? Ya no estás presente en este planeta. Estás flotando en un éter de esplendor vaginal. Un cálido y vaporoso baño de sudor, pelo y olor. No sé de qué otra forma ponerlo.

No puedo exponerte una situación mejor. Si no te he convencido, no tienes esperanza.

Nota: Para proteger la identidades de “Jill” y “Kevin”, cuyos han sido cambiados, varios detalles de su identidad fueron alterados. Algunos diálogos fueron editados también para hacerlos más coherentes de lo que realmente fueron. La cantidad de vello de Jill si permaneció tal cual, vale la pena enfatizar.

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