Athleia

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ATHLEIA

Por Daniel Reyes





ATHLEIA Por

Daniel Reyes





I Flor del Desierto

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henae, una muchacha de complexión delgada iba montando el tiranaptor, una bestia parecida a un dinosaurio que era de su familia. Llevaba las compras que había hecho en el mercado. No eran muchas cosas pues los recursos de sus padres eran escasos. Como aldeanos de la nación de Athleia no podían aspirar a más ya que en la estructura de la sociedad el poder estaba asignado a unos pocos quienes lo heredaban de sus padres quienes lo heredaron de los suyos. Los gobernantes de los recursos naturales, tecnológicos e incluso el poder sobrenatural presente en Athleia eran los Eruditos, equivalentes a los sacerdotes y presidentes de esa nación. Mientras Shenae, de 17 años se bajaba del tiranaptor para descargar los paquetes sus dos hermanos de 8 y 5 años se acercaban a ella para recibirla entre carcajadas y juegos. Shenae los miró con una sonrisa triste, porque estaba inconforme, su sueño era poder 1


llevar más a casa y lo que causaba mayor tristeza era el hecho de que los niños en su ingenuidad se alegraban con la precariedad de las compras, pues no conocían como era tener más. Los niños entraron con los comprados y Shenae se quedó en el patio apreciando el estado desértico en el que se hallaba la aldea. Desde la posición en la que se encontraba la casa podía obserbar el recinto de las familias Eruditas, las cuales gozaban de impresionante verdor y edificaciones que tocaban el cielo. Luego de meditar unos minutos, Shenae entró a los llamados de sus hermanos quienes no paraban de jugar y pelear al mismo tiempo. Los padres de Shenae llegaban a casa muy entrada la noche, trabajaban desde muy temprano en las minas de Oro, esenciales para desarrollar proyectos de alquimia y tecnología del gobierno erudito. El pago por supuesto, era muy bajo, lo necesario para continuar viviendo en condiciones pobres con la alimentación justa para vivir en hambruna y los bienes necesarios para sufrir de frío en las noches de invierno pero no morir. Shenae sabía que su futuro el próximo año era ese, al cumplir la mayoría de edad todos los de la aldea donde Shenae vivía eran enviados a trabajar en las minas. Cada aldea se dedicaba a una actividad distinta, en otras aldeas eran herreros, hacían las armaduras de los guerreros. Mientras otros aldenos se especializaban en construir. Tal como el poder hederado genéticamente por los eruditos, la miseria en Athleia venía en la sangre. La oportunidad de sobresalir simplemente no existía. Sin embargo Shenae sentía que eso no estaba bien. Sabía que sus padres no eran felices,era sólo que no conocían otro estilo de vida, al mismo tiempo sabía que ella tampoco lo sería cuando su momento de trabajar llegase.

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Esa noche mientras sus padres cenaban Shenae vió movimientos extraños entre las casas de la aldea. Siluetas de personas caminaban de una casa a otra, esperaban, alguien se les unía y continuaban sin nada para iluminarse como si quisieran no ser vistos. Un evento que a la chica le pareció extremadamente raro, nadie salía por las noches

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en Athleia, todos debían despertar temprano por las mañanas. A Shenae le pareció muy extraño y con su espíritu impulsivo y curioso empujándola salto por la ventana a ver que sucedía. Caminando con cautela logró no ser descubierta por los inusuales personajes y vió como entraban por detrás de unos contenedores a una puerta secreta de la cual salía luz. Cuando ya todos habían entrado su curiosidad no resistió más y se acerco, se acurrucó junto a la pared para lograr escuchar que sucedía adentro. La voz pausada pero impactante de un anciano resonaba, hablaba de la búsqueda de la verdad, dioses y espíritus. A Shenae no le pareció interesante, era solamente más religión con la cual no estaba del todo conforme. Pero no fue así cuando escucho al anciano hablar de las sombrías intenciones de los eruditos. Fue en el justo momento

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en que estaba por regresar a su casa. Se detuvo y trato de escuchar más. El anciano dijo que la única forma de cambiar a Athleia era derrocar a los eruditos con la verdad de la primera civilización. Shenae no pensó más y empujó los contenedores para entrar, cuando lo hizo todos voltearon hacia ella con expresiones de terror, pensando que habían sido descubiertos por los guardas eruditos. Y el salón, que no era muy grande, pero estaba muy iluminado con velas se quedó en completo silencio contemplando a la visitante inesperada. Shenae miró determinadamente al anciano que era el único que estaba de pie y estaba al frente. Sin titubear dijo: -Quiero saber más. Y en ese instante las expresiones de todos ahí cambiaron, incluso se pudo escuchar los suspiros de alivio de algunos de los asistentes. El anciano entonces comenzó a interrogar a la chica, preguntando donde vivía y a que familia pertenecía para saber si no era infiltrada. Unos hombres se levantaron y se acercaron a ella para detenerla en caso tratara de hacer algo. -Soy de la familia Alem, soy la hija mayor de Elmer Alem y Georgina Alem. Vivo al este de aquí -Dijo Shenae con voz fuerte y determinada. En ese punto los dos hombres que se habían levantado ya la habían sostenido de los brazos. En seguida un muchacho robusto que estaba sentado en la primera fila frente al anciano se levantó, vio hacia atrás y dijo: -No miente. Yo la he visto en la aldea, es hija de mineros como nosotros. Entonces uno de los hombres que le apretaban inmediatamente soltó a la chica, pues era el padre de Ladarius, el chico que había hablado. Entonces eres bien recibida dijo el viejo mientras le indicaba que tomara asiento frente a él con una mano y con la otra se peinaba las largas barbas. La sesión continuó. -La Primera civilización es la 5


clave – exclamó el anciano. -Los eruditos esconden secretos que no conocemos, se dice que en los campos eruditos los árboles dan fruto al instante en que son sembrados, que las comidas nunca se echan a perder y que las enfermedades no penetran sus muros. Siendo ellos los líderes administradores de la sociedad, ¿Porqué no nos otorgan este conocimiento? ¿Porque las semillas que nos entregan para comercializar en la aldea no florecen hasta primavera mientras ellos viven en abundancia todo el año? Todas estas preguntas habían invadido la mente de Shenae en algún momento, pero la respuesta que los sacerdotes eruditos daban era que el pueblo se merecía la miseria pues, a diferencia de ellos, no involucraban a los dioses en todo momento. Por eso la aldea era desértica y la ciudad erudita era bendecida por los dioses siempre. Shenae estaba sorprendida, siempre creyó ser la única que pensaba en eso, encontrar a personas que eran igual a ella era un alivio. No estaba sola. También, se preguntaba como ese muchacho a quién ella nunca había visto la había defendido en un momento crucial, incluso se preguntaba si habría estado mintiendo. La reunión terminó y todos comenzaron a salir de la misma forma cautelosa en la que habían entrado, Sheane por el contrario, se quedo un momento más con el anciano, quería saber más sobre lo que estaba sucediendo y el propósito de que se reunieran a discutir esos temas. El señor advirtió a la chica del peligro de no retirarse en grupo, a lo que ella contrarrestó asegurando que había logrado llegar ahí sola, por lo que no tendría problema regresando por su cuenta. Lo importante en ese momento para ella era obtener la mayor cantidad de información posible. El viejo accedió, ya confiaba en ella, por lo que empezó a explicarle: -Nos autodenominamos las flores del desierto. Nuestro 6


principal objetivo es la verdad. Los eruditos ocultan la realidad y se aprovechan de nuestra condición de analfabetismo y falta de conocimiento, pero estamos conscientes que las historias antiguas, que no están escritas en los libros que los Eruditos nos leen, contienen la verdad. De generación en generación se sabe que los Eruditos poseen magia y no es sólo la bendición de los dioses lo que les da prosperidad. El templo que se encuentra en las ruinas de la primera civilización es la única conexión con los dioses a la que tenemos acceso, el templo que está en los campos eruditos es de su uso exclusivo. Conectarnos personalmente con los dioses puede ser la solución puede brindarnos poderes y convertirnos en eruditos.El viejo hizo una pausa, se había agotado hablando. -Creo que ya deberías irte -dijo el cansado anciano y Shenae accedió, ya había escuchado bastante. Cuando Shenae salió del salón secreto, estaba el muchacho robusto esperando en la oscuridad. Se acercó tomando por sorpresa a la chica que se movía con cautela. -Hola, soy Ladarius. Pero puedes llamarme Lad. Dijo el chico, a lo que recibió una respuesta que no se esperaba. -¡Alejate! -exclamo Shenae. -No voy a agradecerte de ninguna forma especial si eso es lo que esperas. -Lad se rió y le dijo: -No espero nada, es solo que pudiste encontrar extraño que te conociera cuando nunca te he hablado. -Tu no me conoces -le dijo Shenae mientras seguía caminando -sólo mentiste para que te debiera un favor. -El muchacho volvió a reir y dijo: -Claro que te conozco, hoy me compraste una bolsa de lentejas. -Shenae se detuvo. -Ah bueno, entonces disculpa. -Dijo cambiando a un tono un poco más relajado. En efecto, Lad era del área de la aldea donde viven los

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comerciantes y ella aunque no recordaba su rostro si tenía un vago recuerdo del tipo que le había vendido las lentejas más temprano en la tarde. -Soy Shenae -le dijo. -Muchas gracias por haber hablado en mi favor. Ahora tengo que irme, mis padres no saben que estoy afuera. -Esta bien -le dijo el joven. -Te veo mañana en la otra sesión. -le dijo mientras se alejaban cada uno a su destino.

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II Intrusos

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a tarde del día siguiente fue muy extraña. Shenae estaba cepillando las plumas de su tiranaptor en el patio de la casa cuando vio muchos de los guardas eruditos entrando y saliendo bruscamente de las casas vecinas. Nunca los había visto tan desesperados. Algo estaban buscando. Quizás se habían enterado de las reuniones de las flores del desierto. En un abrir y cerrar de ojos ya había un grupo de guardias que se dirigían hacia su vivienda. El guarda con su uniforme no pasaba inadvertido, tenía muchos tocados de oro y colores violetas y amarillos, pigmentos que no eran comunes entre los aldeanos. Esto intimidaba a las personas en general pero no a Shenae, que se paró frente a la entrada de la casa tratando que pasaran hacia sus hermanos que estaban en el interior. El guarda se detuvo y miro fijamente a los ojos de Shenae, como si la inspeccionara. Sólo para luego empujarla fuera del camino.

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Shenae cayó en el polvoriento suelo y el hombre se abalanzó adentro. El guarda comenzó a registrar, lo que no le llevo mucho tiempo, pues la casa no tenía muchas cosas adentro solo lo necesario, algunos sacos con provisiones y los muebles sobre los que dormían. Inmediatamente después que terminó de desordenar la casa y ver debajo de las camas salió rápidamente a la siguiente casa de la aldea. No dijo una palabra. Momentos después todos los guardas que se habían dispersado en la aldea se reunieron y se desplazaron hacia el norte, de nuevo a los campos eruditos, parecían no haber tenido éxito. Shenae los miraba desde la ventana mientras abrazaba a sus hermanos, quienes estaban tan asustados como ella. Era un evento en realidad inusual en la aldea. La noche oscureció la aldea. Cuando sus padres ya se habían dormido, Shenae aun estaba muy despierta. No quería quedarse sin ir a la sesión de las Flores del Desierto. Esperaba muy atenta a ver las siluetas caminar entre las casas de la aldea para salir a su encuentro. Cuando estaba a punto de quedarse dormida esperando, los vio ahí iban como la noche anterior. Desplazándose con cautela. Como la noche anterior, no lo dudo y salto a su encuentro. Cuando doblaban en una esquina ella se les unió. Ahí iba Ladarius en la parte final del grupo. -Shenae! Hola! -exclamo el joven en voz baja. -Shhhh! Hola... -Le dijo Shenae. Y siguieron caminado hasta el lugar de reunión habitual. Ya dentro del salón secreto todos comentaban la actividad extraña del día. Pero igualmente extraña la forma en que de repente habían dejado de urgar los hogares de los aldeanos aún si que se notase algun resultado favorable en su búsqueda. El anciano entonces tomo la palabra. 10


-Lo que hemos visto hoy fue una actividad pocas veces vista en Athleia. No quisiera alarmarlos, pero pueda ser que la actividad que presenciamos ahora sea que los campos eruditos sospechan de nuestra existencia y quieren intimidarnos. Por tanto tenemos que acelerar el plan. Nuestro destino, la primera civilización está al sur cruzando el bosque de Azemor. Debemos dirigirnos hacia allá en grupos pequeños para que nadie sospeche. -La charla fue interrumpida por sonidos extraños en la entrada. Sonaba como alguien esforzándose mucho por entrar. Todos se quedaron atónitos. Los habían descubierto. No tenían escapatoria. Los contenedores de semillas que tapaban la entrada fueron deslizados y todos estaban a la vista de quien se encontrase afuera. Shenae estaba tan paralizada como Lad y todos los demás en la sala. Una silueta haraposa se posaba en la puerta, no parecía nada un guarda erudito, más bien un indigente, pero en Athleia no existía tal cosa. Todos se relajaron un poco al ver que sus peores expectativas no se habían cumplido. Cerraron la entrada y dejaron pasar al siniestro personaje. Ya adentro pudieron percatarse que se trataba de una joven. Una señorita de piel muy tersa y cabello muy largo para tratarse de una aldeana común. Sin embargo al ver su condición andrajosa nadie se atrevía a sospechar de ella, por el contrario, al haberse presentado de forma menos amenazante que Shenae la noche anterior, todos se

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mostraron amables con ella. Le dieron un asiento cerca del anciano para que este pudiese hablar con ella incluso la ayudaron a sentarse pues la chica estaba claramente debilitada como si hubiese pasado por situaciones terribles antes de llegar ahí. La chica dijo provenir de las aldeas ubicadas en las montañas al norte de los campos eruditos y por eso era tan distinta a los aldeanos de esa región de Athleia. -escuche lo que hablaban y quiero saber más. -dijo mientras cuidaba que su deteriorado traje no se desarmara por el pobre estado en el que estaba. -Vaya parece que hemos tenido varios intrusos en los últimos días dijo el anciano riendo nerviosamente luego de estar aterrorizado por la situación. 12


Shenae y Lad cruzaron miradas, no estaban muy convencidos de que la joven fuese de fiar tan fácilmente. El anciano retomó la palabra y la joven mujer que tenía un asiento muy cercano a ambos los miró y al darse cuenta que eran aproximadamente de la misma edad les sonrió amablemente. A lo que ellos respondieron de igual forma algo desconcertados. En realidad no parecía una amenaza en lo absoluto. -Azemor! -grito el anciano para luego seguir hablando más bajo. -Ese bosque nos divide de las ruinas. Las historias cuentan que ese bosque hace perder la cabeza a cualquiera que se adentre. Hay criaturas inimaginables y engañosas que pueden hacer tropezar al más valiente y fuerte de los exploradores. Viajando en grupo es posible que el riesgo sea menor. Debido a la actividad inusual de los guardas del gobierno, debemos comenzar a alistar provisiones desde mañana, dijo, el primer grupo zarpará mañana en la noche, si bien no es necesario que todos vayamos, si debemos ir en compañía de varios. El anciano luego se dirigió a la nueva integrante, le dijo: -Bienvenida, eres una nueva flor del desierto. Espero tengas la oportunidad de venir el día de mañana. -La chica entonces dijo que no tenía hogar, y que no sabía si iba a sobrevivir varias noches más. -En nuestro hogar hay algo de espacio, claro mientras no te moleste dormir sobre bolsas de semillas. -El padre de Lad le estaba ofreciendo su ayuda. A lo que la muchacha apeló amablemente: -Le agradezco mucho, claro que no me molesta. Es mejor que dormir en las frías rocas del desierto.

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Luego de eso todos dejaron el salón de camino a sus casas. En el transcurso, Lad le preguntó su nombre a la chica misteriosa. -Soy Delisa dijo ella mientras caminaban juntos. -Shenae y Lad se presentaron también. El padre de Lad les dijo a todos que debían reunir provisiones para el grupo que zarparía el día siguiente. Shenae mencionó entonces el tiranaptor de su familia, pero aseguró que sólo lo utilizarían si ella iba también pues la bestia era un poco engañosa y sólo ella podía montarlo. El señor se mostró feliz, un animal de carga era justo lo que necesitaban para echar a andar el plan. Luego, Shenae se separó del grupo, no sin antes despedirse mientras se dirigía a su casa en la oscuridad de la noche y Lad con Delisa y su familia regresaron a su lado de la aldea acordando reunirse la noche del día siguiente. Shenae entró a su cuarto, no estaba segura si seguir apoyando a las flores del desierto, significaba poner en riesgo el hecho de no volver a ver a sus hermanos ni a sus padres. Por otro lado pensaba que si no se arriesgaba podría condenar a su familia a vivir en el estado de pobreza en el que estaban estancados por la estructura social de la nación de Athleia. El día siguiente transcurrió sin movimientos por parte de los guardas. Shenae contempló todo el día a sus hermanos, que jugaban corriendo entre las patas del ave reptiliana que estaba atada en el patio. Aun se preguntaba si era lo correcto arriesgarlo todo o seguir como siempre había sido. Al final ella era quien quería un futuro mejor, aquellos que como sus hermanos simplemente no estaban conscientes de otras realidades, parecía no afectarles el hecho de no vivir como los eruditos.

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La noche llegó y Shenae esperaba ver a las flores del desierto escabullirse entre la aldea por tercera vez. Y así fue, iban en el grupo Lad, su padre y Delisa. La joven esta vez no se unió al grupo como de costumbre, de hecho salió de la casa y montó el tiranaptor que ya tenía preparado con algunas provisiones. Emprendió la marcha lentamente para no despertar a sus familiares ni sus vecinos. No podía desplazarse con el animal entre las casas para llegar al salón secreto así que se movió por los extremos del vecindario. El tiranaptor iba lentamente a un paso torpe entre los arbustos secos rodeando la aldea cautelosamente. Finalmente se adentraron en la aldea en el lugar justo para llegar al salón de reunión. Cuando llegaron, Shenae se extrañó, no todos habían entrado al salón. Una parte del grupo aún estaban en el callejón. Shenae ató al tiranaptor en ese lugar, que estaba alejado unos metros del lugar. La chica se acercó, camino con cuidado hacia donde estaban los demás. No estaba segura de lo que estaba ocurriendo. Cuando estaba lo suficientemente cerca, Lad ya venía hacia donde ella. La tocó en el hombro y la dirigió a caminar en el sentido contrario. -Mataron a Octavio. - Dijo Lad. El anciano líder de las flores del Desierto había sido asesinado por desconocidos dentro del salón en el que se reunían el cual era su lugar de habitación. Shenae no podía creerlo.

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III Cambio de Planes

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henae no podía salir del shock, Delisa también estaba impactada. Nadie se lo esperaba. Lad y Shenae caminaban afuera del callejón, Delisa los siguió. En ese momento, guardas eruditos comenzaron a caer de los techos de las casas que formaban el callejón. Unos guardas, de inmediato apuñalaban a algunos miembros de las flores del desierto. Otros luchaban por sus vidas, Les habían tendido una trampa. Ladarius en ese instante giró para ver que sucedía. Estaba claro, lo peor había ocurrido. Las flores del desierto estaban siendo cortadas de raíz. El chico entonces empujo a las dos muchachas hacia fuera y regresó para luchar. El joven era fuerte, mover sacos pesados de mercadería seguramente había servido de algo. -¡Huyan! -Gritó el chico mientras trataba impotentemente de quitarse de encima a dos guardas que se les abalanzaban. 17


Shenae rápidamente corrió al tiranaptor. Delisa estaba paralizada, con sus manos en el suelo sólo miraba lo que estaba sucediendo a su alrededor e intentaba resguardarse en la oscuridad de la noche. Shenae se montó en el animal de carga y le dio indicaciones de que comenzara la marcha. Volvió su mirada hacia atrás y vio a la muchacha acurrucada en las sombras. No podía dejarla ahí, la matarían. Haló las riendas del animal y lo dirigió hacia la chica. Shenae extendió su mano hacia ella y la recogió del piso para montarla en la cola del tiranaptor. Se detuvo un momento, volteó hacia la trifulca tratando de identificar a Lad entre toda la actividad violenta que estaba aconteciendo en el callejón. No pudo divisarlo, no tenía más tiempo debían salir de ahí en seguida. No podían arriesgarse a que las vieran.

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En ese momento, muchas cosas pasaban por la mente de Shenae. No estaba segura de si las habían logrado ver o no. Volver a su casa era una decisión que podría resultar fatal, especialmente para sus hermanos y sus padres. Ahora tenía a alguien más a su cargo, miraba a Delisa, quien aun estaba en shock, temblaba y no hablaba. Con los labios entrecerrados se aferraba con fuerza al cuerpo del animal que los transportaba. Era el momento de tomar riesgos. Para Shenae en ese momento la única alternativa era dirigirse y completar la misión, incluso por su propia cuenta. Así la muerte de las flores del desierto no sería en vano. Tenían provisiones, si regresaban a la aldea seguramente acabarían con ellas. Los guardas estarían buscando sin parar hasta acabar con cualquier rastro de grupos contrarios a las opiniones de los eruditos. Shenae se inclinó hacia adelante, apretó sus piernas al ave y le advirtió a Delisa que se sostuviera. Dirigió entonces el tiranaptor con toda velocidad hacia hacia el sur. Primero debían atravesar el desierto, un clima al cual Shenae ya estaba acostumbrada. El obstáculo más grande al que sin duda se enfrentarían juntas era el bosque de Azemor. Si las historias eran ciertas, adentrarse en el bosque podría ser la peor o la última decisión de su vida. Ya habían recorrido buena parte del desierto, tanto Shenae como el Tiranaptor estaban cansados y ya no iban a la velocidad con la que iniciaron, toda la noche se desplazaron hacia el bosque de Azemor por el desierto. Delisa se había quedado dormida sobre Shenae, quién al mismo tiempo iba dormida sobre el lomo del reptil que más parecía un pajarraco. Cuando el tiranaptor se detuvo, Shenae comenzó a abrir los ojos, ya era de día y la luz del sol venía directamente hacia su rostro. 19


Enderezó su espalda, lo que causó que la otra chica cayera hacia atrás. En ese momento recordó que no estaba sola, tenía a Delisa con ella. Vió hacia adelante y observó un pequeño oasis y sombras que se proyectaban en las orillas por árboles que ahí crecian. Era un alivio ya que no se habían logrado proveer de agua antes de zarpar y el desierto prometía ser muy inóspito bajo el ardiente sol del día. El ave estaba de pie, bebiendo de la charca. Con cuidado de no tirar a Delisa de forma grosera logró bajarse del animal. La muchacha seguía durmiendo. Shenae sacó una botella de uno de los compartimentos ubicados en la silla de montar. Se agachó para llenarla de agua y tomo mucha de un solo sorbo. Luego se dejó caer en la orilla. Se lamentaba de no haber tenido la oportunidad de decirle adiós a los niños ni a sus padres. Pero no había vuelta atrás. Miraba a su acompañante descansando sobre el pájaro que por cansancio no hacía por quitarsela de encima, lo que hubiese sido un comportamiento normal de haber tenido energía en ese momento. Entonces, por la misma razón dobló las patas traseras y dejo caer su cuerpo al lado de Shenae. Delisa, sin embargo no despertó, estaba tendida como una roca. Al ver esto Shenae no pudo contener la risa y soltó una carcajada, le parecía gracioso cómo alguien podría tener el sueño tan profundo, incluso la escuchaba respirando sonoramente pero sin llegar a roncar. Sin embargo, la carcajada fue tan fuerte que logró despertar a la muchacha. -Por fin un poco de agua -dijo Delisa con la voz todavía adormitada. -Esta ha sido la noche más larga de mi vida. -Ten un poco -Le dijo Shenae ofreciéndole el frasco del que ella estaba bebiendo que aún tenía un poco. La muchacha se tomó todo 20


de un sorbo. -¡Vaya que estabas sedienta! -Le dijo Shenae, lo que siguió por risas por parte de ambas. Luego todo quedó en silencio. Ambas estaban en su mundo de nuevo, aunque esta vez no estaban dormidas. Ambas reflexionaban para sus adentros. -¿Dónde estamos?¿Hacia donde nos dirigimos? -Preguntó Delisa. No habían dirigido una palabra desde el ataque hasta su llegada ahí. -Vamos a terminar con lo que empezamos. -Le dijo Shenae cambiando el tono a uno más fuerte y mirando hacia el horizonte donde el sol salía en el oeste: En Athleia, el sol salía por el oeste, pues el planeta giraba hacía el lado contrario. -Los templos antiguos de la primera civilización están al sur de Azemor, debemos llegar ahí y contactar a los dioses para que nos den poderes como hicieran los eruditos hace miles de años. No podemos regresar a la ciudad. No sabemos si están buscándonos. -Dijo Shenae, esta vez amarrando en el lomo del pajaro las botellas que había logrado llenar de agua en el tiempo que habían estado en el estanque. -En efecto. En la aldea todo era un caos. Habían guardas por todos lados. Los padres de Shenae la buscaban pero no tan incansablemente como los guardas, los cuales habían invadido la aldea de igual forma que la primera vez. A diferencia de los padres de Shenae, ellos no sabían a quien buscaban pero se estaban asegurando que ningun integrante de asociaciones ílicitas quedara con vida. Al mismo tiempo buscaban cualquier indicio de cuartos secretos y salones escondidos que pudiesen servir como lugares de reunión.

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-Debemos movernos rápido -Dijo Shenae. -Los guardas pueden venir por nosotras en el momento que menos lo esperemos. -Montó el tiranaptor y luego ayudó a Delisa a subir. Ya habían descansado bastante y el viaje aun era largo. Agitó las riendas del animal y lo dirigió hacia el sur. Su compañera se aferró a su cintura mientas el ave aumentaba la velocidad. Al final de donde su visión alanzaba se apreciaba un cambio en el paisaje. El bosque de Azemor estaba a sólo un día más de camino en el desierto .

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ATHLEIA Por Daniel Reyes

A

thleia es una historia que se da en un mundo de fantasía y magia. En ese lugar existen dos tipos de personas, los Eruditos y los aldeanos. Los eruditos tienen poder desde hace miles de años gracias al conocimiento y la magia. Mantuvieron este poder para sí mismos, transmitiendolo de generación en generación sin que nadie más tuviese acceso a él. En la actualidad los aldeanos viven en miseria y los eruditos en abundancia gracias a todo el conocimiento que tienen, pero no todos están conformes. Existe un grupo de aldeanos conocidos como las Flores del Desierto que planean ir a ruinas de templos antiguos donde se originó dicho poder de los eruditos; ahí esperan descubrir la verdad para derrocar a los que se adueñaron de lo que no es suyo.


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