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los conceptos, los principios o las habilidades de modo que quepa inducirlos a referirse a nuevos problemas y situaciones, decidiendo en qué modo las capacidades presente de uno pueden bastar y de qué modo uno puede necesitar nuevas habilidades o conocimiento. Un síntoma importante de una compresión emergente es la capacidad de representar un problema en un número de modos diferentes y enfocar su solución desde variadas posiciones favorables, es poco probable que una enseñanza única y rígida sea suficiente. Como se dice en Warisata “es resultado del régimen dominante, contribuye a su perpetuación como uno de sus principales instrumentos de dominio, y ésta lo cuestiona, lucha por el cambio del sistema, adopta una posición revolucionaria” Habría que replantearse si los docentes como formadores de individuos sociales, realmente fomentan un pensamiento liberador en cada uno de los alumnos, es decir un pensamiento crítico; si se atiende realmente a la necesidades de los alumnos de cada comunidad particular, aunque parezca increíble en las escuelas siguen determinando los intereses de los alumnos. (Viedma, 2015) A pesar de que en la actualidad, se sabe a ciencia cierta de que existe muchas maneras para estimular a los alumnos para potenciar su aprendizaje, como por ejemplo la motivación, con la cual se estimula al alumno para que quiera aprender por su propio interés, o por un motivo externo, o también motivarlos enseñándoles desde el lugar en cual mejor aprenden, teniendo en cuenta las inteligencias múltiples, lo cual potencia su autoestima y por ende su aprendizaje, las instituciones educativas insisten en sujetarse al autoritarismo, que es el reflejo de una sociedad violenta y dividida, donde una minoría domina a la mayoría que son los más carenciados, los docentes siguen usando ciertas metodologías antiguas con sus alumnos. Como por ejemplo “el miedo” este puede ser un gran instrumento para controlar a los más vulnerables, pero bastante contraproducente para la enseñanza-aprendizaje. En muchos casos, se sigue pensando en la idea de que el docente sabe más que el alum-
no, y que funciona como un dispositivo que trasmite y vuelca conocimiento en un lienzo blanco, como decía Zuleta “Lo que se enseña no tiene mucha veces relación alguna con el pensamiento del estudiante, no se lo respeta, ni se lo reconoce como pensador y el niño es un pensador” (Suárez, 1985). Estas pedagogías emancipadoras deberían ser tomadas a menudo en la práctica docente, como impulsador para la fomentación de un pensamiento liberador en los alumnos, dejando de lado actitudes omnipotentes por parte de los docentes, en las cuales ellos no esperan ninguna respuesta de parte de los alumnos, como si fueran un simple ente en la relación de enseñanza –aprendizaje. Zuleta decía “Mientras el alumno y el profesores estén convencidos de que hay uno que sabe y otro que no sabe, y que el que sabe va a informar e ilustrar al que no sabe, sin que el otro, el alumno, tenga un espacio para su propio juego, su pensamiento y sus propias inquietudes, la educación es un asunto perdido” (Suárez, 1985). En nuestros sistemas educativos todavía se enseña como historia primera los fenicios y aqueos europeos por ejemplo, por lo contrario, poco se profundiza en nuestros pueblos originarios, nuestra historia latinoamericana o nuestro mestizaje inmigratorio. Casi nunca se aprovecha la diversidad cultural para enriquecer nuestra historia, la historia de dónde venimos. Ya decía Pérez “Hay que partir, pues, de estos conocimientos previos, para determinar lo que debe entenderse por sistemas de creación y aplicación de procesos educativos para nuestros grupos indígenas, con fines de una formación de cultura indoamericana. Ignorar la prehistoria de un grupo étnico en tales momentos es anticientífico; desde el punto de vista social y humano sería un crimen y hasta un absurdo”. (Viedma, 2015). Si bien la educación, siempre sigue algún linaje político ya sea el de turno, o en muchos casos uno anterior a este, ya que la escuela siempre va más atrás, el deber de aplicar estas pedagogías emancipadoras, las cuales promueven un pensamiento liberador y crítico, está en manos de cada docente en el aula. Como decía Zuleta “Necesitamos un tipo de maestro que sea capaz de dar al alumno el
juego y la oportunidad para que sea el mismo, para que se identifique con los fracasados, para que no se decida por los exitosos. Baudelaire nunca escribió un poema sobre un general. Este tipo de maestro hace que el alumno sea probablemente un mal empleado bancario, pero un buen hombre. Un tipo de maestro como Baudelaire es un hombre que puede indicarnos la dirección. El mismo lo dice de la manera más
dura: Embriágate con la poesía, con la religión, con el alcohol, con lo que quieras pero no estés nunca sobrio. Embriágate, es decir, busca algo más grande, lucha por algo más grande”. (Suárez, 1985) Referencias Suárez, H. (4 de Junio de 1985). Un Campo de Combate. Educación y Cultura de la Federación Colombiana de Educadores. Viedma, M. C. (2015). Warisata: Una Genealogía de la Educación desde el Suma Qamaña. Revista Ensayo Pedagógico, 21.
REFLEXIONES ACERCA DE LA PRÁCTICA DE LA PEDAGOGÍA LATINOAMERICANA EN LA FORMACIÓN INICIAL DE PROFESORES
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Paola Reberte ISFD “Dr. Pedro I. de Castro Barros” La Rioja - Capital
Introducción Este escrito propone algunas reflexiones que articulan los aportes filosóficos, políticos, pedagógicos y didácticos de los autores
abordados en el curso; con la finalidad de ensayar una comprensión siempre abierta al diálogo histórico y contextualizado, como dice Rodríguez propio de las “Pedagogías Nuestroamericanas”, acerca de la formación de profesores en su trayectoria académica en el profesorado. El rescate de nuestro pensamiento pedagógico latinoamericano es fundamental para construir experiencias y teorías en