La mujer de al lado

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23 de abril del 2017 más Periódico

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cómic japonés

La senda nipona del perdedor Yoshiharu Tsuge se confiesa «aburrido» del manga cuando escribe y dibuja ‘La mujer de al lado’, seis historias de desasosiego y crisis moral inéditas en España que ahora publica Gallo Nero POR DANIEL GARCÍA-NIETO

Y

oshiharu Tsuge, el más importante creador del manga del yo, no se quería a sí mismo. Tras una infancia triste, azotada por el maltrato de un padre violento, aborda una carrera como dibujante de historietas de la que nunca se sintió orgulloso. «Quizá porque me encuentro mal, quizá porque estoy aburrido de dibujar manga, pero lo cierto es que apenas encuentro ya motivación para continuar con mi trabajo», admitió Tsuge en 1985 tras publicar La mujer de al lado, colección de seis relatos de corte realista y amargo que trae a España la valiente editorial Gallo Nero, como ya hizo con su obra maestra, El hombre sin talento, en el 2015. Yoshiharu Tsuge nace en 1987 en Tokio, y a los 16 años comienza su contacto con la edición de historietas. Sus relatos están inspirados en viajes, transcriben sueños o se basan en su propia biografía, género al que se adscribe el volumen que nos ocupa. Escribe y dibuja La mujer de al lado en un periodo de cuatro años, durante los cuales padece de una delicada salud física y mental que le hace ver la vida con amargura. Sus personajes son patéticos, como un hombre que pierde a su esposa debido a su eyaculación precoz; un casero desalmado que vive del mercado

negro del arroz; padres borrachos, jugadores, niños crueles, jóvenes que pratican sexo sórdido. Todos simbolizan a la misma persona: el yo íntimo del derrotado autor en algún momento de su vida. Tsuge vive siempre al límite de la pobreza y la depresión. El protagonista de La mujer de al lado admite en estos pasajes de realismo sucio a la japonesa la precariedad de su situación desde la primera viñeta: «Cuando vivía en los apartamentos Taiheisho, en un barrio popular, nunca dejé de padecer los rigores de la pobreza. Dibujaba sin parar, pero nada funcionaba». El artista, que a lo largo de su vida protagonizó algún intento de suicidio, reconoce sin ambages que no le importó trabajar como asistente para otros creadores. En más de una ocasión Tsuge se ve tentado de abandonar el manga para dedicarse a labores que den más prestigio y dinero, tal era la consideración que se le tenía al mangaku (autor de manga) en el Japón de los 70 y 80. La vida de Tsuge y su amargura por el largo reguero de fracasos es la sombra que arroja la luz del progreso de un Japón presto ya a comenzar su extraordinario despegue económico. Escritor y ensayista, Tsuge ve con distancia oceánica su profesión. El hombre sin talento (Gallo Nero, 2015) es la historia de un dibujante de manga sin éxito que se improvisará vendedor de

Una página del manga, publicado en sentido de lectura oriental: las viñetas y textos se leen de derecha a piedras y de cámaras fotográficas antiguas, pero fracasará en todo sin excepción. Las ansias por solucionar su desastrosa situación económica le llevarán a fantasear con hacerse monje o con descubrir una cura para el cáncer o las hemorroides. También Tsuge emprendió locos negocios que fracasaron. En el relato Un autor sin nombre, publicado en este volumen, Yoshiharu Tsuge relata el modo de vida de un dibujante sin dignidad que, presa del hastío y el abandono, pasa el día matando moscas en una habitación cochambrosa. En 1987 publica Despedida, su última obra. Tras ese volumen Tsuge no volvió a dibujar. Con 80 años, ya ni siquiera le interesa ser publicado en el extranjero.

Portada de ‘La mujer de al lado’.

Ha hecho del aburrimiento su profesión. Los seis relatos de este cómic (La mujer de al lado, Días de paseo, Niño, Un autor sin nombre, Paisaje de vecindario y La Asociación de los cien lugares de interés de Ikebukuro) reflejan la realidad de un país en los momentos anteriores al milagro económico, como lo hacen también algunos de los grandes títulos de la literatura japonesa del momento. Su obra, salpicada por un pesimismo surrealista, alcanza sin embargo una gran calidad narrativa. La labor de recuperar artistas del manga adulto o gekiga, el underground nipón, como Masahiko Matsumoto, cuyo volumen La chica de los cigarrillos también llegó a España de la mano de Gallo Nero, hace de esta editorial un sello imprescindible. H


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