Philemon

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9 DE OCTUBRE DEL 2016 más Periódico

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UN CÓMIC DE ÉPOCA

Viaje por las letras del

Atlántico

La editorial ECC publica en tres volúmenes los 16 álbumes de la serie ‘Philémon’, cumbre del tebeo de fantasía que el dibujante francés Fred creó entre 1965 y el 2013. Una obra maestra de la historieta franco belga que en su mayor parte permanecía inédita en España. El segundo tomo ya está en la calle. POR daniel garcía-nieto

E

n sus primeras historias, Philémon es un joven, casi un niño, que junto a su asno parlante, Anatole, recorre la campiña en busca de aventuras. Nada demasiado novedoso. Magia. Aventuras. Poco más. Pero es en su tercera historia, El náufrago de la «A» cuando la obra da un salto cuántico. Philémon llega, a través de un portal situado en un pozo, hasta una isla con forma de A, concretamente una de las aes que conforman las palabras Océano Atlántico en los mapas: un mundo paralelo con dos soles, poblado por centauros, grifos y enormes manos autónomas que andan a cinco dedos y en el que el mar se puede enrollar como una alfombra. La noche es aquí un negro manto tachonado de estrellas que se eleva por medio de poleas como un telón. Las escaleras se pueden subir o bajar, sobre todo las que están al revés. Este mundo alternativo es más un estado de ánimo que un punto geográfico. «Uno no va a Batbad, joven –dice un encantador de espejismos en Simbabbad de Batbad– Es Batbad quien viene a uno». Es un viaje al otro lado del espejo. Philémon es pura fantasía teñida de elementos reconocibles del mundo contemporáneo, como los piratas de El viaje del incrédulo, críticos de teatro que hunden un bajel sobre cuya cubierta se representa una obra, si esta no les satisface. La editorial ECC, responsable de la distribución en España de las novedades de DC cómics (Batman, Superman, Vértigo...) se lanza de nuevo a explorar las letras del Atlántico con el segun-

ECC

Fred dota a las viñetas de una nueva vida, como en esta plancha de ‘Simbabbad de Batbad’. do volumen (de tres) de las aventuras de Philémon, un joven de picassiana camisa a rayas. Este mundo de desbordada imaginación es obra de Frédéric Othon Aristidés, Fred. Este artista francés firmó 16 álbumes de una saga que en su mayor parte permanecía inédita en España. Tan solo se publicaron algunas historias en la revista catalana Cavall fort. Philémon y Anatole no viajan solos. Barthèlemy, un Robinson Crusoe que naufragó en la «A», hace mover la acción con sus idas y venidas al mundo de las letras. Luego está el tío Félicien, un sabio que conoce todas puertas que

FrÉDÉRIC OTHON ARISTIDÈS, ‘FRED’ Dibujante parisino de origen griego (1913-2013), debutó en 1949 en la revista ‘OK’ y perteneció a la generación que en los años 60 cambió para siempre los códigos de la historieta. Fue historietista, humorista gráfico (‘The New Yorker’), guionista de televisión, decorador y miembro fundador del mensual satírico ‘Hara-Kiri’. Publicó las aventuras de ‘Philémon’ en la revista ‘Pilote’ entre 1965 y 1987. En el 2013 se publicó su álbum póstumo, el número 16.

cruzan al otro lado. Estas pueden esconderse tras una enorme cremallera, una caracola hinchable o un aro de domador. El contrapunto es el padre de Philémon, Héctor, un malhumorado y mostachudo hombre de campo que toma por patrañas las aventuras de su hijo. Philémon representa el viajero que todos queremos ser y su padre el pequeño burgués que en realidad somos. Pero el legado de Fred es mucho mayor. Convirtió las viñetas en vasos comunicantes en los que la acción fluye como un líquido, o en hojas volanderas que el viento desordena y en las que viajan, inermes, los personajes. Incorporó el collage a partir de fotos y grabados antiguos para narrar mejor el escenario que alberga estas locas historias: el caos. Ese mundo paralelo en el que un faro con forma de enorme búho alumbra una ballena-galera (El castillo colgado) está lleno de sutiles referencias sociales y políticas, como las siniestras marionetas gendarmes de La isla de los sargentos. La autoridad es siempre reducida a la caricatura y retratada con bigote, casco prusiano, polainas, sable y charretera. Sus más claros referentes en el mundo del cómic son Winsor McCay y George Herriman, cuyas obras Little Nemo y Krazy Kat, son un canto al surrealismo tan propias del imaginario infantil. Las obras de Fred son, sin embargo, adultas, tanto como La historia del cuervo con zapatillas, un kafkiano relato en el que un cuervo de talla humana se planta en la consulta de un psiquiatra. Ambas innovaciones en el mundo de la historieta –la quiebra del academicismo en el dibujo y la elección de temas adultos–, es una característica de los autores de cómic de los años 60. No en vano Fred compartió páginas en la revista Hara Kiri con Reiser, Willem o Wolinski, este último asesinado en el atentado de enero del 2015 a la redacción de Charlie Hebdo. Ambas publicaciones consagraron la risa como bien supremo, la misma risa que en La hora de la segunda «T» estaba proscrita desde el advenimiento de Politicastro I a la Jefatura de los politécnicos sobre ruedas. Fred es irreverente y divertido. En El burro en el atolón, el asno Anatole es tomado por una personalidad: «¡Menudas orejas! Normal, por eso es ministro». Como dice Antoni Guiral en la presente edición, «aunque es cierto que solemos utilizar con excesiva laxitud las palabras obra maestra, en este caso, en el del Philémon de Fred, podemos aplicarlo sin ambages y con total y exacta precisión». Philémon es el legado de una época más libre e imaginativa en la que Fred, por boca de sus personajes, se dolía de que «la gente ya ni siquiera cree en los espejismos». H


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