Glyphos - Revista de arqueología Nº 1
FRAGATA “HERMINE” ARQUEOLOGÍA SUBMARINA EN LA RÍA DE VIGO Yago Abilleira Crespo Fotografías: ARGOS ARQUEOLOGÍA Resumen: Explicación de los trabajos realizados en un naufragio del Siglo xviii en la Ría de Vigo e interpretación del pecio. Comentarios sobre algunos problemas específicos de la Arqueología Submarina. Abstract: Explanation of the works made in a wreck of the xviii Century in Vigo Bay and interpretation of the wreck. Comments about some specific problems of Underwater Archeology. Palabras clave: Arqueología Submarina, pecio, artillería, Edad Moderna, Siglo xviii Key Words: Underwater Archeology, wreck, artillery, Modern Age, C. xviii
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n 2009 un buceador que recolectaba erizos encontró unos clavos de bronce en el bajo de A Borneira, frente a Punta Balea (Cangas, Ría de Vigo), publicándose en prensa y dándosele cierta importancia. Al seguir este hombre extrayendo cosas del fondo y saliendo en prensa, la Xunta de Galicia tuvo que intervenir, cortando de raíz dicha actitud y encargando un estudio arqueológico de la zona. Dicho trabajo fue adjudicado a ARGOS ARQUEOLOGÍA, siendo el Director del mismo David Santos Hernández. El que firma este artículo participó en dichos trabajos como buzo auxiliar. El Bajo de A Borneira es una traicionera roca que llega a asomar con mareas muy bajas. Forma parte de una punta de piedra que se adentra en el mar y que supone un auténtico peligro para la navegación. Hoy día cuenta con un faro que advierte del obstáculo y marca el canal de entrada en la Ría. Autores como Ramón Patiño en su libro “Catalogación de los yacimientos arqueológicos submarinos en la costa de Galicia” tienen documentados varios naufragios en dicho bajo hasta tiempos muy recientes. Los trabajos arqueológicos comenzaron en Septiembre de 2009. No era la mejor época del año para trabajar allí debido, especialmente, al Largo de un cañón.
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alga llamada “laminaria”. En esa época la laminaria ha llegado a su máximo apogeo y empieza a morir, el fondo marino estaba tapizado de ellas pero, tras limpiar la zona, el mar nos volvía a meter las algas en la zona de trabajo. Lo peor de todo es que, como bien saben los buzos, el efecto de las algas moviéndose por el oleaje provoca un desagradable mareo. Durante la campaña se trabajó en varios naufragios como los vapores Valparaíso (1887), Southern Cross (1909), los restos de un posible galeón del xvi/xvii y, cómo no, la fragata de guerra francesa Hermine. La Hermine era una fragata tipo Licorne, un diseño conjunto de Maturin Geoffroy y Ducros. Construida en Bayonne en 1756. Medía casi 35 metros de eslora (largo) y tenía 9 de manga (ancho). Para hablar de su hundimiento, hay que remontarse a agosto de 1761, en el marco de la “Guerra de los 7 años”, con Francia (y España después) en lucha contra Inglaterra: Un pequeño convoy militar francés retorna a su patria, tras cumplir con su misión de transporte de tropas a las Antillas. El convoy, formado por las fragatas Hermine (32 cañones), Malicieuse (32) y el poderoso navío Courageoux (74), navega a la altura de Finisterre, casi ajeno a la guerra. Es entonces cuando avistan una patrulla naval inglesa, formada por la fragata HMS Brilliant (36 cañones) y el buque HMS Bellona (74 cañones). Los ingleses no se achican y se lanzan al combate. Tras 14 horas de duros enfrentamientos y, pese a la abrumadora superioridad francesa, el Courageoux se rinde y es capturado por el británico HMS Bellona. Ahora son las fragatas francesas las que están en inferioridad, y se retiran a toda vela, mientras la inglesa les persigue, deseando que alguna se quede rezagada para capturarla como trofeo de guerra y conseguir un buen botín. Los buques galos deciden buscar la ayuda de sus aliados españoles y se dirigen a la Ría de Vigo, que en aquel entonces contaba con numerosos cañones costeros para su defensa. Al internarse en la Ría, y cuando ya se creían a salvo, la Hermine choca contra el traicionero bajo de A Borneira. Peor destino tuvo el Courageoux ya que, tras ser reparado, sirvió largo tiempo en la armada inglesa como HMS Courageous hasta que naufragó en Gibraltar en 1796, por un temporal, junto a unos 375 hombres que aún permanecían a bordo.
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Evidentemente, después del hundimiento de la fragata se iniciarían los pertinentes trabajos de recuperación, para extraer todos aquellos materiales que fueran aprovechables, ya que la profundidad en la zona no supera los diez metros. Tras estas labores, es muy posible que los restos de las fragatas permaneciesen inalterados, hasta la aparición de los modernos equipos de buceo. El pecio de la Hermine fue descubierto en los años 80 por el club García Alén. Sin embargo, pese a mantener en secreto la ubicación para evitar expolios, no pudieron impedir que un grupo de ignorantes se dedicase a martillear la culata de los cañones para sacar las capas de concreción y tratar de ver algún escudo o inscripción. Esto ha provocado serios daños en las piezas, cuyos efectos son claramente apreciables. El hecho de que allí solo queden unas pocas balas de cañón también indica extracciones ilegales en el pecio, pese a los esfuerzos por impedirlo. La fragata Hermine descansa cerca del faro de A Borneira, en una zona con importantes corrientes en superficie que complica las inmersiones. El fondo marino es de roca, con algunas zonas de arena. Actualmente queda alguna bala, pedazos de cerámica, un trozo muy Boca de cañón.
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deformado del recubrimiento de plomo del casco y la friolera de 21 cañones de hierro de buen tamaño, la mayor concentración de artillería sumergida en Galicia, por el momento. No se descarta que al excavar en la zona de arena puedan aparecer más restos, pero estaríamos hablando de pequeñas piezas, aunque de gran interés histórico. Durante la campaña se fotografiaron y midieron todos los cañones, se hizo la planimetría del yacimiento y se posicionó con GPS. Se realizaron 2 inmersiones por día, es decir, unas 3 horas de trabajo por persona, lo que no está nada mal para este tipo de trabajos. Por desgracia, la amplia zona a prospectar, el hecho de haber localizado varios puntos de interés y las complicadas condiciones de trabajo impidieron un estudio más en detalle de este naufragio. Otro de los motivos para no investigar a fondo este yacimiento fue un problema exclusivo de la arqueología subacuática: Los Buques de
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Estado. Trataré de definir este término sin usar el argot jurídico: Se entiende como Buque de Estado a un barco militar que cumple una misión encomendada por el país de su bandera. La legislación internacional establece que, en realidad, dicho barco es territorio de su país. Por tanto, todo lo que ocurra dentro de un Buque de Estado será juzgado según las leyes de la nación de su bandera, aunque esté en un puerto extranjero. La cuestión es que, si un Buque de Estado naufragase, sigue teniendo la misma categoría legal, a no ser que su país decretase su abandono y renuncia. Si, además, se hundieron soldados con el barco mientras éste desempañaba una misión de combate, pasa a tener la consideración de “Tumba de Guerra”, lo que deriva en una mayor protección de sus restos. A todos los efectos, la fragata Hermine pertenece a Francia, por lo que nuestra actuación sobre el pecio estaba muy limitada. Téngase en cuenta que España ha ganado el Caso Cañones.
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Odyssey precisamente por estos factores de Buque de Estado y Tumba de Guerra. Aunque en 2009 aún no había sentencia judicial sobre este asunto, la postura de nuestro Gobierno estaba clara, lo que nos obligaba a ser muy escrupulosos con este tema. Personalmente, mi interpretación de los restos es que la fragata entró en la Ría con rumbo Este. Colisionó con el acechante bajo, como lo demuestra el forro de plomo arrugado, pero no quedó encallada. Tras el accidente se viró al Norte, para procurar una varada en la playa, por desgracia, no tuvieron tiempo suficiente y la Hermine se hundió a medio camino por el costado de babor; ignoramos cuántas vidas se perdieron en la tragedia. La popa (parte trasera) quedó apoyada en un promontorio rocoso y el resto del casco en un claro de arena. Al voltearse hacia babor (izquierda), los cañones de esa banda apoyaron su boca contra el costado pero, debido a que los barcos tienen un diseño de planta elipsoidal, todas las piezas volcaron con la misma orientación, excepto la que estaba más a proa que lo hizo hacia el otro lado. En cuanto a los cañones de la banda de estribor, todos quedaron colgando del braguero, el cabo que los sujeta por la culata para limitar su retroceso. Sin embargo, por el diseño del casco, casi todo el peso de las piezas era soportado por el braguero derecho. El cabo terminaría partiendo, los cañones cayeron por la gravedad y el braguero izquierdo no soportó el peso, por lo que se partió en el giro. Todo ello explicaría, en mi opinión, el hecho de que la artillería esté junta, por grupos y orientada hacia el Sur, excepto una que apunta al norte. Al medir y estudiar la forma del armamento salieron a la luz unos datos muy interesantes. Antiguamente se clasificaba la artillería en función del peso de la bola que lanzase, medido en libras, siendo una libra francesa unos 490’5 gramos, prácticamente medio kilo. Pues bien, la Hermine era una frégate de 8, es decir, diseñada para tener una artillería principal de 26 cañones de a 8 libras y una secundaria de 6 piezas de a 4. Sin embargo, lo que encontramos allí fueron 19 cañones de la Ordonnace de 1758, pero de a 12 libras, siendo los otros dos piezas de a 4. Nos quedamos sorprendidos con el descubrimiento, ya que no teníamos constancia documental de ello. Alguien decidió que la Hermine estaba pobremente armada y que había que cambiarle la batería principal por una de a 12, para igualarla así a sus homólogas inglesas. Usando el magnífico libro L’artillerie de mer hicimos nuestros propios
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cálculos: El simple hecho de cambiar una pieza de a 8 por una de a 12, implicaba un aumento de unos 570 kilos por pieza, 500 del cañón y 70 de la cureña (soporte de madera donde se asienta el cañón). Si esto lo multiplicamos por las 26 que llevaba, tenemos la friolera de 15 toneladas. A lo hay que sumarle 2 kilos extra por bala estibada, otras 2 toneladas como poco, alguna pólvora más de lo previsto y, quién sabe si no se incrementaría la dotación para manejar unas armas más pesadas. En resumen, la Hermine terminó soportando, como mínimo, unas 17 toneladas a mayores de lo previsto en el diseño original. Por supuesto, esto implicaría un empeoramiento de sus condiciones marineras (pérdida de agilidad, mayor balanceo con el oleaje,…), así como un aumento del calado. ¿Influyó esto en aquel combate del 14 de agosto de 1761 en Finisterre? Quizás. El aumento de calado es una cuestión importante pues, para poder disparar, era necesario abrir las portas de los costados. Si la línea de flotación baja y hay olas (como suele suceder por la zona del combate) usar los cañones puede ser muy peligroso, por el riesgo de que el mar entre por dichas portas. Recuérdese Forro de plomo.
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el Mary Rose (1545) que se hundió por este mismo motivo. Además, ya desde antes de la Armada Invencible, los buques ingleses siempre tuvieron fama de ágiles y rápidos, mientras que la Hermine se habría vuelto más lenta y pesada. Añadir por último que la Maliceuse, compañera de nuestra protagonista, era otra frégate de 8, y puede que también le hubiesen Cerámica. cambiado el armamento. Todo esto nos hace replantearnos aquel combate del 14 de agosto de 1761 en aguas de Finisterre. Los documentos históricos nos hablan de una gran victoria inglesa ante unas fuerzas francesas muy superiores. Sin embargo, los trabajos desempeñados en el pecio de la Hermine, nos indican que, posiblemente, las fragatas francesas solo pudieron usar 6 de sus 32 cañones que, aún por encima, eran de pequeño calibre. Ante esta nueva situación, las conclusiones serían otras: Francia hizo lo que pudo y, el hecho de que las dos fragatas evitaran ser apresadas, debe de considerarse como un logro. A modo de conclusión, puede decirse que, en este caso, con la Arqueología Subacuática se han obtenido nuevos datos que han permitido arrojar luz sobre un hecho histórico concreto. • Bibliografía • BOUDRIOT, JEAN Artillerie de Mer. France 1650 – 1850. Ed. A.N.C.R.E., París, 1992. • BOUDRIOT, JEAN La frégate. Marine de France. 1650 – 1850. Ed. A.N.C.R.E., París, 1992. • ROCHE, JEAN MICHEL Dictionnaire des Bâtiments de la Flotte de guerre française... Tome I. Ed. JMR, 2005.
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