! Esta recompilación de artigos, anécdotas e mostras de cariño non quere ser unha simple homenaxe á directora, profesora e amiga que os inspira, pretende ser unha forma de recordarlle de xeito explícito e físico: Vale, é posible que te retires da docencia, pero nós estamos aquí, e imos seguir necesitando o teu consello, apoio e amizade. Grazas por todo Raquel Comité organizador: Pepa Rei Castiñeiras, Aurelia Balseiro García, María José Bóveda Fernández, Belén Sáenz-Chas Díaz e Raquel Martínez Casal Comité festivo: Amelia Verdejo, Ana González, Anabel Bello Platas, André Pena Graña, Antonio Roma Valdés, Cesar Llana, Concha Losada, David Fernández Abella, Erik Carlsson, Fátima Celorio, Fernando Acuña, Fina Adán Porto, Gonzalo Meijide, Iñaki Vilaseco Vázquez, José Mª Luzón Nogué, José Luís Patiño Acuña, Jose Mª Bello, Josiño González Monje, Laureano F. Carballo, Lilian Horst, Mª Luisa Pérez Rodríguez, Lis; Luis Cordeiro, Carmen García-Rodeja, Paz Blanco Sanmartín, Macamen García Vidal, Manolo Caamaño, Manolo Reboredo, Margarita Acuña, Santi Ferrer e Marina, Miguel Ramil, Nuria Reboredo Canosa, Ofelia Carneiro, Paris, Pedro Barja, Pilar Prieto, Puri Soto, Purificación Rodríguez, José Luis Quiñoá López, Quino; Rosina Acuña, Sara Rodríguez Souto, Tito Concheiro, Víctor Manuel Vázquez, Xandre Sinde, Xosé Anxo Urtiaga, Xinzo e Xulio Carballo. Comité de afectos: Alfonso Gómez, Álvaro Rodríguez Resino, Antonio Rodríguez Colmenero, Beatriz Pereiras Magariños, Benito Saéz Taboada, Carlos Fernández Rodríguez, Covadonga Carreño, David Varela, María Dolores Domínguez, Elías Carrocera,
Enrique
González
Fernández,
Eva
Castro
Vigo,
Goretti
González,
Inmaculada Pérez López, J. Suarez Otero, Mariño; Javier González, Jose Carlos Sánchez Pardo, José Manuel Costa García, José Ramón Chantada Acosta, Juan Antonio Gómez Vázquez, Juanjo Blanco Ramos, Laura Campoy, Mª José Soto Barreiro, Macamen Alonso, Pilar Barciela, Mafalda; Mara Guitiérrez, María Quiroga Figueroa, Milagros Becerra, Paquita Chaves, Paz García Bellido, Silvia González Soutelo, Soco Albor Gómez, Xiana Melón, Yanett Docampo, Víctor Cabrera, José Antonio Reboredo, José, Iago e Xabier Martínez Casal, Couselo… e máis. Figuramos todas as persoas que te queremos, pero ollo que son todas as que están, pero non están todas as que son. MOITOS BICOS CHATIÑA!!! 19 de setembro de 2015
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Recuerdos de Santiago y reflexiones sobre el significado de la estela de Troitosende
José María Luzón Nogué
Creo que es la única vez que voy a escribir un texto en primera persona para hablar de mis recuerdos y añadir algunas reflexiones sobre mi paso por la Universidad de Santiago. También añadiré, como pretexto, un objeto arqueológico del que quiero decir lo que he venido pensando durante muchos años. Hace ya casi cuarenta años que llegué a Santiago para incorporarme a la cátedra (entonces agregaduría) que había ocupado de 1968 a 1971 el profesor Alberto Balill. Recuerdo muchas cosas de mis primeros momentos en aquel venerable edificio de la Facultad de Geografía e Historia en la Plaza de la Universidad. Había recibido pocos días antes de mi llegada una carta manuscrita del decano de la Facultad, que era entonces el profesor de Historia del Arte Ramón Otero Tuñez. Se ponía a mi disposición y me enviaba un afectuoso "abrazo académico". Mi primera visita fue a su despacho, donde me contó de manera desenfadada las circunstancias en las cuales la Universidad logró tener una cátedra de Arqueología a la que aspiraba hacía bastantes años. Había sido nombrado en 1966 Director General de Universidades, en el Ministerio de Educación en Madrid, el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla José Hernández Díaz. Otero Tuñez fue a verle y en la visita me contó que el recién nombrado Director General le dijo abiertamente: "pídeme algo"." Y yo le pedí -me contó en aquella entrevista- una cátedra de Arqueología”. Así se hacían entonces las cosas. El primer catedrático (agregado) que vino al recién creado puesto docente fue Alberto Balill, que tenía una sólida formación y una larga trayectoria de investigador. Había estado en Italia, había trabajado en el Instituto de Arqueología Rodrigo Caro, había sido profesor adjunto
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en la Universidad de Madrid. Estaba en el momento óptimo de edad y formación para sembrar la semilla que tantos frutos dio en la Universidad compostelana. Su presencia significó la entrada de un arqueólogo profesional del mundo clásico en los estudios galaicos. Basta ver la bibliografía y comparar los estudios hechos hasta entonces, con los temas que se abordan desde su llegada a Santiago, para ver que hubo un antes y un después. Se interesó por la constitución de un departamento y la formación de la biblioteca especializada, que hasta entonces no había habido. Pero, sobre todo, inició en el mundo de la arqueología clásica, que era del que procedía, a una generación de alumnos a los que introdujo en los temas que él entonces consideraba prioritarios para el mejor conocimiento de una provincia como Gallaecia, en la que había muchas cosas por hacer. Quiso reestudiar la epigrafía, que era uno de los temas de su competencia en la plaza que había obtenido, y fijó también su atención en las colecciones numismáticas. Estudió las fuentes y los monumentos. Visitó yacimientos y lugares. Y fue así dibujando poco a poco una visión de la arqueología hispanorromana del noroeste peninsular que se plasmó en numerosas publicaciones pero, sobre todo, en una serie de cuadernos que se editaron con el título genérico de Studia Archaeológica. Era esta una serie a la que tuvo particular afecto y, cuando se trasladó a la Universidad de Valladolid, fue el nexo entre sus alumnos en Santiago con los que tendría durante muchos más años en la universidad vallisoletana. Yo sabía, cuando en 1976 ocupé la plaza que había inaugurado Alberto Balil en los años precedentes, que me iba a encontrar con un trabajo bien iniciado, con unos alumnos suyos que acababan de realizar sus tesis y habían publicado ya sus primeros trabajos de investigación y con unas líneas de investigación con las que yo me sentía identificado. Por ello, hice mi primer viaje a Santiago pasando por Valladolid. Quería hablar con él. Quería saber qué esperaba de mi en la continuación de todo lo que yo sabía que había iniciado. Debo confesar que nos conocíamos de encuentros esporádicos en Madrid, de publicaciones y de amigos y compañeros comunes. Sin embargo, mi relación con Balil no había sido hasta entonces muy estrecha. Me invitó a comer a su
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casa, me presentó a su familia y me habló largamente del mucho afecto que le tenía a la Universidad de Santiago y de lo bien que se había encontrado con compañeros y alumnos durante aquellos tres años. Me habló uno por uno de todos sus alumnos, de lo que estaban haciendo, de lo que estaban publicando, y de lo muy afectivamente unido que se encontraba con todos ellos. No tengo que decir que el primero, el más veterano, era Fernando Acuña. De él no era necesario que me diera detalles porque a esas alturas era ya un arqueólogo conocido, sobre todo, por sus estudios de escultura romana. Pero me habló de otras personas que yo no conocía y una de ellas era Raquel Casal. Por eso, cuando llegué a la Facultad pude desde los primeros días ofrecerme a todos ellos en la medida que estuviese mi alcance. Raquel Casal había empezado su tesis doctoral sobre el estudio de una vía romana -creo que un tramo de la XVIII- que le planteaba muchos problemas por la necesidad de hacer viajes y recorridos que no le resultaban fáciles. Por ello, cuando tuve un poco más de confianza, me atreví a proponerle un tema que rápidamente aceptó. Había que hacer estudios de glíptica romana en España. Hasta aquel momento solamente se habían publicado piezas sueltas aquí y allá, que en absoluto llenaban el gran vacío que la bibliografía española tenía con unos objetos en los que se podían analizar costumbres, aspectos religiosos, talleres, y muchos otros elementos que en la bibliografía de algunos países estaban siendo revisados desde hacía algunos años. El conjunto que había que estudiar era el que se conservaba en el Museo Arqueológico Nacional, del que yo apenas conocía ni el número de piezas ni si acaso su conjunto daría para hacer una tesis doctoral. Pero nos pusimos en contacto con el conservador del departamento de arqueología romana, que era entonces Luis Caballero. Para nuestra sorpresa nos dijo que, con motivo de las últimas reformas que había habido en el museo, las piezas de glíptica no estaban localizadas. Acordé, no obstante con Raquel Casal que buscarse todas aquellas que aparecían mencionadas en alguna u otra publicación, con objeto de facilitarle información que pudiese conducirle a la localización de unas gemas que, sin duda, debía haber en el museo. No muchos días después, sonó el teléfono y la gran noticia: Luis Caballero nos
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informaba que en el Museo Arqueológico Nacional guardaban una colección de varios cientos de piezas de glíptica y que las teníamos a nuestra disposición para iniciar el estudio monográfico que yo le había propuesto. Ese fue el comienzo de una serie de viajes y estancias de Raquel Casal a Madrid, para ir fotografiándolas una por una y, a partir de ese material gráfico, acometer el estudio con el que culminó su tesis doctoral sobre un tema que nada tenía que ver con las vías romanas. ¡Y cuánto cambia la vida científica y profesional de una persona cuando se elige un tema en el que se va a encontrar a gusto a lo largo de los años venideros! Raquel ha sido, y sigue siendo la especialista en glíptica antigua con que hemos contado en la arqueología española. No es poco. Por sus manos han pasado entalles de todo tipo, de piedras muy diferentes y con temas en los que casi siempre el símbolo decorativo tenía una lectura. Por ello voy a dedicarle unas reflexiones sobre un tema que en el mundo mediterráneo y las culturas periféricas he llegado al convencimiento de que constituye uno de los símbolos más profundamente arraigados. Se trata de una simple aspa, que unas veces vemos en los colgantes, otras en los sellos desde la época prehelénica y que se difunde por todos los círculos culturales y religiosos que podamos imaginar a lo largo del tiempo. Tendré que dar saltos en mundos culturales y momentos históricos que necesitarían más explicación y más ejemplos, pero lo planteo a modo de conclusiones de un trabajo más extenso. Haré afirmaciones que tengo contrastadas
con
fuentes
y
hallazgos
diversos
aunque
puedan
necesitar más discurso por mi parte. Yo he llegado al convencimiento de que hay un símbolo adoptado por las religiones y culturas de la antigüedad hasta nuestros días en múltiples formas, pero siempre con el mismo o parecido significado: el que representa la inmortalidad. Y quiero traer mis reflexiones a monumentos y objetos que conocemos en la arqueología gallega, poniendo algunos ejemplos aparentemente muy lejanos, pero en los que se explica el origen y significado de este distintivo. Tendré algún día que explicar con mucho más detalle el camino por el que he transcurrido para llegar hacer las afirmaciones que, sin mucho (!
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espacio para argumentarlas, voy a exponer en este breve comentario que dedico a Raquel Casal, con el deseo de que ella me aporte algún dato nuevo y desconocido para mí de su presencia en el mundo de la glíptica que ella conoce. El origen de todo está en el uso de una prenda que se colocaban los dioses o los sacerdotes en forma de una banda que, pasando por detrás del cuello, cruzaban en el pecho. Por las representaciones que hay de ella, y por las descripciones que conocemos de fechas más recientes, esta banda o estola debía estar rematada en sus extremos con borlas de flecos. Así la vemos en algunas representaciones de figurillas que se remontan a las culturas calcolíticas, tanto en el oriente del Mediterráneo como en los ámbitos occidentales. Quiero poner como ejemplo, por su proximidad geográfica, y por poder afirmar que las raíces del uso de este elemento están ya en la Península Ibérica en fecha muy remota, los ídolos placa antropomorfos de Garrovillas de Alconetar, el de Alter do Chao, el de Espadanal en Estremoz, el de Idanha a Nova y el de Valencia de Alcántara, todos ellos en Portugal. En estos ídolos se ve nítidamente la estola que, a modo del epitrachelion del los sacerdotes cristianos, pasa por detrás del cuello y cae a los dos lados del cuerpo rematada en borlas con flecos. La misma lectura podríamos hacer de alguna estela del tipo denominado de Henán Pérez, en las que los extremos del epitrachelion han sido interpretados erróneamente a mi juicio como las manos del personaje representado de forma esquemática.
Epitrachelion rematado en borla de flecos en los idolos de Espadanal (Estremoz) de Algarrovillas y estola en Idanha a Velha (Portugal)
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Precisamente porque se trata de una prenda relacionada con la inmortalidad, esta banda cuando va cruzada cruzada pasa a decorar estelas antropomórficas en el ámbito funerario, de igual modo que la encontramos muy frecuentemente en las urnas cinerarias de diversas culturas. No tengo más opción que escoger un ejemplo que sea lo suficientemente claro, para no recurrir al largo discurso que me ha llevado a entender de este modo el significado de las aspas en las urnas durante varios siglos. Pondré como ejemplo los vasos de Hadra, al este de Alejandría, que se conservan en el Metropolitan Museum de Nueva York, donde la estola cruzada está pintada sobre las urnas y el carácter funerario de las mismas no deja lugar a dudas por las inscripciones que cubren el resto de la superficie de los vasos. ( B.F. Cook, Inscribed Hadra Vases in the Metropolitan Museum of Art, 1966, nº 9, lams III, XI)
Vasos funerarios de Hadra y detalle de la inscripción de Timasitheos de Rodas, fallecido en mayo de 213 con motivo de una visita oficial a Alejandría.
La enorme fuerza que tiene el aspa dibujada en urnas y estelas es solamente comparable a la de la cruz en el cristianismo, que en parte es la que posteriormente la sustituirá. El símbolo aspado se lleva también como colgante al cuello grabado en un disco y se utiliza como motivo en los anillos en el período geométrico. Del mismo modo es el gesto funerario del mundo egipcio con los brazos cruzados delante del pecho. E incluso vemos la propia banda pintada sobre los sarcófagos o en el vendaje de las momias que se preparan para un viaje eterno.
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Uno de los momentos en que está más extendido este concepto de la inmortalidad, plasmado en la estola cruzada, es durante la dinastía XXI, pero hay muchos otros ejemplos por todo el Mediterráneo. En esta linea de interpretación está también la estola que denominan pyr, cuyo significado es el mismo que en el resto de las culturas periféricas (Collombert, “La bandelette-pyr au cou des deuillants = The pyr-strip around the neck of people in mourning” Revue d'égyptologie (Paris) 2006 ; A. De Caluwe, Journal of Egyptian Archaeology ,1993
Vendaje de la inmortalidad en una momia egipcia (Museo Británico)
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Curiosamente el cristianismo recoge la estola como prenda esencial de la consagración de sus sacerdotes: debe tener flecos en los extremos. También durante mucho tiempo se impone que la prenda de tela debe estar bordada en oro, que fue uno de los requisitos en el mundo antiguo y en el próximo Oriente. Y es precisamente una estela funeraria hallada en Galicia la que me hizo dar vueltas al posible sentido que tenía la frecuente repetición de ese símbolo en forma de aspa o de Cruz de San Andrés, que veía tan a menudo repetido en el mundo funerario. Me refiero a la estela funeraria de Troitosende, en la que se reproduce, de manera muy esquemática, una forma antropomórfica que lleva, a la altura del pecho, esta cruz aspada como único elemento que nos ayude a su interpretación.
Estela de Troitosende y lápida funeraria de Primianus (Museo de A Coruña)
La decoración de la estela de Troitosende la encontramos igualmente en una de las estelas funerarias del Cabezo de San Pedro en Hinojosa del Duero (Salamanca) (Hernández y Jimenez, El conjunto epigráfico de Hinojosa del Duero, Salamanca, 103, nº 160), Mañanes, Hernández y Jiménez, (1977), 164, nº 25); HEp, 7 (1997), 241, nº 630). Es decir, *"!
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se repite la frecuente utilización en el mundo funerario, donde la idea de la inmortalidad está más presente en casi todas las culturas.
Estela de Hinojosa del Duero
Otro caso, sin duda de cronología más reciente,es la estela funeraria de Mazarelas (Oza dos Ríos, A Coruña), de la que se han hecho multitud de interpretaciones pero donde lo esencial, a mi juicio, es la pervivencia de este símbolo de la inmortalidad que ocupa todo el frontal de la estela, para dejar un reducido espacio a la inscripción funeraria de Primiano (L. Monteagudo, “La religiosidad calaica: estela funeraria romana de Mazarelas (Oza dos ríos, A Coruña) , cultos astrales, priscilianismo y outeiros”. Anuario Brigantino, 19, (1996) 11118). En el cristianismo el valor simbólico de la estola, asociada a la inmortalidad y a la creencia en un mundo eterno al que se puede acceder, está plenamente reconocida. El sacerdote cuando se coloca esta prenda litúrgica y la cruza por delante del cuerpo, la besa y reza una oración: "devuélveme, señor, la estola de la inmortalidad, que perdí por el pecado de nuestros primeros padres; y, aunque me acerco a tus sagrados misterios indignamente, haz que merezca, no obstante, el gozo eterno”.
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Orantes con estola de la inmortalidad: Cerdeña (s.VIII a.c), Chipre (S.VIII A.C.) y sacerdote cristiano.
Y no quiero dejar de incluir en esta reflexión, en la que veo utilizar una prenda milenaria con el mismo sentido y significado que siempre tenido, sin incluir en este brevísimo discurso la adaptación del símbolo con una explicación complementaria. Se trata del Crismón, en el que se ha convertido en una chi (X) y una rho (P) lo que en estelas funerarias precristianas había tenido un significado similar asociándolo a la inmortalidad y la vida eterna.
Crismón de Quiroga (S.V. Museo Diocesano, Lugo) y medalla con Crismón
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Creo que la lectura de esta prenda sacerdotal, tan ampliamente extendida, así como su aparición en toda clase qué objetos religiosos, litúrgicos y funerarios, merece una sosegada reflexión. Hay anillos de muchas épocas en los que la piedra o el chatón llevan como única decoración esta cruz en forma de aspa. Algún día, Raquel, nos sentaremos y me contarás lo que piensas y lo que has encontrado en ese amplio mundo de las piedras talladas, abundante en símbolos y significados, para que intente seguir procesando esta idea que me ha acompañado durante tantos años. Estas líneas no son otra cosa que recuerdos y comentarios como los que podríamos haber tenido charlando un día cualquiera en la Facultad tomándonos un café. Al fin y al cabo, no hacemos más que poner poco a poco, de la forma que mejor sabemos, los ladrillos de un inmenso edificio. Decía José Ramón Mélida, en un discurso leído ante la Real Academia de la Historia, algo que yo suscribo plenamente: no aspiramos a otra cosa, quienes hacemos este tipo de lecturas del pasado, que ser simples obreros de la ciencia arqueológica.
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Raquel, para ti o meu sabático Pepa Rei Castiñeiras
Pensei. Que lle dedico a Raquel? Eu non son exactamente unha discípula. Son como unha irmá pequena, que pola súa guía aprendín e sentinme protexida no meu camiño académico pero tamén no vital. Todo o que sei de arqueoloxía clásica é de vela traballar e do seu pensar en alto. Tiven a sorte de poder mesturar no día a día a perspectiva do clásico coa práctica da prehistoria coa que me toca lidar. Así e todo, cando baixo esta presunción, pretendo agora imitala e dedicarlle un relato que fale de iconografías como ela sabe facer cando traballa os entalles, as estelas ou calquera tipo de formato onde haxa representacións, vexo que non é tan fácil como a min me aparentaba. Eu quería escribir dos peixes, cabalos, paxaros e serpes que hai na cultura castrexa, pero quedo varada nas nocións de arqueozooloxía, que para o meu labor docente aprendo. Só sei facer o intento da súa identificación taxonómica; que trazos anatómicos destacan, a que espazo ecolóxico pertencen e, finalmente, enunciar a pregunta básica que esta disciplina persegue: Cal é a relación que mantén a sociedade castrexa con todos estes animais? O que nin por asomo consigo é entrar na súa carga simbólica, descoñezo o mundo dos mitos para prolongarme en propostas. Por que representan na diadema de Mones unha ave de longas patas e peteiro en forma de espátula? É un cullereiro común que habita nas augas mansas de lagoas e estuarios? É obvio que non representa unha presa, xa que os restos óseos dos cuncheiros rara vez rexistran aves. O seu contexto na escena parece unha cerimonia ou un enxalzamento heroico É o animal o importante ou axuda a ilustrar a paisaxe? Que fan parrulos na xerra Toralla de Neixón Grande? E os peixes das vasillas Cíes? Aínda ten máis intriga ver peixes nas lousas de Formigueiros.
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Pensei, como alternativa poñer, ao día “as pezas singulares Recarea” que ela bautizou na supervisión da miña tese. Canto alivio sentín cando me rescatou do meu andar polas pólas! O caso é que son incapaz de derivar a outra teima que non ande maquinando, así que ao final dedícolle o meu plan para o sabático, a miña estancia no sur peninsular ibérico. Quero facer o que ti e mais eu sempre quixemos e intentamos cos alumnos: a viaxe exploratoria ao mundo meridional onde moitas das nosas investigacións nos levaban. Criamos que era preciso ter un contacto real cos materiais do sur para apreciar as texturas, dimensionar as escalas e dotalos de contextos académicos e museográficos, ver como por alí entenden o mundo do noroeste e qué tipo de relacións perciben.
Unha peza condutora. As cráteras de imitación castrexa Alá polos anos 90, na miña redacción da tese só me atrevín a dicir que un determinado tipo de vasillas que aparecían en castros das Rías Baixas tiñan asas que recordaban as das cráteras de columnas, un prototipo ático, consumidas no mundo peninsular ibérico desde finais do século V a.C. e perdurando ata mediados do IV a.C. Hoxe, os avances na arqueoloxía castrexa en clave mediterránea arroupan o suficiente para poder estudalas nese ambiente cultural. Para comezar contamos cada vez con máis produtos de importación de orixe grega nos castros das Rías Baixas que avalan o seu coñecemento. Á vez, comprobamos que a imitación deste tipo de produtos de importación non sería un fenómeno illado, xa que conta no mundo ibérico cunha longa tradición. Copian todos os subtipos de cráteras -as de cáliz, de campá, de columnas, de volutas-, sobre todo, en Andalucía e Murcia. Ás veces, son fieis e outras, libres ao modelo, fixándose nalgún dos elementos máis característicos, como as asas (Mata y Bonet: 140). Resulta moi interesante ver que os perfís dos exemplares castrexos e os do mundo ibérico gardan certas semellanzas, nas maneiras de imitar. É sorprendente o parecido entre a crátera de Toralla (figura 1.1) coa dunha necrópole de cremación próxima ao caserío de Benalí, *(!
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dos Campos de Gimeno, hoxe no museo de Enguera (Valencia) (http://museoenguera.jimdo.com/) (figura 1.2) ou cun dos exemplares atopados na tumba 43 da necrópole do Cerro santuario de Baza (figura 1.3), ou a de Almedinilla (Córdoba) (Celestino 2009). Tamén chama a atención que as cráteras da Lanzada (figura 1.1), Nadelas (Rey 1992: CLIV.1), Baroña (Rey 1992: CXXXIII.1) e dous exemplares do Achadizo (Concheiro 2008: 66) teñan tantas coincidencias coa crátera ibérica da rúa Puerto nº 9, de Huelva (figura 2.2).
Figura 1. Cráteras de imitación castrexas e ibéricas: 1. Crátera castrexa do castro de Toralla reproducida pola Fundación Terra Termarum, (Cortegoso 2012: nº inventario 2790) 2. Crátera ibérica, dunha necrópole próxima ao caserío de Benali de Los Campos de Gimeno, hoxe no Museo Arqueolóxico Municipal de Enguera (Valencia) 3 Crátera ibérica da Tumba 43 da necrópole do Cerro do Santuario de Baza (foto de Arantxa Boyero Lirón, en CERES. Coleciones en red; inventario 1969/68/1)
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Figura 2. Cráteras de imitación castrexa e ibéricas: 1. Crátera castrexa do castro da Lanzada (Rey 1992: CCLXXIII.4) 2. Crátera da Calle Puerto nº 9, Huelva (MHuelva MHFMHUFA_/CE05004_4)
Teño o convencemento de que estas imitacións de cráteras non son un caso illado na cerámica castrexa. Durante bastante tempo constituía un tabú falar de engobe vermello que non fose pompeiano. Pero está claro, aí están os engobes do Ferro I en pezas de Neixón Pequeno e Torroso e en vasillas tipo Cíes correspondentes ao Ferro II. O que parecía unha feluxe en certas xerras Toralla cabería interpretalo como un engobe mouro de moi boa calidade que nos recordan os áticos. Hai certos estilos nas formas e mais na decoración que animan a observar de preto o mundo meridional.
O marco de investigación. A arqueoloxía castrexa en clave mediterránea Está claro que a cerámica de manufactura indíxena ten moitas posibilidades de análise por si mesma pero tamén, e ante todo, son os contextos
construídos
no
marco
de
interrelacións
castrexo-
mediterráneas os que o permiten realmente. A aplicación cada vez máis frecuente da análise radiocarbónica e os traballos monográficos centrados nun tipo de evidencia en concreto, dotaron a cultura castrexa de profundidade cronolóxica e debuxaron
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territorios que indican formas de actuar internas e que ademais sinalan os camiños das relacións exteriores. Por suposto, constitúe un factor moi importante o cada vez mais nítido retrato do mundo romano e o roce nos produtos importados. Queda lonxe e descartado a categoría daqueles “barros saguntinos”. Outro pulo substancial son os traballos do Bronce Final Atlántico, que enlazan e dotan dun contexto discursivo a arqueoloxía dos finisterres co mundo do mediterráneo e que, así mesmo, propoñen que a Idade do Ferro castrexa non pode ser lida en clave continental, co mar virado de costas, como se de repente esquecesen a súa extensión natural. Hoxe dispomos de sínteses, algunhas na categoría de tese, que contemplan o Atlántico e o Mediterráneo, e articulan e entretecen moitos dos paralelismos soltos. Tamén están os avances na arqueoloxía do Suroeste e de toda a vertente atlántica. E, probablemente, en todo inflúa que o territorio suroccidental castrexo, onde estaban os helenos é a area xeográfica con máis coñecemento arqueolóxico, mentres que a arqueoloxía castrexa da área setentrional, onde habitaban os célticos, é a gran descoñecida. Pero aínda así, non nos enganemos, para falar de celtas dentro da cultura castrexa, fan falla máis que evidencias. É precisa a construción dunha arqueoloxía céltica que dea cabida ao castrexo e faga visible o dato. Mentres tanto, articulemos e dotemos de maior riqueza a arqueoloxía castrexa atlántico-mediterranea.
Anímate a vir comigo Seriamos a simbiose perfecta, ti coa perspectiva do clásico, dos coñecementos simbólicos e sociais; eu coa experiencia do artesanal, do rústico e do cotiá. Desfrutariamos da xente que xa coñecemos, das conversas, dos debates, do intercambio de pareceres e, por suposto, da experiencia táctil cos obxectos. E levariamos á práctica aquilo que tanto impulsamos.
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! BIBLIOGRAFÍA CELESTINO PÉREZ, Sebastián (2009) La recepción del vino en Tartessos. En Sanz Mínguez, Carlos y Romero Carnicero, Fernando (eds). El vino y El Banquete en l Europa Prerromana. Valladolid: 111-123. CERES. Colecciones en Red (2015) Museo Arqueológico y etnológico de Córdoba. Ficha Inventario: CE000140 CERES. Colecciones en Red (2015) Museo Arqueológico Nacional. Ficha Inventario: 1969/68/4. CONCHEIRO COELLO, Angel (2008) Castro do Achadizo. Cultura material, economía de subsistencia na Idade do Ferro. Memoria das escavacións 19911994. Boiro. CORTEGOSO COMESAÑA, Mar (2012) A cerámica castrexa en Galicia: Investigación e recuperación. Proxecto da Fundación Terra Termarum. Castrolandín. MATA PARREÑO, Consuelo y BONET ROSADO, Helena () La cerámica ibérica: Ensayo de tipología: 117-173. MUSEO DE HUELVA (2015) Andalucía. Cultura. Museos. Colecciones: acceso a fondos. Ficha iventario A/CE05004 REY CASTIÑEIRA Josefa (1992) castreños de la vertiente atlántica. Análisis de la cerámica indígena. Servizo de publicacións e intercambio científico. Universidade de Santiago de Compostela.
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Santiago, Xuño de 1990 Aurelia Balseiro García
Rematados os exames de 5º curso na especialidade de Museoloxía da Facultade de Xeografía e Historia, Raquel Casal déranos unha materia de Arqueoloxía e, ademais do tema que impartía, gustoume ela como docente pola súa amenidade, pragmatismo… non sei… O caso é que nunca ía aos despachos dos profesores e tiven que armarme de valor para ir vela sorteando o labirinto departamental de Historia I, no que aínda hoxe me perdo, e pedirlle que me dirixira e orientara para facer a memoria de licenciatura. Resolveu todo o meu futuro en vinte minutos: “… mira chata si eres de Lugo podías estudiar el oro prerromano y la colección de orfebrería de Gil Varela en el Museo Provincial, además su pieza más emblemática es el torques de tu pueblo… (Burela)”. Pois dito e feito, así comezou o meu interese pola arqueoloxía do ouro xunto coa tesiña e o programa de doutoramento correspondente e a súa titoría da tese que nunca rematei, a pesares da súa insistencia. Seguiume aconsellando no mundo laboral, xuntas argallamos para levar o primeiro curso de verán de arqueoloxía da USC á Mariña de Lugo no ano 1994, revisaba as miñas publicacións, dábame conta de nova bibliografía, ensinoume a valorar a historiografía, estivo presente nos momentos importantes do meu traballo como museóloga… só lle faltou ir á miña voda. O ano pasado entrevistáronme para un documental (Des-memorias da artista Paula Noya en colaboración con Susana Blas) sobre os referentes femininos de distintas traballadoras culturais, eu dixen daquela que a muller máis importante da miña formación académica e profesional foi Raquel Casal.
Lugo, setembro de 2015 Tempus fugit. Pensando nun artigo para escribir nesta publicación en homenaxe a Raquel Casal e dado que, grazas a ela, me especialicei no estudo da ourivería antiga, pensei en escoller algunha peza áurea
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dos fondos do Museo Provincial de Lugo pero, como neste ano tense declarado BIC a colección de ourivería antiga de Gil Varela e xa temos bastante vistas as súas pezas máis representativas, decidín ocuparme dunha obra sinxela que queda agochada da vista no medio das demais xoias expostas na sala 8 do MPL e enriba é de prata: craso erro?. Non, porque Raquel sempre me aprendeu que o estudo da ourivería vai máis aló da súa vistosidade ou valor material e ornamental.
A pulseira de prata do castro de San Xusto de Reposteira, Palas de Rei (Lugo)
Debería comezar poñendo en dúbida o propio nome de “pulseira” porque eso determina unha posición concreta como adorno ao redor do pulso, do tornecelo ou entre o brazo e a man, obviando que o
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antebrazo anatomicamente tamén é un dos segmentos do membro superior do corpo humano susceptible de ser adornado con xoias ou elementos varios, polo que definirémola como adorno de brazo dado que, de xeito coloquial, non é tan indicativo de posición concreta. En calquera caso, establécese unha diferenza xeral entre brazalete e pulseira tendo como principal característica o diámetro do adorno, aínda que sen ter en conta o usuario/a (diferente tamaño no caso dun neno/a, home ou muller). Algún dos denominados brazaletes da colección de ourivería antiga do MPL, por exemplo, teñen un diámetro demasiado escaso para utilizarse como adorno de antebrazo. En todo caso, esta xoia de prata está adscrita á cultura castrexa pola súa procedencia dun castro, cuns niveis de ocupación indeterminados pola ausencia de estudos e escavacións arqueolóxicas. Foi adquirida polo MPL onde ingresou en 1934 como achado casual e, por suposto (ironía), sen máis información adicional. A súa filiación cultural e cronolóxica tamén vén establecida polas comparacións tipolóxicas e polas técnicas empregadas na súa elaboración. Non obstante, hai que sinalar que se trata dunha tipoloxía moi repetida, sinxela e de grande pervivencia temporal.
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Dimensións: Lonx.: 19,5 cm.; diám.:6,2 cm.; grosor: 0,3 cm. Peso:
9,
70
g.
Técnica:
Fundición,
soldadura.
Material:
plata.
Conservación: boa. Datación: s.s. III-I a.C. Descrición: aro aberto formado por dous arames metálicos retorcidos que rematan nun extremo cun gancho e no oposto nunha pequena argola para inserilo como sistema de peche da peza. Elaboración: Os arames finos obtéñense de cintas de metal que xirando en espiral e despois batidas e tratadas con soldadura fanse de sección circular, pero os máis grosos poden fundirse directamente. Estes vanse dobrando para entrelazalos ou darlles a forma desexada requentando a prata posto que dado o seu punto de fusión, máis baixo có do ouro, non sempre é necesario un recocido literal do metal. A elaboración desta peza é simple posto que só necesita a torsión de dous arames de sección circular de igual tamaño que rematan embutidos nuns extremos onde os fíos se dilúen nos remates que conforman o sistema de peche. Outra xoia sogueada ou con forma de corda na colección do MPL é o torques arxénteo de Mondoñedo. O entrelazado dos fíos no torques mindoniense combina distintos grosores sobre unha variña metálica que fai de base. Outra diferenza é que este ostenta decoración incisa xeométrica e ten os remates dobrados ao xeito de ganchos, tal como se aprecia en numerosos exemplos da ourivería celtibérica (Arrabalde, Zamora; Padilla de Duero, Valladolid; Cerro de la Miranda, Palencia), ibérica (Mogón I e Mongíbar, Jaén) e noutros torques funiculares (A Medorra, Cospeito, Lugo). O trenzado ou retorcido de fíos metálicos de distinto grosor para configurar xoias antigas na península Ibérica ou no resto de Europa
é
frecuente
tanto
na
ourivería
prerromana
como
posteriormente. Con respecto á materia prima empregada para a súa execución, a prata, esta peza xunto co devandito torques de Mondoñedo son as únicas da colección de ourivería antiga custodiada no MPL realizadas
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neste metal a base de fíos funiculares. É evidente a relación formal coa veciña cultura celtibérica posto que a maioría das xoias meseteñas (sobre todo torques) trenzan fíos metálicos de distinto grosor configurando sobre todo adornos de pescozo, a propia palabra “torquis” etimoloxicamente deriva de retorcer, brazaletes entrelazados sogueados.
pero de
tamén hai arames formando
Plinio (N.H. XXXIII, VI,8) di que en Galia e Bretaña levaban aneis; con respecto á Céltica comenta que
se
levaban
brazaletes
chamados Vitrioles e na Celtiberia virios (N.H. XXXIII,XII,1) e que as
mulleres
ían
cargadas
de
xoias, en brazos, dedos, pescozo, orellas,
trenzas
do
seu
pelo,
cadenas de ouro arredor do seu corpo, etc. (N.H. XXXIII,XII,2). Esta e outras fontes romanas, teñen un valor documental e descritivo, pero a ourivería queda reducida a mero ornato e abelorio cando xa se ten demostrado o seu carácter de ben de prestixio. As pezas prerromanas realizadas en metais nobres (ouro e prata principalmente) teñen ademais das funcións inherentes ás xoias como di Bandera (1984:403) “valor intrínseco de riqueza e obxecto decorativo” outros simbolismos relacionados co prestixio social, estatus de poder/riqueza, co mundo das crenzas, posto que tamén se asimilan ás representacións de deuses ou persoeiros ilustres, sendo, en definitiva, atributos de gran relevo sociocultural. Tamén se observa un carácter ritual ou funerario ao aparecer en depósitos votivos, tumbas ou espazos sagrados. Algunhas xoias coma os torques polo seu uso "'!
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como símbolo fai que estea reservado a persoeiros de relevancia ou alto rango. Aínda que tampouco se desbota, nalgúns casos e épocas, o significativo valor material do metal estando supeditado por razón de peso a algún posible sistema premoetario en intercambios comerciais. A escultura pre/protohistórica e galaico-romana amosa numerosos exemplos do uso de adornos de brazo en homes e mulleres. Concretamente para a cultura castrexa destacan as estatuas pétreas de guerreiros onde se representan, xunto con outros elementos da panoplia bélica, nas figuras de Montalegre, San Ovidio de Fafe, Armeá, Lezenho, Refojo de Bastos e Campos ou na estatua sedente de Xinzo de Limia I. Deste xeito investigadores coma Cuevillas (1932 e 1951) estableceron que os brazaletes ostentaban en xeral un carácter simbólico de mando ou xerarquía. Este mesmo autor fixo unha clasificación tipolóxica distribuíndo os brazaletes en sete apartados estando o tipo f) adicado aos emparentados cos torques funiculares coma a peza arxéntea que nos ocupa agora. Os adornos de brazo no Noroeste peninsular teñen unha gran tradición, son as xoias máis variadas en forma, decoración e técnica. Están presentes dende a Idade do Bronce ata o cambio de Era polo que
esa
perdurabilidade
xunto
coa
súa
diversidade
tipolóxica,
complican unha datación concreta, dificultade que se suma ao feito de que a maioría destas pezas proceden de achados casuais sen escavacións
arqueolóxicas
sistemáticas
polo
que
non
é
doado
establecer conclusións e datacións absolutas. A análise dunha peza illada e descontextualizada é moi conxectural e arriscada pero, no caso desta xoia de Palas de Rei e á vista do devandito, considerámola xunto co torques arxénteo de Mondoñedo como un exemplo das influencias meseteñas e das relacións entre a o ourivería castrexa e a vaccea-vettona.
"(!
! BIBLIOGRAFÍA BALSEIRO GARCÍA, A. (2000); “El torques argénteo de Mondoñedo. Un producto foráneo.” BMPL. Nº IX p.p.17-25 ,
(1992); El oro prerromano en la provincia de Lugo
BANDERA ROMERO, M.L. (1984); “Brazaletes peninsulares orientalizantes e ibéricos en metales nobles”, HABIS 15. P.p. 365-418 BLANCO FREIJEIRO, A. (1957); “Origen y relaciones de la orfebrería Castreña” CEG XII 5-28, 137-157, 167-301. BÓVEDA, M.J.; CASAL GARCÍA, R. (1996); “Algunhas cousas sobre ourivería galega” Humanitas (Estudios en Homenaxe ao Prof. Dr. Carlos Alonso del Real) p.p.241-156 DELIBES DE CASTRO, B; ESPARZA ARROYO, A. (1989); “Los tesoros prerromanos de la Meseta Norte y la orfebrería celtibérica” El oro en la España prerromana. Anexo Revista de Arqueología, 4 LÓPEZ CUEVILLAS, F. (1932); “Los brazaletes posthallstátticos del NW hispánico” AEAArq. VIII p.p. 225-236 LÓPEZ CUEVILLAS, F. (1951); Las joyas castreñas. PEREA CAVEDA, A. (1991); Orfebrería prerromana. Arqueología del oro. Madrid VV.AA. (1989); El oro en la España prerromana. Monografías de la Revista de Arqueología.
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El Collar del Tesoro de Elviña Nuria Reboredo Canosa
Raquel Casal me enseñó que el estudio de una pieza debe ser el pretexto para conocer mejor a las personas: a quién la fabricó, a quienes la utilizaron, a quien la escondió, a quien la encontró (ojalá éste sea un arqueólogo…). Por muy bella que sea la pieza en sí misma su mayor valor es el de ponernos en el lugar de otros. Hoy el Collar del Tesoro de Elviña es mi pretexto para acercarme una vez más a Raquel. Mi relación con Raquel comenzó como la de tantos otros en la Facultad de Geografía e Historia de Santiago. El interés por la piedra creo que ya lo traía yo de casa, posiblemente gracias a unos padres que nos pasearon por castros, museos y yacimientos. De mi interés por el oro sí que la responsable fue Raquel; enseguida me dejé embaucar por el poder de seducción de una profesora que contaba conmigo para enseñar y aprender. El respeto por el trabajo de otros investigadores fue una de las primeras lecciones; el aporte de una mirada nueva siempre es bueno pero después de estudiar y analizar lo que ya aportaron otros; siempre se aprende tanto de los aciertos como de los errores ajenos; todos los trabajos merecen nuestro respeto. Y así empecé a leer a López Cuevillas, Blanco Freijeiro, Pérez Outeiriño, Luengo Martínez, Monteagudo… a todos cuantos se habían interesado por el Tesoro de Elviña antes que yo. Y Raquel tenía razón; las preguntas que has de resolver surgen del estudio y el análisis. Raquel me enseñó a investigar; haciendo gala de paciencia, capacidad de escucha y entusiasmo por su trabajo Raquel me fue guiando por la aventura de la arqueología. Y empecé por Elviña seguramente porque lo tenía cerca, podía acceder fácilmente a las piezas y se ajustaba al ámbito de nuestro interés, el oro prerromano, castreño.
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Desde el informe de la primera campaña de excavación realizada en el Castro de Elviña en 1947 se fueron sucediendo las notas en prensa y los informes oficiales al ritmo de las interrupciones y nuevos permisos ministeriales para excavar. Aunque el tesoro de Elviña había sido hallado en la campaña de 1956, J. M. Luengo no publica su estudio hasta 1979 pero en ese momento ofrece una descripción completa de las piezas, un interesante análisis sobre los posibles orígenes y paralelismos de las piezas halladas y las circunstancias del hallazgo en las que se evidencian que estamos ante un tesoro de ocultación.
En los documentos publicados comprobé que el Tesoro se componía de más piezas de las que aparecían expuestas en las vitrinas del Museo Arqueológico del Castillo de San Antón en A Coruña. Bajo el pavimento (tierra negra, ceniza y fragmentos de cerámica) de una de las viviendas del Castro de Elviña el equipo de J. M. Luengo encontró junto
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al hogar un surco en la roca que escondía fragmentos de cerámica y tierra, dos diademas (o diadema y gargantilla) de oro, las cuentas de un collar y un colgante también de oro, y una pequeña cuenta de pasta vítrea. Las diademas de oro emparentadas con sus hermanas de A Graña (Tesoro Bedoia), Ribadeo y Cangas de Onís, presentan una riqueza técnica y decorativa tan excepcional que animan a defender la creación de una escuela propia en la zona más septentrional del área castreña. En los diversos estudios que se han realizado sobre ellas entra en juego además el debate abierto acerca de su posible uso, ya que no aparecen representadas en las estatuas de guerreros como los torques o los brazaletes. La defensa de estas piezas como adorno femenino tiene que ver con el hecho de que tanto en Elviña como en Bedoia las diademas aparecen asociadas a otras piezas de uso tradicionalmente femenino: collar articulado y cuentas de collar en un caso, y arracadas y anillos en el otro, por lo que estos tesoros se podrían interpretar como ajuares femeninos. Hoy quiero detenerme en el Collar de Elviña por su especial vinculación con Raquel Casal. Es posible que ella no sea consciente de lo mucho que aprendí entonces con ella, o quizá sí, pero lo cierto es que la tipología de las cuentas y la decoración del colgante me obligaron a buscar
similitudes
entre
la
orfebrería
de
gusto
oriental.
Los
conocimientos que Raquel tenía sobre la producción de joyas en el sur peninsular durante la edad del hierro y la vinculación con el comercio griego y fenicio me guiaron en mi pequeña investigación hacia el sur y como siempre con Raquel, hacia las personas: Alicia Perea, Mª Luisa de la Bandera… Desde Elviña pasando por el Mediterráneo hasta la orfebrería oriental (quizá alguien más recuerde sus clases estudiando el yacimiento de Catal Hüyük…) Raquel me enseñó a ser valiente a la hora de investigar, a mirar siempre más allá sin perder de vista los pequeños detalles; me enseñó que lo realmente importante era y es el deseo de querer aprender más.
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Por eso me gusta el Collar. Los collares articulados, es decir los compuestos por cuentas o colgantes ensartados, responden a un tipo de joyas que junto con las arracadas, tradicionalmente se asocian con el adorno femenino. Todos ellos tienen en común como decía más arriba una fuerte influencia de la moda oriental del sur peninsular donde su uso estuvo muy extendido durante la edad del hierro. Las cuentas y colgantes de distintos materiales (pasta vítrea, cerámica, cobre…) aparecen en tal cantidad en los castros que evidencian el extendido uso que tuvieron los collares, pero los elaborados con piezas de oro ya no son tan frecuentes. El de Elviña con sus trece cuentas y su colgante es una pieza excepcional. Las cuentas bitroncocónicas son huecas elaboradas con lámina de oro decorada a molde y soldada, dejando libre el eje vertical para poder ensartar las piezas. Aunque algunas presentan abolladuras es posible comprobar que todas presentan diferentes tamaños y decoraciones que responden a cuatro variantes distintas, en las que se combinan nervios lisos, sogueados, hileras de puntos, líneas verticales en zig-zag dando impresión de espigado y nervios en resalte. El colgante consta de anilla de suspensión y tres cuerpos bien diferenciados, todo ello de oro. La anilla en forma tubular está decorada con incisiones realizadas a lima. El cuerpo superior del colgante se compone de dos troncos de cono unidos por la base y decorados con semicírculos y postas de filigrana encadenadas rellenas con granulado. La circunferencia de unión entre ambas partes se adorna con triple hilera de esferillas de oro soldadas formando cordones. La cintura del colgante también se decora con adorno dentado y con hilos de oro formando nervios. El cuerpo inferior presenta forma de tronco de cono más achatado que el cuerpo superior, de forma que en conjunto el colgante adopta una forma similar a un carrete. La decoración de esta pieza incluye filigrana formando postas encadenadas y granulado en nervios paralelos hasta la lámina terminal que destaca por su riqueza ornamental en forma de rueda helicoidal de seis postas entrelazadas hechas con hilo de plata salpicadas con gránulos de oro y combinadas con calados en la lámina
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de base, lo que en conjunto produce un juego de luces y sombras de gran belleza.
Con el fin de facilitar la articulación del collar es muy posible que estas cuentas de oro se ensartaran intercaladas con otras más pequeñas de pasta de vidrio similares a las que se hallaron en el desescombro de otras viviendas del propio castro; aparecieron cuentas en forma de barrilete sencillo o doble, esferoidales sencillas o dobles, otras bitroncocónicas y alguna piriforme. De hecho la abundancia de cuentas de pasta vítrea en el castro lleva a pensar que su uso no se limitó a complemento de joyas áureas, sino que el adornarse con collares de cuentas de pasta de vidrio debió de ser frecuente entre aquellas mujeres que no podían permitirse el lujo de lucir joyas de oro. No cabe duda de que se trata de una pieza de una extraordinaria riqueza técnica tanto en la elaboración como en la decoración de sus elementos en los que se combinan técnicas y motivos de tradición
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europea y mediterránea. El orfebre ha sabido combinar con gran maestría los trabajos de batido, martillado, punteado, soldadura (hasta la más compleja de gránulos y esferillas) y filigrana, consiguiendo sacarle un gran partido a las propiedades lumínicas y diferentes texturas que puede presentar el oro trabajado.
El tipo de granulado que encontramos en esta pieza, muy similar al del Torques de Santa Tecla, responde a una técnica procedente del mediodía peninsular (la podemos encontrar por ejemplo en la diadema de Jávea) y consiste en la aplicación con ayuda del soplete de polvo de oro natural; el resultado es un granulado algo irregular. La forma bitroncocónica de las piezas es la misma que encontramos en las nueve cuentas que componen el collar de Chaos de Barbanza, Boiro (A Coruña) adscrito al Calcolítico que, a semejanza de las de Elviña, combinan distintos tamaños. Su decoración se repite también en piezas como los remates cónicos soldados a la diadema de Ribadeo o
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las ocho cuentas de oro bitroncocónicas del collar de Estela, Povoa do Varzim, que comparte también con las cuentas de Elviña el empleo del estampado, repujado y aplicaciones de filigrana. Otro aspecto que pone en contacto estos dos collares es el sistema de articulación a base de elementos distintos. Los denominados por M. L. de la Bandera “collares de colgantes y cuentas" representaron quizás el tipo más popular en la joyería antigua pero debido a la fragilidad del ensamblaje (normalmente de cordón vegetal o alambre de metal) todas las combinaciones hispanas que se conocen son hipotéticas como la del collar de Elviña, pues los componentes de los collares (colgantes, cuentas metálicas, piedras, cuentas de pasta vítrea) aparecieron siempre sueltos y dispersos. Los colgantes áureos andaluces estudiados por M. L. de La Bandera y pertenecientes a la época prerromana, responden a idénticas técnicas de ejecución y decoración: laminas de oro batidas unidas por soldadura y reforzadas por un hilo a modo de rebordes, cuerpos laminares huecos, superficies profusa y delicadamente decoradas con filigrana, completando la decoración con un granulado que cubre todo el campo o contornea los motivos, etc. Estas piezas, tan similares a la nuestra en algunos aspectos presentan una cronología en torno a finales del siglo VII a.C. y principios del VI a.C.; en el caso de Elviña, teniendo en cuenta tanto elementos formales como técnicos parece prudente situar la cronología de estas piezas no antes del siglo IV a.C. y en todo caso parece claro que no todas las piezas del tesoro tendrían la mismo cronología sino que se trata de piezas reunidas a lo largo del tiempo y conservadas en el mismo ajuar que, por motivos que desconocemos su poseedor hubo de ocultar y nunca lo pudo recuperar. La arqueología nos devuelve estos tesoros para que podamos admirarlos y nos sirvan de pretexto para conocer mejor a las personas; cuando tengo delante una de estas piezas me gusta imaginar al orfebre trabajando en ella, a una mujer portándola orgullosa y por qué no, imaginar la sensación de sorpresa del arqueólogo que la encuentra en “su” yacimiento; esto siempre es divertido. Hoy el collar de Elviña ha sido nuestro pretexto, Raquel, para reencontrarnos. #'!
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Gracias por haber sido mucho más que una profesora y por mantener en todos nosotros el deseo de volver a encontrarnos contigo.
BIBLIOGRAFÍA BLANCO FREIJEIRO, A. “Origen y relaciones de la orfebrería castreña” Archivo Español de Arqueología, vol. XXX,1957. FARIÑA BUSTO, F. “Tesouro de Elviña" en Catálogo de Exposición GALICIA NO TEMPO, Santiago de Compostela, 1991. LÓPEZ CUEVILLAS, F. "Interpretación de algunos fragmentos de joyas'; CEG., vol XI, 1956. LUENGO MARTíNEZ, J.M., "Noticia sobre las excavaciones en el castro de Elviña”; Noticiario Arqueológico Hispánico, vol. III-IV, 1954-55. LUENGO MARTÍNEZ, J.M.. “EI tesoro de Elviña y tres torques coruñeses”, Trabajos de Prehistoria, vol. XXXVI. 1979. MONTEAGUDO GARCiA. L. "Joyas del castro de Elviña (La Coruña) y soluciones museológicas generales”, Archivo Español de Arqueología, vol. XXVII,1954. REBOREDO CANOSA, N., “El Tesoro de Elviña”, Catálogo de la Exposición “El oro y la orfebrería prehistórica de Galicia”, Lugo 1996.
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O emprego da pedra no xacemento da Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña) José Manuel Costa García
Sen saber aínda moi ben por que o 17 de maio de 2009 deixara atrás boa parte de Galicia e Portugal camiño de Mérida. “Va a ser un congreso bonito y va a asistir gente importante. Yo iría, chato, pero no me apetece meterme la paliza”. Dous minutos tardei en pasar de casual visitante na procura dun libro emprestado a oficioso representante da USC nun Coloquio Internacional. De arte. Estudaba e estudo campamentos romanos. “Ya se te ocurrirá algo chulísimo que contar”. E así foi. Nese preciso momento comezou a miña paixónobsesión
pola
análise
da
arquitectura
castrametacional,
pola
improvisación e os plans arriscados. Cos seus correspondentes microinfartos. Pero non é este o lugar para falar de todas esas cousas. Só quero salientar a seguridade, o desenfado e a lixeireza coa que adoitaba despachar Raquel asuntos que semellaban da máis absoluta transcendencia. Non compartindo xeración nin tema de estudo con quen foi a miña titora, é no reino da palabra rápida e a afectuosa humanidade onde me teño por sincero admirador e discípulo. Motivo polo que a teño por mestra da vida e amiga.
Introdución Mentres que certos elementos exhumados na Cidadela –cerámicas (Doval 1997; López 2006), vidros (Caamaño 1990; Caamaño e Vázquez 2001; Vázquez 2000), material latericio (Caamaño 1989; Carlsson-Brandt 2011)...- contan con traballos específicos, o estudo da pedra tense visto reducido á súa mínima expresión. Unicamente atopamos breves alusións nalgunha publicación sobre os distintos achados no xacemento (Caamaño e Fernández 2006) ou, por motivos obvios, en relación coa análise das súas arquitectura (Caamaño 1997) e epigrafía (Balil 1983; Caamaño 1983). Mentres escavamos e #)!
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estudamos as estruturas do lugar (Costa 2010; Blanco-Rotea et al. 2015) tivemos ocasión de observar máis de preto este elemento e os seus usos, que tentaremos resumir nas seguintes liñas.
Material construtivo Definidos xenericamente como xistos, os materiais pétreos máis abundantes no xacemento son un conxunto de rochas ígneas – peridotitas serpentinizadas- e metamórficas - granulitas, anfibolitas e paragneises- que emerxen localmente. Trátase dunha materia prima de baixa calidade pero de fácil fractura por exfoliación debido á súa estrutura laminar. O máis común é o seu emprego como cachotería nos abundantes paramentos de opus incertum das épocas romana, tardoantiga
–antes
chamada
‘xermánica’-
e
altomedieval.
Nas
primeiras fases construtivas do forte romano chegan incluso a formar pseudo-fiadas ben niveladas grazas ao emprego de ripios e dunha arxila ocre como aglutinante. É
neste
momento
que
perpiaños
de
granito
ben
escuadrados
ennobrecían os esquinais, xambas e albores das edificacións. A procedencia exacta destes materiais aínda non foi convenientemente aclarada: nas áreas veciñas de Curtis e Vilasantar afloran granitoides migmáticos, pero é cara á zona de Guitiriz onde se atopa unha pedra que se axusta ás características litolóxicas da da Cidadela (Caamaño e Fernández 2006). Isto suporía ter que desprazar a materia prima uns 25-30 quilómetros desde as canteiras ata o forte, onde sería procesada. Os restos de pezas molduradas, pilastras e columnas son mostra da boa man dos artesáns militares e amósanos o modo no que as fachadas dos principais edificios se verían adornadas. Nas
murallas
obsérvase
unha
semellante
alternancia
dos
dous
materiais xa aludidos: os xistos e gneises nos lenzos e o granito nos esquinais das torres de intervalo e angulares. Polo que respecta ás portas, o nivel de deterioro amosado pola entrada principalis dextra no momento de ser escavada probablemente reflicte o uso prioritario do granito na súa construción froito do seu carácter monumental (Caamaño 1997).
$+!
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Fig. 1 Modelo fotogramétrico tridimensional (Agisoft Photoscan 1.1.6) das fachadas oeste e sur da igrexa parroquial de Santa María de Ciadella. Apréciense as doelas da entrada oeste e o abundante emprego de perpiaños romanos nos aparellos.
Unha breve visita á veciña aldea de Ciadella mostra con claridade por que o granito se converteu nun obxectivo prioritario dos espolios en épocas máis recentes, tal e como testemuñan algúns documentos (Costa 2014). Na súa igrexa parroquial podemos atopar un grande número de perpiaños procedentes do xacemento: o seu estudo detallado reflicte módulos perfectamente romanos e semellantes medidas en uncias e pedes se atopan nos exemplares aínda in situ (Fig.1). Incluso boa parte das doelas do arco de entrada da fachada oeste poderían ser pezas antigas. No poboado, encaixado no lintel dunha vivenda, pódese ver aínda o antigo capitel que xa Ángel Del Castillo observara nas súas viaxes a comezos do século pasado; peza semellante á atopada durante as escavacións de 2010. Pero xa durante as fases tardorromana e tardoantiga moitos dos vellos perpiaños romanos foran reempregados en novos paramentos.
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Nalgúns casos fíxose un uso distintivo dos mesmos, imitándose as técnicas romanas, pero noutros moitos pasaron a formar parte sen máis da cachotería dos lenzos. Este sería tamén o destino puntual doutros materiais minoritarios como a pedra de gra (Costa 2010) que, tendo en conta a súa segura procedencia foránea e o seu potencial para a labra, moi probablemente tivo unha diferente finalidade en tempos anteriores. Polo contrario, a lousa relaciónase intimamente coas fases de ocupación tardoantigas. Nos niveis estratigráficos datados neste período aparecen numerosas pranchas que presentan un buraco nalgún dos seus extremos. Dada a súa abundancia e a notable presenza nos derrubes que selan estes estratos, cómpre pensar no seu emprego como material de cuberta para as edificacións antes que como pesas ou pondera para teares. É seguro que este material non foi extraído nas proximidades do xacemento, pois se ben existen na Serra da Cova da Serpe algúns afloramentos de xistos e lousa, estes non serían explotados na antigüidade. Polas súas características petrolóxicas, podería provir da zona do Incio, o que supón un desprazamento duns 85 quilómetros seguindo o trazado viario romano. Xistos e lousas aparecen tamén na construción das tumbas de laxas tardoantigas descubertas en 1934-1996 e 1997. Respecto aos sartegos pétreos que reempregan grandes perpiaños graníticos é difícil ofrecer unha datación, se ben un deles apareceu encaixado nun muro que podería pertencer á época medieval.
Artes plásticas Tense afirmado que durante o período romano existiría na zona de Cidadela un taller de lapicidas (Caamaño 1983; Caamaño e Fernández 2006). En efecto, na súa sinxeleza as distintas aras (CIRG I 31=AE 1986 387; CIRG I 32=AE 1984 548=AE 1989 436; CIRG I 38, máis dous fragmentos achados en 1992 e 2010) presentan notables similitudes morfolóxicas: cabeceira rematada por dous cilindros que enmarcan o focus, campo epigráfico delimitado por molduras planas e grafía moi semellante. Incluso o granito empregado como soporte parece ter unha mesma orixe. Pola súa banda, os monumentos funerarios adoptan diferentes solucións formais: dende a simpleza das $"!
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placas (CIRG I 33=HEp 4, 1994 356=AE 1984 549=AE 1989 436; IRG I 18=CIRG I 35=HEp 4, 1994 357; CIRG I 36), que só contan coa correspondente moldura, ata o maior grado de complexidade que amosan as estelas. Nestas últimas é posible apreciar algunha figuración sinxela, como acontece coa lúa crecente enmarcada nun remate triangular (IRG I, 15 = CIRG I, 37), ou motivos máis elaborados, caso da coñecida –e polémica- escena representada na estela de Iulius Seuerianus (AE 1912 13; AE 1952 114; AE 1954 156; CIRG I 34; Balil 1983). A este conxunto débese sumar un case inédito fragmento que mostra unha cabeza humana masculina en baixorrelevo co esquematismo que caracteriza ás producións galaicorromanas (Costa 2011) (Fig. 2).
Fig. 2. Modelo fotogramétrico tridimensional (Agisoft Photoscan 1.1.6) do fragmento de estela con figuración dunha cabeza humana masculina. Peza en posesión de José Lapido, veciño da Ciadella.
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Elementos móbeis Existe un bo número de pezas líticas relacionadas con diferentes actividades produtivas. No ámbito do procesado dos alimentos é frecuente o achado de partes de muíños circulares –soltas ou reempregadas nos muros- e mesmo en 1996 atopouse unha cubeta que puido servir como morteiro. Tamén un canto rodado partido pola metade e pulido na súa superficie de corte foi quizais empregado a moenda. Certas pezas de granodiorita, cuarcita ou xisto de orixe local foron usadas pola súa dureza como afiadores ou alisadores. De tamaño e peso aptos para o seu uso cunha man, mostran polo menos unha das dúas superficies máis longas pulidas debido á fricción. Para a canalización e retención da auga documentáronse algunhas pías, contando incluso unha elas cun desaugue. Finalmente, as fusaiolas adoitan aparecer con relativa frecuencia. Pequenas pezas discoidais ou toneliformes perforadas e fabricadas en materiais brandos ou mesmo en xisto relaciónanse coas fases de ocupación tardoantigas. No eido do lecer, algunhas pezas de lousa mostran un debuxo en forma de cuadrícula, polo que existe a posibilidade de que fosen utilizadas como taboleiro de xogos do mesmo modo que ocorre coas tellas con marcas semellantes. Pequenas pedras aplanadas de cuarcita puideron ser usadas como fichas de xogo en calquera das etapas de ocupación do xacemento. Pódense vincular ao continxente militar romano varias pezas que poderían ter servido como proxectís de artillería: algúns bolaños de granito duns 10 cm de diámetro como munición para balistae e diversas pezas de pequeno tamaño en granito ou cuarcita como glandes
de
tirafonda,
a
semellanza
dos
exemplares
cerámicos
atopados no forte. A funcionalidade doutras pezas máis pequenas é difícil de precisar: un prisma de cuarzo tal vez serviu como punteiro ou amuleto; á minúscula boliña de azurita documentada en 1996 supónselle un emprego como adorno.
$$!
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Conclusións O estudo da pedra aínda ten moito que ofrecer. O máis afinado coñecemento da procedencia das materias primas podería ser un importante factor para reconstruír as redes de intercambio durante os períodos romano e tardoantigo, máis aló da sabida relación que existe entre Cidadela e a cidade de Lugo. Nos últimos anos, o estudo de paramentos, coa correspondente identificación dos usos dos diferentes materiais pétreos, axudounos enormemente á hora de redefinir as distintas fases construtivas e, no seu conxunto, a secuencia de ocupación do xacemento. Polo que respecta á epigrafía, non existe ata o día de hoxe un estudo monográfico sobre a materia. Unha análise detida dos soportes e os estilos podería achegar nova información para un coñecemento na produción destes monumentos e confirmar a existencia dun taller local.
BIBLIOGRAFÍA AE = L'Année épigraphique. BALIL ILLANA, A. (1983): "Observaciones sobre la estela de Iulius Severianus (IRG, I, 17)". Boletín do Museo Provincial de Lugo 1: 179-183. BLANCO-ROTEA, R.; COSTA GARCÍA, J. M. & SÁNCHEZ PARDO, J. C. (2015): "Análisis de la evolución constructiva de las estructuras excavadas en el yacimiento de A Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña) y propuestas interpretativas sobre sus ‘fases tardoantiguas’". Estudos do Quaternário 12: 69-93. CAAMAÑO GESTO, J. M. (1983): "Aportaciones al estudio de la Cohors I Celtiberorum: Una inscripción militar hallada en el campamento romano de Cidadela (Sobrado dos Monxes - Coruña)". Brigantium 4: 61-71. —— (1989): "Estampillas de la Cohors I Celtiberorum halladas en el campamento romano de Cidadela". Gallaecia 11: 209-229. —— (1990): "Vidrios hallados en el campamento de Cidadela (Sobrado dos Monxes - A Coruña)". Gallaecia 12: 177-190. —— (1997): "Sondeos arqueológicos en la muralla del campamento romano de Cidadela". Gallaecia 16: 265-284.
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! CAAMAÑO GESTO, J. M. & FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C. (2006): "Producción y comercialización en el campamento romano de Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña)". Á. Morillo Cerdán (Ed.), Arqueología militar romana en Hispania II: Producción y abastecimiento en el ámbito militar. León: ULe: 167-184. CAAMAÑO GESTO, J. M. & VÁZQUEZ MARTÍNEZ, Mª A. (2001): "El vidrio de ventana de época romana hallado en el campamento romano de Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña). Catálogo de piezas". Gallaecia 20: 205-216. CARLSSON-BRANDT FONTÁN, E. (2011): "El material constructivo latericio en el campamento de Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña)". Gallaecia 30: 167-180. CIRG I = PEREIRA MENAUT, G. (1991): Corpus de inscricións romanas de Galicia I (Provincia de A Coruña). Santiago de Compostela: CCG. COSTA GARCÍA, J. M. (2010): "Estudo de paramentos e análise das estruturas exhumadas na “pars nobilis” do campamento romano de A Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña)". Gallaecia 29: 191-201. —— (2011): "Revisitando los recintos militares romanos de la antigua Galicia. ¿Centros de producción o de consumo artístico?". T. Nogales Basarrate & I. Rodá de Llanza (Eds.), Roma y las provincias: modelo y difusión. Roma: L’Erma di Bretschneider. Hispania Antigua, Serie Arqueológica 3. Vol. II: 753-762. —— (2014): "Las primeras intervenciones arqueológicas en A Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña". Gallaecia 32: 109-127. DOVAL GALÁN, J. F. (1997): "Los morteros del campamento de Cidadela". Gallaecia 16: 285-300. HEp = Hispania epigraphica. IRG = BOUZA BREI, F. & D’ORS, A. (Eds.) (1968): Inscripciones romanas de Galicia. Santiago de Compostela: IPSEG. LÓPEZ PÉREZ, Mª C. (2006): "La importación de terra sigillata en el campamento de Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña)". Á. Morillo Cerdán (Ed.), Arqueología militar romana en Hispania II: Producción y abastecimiento en el ámbito militar. León: ULe: 432-437. VÁZQUEZ MARTÍNEZ, Mª A. (2000): Los vidrios de Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña). Santiago de Compostela: USC - Tese de Licenciatura Inédita.!
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Agua, aguas, aquae, pero al fin y al cabo, aguas, en el origen de las ciudades romanas: un tributo a Palmira. Silvia González Soutelo Casi 20 años han pasado desde que entré por primera vez en la facultad de historia de Santiago de Compostela… Muchas ganas y poca idea de todo lo que vendría después. Subir aquellas escaleras y llegar al característico pasillo estrecho se convirtió en algo habitual una vez convencida de que “mi mundo” era el “romano”. Pasillo con pósters de mil congresos y cursos que leías y releías mientras esperabas tu turno; la foto de un gentleman fumando pipa, que firmaba como A. Balil; fotos de grupo con aquellas gafas oscuras tan características, a las que se fueron añadiendo recuerdos de viajes geniales de facultad por el mediterráneo antiguo: Italia, Grecia, Turquía, Túnez, Jordania, o la tristemente secuestrada y torturada Siria…; y un despacho al fondo, al fondo a la izquierda, con la puerta normalmente abierta, que junto con la vecina del Prof. Acuña, pasó a ser mi punto de referencia. “¿Y por qué no te centras en las aguas?” Me sugirió Raquel cuando le consulté por un posible tema de tesis… Aguas minerales, y en general dulces, que han sido y siguen siendo mi línea principal de estudio. Así Raquel no solo fue la culpable de la temática de éste y muchos otros trabajos, sino también de haber creído en mí, como mi directora de Tesis de Licenciatura y Tesis Doctoral, de haberme introducido como solemne anfitriona en el mundo de la cultura clásica, y de haber formado parte de estas aguas desde sus orígenes más profundos.
Agua, aguas, aquae Una única palabra puede tener múltiples significados. El agua, en su concepción básica, no necesita más interpretación que la mera referencia al hecho de que, siendo un elemento tan simple y tan $'!
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presente (al menos para según qué territorios), no deja de ser un bien esencial (más allá que cualquier otro recurso), cuyo dominio y control ha sido clave en la creación de imperios y en el desarrollo de cualquier cultura. La civilización romana evidentemente no fue una excepción a ese hecho, y su primordial desarrollo y posterior expansión desde la “Roma fangosa de Rómulo” (Cicerón, Cartas a Ático, 2, 1, 8), se debió en gran medida al control y a la capacidad de vencer los obstáculos que la naturaleza, principal aliada y enemiga, les imponía. En ese sentido, la humanización del territorio pasó a ser una constante, donde el agua se hacía presente por medio de monumentales construcciones, con las que se multiplicaron las opciones de uso de agua, no solo como bebida básica, sino también como elemento de disfrute, ocio, e higiene. De ahí que agua, pero en su versión latina aqua, pasó también a designar los grandes canales de conducción que aportaban agua a la ciudad (bien conocidos en la ciudad eterna como relata Frontino en el s. I d.C. y con los once acueductos que llegó a tener Roma en el s. III d.C., desde el Aqua Appia hasta el Anio novus; o por la abundante epigrafía
relativa
a
la
edificación
de
esas
obras
en
ciudades
provinciales (por ejemplo en Mérida, con su Aqua Augusta: AE 1984, 493), construyendo por medio de canales elevados, subterráneos o bajo sifonaje los canales que permitirían dotar de agua en grandes cantidades a las ciudades para la creación de edificios de baños, limpieza de calles, fuentes públicas (ornamentadas, ornamentales o funcionales) y todo tipo de industria emergente en el ámbito urbano pero también rural. Aguas todas ellas que ahora en plural, como aguas o aquae, doblan sus significados, y adoptan junto con los anteriores, un mayor número de significados en el ámbito de la salud y el tratamiento de las enfermedades. “Ad aquas venire!” Nos decía Cicerón (Planc. 65) cuando nos aconsejaba sobre dónde acudir en busca de la vida eterna (o al menos, lo más cercano a ella), pero refiriéndose así ya a ese otro tipo de aguas en los que su composición difiere de las anteriores y pasa a ser en si misma deseado elixir de salud y promesa de recuperación.
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Fig. 1 Vista general de la ciudad romana de Palmira (Siria, 2008)
La toponimia reabsorbe ese concepto y lo incorpora a su glosario creando nuevas poblaciones bajo el apelativo Aquae: Aquae Calidae, Aquae Voconis, Aquae Celenae,… para designar a aquellas poblaciones originadas por la presencia de aguas minerales cuyas virtudes fueron foco de atracción de poblaciones no solo locales sino también foráneas, y cuya importancia se ha hecho evidente hasta la actualidad. Las múltiples facetas del agua, no solo representan a aquellas estructuras vinculadas a la higiene, la salud o el disfrute, sino que el desarrollo de la ingeniería hidráulica se completa con la generación de maquinarias sencillas a nuestros ojos pero que permitieron la generación de energía para la tracción de molinos o de sierras para la preparación de elementos ornamentales, tales como placas de mármol o estructuras arquitectónicas, por las que demostrar las múltiples posibilidades que el agua ejercía para cubrir las cada vez más amplias demandas de la sociedad.
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Significado y realidad. El agua en el origen de la ciudad de Palmira Y es justamente el agua el que dotó de significado y el que permitió el origen de un asentamiento que llegaría a ser uno de los nudos comerciales más importante de oriente próximo en la desértica provincia de Syria: Palmira. Gracias a su formación geológica, el valle en el que se ubica la ciudad retiene aguas que permiten la fertilidad de parte de su territorio, configurando un oasis a partir de las fuentes que manan desde Jebel Muntâr (Bounni y al-Asad 2000), entre las ruta del principal paso entre Homs y el río Éufrates, que servían de lugar de descanso a las caravanas que circulaban entre Irán y el Mediterráneo ya desde la prehistoria. Plinio el Viejo (Nat. V, 88), en el s. I d.C. la describe como “una noble ciudad gracias a su localización, la riqueza de su suelo y el encanto de sus aguas”, y es que a pesar de la conquista de esta provincia por los romanos, gracias a su singularidad organizativa y funcional, mantuvo cierta independencia, llegando incluso a ser considerada como “ciudad libre” por el Emperador Adriano, estado que alcanzó su máxima expresión en la mítica figura de Zenobia, tras cuya caída finalmente la ciudad sería sometida primero al poder de Roma y después a los sucesivos imperios que dominaron este territorio. El aqua, pero también las aquae, estuvieron en su concepción siempre presentes, y es que la abundancia de agua, conducida en gran medida a través de un quanat, parcialmente subterráneo y solo en su tramo final abierto, permitía irrigar parte del oasis que constituía la ciudad y el rico palmeral que rodeada a la ciudad. Con esa y otras aguas se abastecerían los complejos termales, como el situado frente al templo de Nabû, en la avenida principal columnada, cerca del teatro y del ágora, o de los ninfeos que adornan y refrescan la ciudad. Pero Palmira no solo representa la presencia de aqua, sino también de aquae en toda su concepción, porque aparece dotada de fuentes termales, en su mayoría sulfuradas y radiactivas que a una temperatura máxima de 33ºC manan en distintos puntos de la ciudad.
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Así la fuente principal, la Fuente de Efqa (“fuente natural” en arameo), que abastece igualmente el oasis y la ciudad bajo la protección del dios Yarhibol (“Dios de la fuente”), adorado en sus espacios sagrados provistos de nichos y un pequeño santuario (Bounni y al-Asad 2000: 89 y 130), recogía las ofrendas de exvotos vinculados al culto a estas aguas que, bajo la supervisión de la figura de un curator, surgía como el bien más valioso y razón de ser de la ciudad de Palmira. La presencia de agua, aqua y fundamentalmente de aquae ha sido y es, sin duda, la razón de ser y el origen de un amplio número de ciudades del mundo antiguo, y en el caso particular de esta ciudad del desierto, si cabe más, razón de anhelos y disputas por su posición privilegiada sobre un recurso tan esencial y tan escaso en el desierto de Siria. Sin embargo, a pesar del tiempo y de las múltiples vicisitudes que la ciudad de Palmira ha vivido y superado, se enfrenta ahora a una de sus peores condenas: la de no poder cumplir con la original vocación de servir de punto de encuentro entre las ricas culturas transportadas por los comerciantes que encontraron en sus aguas, aquae, descanso y paz en su camino, retenida y atormentada como está en nuestros días ante la crueldad de la ignorancia y el sinsentido.
BIBLIOGRAFÍA: Bounni, A. y Al-Asad, K.1 (2000): Palmyra. History, monuments & museum. Damasco. González Soutelo, S. (2011): El valor del agua en el mundo antiguo. Sistemas hidráulicos y aguas mineromedicinales en el contexto de la Galicia romana. Colección Galicia Histórica, Fundación Barrié de la Maza, A Coruña.
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Arqueólogo y antiguo responsable de antigüedades de Palmira, asesinado por el EI en el propio yacimiento el 18 de agosto de 2015.
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FotografĂa del grupo que visitĂł Palmira entre abril y mayo de 2008, en la excursiĂłn organizada por el departamento de Historia I de la Universidad de Santiago de Compostela
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Escolma dalgúns reselos Augusto co escudo galaico
nas
moedas
de
(LVCVS AVGVSTI - GUERRAS CANTÁBRICAS) Laureano F. Carballo
"A millor homenaxe que pode tributárselles ás boas persoas é imitalas" Concepción Arenal Prá Raquel, co meu máis sincero agradecemento
Raquel xubílase. Por imperativo legal, naturalmente, porque ista caste de persoas son e séntense inxubilables. O seu “desafiuzamento” da USC é un cristalino exemplo do fero e suicida desartellamento ós poucos da universidade pública galega. Así a todo, a impiedade da tesoira dos necios culpables dista e doutras desfeitas recurtadoras chega tarde de máis pra cernar ista maxestosa árbore que xa deitou (e seguirá a deitar) o froito das súas gallas: todos nós, os que queremos e admiramos a Raquel, arqueóloga de vocación e devoción, de sacho e de despacho, somos parte xa disa súa vizosa sementeira de amizade, humanidade e coñecemento que en nós agromará por sempre. Nota: e aínda han ter que lle mandar ós bombeiros pra ver de a sacar do seu, na aparencia (só na aparencia) “atrapallado” despacho... E digo “na aparencia” porque todo bo arqueólogo galego sabe que Raquel é un prodixio de organización e que o Edward C. Harris (“C.” de “Casal”?) aprendeu dela os principios da estratigrafía arqueolóxica... buscando unha separata polos andeis do despacho da nosa arqueóloga favorita… ;) E agora, e visto o éxito do euro, volvamos por uns intres á moeda romana… meigas fóra!
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Unha escolma de reselos O corpus de reselos nas moedas romanas co escudo galaico (sempre en anversos, non coñecemos ningún reselo no reverso distas pezas) non é moi grande pero, ós poucos, vaise amosando xa significativo. Por problemas de espazo limitarémonos a uns poucos exemplos moi espallados. Incluiremos a fotografía da moeda (anverso e reverso) sempre que sexa posible.
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MOEDA Nº 1 En RUIZ TRAPERO, Mª. (2000): Las monedas hispánicas del Instituto de Valencia de Don Juan. Volumen II. I. V. D. J. Madrid: páx. 223 (moeda nº 3503). IMP AVG DIVI 3503: 12,10 g 29,4 mm. Contramarcada ¿O? en anverso. Moeda bastante ben conservada e clara, centrada. Persoalmente, consideramos iste reselo non como a letra “O” senón máis ben coma o reselo “ferradura” sinalado polas publicacións de GARCÍA-BELLIDO, Mª. P. (1999): “Es seguro que en Hispania las legiones utilizaron en casos sus emblemas –símbolos- como firma de sus unidades. Los hay animados, como el águila o el jabalí, e inanimados como la punta de lanza de la legio VI y quizá un objeto en forma de “herradura” de la legio IIII” (páx. 60). MOEDA Nº 2 Tamén en RUIZ TRAPERO, Mª. (2000): Las monedas hispánicas del Instituto de Valencia de Don Juan. Volumen II. I. V. D. J. Madrid: páx. 223 (moeda nº 3505). MP AVG DIVI F 3505: 10,65 g 28,3 mm. Procedente da colección Buckler, ista moeda, ben conservada, non consta coma reselada, cando, con poucas dúbidas, podemos apreciar a contramarca “cabeza de águia” cara a direita, “a picar” na orella do busto. A testa dista rapaz representa o símbolo por excelencia das lexións romanas e a súa “política” simbólico-militar: “De todo el Imperio Romano son precisamente los campamentos los que más numerario contramarcado han dado a luz: Vindonissa, Oberhausen, Halten, Novaesium y otros más pertenecientes al Limes germánico y por ello no es de extrañar que en Hispania sean también las cecas cercanas a zonas militarizadas las que ofrezcan un mayor índice
de
contramarcas…
Sabemos
%%!
que
en
Hispania
la
región
!
militarizada fue la banda geográfica que de Este a Oeste lindaba con Cántabros, Astures y Galaicos, que ella perteneció a la Tarraconense desde el 27 a. C. y que las cecas del Alto Ebro eran las más cercanas a esas zonas, pertenecían a la misma provincia y algunas de sus ciudades estaban claramente relacionadas con la tropa, lo que indicaría que las monedas del Ebro llegaban allí como elementos de un circuito económico normal. Sin embargo hay excepciones y anomalías que indican una política monetal castrense planeada… es evidente que fue en los años de la conquista y pacificación del Noroeste y Norte peninsular cuando las tropas asentadas, que se calculan en unos 35000 individuos, necesitaron de numerario pequeño y se plantea por primera vez, aquí en Hispania, una política del contramarcado, que a nuestro juicio consiste básicamente en adjudicarse numerario y evitar, invalidándolo, que salga de su área. ¿Quién duda que además se usen las contramarcas para legalizar piezas viejas, de menor peso, de otros valores, etc.?” (GARCÍA-BELLIDO, Mª. P. e BLÁZQUEZ, C. (19871988): páxs.69-70). MOEDA Nº 3 En PARRADO CUESTA, Mª. S. (1999): Catálogo de Monedas del Museo de León. Volumen I. Edad Antigua. Estudios y Catálogos, 10. J. C. y L. / U. E.: moeda nº 251 A e R. Consta coa cifra (1988/1/60) como nº de inventario do Museo de León. G DIVI F Clarísimo reselo “cabeza de águia” cara a direita, nunha moeda moi gastada pero na que o reselo semella novo, clarimostrando o uso revalorizador do vello numerario. 10,94 g 28,2 mm. Procede de Lancia, da excavación de 1958. MOEDA Nº 4 En AUREO (1997): Colecc. Tartessos. Barcelona: lote nº 1103. 12,12 g IMP AVG DIVI “Estilo bárbaro, contramarca ¿cabeza de águila? en anverso (también bárbaro)”. Pouco que engadir ó antedito. A mala conservación do eixo
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inferior do anverso da peza e a pouca calidade da fotografía non axudan á clasificación da mesma. Con todo, coidamos estarmos perante un reselo “ferradura” (polo trazo en “S” que arrodea o narís e o queixo do busto) sinalado polas publicacións de GARCÍA-BELLIDO, Mª. P. (1999): “Es seguro que en Hispania las legiones utilizaron en casos sus emblemas -símbolos- como firma de sus unidades. Los hay animados, como el águila o el jabalí, e inanimados como la punta de lanza de la legio VI y quizá un objeto en forma de “herradura” de la legio IIII” (páx. 60). MOEDA Nº 5 En CAAMAÑO GESTO, J. M. (1979): “Aportaciones al estudio de las monedas de la “caetra”: Las monedas de la Colección Blanco Cicerón”. Boletín Auriense, IX: 67-76. Moeda nº 4. P AVG DI “Presenta en el anverso, sobre el cuello del emperador, una contramarca consistente en una cabeza de águila tipo Guadán XXVIII, que es el característico resello legionario” páx. 68. 26,5 mm. 8,85 g Mala
conservación
do
numisma
e
mala
calidade
no
papel
da
reproducción fotográfica que amosa, contodo, un craro reselo “cabeza de águia” cara a direita. MOEDAS NON FOTOGRAFADAS Ó non poder ver as fotografías distes reselos e dada a escasa ou nula bibliografía ó respecto, falsificacións varias, “retoques...” e posibles duplicacións de moedas nunca publicadas, estimamos conveniente referenciar istas moedas co termo “caso”, máis axustado á realidade numismática,
sempre
tan
“particular...”
(moedas
atopadas
e
desaparecidas “misteriosamente”, avatares da guerra “incivil” en numerosos museos, coleccións privadas, datos (medidas, pesos, etc.) escasos ou mal recollidos…). CASOS A, B, C: Unha primeira fonte útil para o traballo é a maxistral R. P. C. de %'!
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BURNETT, A; AMANDRY, M. e RIPOLLÈS, P. P. (1992). Nas páxs. 809810 e no INDEX 7 atopamos (sen fotografía, ninguén é perfecto… :) as referencias: Reselo tipo: nº 4 animate: uncertain mint 4. nº 11 uncertain objects: uncertain mint 3. nº 24 letters: uncertain mint 4. A salientar: no número 4 temos o coñecido reselo “cabeza de águia”, cara á dereita. No número 11 temos un anómalo “círculo con ¿X? e puntos”. No número 24 temos un posible ¿D?. Non se presentan fotografías distes reselos, referenciados en debuxo na obra. Temos as nosas dúbidas sobre a existencia do nº 11. CASOS D, E, F: En SAGREDO SAN EUSTAQUIO, L. (1994): páx. 536. Referencia nº 37 (no M. A. N.): dúas moedas con reselo: nº 1. 11,40 g 28/27mm. Reselo “cabeza de águia”. Nº inv 2.12180 nº 2. 11,24 g 29/28mm. Reselo “cabeza de águia”. Nº inv 2.12173 Tamén en SAGREDO SAN EUSTAQUIO, L. (1994): páx. 543. Niste caso é unha moeda dun catálogo de subastas numismáticas, concretamente a subasta nº 51 da firma Espuny. É un AS de 12,40 grs. cun reselo “cabeza de águia”. Sen máis datos. CASO G, H, I: En CENTENO, R. M. S. (1987): páx. 111. Unha moeda reselada da caetra, a saber: 30 CASTRO DE ALVARELHOS, ALVARELHOS, SANTO TIRSO, PORTO, inédita. 2 . As, Augustus, NO Hispânia, 26-25 a. C.; 8.767 g; Villaronga 4 O ex. n.º 2 apresenta no Anv. uma contramarca do tipo Guadán XXVIII. MuNaAr e Et lisboa, inv. 141.52: ex. n.º 2.
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“Parece perfeitamente normal que o numerário contramarcado com a cabeça de águia pertença, em exclusivo, aos centros emisores da bacia do Ebro, da Celtibéria e do Noroeste que, como já vimos, eram os principais abastecedores de moeda em AE à nossa regiao” (CENTENO, R. M. S. (1987): páx. 247). CENTENO, R. M. S. (1987): páxs. 124-5. Outra moeda reselada da caetra: 71 CITÂNIA DE BRITEIROS, DONIM E SALVADOR DE BRITEIROS, GUIMARAES, BRAGA. 51 As, Augustus, NO Hispânia, 26-25 a. C.; 8.18 g; Villaronga 4 Guadán XXVIII. Museo de Martins Sarmento (Guimaraes). CENTENO, R. M. S. (1987): páx. 129. Unha máis, esta en Pontevedra: 76 CITANIA DE TROÑA, PIAS, PONTEAREAS, PONTEVEDRA. 2. As, Augustus, NO Hispânia, 26-25 a. C. (com furo para suspensao); Villaronga 3. L. Pericot García e F. López Cuevillas, Excavaciones en la Citania de Troña. Memoria de las excavaciones realizadas en 1929-1930, Madrid 1930 p. 37. Paradoiro desconhecido. CASO J, K, (L: exemplar do M.A.N.?): En GUADÁN, A. M. DE (1960): páx. 105. Sen reproducir, reselo en moeda con caetra: “Un solo ejemplar conocido en el Ashmolean Museum de Oxford. Parece tratarse de la rueda gala o de un dibujo con simbolismo astronómico”. E GUADÁN, A. M. DE (1960): páx. 106. Sen reproducir, reselo en moeda con caetra: “Se conocen varios ejemplares, uno de ellos en el Museo de Badajoz y otro en el M. A. N. de Madrid”. Posiblemente, o exemplar de Madrid
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sexa un dos xa anteditos do M.A.N.
BIBLIOGRAFÍA AUREO (1997): Colección Tartessos. Barcelona. BURNETT, A; AMANDRY, M. e RIPOLLÈS, P. P. (1992): Roman Provincial Coinage. Volume I. Part II. London-Paris: pp. 809-810. CAAMAÑO GESTO, J. M. (1979): “Aportaciones al estudio de las monedas de la “caetra”: Las monedas de la Colección Blanco Cicerón”. Boletín Auriense, IX: pp. 67-76. CENTENO, R. M. S. (1987): Circulaçao Monetária de Hispânia até 192. Anexos Nvmmvs, nº 1. Porto: pp. 242-250. GARCÍA-BELLIDO, Mª. P. (1999): “Los resellos militares en moneda como indicio de movimiento de tropas”. II EPNA. ANEJOS AEspA, XX: pp. 55-70. GARCÍA-BELLIDO, Mª. P. e BLÁZQUEZ, C. (1987-1988): “Las monedas celtibéricas y sus contramarcas en el Instituto Valencia de D. Juan”. Acta Numismàtica,17-18: pp. 59-87. GUADÁN, A. M. DE (1960a): “Las contramarcas en la amonedación ibérica”. Nummus, VI. Porto: pp. 18-38. (1960b): “Tipología de las contramarcas en la Numismática Ibero-romana”. NH IX, 17. Madrid: pp. 7-121. PARRADO CUESTA, Mª. S. (1999): Catálogo de Monedas del Museo de León. Volumen I. Edad Antigua. Estudios y Catálogos, 10. J. C. y L. / U. E. PERICOT GARCÍA L. e F. LÓPEZ CUEVILLAS (1930): Excavaciones en la Citania de Troña. Memoria de las excavaciones realizadas en 1929-1930, Madrid: pp. 37. RUIZ TRAPERO, Mª. (2000): Las monedas hispánicas del Instituto de Valencia de Don Juan. Volumen II. I. V. D. J. Madrid: pp. 223. SAGREDO SAN EUSTAQUIO, L. (1994): “Distribución de los ejemplares de bronce de la caetra”. VIII C. N. N., Avilés, 1992. Madrid: pp. 503-549.
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Nin zapato baixo nin media de seda: A desfolclorización da indumentaria galega Belén Sáenz-Chas Díaz
Cando hai anos Raquel Casal e Fernando Acuña me invitaron formar parte das “viaxes de estudo” que viñan organizando para o alumnado da Universidade, non podía imaxinar que ía comezar un periplo arqueolóxico envexable. Percorrer lugares como Éfeso, Pérgamo, Petra, Palmira, Leptis Magna, Hatussas ou Aphrodisias foi un soño; e facelo a carón de Raquel, un luxazo. Nove viaxes cheas de anécdotas, de visitas a xacementos, monumentos e museos; de longas pateadas das que escapabamos deseñando a nosa propia alternativa para evitar un esforzo físico totalmente innecesario; de variadísimas dietas mediterráneas a base de arroz con polo e polo con arroz, acompañadas das nosas amadas ensaladas e regadas con viños, cervexas e gintonics; de saídas ás 6,30 da mañá “CON MALETAS”, para darse interminables malleiras de autobús, que contribuían ás profundas sestas de toda a pasaxe; de momentos fashion cool estreando modelo, con salacot incluído; de paseos en dromedario, da cabalo, en barco ou en furgonetas de dubidosa seguridade; de tardes percorrendo zocos e bazares
para
comprar
recordos
“authentic
nabateos”
cunha
depuradísima técnica de regateo perfeccionada ao longo dos anos. As viaxes afianzaron a nosa amizade, que evidentemente continuamos a nivel doméstico galego e compostelán, compartindo ata celebracións familiares como as Benvidas de Baia e de Teo e o gran vodorrio dos seus pais. Si, si; por esa orde. E as substanciosas charlas perante un viño e unha cervexa nas que non faltaron, nin faltan, os cotilleos, os desafogos dos asuntos internos do Departamento, os segredos inconfesables, as confidencias e as risas. Nestes anos houbo novas inesperadas que nos deron moi boas alegrías, como cando souben que Baia viña en camiño, que me faltou tempo para ir celebralo contigo. Outras
novas
recentes
son
algo
&*!
máis
desacougantes;
pero
aí
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estaremos, para afrontalas xuntas, apoiándonos, e animándonos mutuamente e a quen nestes momentos máis o precisa. O interese polo xeito de vestir da clase labrega galega, o que chamamos “traxe tradicional”, vén xa desde o século XIX e foi un dos puntos de atención, xunto co baile e a música, da intelectualidade desa centuria. E como baile e música, sufriu o mesmo proceso de folclorización, un fenómeno que determinou enormemente a idea que temos hoxe do “traxe galego”.
A.C. Airiños da Lagoa (Baiona, 2014). Extraída de facebook
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Hermanos Buch (ca. 1870) Santiago de Compostela: Retrato de familia da Agrela (Lampai, Teo) . Museo do Pobo Galego, col. Familia de la Riva
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A sociedade galega actual percibe o traxe galego como una vestimenta suntuosa e ampulosa, herdeira do modelo de tipismo establecido polo folclorismo burgués do século XIX. Como no resto de Europa, a intelectualidade galega desa época, inspirada polo sentimento romántico de exaltación da cultura popular e de busca das identidades nacionais, outorgoulle ao traxe un valor identitario. No seu ideario mestúrase, por unha banda, o sentimento de perda dos trazos característicos e diferenciais do pobo galego, debido á progresiva modernización da sociedade, froito da crecente industrialización e dos avances tecnolóxicos. E por outra, a reivindicación lexítima do pasado histórico e do carácter de Galicia como nación con lingua, territorio, cultura e conciencia colectiva de seu. A súa mirada vaise centrar, ademais de na historia, na sociedade rural, depositaria da tradición, do modo de vida e de ser que define o carácter xenuinamente galego. Desde o primeiro momento, a recuperación e recollida da indumentaria correu a cargo dos coros e grupos folclóricos, xurdidos nas principais cidades e vilas galegas xa a finais do século XIX. Formados por membros destacados da vida social e cultural, os coros recollían as manifestacións da cultura popular galega coa única finalidade da representación, nos máis prestixiosos escenarios e perante o publico máis selecto, da imaxe idealizada – case mitificada – da vida rural, co seu atrezzo correspondente, iluminación, decorado e, como non, vestiario. A actividade destes primeiros coros quedou interrompida pola guerra do 36. Entre 1938 e 1939 créase, dentro da Sección Feminina, a organización “Coros y Danzas” coa finalidade de recuperar os cantos e bailes tradicionais españois. Nos festivais e concursos de Coros e Danzas, ateigados de autoridades, o baile e o canto eran totalmente artificiais, buscando cumprir o tópico español de alegría, populismo e festividade. A indumentaria converteuse nun mero atavío adaptado á nova forma de bailar, eliminando ou transformando as pezas de roupa que dificultaban os movementos nas coreografías colectivas, de gran vistosidade, pero totalmente afastadas do xeito tradicional de bailar. Coa chegada da democracia, o folclore trata de romper con certos tópicos instalados durante á época da sección feminina, logrando que &$!
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algúns deles queden descartados, como as cintas de cores das camisas ou a lonxitude da roupa. Moita xente interesada no folclore comeza realizar recollidas sistemáticas de cantos, bailes e indumentaria. Pero a meirande parte das agrupacións, e en beneficio do espectáculo, recollen só aqueles elementos do traxe que locen no escenario, dándolle prioridade unicamente ao criterio estético. Indubidablemente, os museos compren unha importante función educadora,
divulgando
os
coñecementos
que
proporcionan
as
coleccións que atesouran. O papel dos museos é fundamental para que a sociedade galega comece a percibir a súa historia e a súa tradición dun xeito diferente, despoxada da visión folclorizada que ata o de agora padeceu. Dende a actual museoloxía, non podemos seguir concibindo a indumentaria galega como un obxecto fosilizado, unha reliquia do pasado, a testemuña dunha cultura rural incontaminada pola sociedade moderna. Máis aínda, cando hoxe en día entendemos o proceso de musealización e posta en valor do noso patrimonio cultural, especialmente o etnográfico, como un diálogo entre o pasado e o presente. Non podemos caer na folclorización da cultura que consolida imaxes dun tipismo e enxebrismo que contrapón o tradicional ao moderno e que non está a contemplar os procesos de cambio da nosa cultura, en continuo proceso de formación. Os museos deben ser centros de referencia dunha tradición non folclorizada, onde os investigadores, os grupos folclóricos e a sociedade en xeral poida atopar os datos veraces que precisan para o seu labor investigador. As agrupacións sempre poden optar por seguir empregando un vestiario no que o compoñente estético estea por riba do rigor histórico, pero en ningún
caso
deberían
manipular
a
documentación
para
darlle
autenticidade ás súas creacións, intentando lexitimalas co valor da antigüidade.
BIBLIOGRAFÍA HOBSBAWM, Eric (2002): La invención de la tradición. Barcelona, Crítica MARIÑO FERRO, X. R. (2000) Antropoloxía de Galicia. Vigo: Xerais de Galicia. Universitaria, 3
&%!
! SÁENZ-CHAS DÍAZ, B. (2014) “Folclorización e estudios de indumentaria en Galicia” Adra. Revista dos socios e socias do Museo do Pobo Galego (Santiago de Compostela) 9: 41-55 VEGA, Jesusa (2005): “De la estampa a la fotografía: El traje regional y el simulacro de España”. En Maneras de mirar. Lecturas antropológicas de la fotografía. Madrid, CSIC, pp. 61-82
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Begin the Beguine: As doas da Barbanza Mª José Bóveda Fernández
Coas ideas claras e o discurso ben espeso planteime no despacho de Raquel Casal para tentar convencela de que o máis lóxico do mundo era que me dirixira unha tese sobre arte megalítica. Non recordo o sermón exacto que soltei, pero supoño que sería unha pretensiosa sarta de incongruencias. O que si lembro é que me mirou con moita curiosidade e que non intentou disuadirme ou convencerme de que fixera algo que se adaptase máis á súa liña de investigación. Foi clara e concisa na súa negativa, e amablemente recitou a lista de profesores do departamento máis axeitados, segundo ela, para dirixir unha tese sobre túmulos. Mentres falabamos interesouse por min, que fixera, onde escavara, de onde lle viña esa teima co megalitismo a unha recén licenciada. A conversación fíxose máis distendida e ao cabo dun rato estabamos a falar dos enxovais megalíticos. Estrañoulle que non coñecera máis cousas sobre os obxectos de adorno. Pareceulle incrible que non soubera que en Galicia tamén había túmulos nos que apareceran obxectos de ouro. “Chatiña, necesitaba subir á biblioteca para coller uns libros, que che parece se de paso lle botas un ollo a esas pezas?” e creo, ese debeu de ser o primeiro dos seus miles de bos consellos. Como vai ser imposible explicar, sen caer en sensiblerías, o meu agradecemento, quero resumilo aquí homenaxeándoa cunha versión revisada do primeiro traballo que fixen baixo a súa dirección, unha comunicación ao VI Colóquio Galaico-Minhoto, Braga, 1994, que nunca chegou a publicarse. Posiblemente, o maior dos problemas que existen á hora de estudar a ourivería prehistórica no noroeste peninsular é a completa falta de contexto dunha grande parte da pezas e a existencia dun contexto imaxinado para boa parte das restantes. Esta falta de referentes creou
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un grande caixón de xastre cronolóxico no que moitos materiais acababan, unicamente polo feito de estar feitos en ouro. Dentro dos traballos realizados no programa de investigación sobre ourivería prehistórica que dirixía Raquel Casal dentro do Departamento de Historia I da Universidade de Santiago de Compostela, era prioritaria a execución de “batidas” bibliográficas sobre os diferentes obxectos áureos localizados en Galicia. Estes seguimentos bibliográficos permitían localizar a primeira referencia sobre un determinado material, e conseguiron contextualizar algunhas das pezas que se amontoaban no limbo da adscrición cronolóxica indeterminada. Tamén permitiron observar como os plantexamentos ideolóxicos dun momento histórico concreto marcaban a determinadas pezas, e como, co paso do tempo, estas etiquetas non se logran superar. O conxunto de doas áureas coñecidas como “colar” da Barbanza é sen dúbida un claro exemplo de como unha corrente teórica de moda pode mediatizar a adscrición cultural dun obxecto, pese a que nin o contexto nin a tipoloxía avalen esta asociación. Para comprobalo resulta necesario percorrer as alusións que sobre este achado fan os diferentes autores, así como os seus “cíclicos” abaneos cronolóxicos, desde o seu descubrimento alá polo mes de maio de 1893. Poñamos, polo tanto, marcha cara á Serra da Barbanza no cumio da cal existe unha explanada (os Chaos) considerada por López Ferreiro como un lugar de grande tradición arqueolóxica “según lo acreditan muchas mámoas o montículos que de trecho en trecho, surgen como hongos en la superficie; los castros que los rodean ...” (1893). Parece evidente que a alusión ós “valiosos objetos de oro en ella hallados” coa que López Ferreiro adorna o seu panexírico sobre as riquezas prehistóricas da serra é unha auténtica primicia sobre as doas, polo menos así o entende Villamil y Castro (1906). Mentres, no pequeno lapso de tempo que separa as dúas referencias, as contas xa tiveran tempo para mudar de mans: dende as dos achadores ás dun prateiro de Noia e deste, ao prestixioso coleccionista santiagués Blanco Cicerón. Será no estudo que Villamil y Castro realiza desta colección no que se describan dun xeito claro por primeira vez: “Ocho cuentas de oro y
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tamaño como de avellana engarzadas en un alambre también de oro en disposición que pudieran haber servido de collar” (Villamil y Castro: 1906). Dúas cousas podemos sacar en claro da descrición; en 1906 só se tiñan 8 contas, e que Villamil tampouco ten claro que o arame e as contas formasen un colar. Na necesidade de buscarlles algún tipo de paralelo decide comparalas coas “cuentas de oro y otras materias galorromanas del Museo del Louvre”.
Sen dúbida, foron moitos os autores que tiveron acceso á colección Blanco Cicerón, pero ata 1923 non teremos nova información sobre o definido por García Romero como “hermoso collar de oro formado por conos que se unen por su base mayor, y tienen en el centro dos cm y otro tanto de altura. Por desgracia, ha perecido todo él, si no son nueve piezas, juntamente con el hilo que las engarzaba”; temos que agradecer a este investigador non só a inclusión dunha nova conta que completa as actualmente
conservadas
senón,
e
ante
todo,
unha
apreciación
cronolóxico-cultural que, bastante afastada da de Villamil y Castro, recontextualiza o achado cara aos “monumentos megalíticos y restos de &)!
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grandísima antigüedad” que rodean o espazo no que apareceron, onde chega a insinuar, poderían vivir os construtores destes monumentos (García: 1923). López Cuevillas vai tratar estas pezas en diferentes momentos da súa obra; en 1926 non engade nada novo ao dito; de feito, cita textualmente a Villamil y Castro, ata o punto de recoller oito doas en vez das nove existentes nese momento, e só desconfía do paralelo establecido co mundo
galorromano
“fundados
n-esta
semellanza
incluimos
na
ourivesaría castreja taes doas de colar anque pol-o seu atipismo nonos pareza a sua atribución inteiramente segura” (López Cuevillas: 1926). Teremos que esperar ata 1951 para que no seu estudo de conxunto das xoias castrexas se decida a describilas dun xeito máis “científico” falando de “nueve cuentas bitroncocónicas de distintos tamaños de oro de 22 quilates, con un peso de 135g” e, sen dubidalo, adscríbeas ao mundo castrexo baseándose no suposto parecido co colar articulado de Estela, Póvoa de Varzim (López Cuevillas: 1951). Neste intre, parece como se todas as pezas de ouro galegas coñecidas puideran vincularse, dun ou doutro xeito, co mundo castrexo, ben como precursoras, ben como típicas dese período. Desde este momento en ningún dos traballos sobre o ouro prerromano galego parece coñecerse a existencia destas contas. Tan só no catálogo de ourivería do Museo Provincial de Lugo, centro no que ingresan como parte da colección Gil Varela (froito da disgregación da de Blanco Cicerón), son estudadas por Peinado quen, pese ao seu coñecemento da obra de Cuevillas, chega a diferentes conclusións. Quizais este autor tivera acceso a algún tipo de documentación pertencente a Blanco Cicerón que aportaba novos datos sobre a aparición do “colar”, e que segundo dá a entender foi atopado canda outros obxectos de bronce, de aí que para el non resulte acertada a cronoloxía de Cuevillas, e o relacione co período Neolítico ou coa Idade do Bronce (Peinado: 1975). Chegados a este punto consideramos que era o momento de volver empezar: de iniciar dende cero o estudo das doas, como se as acabásemos de atopar e, para non xogar con vantaxe, empregar tan só a análise comparativa como os autores anteriores, e guiándonos por esta, tentar encadralas nun nicho cronolóxico máis axeitado. '+!
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O “colar” está composto por 9 contas de ouro engastalladas nun arame do mesmo material que foi atopado en maio de 1893 na parroquia de Cures, Boiro, Barbanza, na grande explanada repleta de mámoas, coñecida como Chaos da Barbanza. A observación directa da peza leva a pensar que arame e contas non son un mesmo obxecto, senón que foron unidos con posterioridade ao seu achado.
O arame,
que ten unha sección circular de 2 mm e 470 mm de
longo, parece sospeitosamente dobrado e ondulado, como se fose unha espiral de, cando menos, dúas voltas, que foi estirada. Na actualidade, conforma un aro aberto de 110 mm de diámetro mínimo e 150 de máximo, de estremos rematados en gancho lembrando o aro central da cadea de espirais de Antas do Ulla (García Alén: 1974); un destes aparece esmagado, corroído e co remate bruscamente quebrado; o outro gancho, o máis longo, acaba tamén toscamente pero, neste caso, consérvase a sección do resto do fío. As nosas sospeitas para unha orixe diferente de cada parte do “colar” parecen confirmarse polas noticias recollidas no lugar dos achados por Monteagudo2 nas que se fala só do arame, que ó parecer foi usado por un paisano para atar o seu paraugas3.
As contas son todas macizas, bitroncocónicas e cunha fonda carena. A apertura central é irregular, e o buraco, de uns 2 ou 3 mm de diámetro, está realizado no vértice plano do tronco de cono, deixando entre 0,5 e 2 mm de parede sen perforar. A carena parece como limada e pode apreciarse nese punto un ton mate diferente do brillo que ten o resto da peza. Todas as contas son brillantes e aparentemente recibiron un acabado a base de puído. Semellan estar realizadas por simple batido sobre un núcleo de ouro, conseguido tras dunha primeira fusión das pebidas para eliminar as impurezas (Perea:1991), para ser logo moldeadas por batido ou martilleado. O buraco central pode conseguirse así mesmo pola acción !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 2
Queremos agradecer a D. Luis Monteagudo a súa amabilidade por facilitarnos esta información. Segundo as informacións recollidas na zona por D. Luis Monteagudo, cando llo tentaron mercar, o paisano, bastante molesto, respostou: “Como lle vou dar o arame, que quedo sen paraugas”. 3
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dun instrumento de extremo punzante; a técnica sería a mesma que a usada para conseguir os buraquiños que adoitan aparecer nos remates das “diademas calcolíticas”, aínda que neste caso o proceso sería máis traballoso e levaría un maior tempo a súa factura, xa que non se trata dunha sinxela incisión senón dun torneado por frotamento, do mesmo tipo que presentan doas doutros materiais como as do colar de Chousa Nova 1 (Domínguez e Bóveda 2011). Está claro que o debate central sobre as contas é sen dúbida a súa cronoloxía. Os diferentes autores titubearon sobre esta, ata que Cuevillas ditou a sentenza final condenándoas a ser castrexas. Se atendemos á súa forma, as evidentes connotacións orientalizantes e o parecido, aínda que descoñecido para Cuevillas, coas contas de Elviña fan pensar nesa cronoloxía, pero se queremos basearnos só no aspecto pero sen deixarnos cegar polo brillo do ouro, é xusto que reparemos en que este resulta frecuente en pedra desde o neolítico. Consideremos como bicónicas aquelas contas que presentan nos lados unha marcada inflexión (Fábregas: 1992), e teñen o eixo central subliñado por unha marcada carena. A aparición deste tipo de pezas é frecuente tanto na península como na no resto da “área atlántica” en contextos neolíticos, calcolíticos e do bronce inicial. Algunhas están realizadas en materiais
como o
acibeche, a varisicita ou o ámbar que pola súa rareza ou “exotismo” non desmerece para nada co ouro. Se pese a todo preferimos comparalas con pezas áureas, non faltan tampouco exemplos nunha época temperá como ocorre nas tumbas nº 4 e 43 da necrópole de Varna (Norman 2003) nos primeiros momentos da metalurxia, e, moito máis cerca de nós, no Abrigo de Buraco da Pala, Mirandela, Bragança, onde aparecen nun nivel datado a finais do III milenio A.C. (Sanches et al: 1993) A análise formal tamén permite levalas aos primeiros momentos da metalurxia, aínda que tamén existen contas bicónicas castrexas. Pero neste caso son doas macizas, similares tipoloxicamente ás feitas en pedra, mentres que as de épocas posteriores son ocas. A dificultade técnica da súa factura é a mesma que pode presentar calquera outro elemento feito por martelado do ouro. Aínda que a súa adscrición cronolóxica non presenta demasiada dúbida unha vez revisadas dun xeito aséptico, non sucede o mesmo á hora de '"!
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outorgarlles un posible contexto. Xa García Romero en 1923 as asociaba a un posible hábitat megalítico, emprazado na zona dos Chaos, rodeado da espectacular necrópole da Barbanza. Esta hipótese enlaza con consideracións máis actuais sobre o emprazamento de hábitats megalíticos en relación con túmulos (Criado e Vaquero 1993). Pese á tentación que supón a posibilidade de atribuírlles un contexto doméstico, o tipo de material, o número das pezas e a súa proximidade aos túmulos fan practicamente imposible afastar a mirada do ámbito funerario. A aparición do colar de Chousa Nova I, localizado in situ no interior dunha cámara megalítica intacta, permite facernos unha idea do que podería ser un enterramento calcolítico. E as 9 doas e a espiral que configuran o colar da Barbanza permiten xogar na nosa imaxinación con achados como os de Varna repousando no interior dos desvencellados túmulos que seguen poboando a explanada dos Chaos da Barbanza.
BIBLIOGRAFIA CRIADO, F. VAQUERO, J. (1993) “Monumentos nudos en el pañuelo. Megalitos nudos en el espacio: análisis del emplazamiento de los monumentos tumulares gallegos” Espacio, tiempo y forma 6, paxs. 205-248. DOMÍNGUEZ BELLA, S.; BÓVEDA FERNÁNDEZ, M.J. (2011) “Variscita y ámbar en el Neolítico gallego. Análisis arqueométrico del collar del túmulo 1 de Chousa Nova, Silleda (Pontevedra, España)” TRABAJOS DE PREHISTORIA, 68, N.º 2, paxs. 369-380 FÁBREGAS VALCARCE, R. (1992) Megalitismo del Noroeste de la Península Ibérica. Tipología y secuencia de los materiales líticos. U.N.E.D., Madrid. GARCÍA ALÉN, A. (1972) “Nuevas adquisiciones del Museo de Pontevedra”. El Museo de Pontevedra XXVI. GARCÍA ROMERO, C. (1923) "Un templo primitivo en el coto de Amoreira" B.R.A.G., Tomo XIII. LÓPEZ CUEVILLAS, F. (1926) “A idade do ferro”. NOS vol. I e II (1925-26).
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! LÓPEZ CUEVILLAS, F. (1951) Las joyas Castreñas. Instituto de Arqueología y Prehistoria Rodrígo Caro, Madrid LÓPEZ FERREIRO, A (1893) Historia de la iglesia de Santiago Tomo I pax. 268 (nota 8) e 272. NORMAN A. (2003). “The Oldest Gold in the World in a Varna Cemetery”. ANISTORITON: ArtHistory, Volume 7, September 2003: PEINADO, N. (1975) Torques Celtas do Museo Provincial de Lugo, Diputación de Lugo, Lugo. SÁNCHES, Mª , J.; SOARES, A. E ALONSO, F. (1993) "Buraco da Pala: datas de C14 calibrado e seu poder de resolução". Trabalhos de Antropologia e Etnologia. Actas do primeiro Congresso Peninsular de Arqueologia. VILLAMIL Y CASTRO, J (1906) "Productos de la metarurgia de tiempos remotos" B.C.M.de Orense, Tomo 3, nº53.
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El escritorio monetario español del Siglo de Oro Antonio Roma Valdés
Esta es la crónica de un opositor a judicaturas que un extraño día de principios de los noventa rompió su rutina. Aficionado a leer cuanto escrito había de numismática, acudí a la cena anual de la Sociedad Iberoamericana de Estudios Numismáticos en Madrid, donde residía, a la que asistieron numerosos estudiosos cuyas obras casi podía recitar mejor que algunos de mis temas. Me senté junto a una simpática profesora gallega que acababa de dar una conferencia sobre glíptica en el Museo Arqueológico Nacional, que por cierto estuvo muy bien. En aquella conversación agradable me dijo que cuando visitara Santiago, pasara a saludarla y le tome la palabra. Un par de años más tarde, superada la oposición llegué destinado a Santiago por razones que no sé y donde sigo destinado transitoriamente hasta que me jubile, supongo. Y ofrecida la mano, me tomé el brazo y pasé por su despacho, un recuncho que seguro que es más amplio de lo que parece, con una gran ventana y que está lleno de libros, papeles, tesinas y separatas aparentemente desordenadas, un mundo en sí mismo como en los que me gusta trabajar. Y allí me presentó a Fernando Acuña, Caamaño, Pepa Rey, cuyos despachos parecían haber sido decorados por la misma firma y a otros más. Varias visitas más tarde, de esas que se hacen con una periodicidad irregular, le propuse que me dirigieran una tesis doctoral inusual, de moneda castellana de la Edad Media, una de mis grandes ilusiones y… voilá. Nunca estaré lo suficientemente agradecido a mis preparadores. Pues eso, hablemos de numismática.
Introducción La
existencia
de
gabinetes
de
curiosidades
y
de
colecciones
numismáticas es una actividad documentada desde el Renacimiento. Numerosos eruditos y otros curiosos han formado colecciones respecto
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de los que nuestro interés se ha centrado tradicionalmente en determinar su contenido, nunca los escritorios monetarios que sirven de continente, frecuentemente realizados para incrementar la belleza e interés de los objetos que están llamados a contener. Algunos casos son emblemáticos, como las colecciones reales o los casos de Antonio Agustín (1515-1596), quien se hizo en Tarragona un hortus junto al palacio episcopal en el que poseía esculturas e inscripciones y una biblioteca, y el de Vincencio Juan de Lastanosa (1607-1681). Desde que el rey aragonés Alfonso V (1416-1458) emplease una arquita de marfil para portar sus medallas, disponemos de descripciones escritas de escritorios españoles, de algunos preciosos muebles foráneos y de escasos gabinetes españoles, realizados de acuerdo con gustos importados. Saber cómo guardaban, mostraban y estudiaban estas primeras colecciones de medallas en España es el objeto de este artículo.
Una referencia previa: el escritorio español Un aspecto característico de las colecciones de este período es que las monedas que las componen se adquieren en general en áreas geográficas próximas y lo mismo cabe suponer del mueble que ha de contenerlas, el escritorio de Salamanca o contador con origen en la España del s. XVI, realizado además en otras ciudades castellanas y aun en Italia, denominado desde 1872 hasta la actualidad como bargueño. Aunque ha evolucionado en tamaño y apariencia, su característica
fundamental
es
la
presencia
de
muchos
cajones
pequeños realizados con roble o pino, ubicados en hileras, algunos de ellos de acceso secreto, aptos para la conservación de papeles y objetos de pequeño tamaño de manera que cada propietario puede dedicarlo a voluntad. En su aspecto exterior, se trata de una caja prismática confeccionada en nogal o castaño con tapa y puerta, que puede cerrarse y según las épocas dispone de asas para facilitar su transporte, siendo frecuentes los apliques en hierro dorado sobre terciopelo. Con el tiempo, se fabricaron arquimesas para colocarlos. Desde que se conocen, en particular su rica decoración interior toma elementos arquitectónicos, recoge elementos clásicos o se adapta al
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gusto de sus propietarios, muchas veces con adornos confeccionados con maderas finas, marfil, pan de oro y policromía4. Vista su configuración, el escritorio conservación de monedas.
es
un
mueble
adecuado
para
la
Con la excepción que se dirá, no conocemos escritorios monetarios españoles y sí por el contrario extranjeros, con estilos diferentes y ajenos al del escritorio de Salamanca, dentro del amplio renacimiento, realizados en distintos materiales y con un aspecto en común, a saber, la presencia de bandejas especiales, de pequeño grosor y con huecos para las monedas, como las que se aprecian en La vista de Peter Brueghel el Joven (1617) del Museo del Prado de Madrid5.
Las descripciones documentales de los escritorios españoles El museo de Lastanosa formaba parte de los más importantes del período en Europa, a la altura de los de Kircher en Italia, Ashmole y Camdem en Inglaterra o Filhol en Francia. Las descripciones del oscense nos dan cuenta un colmillo africano, objetos americanos, catanas tártaras, esculturas romanas, incluida un Neptuno y una réplica de una estatua ecuestre de Marco Aurelio, un telescopio, semillas de tulipanes, fósiles, lienzos de Tiziano, Rafael, Rubens, Durero, Reni, Caravaggio, Ribera o Tintoretto, camafeos o piedras preciosas. Dentro de la biblioteca, ubicado en tres escritorios con bandejas que dejaban huecos, se encontraba su gabinete de monedas, en el que había más de 8.000 monedas y medallas de emperadores griegos y romanos, la más amplia de las formadas hasta entonces fuera de Italia, además de 1.100 de monedas aragonesas desde la Edad Media hasta
su
tiempo.
Además
de
compras
e
intercambios,
recibió
donaciones de asiduos a su museo como Baltasar Gracián (1601-1658) o Bernardino Fernández de Velasco (1610-1652). El poeta e historiador
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Juan Francisco Andrés de Uztárroz (1606-1653) describía de esta manera la estancia hacia 1650 6: En otro escritorio, que se divide en ciento y noventa y tres lóbulos, hay retratos de Pontífices, Emperadores modernos, Electores y de otros Príncipes, en plata, en bronce dorado, en bronce y en plomo, y algunos medallones. En otro escritorio […], de noventa gavetas, que todas se abren con su llave, distribuidas en lóculos hay medallas romanas, griegas, púnicas, hebreas y españolas. La primera división es de emperadores romanos, y en esta hay medallas con virtudes, triunfos, consulados, provincias, ciudades, puertos, ríos, edificios y dioses. La segunda división es de emperatrices. La tercera de españolas antiguas. La cuarta de colonias y municipios. La quinta de griegas, y en esta división a lo precioso del metal y primoroso de la escultura se añade lo más venerable de la antigüedad, pues en estas medallas se conservan los retratos de aquellos famosos héroes, y testimonios de la grandeza de su ánimo. Dentro ya del s. XVIII, las del duque de Medinaceli y Antonio Tomás de Herrera respondían sucesivamente a las siguientes descripciones7: “Dos escriptoritos de madera de naranjo con sus llaves, el uno de media vara de largo y más de tercia de alto con doce gavetas chicas y una más grande y el otro de dos tercias de largo y cerca de media vara de alto con diez y seis gavetas que parece servían de estudio de medallas (…) 293 cerquillos de todos tamaños de Bufano que parece serían para poner en ellos las expresadas monedas o medallas”. “24 gavetas llenas de mortejuelas en que se encajan las tablillas cuadradas de que va incluso el diseño, en cada tablilla va otra concavidad o mortejuela circular o la medida de la medalla que en ella se ha de poner”. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! &
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Escritorio es la palabra usada para describir el mobiliario, a la universidad salmantina se vinculan algunos de los primeros grandes coleccionistas españoles, algunos de los cuales viajaron a Italia, Agustín incluido, y en italiano se llama a este mueble monetiere. Por lo tanto, los monetarios españoles debían ser adaptaciones del escritorio salmantino. Aunque muy posterior en el tiempo, el escritorio perteneciente al Museo del Prado de finales del s. XIX, procedente del legado de Pablo Bosch y Barrau con ingreso el 4 de marzo de 1916 se definió como “bargueñito monetario” en la carta de legado. Sus medidas son 128x78x35 cm, cuenta con soporte, es de finales del s. XIX, dispone de cuatro cajones estrechos a cada lado y 23 bandejas monetarias, respondiendo a la tradición de este mueble español8. Por lo tanto, puede suponerse una relativa tradición de los coleccionistas de adaptar o fabricarse escritorios salmantinos para conservar sus colecciones.
El monetario del monasterio de San Lorenzo del Escorial La Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo del Escorial cuenta con un monetario que responde a los parámetros indicados del escritorio español, con la especialidad de contar con bandejas monetarias en lugar de cajones9. El encargo de su fabricación se produce tras el nombramiento de Antonio de San José como bibliotecario en 1724 y con anterioridad a la llegada a España de Alexandre Panel en 1743. El monetario tuvo su momento más importante con Felipe II, que desarrolló la colección de Alfonso V de Aragón y extendida por Carlos V y María de Hungría. Al parecer, las monedas se guardaban organizadas !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! (
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en los cajones, sin que haya llegado la relación de las que la formaban, acaso por su destrucción tras el incendio de 1671.
© Patrimonio Nacional
El cambio de gusto La llegada de la dinastía Borbón trajo consigo la importación de un nuevo estilo en la confección de monetarios. Los monetarios del Infante don Gabriel de Borbón, que integraron la el Museo de Medallas de la Real Biblioteca creada desde 1793 y en la actualidad el Museo Arqueológico Nacional corresponden a este nuevo gusto. Algunas de las bandejas se adornaban con dibujos dorados o bien se adaptaban los huecos a las medallas que habrían de contener10. Alexandre Panel !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! *+
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realizó indicaciones en 1763 para el conjunto de seis armarios para ubicar el monetario de la Real Academia de la Historia, con “64 gabetas o cajones que contenían, a su vez, bandejas con 40 piezas cada una”, realizado finalmente con estilo Carlos III. Con todo y con ello, es probable que muchos escritorios monetarios de los coleccionistas de los ss. XVIII y XIX siguieran con el formato del mueble español.
Los primeros, Museo Arqueológico Nacional. 1984/130/54 y 1984/130/35. El inferior, de la Real Academia de la Historia, Almagro, 2007, p. 14
(*!
! BIBLIOGRAFÍA M. ALMAGRO-GORBEA (ED), Monedas y Medallas Españolas de la Real Academia de la Historia, Madrid, 2007 A. DOMÍNGUEZ ARRANZ, “Nada es más hermoso que conocer: Lastanosa, entre el anticuarismo y la erudición”, Sagvntvm 40, 2008 M. D. ENRÍQUEZ ARRANZ, El mueble español en los siglos XV, XVI y XVII, 1951 A. GARCÍA DE LA FUENTE, Catálogo de las monedas y medallas de la Biblioteca de San Lorenzo de El Escorial, Madrid, 1935 G.
MORA RODRÍGUEZ, “Vincencio Juan de Lastanosa”, Zona arqueológica 3,
Pioneros de la arqueología en España (del siglo XVI a 1912) 3, 2004 J. SALAS ÁLVAREZ, “El coleccionismo numismático en Andalucía durante la Ilustración”, Numisma 252, 2008, 149-176
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“Galiza” no Livro das fortalezas de Duarte de Armas Xosé Ignacio Vilaseco Vázquez
Cando Raquel Casal, a comezos do proxecto arqueolóxico que dirixiu xunto con Fernando Acuña Castroviejo no Castelo da Rocha Forte de Santiago de Compostela, me pediu que colaborase con eles como asesor técnico das intervencións, non sei se era moi consciente de que co seu ofrecemento estaba a me posibilitar xuntar dúas das paixóns da miña vida: a arqueoloxía de campo e a arquitectura defensiva medieval (e moderna). Por diversas razóns profesionais tivera eu relación con varios pequenos proxectos nalgúns castelos e fortalezas de Galicia que fixeran desenvolver en min unha afección por este tipo de monumentos xa cultivada desde a infancia. E colaborar dous anos nese proxecto non fixo máis que consolidala aínda máis. Nese tempo de traballos entre murallas cheguei a coñecer a existencia do Livro das fortalezas de Duarte de Armas, un catálogo de plantas e alzados dos castelos portugueses que existían na fronteira co reino de Castela a comezos do século XVI, documento único para coñecermos a arquitectura militar dos finais da Idade Media peninsular. Daquela estaba esgotada a magnífica edición facsímile de Edições Inapa, que se converteu case nunha obsesión para min ata que finalmente foi reeditada en 2006 e conseguín facerme cun exemplar. Estou seguro que a Raquel tamén lle gustou ter outro, e como supoño que lembra o significado que este libro ten para nós os dous, converto esta obra ao mesmo tempo en anécdota e obxecto deste meu artigo de homenaxe A viaxe para recoller os datos de campo para o Livro das Fortalezas fíxoa Duarte de Armas, de sur a norte, case que con seguridade ao longo do ano 1509 (Castelo Branco 2006). Nela foi rexistrando a planta e dous alzados desde diversas perspectivas dos castelos da raia fronteiriza. Dos deseños que realizou con posterioridade á viaxe conservamos dúas copias, o denominado códice A, custodiado no
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Arquivo Nacional da Torre do Tombo de Lisboa, e o códice B, que está na Biblioteca Nacional de España. O primeiro é o máis completo, non só en conservación (o códice B só contén 72 folios, fronte aos 136 do A) senón tamén nos detalles e acabados que presentan as imaxes, ata o punto de que algún autor chegou a defender que o códice B serían os deseños preliminares, executados directamente do orixinal, algo que entra en contradición coas pequenas diferenzas que se aprecian nalgunhas perspectivas dos castelos (Castelo Branco 2006). Os alzados presentan unha riqueza iconográfica importante que transcende da simple representación da arquitectura militar que pretendía documentar (Cruxen 2012). Neles podemos ver perspectivas das cidades nas que se insiren os castelos, outras construcións próximas, xa sexan pequenas, como fontes, pontes ou muíños, ou grandes, como outros castelos próximos, a paisaxe circundante, escenas da vida cotiá e mesmo a fronteira, de aí que en ocasións chegue a recoller castelos ou vilas do reino veciño e, xa que logo, do territorio galego. E a pesar de que temos que aceptar que o que se recolle arredor dos castelos son representacións sintéticas da paisaxe, nelas podemos ter unha aproximación a vilas e lugares da nosa terra a comezos do XVI. En diferentes imaxes, desde Monforte de Rio Livre, no actual concello de Chaves, ata Caminha, na foz do río Miño, aparecen representados fragmentos da Galicia quiñentista. O primeiro que chama a atención é que, unha vez que chegamos á fronteira galega, o territorio do reino veciño que aparece nas imaxes pasa a identificarse como “Galiza”, e non “Castela” como sucede ata entón. Sen lugar a dúbidas, na mentalidade de comezos do XVI seguía moi viva, mesmo para un portugués, a especificidade do noso país como entidade diferenciada dentro do reino castelán. Isto mesmo non sucede con Estremadura, por exemplo, cuxo territorio, cando se menciona, é denominado “Castela”.
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Seguindo a propia orde que garda o códice A, a primeira representación que temos de Galicia aparece na vista de Monforte de Rio Livre da banda do nordeste (f. 94), na que aparece unha imaxe do castelo de Monterrei. Convén sinalar que contra o que escribe o autor na descrición, a figura ten que estar tomada necesariamente desde o SE, ou, como moito, do leste, tanto pola posición do propio Monterrei, á dereita da vila de Monforte, como polo emprazamento do castelo desta última no extremo esquerdo da imaxe. Erros similares xa se teñen sinalado para as vistas doutros castelos (Castelo Branco 2006: 21), e tamén semella existir na outra vista deste castelo, que máis que do suroeste semella tirada do sur. Monterrei aparece nun segundo plano, representado de forma moi esquemática como un amplo recinto amurallado con cubos rectangulares no que destaca, sobranceira, homenaxe.
a
torre
Resulta
da difícil
pensar que poida ser unha imaxe realista e non un simple esbozo para indicar a relación Monterrei (enriba) e aldea ao nordeste do castelo de Portelo (embaixo), no códice A do Livro das fortalezas
relativa entre os dous castelos, máis aínda se temos en conta a grande distancia que media entre eles, uns 20 km en liña
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recta (razón pola cal, seguramente, o galego non aparece na imaxe equivalente do códice B). Distorsións deste tipo son frecuentes na obra de Duarte de Armas, especialmente na zona do Alentejo, onde adoitan representarse prazas fortes castelás situadas a grande distancia, como no caso de Ouguela, na que figura con moito detalle Alburquerque, aínda que as separan case 15 km. A seguinte presenza de Galicia está na vista de Portelo desde o norte (f. 100). Este estaba situado xusto na raia, de modo que aos seus pés nesta imaxe todo o terreo que se aprecia é galego, como ben sinala o autor. Á dereita aparece unha pequena aldea con nove casas algo dispersas cubertas con colmo, catro delas asociadas a un recinto murado con entrada a través dun valo de madeira. Un recinto similar, coa casa xa sen cuberta, aparece á esquerda da imaxe. Non se nos proporciona
información
sobre
o
nome
do
lugar,
aínda
que,
probablemente, de non ser algún hoxe desaparecido, debe tratase de San Martiño dos Peros ou algún outro dos que pertencen á parroquia de Abades (San Paio), no actual concello de Baltar. A posición relativa da aldea con respecto ao castelo sería a correcta, pero de novo resulta difícil saber se estamos ante unha imaxe recreada ou real xa que na figura equivalente do códice B a aldea se substitúe por unha paisaxe montañosa. O castelo de Piconha estaba tamén na raia, tanto que, logo do acordo de límites fronteirizos entre Portugal e España a finais do século XIX, ficou dentro do territorio galego. Daquela, temos grazas ao libro unha importante
documentación
sobre
o
feitío
desta
fortaleza
hoxe
desaparecida, xa que del apenas quedan máis que entalles na rocha no lugar onde un día estivo (López 1999). Tamén nos permite ver que as representacións non son fiables nos detalles: na planta do castelo (f. 132) o alxibe é rectangular cando o que conservamos é ao parecer ovalado. En ambas as vistas de Piconha (f. 101-102) aparece, ademais, o lugar de Randín, no actual concello de Calvos de Randín, que dista 1,5 km do castelo. Lugar que é posible que chegase a visitar Duarte de Armas xa que algún autor defende que para ir desde Piconha ata Castro Leboreiro atravesou territorio galego, de aí que non recolla o castelo (&!
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de Lindoso (citado en Cruxen 2012). Randín amósase como un conxunto agrupado de casas cubertas con colmo en cuxo centro se levanta unha torre rectangular ameada. Non existen datos sobre a existencia desta torre medieval, pero dado que figura en ambos os códices, cunha representación moi similar, podemos supoñerlle unha certa verosimilitude. A modo de hipótese, podemos pensar que o pazo que existe no lugar teña a súa orixe nunha casa forte señorial, torre illada símbolo do dominio feudal sobre o territorio, tal e como sucedeu noutros casos estudados como Mariñán ou Torres do Allo (Sánchez 2001). Pero novamente, cando descendemos aos detalles, vemos que resulta difícil aceptalos como verídicos: no códice A todas as casas do lugar, menos unha, presentan tellado a dúas augas e a torre preséntase arruinada na vista desde o sur; no B, porén, é desde o N onde esta última presenta a fenda e moitas das casas desde esta perspectiva presentan unha cuberta a unha soa auga.
Randín visto desde o norte segundo o Livro das fortalezas, enriba no códice A e embaixo no códice B
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Pero sen lugar a dúbidas, a imaxe máis coñecida de todas é a da cidade de Tui que recolle a vista de Valença do Minho desde o sur (f. 112). Nela podemos ver a catedral-fortaleza a dominar o casarío, coa torre de Soutomaior e a muralla ameada que bordean o claustro. Entre as casas, cubertas de tella, distínguese outra pequena igrexa. A muralla rodea a vila, con cubos no lado dereito e libre deles o esquerdo, no que destaca unha prolongación cara ao río, probablemente unha coracha para acceder á auga en caso de asedio, a partir da cal se dispón unha falsabraga máis baixa en dirección sur. Fóra dela, dispóñense algunhas casas e mais a igrexa do convento de San Domingos. Diante, no río, tres barcos ancorados, dúas naos e mais unha carabela, permiten supoñer que río seguía a ser navegable ata este punto. Aínda que algúns detalles semellan moi fiables (o deseño da catedral) outros deben ser tomados como orientativos. Así o parece indicar a análise do casarío que enche a muralla, con importantes diferenzas entre o códice A e mais o B, ou a forma da igrexa de San Domingos, que carece de cruceiro pero incorpora unha torre na parte media da nave da que non existe evidencia ningunha. En resume, son poucos os enclaves galegos que se chegan a apreciar no Livro das fortalezas. A fronteira entre Galicia e Portugal foi fluída e permeable durante toda a Idade Media, un límite feudal entre señoríos pero non metal nin comercial (Barros 1994), razón pola cal no lado de aquí non se desenvolveran baluartes fronteirizos, e os únicos castelos que existían eran en realidade símbolos de señoríos (Romero 1998). En realidade si existen outras imaxes de territorio galego, aquelas das fortalezas ribeirás co río Miño, pero nelas unicamente podemos apreciar a paisaxe. En Melgaço podemos ver as montañas que a rodean, entre as que se aprecia unha construción (igrexa?) e uns cultivos situados ao norte, cercados por peches, de varas?, e con algunha árbore no seu interior. Infelizmente, as vistas de Monção están tomadas desde leste e oeste e non recollen o castelo de Salvaterra de Miño, que se sitúa a unha distancia similar á de Tui de Valença. Aquí e en Lapela unicamente figuran liñas insinuando as montañas, igual que en Vila Nova de Cerveira e Caminha, pero nestas
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últimas, como curiosidade, podemos apreciar as representacións máis antigas que coñecemos do Monte Santa Tegra.
Códices do Livro das fortalezas Códice A: Duarte de Armas (s/d) Livro das
fortalezas situadas no
extremo de Portugal e Castela por Duarte de Armas, escudeiro da Casa do rei D. Manuel I. Arquivo Nacional da Torre do Tombo. Dispoñible en liña: http://digitarq.dgarq.gov.pt/details?id=3909707 (consulta feita o 08.09.2015)
Códice B: Nacional
Duarte de Armas (s/d) Livro das fortalezas. Biblioteca de España. Dispoñible en liña:
http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000096106 (consulta feita o 08.09.2015)
BIBLIOGRAFÍA BARROS, C. (1994). “La frontera medieval entre Galicia y Portugal”. Medievalismo, 4, p. 27-39. CASTELO BRANCO, M. DA SILVA. (2006). “Introdução”. En DE ARMAS, D. Livro das fortalezas. Lisboa: Arquivo Nacional da Torre do Tombo e Edições Inapa. [3ª edición facsímile], p. 1-22. CRUXEN, E. BISSO (2012) “O viajante Duarte de Armas e sua obra imagética sobre a fronteira luso-castelhana (1509)”. Oficina do Historiador, 5(1), p. 82100. LÓPEZ MARTÍN, C. (1999). Proyecto de ordenación del medio rural de Calvos de
Randín.
Catálogo
de
elementos
a
protexer.
Dispoñible
en
liña:
http://www.planeamentourbanistico.xunta.es/siotuga/iotpu.php?iddoc=2258 5 (consulta feita o 08.09.2015) ROMERO PORTILLA, P. (1998) “Ausencia de fortalezas de frontera en Galicia (ss. XIII-XIV)”. En J. A. BARRIO BARRIO; J. V. CABEZUELO PLIEGO (eds.). La fortaleza medieval: realidad y símbolo. Actas de la XV Asamblea General de la Sociedad Española de Estudios Medievales. [Imp. Murcia]: Sociedad Española de Estudios Medievales, p. 333-338.
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! SÁNCHEZ GARCÍA, J. A. (2001). Torres do Allo. Arquitectura e historia del primer pazo gallego. A Coruña: Deputación Provincial.
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Matres, mouras e soberanas André Pena
Desisivas em minha educação, re-encaminhando-me pela senda da Arqueologia, possivilitando o caminho de minha formação, e bem mais em meu trabalho das Instituições Celtoatlánticas na História de Narón, diretores de minha tese doctoral, fundamentais em minha vida privada, afectiva e profissional, Raquel Casal e José Maria Luzón Nogué são pessoas que quero e de quem sento-me orgulhoso. Os amigos de Raquel sabemos da generosa ajuda. Pois xa que ou sabes, voucho dicir: ainda que quisesse, por muito que o deseje, eu não poder-to-ia pagar neste mundo todo o bem e ajuda que nos brindaste, minha muito querida Galaica Alma Mater sempre aí, tendendo a mão, prevenindo de não poucos riscos, brindando consilium, recebendo cos brazos abertos e o sorriso de boas-vindas. Enquanto viva conta com meu incondicional afeto e lealdade. Graças a ti, e a teus amigos, contra vento e maré, a USC me será sempre particularmente grata. Que a vida que tens por diante seja bela, muito bela. Desejo te devolva, querida e preciosa Raquel, duplatum aut triplatum, ou muito que nos deste.
Matres, mouras e soberanas Esto parece una ginecocracia. Esto es poco civilizado (Estrabón). Pars pro toto o inventario post mortem dos objetos depositados no túmulo do caballero, se representa nas estelas funerárias Atlánticas desde a Idade do Bronze, ca S. XIV a.C. até o período Tardo Antigo, século VII d. C., como sucede com o espelho e o peite para a Moura (Pena Graña), que num dia, o
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escolheu na Trebopala para reinar; e, aguarda-o a sua morte no seu reino do Mar Moiral, ou Alén para compartilhar com ela seu reino e seus tesouros. Mas esta tradição do peine e o espelho da Moura ou da Muller Mariña (de *OMorica, o Alén baixo o Mar) mantida nas heráldicas até hoje Quando nasceu? O áureo peine calcolítico de Caldas, permite ver sendo conservadores em clave de continuidade uma origem Neolítica.
Crenças que fizeram que a gente poderossa levasse consigo, o melhor que tinha, o ouro, para o desfrutar no Além ou no interior da câmara, alimentam o interesse pelas mámoas dos que não têm médios para subsistir. Começando a violação ao dia seguinte do enterro (Pena 1991) e repetíndose ao longo de milénios, completaram o trabalho os construtores de lareiras para as casas dos camponeses granjeros, levando-se as pedras ou chantas da câmera, -da canteira-, dizian. O tesouro escondido de Caldas ilustra este costume documentado quando assinalando que a Terra dos Galegos é rica em ouro, prata, peles de animais selvagens e outras riquezas, dí (capítulo VII) o Códice
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Calixtino no s.XII, que sobretudo é muito rica em Tesouros dos Mouros, gacis sarracenicis [sarracenos e etimoloxía popular dos mouros considerando mineria o ‘furar nas mámoas’, o abrir galerías no Além em termos de Geografia Mítica Celto-atlântica para apanhar os tesouros das raças da Mourindade. Assim
as
achamos
todas
violadas
hoje.
Outras
causas, actividades roturadoras e ‘mineiras’ da Idade Meia, o saque sistemático da Idade Moderna, a concentração parcelaria e os incontrolados desmontes do
presente
século
ajudaram
tambén
o
desaparecimento de muitas -dos períodos Megalítico, Calcolítico, Idade do Bronze e do Ferro- ficando a lembrança
-
como
sorriso
de
Chesire
cat-
na
toponímia de montes, vales e lugares. Por último chega a paleta d@ arqueólog@ ao túmulo excavado milleiros de veces. Se sabe o conto? Bom. Não se sabe? Bom, tambén, as ortopédicas chantas sostidas no aire converten nun unicum mundial o dolmen de Dombate – o New Grange Galaico-. Estas actividades deixan deixam nos lacos anticos et mamolas “mámoas”, dos diplomas seu cartão de apresentação o visible buraco de violación. Em 1997 o indoeuropeista galego da Sorbona Eulogio Losada Badía, creador do IGEC, apresentou num congresso na Universidade de Bretaña Ocidental, Brest -as atas publicaram-se em formato livro, seus estudos sobre o signario tartésico, concluindo que por suas carácteristicas fónicas se tratava, sem dúvida duma língua Celta. O livro distribuído por Francia, Bretanha, Escocia e Irlanda, acordou o interesse dos lingüístas especializados nos estudos celtas. Assim o Tartésico, Celta Antiguo Común o Q-Celtic.
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Como tinha demonstrado Eulogio Losada Badía-, falado no atlântico europeu, agora decifrado por J. T. Coch, o vocábulo Laco/ Lago, Lagoa, Lago, Lagoela e derivados, assinala que alude a uma mámoa, ou a um túmulo, em celta antigo comúm tartésico: lokoon, significam ‘tumba moimento funerário, como o cisalpino lokan ‘tumba’, podendo provir do *indo-europeu *legh- “jazer”, sendo seu registro mais antigo a inscrição do Tasionos, galaico Nerio com um impressionan te currículum pois não contente com dizer que ele é o primeiro ario documentado dá História (não se assustem, ari significa "nobre" - se os nazistas levantassem a cabeça!-, proclama também ser ele o primeiro herói celta, excingos, de Fisterra da Kaltia ou Galtia, isto é Galiza! O berço dos Celtas da Europa Atlântica. Como curiosidade o latín lacus, tumba, ou foxo com cinzas da incineração, tem também o sentido de buraco chamando-se lacunar o grande oco, a magna lacuna, no meio do teito pelo que caía a chuva no impluvium ou pequena piscina do pátio. Hoje conhecemos a origem dos buratos de violação das mámoas, mas o imaginário dos paises celtas pensava que estes buracos, eram como túneis comunicando nosso mundo dos vivos com o Alén, pelos que saía a A[Moura]a asollar seu ouro para que conservasse o brilho. As miniaturas medievais a representam com o cabelo solto, tocando a viola,sobre á mámoa ou se olhando ao espelho e peitando o dourado cabelo cum peite de ouro.
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[A]Mor[ric]a, AMoura, e OMor[ic]o OMouro -permitide-me assinalar a provável re-galegização ou enxebrismo, por coincidir o vocablo castelhano da coisa muslime-, é voz documentada (Pena) no tartésico. AMoura e OMouro -como monstramos faz anos, trassunto da tripla Mãe (Mater, Matres) seu paredros, Deus trinitario celta habitam Omurika [< *ou(p)omorika], “O mundo baixo o mar”, diferente ao dos humanos: assinalando Koch a voz gala Aremorica a “Terra do Mar”, cf. o ‘mazizo Armoricano de Bretanha’]. Are Mórica, Mar Moiral, Alén, “Mundo baixo o mar ou terra”.
Em clave PCP, Paradigma da Continuidade Paleolítica, desde a Idade do Bronze, a A/Moura do Atlántico Celta -alheia à sangrenta invasão muslime da Península encarna à Soberania, à Deusa Mãe, de quem as linhagens descer
proclamam
a
armarias
mostrando como
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Mulher
Marinha ou como Dama do Lago [caso dos Scott de Escócia, antepassados de Sir Walter Scott, e do primeiro de todos, Juan Mariño, Lago].
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ou
dos
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“O primeiro foi ũu cavaleiro boo que houve nome dom Froiam, e era caçador e monteiro. E andando ũu dia em seu cavalo per riba do mar, a seu monte, achou ũa molher marinha jazer dormindo na ribeira. E iam com ele tres escudeiros seus, e ela, quando os sentio, quisese acolher ao mar, e eles forom tanto empos ela, ataa que a filharom, ante que se acolhesse ao mar. E depois que a filhou aaqueles que a tomarom fe-a poer em ũa besta, e levou-a pera sa casa. E ela era mui fermosa, e el fe-a bautizar, que lhe nom caia tanto nome nem uu como Marinha, porque saira do mar; e assi lhe pôs nome, e chamarom-lhe dona Marinha. E houve dela seus filhos, dos quaes ũu que houve nome Joham Froiaz Marinho. E esta dona Marinha nom falava nemigalha. Dom Froiam amava-a muito e nunca lhe tantas cousas pode fazer que a podesse fazer falar. E ũu dia mandou fazer mui gram fogueira em seu paaço, e ela viinha de fora, e trazia aquele seu filho consigo, que amava tanto como seu coraçom. E dom Froiam foi filhar aquele filho seu e dela, e fez que o queria enviar ao fogo. E ela, com raiva do filho, esforçou de braadar, e com o braado deitou pela boca ũa peça de carne, e dali adiante falou. E dom Froiam recebeoa por molher e casou com ela. [Livro de Linhagens do Conde Dom Pedro, Lisboa] O fato de que no século XII muitas de nossas damas de alcunha se chamassem Marinha, em honra à Mulher Marinha, mãe de Juan Marinho, primeiro representante em Europa do tema mal chamado Melusino, pretendendo evocar a bela história medieval galega da Mulher Mariña –a Moura Soberana- mostra que a legitimação da linhagem, e o conceito de Soberania ‘de direito divino’, era muito )&!
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importante. Se os galegos de Espanha e de Portugal desconhecemos a bela história medieval de Dona Marinha Que importa? A história legitimadora da linhagem galaica, ou celta, triunfou, convertida pelo poeta dinamarquês Hans Christian Andersen no conto da Sereinha. Fazendo o próprio, os franceses converteram em Melusina a Dona Marinha. Por último, fica-me só fazer uma consideração. Os garimpeiros da mourindade não tinham facil obter seu ouro, os tomb raiders galegos corrian muito perigo, temiam, um medo muito grande, à maldição da Moura. Algo [Não sabemos que foi] lhes passou aos saqueadores duma grande necrópolis CALCOLÍTICA (SIC) em Caldas quando pondo a bom arrecado seu botim - calculado em 27 quilos de ouro- não puderam voltar a por ele. Forão executados ao ser surpreendidos mãos na massa em alguma de suas correrias? Perderão a memória? Não sabemos. Ninguém voltou recolher o escondido. Precisamente o pavor infundido aos violadores pela Moura - estavam mais seguros de sua existência que da paternidade dos filhos-, lhes fazia extremar as precauções quando não sucumbir a alucinações coletivas. Viña a significar roubarlle aos mouros, aos ananos e aos xigantes, evocándoos ou conxurándoos previamente lendo e deslendo libros, grimoiros, e máxicas fórmulas, neutralizándoos para evitar que estes se enrabecharan ao ser privados do seu ouro subterráneo. Nos violadores de mámoas galegos a remota ideia do casal com a [A]Moura ainda estava presente, desde a documentação medieval ao século XIX. MARTÍNEZ SALAZAR (1909: 218-9), percebendo o valor etnográfico dos depoimentos dados ante o juiz pelos garimpeiros violadores furtivos de túmulos preocupou-se de os transcrever:
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Hilario Alonso havia achado ali uma mulher descabelada [isto é com o cabelo ao ar, não oculto pelo lenço] e vestida de rraxa parda [raso cor castanho, roupas custosas como convém a uma belíssima [A]Moura], e os cabelos soltos, e isto a bocanoite […], e que trazia na mão uns poucos de cabelos [de ouro], e que lhe dixera [dissesse] que qual lhe parescia [parecia] melhor, aquilo que ela trazia na mão ou ela; e que ele lhe respondesse que ela […]: e então que ela lhe mandasse que fosse cabar [cavar] ao dito Otero [outeiro] da Mámoa de Segade e que acharia um tesouro […]
Pese à esta rara e excepcional fealdade da [A]Moura [por ação da Igreja] –sempre, em todo tempo, se mostra no imaginário popular galego majestosa em seus modais, belíssima, leucoderma, de loiros cabelos, jovem, portando ricas joias e vestidos-, a pontual declaração destes ladrões de túmulos funerários galegos, conserva, inclusive reforçada, a memória do casal entre a Deusa Mãe e o herói morto. Eram ladrões bons. Não como os maus de agora, que te roubam o carro, e te mandam cominatória carta te reclamando a roda de reposto. Anyway, Gallaecia Fulget! Uma enorme aperta. Grazas cara Raquel )(!
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La historia del Santiago medieval en un castillo Álvaro Rodríguez Resino La primera vez que comprobé como un proyecto arqueológico de varios años requiere de mucho tiempo, de esfuerzo, y dedicación, fue en A Rocha Forte. Al lado de Raquel pude participar en las principales campañas arqueológicas del castillo, aquellas que desvelaron la importancia de este yacimiento, y lo pusieron en el mapa como uno de los lugares históricos singulares de Santiago, fuera del casco antiguo. Durante varios años, trabajamos para documentar el castillo lo mejor posible, y es gracias a estos datos que hoy tenemos una comprensión del castillo de A Rocha Forte mucho más profunda, que nos permite incluso afirmar que se trata de un lugar fundamental para entender varios fenómenos históricos en Santiago. A Rocha Forte es fundamental para entender la formación definitiva de la Tierra Medieval de Santiago. No es casualidad que su fundación se deba a Juan Arias, a mediados del siglo XII. Este momento es cuando se configura de manera definitiva el señorío santiagués, hasta su disolución en el siglo XIX, con la abolición de los privilegios feudales. Juan Arias construye el castillo como centro feudal de primer nivel, aspecto que puede apreciarse en varias de sus características. En primer lugar, hoy sabemos que el castillo estaba cerca de Santiago, pero fuera del alfoz de la ciudad. El centro del señorío compostelano, entre el Tambre y el Ulla, y el Iso y el mar (los límites del señorío donado a Gelmírez por la Reina Urraca), estaba formado por dos Giros: el de la ciudad de Santiago, que pasaría a ser su alfoz, y el giro que iba desde el Ulla al Tambre. Ambos tienen una tendencia concéntrica, y mientras que el primero tenía su centro en la ciudad, el segundo lo tenía en A Rocha, hasta el punto de que este pasaría a llamarse Giro da Rocha. En este castillo, como emplazamiento feudal que era, había un almacén, o celeiro, en el cuál se recogían las rentas de numerosos casales del Giro, en un momento en el cuál los arzobispos ya se ))!
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preocupaban de organizar sus señoríos de una manera coherente. La Rocha responde a esa necesidad, y lo hace en el propio meollo del señorío compostelano. Además, estaba en el camino del principal camino a Padrón, el puerto de Santiago por el que entraban mercancías desde fuera. Y teniendo en cuenta que muy cerca hay un puente de origen medieval (por lo menos) es muy posible que en el castillo también se cobrase portazgo. Por eso, no podemos entender A Rocha sin su función como centro feudal, que le daba sentido.
Arqueológicamente aún sabemos muy poco de como se organizaba fisicamente el almacenaje de todas estas rentas. Posiblemente, parte se realizase en los bajos de la torre del homenaje, de la que conocemos su cimentación. Pero es posible que en el espacio externo, que no está excavado pero en el que hay evidencias más que interesantes de la presencia de un yacimiento medieval, existan más espacios relacionados con este centro feudal. No lo sabremos hasta que se excave. Eso sí, la cantidad y calidad del material arqueológico recuperado nos informa de cómo en este lugar se consumía cerámica de lujo, animales, y todo tipo de productos en gran cantidad, lo cuál es coherente con su función como centro señorial. Pero además, este castillo es historia viva de la política medieval del
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señorío compostelano. Por lo menos desde Gelmírez, entre el arzobispo y el concejo compostelano existió una tensión crónica, hasta el punto de que hubo decenas de enfrentamientos armados entre el arzobispo, por un lado, y los burgueses de Santiago puntualmente apoyados por la nobleza, por el otro. En el propio castillo fueron asesinados los miembros del concejo por Berenguel de Ladoria. Fue asediado varias veces, y destruido en el gran evento antiseñorial de la Galicia medieval, la revuelta irmandiña. Y no sólo eso, sino que también sabemos que cuando fue abandonado sus piedras sirvieron para levantar una torre en la Catedral, pero también el castillo del Pico Sacro, que fue muy útil para las guerras que el arzobispo mantuvo con varios señores a finales del siglo XV. En este castillo vivía el arzobispo cuando quería sentirse seguro, y sus imponentes muros jugaron un papel militar fundamental, entendido precisamente dentro de esta conflictividad, que agitó la vida política gallega desde el siglo XIII en adelante. Por tanto, A Rocha fue una pieza fundamental dentro del tablero político, codiciada por los enemigos
del
campesinos,
arzobispo, que
en
las
y
temida guerras
y
odiada
irmandiñas
por lo
burgueses
y
desmocharon,
derribando además la torre del homenaje, el símbolo de la odiada dominación feudal del arzobispo. No es casualidad que no quede nada de la torre del homenaje, y que en algunos lugares las murallas estén completamente desmontadas, por tanto. Es un reflejo de los eventos políticos del momento. Este castillo es además un ejemplo de la introducción en la Península Ibérica de la arquitectura gótica, y de nuevas técnicas edilicias, que llegan a través del Camino de Santiago. El primer constructor, Juan Arias, edificó el primer recinto amurallado, cuadrado y con torres redondas y simétricas, muy al estilo de los castillos franceses que entonces se estaban construyendo. Al mismo tiempo, proyectó una cabecera gótica, no concluída, para la que se trajo a maestros canteros de Francia, seguramente los mismos que trabajaron en la Rocha. El que el castillo fuese acabado, y no la cabecera gótica, dice mucho de las prioridades políticas del arzobispo, que seguramente prefería un refugio fuera de la ciudad a embellecer la catedral, que aún estando
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entonces fortificada era vulnerable a las revueltas urbanas. En la Rocha se introdujo esta nueva manera de construir castillos, una poliorcética novedosa, que asumía la defensa activa como novedad militar. Seguramente, por primera vez en la Península. Ya no se confiaba en un emplazamiento elevado para evitar ataques de manera pasiva, sino que se construye un castillo en el valle, en un pequeño afloramiento al lado de un río, que se emplea para extraer la piedra.
Arqueologicamente tenemos abundantes restos de esta nueva forma de construir: gruesos muros de sillería para aguantar impactos balísticos como los de los proyectiles de trabuco aparecidos, altos y bien construidos, almenas para acosar a los atacantes a cubierto, un paseo de ronda con matacanes (alguno de ellos ha aparecido) para hacerlo volado y poder batir la base de los muros, y torres redondas, más resistentes y bien situadas para cubrirse mutuamente. Incluso, encima de la poterna encontramos restos de un cadahalso para defenderla de manera activa. Y, seguramente, había una gran puerta con torres monumentales. El conjunto se complementaba con un foso, *+"!
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que no conocemos bien todavía. Por último, los restos de ventanales góticos, posiblemente asociados a una capilla o a la torre del Homenaje, muestran como además de castillo, la Rocha era también residencia y lugar de culto señorial. Pero además, este castillo fue introduciendo novedades defensivas a lo largo del tiempo. Se le añade una barbacana con accesos interiores para un sistema de aguada y defensa, destinada a reforzar la base de los muros y construir una defensa compartimentada. Es importante entender que la Rocha fue un castillo con un crecimiento orgánico, alguna de cuyas fases pueden ser documentadas, como las reformas de Berenguel de Landoria a inicios del siglo XIV. No fue construido de una sola vez siguiendo un “modelo” de castillo francés, pero si planteado,
construido
y
ampliado
siguiendo
las
innovaciones
poliorcéticas presentes en ese modelo. Lo cuál también nos recuerda que los modelos no son una descripción exacta de la realidad, sino una manera de entender las soluciones tomadas en el pasado, en este caso a la hora de construir y mantener castillos. Así pues, la Rocha es un documento excepcional para entender la conformación definitiva del señorío feudal compostelano en el siglo XII, cómo era un centro feudal del momento, la conflictividad endémica vivida entre arzobispos, burgueses, aristócratas y campesinos, la introdución de nuevas formas artísticas y edilicias a través del camino de Santiago, y cómo se construía y concebía un castillo bajomedieval. Por todo esto, estamos ante un yacimiento excepcional. Y gran parte de su conocimiento se lo debemos al equipo que Raquel dirigió durante años en este yacimiento, que pasó de ser un auténtico desconocido a un lugar de referencia para todos los compostelanos.
BIBLIOGRAFÍA SOBRE EL YACIMIENTO ELABORADA POR EL EQUIPO DE INVESTIGACIÓN DIRIGIDO POR RAQUEL CASAL BUCETA BRUNETTI, G. (2006): “Diagnóstico sobre los agentes de alteración en el yacimiento medieval de La Rocha Forte (Santiago de Compostela, A Coruña)”, Gallaecia no 25, Santiago de Compostela, pp. 173-185.
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! CASAL, R.; ACUÑA, F.; VIDAL, L.; RODRÍGUEZ, Á.; NODAR, C. (2004): “A Fortaleza da Rocha Forte (Santiago): campañas de intervención 2002-2003”, Gallaecia no 23, pp.195-204 CASAL, R.; ACUÑA, F.; VIDAL, L.; NODAR, C.; RODRÍGUEZ, ÁLVARO e ALLES, M. J. (2005): “La Fortaleza de A Rocha Forte (Santiago de Compostela): campaña de 2004”, Gallaecia. No 24, Santiago de Compostela, pp. 193-218. CASAL GARCIA, R.; ACUÑA CASTROVIEJO, F. e GONZÁLEZ VILA,G. (2006): “O castelo gótico da Rocha Forte, Santiago de Compostela”, Os Capítulos da Irmandade: peregrinación e conflito social na Galicia do século XV, Xunta de Galicia, pp. 430-437. CASAL, R.; ACUÑA, F.; VIDAL, L.; NODAR, C. e GONZÁLEZ, G. (2006): “Fortaleza medieval de A Rocha Forte (Santiago de Compostela): campaña de 2005” Gallaecia no 25, Santiago de Compostela, pp. 147-172. CASAL GARCIA, R. e ACUÑA CASTROVIEJO, F. (2007): “La arquitectura de la fortaleza
medieval
documento
escrito
de a
Rocha la
Forte
evidencia
(Santiago material:
de
Compostela)”,
actas
del
I
Del
Encuentro
Compostelano de Arqueología Medieval (Santiago de Compostela, 22, 23 y 24 de marzo de 2006) / Mercedes López-Mayán Navarrete, Carlos J. Galbán Malagón (coords.). Santiago de Compostela, Lóstrego, 2007. pp. 87-114. CASAL, R.; ACUÑA, F.; MARTÍNEZ, J. R. e SANTAMARÍA, G. (2007): “V campaña
de
intervención
no
Castelo
da
Rocha
Forte
(Santiago
de
Compostela): novas preliminares da actuación no ano 2006”, Gallaecia no. 26, Santiago de Compostela pp. 163-183. GONZÁLEZ VILA, G. (2006): “Achádegos numismáticos na fortaleza de A Rocha Forte (Santiago de Compostela)”, Gallaecia no 25, Santiago de Compostela, pp. 227-267. MARTÍNEZ CASAL, J. R. (2006): “A cerámica medieval da fortaleza de A Rocha Forte: contribución ao seu estudo”, Gallaecia, no 25, Santiago de Compostela, pp. 187-225. ROMA VALDÉS, A. e GONZÁLEZ VILA, G. (2006): “Monedas de Enrique II fabricadas entre 1369 y 1373: una posible emisión compostelana”, Gallaecia no 25, Santiago de Compostela, pp. 269-283.
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Xoan Arias, o señor das Rochas: As dúas torres David Fernández Abella A miúdo recordo con moito agarimo aquelas campañas na Rocha Forte, o primeiro castelo ao que lle botei o ollo na miña tola elección da arqueoloxía medieval. Alí en aquel castelo (recordo, estabamos escavando a liza entre o primeiro recinto e a falsabraga) Raquel decidiu o meu tema de TIT, e a miña tese. E aquí estamos. Despois de once anos, de proxectos conxuntos, viaxes, amizade e bos consellos, quixo
o
destino
que
o
círculo
se
(case)pechase
cunha
nova
intervención na súa outra Rocha, a Branca, que aínda se nos resiste. Por iso a hora de escoller decidín este tema “rochoso”, porque académica e vitalmente sempre estará unido o meu recordo a quen me escolleu para escavar aquel castelo arcebispal, ese xacemento onte inexistente, que hoxe todos desfrutamos. Durante todas as intervencións arqueolóxicas que o equipo do Grupo de Investigación Arqueopat, dirixido polos profesores Raquel Casal e Fernando Acuña, realizou no Castelo da Rocha Forte, un dos grandes interrogantes que sempre houbo era a localización da torre da Homenaxe. Sabiamos pola documentación do Pleito Tabera Fonseca que si existía e que destacaba en tamaño e altura. Segundo o testemuño Fernando de Roan, labrador de
San
Juan
de
Fecha
(Rodríguez
González 1984:117): “…la dicha fortaleza tenia nuebe torres arredor de si y en medio la torre de la bara de casa muy alta que hera de
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Alzado Hipotético da Torre do Homenaxe. J. Suarez Otero, X. Ayán Vila y C. Marín López. Rochaforte. P. 27. 2013.
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quatro sobrados en alto…e que tenía tres cercas alderredor y en la çerca de mas de dentro questaba cabe la dicha bara de casa estavan las dichas nuebe torres, las cuales dichas nuebe torres heran altas sobre la dicha çerca que tenían cada una un sobrado e cubiertas de teja y que la dicha barra de casa hera de piedra de grano e con su cal labrada y las dichas nuebe torres de la misma manera y la çerca del dicho muro donde hestaban las dichas torres también y que las otras dos çercas eran de buena piedra y en algunas partes de canto y que heran las dichas çercas todas tres muy anchas y fuertes e la dicha bara de casa muy ancha e argamasada…”. Gonzalo García de Baamonde clérigo de Santa Baia de Codeso, dinos tamén (Rodríguez González 1984:184) que na fortaleza: “…Abia en medio della una bara de casa e torre de omenaje e dentro su fuerte e que hera de quatro sobrados y la pared muy ancha que en el acho della a una ventana estarían diez onbres e que tenia tres çercas y ençintos de piedra alderredor en que había nuebe torres alliende de la dicha bara de casa las quales heran la una la torre nueba y la otra que se dezía de Sancta Eufemia…las dichas torres eran sobradas cada una de su sobrado e que las dichas torres heran almenadas alderredor e las çercas de la dicha fortaleza e que la bara de casa hera guirnaldada y almenada …” Segundo os testemuños do Pleito falabamos dunha torre de perpiaños de granito “en medio” do Castelo, rodeada das cercas, de catro pisos de alto, caleada e argamasada, moi ancha, cun ancho de parede de dez homes, guirnaldada e almenada.A intervención realizada no Castelo no verán de 2013, dirixida por Maria José Bóveda, confirmou, arqueoloxicamente, a existencia da mesma, da que quedaban exiguos restos, froito do derrubamento da mesma11 e posterior espolio. A torre, de planta cuadrangular, ocupaba una posición central, aínda que descadrada e lixeiramente xirada en relación coa primeira cerca (Bóveda Fernández 2013:38). Tiña uns 12 m. de lado e 2,2 m. de !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! **
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espesor dos seus muros. A intervención arqueolóxica permitiu definir tamén outras estruturas anexas como as escaleiras (GE2003) e as estruturas adosadas ao lado NW (GE2004), algunhas relacionables con almacenamento de cereal e outras, como o definido como “estrutura lineal/camiño” cun probable sistema defensivo previo. Estes elementos fan pensar nunha organización espacial independente e previa a creación da primeira cerca, que a lo menos no caso da estrutura lineal, xa estaba amortizada na primeira metade do século XIV (Bóveda Fernández 2013:39). Noutro artigo (Fernández Abella 2014:236 nota 36) xa deixabamos aberta a posibilidade de que a torre do Homenaxe12, puidese ser o núcleo primixenio do edificio e corresponder á unha primeira fase construtiva do edificio, ou sexa, a primeira obra do arcebispo Xoan Arias Gallinato (1238-1266).
Foto aérea da fortificación da Rocha Forte (López Costas & Teira Brión 2014:260)
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Este arcebispo deixa reflexado nas súas actas capitulares (1255): “Stauimus etiam de personis et canonicis, maniapanis duplariis morantibus nobiscum apud Rocham Fortem, quod eant ad processiones diebus dominicis et solemnitatibus” (López Ferreiro 1903:84-85) a que se supoñía primeira mención do castelo aínda que non fai moito se localizou documentación dous anos anterior13, que en nada modifica o sustancial: nestas datas xa existía un núcleo edilicio habitable polo arcebispo e o seu séquito, probablemente dende non fai moito tempo. No seu testamento, (20 Abril 1266) lega a fortaleza as posesións arcebispais: “Castellum de Rocha Forte cum LXXXVIII casalibus uel pluribus si ibi inuenta fuerint” (López Ferreiro 1903:103-104). Portela et al. (2004:62-63), seguindo a López Ferreiro considera que o deseño inicial da fortificación pode ter influencia francesa, pois franceses son os “petrarii” e o Mestre de obra na catedral nos momentos centrais do século XIII, enmarcados no gran programa construtivo deste arcebispo en Compostela. Alí viviu o arcebispo e o seu séquito longas temporadas e alí morrerá. Outro edificio atribuído ao afán construtor de Don Xoan Arias e a Rocha Branca. Non causa sorpresa o feito do uso de nomes tan semellantes pensando na súa coetaneidade, se ben hai que remarcar que o nome de Rocha Branca non aparecerá na súa primeira referencia documental o edificio, tamén do testamento de Xoan Arias: “ In Petrono,
Reconstrución hipotética da planta da Rocha Branca (Modificado de Portela Silva y Pallares Méndez 1993:46).
domun et turrim que ibi fecimus, cum duobus casalibus de Scellleyros et una vinea. Et vineam de Olivaria. Et omnes alias vineas et hereditates que habemus in ipsa terra de Petrono, excepta vinea de Cesuris
quam
donavimus
capitulo
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compst.” (López Ferreiro T V 103-107) que os profesores Portela e Pallares (1993:40) identificano co primeiro núcleo do castelo: torre e edificios anexos. Nunha intervención arqueolóxica realizada no xacemento entre Xuño e Xullo de 198114 localizase a torre principal da fortificación, de pranta cuadrangular e 10,2 m. de lado. Describese como os muros estaban forrados de cantería e cun núcleo de mampostería e morteiro de cal. O espesor dos muros e de 1,26 m. Polo seu lado Este adosabanse (trabadas) edificacións da mesma época, interpretables como o edificio residencial do testamento de Xoan Arias. Lamentablemente non dispoñemos de moitos mais datos sobre ela.
Base da Torre do Homenaxe da Rocha Branca. (M.C. Pallares Méndez & E. Portela Silva. A Gran Historia de Galicia Vol. II T. V Pp. 210. 2007).!
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Pero demais da arqueoloxía temos a “foto fixa” que os testigos do Pleito Tabera-Fonseca nos dan del. Así, Fernan de Rodero, mercader, veciño de Padrón (Rodríguez González 1984:115) declara: “…tenia una bara de casa buena de piedra labrada de grano e un palaçio abaxo con una sala y camaras donde bibian e moraban y un çirco de piedra labrada y con sus almenas ençima de la dica çerca…” O Lope d’Outeiro, labrador de Santa Comba de Louro (Rodríguez González 1984:238) que relata: “...tenia una bara de casa que aparesçer del testigo tenia dos o tres sobrados e que hera çercada alderredor toda la fortaleza e tenia barbacana e tenia tres o cuatro torres por la dicha çerca alderredor e que tenia una puente llebadiza e un baluarte sobre la dicha puerta e dentro tenia una sala y no se acuerda si tenia mas e que hera la dicha sala ladrillada por el suelo de ladrillos de colores e pintada por alderredor muy hermosa...” Sería por tanto unha torre de dous ou tres pisos de sillería de granito, caleada, tellada de tella e almenada, cun pazo anexo cunha sala e zona residencial e que se accedía por un patio. As dúas torres comparten ubicación xeoestratéxica: Situadas nun afloramento granítico, nunha posición non verdadeiramente de control visual a longa distancia pero si pegadas aos camiños de acceso aos dous núcleos urbans de Padrón e Compostela, nos que se implantan, moi cercanas, pero extramuros. As dúas parecen ter estructuras anexas, que no seu aspecto primixenio igual se parecían mais do que actualmente se supón. Aínda admitindo un orixen común baixo o arcebispado e Xoan Arias e evidente que as diferencias constructivas entre as dúas torres deben marcar algún tipo de significación constructiva, ben sexa na función para as que previamente se planifican, ou polo dimensionamento da obra planificada no punto no que se implantan os dous elementos. Se admitimos que a torre de Homenaxe da Rocha Forte e un núcleo inicial de torre e dependencias que igual ao que, se supón, foi a da Rocha Branca, e relevante que a finais da vida do arcebispo Xoan Arias A rocha Forte xa o considera e denomina “Castellum” ¿podería ser que nestas datas xa estivera finalizado o recinto ou primeira cerca? Sexa
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como sexa parece e que os ritmos construtivos da Rocha Branca semellan estar mais atrasados nas mesmas data que os da Rocha Forte, tanto no edificio como na construción do seu territorio. Isto explicaría15 a denominación “domun et turrim”. Quedaría aberta a cuestión, como xa reflexamos noutra ocasión (Fernández Abella 2015:415 ) de se a diverxencia tipolóxica que se advirte hoxe en día se debe na Rocha Branca a que se aproveitara para a súa implantación algunha estrutura ou xacemento previo, algo que só con futuras intervencións arqueolóxicas na fortificación se poderá comprobar.
BIBLIOGRAFÍA Bóveda Fernández, M.J. (2013). Actuación de escavación, restauración e estudo do castelo de A Rocha Forte. Santiago de Compostela, Santiago de Compostela. Memoria. Buceta Bruneti, G. (2006). Diagnóstico sobre los agentes de alteración en el yacimiento medieval de La Rocha Forte (Santiago de Compostela, A Coruña). Gallaecia, nº25, Santiago de Compostela, pp. 173-185. Casal García, R.; Acuña Castroviejo, F. (2007). La arquitectura de la fortaleza medieval de Rocha Forte (Santiago de Compostela). En: López-Mayán Navarrete, M.; Galbán Malagón, C. J. (coords.). Del documento escrito a la evidencia material: actas del I Encuentro Compostelano de Arqueología Medieval (Santiago de Compostela, 22, 23 y 24 de marzo de 2006). Lóstrego. Santiago de Compostela. Pp. 87-114. Casal García, R.; Acuña Castroviejo, F., (2008). V campaña de actuación arqueolóxica na Rocha Forte, Santiago de Compostela (A Coruña). En: Actuacións arqueolóxicas: ano 2006. Santiago de Compostela. Xunta de Galicia. Pp. 31-32. Casal García, R.; Acuña Castroviejo, A.; González Vila, G. (2006). O castelo gótico da Rocha Forte, Santiago de Compostela. In: VV.AA. (2006), Os capítulos da Irmandade. Peregrinación e conflicto social na Galicia do século XV. Xunta de Galicia. Pp. 430-437. Casal García, R.; Acuña Castroviejo, A.; Martínez Casal, J. R.; Santamaría Gámez, G. (2007b). V campaña de intervención no Castelo da Rocha Forte (Santiago de Compostela): novas preliminares da actuación no ano 2006. Gallaecia, 26, Santiago de Compostela, pp. 163-183. Casal García, R.; Acuña Castroviejo, F.; Rodríguez Resino, A., (2009). A evolución arquitectónica dun castelo baixomedieval: o caso da Rocha Forte !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! *%
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! (Santiago de Compostela). Gallaecia nº28, Santiago de Compostela, pp. 199212. Casal García, R.; Acuña Castroviejo, F.; Vidal Caeiro, L.; Nodar, C. González Vila, G. (2006). Fortaleza medieval de A Rocha Forte (Santiago de Compostela): campaña de 2005. Gallaecia, nº 25, Santiago de Compostela, pp. 147-172. Casal García, R.; Acuña Castroviejo, F.; Vidal Caeiro, L.; Nodar, C.; Rodríguez Resino, A. e Alles León, M. J. (2005). La Fortaleza de A Rocha Forte (Santiago de Compostela): campaña de 2004. Gallaecia, nº 24, Santiago de Compostela, pp. 193-218. Casal García, R.; Acuña Castroviejo, A.; Vidal Caeiro, L.; Rodríguez Resino, A.; Nodar, C. (2004). “Fortaleza de Rocha Forte (Santiago): campañas de intervención 2002-2003”. Gallaecia, nº 23, Santiago de Compostela, pp. 195204. Díaz y Díaz, M.C. (Ed.) (1983). Hechos de Berenguer de Landoria, Arzobispo de Santiago, Introducción, edición crítica y traducción. Santiago de Compostela. Fernández Abella, D., (2005). A Rocha Forte: Una aproximación al estudio de la guerra bajomedieval. Trabajo de investigación tutelado. USC. Inédito. Fernández Abella, D. (2014). El castillo de A Rocha Forte, un ejemplo para el estudio de la guerra bajomedieval. Roda da Fortuna. Revista electrónica sobre Antiguidade e Medievo. Vol. 3. nº 1-1. Pp. 225-256. Fernández Abella, D., (2015). El Castillo de A Rocha Branca de Padrón (A Coruña). Férvedes nº8 Pp. 411-419. Galbán Malagón, C. J. (2011). ¿Sueñan las piedras con fortalezas medievales? La heterodoxia disciplinar en el estudio de las fortalezas de la Terra de Santiago. Estrat Crític. Revista d'Arqueologia, nº 5 (2), pp. 86-98. Galbán Malagón, C. J. (2011). Arquitectura militar y aspectos constructivos de las fortalezas bajomedievales. Origen, función, contexto y evolución de las fortalezas de Altamira, Vimianzo y Cira. Universitat de Barcelona. Tesis online: (http://www.tdx.cat/handle/10803/31959). González Vila, G. (2006). Achádegos numismáticos na fortaleza de A Rocha Forte (Santiago de Compostela). Gallaecia, 25, Santiago de Compostela pp. 227-267. López-Costas, O., Teira Brión, A. (2014). Condiciones de vida reconstruidas mediante el estudio de los restos humanos hallados en la fortaleza Bajomedieval de A Rocha Forte, Santiago de Compostela. Gallaecia nº 33 Pp. 257-280. López Ferreiro, A. (1884). Don Rodrigo de Luna, estudio histórico. Santiago de Compostela: Imprenta de José M. Paredes.
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! López Ferreiro, A. (1903). Historia de la S. A. M. Iglesia de Santiago de Compostela, tomo V. López Ferreiro, A. (1968). Galicia en el último tercio del siglo XV. 3ªed. Faro de Vigo. Lojo Piñeiro, Fernando. A violencia na Galicia do século XV, biblioteca de divulgación, serie Galicia Nº 8, Servicio de publicacions da universidade de Santiago de Compostela; Santiago de Compostela 1991. Martínez Casal, J. R. (2006). A cerámica medieval da fortaleza de A Rocha Forte: contribución ao seu estudo. Gallaecia, nº 25, Santiago de Compostela, pp. 187-225. Mora-Figueroa, L. de (1994). Glosario de arquitectura defensiva medieval. Cádiz: Universidad de Cádiz. Portela Silva, E.; Pallares Méndez, M. C.; Sánchez Sánchez, X. M. (2004). Rocha Forte. El castillo y su historia. Xunta de Galicia. Santiago de Compostela. Rodríguez González, A. (1984). Las fortalezas de la mitra compostelana y los “irmandiños”. Pleito Tabera-Fonseca. Fundación “Pedro Barrié de la Maza Conde de Fenosa”. Roma Valdés, A. y González Vila, G. (2006). Monedas de Enrique II fabricadas entre 1369 y 1373: una posible emisión compostelana, Gallaecia, nº 25, Santiago de Compostela, pp. 269-283. Sánchez Sánchez, X. M. (2007). La fortaleza de Rocha Forte. Un castillo concéntrico en las corrientes constructivas europeas del siglo XIV. Compostellanum, nº 52 (3-4), pp. 603-632. Sánchez Sánchez, X. M. (2010). Don Álvaro Sánchez de Ávila, tenente de Rocha Forte, o la nobleza gallega bajo-medieval en la transición hacia la modernidad, Cuadernos de Estudios Gallegos, LVII, nº 123, p. 91-193. Sánchez Sánchez, X. M. (2011). La fortaleza de A Rocha Forte como símbolo del poder político del arzobispado de Santiago de Compostela en la Galicia medieval (siglos XIII-XV). Castillos de España, 164-165-166, pp. 68-76. Varela Agüí, E. (1998). La dimensión simbolica del castillo plenomedieval. La Fortaleza medieval: Realidad y símbolo. Actas XV asamblea de la sociedad española de estudios medievales. Pp. 345-356. Varela Agüí E. (2002). La fortaleza medieval. Junta de Castilla y León.
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As moedas do xacemento romano de Cabreiras, San Andrés de César, Caldas de Reis Paz Blanco Sanmartín )
Para a que contaba fermosas historias que lía do fondo das pedras e para os que non fixeron da historia (e da arqueoloxía) unha forma perversa de pseudofilosofía como moeda de cambio Falando de moedas, aquí atoparemos un achegamento sucinto ás atopadas durante a intervención arqueolóxica no lugar no que se documentou este xacemento romano. Durante a intervención localizáronse catorce moedas, aínda que delas puidemos caracterizar oito. Das seis restantes, dous fragmentos son inferiores aos 11 mm e tan degradadas que resulta practicamente imposible verificar calquer aspecto dos numismas. Nas catro que quedan deste grupo pode vislumbrarse apenas algún raio que parte da cabeza do retratado/a, algunha letra...pero pouco máis. Pola contra, os numismas que puidemos caracterizar ofrecen aspectos moi homoxéneos entre sí, formando un grupo moi cohesionado. Todas se encadran cronoloxicamente na segunda metade do século III d.C. incluso cunha maior precisión, nos vinte anos entre os anos 60-80 deste século. Todas son antonianos, e a maioría pertencen ás acuñacións de Galieno, e da súa muller, Cornelia Salonina e continúan con Claudio II Gótico e Tétrico I. Apenas rexistrados en dous ou tres unidades estratigráficas, a UE66, UE65, UE06, UE01 e a primeira rexistrada en superfície, o groso do montante aparecen vinculadas a un cacharriño cerámico atopado enteiro. E todo isto nun lugar no que se dispoñían unhas dependencias claramente diferenciadas: uns muros de mampostería definen un espazo duns 30 m2,
e unha zona anexa cuberta con materiais
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perecedeiros. As características do material arqueolóxico localizado, xunto ao seu emprazamento, permite supoñer que o establecemento tivo un uso público, unha pequena taberna, pousada, etc. na que fose posible realizar un cambio de postas, a realizar na zona interpretada como alpendre. O establecemento estaría vinculado coa vía secundaria que uniría os asentamentos romanos de Aquis Celennis e Aquae Calidae. MOEDA CA-04/S/3354
UE S
TIPO / ATRIBUCIÓN
DESCRICIÓN/OBSERVACIÓNS
TIPO: Antoniniano Galieno arrredor ANV.: COR SALONINA con busto 260-268 d.C. de Salonina, con diadema, sobre crecente e á dereita PESO: 3,41 gr REV.: FECUNDITAS (AVG) con MEDIDA: 21 mm figura femenina e neno collido da CECA: Roma mán á esquerda. DESCRIP.:
CA-04/01/3341
01
TIPO: Antoniniano Galieno arredor 260-268 d.C.
ANV.: GALLIENVS AVG con busto do emperador radiado á dereita
PESO: 2,6 g
REV.: DIANAE CONS AVG con gacela parada á dereita.
MEDIDA: 18 mm
DESCRIP.:
CECA: CA-04/06/3342
06
TIPO: Antoniniano Galieno PESO:
ANV.: GALLIENVS AVG con busto do emperador radiado á dereita REV.: SECUR TEMPO con figura femenina da deusa de Seguridade de pe mirando á esquerda e cruzando unha perna e apoiada nunha columna e sostendo cetro á esquerda.
MEDIDA: CECA: Milán
DESCRIP.: CA-04/06/3343
06
TIPO: Antoniniano Tétrico I, 272274 d.C. PESO: 2,2 gr. MEDIDA: CECA: Colonia? Tréveris?
ANV.: IMP TETRICVS P F AVG con busto do emperador radiado á dereita. REV.: LAETITIA AVG N? Alegoría da alegría de pe mirando á esquerda portando áncora e guirnalda. DESCRIP.:
CA-04/65/3346
65
TIPO: Antoniniano Galieno arredor 267 d.C.
ANV.: GALLIENVS AVG con busto do emperador radiado á dereita.
PESO: 3,6 g
REV.: SOLI INVICTO con alegoría do Sol, estante, de frente e portando globo e alzando man dereita cara o ceo.
MEDIDA: 22 mm CECA:
DESCRIP.:
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! CA-04/66/3348
66
TIPO: Antoniniano Claudio II Gótico 270 dC
ANV.: IMP CLAVDIVS P F AVG con busto do emperador radiado á dereita. REV.: PROVIDEN AVGG con alegoría da providencia, estante e cara á esquerda portando cornucopia e bastón ou variña na dereita
PESO: MEDIDA: 22 mm CECA: Milán?
DESCRIP.: CA-04/66/3349
66
TIPO: Antoniniano Claudio II Gótico 268-279 d C.
ANV.: IMP C CLAVDIVS AVG ?con busto do emperador radiado á dereita. REV.: FIDES EXERCI? Con figura feminina da fidelidade de pe suxeitando un estandarte coa man dereita e outro transversal?
PESO: MEDIDA: CECA:
DESCRIP.: CA-04/66/3350
66
TIPO: Antoniniano Galieno
ANV.: GALLIENVS AVG con busto do emperador radiado á dereita.
PESO:
REV.: FORTVNA REDUX con figura da deusa Fortuna de pe á esquerda e sostendo cornucopia á dereita e áncora sobre globo á esquerda.
MEDIDA: 21 mm CECA: Roma
DESCRIP.: Neste caso, esta é a Fortuna que fai que volten aqueles que atravesaron un perigo, unha guerra, etc.
Fig. 1. Moeda CA-04/S/3354 con
Fig. 2. Moeda CA-04/01/3341 con
Salonina no anverso e a
Galieno no anverso e a gacela de
Fecundidade no reverso.
Diana, no reverso.
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MOEDA CA-04/S/3353
UE S
TIPO / ATRIBUCIÓN
DESCRICIÓN/OBSERVACIÓNS
TIPO: Indeterminado
ANV.: Indeterminado
PESO:
REV.: Indeterminado
MEDIDA:
DESCRIP.:
Indeterminada
CECA: CA-04/20/3352
20
TIPO: Indeterminado
ANV.: Indeterminado
PESO:
REV.: Indeterminado
MEDIDA:
DESCRIP.:
Indeterminada
CECA: CA-04/65/3344
65
TIPO: Indeterminado
ANV.: Indeterminado
PESO:
REV.: Indeterminado
MEDIDA:
DESCRIP.:
Indeterminada
CECA: CA-04/65/3345
65
TIPO: Indeterminado
ANV.: Indeterminado
PESO:
REV.: Indeterminado
MEDIDA:
DESCRIP.:
Indeterminada
CECA: CA-04/66/3347
66
TIPO: Indeterminado
ANV.: Indeterminado
PESO:
REV.: Indeterminado
MEDIDA:
DESCRIP.:
Indeterminada
CECA: CA-04/66/3351
66
TIPO: Indeterminado
ANV.: Indeterminado
PESO:
REV.: Indeterminado
MEDIDA:
DESCRIP.:
Indeterminada
CECA:
Fig. 3. Moeda CA-04/66/3348 con busto radiado de Claudio II, no anverso, e a Provindencia, no reverso
Fig. 4. Moeda CA-04/06/3343 con busto radiado de Tétrico, no anverso, e a alegría, no reverso.
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Raquel, parte da minha historia Víctor Manuel Vázquez Domínguez
Tell me and I forget. Teach me and I remember. Involve me and I learn Benjamin Franklin
Por casualidades da vida, a comunicación para a redacción destas liñas colleume nunha viaxe polas rexións da Beira Interior e o Alentejo, Portugal. Curiosamente, este roteiro que estou facer por terras portuguesas, co obxectivo de visitar os castelos dunha parte da fronteira considerada como a máis antiga de Europa, ten a súa orixe na miña relación académica con Raquel Casal. Chato… si quieres aprender a excavar puedes ir este verano a Santo Tirso… A miña asistencia, no meu segundo ano de carreira, nas intervencións arqueolóxicas no Monte Padrão, en Santo Tirso no distrito do Porto, baixo a dirección de Álvaro de Brito, alumno tamén de Raquel, fica na miña memoria como unha grata tempada aprendendo arqueoloxía e coñecendo un territorio de grande beleza e interese patrimonial. Esta estadía pola terra natal de San Rosendo, xermolou en min unha inquietude e curiosidade por coñecer máis sobre o país irmao. Anos despois, como parte dun equipo dirixido por Raquel Casal e Fernando Acuña tiven a honra de participar durante catro campañas nas
escavacións
do
Castelo
da
Rocha
Forte
en
Santiago
de
Compostela, fortaleza dos arcebispos composteláns. Estes labores espertaron en min unha curiosidade, co tempo convertida en afección pola historia medieval en xeral e pola arquitectura castelaria en particular, unha disciplina que daquela no
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ámbito galego aparentaba presentar máis dúbidas que certezas, pola carencia de traballos e unha metodoloxía na investigación. Esta disciplina estaba máis evolucionada nos estudos dos autores portugueses, como evidenciou a clase maxistral impartida por Jorge Mario Barroca, na facultade de Historia de Santiago de Compostela, por invitación da nosa Mater Castrorum. A zona norte de Portugal até o Douro é un espazo privilexiado para o estudo da evolución dos recintos fortificados do medievo. Isto é debido a persistencia dun abundante número de castelos de época prerrománica que non sufriron modificacións na época posterior e que permite o coñecemento e comprensión das súas características arquitectónicas e dos seus elementais sistemas de defensa, nun tempo no que o territorio en cuestión constituía o Condado Portucalense. Estes castelos primitivos que inzan o territorio a partires da campaña de Afonso I de Asturias, a metade do século VIII, deriva nunha ampla rede de fortificacións no territorio de entre Douro e Minho nos inicios do século XI, tras varias campañas de presurias dos monarcas asturianos, até levar a liña de Fronteira co Islam até o río Douro. E aquí me atopo, sentado nunhas pedras do Castelo de Montemor-oNovo, o meirande de Portugal cunha área amurallada de 18 hectáreas, pensando na influencia que Raquel tivo na miña formación e redactando ao xeito antigo, con papel e lapis, iste texto. Historia, arqueoloxía, castelos, Portugal, Siria, Xordania… integran un acervo na miña realidade persoal, xermolado trala sementeira en min feita por Raquel. Na súa compaña, nas magníficas viaxes que fixemos durante anos polos países da cunca mediterránea, conhecín xacementos e lugares claves na historia, lugares algúns que xa só existen na nosa memoria, por estar desfeitos, campo de conflitos bélicos, como é o caso de Palmira ou a medina de Alepo, na malfadada Siria. Nesas xeiras polo oeste do Medio Oriente, visitamos entre outros lugares maravillosos, o Krak des Chevaliers, o Castelo de Saladino,
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(Qal'at Salah El-Din) en Siria ou o Kerak en Xordania, algúns dos castelos máis importantes en Terra Santa. Co tempo descubrín que istes castelos a milleiros de kilómetros do noso recanto da Península Ibérica, teñen unha grande importancia na arquitectura militar portuguesa románica e tamén na orixe como reino independente de Portugal. Isto e así por causa da participación activa da Orde dos Pobres Cabaleiros de Cristo e do Templo de Salomón, os monxes guerreiros, que seguían a regra de San Bernardo de Claraval, na expansión cara ao Sul das terras da que a partires de 1139 sería a Coroa Portuguesa, nunha relación de vasalaxe co papado. A evolución da arquitectura militar en Portugal debe moito a presencia dos templarios, durante casi 200 anos, dende 1128 até a disolución da orde polo papa Clemente V en 1312. O xurdimento do Castelo románico en Portugal, coas súas innovacións como a torre da homenaxe, o alambor, os matacáns etc… debe gran parte da súa evolución a Gualdim Pais, cabaleiro do primeiro monarca portugués Afonso Henriques. Gualdim, que dentro das filas dos templarios combateu na I Cruzada, tralo seu regreso a Portugal converteuse no IV Gran Maestre da Orde en Portugal. É curioso que o primeiro Castelo en posesión dos templarios na Europa se atope en terra portucalense, o Castelo de Soure. Doado pola condesa Tareixa, nai de Afonso Henriques, en Marzal de 1128, apenas dous meses despois da ratificación da orde no Concilio de Troyes. Tomando responsabilidade o Temple da defensa das terras ao sur do Mondego. Uns anos despois, Gualdim Pais promoveu a construcción do Castelo de Pombal, e máis tarde do Castelo de Tomar, nunha liña defensiva e de fronteira baixo a protección dos monxes guerreiros, en confronto con os territorios do Islam. Os Castelos de Pombal e o de Tomar sucesivas capitais templarias, é onde Gualdim Pais aplicou os conhecementos adquiridos na Cruzada, é preciso destacar
tamén o oratorio dos frades, a famosa charola
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románica de Tomar, declarada Patrimonio da Humanidade pola Unesco, unha das obras máis importantes do románico na Europa. As diversas construcións emprendidas polos templarios evidencian que a orde tiña coñecemento das máis avanzadas técnicas militares da época. Partindo dende as innovacións das construcións templarias, os castelos románicos en Portugal foron ocupando mediante doazóns os territorios de fronteira portugueses, como o Castelo de Longroiva na bacia do rio Côa ou o de Almourol no rio Tejo. Este feito é fundamental para a comprensión das reformas recibidas polos castelos portugueses a partir da metade do século XIII, ampliando o número de torres nas murallas e o cálculo do seu espazamento en función do alcance do tiro do arco e da besta, para manter o inimigo a distancia. A maior espesura das murallas, a ampliación do tamaño do adarve, e a protección dos accesos por balcóns corridos e matacáns foron un amplo avance na poliorcética da época. É así, que na experiencia por ampliar os meus coñecementos na materia das fortificacións medievais, a influencia de Raquel e o común denominador: Castelos galegos, cruzados e portugueses fan parte agora da miña vida. Con Raquel, e arredor da arqueoloxía, fica a bela lembranza de grandes momentos compartidos nas xornadas de escavación, nas viaxes, ou despois arredor dunha mesa cunhas cervexas ou algún dixestivo, selectos xantares, parrafeos, risadas, bos consellos, libros, unha gratísima compaña… e alguén de quen sempre aprender. Para rematar, querida profesora, agardo trala túa Iubilatio, poder continuar a desfrutar de aprendizaxe e diversión.
moitos
máis
momentos
contigo,
de
Obrigado Raquel
*""!
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In Iubilatio da profesora Dra.Raquel Casal Xosé Anxo Vázquez Urtiaga
Queridísima Raquel, cara amiga. Dende a satisfacción de acto tan entrañable teño que dicir que o sentimento e a emoción me embargan. Chegada a ocasión na que aspiras a dicir tantas cousas lémbrome de Julio Cortázar: “las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma”. Tentarei suplir co afecto e a amizade esta carencia. O tempo, testemuña muda das inquedanzas e angurias dunha existencia humana fai renacer, como é o caso, milleiros de agradables lembranzas. Non é, nin pretende selo, unha adicatoria ortodoxa. Falo, escribo, dende alá do fondo, dende a ledicia que me abrangue. Raquel? Arqueoloxía e prehistoria. O relato exhaustivo dos momentos agradables, que cos compañeiros e amigos compartimos farían un artigo interminábel. Pasada xa a década prodixiosa, (os grises tinxíronse de marrón) en Xinzo e en Santiago compartimos xantares e ceas abaciales e amigables. Permíteme esta pequena licencia (Pepe, Pepé- xa sei que non lle gosta-, Xabier, Iago e Raquel), tempos nos que xantaba na vosa casa o xarrete que tan ben preparabas e regado polos viños excelentes- que bo padal!- que Couselo tiña sempre a man. No seu punto. Retomo o tema, quen eran os luzonianos? (Manolo, Ana, Fátima, Andrés, Mª do Carmo García Arribí e o que suscribe) apelativo que me enorgullecía e do que non era merecente. O profesor, catedrático D. José María Luzón Nogué, desbordante no seu saber era e é LUZÓN. Nos discípulos. Tempos fermosos.
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O Neixón, grande e pequeño, a estancia en Casa Pachín. A lúa, cuarto crecente, daga de prata fendida no silencio da noite era testemuña das nosas conversas. Carvalhellos, Guimaraes, Briteiros, Monte Mocinho, Zambujal, Lisboa, Evora. Evocación do fermoso Portugal. As terras transmontanas e barrosás que Miguel Torga tan ben pintou na sua prosa e poesía. Aquis Querqennis, Santa
Comba, Castromao, San Cibrao de Las, Saceda,
San Millán, Medeiros, foron testemuña dos nosos andares. Rememorar todo (Siria, Xordania, Marrocos) fai que me poida a nostalxia. A partir de agora tedes sorte ti e os teus netos (Carlota, Adriana, Baia, Teo e Laura) Desfrutarán máis de ti e ti deles. Ledicia sen brétema Raquel. É fantástico desfrutar da túa, da vosa amizade. Despídome cunha frase que me ten sabor a Facultade. Cum amicitia Semper
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Breve nota de agradecimiento a la Profesora Raquel Casal García Beatriz Pereiras Magariños
Cuando allá por el año 1999, encontrándome en su despacho como alumna de doctorado, la profesora Raquel Casal me planteó la posibilidad de centrar mi trabajo de investigación y futura carrera profesional como investigadora en el estudio de la joyería romana en Hispania, no lo dudé dos veces y acepté de inmediato. No supe valorar entonces la muestra de confianza que Raquel me estaba otorgando, pero sí ahora, con la perspectiva de los años transcurridos, y por eso quiero dedicarle estas breves líneas de agradecimiento, no solo por la confianza mostrada en ese momento, sino también por el apoyo prestado a lo largo de la elaboración del trabajo de investigación realizado bajo su tutoría sobre lo que es su pasión como investigadora, la joyería romana. Antes que doctoranda, fui alumna de Raquel en quinto de carrera de Geografía e Historia en la USC, último año del “Plan viejo” de estudios y de la especialidad de Prehistoria y Arqueología denominada como tal. En un intento de conmemorar tal circunstancia, mis compañeros y yo decidimos elaborar una orla especial que, lejos de los cánones oficiales, dejase para el recuerdo el fin de una etapa académica envuelto en un halo de humor y cariño. En dicha orla, que antaño lucía en las paredes de la zona de despachos de Arqueología, se encumbraba a Raquel Casal cual poderosa faraona, sedente, nada hierática, con los símbolos de poder, rodeada de compañeros y alumnos. Con todo nuestro cariño, Raquel. Posteriormente, tuve a la homenajeada como profesora y tutora de los cursos de doctorado de la USC entre los años 1997 y 1999. Estaba yo perdida y en otras lides investigadoras por entonces hasta que ella vino a “rescatarme” y ofrecerme la posibilidad de centrarme en el mundo romano, concretamente en lo que ha sido su pasión profesional
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y en la que ha destacado como investigadora, la joyería romana, demostrando con ello una confianza en mí que no me cansaré de agradecer. Fruto de esta colaboración conjunta nació el trabajo de investigación del doctorado titulado Introducción al estudio de la joyería romana en Hispania (julio de 1999), que hoy aquí quiero dedicar a Raquel con todo mi cariño. Y aunque la vida me ha llevado por derroteros profesionales que me han desvinculado de la universidad y de la investigación de la joyería romana, no quería dejar pasar la oportunidad de poder participar en este libro homenaje con unas breves líneas y dar, una vez más, mi agradecimiento y cariño a Raquel, deseándole una feliz jubilación y las mejores experiencias en esta nueva etapa que comienza en su vida. “A un maestro, guardián de joyas. Lino, preceptor de la chiquillería melenuda, a quien llama dueño de sus cosas la rica Postumila y al que confía sus joyas, sus objetos de oro, sus vinos, sus amantes: que a ti, de probada e inquebrantable lealtad, te prefiera tu patrona a cualquier otro con tal de que –te lo ruego- alivies el furor que me aflige y alguna vez guardes con cierto descuido a quienes reconcomen mi corazón de mala manera, a quienes, tanto de día como de noche, ardo en deseos de ver en mi regazo sublimes, relucientes, a pares, iguales, grandes – no los niños sino las perlas.”
Marcial: Epigramas, Biblioteca Clásica Gredos, 237, Editorial Gredos, Madrid, 1997, T. II, Libro XII, 49, p. 297.
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Mi amiga Raquel Paquita Chaves ¿Te acuerdas Raquel? Subíamos despacio las escaleras, cargadas con ficheros y notas tomadas a última hora, en aquel edificio, situado en el centro del Madrid de los 80, y entonces corazón de la Arqueología española... La sala donde debíamos presentarnos los opositores se tapizaba con pesados estantes, rebosando libros llenos de un saber al que nosotros ansiábamos acercarnos acariciando, por qué no, la esperanza de ver también un día en ellos el fruto de nuestro trabajo. La sala donde tenían lugar las temidas sesiones, con grandes mesas en las que todo giraba en torno al estudio y al saber,
nos
impresionaba tanto como nos atraía. Era suficiente el nombre de aquella estancia-biblioteca, "Instituto Rodrigo Caro", para producirnos la doble impresión de estar heredando una tarea de siglos a la vez que soñábamos con tejer una nueva labor en un futuro aun incierto. ¿Te acuerdas Raquel? Éramos muchos, no acertaría a recordar hoy el número de aspirantes a integrarse en las filas universitarias que nos reuníamos allí en el otoño de 1982.
Pero sí puedo decir que desde el principio reinó entre la
mayoría de los participantes
una cierta complicidad, muy lejos de
observar como rivales a los compañeros que competían. Y fue entonces cuando conocí a una joven galleguiña que ya traía consigo un importante bagaje científico apareciendo como punto de referencia en los estudios de Gliptica. Muy pronto se estableció una afinidad entre gallega y andaluza, dando lugar a una sincera amistad que hoy permanece a pesar del tiempo y la distancia. Quizá tus gemas, Raquel, las preciosas piezas que mimabas en tus trabajos, rico jaspe, cornalinas o sencilla pasta vítrea, y mis monedas, de costosos metales o de simple bronce, también congeniaban. Y,
*"'!
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curiosa coincidencia, una misma persona, en momentos distintos y en Universidades diferentes y distantes, Santiago y Sevilla, había tenido un papel importante en la formación de ambas, el profesor José María Luzón. ¿Te acuerdas Raquel? Una vez pasados los momentos duros de la oposición, cada cual en su sitio, dedicadas con entusiasmo al estudio y trabajo en nuestras Universidades de antigua solera, tú en Santiago, yo en Sevilla, continuamos una amistad que, por fortuna, ha tenido momentos muy agradables. Raquel, tú fuiste desempeñando una importante labor día a día, docencia, investigación y gestión en toda la gama de quehaceres, te ocupaste de la Arqueología en primera línea, aceptando responsabilidades que quizá otro hubiera rehuído. Trabajaste e hiciste trabajar o mejor, entusiasmar, a los que te rodeaban porque a tu dedicación al estudio le ha acompañado siempre ese carácter lleno de agrado que convence al que te rodea. ¿Te acuerdas Raquel? Mis visitas a Galicia, con colegas o, en privado con mi marido, suponían una atención muy especial fuera de las aulas, un cariño que sólo la dulzura de esta querida Galicia es capaz de comunicar. Nos hacías sentirnos en familia, como si un trocito de la Giralda se hubiera colado junto al Obradoiro... Y tampoco puedo olvidar cómo mis alumnos eran siempre tan bien acogidos en estas tierras gallegas y allí participaban en excavaciones y cursos, con el convencimiento de que enviarlos a Galicia era una apuesta segura de buen aprendizaje. ¿Te acuerdas Raquel? El tiempo fue pasando, pero las personas no olvidan. Y nos reunimos en homenaje a José María Luzón, como hoy se hace en honor tuyo, en un precioso pueblecito de la Umbría italiana, Santa María Tiberina, Julio de 2012. Una ocasión excelente para volver a reencontrarnos. Y sentadas plácidamente a la orilla del lago Trasimeno, donde aun parecen sentirse en el aire los lamentos romanos y la alegría triunfal
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de Aníbal, fuimos repasando ambas nuestras vidas, que, como la misma batalla del vivir, desgranaba momentos maravillosos y otros menos buenos. Y en ese repaso quedaba ante mí el curso de una vida, la tuya, Raquel, en que diste mucho y pediste poco, en que te fuiste volcando en los demás y trabajaste día a día exigiéndote al máximo donde estuvieras. Y hoy, cuando cierras tu trayectoria administrativa pero no tu amor al trabajo, porque eso no te permitiremos hacerlo, hoy somos nosotros, tus compañeros, tus colegas, tus amigos, tu familia, los que te queremos dar el cariño que te mereces. Hoy, Raquel, con la pena de que circunstancias inevitables me hayan privado de estar contigo como tanto me hubiera gustado, quiero que te llegue este mensaje enviado desde Sicilia, subida a lo más alto del teatro de Taormina para que conectemos mejor: Raquel, gracias por ser cómo eres, gracias por tu dulzura, gracias por tu trabajo bien hecho, y gracias de corazón por ser mi amiga. Con cariño, un abrazo
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Miscelánea aberta…
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Miscelánea aberta… Eva Castro Vigo: Ante todo pedir perdón por no poder asistir a un acontecemento único e tan merecido, pero estou nunha “misión segreda” e se volo conto, tereivos que matar… polo que é mellor seguir gardando o segredo e non manchar o chan de sangue que dá moito que limpar!! Non teño palabras que poidan chegar a definir a dona Raquel, unha señora da cabeza ós pes. Teño que confesar iso si, que lle teño moita envexa, posto que aspiro a ser coma ela, non só pola súa longa e prolífica carreira, pola súa intelixencia ou pola súa beleza sen igual…. Non! Sobre todo por que ela pode chegar a xubilarse, e iso é algo que penso que eu nunca darei conseguido. Poder desfrutar das viaxes do Imserso, eses bailes en Benidorm, ou esas copiñas fresquiñas desfrutando do sol de media tarde de calquera rincón apacible…. Pero se hai alguén que se mereza desfrutar de todos estes praceres, ademais de todos os que ela queira… esa é dona Raquel. Unha persoa que me axudou cando o precisei, que me guiou cando era preciso e que me fixo pasar uns grandes momentos. Por todo elo! Dona Raquel moitas felicidades! Esta homenaxe é unha festa merecida e agardo que dure ata ben entrada a noite…. E de aí ata onde poidades ou queirades. Moitos bicos a todas e todos! E sinto non poder saudarvos en persoa, nin desfrutar dunhas cantas cervexiñas en tan boa compaña!! Grazas ós que organizáchedes todo e que vos lembráchedes dunha naronesa, que está ó voso servizo. Só me resta dicirvos que tomedes unha por min, ou varias…. E saúde a todas e todos! Vai por dona Raquel!!!
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Miscelánea aberta… Elías Carrocera: Querida Raquel: Estas líneas son para manifestar pública gratitud por el exquisito trato que siempre recibí y, por supuesto, para sumarme a cualquier iniciativa que valore el trabajo que desarrollaste en tus años de servicio público en la Administración. Resulta difícil expresar sentimientos por medio de este soporte; por tanto, cuando coincidamos, ya me explayaré convenientemente. Te deseo un jubileo largo y divertido. Un bico, biquiño o beixo.
J.M. Caamaño Gesto: A mi querida compañera de departamento de tantos años y que siempre fue una "madraza", para mi
Ana González: Querida Raquel, te agradezco de corazón lo receptiva y cariñosa que fuiste siempre conmigo desde hace ya muchos años. Espero seguir reuniéndonos como hasta ahora todo nuestro grupo para conversar y disfrutar. Moitos bicos.
Lis: “ Teño contigo, para sempre, unha débeda de gratitude... xa sabes... para o que precises... Agarimosamente.”
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Miscelánea aberta…
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Miscelánea aberta…
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ÍNDICE Recuerdos de Santiago y reflexiones sobre el significado de la estela de Troitosende. José María Luzón Nogué Raquel, para ti o meu sabático. Pepa Rei Castiñeiras Santiago, Xuño de 1990. Lugo, setembro de 2015. A pulseira de prata do castro de San Xusto de Reposteira, Palas de Rei (Lugo). Aurelia Balseiro García El Collar del Tesoro de Elviña Nuria Reboredo Canosa
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O emprego da pedra no xacemento da Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña). José Manuel Costa García
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Agua, aguas, aquae, pero al fin y al cabo, aguas, en el origen de las ciudades romanas: un tributo a Palmira. Silvia González Soutelo
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Escolma dalgúns reselos nas moedas de Augusto co escudo galaico. (LVCVS AVGVSTI - GUERRAS CANTÁBRICAS) .Laureano F. Carballo
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Nin zapato baixo nin media de seda: A desfolclorización da indumentaria galega. Belén Sáenz-Chas Díaz
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Begin the Beguine: As doas da Barbanza. Mª José Bóveda Fernández
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El escritorio monetario español del Siglo de Oro. Antonio Roma Valdés
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“Galiza” no Livro das fortalezas de Duarte de Armas. Xosé Ignacio Vilaseco Vázquez
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Matres, mouras e soberanas. André Pena
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La historia del Santiago medieval en un castillo. Álvaro Rodríguez Resino
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Xoan Arias, o señor das Rochas: As dúas torres. David Fernández Abella
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As moedas do xacemento romano de Cabreiras, San Andrés de César, Caldas de Reis. Paz Blanco Sanmartín
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Raquel, parte da minha historia. Víctor Manuel Vázquez Domínguez
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In Iubilatio da profesora Dra.Raquel Casal García. Xosé Anxo Vázquez Urtiaga
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Breve nota de agradecimiento a la Profesora Raquel Casal García. Beatriz Pereiras Magariños
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Mi amiga Raquel. Paquita Chaves
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Miscelánea aberta
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Este libro do que non hai dous fíxose especialmente para a PROFESORA DOUTORA RAQUEL CASAL GARCÍA co gallo da súa IUBILATIO da UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA efectiva o 31 de agosto de 2015
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