Medicos y Boticarios chinos

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En LA LiMA DEL 800

Médicos y Boticarios Chinos ¿Qué diploma tienen los chinos curanderos, ni el yerbero aquel de marras de que hace tiempo hablamos? ¿Cómo es entonces que curan? El Nacional, 22 de septiembre de 1877

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ima 1856, fecha clave para la medicina peruana. La antigua escuela de medicina de Lima, denominada durante los primeros años de la república Colegio de la independencia, se convierte en Facultad de medicina de Lima. este gran hito concientizó y amalgamó a los médicos alrededor de su alma máter –hoy Facultad de medicina de San Fernando–, como los abanderados del progreso quienes, junto a otros profesionales (los abogados), serían los encargados de dirigir al país por el sendero del orden, desarrollo y progreso. el país ingresaba a una etapa de paz política y desarrollo económico y social, gracias a los beneficios recién descubiertos en el salitre y guano. en este periodo de bonanza, denominado por basadre (1987) como “la prosperidad falaz”, el Perú y sobre todo Lima empezaron a sufrir cambios a nivel urbanístico y estructural, a través de diversas obras tales como la inauguración del mercado Central (1852); creación del matadero general (1855); fundación del hospicio de Amentes (1859); construcción de la Penitenciaría (1860), de un nuevo puente para Lima (Puente de Fierro o balta, 1869), y del Palacio de la exposición (1872), entre otros. otro logro importante, pero a nivel cultural y asociado a la recién creada Facultad de medicina, es la aparición de la revista La gaceta médica de Lima, el 15 de agosto de 1856. Los galenos escribirían en sus páginas sus opiniones sobre el estado de higiene, salubridad y la situación hospitalaria de Lima. Pero a la par de estas buenas

intenciones, también publicaron sendos editoriales contra la práctica de la medicina ilegal, desarrollada por personas a quienes tildaban de charlatanes, estafadores, adivinos, pseudomédicos y demás adjetivos que impedían a cualquier persona sin los respectivos estudios médicos ejercer, observar y medicar a pacientes o a cualquier persona que quisiera obtener una opinión médica. esta batalla y persecución contra los llamados charlatanes tenía como raíz de fondo una lucha étnica que se manifestaba sobre todo contra los herbolarios y médicos chinos, perseguidos con gran encono y severidad, ya que eran presentados como gente ignorante que carecía de métodos científicos que lo único que lograban era atrasar al pueblo, utilizando estratagemas pseudocientíficas y lucrando con la salud pública. Los charlatanes y herbolarios chinos, a decir de los médicos peruanos, no estaban aptos para tratar, diagnosticar ni medicar al poblador común y corriente, entre otras razones porque los chinos eran mirados con desprecio y considerados una raza inferior, en consecuencia su nivel cultural, decían, estaba muy por debajo del simple habitante citadino. Como contraparte, hubo personas independientes que enviaron cartas a diarios, al municipio de Lima y hasta a la misma Facultad de medicina para solicitar el término de la persecución, pidiendo que dejen trabajar a los galenos y boticarios chinos y puedan sanar a los cientos de personas que buscaban sus servicios, los cuales, incluso en algunos casos, ni siquiera eran cobrados, práctica muy contraria a la de los médicos, quienes cobraban

hasta por la más mínima opinión. A continuación algunos ejemplos: el Comercio, septiembre de 1856: “Los chinos han instalado una botica en la calle Puno, a la cual acuden muchos asiáticos así como gente de otras nacionalidades, tanto para hacerse ver por los médicos, como para proveerse de medicamentos… Con motivo de la fiebre amarilla es que aparecieron estos médicos, los cuales curaron a varias personas y gozaron de prestigio, que valieron el permiso de poder abrir una botica para vender sus recetas a sus compatriotas. Los chinos, en virtud de este permiso, mandaron traer muchos vegetales


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misión que se le tiene encomendada.” m. Arosemena Quesada “en todos los lugares de la república, desde las capitales de departamento hasta las más pequeñas aldeas, se ha levantado un semillero de charlatanes que, explotando la credulidad pública, estafan del modo más escandaloso a las clases sociales, ejerciendo sin título la profesión médica y administrando remedios secretos, que llaman infalibles, contra ciertos males, y los que expenden en elevado precio.” José Casimiro Ulloa. Archivo histórico de la municipalidad de Lima, informe del dr. José maría macedo sobre el famoso y querido médico chino, Lima 1868. extractos: “Ya que la ciencia y la experiencia no fueron suficientes para que evitáramos tantas desgracias, era necesario que los charlatanes nos ayudaran a combatir la epidemia. Así sucedió

"Se ha levantado un semillero de charlatanes que, explotando la credulidad pública, estafan del modo más escandaloso a las clases sociales". y medicamentos de otra clase; hoy que ya tienen cuanto desean para sus curaciones han arreglado en la calle de Puno una botica, probablemente imitando a las de su país.” gaceta médica de Lima, edición abril de 1857: “La más injustificable apatía ha tolerado estos abusos, y la tolerancia ha alentado la audacia de los infractores, al extremo de anunciarse por los diarios, bien como profesores en diversos ramos del arte de curar, o como descubridores de remedios secretos que venden con la mayor publicidad. Tiempo es ya de poner término a estos desmanes, y de que la Facultad cumpla con la delicada

en efecto: una falange de curanderos, cuyo jefe es el médico chino, apareció súbitamente ofreciendo hacer milagros. La inocencia de unos, la curiosidad de otros y la ignorancia de muchos hizo que se aceptara como el evangelio la noticia de que el chino resucitaba a los muertos. A tan plausible nueva que no tardó en difundirse por toda la capital, ocurrían con avidez centenares de individuos, que han tenido la satisfacción de perecer por su gusto derramando la última gota de su sangre. el chino ha sangrado a discreción en una enfermedad en que los más eminentes

prácticos, europeos como americanos, reconocen una profunda alteración de aquel líquido, determinada por la acción del miasma”. “Faltaríamos a la verdad si dijéramos que no han salvado muchos enfermos asistidos por el célebre chino. Pero cuáles han sido estos. Aquellos casos, los más benignos, en los que el enfermo por sí solo se ha recetado un sudorífico. mientras tanto, a todos aquellos enfermos desahuciados en consulta con los médicos más respetables de la capital los hemos visto sucumbir inevitablemente. No obstante estas decepciones, continúa la ceguedad de algunas personas, hasta el extremo de no conformarse con ser la víctima voluntaria del asiático. Se nos difama por la prensa en castigo de nuestra solicitud, de los esfuerzos que hacemos para luchar con el enemigo más poderoso de la humanidad”. “Todavía hay más: al principio era uno solo el chino, hoy son quince o veinte, porque en vista de la apacible tolerancia de las autoridades, han salido a curar desde las zapaterías, de las fondas y hasta de las chacras. Jamás el cuerpo médico de Lima había sufrido una vejación más grande. gracias sean dadas al que haya tenido la culpa”. Pese a campaña tan demoledora, el pueblo peruano aceptaba con gusto este nuevo saber milenario, tildado de bárbaro por las autoridades, cuando los verdaderos bárbaros eran los otros, los “ilustrados”, los que no aceptaban a personas de otra cultura, milenaria y diferente, y que pese a haber llegado al Perú en calidad de siervos supieron levantarse mediante el trabajo digno y constante para formar parte de esta nueva y rica cultura peruana. * Antropólogo e investigador de la Universidad Nacional mayor de San marcos.

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