Editorial
L
Luis Alberto Tehuatlie, el niño que mató la Ley Bala de Moreno Valle
a denominada Ley Bala cobró su primera víctima, pero no se sabe si sea la última. El estilo autoritario de ejercer el poder por parte de Rafael Moreno Valle provocó la muerte de un inocente. Condenar los hechos violentos, así como el crimen de Estado, además de ser un imperativo democrático, se vuelve necesidad una vez que la Ley Bala sigue vigente y puede seguir siendo aplicada. El gobierno morenovallista, que ya ha pagado el costo mediático, debe ofrecer respuestas a una sociedad indignada por la violencia institucional. Además de castigar a los responsables del operativo, debe ordenar a los diputados afines al régimen la derogación de la Ley Bala como primer requisito para intentar volver a la normalidad democrática y el respeto a los derechos humanos. Criminalizar a las víctimas únicamente profundiza en la herida de una madre, y deja para la historia el calificativo de “asesino” a un gobernador que perdió la legitimidad y el consenso.
Lunes 21
Julio • 2014 • año XXXV• Núm. 9591
5 Pesos
/ Foto / Tere Murillo
Descanse en Paz en el zócalo De la junta auxiliar unos mil PoblaDores y familiares recibieron el féretro Del niño tehuatlie
el sábaDo a las 18:30 horas falleció a causa De un Paro carDiorresPiratorio
Diez días después perdió la batalla y dejó de respirar •Elvia Cruz
Página 6
El sábado por la tarde, tras 10 días de permanecer hospitalizado, el menor José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo, se convirtió en la primera víctima de la #LeyBala, pues la herida que le ocasionó un proyectil disparado por policías estatales el pasado 9 de julio durante un enfrentamiento entre granaderos y pobladores de San Bernardino Chalchihuapan en la autopista a Atlixco, resultó mortal. La madre, Elia Tamayo, se enteró de la noticia a través de los medios de comunicación y no por el personal del nosocomio o de algún funcionario del gobierno de Rafael Moreno Valle, que incluso tardó más de 24 horas en entregarle el cuerpo de su hijo.
•Arturo Rueda
Páginas 14 y 15
En San Bernardino reina un dolor impotente en el funeral del niño José Luis Alberto Tehuatlie. El muerto no es de su madre, Elia Tamayo, ni de sus hermanas, sino de toda la comunidad. Un ataúd blanco gobierna el zócalo de Chalchihuapan y casi todo el pueblo, alrededor de mil personas, se reúne para cantar el adiós. Junto al féretro lucen los proyectiles que dispararon los policías del gobierno morenovallista. La comunidad se expresa en un silencio resignado. No hay consignas en contra del gobernador poblano, ni sus policías. No es un acto político, sino de consternación.
RMV oRdENA A SUS MEdioS CRiMiNALizAR al niño “Por ParticiPar en la Protesta” Páginas 12 y 13
/ Foto / Rafael Murillo
/ Foto / Especial
La larga noche de Chalchihuapan en el funeral de José Luis