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Paisajes

Amigos de Sian Ka’an

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En pocas ocasiones reflexionamos sobre lo valioso que son los paisajes. Quizás de vez en cuando nos damos la oportunidad de contemplar un atardecer o de admirar alguna montaña desde una carretera. Sin embargo, los paisajes nos acompañancon mucha más frecuencia y son mucho más importantes de lo que nosimaginamos. Quizás por eso somos descuidados y los destruimos con facilidad. Lapenínsula de Yucatán, a pesar de ser relativamente plana, es rica en paisajes. Loprimero que nos arrebata el aliento al llegar a Cancún es el azul turquesa del mar.Navegar por la Bahía de Mujeres puede ser alucinante por la intensidad del colormarino, tal y como sucede en la laguna Bacalar.Aunque pareciera imposible en nuestra península, Isla Mujeres y Tulum nos regalanunas vistas asombrosas en sus acantilados de roca caliza adornados por lostemplos mayas en el último e interesantes esculturas modernas en la primera.Cada cenote es una joya única e irrepetible; algunos profundos e imponentescomo los de Yucatán, otros casi a ras del suelo como los de Quintana Roo. Cuandotenemos la oportunidad de subir a las pirámides de Cobá o Calakmul, es extasianteel mar de selva verde, tachonada por el vuelo de pericos y tucanes, que se abreante nuestros ojos. El sol del atardecer le da un toque especial a esa inmensidadllena de vida.Esas mismas selvas ofrecen un panorama totalmente diferente cuando se caminaen su interior. El sol se filtra entre las hojas, los troncos y las raíces de los árbolesnos llenan la vista de formas y texturas, las aves y mariposas brindan toques decolor difíciles de igualar. Por si fuera poco, el mundo subterráneo también nosofrece vistas únicas y exquisitas de estalactitas sumergidas en inmensas bóvedascubiertas de agua. Cada rincón es una escultura labrada gota a gota durante milenios.Desde una de esas cuevas inundadas uno puede llegar buceando al arrecifeen donde la combinación de corales, esponjas, peces, crustáceos, tortugas, definesy muchos organismos más nos conducen a lo que pareciera ser otro planeta.

Volar sobre los manglares y sabanas del norte de Quintana Roo, Sian Ka’an o la Bahía de Chetumal regala a la vista verdaderas obras de arte natural que combina formas, figuras, tipos de vegetación, canales, lagunas, agua. Es difícil describir lo que desde el aire se puede apreciar. La obra humana también nos ofrece paisajes realmente bellos. Cada zona arqueológica, un zócalo con su iglesia colonial, una plantación de henequén, una milpa, un sembradío de pitahayas, un cementerio antiguo, una calle centenaria, la plaza de una pequeña comunidad maya con sus casas tradicionales de techo de palma guano. La perspectiva misma de la ciudad de Cancún desde alguno de los pocos edificios altos que tiene puede ser también magnífica. Pero, a pesar de estar rodeados de tanta belleza, somos una especia muy eficiente en destruirla. Rellenamos o privamos de su vegetación a los cenotes. Talamos o incendiamos la selva indiscriminadamente para construir, a veces, lo que ni necesitamos. Dinamitamos las cuevas. Levantamos techos de lámina en la plaza de un pequeño pueblo rural, ponemos letras de colores que arruinan la vista de una iglesia con su pátina de siglos. No tenemos empacho en poner un anuncio “espectacular” o un letrero frente a una bella vista caribeña. Nos encanta derribar viejas y frescas viviendas de madera para levantar feas casas de block gris y en extremo caluroso. A los manglares los matamos rellenándolos ilegalmente para poner un estacionamiento o abriendo un camino mal planeado que corta el flujo de agua hasta que lo mata. La lista de sinrazones por las que nos condenamos nosotros mismos a vivir en paisajes cada vez más deteriorados resulta inexplicable

e imperdonable. No tiene que ser así. Muchas civilizaciones se desarrollaron en armonía con el paisaje que las rodeaba. Cientos de ciudades, añejas o modernas, son bellas en su arquitectura, sus jardines y su integración en la vegetación o las montañas que las rodean. Sobran las pequeñas aldeas construidas con materiales locales, con respeto a sus raíces y tradiciones. El mundo moderno goza de disciplinas muy sofisticadas de arquitectura y manejo del paisaje. No deberíamos ser tan implacables con nosotros mismos y con lo que nos rodea. El desarrollo debería ser armonía y belleza, no barbarie y destrucción. Cada vez que nos encontremos con un espacio hermoso, con un lugar que nos conmueva, pensemos en que tenemos la oportunidad de que sea siempre así, construyendo nuestra civilización con honor, dignidad racionalidad y sensibilidad, dones propios de la humanidad.

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Landscapes

Amigos de Sian Ka’an

We rarely reflect on how valuable landscapes are. Perhaps from time to time we give ourselves the opportunity to watch a sunset or admire a mountain from a road. However, landscapes accompany us much more frequently and aremuch more important than we imagine. Perhaps that is why we are careless anddestroy them easily. The Yucatan Peninsula, despite being relatively flat, is rich inlandscapes. The first thing that takes our breath away when we arrive in Cancunis the turquoise blue of the sea. Navigating the Bahía de Mujeres can be amazingdue to the intensity of the marine color, just as it happens in the Bacalar lagoon.Although it seems impossible on our peninsula, Isla Mujeres and Tulum give usamazing views on their limestone cliffs adorned by Mayan temples in the latterand interesting modern sculptures in the former. Each cenote is a unique and unrepeatablejewel; some deep and imposing like those of Yucatan, others almost atground level like those of Quintana Roo. When we have the opportunity to climbthe pyramids of Cobá or Calakmul, the sea of ​green jungle, studded by the flightof parakeets and toucans, opens before our eyes. The sunset sun gives a specialtouch to this immensity full of life.Those same jungles offer a totally different panorama when you walk inside them.The sun filters through the leaves, the trunks and roots of the trees fill our eyeswith shapes and textures, the birds and butterflies provide touches of color thatare difficult to match. As if that were not enough, the underground world alsooffers us unique and exquisite views of stalactins submerged in immense vaultscovered with water. Each corner is a sculpture carved drop by drop over millennia.From one of those flooded caves one can dive to the reef where the combinationof corals, sponges, fish, crustaceans, turtles, defines and many other organismslead us to what seems to be another planet.

Flying over the mangroves and savannahs of northern Quintana Roo, Sian Ka’an or the Bay of Chetumal gives the eye true works of natural art that combine shapes, figures, types of vegetation, channels, lagoons, water. It is difficult to describe what can be seen from the air. Human work also offers us really beautiful landscapes. Each archaeological zone, a main square with its colonial church, a henequen plantation, a milpa, a pitahaya field, an old cemetery, a centuries-old street, the plaza of a small Mayan community with its traditional houses with guano palm roofs. The very perspective of the city of Cancun from one of the few tall buildings that it has can also be magnificent. But, despite being surrounded by so much beauty, we are a very efficient species in destroying it. We fill or deprive the cenotes of their vegetation. We cut down or set fire to the jungle indiscriminately to build, sometimes, what we don’t even need. We dynamite the caves. We erect tin roofs in the square of a small rural town, we put colored letters that ruin the sight of a church with their centuries-old patina. We have no qualms about putting up a “spectacular” advertisement or a sign in front of a beautiful Caribbean view. We love to tear down cool old wooden houses to put up ugly, extremely hot gray block houses. We kill mangroves by illegally filling them in for a parking lot or by opening a poorly planned road that cuts off the flow of water until it kills it. The list of unreasons for which we condemn ourselves to live in increasingly deteriorated landscapes is inexplicable and unforgivable. It does not have to be this way. Many civilizations developed in harmony with the surrounding

landscape. Hundreds of cities, old or modern, are beautiful in their architecture, their gardens and their integration into the vegetation or the mountains that surround them. There are plenty of small villages built with local materials, with respect for their roots and traditions. The modern world enjoys very broad disciplines of architecture and landscape management. We should not be so ruthless with ourselves and with what surrounds us. Development should be harmony and beauty, not barbarism and destruction. Every time we come across a beautiful space, with a place that moves us, we think that we have the opportunity to always be like this, building our civilization with honor, dignity, rationality and sensitivity, gifts of humanity.

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