Mambo la Merced Nr.2

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Marzo-Abril 2005 * Distribución Gratuita

GACETA BIMESTRAL DE CASA TALAVERA

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Universidad Autónoma de la Ciudad de México


El barrio y sus moneros

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a lo dijo don Gabriel Vargas, quizás el monero más famoso de la historieta mexicana, respecto de su renombrada Familia Burrón; “A ésos los conocí de carne y hueso cuando era chiquillo. Se trataba de una familia vecina que tenía un hijo apodado el baby con el cual acostumbraba jugar: la señora, de cuerpo grueso y pecho turgente, como de cantante de ópera, era voluntariosa y bien mandona; mientras que el señor, que se llamaba Regino, se aplicaba a fondo para cumplir las órdenes de su esposa.” Ese fue el modelo natural que sirvió a la historieta que marcó un hito en la cultura popular mexicana. Una naturaleza viva que habitaba calles y vecindades de esa Ciudad de México que cambiaba aceleradamente. “Años más tarde —recordaba Vargas— tomé ese modelo para crear a doña Borola Tacuche, don Regino Burrón y su prole: Macuca, el Tejocote, Fosforito (hijo adoptivo) y el fiel perro Wilson, quienes vieron la luz en el de año 1947”. El resultado no se hizo esperar, un éxito rotundo y con él nacía una suerte de autoconciencia de ese estrato popular que luchaba cotidianamente por el sustento.

La historieta y el barrio: un encuentro histórico

Carlos Francisco Jiménez

El Centro Histórico, Guerrero, La Merced, inspiraron numerosas leyendas, acunaron entre sus muros a personajes históricos y a través del cine y la historieta, marcaron modas y difundieron costumbres y géneros.

Sin embargo, ya había en esa época historietas que hablaban de los barrios. Agustín Sánchez, versado conocedor de la historieta mexicana y actual director del Museo de la Caricatura nos recuerda el origen de ese género: “todo inició con una pequeña historieta que aparecía en las cajetillas de cigarros del Buen Tono; su función era doble, a la vez que le hacían publicidad, relataban una pequeña narración, creada por Juan Bautista Urrutia, inspirada en personajes urbanos. Estamos hablando de los primeros años del siglo XX por ahí de 1900-1905. Por aquellas épocas el célebre autor de las calaveras más famosas, don Guadalupe Posada, también tenía un personaje que se llamaba Chepito Mariguano que era sin duda el prototipo urbano desarraigado que deambulaba por la ciudad. “Pero no es sino hasta la consolidación de los dos grandes diarios nacionales de aquella época, me refiero al Excélsior y El Universal, que se abren espacios masivos para los caricaturistas. Ahí entra a trabajar Jesús Acosta, que hace el Chupamirto; sin duda el antecedente de Cantinflas, el peladito que recorre las carpas, las cantinas y los vecindarios, y otros muchos autores más, entre los que destacan Ger-


man Boots con los Supersabios y por supuesto, también Gabriel Vargas, con los Superlocos”. No hay que olvidar, que en estas primeras caricaturas los personajes rurales siguen estando presentes de manera constante. La presencia del “indito” que se inserta en la ciudad es muy tangible, por ejemplo en “El Chupamirto”, un personaje urbano que proviene del campo o en las historietas del mismo Gabriel Vargas que creó algunos personajes campiranos como Roberto Memelas. También en Superlocos están Don Filimeno Metralla y Bomba o el mismo Buen Caperuzo que son personajes que están viviendo esa transición entre campo y ciudad. En este sentido, afirma Agustín Sánchez “Jilemón sobresale dando el gran salto a protagonista de los Superlocos”, que en palabras de Carlos Monsiváis: “es un punto de referencia para medirse con la gran corrupción, el pícaro que se aprovecha de los demás en pequeña escala. Ningún otro granuja divertido del cómic mexicano posee la consistencia de Jilemón en el dibujo y la conducta, en la fealdad divertida y el atropello. Al expresar el ánimo de abuso dominante, el personaje transa y dinámico se mueve a sus anchas en la ciudad que abandona su calma, y al hacerlo se aleja del tradicionalismo”.

La familia que marcó un hito Es con estos antecedentes que aparece la Familia Burrón; en suma, una perfecta síntesis de la moral, los personajes y las costumbres del barrio. Para Agustín Sánchez, el paralelismo de la Familia Burrón con otras expresiones artísticas de la época son indudables. Incluso Chava Flores le comentó personalmente que sus canciones eran a la música lo que sus personajes a la historieta. Para muestra está la canción “La Casa de la Lupe”, una letra de vecindad que podría haber ilustrado Vargas. En el cine, las producciones de Alejandro Galindo y de otros contemporáneos, dan el mismo aire. Se trata de reflejar el microcosmos que se traslada del rancho a la ciudad y que se ve reflejado en los vecindarios. Otro elemento que distingue a la Familia Burrón es su atemporalidad, exceptuando algunos números específicos, como uno que se hizo para el terremoto de 1985. Otro aspecto muy importante es el lenguaje, sin duda alguna, un castellano muy bien escrito. “A ese respecto —señala Agustín Sánchez— he hecho una comparación con la primer novela que Mariano Azuela considerara genuinamente mexicana: “Astucia”, de Luis G. Inclán, escrita a mediados del siglo XIX en un lenguaje muy mexicano, el mismo que Gabriel Vargas parece retomar en sus historietas”.

Estas características de pureza en el idioma y el tono, eran conscientes para el autor, quien afirmaba “en los casi 60 años de La familia Burrón nunca he utilizado una palabra altisonante ni un albur, tampoco el término Dios, porque se puede creer en él o no, pero es una figura que debe respetarse”. La Familia Burrón, en palabras de Carlos Monsiváis, es equivalente al alma de la vecindad: ‘’el espacio clásico de la imaginación popular hasta fechas recientes, que de allí se extiende a terregales, mercados, residencias, billares, carpas, al orbe en suma de las transas, la represión policíaca, la solidaridad en la escasez, la carestía, el desempleo, la pequeña corrupción, las necesidades apremiantes. Los Burrón nunca se apartan de su rasgo distintivo: la inseguridad económica”. En toda la gran riqueza y variedad de la tira cómica y política que viene desde el siglo XIX, la vecindad o el Centro Histórico aparecen como el marco geográfico que da pié a una crítica mordaz: “un ejemplo actual de ello —sostiene Agustín Sánchez— es la tira cómica que aparece en periódico la Jornada denominado Tetona y Santos en donde los personajes son ambientados en lugares claramente identificables como partes del Centro Histórico. >>>

La Familia Burrón, Memin Pinguín y otras tiras cómicas semejantes constituyen, además de expresiones clásicas de la cultura mexicana, un vivo testimonio de la riqueza temática y estilística que florece en nuestras calles.


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Memin Pinguín, de Guerrero a la fama Poco tiempo después de la aparición de la Familia Burrón comenzaría a circular Memin Pinguín. Su éxito, en palabras de Agustín Sánchez, se debió al personaje mismo, travieso y diferente. Siempre ha habido un racismo hacia el indio pero no hacia el negro y menos aún hacia un negro huérfano. No hay que olvidar que en México siempre hemos sido muy condescendientes con la pobreza y si se trata de una pobreza asociada a un personaje lejano a nuestra cultura como es la negra, con mayor razón”. Por su parte, Carlos Francisco Jiménez, con más de cuarenta años de experiencia como editor de historietas de las empresas editoriales Novaró y Vid y coordinador de varias reimpresiones como la de Memín Pinguín y Bolillo, afirma que en esta historieta, a diferencia de la Familia Burrón, no existe una crítica aguda al sistema. Los valores se ajustan más hacia la diferenciación de las clases sociales a través de una escuela y los amigos de protagonista. Al fin y al cabo, el eje fundamental de la historieta es el barrio, visto desde la perspectiva de un grupo de adolescentes, con muchos valores humanos.” “Recuerdo que —comenta Carlos Francisco Jiménez— en las pláticas que tuve con Yolanda Vargas Dulché, la creadora de Memin Pinguín nos comentaba que, de su esposo Guillermo de la Parra, que trabajaba en un Banco, tomó el sobrenombre de Memin Pinguin, que le pusieron sus amigos, para crear el personaje”. Actualmente, con la reimpresión de la serie, se busca que las actuales generaciones, conozcan las historietas que leyeron sus progenitores. Hoy los barrios han cambiado y también sus moradores. Los tiempos épicos que le dieron vida a la Ciudad de México actual, quedaron atesorados en páginas inmortales de las historietas y ahora, nuevos “histo-rietadores”, juegan a vaticinar el nebuloso presente, que mañana hará parte de nuestra historia. Alejandro Semo

Requisitos: * Presentar obras no publicadas, máximo tres poemas * Entregar en sobre cerrado, consignando aparte los siguientes datos: - Nombre, edad, teléfono, dirección, e-mail * Fecha límite de entrega: 30 de abril de 2005 Entregar en Casa Talavera: Talavera núm. 20 esquina República de El Salvador, Col. Centro Delegación Cuauhtémoc, tel. 5542 9963 Los poemas serán premiados por una mesa de jueces convocados especialmente, y se publicarán en un número especial de la Gaceta Mambo la Merced


por o l p n peri

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el mundo de don

Javier

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e su infancia, recuerda la misma vecindad que en un pasado sus padres rentaron y hoy es de su propiedad. En aquel entonces sólo habitaban el número seis. “Lamentablemente mi padre murió cuando yo era adolescente y tuvimos que hacernos cargo del negocio que él tenía a lado de mi madre. Con muchos esfuerzos lo sacamos adelante lo que, a todos los hermanos nos permitió completar los estudios. Después de un largo tiempo de convencimiento, logramos entrar en negociaciones para la adquisición de este predio. Dimos un enganche y el resto fue a crédito. Trabajamos durante mucho tiempo para comprarlo. Cuando lo recibimos estaba en condiciones muy precarias, había sido una vecindad durante décadas”. Más tarde, a Javier Roca la vida le impuso un parteaguas; 1982 fue el año que marcó el hito. La Merced dejaría de ser el tradicional barrio de frutas y legumbres, con sus bodegas, sus fiestas, sus romerías y sus antiguas tradiciones. Se anunciaba la construcción de lo que hoy es la Central de Abastos. Javier recuerda: “la zona quedó afectada por más de quince años, resultado de una ausencia total de consensos y acuerdos, entre comerciantes y el gobierno, que incluso mandó construir zanjas en todos los

Roca

Fue de los más activos miembros de la Unión de Comerciantes de Frutas y Legumbres, pero hoy se dedica a la administración de inmuebles y a una pequeña papelería de su propiedad. Su nombre de pila es Javier Roca, ampliamente conocido en toda La Merced. Su historia lo pone entre los testigos principales que vieron morir y renacer el barrio, hace ya más de dos décadas. accesos para que los camiones de abasto no entraran a la zona, zanjas que llegaron a extenderse hacia al interior del barrio. Recuerdo que hubo un tiempo que La Merced parecía zona de desastre”.

Años difíciles A raíz de la insistencia del gobierno en aquel entonces para que los comerciantes se desplazaran hacia la Central de Abastos su organización sufrió fuertes divisiones internas. “El gobierno de Hank González convenció a algunos de nuestros líderes para que sus agremiados adquirieran bodegas en la Central de Abastos en condiciones desfavorables. Los que nos opusimos a esa imposición fuimos víctimas de abusos y represión, de eso nunca se habló en la prensa. Pero además de las condiciones desventajosas que nos impusieron, no hay que olvidar que la Merced fue un centro tradicional de comercio en legumbres y frutas para todo el valle de México desde épocas coloniales. De un plumazo se perdieron años de trabajo y un nombre “La Merced”. Fue como empezar de cero, en la Central de Abastos no había quien nos diera crédito”.

Por otro lado, las cosas cambiaron mucho para quienes no habían podido hacerse propietarios: el metro de terreno en la Merced llegó a ser el más caro en toda la República Mexicana. También cambiaron las cosas entre colegas: “En el pasado existía un ambiente de confianza mutua entre comerciantes y distribuidores, incluso los créditos se otorgaban sin ningún requisito, lo que valía aquí era la confianza y la palabra. Ahora ya nadie quiere prestar nada, trágica situación si tenemos en cuenta que el comercio, siempre subsistió gracias a los préstamos. Buenas y malas noticias atesoran estas nuevas épocas que son, como todas, épocas de lucha. Javier Roca, como muchos vecinos de La Merced, sabe que hoy, menos que nunca, nadie regala nada. Como tampoco hay tiempo para la nostalgia, la única solución es enfrentar las batallas sin bajar las banderas que nos salvan como seres humanos: el buen humor, los principios y la memoria, pues no existe presente, ni futuro, si no tenemos en cuenta nuestro pasado.

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anrique, M l ie n a á aaD Entrevist e Tepito Arte Ac d creador

La cultura está en las manos... Hacedor de mundos urbanos, pintor y activo defensor de la cultura popular, Daniel Manrique sintetiza en tres palabras su pensamiento y su arte: “aceptarnos a nosotros mismos, ser lo que somos”. Creador de Tepito Arte Acá, sin duda uno de los movimientos artísticos populares más significativos de la Ciudad de México, comenzó su trayectoria con una simple pregunta: “lo que inició con una ocurrencia, se transformó en una inquietud, la inquietud de entender qué es cultura”.

A De Tepito a La Meche, de barrio a barrio ¿Ya saben lo que significa la palabra barrio? Me cái que no lo saben, me cái por ésta, yo se los digo, dos puntos: barrio es palabra árabe y significa o quiere decir: mi lugar, mi tierra. Pero en chirris, o sea, la comunidad donde está mi familia, mis cuates y cuatas, la banda, la palomilla, los cábulas. Se supone, del verbo supongar, que en las próximas vamos a chorear en esto de lo que es el barrio de la Meche, pero, ¿Cuál barrio? ¿El de ahora, ahorita, ahorititíta o el de ya hace muchos ayeres? Vamo a ve’, por lo pronto aquí me paro. Por Daniel Manrique

partir de ese germen filosófico comienza a interrogar el mundo este hombre que, ya con más de 60 años, va atisbando ciertas conclusiones. Por eso, quizás, va casi invariablemente vestido de negro, esgrime con elegante sobriedad un lenguaje que sabe pintorescamente chilango y pasea su nostalgia y su ironía por el centro histórico, que conoció en mejores épocas. Así, entre el pudor y una masculina coquetería, exhibe Daniel Manrique su hidalga figura de caballero a pie, amante de una cultura manual en tiempos de la fayuca, luchador por una concepción social y barrial de la cultura, en momentos en los que el shopping y el marketing hacen estragos en los barrios y en las almas.

¿De dónde proviene su actitud estética y filosófica? —Como tepiteño percibí a temprana edad que el barrio estaba compuesto por tres estratos sociales: por un lado, las clases medias porfirianas venidas abajo que renegaban de su condición social, jornaleros u obreros a los que se les cerró el camino para emplearse en las fábricas en mejores condiciones; por el otro, están los que llegaron a la capirucha sin ningún oficio ni beneficio, pues hasta su trabajo de campesinos se les había olvidado. De hecho éstos conformaban la mayor parte de la población. Al urbanizarse este último sector, comenzó a realizar todo tipo de actividades para sobrevivir. Esto es lo que me hace comprender que el verdadero significado de la cultura no se refiere a la cultura impuesta, la que viene de otras partes, sino la verdadera cultura popular, cuyo significado implica saber para qué tenemos las manos. En Tepito ésto se expresa, fundamentalmente, en la capacidad de reparación de cualquier tipo de objeto. Al concebir esa idea, comencé a entender el significado de nuestra identidad, un concepto que si bien tiene rasgos abstractos, sí marca una clara diferencia, porque aquel que no sabe hacer nada con sus manos es

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un ser in-definido. Esa es pues para mí, la raíz de la identidad y no los rasgos faciales, como algunos estudiosos de la cultura han querido interpretar. Así la conclusión es más que obvia: si no me permiten hacer muebles, entonces los reparo y los copio, si no me permiten hacer coches en una fábrica, entonces soy hojalatero. Aquí en el barrio tenemos un dicho que dice: “en Tepito se repara lo que sea, hasta la virginidad”. Ahí esta el principio de todo.

En el principio, era el barrio —¿Como fue su infancia? —Nací entre los jodidos, viví en una vecindad, la habitación se reducía a un cuartito, ahí estábamos mi papá, mi mamá y los cuatro abuelos. Había dos camas y un ropero viejo que se sostenía con mecate porque ya no tenía respaldo. A la entrada de la vecindad había tres excusados. En sí, la vecindad era pequeña, no más de once habitaciones, los lavaderos y los tendederos, un caño que siempre estaba inundado. A la salida había un mercado de chatarras sobre todo de hierro y todo tipo de metales, quizá lo que más se acerca hoy en día a ese ambiente es el mercado del Chopo”. —¿Cómo es que ese ambiente, esas vivencias, se transforman en materia prima de su actividad social y cultural? —Ya desde la infancia me cuestioné sobre mi propia existencia y mi identidad. Mi asombro se acrecentó al darme cuenta de la falta de una conciencia colectiva, más aún si partimos de la tesis de que en función de cumplir nuestras necesidades básicas hacemos de todo: brujería, religión, ciencia, técnica, economía. Intenté hallar respuestas en palabras como la moral, el espíritu humano, el alma, pero no las encontré. Si a ello le añadimos conceptos como el honor o el orgullo, todo eso me hizo preguntarme ¿Acaso son palabras en un idioma que no es el mío? Porque hay que recordar que el español proviene de Europa y a mi me gustaría haber dominado una lengua indígena... quizá entonces hubiera hallado respuestas. Por lo tanto, si no podemos cambiar las cosas, entonces lo único que nos queda es hacer propuestas.

Tepito muy acá... ¿Y el arte? —¿Cómo fue que esas ideas convergieron en la creación de la organización que se denominó Tepito Arte Acá? —Desde la creación de Arte Tepito Acá partí de la idea de que a través del arte debíamos percibir cómo somos, cómo vivimos, qué es lo que envuelve a la cultura popular; primero desde las vecindades y después a través de los oficios. Esta idea me llevó a entender qué es lo que nos distingue. Un ejemplo de ello es cómo la música cubana se arraiga en nuestra cultura musical, no así el rock comercial, una expresión deformada y parcial del arte. Cuando me refiero a la música cubana fundamentalmente hablo del son, cuya identificación con nuestro barrio no sólo se encuentra en el idioma, sino también en nuestras expresiones culturales, morales y hasta religiosas. De esta forma no estoy inventando nada, estoy revalorando lo que se sucedió. —¿Cómo ve al barrio, actualmente? —De mis lecturas, sobre todo de Leornardo Da Vinci y Durero, comprendí que su objetivo fundamental eran los espacios. Y concluí que el concepto de espacio era lo que nos podía fortalecer como comunidad, como vecindad. Se trata de forjar un espacio integral de convivencia e identidad: patio-calle-vivienda. En la suma de estos tres elementos está el significado del barrio. El momento en que estaba barruntando esas ideas coincidió con una propuesta de construir edificios que hicieron las autoridades delegacionales hace varios años, a la que yo me opuse rotundamente, ya que rompían con una estructura fundamental de convivencia social muy arraigada, que está asociada a la vecindad, como es el patio colectivo donde los vecinos se encuentran, y los talleres en cada una de las viviendas. De ahí que lo ideal hubiera sido que volvieran a construir nuevas vecindades pero mejorando los espacios interiores y exteriores. Irónicamente, quienes también se opusieron a mi propuesta fueron los asalariados, ya que se fueron con la finta de la modernidad. Si a esto le añadimos el fenómeno de la fayuca, la cual no es posible repararla tienes un cuadro expulsivo. Aquello que constituyó el alma del barrio corre grave peligro. Este es mi diagnóstico. A esa ruptura de la comunidad se debe que los barrios se inunden de mercaderías inservibles y que crezcan la criminalidad y la indiferencia. El cuadro ahora es desolador, pero creo que no faltan gente de buena voluntad e ideas claras. En mi caso, el arte es mi política, mi forma de actuar.

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Temas y temores

Sexoservicio: la actualidad de un antiguo problema

Calle de Mesones y Cruces, La Merced

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a modernidad, que ha traído a la ciudad puentes y rascacielos, no ha hecho sino recrudecer sus vicios y miserias. Entre ellas, qué duda cabe, está la prostitución, una institución de hecho, que sirve diariamente, no sólo las miles de chicas y chicos —algunos, dicho sea de paso, de la tercera edad— que fatigan sus banquetas en busca de sustento, sino toda una sociedad hipócrita que prefiere hacer como que aquí, estas cosas no ocurren. Estos testimonios, publicados por Mambo La Merced, datan de 2001 y pertenecen a un libro editado por la Congregación de las Madres Oblatas, denominado La vida desde nuestros ojos, Mujeres de la Merced, resultado de un prolongado trabajo de apoyo a las mujeres que se dedican a la prostitución en la Merced. Por supuesto que el de las religiosas no es la única mirada posible hacia este universo paralelo de las “mujeres de la calle”, pero constituye un intento real, crudo y cotidianamente sostenido, de aceptar su existencia y proponer alguna acción para, al menos, aminorar su crudeza. Por la intensidad de su relato, Mambo la Merced reproduce la historia personal de Constancia.

Amores perros Mi nombre es Constancia. Tengo 32, años soy de provincia; fuimos once hermanos cinco hombres y seis mujeres. Recuerdo mi niñez con tristeza, por que mi papá no tenía trabajo, trabajaba la tierra que no era suficiente; mis padres me decían: la escuela es para los hombres, a las mujeres las van a mantener. Muchas veces no teníamos zapatos. Mi mamá se casó muy joven (16 años) pero para cuando se casó se consideraba solterona. Ella nos exigía cumplir con tareas que eran pesadas. Por ejemplo, cuando tenía seis años yo me encargaba del nixta-

mal para hacer las tortillas y siempre, cuando no sabía o no podía hacerlo igual a mis hermanos, me llamaban inútil. Nos maltrataban verbal o físicamente. Conocí a un chavo, yo tenía 16 años, él 18. Vivimos seis meses juntos, estábamos bien. Fuimos con mis papás, él le dijo que él se hacía responsable de mí a lo que mi mamá le contestó que ya lo era pues yo todavía no era mayor de edad. De pronto él se quedó sin trabajo, me dijo que necesitaba de mi ayuda, él dijo: tengo un amigo, te voy a llevar con él. Fuimos a ver al amigo quien

dijo que su compañera nos iba a llevar a donde trabajar... no me imaginaba qué tipo de trabajo era. Tienes que estar con diferentes hombres que te van a dar dinero. Aunque yo no quería ese trabajo, el me amenazaba con que si lo dejaba lo iban a golpear —me decía—. Yo sé que es muy difícil para ti y para mi también lo es —me dijo— Yo lloraba mucho. Después comenzó lo difícil cuando no llevaba dinero o llevaba poco, me empezó a pegar, después me di cuenta de que como yo, había cinco mujeres a las que explotaba.


Espacio de las Madres Oblatas en La Merced

Niños de la guardería de las Madres Oblatas

La labor de las Madres Oblatas con las sexo-servidoras Todos sabemos que La Merced es un lugar extraño donde muchos extremos conviven y a veces, como en el caso de Las Madres Oblatas, se tienden mutuamente la mano, en un inédito encuentro. Verónica Ortega, es una monja, que desde muy temprana edad se propuso ayudar a las personas más vulnerables. Con esa idea se unió a la Congregación de las Madres Oblatas cuyo objetivo es establecer, más que una ayuda de carácter asistencial, un diálogo integrador abierto en contra de la desigualdad de la mujer y buscar otras alternativas de vida que se alejen del abuso. “La palabra Oblata —nos dice Verónica— es una palabra en latín que significa “Ofrenda puesta sobre el Altar”. Cuando se hace la celebración eucarística se habla de la oración hecha al padre; nuestra vida se asocia al padre en el altar. Cuando llegué aquí a los 22 años, —recuerda Verónica— tuve quizá lo que fue mi experiencia más dura. Conocí a una mujer ya de avanzada edad que se había prostituido desde muy joven, y presentaba serios problemas de drogadicción y alcoholismo, una mujer que mas bien podría ser mi madre, y que mostraba en sus rasgos faciales la carga de las más inhumanas y me atrevería decir perversas agresiones a las que una persona puede ser víctima. Sabes —comenta Verónica en forma pensativa— cuando llevas una vida religiosa tu debes enseñar con el ejemplo pero a veces el ejemplo de los demás son lo que te enseñan a ti. Las Madres Oblatas comienzan su labor de acercamiento con las prostitutas con el “trabajo de calle”, en el que se reconoce el sitio, se adquiere una relación de cercanía con las mujeres, para realizar ciertas estrategias, para el trabajo de recuperación. El trabajo de calle ha sido el punto de partida, el cual nunca deja realizarse, pues en este contexto, la prostitución crece y a esto debe responderse de manera más consistente. “En general, su problemática no incluye solamente una relación de explotación por parte del proxeneta (padrote) y el cliente, sino también, de otros elementos que se intercalan en su situación y la agravan en todos los aspectos. Hemos de-

Nadie ignora que La Merced es en la Ciudad de México, un espacio “de tolerancia”, lo es, como acreditan testimonios históricos, desde hace siglos y constituye en este sentido un testimonio de que, a pesar de los años hay problemas que no cambian. tectado un alto índice de drogadicción y alcoholismo, de violencia intrafamiliar. También encontramos el síndrome del niño maltratado, delincuencia, desintegración familiar, abandono. La mujer en contexto de prostitución no tiene seguridad, tanto económica, social y emocional, está relegada y marginada de una vida digna para ella y para sus hijos”. “Pero sin duda —continúa Verónica— el problema más agudo que enfrentamos es con el proxeneta, motivo por el cual bloquean cualquier forma de asistencia social. Establecen lazos afectivos y de dependencia muy fuertes con ellos, incluso llegan a verlos como sus parejas. Hemos llegado a tener enfrentamientos muy fuertes, a tal grado que, en algunos casos, ellas mismas nos avisan si están presentes previamente, para que nos alejemos. ¡Qué paradójico! —se cuestiona así misma— la mayoría de las mujeres son engañadas; es decir, son introducidas en este lugar con la promesa del matrimonio por parte de los proxenetas, casi todas ellas de menor edad, pero al cabo de algunas semanas, las convencen de la urgencia de que trabajen, debido a un accidente fortuito, que requiere de una importante suma de dinero u otros pretextos”.

El punto de encuentro “En los recorridos —sostiene Verónica— fuimos percibiendo que una de las necesidades más urgentes que tenían estas mujeres era el cuidado de sus hijos, un problema que el padrote no les resolvía, y ese fue, por decirlo de alguna forma, nuestro punto fuerte. Gracias a la asistencia que le damos, cuidando a sus niños, hemos logrado que muchas se acerquen a nosotras en donde asisten a cursos sobre

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Temas y temores

sexualidad, hablan con la terapeuta, y asisten a la ginecóloga. En la calle atendemos un promedio de cincuenta mujeres, les ofrecemos materiales, sobre sexualidad, higiene y leemos con ellas la Biblia. Con su experiencia, las Madres Oblatas han editado dos libros que constituyen una referencia importante para cualquiera, religioso o no, que pretenda acercarse a la problemática de la prostitución. Surgieron a partir de las terapias y posteriormente fueron revisados por especialistas. Uno de ellos, Mujeres de La Merced es fundamentalmente un conjunto de crónicas, testimonios y experiencias de varias mujeres. El segundo libro está enfocado hacia aspectos de higiene y salud sexual. “En el contexto de sus necesidades más fundamentales, hemos dado una especial atención a la guardería. La propuesta educativa que impulsamos se llama “Nezahualpilli”, la cual se rige en función de crear valores como la honestidad, la lealtad, la sinceridad. Un sistema que se basa en Montesori, pero con ciertas adaptaciones a grupos económicamente marginados. Así mismo, ubicamos las necesidades fundamentales de los niños. Creamos subdivisiones en los grupos, en la medida que vamos detectando sus inclinaciones. En ese sentido nos sentimos satisfechas con los resultados hasta la fecha, exceptuando dos niños, los demás han pasado al sistema de enseñanza oficial con buenos resultados y buenos rendimientos escolares.

Maestros, madres y alumnos hacen una labor conjunta

ios entar m o es) c s, usion c s i (carta d s y otra La verdad es relativa, pero la neta, es la neta... Mambo se estrenó al fin y a la gran taquiza de inauguración cayó un buen de banda, cuates y hasta cuetes, que no podían faltar dada la magnitud del evento y la proverbial solidaridad con que nuestro pueblo acoge las causas perdidas, únicas que, en estos tiempos de desfigures, aún merecen la lucha. Así, todos, más o menos entonados, procurando algún hilo negro en el oscuro caserón de Talavera, fuimos dando a luz algunas verdades... ..que no son netas y algunas netas que ni falta hace que sean verdaderas. ¿Necesitamos explicación? En corto, con peritas y manzanas, la cosa es más o menos así: la verdad, según los filósofos, es la adecuación de un concepto con una cosa. A la neta, en cambio, la dicta el sentimiento y se asocia en consecuencia, con el corazón y lo que “nos late”. Esto viene a cuento de las netas que en tan emotiva ocasión nos regalaron algunos carnalitos: Daniel Manrique por ejemplo —a quien después de lo dicho, no tuvimos más remedio que entrevistar en este número—, nos lanzó todo un reto: “todo muy bien, pero ¿A poco van a aguantar…?” Viniendo como viene, de la voz de la experiencia, no cabe más que atender el desafío, hacer de tripas, corazón, y armarse para dar el ancho. Poco después, Rafael Catana —tenía que ser poeta para en el aire componerlas—, preguntaba: ¿Entonces Mambo es una revista comunitaria, una revista universitaria o una revista cultural? Ya estuvo. Gracias Rafaelito por ponernos a parir… De entre los chayotes que alumbramos, sacamos algunas sabrosas reflexiones, que compartimos a continuación. Como dice el mismo Manrique en la entrevista que publicamos, frente a la “industria cultural” y sus mercancías, nosotros estamos por una suerte de manu-factura cultural. Una suerte de “hágalo usted mismo” en el que al menos, nadie nos pueda quitar lo bailado. Con ese afán se dictan los talleres en Casa Talavera y así también perpetramos esta gaceta que, no por ser cultural deja de ser comunitaria, en el sentido de que seguimos pensando que la gente, en sus barrios, en sus oficios, en sus fiestas y sus comilonas, es la que cotidianamente hace, vive y habita la cultura. Con respecto a la preocupación por el carácter universitario de la publicación, hay que decir que la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, a la que pertenece por derecho la Casa Talavera, sustenta al respecto, un principio fundamental: el conocimiento que ignora a la gente, es letra muerta. Por eso, Mambo, más que informar, propone la comunicación. Más que chorear sobre “obras maestras de los

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grandes genios”, intenta sumergirse en el in-genio (dizque el genio que llevamos dentro), que nos permite ponerle sazón y belleza a nuestra vida diaria. Más que bajar la Verdad del Olimpo, intenta compartir miradas y retazos de nuestras memorias y nuestras ansias. El barrio, arrabal que la chueca historia oficial orilló al centro (sic) de la vieja Tenochtitlán, es nuestro teatrito. Desde allí, brota la insurgente voz de sus personajes, luchones e ingeniosos como el que más. Ellos nos comparten sus historias, su fe, sus obras, alegrías, tristezas y necesidades ... En suma, sus netas y las nuestras; la neta… ¿Verdad? Mariano Andrade

Las ventajas del cooperativismo En noviembre de 2004 se dictó en Casa Talavera un taller de cooperativismo, el cual mantuvo una concurrencia constante de unos 20 alumnos entre los que incentivó el desarrollo de proyectos comerciales y empresariales en el espíritu solidario que caracteriza a este movimiento. Publicamos a continuación una síntesis del testimonio de una estudiante. El curso de cooperativa me ha permitido desarrollar un proyecto productivo que por años he venido soñando, pero que mis monstruos y fantasmas mentales, que me han acompañado toda la vida, me habían impedido lograr. Durante años soñé una empresa que satisfaga socialmente las necesidades que yo he encontrado toda la vida. Primero por ser una persona obesa, que cada vez que quería ir a comprar a cualquier tienda de la esquina algo de comer nutritivo y a precio justo, sólo encontraba frituras, gansitos, galletas y más engordantes, tan caros que no justificaba el daño que hacían a mi cuerpo, gasto que, por otra parte, seguiría pagando toda mi vida, a través de consultas y medicinas. Después, como madre de un hijo con necesidades especiales, que necesita alimentación balanceada y nutritiva, me fui involucrando en la cooperativa de la escuela donde él se encontraba y obtenía a cambio la posibilidad de pagar sus colegiaturas. Ahora, a través del taller, nos encontramos con la posibilidad de reunir todo el potencial de la experiencia de varias mujeres, mayores de 40 años, madres de hijos con necesidades especiales. Somos cabezas de familia que tenemos una oferta de mercado para una necesidad cada vez más apremiante y urgente: comer... comer como Dios manda, con productos que desarrollen el potencial creativo que nos hace seres racionales, espiri-

tuales, sociales y comprometidos con todo lo viviente del planeta. De nosotros depende organizarnos para desarrollarnos, una actividad que el ser humano realiza desde tiempos prehistóricos, en donde debía ya recolectar, cuidarse mutuamente y cazar a los mamuts. Así: fue creando ciertos valores, esenciales para desarrollar proyectos en comunidad, que es de lo que se trata el taller. En resumen: • Valores intrínsecos como el cuidado de la vida, la salud, la especie, la protección de los niños y madres, del amor de la libertad, la celosa responsabilidad de trasmitir nuestros valores y educar para la vida • Valores extrínsecos como mejorar nuestra comunidad hacer compostas, separar la basura, reciclar, barrera nuestra pintar colorear, etcétera. • Valores sistémicos como oponernos al Plan Puebla Panamá, votar democráticamente, exigir a nuestros gobernantes que cumplan sus promesas de campaña, o que se les condene si lo merecen, etcétera. También debemos tener en cuenta un principio básico: nadie puede vivir y convivir en cooperativismo si antes no ha vivido y tenido una buena relación consigo mismo y su conciencia. TERE LEE CERÓN ARRIETA Presidente del Consejo de Vigilancia de Flores Calpulli, y de la Comisión de Capacitación de la Red Cooperativa Nacional. pesyflores@yahoo.com, teresa_arrieta@hotmail.com

Sabiduría popular Algunos comentarios de Javier Roca, personaje muy representativo de La Merced, que no casualmente entrevistamos para este número, nos parecieron muy atinados para tomar en cuenta en la edición de Mambo. En este sentido publicamos el diálogo , muy de “ a pechito”, que tuvimos con él. Sin duda —comentó Javier, leyendo atentamente Mambo La Merced— falta un artículo sobre personajes del barrio, eso me salta a primera vista”. Más adelante se detiene en la sección “Si estos Muros Hablaran” y recapacita: el reportaje sobre Casa Talavera es bueno, pero aquí falta algo fundamental: un recuadro con leyendas de la Merced, a la gente le gusta leer eso...” “¡Y por supuesto! —interrumpe repentinamente—; la Universidad de la Ciudad de México tiene especialistas, a la gente de aquí le gusta que le hagan recomendaciones sobre aspectos médicos, jurídicos etcétera. Sin duda la Gaceta se enriquecería si los académicos les hicieran recomendaciones”. Evidentemente, a Javier no le falta ojo crítico. Bienvenidas sean sus sugerencias.

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n:

o h C ar D a n o d n Fo revivir el palad

De la f o n d a a los cinco tenedores

Fundada en 1924 la Fonda Don Chon fue creación de Don Encarnación Reyes García, de ahí el nombre de Don Chon. Fortino, que desde hace 42 años trabaja en la fonda recuerda: “ahí le dábamos de comer a los campesinos que llegaban del interior de la República a hacer sus compras y también venían los cargadores. En 1981 muere Encarnación Reyes y un año después la mayoría de los bodegueros se desplazan hacia la Central de Abastos. “Fueron años difíciles, hasta que en 1991 hubo que cerrar la fonda. A mi me ofrecieron trabajo en un restaurante de la Zona Rosa, pero no me hallaba, hasta que afortunadamente se abrieron las puertas de nuevo y me llamaron a trabajar”. Ahora es diferente, llega gente importante: políticos, diplomáticos, artistas y deportistas famosos atraídos por la publicidad que en diferentes medios de comunicación.

El

menú de Don Chon es realmente para sibaritas con postgrado: víbora en machaca estilo Sonora, huevos de mosco en cremole, armadillo (tochi en náhuatl) en salsa de mango, crisantemos rellenos de escamole, faisán en pétalos de rosa: y muchas otras delicias confeccionadas con venado, jabalí, chapulines, gusanos o iguanas. Estas joyas de la cocina prehispánica han sido puestas al día por el Chef Fortino Rojas, quien años atrás abandonó el exclusivo restaurante On Fleur de la Zona Rosa, para incorporarse al Restaurante Bar Chon, ubicado en la calle de Regina núm. 160, a media cuadra d Plaza La Aguilita. Fortino se sienta a mi lado, su semblante muestra aún un entusiasmo juvenil, a pesar de sus largas andanzas en busca de la dieta alimenticia de los antiguos mexicanos. “Recorro los pueblos, platico con la gente, —me dice— les pregunto cual son los platillos más tradicionales de cada región, y me dan de todo: chapulines, caracoles, huevos de insectos... los pruebo y si a mi gente les gusta, los traigo aquí al restaurante y lo incluimos como parte del menú. Claro que las regiones se distinguen por sus alimentos, así por ejemplo, Guerrero es famoso por su iguana, Morelos por el jumile, Tlaxcala por

r t s de los ance

os

a r a p

el gusano de maguey, Veracruz por su carne de víbora, toda la Huasteca por sus cigarras y la variedad de insectos que se comen, el norte del país por su carne bovina, Chiapas por su venado.” Cuando le preguntamos a Don Fortino si la comida que prepara es igualita a la que comían los antiguos mexicanos antes de que llegaran los españoles, responde, pensativo: “No... no, hay que reconocer que hay elementos mestizos, no hay que olvidar que muchos de los alimentos, sobre todo animales, pero también algunos vegetales, ya se extinguieron con el tiempo. Por ejemplo, toda la variedad de chiles de agua, que ya no existen. En el caso de los animales, muchos de ellos son de granja, no son salvajes y eso les cambió mucho el sabor, como el venado o el mismo guajolote. En el caso de a gallina silvestre o el escuincle, si bien existen algunos ejemplares, ya no se comen. Así por ejemplo, en la actualidad a los cerdos los tienen en cautiverio y los alimentan con granos y medicinas para que engorden más ¿Usted cree que van a saber igual que los cerdos salvajes? Otros más los tenemos que importar del extranjero, por ejemplo, el armadillo que viene de Perú. Además, no debemos olvidar que de Europa llegaron la leche, el trigo, el aceite, ingredientes que a diario utilizamos en nuestra comida”.

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El menú del Restaurante Bar Don Chon * Víbora con machaca estilo Sonora * Huevos en mosco en cremole * Armadillo (Tochi) en salsa de mango * Crisantemos rellenos en escamole * Faisán en pétalos de rosa Otros platillos incluyen venado, jabalí, chapulines, gusanos e iguana.

El chef recomienda: Tortitas de ahuetle* (huevos de mosco) *Los ahuetles se compran en el mercado Sonora.

Ingredientes: 1 lata de ahuetle seis huevos Preparacion: • Se bate el huevo a punto de turrón (como si fueran chiles rellenos. • Agregar el ahuetle • Mezclar bien y formar tortitas • Freírlos • Servirlo con salsa verde, nopales • Aromatizar con una rama de cilantro Escamoles (huevos de hormiga) a la mantequilla Ingredientes: 1 Trozo chico de mantequilla 2 cucharadas de cilantro picado 1 chile verde ancho 150 gramos de escamoles Preparación: • Freír la cebolla, el cilantro y el chile en mantequilla. • Agregar los escamoles y servirlos con huacamole

Las calles de nuestros barrios tienen más historias que las abuelitas, algunas ciertas, otras inventadas, todas contribuyen a darle a nuestra ciudad una fisonomía cargada de recuerdos, mitos y leyendas…

D

icen, que en la calle de la Quemada, hoy 5ta calle de Jesús María, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, sucedió este hecho. A mediados del siglo XVIII, siendo virrey de la Nueva España Don Luis de Velasco, llegó a México don Gonzalo Espinosa de Guevara con su hija Beatriz. Se dice que si grande era la riqueza de don Gonzalo, mayor era la hermosura de su hija, que se destacaba también por su alma pura y bondadosa. Lógico es pensar que no le faltaron galanes que comenzaron a requerirla en amores. Entre ellos, uno en especial, don Martín de Scopoli, marqués de Piamonte y Franteschelo, comenzó a amarla con locura. Presa de los celos, el marqués se oponía a que ningún caballero pasase por debajo del balcón de Beatriz, amenazándolo y haciéndolo retroceder. Muchas veces bajo la luz de la luna, esa calle adoquinada asistió a los duelos que el marqués protagonizaba con caballeros que no se conformaban con sus órdenes. Al alba, amanecían frecuentemente cuerpos yertos, causando el espanto de los vecinos y de Beatriz, que llena de pena y angustia tomó una decisión que la haría pasar trágimente a la historia. Una noche, después de rezar ante la imagen de Santa Lucía —de quien se afirma que se sacó los ojos antes de pecar— arregló sus pendientes, despidió a su servidumbre y después de ver que su padre salía rumbo a la casa del Factor, llevó hasta su alcoba un brasero, colocó carbón y le prendió fuego. Había resuelto acabar dramáticamente con la belleza que era causa de tanta locura y tanta muerte. Cuando el calor del anafre se hizo intenso, sin dejar de invocar a Santa Lucía, se arrodilló y hundió con decisión su hermoso rostro en el brasero. Doña Beatriz pegó un grito espantoso y cayó desmayada. Un fraile mercedario, Fray Marcos de Jesús y gracia, quien pasaba por ahí, escuchó el grito y entró corriendo en la casona. Cuando se enteró de la historia, el fraile fue en busca de don Martín y le explicó lo sucedido. Éste llegó inmediatamente a ver a su amada y al descubrir el velo que cubría la cara de Beatriz, se arrodilló ante ella y le dijo: “En un tiempo, Beatriz, su rostro hizo que cayera en la pasión y el delirio, sin embargo, ahora sé que más que su carne, amo su alma…” Las lágrimas cortaron estas palabras y ambos lloraron de amor y de ternura. La boda de doña Beatriz y el marqués de Piamonte se celebró en el Templo de la Profesa y a partir de entonces, la calle fue llamada “Calle de la Quemada”.


Arte Público en Casa Talavera y plaza la aguilita Un Proyecto artístico y cultural enfocado a la comunidad infantil de la zona de la Merced

Patricia Quijano es coordinadora del taller de Arte Infantil. En 2003 inició el taller Arte Urbano en La Aguilita y Casa Talavera, pensado para llevar directamente la creatividad y el arte a los pobladores de la zona

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a población local en el Centro Histórico, posee características en donde se mezclan condiciones de marginalidad y pobreza y las consecuencias que de ellas se derivan, como lo son el desempleo, el sexoservicio, el comercio informal, la violencia intrafamiliar y social, entre muchas otras —sostiene Patricia Quijano, coordinadora del taller Arte Urbano, en Casa Talavera— Por otra parte, posee una gran riqueza vital, impregnada de historia urbana, tradiciones provincianas, talento creativo y una increíble capacidad de sacar de las peores circunstancias la capacidad de adaptación al medio”. Es así, que la propuesta inicial para el taller fue la de fomentar la presencia de los niños en Casa Talavera y mostrarles que poseemos una cultura e identidad mexicanas, proporcionando información a través del arte y de una manera lúdica, acerca de factores de identidad nacional, tan importantes como la historia cultural en general y la tradición mural, en particular. El trabajo de Patricia en Casa Talavera se inició en noviembre del 2002 con un curso intitulado “El muralismo como expresión de identidad”. Este taller fue pensado para apoyar la labor de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México como un espacio educativo que fomentara la difusión cultural, apoyando a la comunidad de la zona de la Merced. Posteriormente, surgió el proyecto de trabajar con niños. “Utilizando mi experiencia como psicóloga y muralista, profesora por trece años de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, me propuse traer a los niños que acuden a la guardería de las Madres Oblatas, quienes atienden a los hijos de las trabajadoras sexuales de la zona”.

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felicito a la Universidad de la Ciudad de México por propiciar que la cultura llegue directamente de los creadores como una servidora, a la población de la zona de la Merced, la cual tiene mucho que enseñar de su fuerza creativa y sensibilidad”.

En 2003 Patricia inició el taller Arte Urbano en La Aguilita y Casa Talavera, pensado para llevar directamente la creatividad y el arte a los pobladores de la zona, confiando en que de esa manera se acercarían niños y adultos a la sana costumbre de utilizar todos los demás talleres y el espacio físico de Casa Talavera. “Con un gran esfuerzo y el apoyo del personal de Casa Talavera, armada con una mesa, sillas y materiales diversos y con la decisión de apostarle a la curiosidad y sensibilidad de esta población, tanto permanente como flotante, he invitado a muchos artistas a mostrar su trabajo y proponer actividades a los niños, —explica Patricia—, hemos trabajado la pintura, el dibujo, el grabado, el collage, el diseño, la expresividad física, verbal y emocional, el modelado en plastilina y cerámica, la fotografía, la escultura, el video, la escenografía, máscaras, etcétera y lo más importante de todo: la integración grupal”. Este esfuerzo que continúa hasta la fecha es para Patricia “uno de sus

mayores logros como profesionista y como ser humano. Han sido tres años de estar en contacto con niños, niñas, jóvenes, madres y padres de niños de los que he aprendido muchísimo de su talento y capacidades creativas”. El taller se ha caracterizado por actividades proponer artísticas desde muy diferentes consignas, por lo que los usuarios han desarrollado un amplio manejo de materiales y técnicas del arte desde un punto de partida lúdico. “Hoy puedo decir que por el taller han transitado alumnos de todas las edades, desde bebés hasta personas mayores e indigentes y puedo afirmar que la curiosidad artística está latente en nuestro mexicano pueblo y que me felicito y

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marzo Café-arte Talavera Todos los viernes 4, 16:00 hrs. Acompáñanos al espectáculo de música y danza para toda la familia “La libélula” con Mónica Riestra y Alejandro Duran

Actividades en tu

Casa Talavera

11, 16:00 hrs. No te pierdas a este divertido grupo, con juegos, cuentos y canciones para niños de 0 a 100 años. Grupo Tlanezi presentan “Pasculaito y Chencho conocen el Son”.

18, 16:00 hrs. Danza contemporánea con el grupo Contradanza. No te pierdas este hermoso espectáculo de luz y movimientos.

18, 17:30 hrs. Presentación del Libro “La Merced”, de Guillermo Magaña, presentada por Orestes Magaña.

exposiciones

Semana de “Oaxaca en Talavera” del 14 al 19 de marzo 16:00 hrs. Música y Danza Oaxaqueña Poesía: Natalia Toledo, Macario Matus, Rocío González Proyección de la película: Corazón@2000.com, comentada por la directora Theresa Solis Proyección del documental: Ramo de Fuego Muestra Gastronómica Mesas Redondas

Cine-Club ciclo de cine: “bailando con TinTan”, jueves, 16:00 hrs. El rey del barrio, 3 Tru-cu-tru,10 El ceniciento, 17 Simbad el mareado, 24 La marca del zorrillo, 31

Inauguración de la exposición de Francisco Toledo, sábado, 12:00 hrs.

abril Café-arte Talavera Todos los viernes 1, 17:00 hrs. Espectáculo de danza contemporánea en donde la imaginación es pieza clave. Danza con Antonio Salinas presenta “Toneladas de Luz”.

8, 16:00 hrs. Presentamos a uno de los grupos de música contemporánea más reconocidos nacional e internacionalmente, Cabezas de Cera

15, 16:00 hrs. Acompáñanos en esta fiesta con toques brasileños, Banda Do Saci presenta Batucada.

22, 16:00 hrs. No te pierdas a esta excelente banda de Jazz y música contemporánea, acompaña a Free Style en este concierto.

29, 12:00 hrs. Festival de Los niños en Plaza Aguilita: Festival hecho para toda la familia, pero con especial dedicatoria a todos los niños. Un evento lleno de música, danza, teatro y talleres: Los Patita de Perro Teatro Guiñol Danza Contemporánea para niños Danza Folklórica para niños Talleres

Exposiciones

Viernes 22 de Abril, 17:00 hrs. Inauguración de la Exposición de Pintura de Edith Gloria Angeles 18:00 hrs. Inauguración de la exposición de Escultura “Endeavour” de Donovan Contreras I.


Difusión Cultural y Extensión Universitaria, UACM Fray Servando Teresa de Mier núm. 92, 2do. piso Col. Centro Tel: 51 34 98 04 ext. 1502 y 1616

Escríbenos a:

Casa Talavera Talavera núm. 20 esquina República de El Salvador Col. Centro Tel: 55 42 99 63

mambolamerced@yahoo.com.mx

Directorio de Mambo La Merced Emma Messeguer RESPONSABLE DE CASA TALAVERA Mariano Andrade Alejandro Semo COORDINACIÓN EDITORIAL Alejandra Galicia DISEÑADORA Nadia García María de Jesús García COLABORADORES

CONSEJO ASESOR Ing. José Luis Arteaga Sr. Javier Roca Sr. Jorge González Torres Sr. Antonio Ruíz Sr. José Bustamante Sr. Luis Damian Ruíz Sr. Fernando Monroy Paulín Sr. Jorge Sahagún Sra. Dora Alicia Sra. Norma Moreno Lara Sr. Fernando Roalo López Mujeres Independientes

La discriminación en México Una crónica de la condición humana

Textos y monos de Daniel Manrique “Tepito Arte Acá”

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Durante 15 días, entre el 22 de noviembre y el 9 de diciembre pasados , la Casa Talavera y Plaza La Aguilita, enclavados en el corazón del defeño barrio de La Merced, se volvieron el epicentro de una movilización inusual. Sonaban tambores de batucada, cientos de jóvenes hacían maromas o bailaban al ritmo de la samba y tres morenos prototipos del barrio viejo de la brasileña ciudad de San Salvador, Bahía, frecuentaban asiduamente los comercios de la zona desparramando risotadas y picarescos albures en portugués.

emejantes fenómenos se debieron al II Festival Afroamericano de Resistencia Cultural, organizado por Banda do Saci Capoeira México A. C., organización pionera en la enseñanza de estas artes en México, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y el Instituto de la Juventud del D.F. Su objetivo fue el de difundir en el público local la rebelde vitalidad de estas expresiones culturales afrobrasileñas, que a la vez de provocar el goce con el cuerpo y el espíritu, se afirman como patrimonio y herencia de un pueblo históricamente marginado, que como otras poblaciones de América Latina, responden a través de la cultura a una realidad de violencia, esclavitud, exclusión, conquista y colonización. En este breve reportaje mostramos algo de la actitud que prevalece en los herederos de estas tradiciones: la capoeira, las percusiones, la danza. Artes, que al mismo tiempo, son memoria, vivo desafío y franca lucha de resistencia frente a la prepotencia de los poderosos.

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Generaciones de maestros Mestre Curió de 65 años, un moreno de baja estatura y rostro marcado por las cicatrices del tiempo, proyecta en su semblanza un halo de humanidad que invita a la reflexión. Nacido en el seno de una humilde familia de capoeristas en Bahía, Brasil, encontró en su arte el motivo de su vida. “La capoeira es mi alma, mi sangre, mi cuerpo, mi espíritu toda mi vida —afirma—. Me ha hecho persona, porque de lo contrario hubiera tomado el camino de la delincuencia”, nos comenta . Con más de cincuenta y seis años de practicarla, la resume en unas cuantas palabras: “la capoeira es arte, es filosofía, danza, malicia, educación, coreografía, teatro, sagacidad, religión, cultura. No es violenta, aunque sí puede pasar a ser peligrosa en la hora del dolor” Estos disfraces y fintas en los que una lucha se transviste de danza y a su vez, continúa por medio de esta dimensión estética, su estrategia contra la opresión, es característica de muchas expresiones populares, que en situación de inferioridad respecto de las clases dominantes, deben adoptar un aire inofensivo, para ser toleradas. Quizás esta misma densidad existencial, esta necesidad de encontrar caminos y horizontes alternativos a la exclusión y la violencia, hizo que la capoeira se acompañase de un saber, transmitido también por generaciones de maestro a discípulo. “Desde sus orígenes —afirma el Mestre Curió— la Capoeira nació como una expresión de resistencia y fue creada por los esclavos africanos (provenientes principalmente de Angola), ante la cruel explotación de los portugueses”. Su historia data del siglo XVII cuando, aprovechando la coyuntura favorable de un ataque holandés, los esclavos huyen de las haciendas y comienzan a generar expresiones originales en asentamientos de libertos, denominados quilombos.

Mestre Curió (Jaime Martins dos Santos)

La capoeira llega a México Si conjuntamos ese diálogo con el que se establece entre solistas y coros, a través de las canciones tradicionales que se interpretan durante el juego, el sonido de los instrumentos y la participación de los espectadores con sus palmas, concluimos que la capoeira es una práctica social abierta a la participación de toda la comunidad: viejos, niños, mujeres y hombres. De esta característica, justamente extrae todo su potencial de expresión

Julivaldo Santiago Santos

de alternativas sociales, que cautiva a los jóvenes de todo el mundo, incluyendo a los mexicanos. En la actualidad existen dos grandes corrientes: la capoeira Angola y la Regional. Y ello se debe fundamentalmente a que hasta principios del siglo XX, tanto el gobierno brasileño como amplios sectores de la sociedad, rechazaban la capoeira, al asociarla con antiguas prácticas rebeldes de los negros. Para revertir este fenómeno se desarrollaron dos estrategias diferentes: Manoel do Reis Machado, conocido también como Mestre Bimba y sus seguidores, convierten la capoeira en un deporte nacional, atrayendo a las clases medias por medio de su vistosidad acrobática y su efectividad competitiva. Para ello le añaden elementos de artes marciales como el karate o el jiujitzu, lo que permitió “blanquear” su imagen arrabalera, permiténdole su entrada en los gimnasios y academias de la elite. Por su parte, el Mestre Pastinha sigue impulsando el estilo más tradicional de la capoeira, que apegado a su origen africano, denomina “Angola”. Poniendo énfasis en su riqueza cultural, desarrolla no obstante su enseñanza a través de una pedagogía sistemática y una doctrina que deja pocas dudas acerca de su identidad arrabalera, la vinculación con un pasado de marginación que conforma su herencia y su distintiva forma de concebir las relaciones humanas como necesariamente igualitarias y el arte como una forma de resistencia cultural. Debido a su carácter vistoso, la capoeira Regional es la primera que alcanza difusión fuera de Brasil, pero la búsqueda de raíces culturales y la afinidad con las luchas de resistencia de poblaciones marginadas de las grandes ciudades de América Latina, hacen que progresivamente la capoeira Angola también encuentre su público, en muchas grandes ciudades del mundo, incluyendo, la de México. En México, que ha demostrado históricamente su intensa relación con las expresiones de origen africano —no por nada el son, la salsa y la cumbia, son un éxito popular desde las primeras décadas del siglo XX— la capoeira fue introducida por el grupo Banda do Saci hace 13 años, y encontró un importante acogida en amplios estratos sociales y económicos de un público mayoritariamente joven, que valora su potencial creativo, expresivo, comunitario, cultural y también deportivo. Existen ya más de 30 academias formales de capoeira en todo el país. >>>

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La rueda, expresión de común-unidad De origen tupi-guaraní, la palabra “capoeira” significa matorral, lugar donde presumiblemente se practicaba el baile, que se lleva a cabo en lo que se llama la “roda”, un círculo donde se dispone la batería de instrumentos y el resto de los capoeristas que alternativamente juegan, se desafían, cantan y baten palmas. Los instrumentos fundamentales son: tres arcos, conocidos como berimbaus, que se percuten con baquetas, dos panderos, un güiro, una campana doble llamada a-go-gó y un tambor, denominado atabaque. El berimbau es el instrumento que dicta el ritmo y la velocidad del juego.

Un elemento esencial que distingue a la capoeira es, precisamente, ese diálogo corporal hecho de fintas, retos, cambios de paso y golpes simulados o reales, que más que impactar en el contrincante, son marcados, señalados como una forma de provocar la tensión de la que nace el juego. Hay quien compara el juego de la capoeira con una especie de albur, desarrollado no con palabras, sino con gestos y movimientos de ataque y defensa. No se trata de matar al otro, sino de burlarlo. Definitivamente, como afirma el maestro Curió: “la capoeira no es competencia; es arte, belleza y maña, como la vida misma”.

Roda de Capoeira en Plaza La Aguilita


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