Mambo la Merced Nr.8

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Se los lleva el diablo... pรกg. 22

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abril-mayo 2006 Distribuciรณn gratuita

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Gaceta Bimestral de Casa Talavera


Llegó la primavera y para

celebrarlo, Mambo se abre como un jardín en flor. Nuevos colabo­ radores, nuevas secciones y más páginas para compartir el gusto de entrarle a discusiones sabro­ sas, de enterarnos de historias, de encuerarnos el alma, de sacar a relucir imágenes y anécdotas. Intentamos pues una vez más, el infinito propósito de ser un reflejo más de este millón de imágenes incansables que los barrios nos arrojan cada día, como esquirlas de un Big bang de espejos, donde podemos ver los retazos del frené­ tico trajín cotidiano de miles de tórridos chilangos. Una de las nuevas secciones que presentamos, “Mambo Univer­ sidad”, surge con la iniciativa de jóvenes estudiantes colaboradores, que pretenden reaplicar la pro­ puesta de periodismo barrial, co­ munitario, en sus propios ámbitos, cumpliendo con una de las consig­ nas de la UACM que es la de es­ tablecer puentes entre sociedad y universidad. Tomaron su espacio con el propósito de autogestionar con sus compañeros la exposición de su voz y su mirada. ¡Que sean bienvenidos al baile todos los que quieran acompañarnos! Entre las nuevas secciones destaca la de “Viejos Lobos”, de­ dicada a que muestren sus col­ millos aquellos que ya tienen un tiempo transcurrido en queha­ ceres culturales, artísticos o se saben de memoria, algún rincón del vasto mapa del conocimiento, ya sea por quemarse las pesta­ ñas en los libros o por gastar sus huaraches en las calles y caminos de la vida.

Por la sombrita señores... ¡Llegó la primavera! La reciente sección de las “Fies­ tas del Barrio”, también enrique­ ce nuestro acervo de historias y búsquedas por el laberinto de la capirucha, con experiencias y recuerdos de sus propios acto­ res. Paralelamente, los talleres de periodismo, fotografía y pintura de Casa Talavera, a cargo de los maestros Mariana Norandi, Au­ gusto López y José Bustamante, respectivamente, vienen colabo­ rando activamente para nutrir la publicación con vigorosos textos e imágenes. Esos reportajes so­ bre diableros y teporochos, cons­ tituyen todo un testimonio de la dura vida de la calle, “temas... y temores”, a los que todos esta­ mos expuestos. Mencionamos también de pa­ sada, el acierto de entrevistar en “Qué Transita” a nuestro Roger Waters vernáculo, el imperecedero Jorge Reyes, que además de des­ pacharse con una breve historia de la música moderna mexicana —de Avándaro pa’ca— nos cuen­ ta nada menos ... ¡que se puso a cantar rancheras con Chabela Vargas!. Como para confirmar que en el arte no hay caminos... y que se hace camino al andar. Así pues, de floridos encara­ mos la estación más cruel —al decir del poeta T. S. Eliot— tratan­ do de llevar las ansias locas que despierta el aromático paisaje, ha­

cia algún lugar en el que juntos o revueltos, podamos apropiarnos de nuestro destino (Toda alusión a los electorales tiempos que corren va por cuenta suya, lector). Lo cierto es que así creemos que puede percibirse, bailarse y entonarse este mambo: con espí­ ritu primaveral y estilo chilango, con mente abierta, pasos ligeros y corazón atento... ¡otra vez los pra­dos están en flor y su perfu­ me acecha en cada página! Los invitamos pues a volverse abejas en este panal, colibríes en este arco iris de fragancias que no son más que las que laten afue­ ra, en cualquier calle del barrio en cada esquina del suburbio, en cada pesero de esta bullanguera ciudad.

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Afroamérica y la negritud en México

Más allá de Memin Penguín...

E

Dr. J. Jesús María Serna Moreno, CCyDEL-UNAM

stas son algunas ideas relacionadas con el tema de la afrodes­ cendencia en México; es decir, sobre el mestizaje que se dio en nuestro país y que no sólo fue entre españoles e indios, sino que abarca también a los hijos, nietos, bisnietos, etcétera, de los afri­ canos negros que fueron traídos de manera forzada para trabajar como esclavos en las minas, en las plantaciones de caña de azúcar, en el servicio doméstico y en tantas otras actividades funda­ mentales para el desarrollo de la economía colonial de la Nueva España. En mi caso personal, por ejemplo, mi bisabue­ lo y mi tatarabuelo fueron “negros”1. Nací en la Costa Grande del estado de Gue­ rrero y, aunque este es un hecho bastante generalizado en esa región, muy pocos de mis pai­ sanos tienen conciencia de sus orígenes. Cuando iba a hacer un trabajo antropológico que hablara de las supervivencias culturales negras en la región de la Costa Grande, mi mamá me dijo: ¡pero mi hijito, será en la Costa Chica, porque en la Costa Grande no hay negros! ¡Mi madre!, mi madre que me había arrullado de niño cantándome canciones de muy clara influencia negra, que conoció a mi bisabuelo, “Papachucho”, como le decían, ya ciego, y sin embargo empeñado en conocer más a través de los libros con tal enjundia que le había pedido que ella que sabía leer le leyera algunos de aquellos que tenía en la casa. Y sin embargo, años después me diría que en la Costa Grande no hay negros. En sentido estricto, mi madre tendría razón, pero, ¿por qué esa negación que deja de lado la presencia evidente, incluso en mis facciones, en algunos rasgos fe­ notípicos no sólo míos sino, incluso, de ella? Mi ma­ dre, por supuesto, lo decía con el convencimiento de decir la verdad más obvia.


Y lo que pasa es que durante mucho tiempo en México era muy mal visto decir que uno descendía de negros y en la actualidad aún se conservan vestigios de esa historia poco cono­ cida de la enorme presencia negra en nuestro mestizaje. Nosotros pensamos que resulta muy interesante que en algunas re­ giones como el Sotavento en Vera­ cruz, el mulataje producto de las relaciones entre españoles y negras fue muy alto, pero también el mestiza­ je entre indígenas y negros, mestizaje éste que, en muchas regiones como las costas del actual Gue­ rrero y Oaxaca llegó a ser ma­ yoritario. Y es que pocos se ponen a reflexionar que en estas dos zonas del Pací­ fico, poco comunicadas, durante mucho tiempo, la inmensa mayoría de la población era indí­ gena y negra, mientras que la presencia espa­ ñola era con mucho mi­ noritaria. Incluso a nivel na­ cional, según los cen­ sos en la Nueva España había: en 1570, 6,640 eu­ ropeos, 3 millones 366 mil indios y 20,569 negros; y en 1742 había 9 mil europeos, 21 mil africanos y un millón, 540 mil indígenas, 266 mil afromestizos y 249 mil indomestizos. Creemos que estos datos hablan por sí mismos. Pero lo más impor­ tante de este fenómeno poblacional no es tanto la cuestión de la herencia biológica, sino que esta evidencia de tipo racial nos remite a la herencia cultural. Esta herencia cultural es la que hemos recibido los mexicanos no sólo de España y de las diversas culturas pertenecientes a los diferen­ tes pueblos indios de México, sino también de las diversas variantes culturales que nos llegaron del con­

tinente africano, particularmente de las costa occidental de ese continen­ te. De ahí la riqueza de la diversidad cultural de la nación mexicana. Por cierto que durante mucho tiempo, y aún en la actualidad, se ha sosla­ yado este tercer origen que aún a simple vista es evidente en muchas regiones del país.

El mestizaje de indígenas y españo­ les con afrodescendientes se pudo dar, porque fue en México donde los primeros esclavos africanos fueron liberados. En la historia de nuestro país muy pocas veces se menciona a Yanga, un luchador por la libertad de su co­ munidad que logró el reconocimiento de la Corona española y desde en­ tonces su pueblo pudo vivir en paz

y tener su gobierno propio. Actual­ mente este pueblito que se encuen­ tra en el actual estado de Veracruz lleva el nombre de su libertador. Durante la independencia varios insurgentes eran mulatos o afromes­ tizos como por ejemplo José María Morelos y Vicente Guerrero. También en la revolución, se ha mencionado entre otros a Pancho Villa. Incluso hay quien sostiene que la cultura madre de Mesoamérica, la Olmeca tuvo sus inicios en África. Pero más allá de lo que ocu­ rrió en el pasado y que cada vez se conoce me­jor, en la actuali­ dad, en nuestro país, es indiscu­ tible la africanía en en la religión y la magia, en el gusto por los colores y su aplicación en el decora­ do de casas, templos y pa­ lacios, en las formas de coci­ nar, la música y el baile, en el ha­ bla popular, los re­ franes, las leyendas, la tradición oral, en la medicina tradicional y el conocimiento ecológico... signos todos de la africaniza­ ción del indígena y una indiginización del negro. Por ello, nosotros decimos que es muy importante rescatar la rica herencia africana de México. Hay que promover, presentar y preservar la diversidad cultural en todos sus orígenes, entre ellos el afromestizo o afromexicano. Y esto, desde luego, se ha venido haciendo últimamente. Historiadores que han estudiado el desarrollo de la trata negrera y que han establecido el número de africa­

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ricanistas: Growley Jr. Ch. Edwards en Bahamas, Aquiles Escalante en Colombia; W. Bascom, Lydia Cabrera, Fernando Ortiz y Ró­ mulo Lachatañere en Cuba; Bryce Laponte en Costa Rica; una pléyade de et­ nólogos haitianos conti­ nuadores de la obra de Jaques Roumain, Alfred Metraux, J. P. Mars y el poeta martiniqués Aimé Cesaire; Nancie L. So­ hen, N. L. González, Do­ uglas Taylor en Honduras; Enrique F. M. Bayley, J. C. Moore, G. E. Simpson en Jamaica; Gonzalo Aguirre Beltrán en México; Abraham y Braitwaite en las Antillas Ingle­ sas; Westeman, A. Fortune, R. L. Bryce en Panamá; Hurault, L. Deprés P. Neuman en las Guyanas; Carvalho Neto y Pereda Valdez en Uruguay. En este punto hay que precisar que siempre hubo regiones más es­ tudiadas que otras, el mapa de las comunidades afroamericanas hasta hoy día no es preciso, muchas no alcanzan la categoría de conocidas por la ambigüedad de su propia identidad, o por el oscurecimiento e “invisibilidad” a que la historia oficial las ha relegado. Sobre los africanos que vinieron a México existe un estudio realizado por el profesor Nicolás Ngou-mbe, natural de Gabón, quien hizo inves­ tigaciones en el Archivo General de Indias, de Sevilla, encontrando en la documentación referente al trabajo en las minas de plata, que la mayoría de la población esclava que fue traí­ da a la Nueva España pertenecía al complejo cultural Bantú. Este resul­ tado es novedoso y muy importante para el estudio cada vez más preciso en relación a la historia de los ne­ gros africanos, tanto de los de África como de los de México3.

Yanga, de Alberto Beltrán

nos que llegaron a nuestro país en las diferentes épocas y hacia diver­ sas zonas o regiones; antropólogos que han estudiados la influencia cul­ tural africana en la cultura, la religión y el arte populares de nuestro país; y otros estudiosos que, desde otras disciplianas o bien desde enfoques interdisciplinarios, han acumulado una serie de productos en artículos de revistas, libros, etcétera, cuyo acervo constituye un patrimonio im­ portante para el conocimiento de nuestra identidad étnica y cultural. Existen ya muchos estudios gra­ cias a expertos y estudiosos en el tema que siguen el camino trazado por el pionero de las investigaciones sobre la presencia negra en México como ha sido reconocido por todos: el antropólogo mexicano Gonza­ lo Aguirre Beltrán. Entre los esfuer­ zos que actualmente se realizan en este campo sobresale de manera muy especial la labor incansable de la Dra. Luz María Martínez Montiel quien coordinó la obra en varios vo­ lúmenes de la Serie Nuestra Tercera Raíz dedicada al ámbito continental y que tiene estudios sobre el Caribe, Centroamérica, América del Sur y un volumen dedicado a la Presencia africana en México2. Durante muchos años la explo­ ración de las comunidades afroame­ ricanas se concentró en las Antillas y en Brasil donde las huellas africa­ nas eran visibles e incontestables, aún cuando no quedara mucho de lo originalmente africano. Aparte de los estudios históricos, aparecían aquí y allá algunos sobre los negros de Perú, Bolivia, Uruguay o Argentina, buscando en el idioma las trazas de alguna lengua africana o el nombre de algún orisha, sin ir más lejos que eso. En esa búsqueda aparecen nue­ vos investigadores en diferentes paí­ ses y, con su aporte, vienen a reno­ var la óptica y los estudios afroame­

notas 1

Seguramente con algún grado de mestizaje, pero con predominacia de algunos rasgos feno­típicos reconoci­ bles como tales. 2 En este volumen sobre nuestro país se inclu­yen estudios sobre la pre­ sencia negra en: Veracruz (Sagrario Cruz Carretero), la Costa Chica de Guerrero (Gabriel Moedano Navarro), los Valles Centrales de Puebla (Car­ los Paredes Martínez y Blanca Lara Tenorio), Michoacán (Ma. Guadalupe Chávez C.), Guanajuato (María Gue­ vara S.), Nuevo León (Pedro Gómez D.), Colima (Juan Carlos Reyes G.), Campeche (Brígido Redondo), Tabas­ co (Juan Andrade Torres), Tamaulipas (Ma. Luisa Herrera Casasús), Queré­ taro (Luz María Armas Briz y Oliva So­ lís H.) Córdoba, Ver. (Adriana Naveda Ch.), entre otros. 3 El libro al que nos referimos se publi­ có en España y lleva por tìtulo El Àfrica Bantù en la colonizaciòn de Mèxico, y fue editado en Madrid por la Agencia Española de Cooperaciòn Cientìfica del Consejo Superior de Investigacio­ nes Cientìficas (CSIC) en 1994.

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Celebrando a la Virgen y sus dolores

Paseo de Santha Anita, hoy Calzada de La Viga

Alfredo Roque

El

viernes anterior a la Semana Santa se celebraba y aún se celebra, quizá no con la suntuosidad de otros tiempos, la conmemoración de los Siete Dolores de la Santísima Virgen. Con ese motivo, en muchos hogares se montaba el famoso Altar de Dolo­ res como una fusión de las tradiciones ancestrales prehispánicas con las traí­ das por los españoles. Los nativos, como parte de su mitología veneraban diosas, es de­ cir rendían culto a la feminidad, sin embargo faltaba “un toque clave”, introducido por los misioneros. Este

elemento es la misericordia, según los católicos, un sentimiento descono­ cido entre los aztecas que se expre­ sa, simbólicamente, en la relación de Cristo con su madre, la Virgen María. La unión del espíritu religioso indíge­ na con los conceptos cristianos dio como resultado esta devoción acep­ tada por los mexicanos. Cuenta la tradición que el Viernes de Dolores la Virgen María se pone muy triste “Oh vosotros todos, que pasáis por el camino, atended y ved si hay dolor semejante al mío” dice la adolorida madre al recordar al hijo que será inmolado unos días más tarde.

Pero también, paradójicamente, ese día es “el santo” de la Virgen en su advocación llamada de los Dolores, por lo tanto se le representa con una espada o un pequeño puñal, símbolo de su aflicción, clavado en el corazón. Así es como el pueblo entiende que es necesario consolar, distraer, alegrar a la Virgen para que olvide, aunque sea momentáneamente, su pena. Para celebrar y consolar a la Vir­ gen se colocaban los Altares de Dolo­ res, donde ella era la figura central, incluso se mantenía una competencia entre los vecinos para ver quien logra­ ba poner el altar más bonito y vistoso.

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En las casas se obsequiaba a los amigos y a los extraños con “Lágri­ mas de la Virgen”, que eran sabrosas aguas frescas de limón, de chía, de menta o de horchata. Las familias acomodadas ponían su mejor mantel, de lino o de encaje, para que sirviera de base , y las per­ sonas humildes suplían los calados y las blondas con el famoso “papel pi­ cado” de china de diversos colores. Una vez montados los altares, en las casas “ricas” se colocaban en bellas composiciones esferas ó bo­ las de cristal de colores o bien es­ feras azogadas—de mercurio—de tonalidades moradas, doradas y plateadas. Estos objetos tan usados antiguamente como ornatos caseros y que sólo hoy se encuentran en las casas de anticuarios no estaban al alcance de todos los bolsillos, por lo que en las casas más modestas se colocaban, en lugar de esferas, re­ lucientes naranjas, que convertían el altar en una fiesta de gran colorido. Pero había más, era necesario que la Virgen escuchara sonidos agradables; el ingenio sin par del mexicano lo consiguió, clavando en las naranjas pequeñas banderitas de “hojas de oro volador” o de finísimo papel que se pegaban a popotes ob­ tenidos de las escobas de la casa. Como el altar también se llenaba de luces —velas con ostentosos cande­ labros de plata o bien de humildes veladoras en vasitos de vidrio de co­ lores que constituían los “luceritos”, de los que habla Agustín Yáñez en sus novelas—el calor de las peque­ ñas llamas hacían que el oro volador y el papel crujieran y se movieran produciendo tenues murmullos y destellos suaves semejantes al leve crepitar de la leña. Todo era con el fin de prepararse para el espíritu religioso de la cuares­ ma, el principio y el fin, representado con las semillas que previamente se ponían a germinar en la oscuridad —chía, trigo ,alpiste— con el objeto

de que la luz no actuara en ellas y cre­ cieran amarillentas ,casi trasparentes. Estas semillas se plantaban en botes, cazuelitas o macetas en for­ ma de animalitos de barro poroso, y significaban el deseo de guardar,en un espacio pequeño y cerrado el alma, para mantenerla libre de toda contaminación. Al contacto con la luz ,estos pálidos adornos vegetales ad­ quirían suaves tonalidades verdes. Como ya apuntamos antes, el centro de la atención era la Virgen Dolorosa que adornaban profusamente con pequeños collares, pulseras y aretes. En el manto de las “Vírgenes Vesti­ das” o en algún ángulo del cuadro ,se representaban los símbolos de la Pasión; la corona de espinas, los cla­ vos, el martillo, la escalera, la bolsa con las treinta monedas de plata y los dados, con los que los soldados se jugaron la túnica de Cristo. La costumbre del Altar de Dolo­ res, por otra parte ,era la oportunidad para que amigos y extraños convi­ vieran amistosamente, pues a todos

se recibía con el mismo agrado. La familia entera solía rezar el rosario a una hora determinada y a ese home­ naje piadoso se unían los visitantes. Crónicas del altar de Dolores La tradición del altar de Dolores data del siglo XVI, y sin embargo no fue hasta el siglo XVIII cuando aparecen crónicas y relatos con alusiones con­ cretas a la celebración que fue adop­ tada por el pueblo mexicano. Guillermo Prieto, conocido escritor del siglo XIX, nos dejó este breve tro­ zo literario: “...Dispuso mi abuelo ,el señor D.Pedro Prieto, un suntuoso altar de Dolores con bosque y Cal­ vario ,profusión de aguas de colores sembradíos de tiestos porosos con trigo alegría, lentejas, etc... banderi­ tas de oro volador, sartas de Yoloxo­ chitl y manojos de trébol a torrentes, flores de chicharo, amapolas, reta­ mas, claveles ,jazmines y rosas con pro­ fusión; alfombras formadas con pol­ vo de café, salvado, arena y hojas de flores de chichicastle; cirios en arro­ bas y naranjas con banderitas de oro volador y papel picado; y en cierta perspectiva, un repuesto de ollones colosales de agua de chía, horchata, tamarindo, timbiriche, todo dispuesto a servirse según se requería, con su polvo de canela aromática en vasos o jícaras doradas...” Ahora en estos tiempos tan dife­ rentes a los que vieron nuestros an­ tepasados, en que los recuerdos han quedado olvidados en algún rincón de la memoria, esperando a que nue­ vos cronistas lleguen a desempolvar esos momentos y dejarlos a las fu­ turas generaciones, vale la pena re­ conocer que la fiesta de la Virgen de Dolores y el Paseo de la Viga, fueron fundamentales para lo que hoy es el populoso barrio de La Merced, era justo donde comenzaba el paseo en el Embarcadero de Roldán y tenían su origen las celebraciones del Vier­ nes de Dolores.

Virgen de Los Dolores

Una tradición de cuando La Merced era un puerto acuático


Embarcadero del Canal de La Viga

De carrozas y trajineras Todas las clases sociales solían espe­ rar con entusiasmo el Viernes de Dolo­ res para conmemorar en las inmedia­ ciones de La Merced los sufrimientos de la Virgen con diferentes actos reli­ giosos y fiestas populares. Muy tem­ prano acudía la gente al embarcadero (antiguamente comenzaba desde Rol­ dán y La Merced y se fue reduciendo hasta La Viga ) para ser los primeros en ocupar una canoa que los transpor­ tara hasta Santa Anita . Aún no salía el sol y ya se veían caravanas de peatones, vehículos des­de la modesta “calandria“, hasta los más modernos carruajes, sin fal­ tar los charros mexicanos en visto­ sas cabal­gatas. El canal se encontraba total­ mente invadido por las canoas que transportaban familias e invitados, grupos de trasnochadores y a to­ dos los que iban a disfrutar de los placeres de la fiesta. En la mayoría de las canoas no faltaban los grupos musicales o cuando menos una me­ lancólica guitarra. Cuando los rayos del sol ya bañaban ardorosos todo el canal, grupos de gente disfrutaban de un desayuno al aire libre, otros iban a recorrer todos los puestos y las diversiones, la mayoría acudían a colocarse su corona de flores y a continuar disfrutando de la vihuela, el salterio y la guitarra.

Con el paso del tiempo Pero vamos por partes, con calma y nos amanecemos, diría mi abueli­ ta. A fines del siglo XVII, el conde de Gálves hermoseó a la capital, con un centro de recreo adecuado a la épo­ ca más calurosa del año, con una calzada que partía de la parroquia de San Pablo hasta La Viga. Al virrey conde de Revillagigedo le tocó terminar esta obra e inaugurarla en el año de 1790. Se le dió el nom­ bre de Paseo de Ixtacalco, después de Revillagigedo, para terminar con el de La Viga. Desde entonces las tradicionales fiestas de Dolores se venían celebrando con inusitado en­ tusiasmo. Con el tiempo cambió la indu­ mentaria de los paseantes y se susti­ tuyeron los carruajes por el automó­ vil, pero continuó siendo centro de la diversión popular. Había concursos de canoas de trajes regionales, sin faltar los mú­ sicos con sus arpas, guitarras; los platillos típicos de enchiladas, ”gua­ jolotes”, tacos, pulques curados y las coronas de flores que los paseantes se colocaban en la cabeza . Poniéndose a tono con la mo­ dernidad, el ayuntamiento de la ciu­ dad mandó construir un muelle de cemento armado para dar fluidez a la gran cantidad de trajineras que venían cargadas de verduras y flores

para los mercados de la capital. De­ bido al crecimiento de la gran urbe hubo la necesidad de clausurar el tí­ pico y tradicional canal de La Viga . Al paso del padre cronos desapare­ ció el esplendor en muchas de esas fiestas, aunque permaneció la elec­ ción de “La Flor más Bella del Ejido”, para continuar con las fiestas del viernes de Dolores. Esta fue una de las tradiciones que con el paso del tiempo se per­ dieron en la inmensidad de los re­ cuerdos de quienes alcanzaron a disfrutar de los paseos y fiestas en tiempos pretéritos, esperemos que esta pequeña reseña de fe de esos momentos, brinde alegría a quienes los vivieron y nostalgia a quienes no los conocimos. Fuentes Consultadas Casasola, Gustavo. Seis siglos de historia gráfica de México. Prieto, Guillermo. Memorias de mis tiempos. Rosario Camargo. Alegría y tristeza en los Viernes de Dolores. Payno ,Manuel. Los bandidos de Río Frío. Para comentarios críticas o sólo para compartir experiencias, escríbanos al correo electrónico: cronicandoan­ do@yahoo.com.mx


Crónicas antiguas del Viernes de Dolores Ahora de la mano de Don Manuel Payno, recorramos este otrora famoso paseo: Hay un día en el año en que este barrio desdeñado de la aristocracia, se transforma y presenta un delicioso as­ pecto; este día es el Viernes de Dolores. Las más lindas muchachas, vestidas con ricos trajes de seda negra ,con sus mantillas costosísimas de punto francés o de Barcelona, ostentando en sus peinados y dedos diamantes y rubíes, descienden de sus carruajes en la calle de la Acequia ,y con ese garbo natural y encantador de las mexicanas, suben y atraviesan los puentes y se pasean por las dos orillas del canal, admirando la multitud de chalupas llenas de rosas de Castilla, de azucenas, de espuela de caballero, de amapolas y de claveles pero con tal profusión, que las aguas desapa­ recen para dar lugar a una especie de jardín flotante, cuyos vivos colores destierran las miasmas desagradables que se desprenden de las tocinerías, carbonerías y pajerías . El barrio corresponde con galantería a esta visita anual. Las calles son barridas y regadas con hojas de rosa; los viejos y negros balcones de fierro, adornados con cortinas blancas o de damasco de China; arcos de tule con grandes flores amarillas del cempasúchitl y girasol, adornan las puertas de las accesorias; los tocineros doran y platean los jamones; los pulqueros pintan de nuevo sus tinas; la gente se viste de limpio y hasta los carboneros se sacuden el polvo negro, se mudan de camisa, y en las pajerías aparecen manojos de amapolas y de verde y fresca alfalfa. Limpian el canal recogiendo los desperdicios, basuras y yerbas; se colocan a un lado y a dis­ tancia las pesadas trajineras, para no estorbar a las chalupas que van y vienen, y las inditas que las conducen, muy aseadas y peinadas tienen cierta gracia que da idea de que en el reinado de Moctezuma pudo haber bellezas notables...

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Suplemento: Mambo Universidad A partir de este número abri­ mos para los estudiantes de la UACM este suplemento univer­ sitario para publicar colabora­ ciones, propuestas, cómics, dibu­ jos, comen­tarios y críticas. El plan gene­ral no se aparta de lo que es Mambo: un espacio de participación, donde resuena la voz del barrio, desde su gente. Somos barrio y tenemos algo que decir, no sólo al vecino, sino al mundo, este podría ser nues­ tro lema. Así quedan pues abier­ tas estas páginas para aquellos que tengan algo que contar y quieran hacerse escuchar.

El choque de culturas en San Lorenzo Tezonco Edgar Navarro Corona Comunicación UACM, Plantel San Lorenzo Tezonco

N

o cabe duda que la ur­ banización desenfrena­ da es un monstruo, que invade cada rincón y espacio, en tiempo acelerado, sin medi­ da, que ahoga y transforma cos­ tumbres, como un asesino que elimina a quien se le ponga en­ frente, si es necesario. Una de las víctimas de este proceso de la modernización ha sido el pueblo de San Lorenzo Tezonco, el cual ha tenido un de­ sarrollo darwiniano ( adaptarse al medio para sobrevivir), ya que fue el elegido para ser sede de otro plantel de la UACM, o en aquel en­

tonces UCM, y es que aunque sólo conozco a este pueblo desde hace dos años y medio, me he dado cuenta de la transformación por la que ha sido sometido.

Un rol a paso trotado y callado Las calles de San Lorenzo Tezonco son angostas y nuevas, el sube y baja de sus banquetas provoca una buena condición física en sus habitantes, los semáforos son para las avenidas y las casas todavía huelen a pintura fresca. El barrio está unido y los vecinos son familia, han creado una cultura de respeto y unión,

la cual se ve reflejada en cada rincón del pueblo. El buenas tardes entre seño­ ras nunca falta, el saludo de puño entre los jóvenes nunca falla y para los habitantes de San Lo­ renzo Tezonco siempre es buena hora para tomar el fresco y las frescas. Son sus calles, sus terre­ nos, su sangre que corre por el pueblo y lo trata de proteger de los invasores, los que lo nutren para que siga existiendo y no sea devorado por la modernidad.

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banda y verán”, porque la banda de San Lorenzo sí es banda y así como la banda puede ser chida, también la banda se puede poner lorenza.

Invasión y saqueo, onda conquista Entre vecinos se conocen y fá­ cilmente identifican al forastero, saben quien es buena gente y quien no, su mirada humilde en segundos se vuelve gandalla si no les caíste bien, te echan ojo o mal de ojo, dependiendo la vibra que te cargues. Y más vale no andar por es­ tos barrios portando la bandera de “yo soy de... ( coloque en este espacio el barrio al que corres­ ponda o al que piense que es el más picudo) y a mí me la pelan, si me hacen algo yo traigo a la

Diversas instituciones han abarcado parte de espacio del pueblo y empresas privadas han explotado a sus habitantes y recursos natu­ rales, como es el caso de su cerro de tezontle ( cada tres cuadras hay un negocio que se dedica a la venta de materiales de construcción para casa o edificación) las cuales inducen al desarrollo por conti­ nuar urbanizando la zona ( cuéntese las casas que se están constru­ yendo y unidades habitacionales en vías de construcción) y tiendas departamentales, las cuales invitan a la comunidad a que se desa­ rrollen o modernicen en su forma de vida ( intoxican a los habitantes de ideologías de mercado). La UACM ha sido una de las instituciones que ha quebrado el orden en el pueblo de San Lorenzo Tezonco y que ha quitado espacio-te­ rreno a los habitantes del pueblo, ya que antes tenía el rol de ser su espacio recreativo “ parque” a pesar de que también servía de basu­ rero. Sin embargo, la UACM ha sido un espacio abierto a los vecinos del pueblo para que puedan hacer uso de sus instalaciones y adquieran los conocimientos que deseen.

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Adaptación a hue... versitarios y vecinos, y no sólo como comer­ ciantes y clientes, ya que las relaciones han sido amigables, e inclusive, hasta manejan calendarios de vacaciones y certificación. La información de la UACM ya comienza a girar a sus alrededores y la Universidad empieza a ser tomada en cuenta dentro de sus expecta­ tivas de vida. De esta manera los vecinos tienen una buena factura que cobrarán sus hijos en pro de su comunidad. Los choques de cultura a veces pueden resolverse satisfactoriamente, para al menos promover en algún grado la apropia­ ción de estos espacios y la domesticación del monstruo de la urbanización desenfrenada.

Durante la corta historia de la formación de la UACM en San Lorenzo Tezonco ha habido varios momentos de acercamiento con los vecinos. Cuando se edificaba la Universidad, los vecinos se oponían a su construc­ ción, pintando en las paredes de la calles, “No a la uni­ versidad, sí a las áreas verdes”, ya que argumentaban que los universitarios eran unos viciosos y que po­ drían traer desorden al pueblo. Una vez construida y puesta en funcionamiento la Universidad, empezó el juego, que consistía en que vecinos no se acercaban a la Universidad y los estu­ diantes sólo recorrían el camino que existe entre la bajada del camión y la Universidad. Pero ya agarrados de un poco de confianza, los ve­ cinos se atrevieron a poner puestos ambulantes en las afueras del plantel. Al principio, los intentos fueron erráticos, aunque mataban el hambre de unos cuantos, un ejemplo de ello eran los tacos de carnitas, un ali­ mento demasiado pesado si se tomaba como refrigerio. Después fueron comprendiendo que a la mayoría de los estudiantes les gusta echar el glam y andar por los pasillos con el café, refresco, jugo, yogurt, torta, sándwich o producto envuelto ( papas, galletas, dulces, etc.) y no con el plato de tacos y las manos llenas de grasa. En la actualidad los vecinos ya entendieron de qué se trata el negocio. Varios café internet han sido abiertos y también lugares de comida donde ofrecen desayu­ nos. Así se ha empalmado una buena relación uni­

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La última y nos vamos... Nazario Rivera Plaza Aguilita, barrio La Merced. Esce­nario de acontecimientos de hoy, mañana y ayer. Esta pla­za ha sido testigo mudo de muchos deve­ nires, de personajes no conocidos o conocidos, como artistas, políticos, comerciantes que alguna vez fueron ricos y, por supuesto, vecinos. Aquí nos encontramos a per­ sonajes que, a lo mejor, no figuran en las estadísticas chocantes de control burgués pero que existen, aunque no cuenten, y hoy viven un día más. Están aquí, formando parte del pano­ rama de este lugar, podemos ver a algunos de ellos, entre muchos que han pasado.

Un día en la vida de los teporochos de La Merced Antonio Vega, de 56 años de edad, moreno, cara amplia, suspicaz, bromista, lo caracteriza un saco que alguna vez fue negro. En su mente alberga la idea de llegar a ser presidente y llevarse a sus compañeros a su gabinete para darles cargos. Mario López Vázquez, de 22, años, delgado, cara afilada, se le ve con una playera roja con varios días de uso, se siente orgulloso de ser del estado de Chiapas, así lo dice y lo presume. Servando Ugalde Ramírez, moreno, alto, ojos saltones enrojecidos, tal vez por el alcohol, viene de Apatzingan, del estado de Michoacán; por su apariencia, este individuo impone de alguna forma respeto y au­ toridad entre sus valedores. Rafael Muñoz Hernández, de 30 años. Jai­ me Ortiz, le dicen el “melenas”, 48 años, se ve cansado, avejentado y maltratado física y mentalmente; viste un pantalón de un color indescrip­ tible y una chaqueta verde en iguales condiciones. Llega Nicolás Palma

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Cruz, tez morena, bajo de estatura, de más de 30 años, ly el grupo le invita a echarse su mezcal. El ir y venir del capitalino parece no tener sen­ tido ni dirección, unos van, otros vienen, ávidos de mercancía de acuerdo a lo que necesitan y ven­ den. Parecía ser un día más en este lugar, pero no fue así ya que en una jardinera, justo enfrente de donde se detiene diario un camión recolector de basura, en calle Regina, se encontraba tendi­ do un bulto humano, entre un montón de cartón y desecho que no lo dejaba ver. Lo descubrió un policía bancario e industrial, en el primer rondín diario. Los demás cuentan como una mujer policía con tolete en mano, comenzó a picarle tratando de que reaccionara, con un “¡párate y sigue tu ca­ mino!”. Pero no hubo respuesta y, en otro intento, dio un jalón y el bulto cayó al piso, “éste ya no”... sentenció la oficial y se comunicó por radio: “tene­ mos un 32”. No faltó el alma bondadosa que puso encima de la cabeza del cadáver una veladora encendida. Eso sí, no hubo sábana blanca como siempre ocurre antes de que venga el Ministerio Público o la ambulancia del Semefo, que es de “espérame tantito”. A un lado, no cerca, porque los policías no dejaban aproximarse, un grupo de indigentes, alcohólicos, vagabundos, trotamundos y droga­ dictos, el “escuadrón de la muerte”, comenzó a observarlo. “¿Quién es?”, preguntaba uno, “no lo conozco” contestaba el otro. Alguno de ellos co­ mentó que lo habían visto todo el día sentado, sin comer ni beber, sin hablarle a nadie, hasta que así lo sorprendió la muerte esta tarde. Se acerca un policía y les dice al escuadrón: “ya ven cabrones, sigan bebiendo” y termina co­ rriéndolos de allí porque, según dice, su jefe lo re­ gañará por dejarlos beber aquí. Así es el vivir diario para estos personajes, en esta plaza y la aledaña que, para ellos, es su casa. Sus compañeros son sus valedores con quienes comparten el alcohol que compran cruzando la calle de Regina, en la tienda. Un líquido de co­ lor amarillo, transparente, envasado en botella de plástico de ochocientos mililitros y que cuesta diez pesos. Ellos con cariño le llaman “cocol “.

Dentro de este grupo, no falta quien se incline por la droga, de acceso fácil para quien la requiera, se las ven­ den en servilletas como dosis pequeñas y baratas. Quie­ nes se drogan son los jóvenes que no pasan los 22 años. Los más viejos prefieren mezcal y cerveza caguama. En las noches llegan, como golondrinas al alam­ bre, hurgando un lugar donde pasarla. Algunos van de paso, otros de visita, pues por aquí los agarró la noche; otros amanecen en la plaza de “Manzanares “, la cual le debe el nombre a la calle que pasa justo enfrente. Ahí hay una jardinera y, exactamente en medio, acomodan cartones y, si hay algún colchón viejo, que les deja ahí mismo el carro recolector de basura, se dan por bien servidos. En esta jardinera de Manzanares pernocta muy se­ guido el señor Jaime, de 58 años, con frente amplia y es­ caso pelo canoso que, en últimos días, sufrió una golpiza de un rufián que le dejó la cabeza y la espalda herida.

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Una tarde en Plaza La Aguilita

En el lado poniente de esta plaza de Manzanares se encuen­ tra una fuente grande y, en el centro, unas esculturas de bronce que resaltan la fusión de dos culturas, la mexica y la española. Este lugar ha sido tomado como campamento, construido con todo tipo de elementos (cartones, trapos y ramas), en donde vi­ ven algunos miembros, de lo que pudieron haber sido una familia y ahora pasan sus días sumidos en los vahos del Activo. Los que pasan por ahí prefieren rodearlo. Se podría decir que aquí están los más gruesos o pesados de este rumbo. Este puede ser el recorrido de estos seres, desde Plaza Aguilita a la Plaza de Manzanares, sin olvidar que, para con­ seguir bebida o comida, hay que talonear, porque es lo mismo pedirle al que va pasando que ir al mercado de la Merced para recolectar, entre la basura, comida o lo que sea, pues, a veces, para ellos comer no es imprescindible. Lo más importante es no morir de una cruda, y no de la cruda realidad que los rodea, de eso ni se preocupan.

Entrevista a María del Carmen Morgan, funcionaria del Instituto de Asistencia e Integración Social Existen más de 10,000 indigentes en las calles del Distrito Federal Oyuki Martínez Colin

Según UNICEF, en 1996 la cantidad de indi­ gentes en las calles de la Ciudad de México —entre niños, jóvenes y adultos mayores— era de 10 mil a 12 mil personas. Una estadís­ tica alarmante, que impulsó a organizaciones gubernamentales, asociaciones civiles y pri­ vadas a implementar acciones para tratar el problema. Entre ellas, se encuentra el Institu­ to de Asistencia e Integración Social (IASIS), fundado el 18 de enero del 2001. Algunos objetivos son: generar condiciones de mayor equidad, reconocer el derecho de comuni­ dad de indigentes y la validez jurídica de estos grupos marginados, discriminados, y humilla­ dos. María del Carmen Morgan, coordinado­ ra de atención social emergente en el ámbito institucional (IASIS), platicó con Mambo de este problema.

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- ¿Cuántos son los indigentes en el Distrito Federal? - Desde el último censo de 1996 a la fecha se habla de unos 10 mil a 16 mil indigentes, entre niños jóvenes y adul­ tos mayores, que transitan o habitan la ciudad de México. Personas con adicciones, enfermedades crónicas o terminales y en situación de vulnerabi­ lidad, que no tienen lugar donde vivir, que carecen de una familia o que no quieren estar con ella. Entre ellas hay personas que se encuentran mal físi­ ca y mentalmente, además de estar en desventaja social. Y es necesario subrayar que, a mayor concentración demográfica, siempre se presenta un mayor número de indigentes. - ¿Qué motivos originan el que una persona se vuelva indigente? - Son muy complejos. Por ejemplo, en el caso de los adultos mayores in­ digentes se han encontrado situacio­ nes de disfunción familiar. Son mar­ ginados desde el núcleo familiar, los tienen a la fuerza y optan por irse a la calle. Hay que tomar en cuenta la situación socioeconómica del país, la falta de un sistema de asistencia so­ cial o de seguridad social, que atienda a estos grupos, el retiro de servicios

asistenciales, la falta de oportunida­ des en el trabajo y la edad, que han sido algunas, entre las muchas cau­ sas que han orillado a estas personas a deambular en las calles. - ¿Qué brinda IASIS al grupo de indigentes? - La asistencia social es una respon­ sabilidad del gobierno y, a nivel insti­ tucional, nosotros contamos con diez centros de atención en donde se les da comida, revisión medica, medica­ mentos y albergue. En términos ge­ nerales se busca que las personas sean productivas, que encuentren un sentido a su vida, que reparen y atiendan sus problemas de droga­ dicción o alcoholismo. ¿Cómo está trabajando IASIS con este grupo? Tiene un programa emergente que funciona las 24 horas del día y los 365 días del año. Éste depende de los reportes de la Secretaria de Se­ guridad Pública (SSP), la ciudadanía, entre otros recursos urbanos. A su vez, trabajamos junto al Consejo de Adultos Mayores del gobierno. Se han abierto varios CAIS (Centros de Atención y Asistencia Social), como es el de Cuauhtepec, donde se atienden de 300 a 380 adultos ma­ yores hombres indigentes; y el CAIS Villa Mujeres, que atiende a mujeres. En estos centros se dan todos los servicios de asistencia social y, pos­ teriormente, se les brinda apoyo para que se reintegren al núcleo familiar. En ciertos casos se intenta regre­ sarlos a su lugar de origen, ya que muchos de ellos llegan a la ciudad buscando el espejismo de encontrar algo mejor de lo que tienen en sus comunidades. Asimismo, se dan ta­ lleres de carpintería, tejido, corte y confección, panadería, etc.

-¿De dónde vienen y dónde se encuentra el mayor número de indigentes? - Vienen de varias partes de la Repú­ blica, en especial de Puebla, Oaxa­ ca, Guerrero, Hidalgo y Tlaxcala. Gran parte de ellos se concentran principalmente en seis delegaciones: Gustavo A Madero, Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Iztapalapa, Venustia­ no Carranza y Cuauhtémoc. El mayor número de indigentes se encuentra en la plaza de Zarco, en la glorieta de los Cisnes, la Lagunilla, la Alameda, Jardín de San Fernando o en plaza de Loreto. - ¿A quiénes afectan los indigentes? ¿Y cómo llega la información de apoyo a los indigentes? - Moralmente afectan a la sociedad, pero nosotros no vamos a quitar a la gente de la calle porque la sociedad le incomoda, les afea la ciudad, la calle, apestan o les estorban. No tenemos que crear calificativos despectivos, sino sensibilizar a la sociedad, porque no es un problema sólo de los indi­ gentes, es un problema de todos. Es difícil que la información llegue a es­ tos grupos ya que tienen una cultura de calle, son desconfiados y exigen­ tes. La información de los beneficios que ofrece IASIS llega por medio de personal capacitado, en este caso, trabajadores sociales sensibilizados con el problema. Otras vías de son eventos masivos y enlaces con otras dependencias gubernamentales y pri­ vadas. Pero más allá de este discur­ so, tenemos que formar una cultura de respeto, legalidad y de derechos que trasciendan a nuestros hijos y a todas aquellas generaciones futura, pues este modo de vida se debe a las condiciones que nos han dado las personas que han gobernado.

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N

ació y se crió en Uruapan, Michoacán, aunque a partir de la prepa sus padres lo enviaron al Distrito Federal, específicamente al barrio de La Merced, de donde guarda intensos recuerdos que datan de 1968. Andando muchos caminos, de Avándaro a Amsterdam, y de Daramsala a Huautla, se fue convirtiendo en esa especie de Chaneke musical, muy capaz de sacar de su galera de instrumentos sonidos tan disímiles como los de flautas de Papantla y sintetizadores, caracolas prehispánicas y campanas tibetanas, teponaztles y berimbaus. Testigo de gran parte de la historia del rock en el país y pionero —“sin proponérselo”— de experimentaciones progresivas de inspiración étnica, Jorge Reyes se ha transformado en una referencia obligada en estos temas, tanto en Europa, como en el gabacho, donde ha compartido escenarios con prestigiosos grupos y artistas.

Jorge Reyes no canta mal las rancheras Mariano Andrade

El pionero de la música progresiva mexicana graba su último disco con Chabela Vargas

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Mambo lo atrapó en la Plaza La Aguilita, que Reyes no pisaba desde chamaco, cuando acudió a brindar el último concierto de 2005, y los largos preparativos de los tramoyas nos permitieron gozar en el Café Bagdad, de estas anécdotas e impresiones que compartimos con ustedes. - ¿Qué estás haciendo musicalmente ahora? - Varias cosas: por un lado me he involucrado en proyectos experimentales de arte sonoro, para performances y trabajos encaminados hacia el radio arte. En este sentido acabo de hacer un paisaje sonoro de Michoacán, una grabación de pue­blos, plazas, mercados, grillos, noches, ríos. Una es­ pecie de documental, de paseo por todo el Estado, pero obviamente no un catálogo de sonidos, sino una composi­ ción musical que utiliza esos materiales tan diversos de la realidad. Grabamos 50 horas de sonido, con una excelente técnica y lo editamos de modo que narra una historia. No hay casi mani­pulación sonora. El arte radica en la manera de cortar y ensamblar los sonidos. El CD va a salir pronto, aus­ piciado por la Secretaría de Cultura de Michoacán. - ¿La idea es que todo es música? - Se trata de valorar el sonido en sí, como fuerza creativa y sugerente, más allá de los instrumentos musicales. Desde los 70 ha habido mucha gente que ha desarrollado esta vi­ sión del sonido como arte. Así como hay landscape, paisaje, también hay soundscape, los sonidos del paisaje. Tu puedes ver la fotografía de una cascada o del mar o del Zócalo, pero eso no entra por los oídos. Obviamente, se trata de editar el material para que se transforme en algo sugerente, ahí hay un trabajo conceptual y de composición. Por ejemplo, en Michoacán tuve que decidir como describir con ruidos las ciudades, los aspectos modernos, artesanales, las ferias, los pescadores, el billar... Me decidí por grabar un viaje, de las 7 am hasta las 7 pm del día siguiente. Una travesía del sonido... También estoy haciendo algo así, pero con el DF lo que es una locura. El 12 de diciembre por ejemplo, me la pasé en La Villa, grabando toda la noche, entre la multitud. Ya llevo, Garibaldi, Xochimilco, las luchas, el Zócalo, los toros, las calles, el camotero, el afilador... el tema es La Megalópolis. - Pero también nos han contado que ahora tocas rancheras... - Al mismo tiempo de eso, estoy haciendo el último disco de Chabela Vargas, como una fusión de estilos rancheros, prehis­pánico, bolero lounch. Con Chabela, que tiene 86 años y había soñado toda la vida cantar La Llorona con caracolas y percusiones prehispánicas. Están La Macorina, La Vereda Tropical, Las Simples Cosas, Un Mundo Raro... - La Chabela tiene una musicalidad impresionante... - Tiene una energía maravillosa y en la grabación estaba muy inspirada. No tiene un gran registro, pero tiene una fuerza y una presencia impresionantes. Su voz es ronca, como los mantras tibetanos y se atreve a experimentar, me pide


más caracolas, más sonidos y fusiones... Para mí, que nunca había hecho rancheras, es también todo un reto, donde ella me da total libertad, para deconstruir ese estilo. Ella tiene dos guitarristas muy buenos, virtuosos. Pero uno tiene que estar buscando modos, sonidos, afinaciones. Por ejemplo La Llo­ rona quedó como un viaje sonoro, un paisaje donde se oyen el panteón y las moscas, caen rayos... Toda una experiencia inédita.

Concierto de Plaza La Aguilita, diciembre de 2005

La raíz del canto - ¿De dónde salió tu inspiración prehispánica, con que la gente te identifica? - A principios de los años 80’s había varios grupos que comenza­ron a tratar de mexicanizar el rocanrol. Algunos se fueron por la vertiente del mariachi y el son huasteco. Pero hicieron alguna rola entre muchas y nunca lograron muy bien la fusión. Más bien eran ondas de mariachis tocadas con guitarras eléctricas. La cosa es que había esta vertiente na­ cionalista, producto de la cercanía con la Revolución y el mo­ vimiento nacionalista de Diego Rivera, Revueltas y otros, que floreció entre los 40’s y los 50’s. Así que, dentro del concepto del rock mexicano, había la posibilidad de experimentar con elementos prehispánicos. Por ejemplo, estaba Posado, un antropólogo que fue de los primeros en fusionar unas ocari­ nas con guitarras eléctricas. También estaba Luis Pérez, otro rockero que intentó fusiones. Sólo que él se enroló en un grupo del hijo de Díaz Ordaz, que era como un mecenas que los tenía a sueldo, en su mansión. Pero Luis fue uno de los primeros a coleccionar teponaztles y a meter tambores, caracolas y flautas de barro. Por mi parte, la primera vez que hice un experimento público fue en el 75, en un programa de canal 11 que se llamaba Rock en la Cultura. Era uno de los primeros programas culturales sobre rock, en ese tiempo en que la industria no quería sacar discos de nadie y el gobierno no quería dar permisos para ningún concierto y las familias conservadoras estaban sacadas de onda por esos chicos melenudos. En ese contexto, el programa era un oasis, don­ de cada año se escogía un rockero por premiación. Allí hice por primera vez una rola con unos teponaztles que me pres­ tó Federico Álvarez del Toro. Después me fui a estudiar flauta a Alemania, donde estuve viajando en bicicleta por todos lados: estuve en Dinamarca, Holanda, trabajé de payaso en la calle, asistiendo a todos los festivales y conciertos que po­ día. En Amsterdam había un Festival de los Locos, en la ca­ lle, donde llegaban compañías , circos, teatreros. Era como una comunidad. Te podías ir a otros países y hacías amigos con la música. En esos tiempos había esa comunicación que ahora no se da. Era mucho más fácil encontrar con quién hacer cosas.


- ¿Esa capacidad de mezclarte con otras raíces culturales quedó en ti como una capacidad de hacer fusiones? - En esa época estábamos abiertos a fusionar todo. Desde los Beatles que metieron la cítara en sus rolas. Muchos grupos se acercaron más al jazz, otros a los gitanos… Yo todavía estaba muy chavo. Después rolé por la India, donde estudié flauta hindú y también en una escuela de la Universidad Tibetana, en Daram­ sala, donde vive el Dalai Lama. Me aventé un rol grande, pasé por Irán, Afganistán, Pakistán, Nepal, Cachemira, Calcuta, Sri Lanka. Regresé a finales del 79, después de cuatro años, y fun­ dé un grupo que se llamó Chac Mool, donde por primera vez pude exponer música propia, que sonaba muy a King Crimson o Jethro Tull. Tuvimos suerte porque fuimos de los primeros que comenzamos a cantar en español y muy pronto nos contrató una disquera grande. Nos hicieron portada doble, discos transparentes, bien grabados. Era un hecho insólito, porque nadie tenía una disquera multinacional que respaldase su trabajo y en consecuencia, los discos mexicanos sonaban a caja de zapatos. Esa experiencia duró hasta el 85 cuando ya llevábamos 6 años, el grupo había tomado un cariz muy comercial y estábamos hartos, con las relaciones muy deterioradas. A partir de allí me dediqué a mi proyecto: mezclar música in­ dígena con instrumentos electrónicos. - Acompañándote ocasionalmente por algún invitado - Los primeros discos los hice sólo. Me volví per­ cusionista, tocaba las flautas, los tambores, los teclados. Creo que como una compensación por mis limitaciones pasadas. Ocurre que ten­ go un pequeño problema en un dedo y cuando es­tudié en la Escuela de Música de la UNAM, no podía tocar bien ni una de los Beatles en la guitarra. Por eso mi instrumento principal fue la flauta, pero cuando pude, me largué a experi­ mentar con todo. Además empecé a ir a Euro­ pa y se empezó a abrir el mercado. España flo­recía después de la dictadura de Franco y comencé a colaborar con músicos de allá, con productores. Casi todos mis discos eran espa­ ñoles porque en esa época era más barato y los estudios estaban muy bien.

Pionero sin querer - ¿Tú que has estado desde Avándaro hasta el Festival de los Locos de Amsterdam, cómo sientes este momento en México? - El rock pop es una cosa que se repite cons­ tantemente. La música electrónica y el rap han sido los experimentos más interesantes. El jazz rock también pintó bien pero llegaron a un preciosismo vacío. También hay mucha apertura hacia lo que ahora se denomina el world music: fusiones de ritmos árabes, afri­ canos, los instrumentos étnicos. Yo empecé a tocar didjeridoo en 1987, ahora hay muchos grupos que lo han incorporado. - ¿Te sientes pionero de la world music o consideras que el tuyo es otro rollo? - A veces eres pionero sin quererlo, pero hay que admitir que muchas de las experimentaciones sonoras que se hicieron conocidas a media­ dos de los 90 o después, nosotros las estába­ mos haciendo a fines de los 80. Comen­zamos por ejemplo con la experimentación elec­trónica cuando aún no había música House y apenas si empezaba algo semejante en las discote­ cas más duras. De allí salieron muchos experi­ mentos interesantes. La tecnología musical se desarrolló tan rápido que, de repente, ya tenía­ mos computadoras, softwares de maravilla y comenzó a producirse esta democratización de la música, donde ya no tenías que estudiar. Podías no ser músico y hacer música, tenien­ do éxitos globales. - ¿Tu trabajo de composición parte de la investigación? ¿Es experiencial o más conceptual? - Al principio fue más de investigación. Afortuna­ damente también tuve la oportunidad de viajar mucho por México. Me contrataban el INI, que tenía radios comunitarias en zonas indí­genas, y convocaba a profesionales que daban cur­ sos a las poblaciones que trabajaban directa­ mente en las estaciones. Había locutores de di­versas lenguas. Y yo iba a dar cursos de apreciación musical, de historia de la música mexicana y también cómo usar la música en la radio. Les mostraba mis instrumentos raros, se los enseñaba y siempre regresaba carga­ do de tambores, flautas, grabaciones. Esa fue una gran fuente de experiencias, una verdade­ ra experimentación, que se extendió en varios

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rumbos. Entré en contacto con toda esa gente con la cual, si eres un desconocido, no puedes acer­ carte y pedirles que te enseñe una canción. Allí empiezas a ver que para los indígenas la música tiene una energía poderosa y que es algo muy importante a nivel ritual y ceremonial. Entonces tienes que comprender la cosmovisión que la inspira, porque si no, no tiene ningún sentido. Por consiguiente, tuve también que aprender acerca de mitos, símbolos, ritos, fiestas, así como también sobre los instru­ mentos. Se trataba más bien de una experiencia vivencial más que de aprender métodos y técnicas. Intentaba empaparme todo lo que podía de sonidos y de la magia involucrada en ellos, para poder hacer mi rollo personal. Así empecé también a experimentar mucho más con la voz, que había sido para mi un tabú. Empecé a soltarme y también, a través de la música, comencé a resolver muchos problemas personales. La guitarra en el escenario, frente al público, es como un escudo, una pared, un arma que te protege... pero ¿qué pasa si te la quitan? Hay que atreverse a cantar sólo con un cántaro enfrente, o pararse en el escenario y darte de cachetadas, cantando, para producir ritmos y cadencias con tu propio cuerpo. Tu trabajo también tiene mucho de performance... Se trata de establecer una comunicación con la gente. Más bien, de crear una energía positiva. Algo que te haga sentir vivo, vital, actuante, creativo. La música, finalmente, es el hilo de Ariadna, lo que guía en el laberinto y te mantiene pegado a la realidad. Con la música puedes estar en ambos mundos. ¿Eres religioso? No soy parte de una secta, ni sigo creencias establecidas. Nunca he pertenecido a un club. Estuve con los tibetanos, con los Hare Krishna, con los sufis, pero nunca me he quedado en ninguno. ¿Como que no te gustan las etiquetas? Mi concepción religiosa de la vida es que todo es sagrado y ya. Algo que tomo de mi pasado rockero es mi antagonismo ante cualquier idea absoluta o fanatismo. En este sentido, la música indígena mexicana aporta una magia, una conexión real con lo sagrado. Eso es lo que yo al menos, aprendí de ellos e intento destacar en mis presentaciones.

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Textos y fotografía:Adrián Martínez

En

de el mercado de La Merced una esta capital encon­tramos du­ gran diversidad de frutas, ver de nen vie pro ras y vegetales que lica púb varios estados de la Re es común ver a los mexicana. En este espacio gados de mercan­ “diableros” con sus carritos, car del mercado. Para cía, yendo de un lugar a otro lesto ir de compras algunas personas resulta mo ón o ser pisado por y ser víctima de algún empuj ar la vital función un diablo, pero nadie puede neg stos, comerciantes que realizan, conectando pue y clientes.

los comerciantes Desde la época prehispánica, ores o “tamemes”, o pochtecas utilizaban cargad as. Más adelante, para desplazar sus mercancí españoles usaban a después de la conquista, los s conquistados para los habitantes de los pueblo ductos, mercancías, cargar y transportar sus pro de nuestra historia, materiales y armas. A lo largo presentes de una u estos personajes, han estado , actualmente, es otra forma. Se podría decir que es, mejor conocidos todo un oficio el de los estibador como “diableros“. rcado de la Mer­ En el estacionamiento del me parte de la mercan­ ced, lugar donde llega la mayor s, Rogelio Nolasco, cía, platicamos con uno de ello trabajo mientras se quien nos cuenta acerca de su toma un descanso.

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io ue c el q fi n o o ee nic t Un á n p ed is ge c i r h v e e pr ue aM g i L s e aún ado d rc me —¿De dónde es originario? —Nací en Michoacán, pero ya ten­ go más de 15 años en la capital. —¿Cuántos años tienes trabajando de diablero? —Dieciocho años.

—¿A qué hora llega a trabajar al mercado? —Soy el más madrugador de to­ dos —nos dice en tono de bro­ ma— llego a las 10 de la mañana pero, normalmente, mis compa­ ñeros comienzan a trabajar a las 6 de la mañana. —¿Trabaja todos los días? —Sí, no hay día de descanso, aunque los domingos me voy más temprano.

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—¿El diablo con el que trabajas es tuyo? —Sí. Cuando empecé a trabajar tenía que alquilarlo, pero después junté para comprarme el mío propio. Lo compré en uno de los puestos del mercado. —¿Qué mercancías descarga y trasporta al mercado regularmente? —Papas —y menciona en broma— ¡ah! y ayer transporté cocaína. No es cierto, cargo tomates, jitomates, chi­ les, cebollas, por mencionar algunos de los productos. —¿Cuántos kilos pesa un costal de papas? —De 55 a 60 kilos, dependiendo del tamaño de las papas.

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—¿En un viaje, cuántos costales carga aproximadamente? —De papas cargo hasta 10 costales, de 55 ó 60 kilos cada uno. —¿Y de jitomate cuántas cajas carga tu diablo? —De 20 a 25 cajas, dependiendo del tamaño del jitomate. —¿Dónde come? —Regularmente en el Mc Donald’s —comenta con cierta risa—. No, por lo general, nos traen de comer aquí, no hay tiempo de ir a una fon­ da. Nos metemos a una camioneta descarga­ da o sobre el diablo, como si fuera una mesa. A veces nos toca comer parados porque, co­ miendo, llega una camioneta para descargar y tienes que dejar de comer. —¿Cuánto gana a la semana? —De 100 a 200 pesos a la semana. En cuanto a este dato, no es una cifra exacta pues, comprobamos con otros diableros que ganan hasta mil 500 a la semana. Por lo que se pudo observar a lo largo de esta entrevista, pueden ganar alrededor de 500 pesos sema­ nales. En esta zona hay como 300 diableros, los cuales provienen de varios estados, como Michoacán, Puebla, Hidalgo o del estado de México (Toluca o Neza). —¿Qué opinión tiene la gente de ustedes? —¡Ay Jesús! se va a doblar, dice con voz afe­ minada —dice entre risas—. Piensan que uno los lastima por lastimarlos pero, muchas veces, no escuchan cuando uno va con el diablo. Lle­ vamos mucha carga y por eso vamos rápido. Cuando no escuchan que vamos a pasar, la carga nos gana, no se puede frenar y es cuan­ do lastimamos a alguien. Ahí empiezan los re­ clamos y recordatorios familiares. —¿Se ha lesionado alguna vez? —Sí, una vez me lastimé la columna. Se me vino una estiba de papas de10 costales de 55 a 60 kilos cada costal. Es el riesgo de esto y no tenemos ningún servicio médico, cada quien se paga este tipo de gastos. En aquella oca­ sión dejé de trabajar como un mes para poder recuperarme. Rogelio se despide ya que llega una camioneta para descargar. Hay que hacer fila y son varios los diablos que empiezan a formarse.

Polisemias urbanas

La banda no se crea ni se destruye, sólo se transforma... y con ella sus expresiones. MAVET El barrio es el lugar del bisne por excelencia, por eso hay que ponerse bien águila pa´ que no haya chanchullo. O mejor dicho, parafraseando al maestro Paz, porque más vale transar que ser transado. Por ello, aquí van algunas de las prácticas palabras del barrio y el bisne, para que no los chamaquien. Bisne: Tipo de negocio informal en el que se intercam­ bian bienes y/o servicios. Ej.:“Ya tengo un bisne con ese carro, voy a cambiarlo por otro mejor más un ribete” Milpa: En moneda fraccionaria equivale a mil pesos. Ej.: “La chamarra vale una milpa” Quina: Úsase para referirse a la mitad de una milpa. Ej.: ¿Cuánto le debo? Respuesta “pues te lo dejo en una quina” Ciego: Es equivalente a una quinta parte de la quina. Es decir, a cien pesos. Ej.: “El tamarindo me pidió un ciego nomás” Tostón: Fracción monetaria de usos atribuibles a 50 pesos o 50 Centavos. Ej.:“En la esquina me talonearon un tostón” Peseta: De origen gallego, la peseta representa al 25, tan­ to en pesos como en centavos. Ej.: “Compré un perfume que costaba treinta, pero me lo dejaron en una peseta” Diego: Sinónimo de diez. O sea, Diez varos. Ej.: “¿Cuán­ to quieres por las pinzas? Respuesta Dame un diego”. Chacharear: Pasatiempo de buscar entre los puestos para ver o comprar algo que quizá no se necesite en ese momento. Ej.: “El sábado voy a ir a chacharear a Tepis” Licar: Manera de observar o andar buscando con la mira­ da. Ej.: “Bájale con mi carnal, nomás ando licándote eh” Simón: Afirmación categórica, sin miedo a retractarse. Ej.: ¿Vas a ir al toquín” Respuesta Simón” Clavar: Acción de tomar prestado algo sin avisarle a su dueño. Ej.: “Estaba atendiendo a la jefa, y ni me di cuen­ ta cuando me clavaron la mercancía.” Ribete: Negociación en la que se intercambian bienes de distinto valor económico y se paga la diferencia. Ej.: “Cambié mi estéreo por una grabadora y me dieron de ribete tres discos y dos casettes.” Espero que estas frases les sean de utilidad pa´ ga­ narse una lana y sobrellevar a los lacras que se visten de tacuche, convirtiéndose en hombres y mujeres de negocios. Todas las palabras que se emplearon en esta edi­ ción y no fueron explicadas lo serán en el próximo nú­ mero. Envíen sus comentarios, mentadas o ñeradas a mavet_one@yahoo.com.mx


El arte del futuro en el Centro Histórico

El Laboratorio Arte Alameda, especializado en arte electrónico Muchos de los que habitualmen­ te fatigamos las calles del Centro His­tórico, en nuestros cotidianos trayectos laborales, ignoramos las riquezas que encierran sus calles. Más allá de las sutilezas gastronó­ micas, la complejidad del comer­ cio y el esplendor arquitectónico, también podemos encontrar es­ pacios que cobijan el desarrollo de diversas artes y exploraciones estéticas. Uno de estos espacios es el Laboratorio Arte Alameda (LAA), uno de los pocas instituciones pú­ blicas dedicadas especialemente al arte electrónico. Su propuesta original, definida en el año 2000 como una rama especializada de Conaculta y el Instituto Nacional de Bellas Artes,

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consiste en la experimentación ar­ tística y la difusión de obras crea­ das específicamente en el lugar. Entre otros artistas, se han presentado en sus salas grandes maestros internacionales como Bruce Naumann, Nam June Park, Gary Hill y Antoni Muntadas. También se han expuesto obras muy complejas como el proyecto de Toy Stories de Gerardo Suter, que involucra fotos de gran tama­ ño, video, proyecciones, obras pa­­ra monitor y textos transferidos a las paredes o Constelación de Artes, magna instalación lúminica de Thomas Glassford, que des­ lumbró a los visitantes, en la nave central del Laboratorio. También de este nivel de complejidad fue la muestra interactiva Dataspace, presentada recientemente. Pero además de las exhibicio­ nes, conciertos y presentaciones de artistas, muchos de los partici­ pantes en el LAA también ofrecen talleres, conferencias y seminarios

para el público en general. Tal es el caso, por ejemplo, de Ximena Cue­ vas, Gerardo Suter o Miguel Angulo. “La búsqueda del LAA —afir­ ma su gerente de vinculación, Vanessa Bohorquez López. Jefa del Departamento de Servicios Educativos— es ofrecer activida­ des educativas que contribuyan al desarrollo y divulgación del arte electrónico, por lo que mantener cursos relacionados con nuevas tecnologías es una de sus priori­ dades”. Precisamente el perfil público del LAA y su vocación docente, implican un costo muy accesible para muchas de sus propuestas, además de numerosas becas es­ pecialmente diseñadas para faci­ litar el acceso a población con ba­jos recursos económicos. Cuando se de su próxima vuel­­ tecita por el Centro Histórico en­ tonces, no se entretenga sólo con su gastronomía, sus paisajes ar­ quitectónicos y sus comparas, vi­

site también este antiguo edificio de 1682, ocupado por la iglesia del Convento de San Diego en la calle Dr. Mora núm. 7, que allí puede encontrarse, tal vez, con su vocación olvidada. La electró­ nica, el arte del futuro, traído al presente por el Laboratorio Arte Alameda.

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ABRIL Mirada a la literatura indígena: reencuentro y reflexiones en Casa Talavera Viernes 7, 15:00 a 16:00 hrs. Mesa redonda “La aportación filosófica de la literatura indígena a la vida contemporánea” 16:15 hrs. Mardonio Carballo (poesía zapoteca), Natalia Toledo (recital poético) y Rocío González López Lena (poesía) 17:30 hrs. Pounai -Obra de teatro náhuatl

MAYO Cine-Club Miércoles, 16:00 hrs. Cine-Club para Adultos.

Viernes 7, 15:00 a 16:00 hrs. 16:00 a 18:00 hrs., Charlas - Estrella Newman (escritura iconográfica) - Macario Matus (la vida y obra de Benito Juárez) - Jorge Cocompech (literatura yucateca) - Carlos Huaman López

Exposiciones Pintura e Instalción de Guillermo Älvarez, jueves 11, 18:00 hrs. Arte Plumario, Sábado 13

Concierto con el grupo Tribu, 17:00 hrs.

Semana de Arte Encuentro y reconocimiento al blues mexicano. Del 16 al 19 a partir de las 15:00 hrs. Conciertos, clínicas, cine, pláticas...

Jueves 27, a partir de las 16:00 hrs. Encuentro de literatura infantil, circo, cuenta cuentos y charlas, en el barrio de la Merced.

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Coordinación editorial Mariano Andrade y Alejandro Semo Responsable de Casa Talavera Emma Messeguer Diseño Gráfico - Alejandra Galicia Viñetas - Paola Cabrera

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Logística y difusión Nadia García, Joaquín Aguilar Maricela Iñíguez Colaboradores académicos Dr. Jesús María Serna Moreno (UNAM)

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Consejo asesor Ing. José Luis Arteaga Daniel Manrique Javier Roca Jorge González Torres Antonio Ruíz José Bustamante

o Luis Damián Ruiz Fernando Monroy Paulín Jorge Sahagún Alberta Hernández Arrieta Dora Alicia Norma Moreno Lara Fernando Roa López

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... viene del núm. 7 Nomás agarra la onda, güey: trajeron tantos negros acá a México casi desde 1560 ma ó meno, que ya para 1890... aquí en la capirucha había más negriza que indios y los hispanos aunque eran gandallas y dominaban, eran menos, la mayoría de la población eran negros, mulatos, cambujos, lobos, saltapatras, y el resto de jaladas que se les ocurrió a los hispanos para clasificar a los nuevos mexicanos. !Ah chingá, y... qué es eso de que los negros nos trajieron cultura? comenzó a surgir una nueva raza de mexicanos: el MESTIZAJE, o sea, hicieron la lucha por puro mexicano champuseparar a indios y rradón y de capirotada negros, el arróz ya se mas las agazajadas de los hispanos con las indias y con había cocido las negras, que se sirvieron con la cuchara grande, fue el mestizaje racial y cultural, casi de todo México, con hispanos y negros mas los moros arabizados. Nóóó, ñero... fue un parchadero... DE PELOS...

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Textos y monos de Daniel Manrique “Tepito Arte Acá”

Una crónica de la condición humana

La discriminación en México

Pero por mas que le

¡Ah!... cómo serás... güé... ro... Aquí en México no hay negros como en Brasil, como en las Antillas o como en gringolandia, porque aquí en México fue en donde más primero ya no se permitió la esclavitud de negros -fue pura piña porque la esclavitud siguió y sigue- y todo fue por el choro de la Independencia, que la neta fue la independencia de los españoles, porque los mexicanos seguían y seguimos retejodidos.

Nomás te voy a soltar dos tres de lo que se les debe a los negros. Digo, sin mencionar que el capitalismo gringo se amachino porque de la chinga que los güeros le acomodaron a los negros nunca les pagaron ni chicles, pero aparte: El “danzón” que ya es neto mexicano, pero que llegó de Cubita, además la rumba, el guaguanco, la guarachá, ... ¡el buti! Por ejemplo, en gringolandia todas las rolas rockeras se deben al bluss y al jazz de los negros... Mientras que los españoles amachinaban a México, unos se morian, otros ya eran hijos, otros llegaban, y más europeos también. Y discriminados, surge una clase popular bien a todas emes

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No pos sí, siempre nos han hecho menos desde que Hubo varios levantamientos quedó amachinada la invasión mas que conquista, luego la armados de indígenas pero les dieron en toda colonización, y luego la independencia, luego la reforma, su má. También un negro luego la rola, luego, luego... pos ya ni me acuerdo güey... africano llamado “Yanga”, el cuete fué que después hubo un güey que quería ser se las hace de jamón a los su serenisima y excelentísimo emperador de México, algo españoles, pero tambien le dieron pa trás así como “rey” a la manera mamerta europea... ese jalado fue Agustín de Iturbide. Fue un neto descuajeringue. El rollo fue que después sí trajeron a un extranjero para que de verdolaga sí la hiciera de emperador, este fue Maximiliano de Habsburgo y su ñora Carlotita que más fue una charada muy pesada que les hicieron en Austria y en Francia para desafanarse del güro Maxi pero, esta es otra historia dentro de los mismo. En ese entons Benito Juárez era presi de México. Nolo se bien pero creo que Don Benito fue el primer indígena que llegó a presidente, el segundo fue Don Porfi que después ya no quería levantarse de la silla presidencial. Parece ser que otro que también fue indígena por michi, fue don Lanzaro Cárdenas el papá. Pero después antons, puro desmadre gandallón, hasta ahora.

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... FIN

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Los talleres en Redes/Atzaloa: ir más allá de la enseñanza artística no formal

Joaquín Aguilar El mes de febrero marcó el inicio de los talleres en el espacio de Redes /Atzaloa; una nueva aventura que busca, a través de la enseñanza artística no formal impulsar con los participan­ tes proyectos elaborados en cada uno de los talleres. Desde la creación de una fonoteca sonora del Barrio de La Merced, hasta la elaboración de una sección infantil en la Gaceta Mambo La Merced

De lo profano a lo sagrado Bajo esta premisa, se tienen los objetivos claramente definidos. Así, el taller “de lo Profano a lo Sagrado” busca recuperar la memoria viva del barrio, a través de la elaboración de un calen­ dario de fiestas civiles y tradicionales, así como el registro de los sucesos memorables, crónicas y leyendas de sus rincones y el mayor conocimiento del patrimonio arquitectónico y comunita­ rio en general, para crear una fonoteca de las tradiciones orales y de su música y finalmente la publicación de un libro sobre la memoria y la vida cotidiana del barrio de La Merced. Sembrar la semilla donde los niños expongan a través de la producción periodística alternativa su creatividad, su sensibili­ dad, imaginación, conocimientos y puedan consolidar su per­ sonalidad, al sentir que son tomados en cuenta, que tienen la capacidad de apropiarse de su entorno. Para ello, comenzarán a producir materiales de comunicación como un instrumento de participación social, conscientes de su comunidad inmediata y su entorno, haciéndolo de una manera divertida y creativa, que vaya más allá de una experiencia temporal, al lograr crear una sección propia en la Gaceta de Casa Talavera, elaborada por ellos mismos, dentro del Taller de Periodismo Infantil Alternativo Como una continuación de este proceso de apropiación del entorno, el taller de fotografía para niños “Camaradas”, busca

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que su mirada se traduzca en la expresión de su pensamiento, a tra­vés de la sensibilización “su mundo”, captando instantáneas de los elementos que los rodean, para transformarlas en propues­ tas creadas a partir de las nuevas tecnologías con presentaciones audiovisuales. Se trata de la apli­ cación de estas nuevas tecnolo­ gías, que impulsen la sensibili­ zación artística desarrollando su creatividad e intuición, a través de una mirada distinta del entor­ no que los rodea. El sonido es otro de los ele­ mentos artísticos que produce en el ser humano las más variadas emociones y sensaciones. El Taller de Apreciación Sonora está enfocado a sensibilizar a los ni­ ños en este aspecto. La musica­ lidad de cada uno de ellos posee un potencial sonoro y musical, que muy escasas veces es visto como un medio de expresión y de auto conocimiento. En un espacio como el Cen­ tro Histórico, donde el agitado transitar de la cotidianidad pare­ ce romper con toda armonía en el ambiente, existe una sinfonía que desmenuzada y controlada puede llegar a ser un motivo para crear paisajes sonoros y compo­ siciones musicales. Uno de los objetivos principales de este ta­ ller es que los niños aprendan a identificar los diferentes timbres de los instrumentos musicales más comunes, así como escu­ char distintos tipos de música. De esta forma los niños, aprenderán a comprender y recrear su entor­ no a través del juego y el sonido, como materia lúdica en donde crearán sus propios instrumentos de objetos cotidianos, para dar­ les una sonoridad propia.

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Casa Talavera Talavera núm. 20 esquina República de El Salvador, Col. Centro, tel. 5542 9963 Casa Talavera correo electrónico: Talavera núm. 20 esquina mambolamerced@yahoo.com.mx República de El Salvador, Col. Centro, tel. 5542 9963 correo electrónico: mambolamerced@yahoo.com.mx

El choque de culturas en San Lorenzo Tezonco... pág. 5

La última y nos vamos... pág. 13


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