Los mínimos de la historia de Venezuela Elías Pino Iturrieta, Inés Quintero Montiel y Manuel Donís Ríos: Historia mínima de Venezuela. Caracas: El Colegio de México-Turner. 2019.
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enezuela —como ejemplo de declive de un Estado y una sociedad que habían logrado altas cotas de prosperidad y estabilidad democrática— es motivo de profundo interés general. Esa es una de las principales razones por la cual tres historiadores (Elías Pino Iturrieta, Inés Quintero Montiel y Manuel Donís Ríos), todos ellos individuos de número de la Academia Nacional de la Historia, decidieron redactar una nueva versión de la Historia mínima de Venezuela que se publicó en 1992, patrocinada por la Fundación de los Trabajadores de Lagovén (filial de Petróleos de Venezuela S. A., PDVSA). Era necesario incorporar las nuevas perspectivas logradas por la investigación historiográfica en los últimos casi treinta años y, además, darle continuidad hasta el presente (porque el recuento de los acontecimientos llega hasta 2015). La idea de «historia mínima» consistió en emular la colección creada y coordinada por el maestro mexicano Daniel Cosío Villegas en El Colegio de México desde 1973. El modelo es la claridad, la concisión y la atención de los temas por especialistas. El éxito de la colección como obra divulgativa ha sido inmenso. Buen ejemplo de ello es que el cincuenta por ciento de sus títulos se han reimpreso y se han vendido casi 70.000 ejemplares. La colección se ha hecho internacional con la incorporación de las historias de muchos países (en especial de Iberoamérica) y variada, con temas tales como derecho, constitucionalismo, neoliberalismo, ideas políticas. En Venezuela, la edición de 1992 tuvo también una gran demanda, lo que permitió publicar una colección «mínima» —cultura, Independencia, siglo XIX, siglo XX, mujer, medios de comunicación y economía— que cumplió las exigencias de brevedad, sencillez explicativa y
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autoría de los historiadores que mejor conocen cada área. El coordinador, Elías Pino Iturrieta, señala un importante objetivo de la obra: que «el lector capte lo fundamental de la cadena de logros y frustraciones, de conmociones y desarrollos apacibles, que ha determinado el rumbo de un desafío nacional que busca conclusiones urgentes». Es la búsqueda del sentido de la historia de este país, de las contradicciones y los conflictos que condujeron a la terrible actualidad. ¿Existen otros libros que se inspiren en estas metas dentro de la historiografía venezolana? Probablemente, Una nación llamada Venezuela (1980) (aunque se reduce a la historia desde 1800) de Germán Carrera Damas, el resumen que hizo Guillermo Morón de su obra de cinco tomos Historia de Venezuela (1994) o Venezuela: 1830 a nuestros días (2007) de Rafael Arráiz Lucca; y de este último autor hay que señalar varias publicaciones que tratan la evolución de temas específicos como su El petróleo en Venezuela: una historia global (2016). Seguramente existen muchos otros libros, pues el anhelo de encontrar los factores determinantes de muchos fracasos y frustraciones es compartido por todo investigador de la historia venezolana. En 2018 apareció incluso una historia del politólogo y humorista Laureano Márquez ilustrada por Eduardo (Edo) Sanabria: Historieta de Venezuela: de Macuro a Maduro. El índice de Historia mínima de Venezuela muestra, por el número de páginas dedicado a cada período, la importancia que le atribuyeron. Manuel Donís redactó los dos primeros capítulos: «Un acercamiento a la Venezuela prehispánica» (pp. 13-20) y «Venezuela colonial» (pp. 21-86). Elías Pino, además del prefacio («Explicación»), el epílogo y la reseña de la
DEBATES IESA • Volumen XXV • Número 1 • enero-marzo 2020
contraportada, escribió el capítulo «El siglo XIX, o los “tumbos” del republicanismo» (pp. 87-140). Inés Quintero se encargó del último capítulo: «El siglo XX: conquista, construcción y defensa de la democracia» (pp. 141232), que llega hasta el año 2015. Al final el libro cuenta con una bibliografía para cada período que equilibrar los clásicos con obras recientes. La revisión de los temas y su extensión en páginas muestra que se le otorgó mayor importancia al siglo XX, después al XIX y, por último, a los 300 años de la Colonia. Al período prehispánico se dedican apenas siete páginas. En el siglo XX y lo que va del XXI se encuentra la mayor parte de las respuestas a las preguntas sobre la crisis actual. Al atribuirle el protagonismo, la democracia aparece íntimamente ligada a los «tumbos republicanos» del siglo XIX. Hay una línea republicanademocrática desde el proceso de Independencia que no ha dejado de mover a la acción política, cívica y militar de los venezolanos. Los mueve tanto para promoverla como para destruirla, y así poco a poco ha ido cambiando y asumiendo sus peculiaridades criollas. El proyecto republicano-democrático no puede entenderse aislado de las condiciones y del tiempo en que intentó hacerse realidad. Esas condiciones o herencias, para bien o para mal, fueron las desarrolladas en los tres siglos de la Colonia: los problemas de integración territorial y estatal, y las profundas desigualdades ocasionadas por la conquista de un grupo étnico (los europeos) sobre otros dos muy distintos (aborígenes de América y africanos esclavizados). En esa época aparecen estamentos sociales celosos de sus fueros y privilegios (propietarios con pretensiones nobiliarias, militares y clero) en medio de un profundo mestizaje.