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Viaje a Galicia, la búsqueda de los hórreos
Un encuentro con la historia gallega. Buscarse es atreverse a viajar por donde nunca has imaginado. ¡Conócelo!
Mi pasión por viajar comenzó desde pequeña por las aventuras en las que acompañaba a mis padres. Uno de mis destinos favoritos ha sido Galicia, comunidad autónoma española, y aunque no hay nada como mi México, este rincón del pla‐neta te muestra múltiples atractivos turísticos.
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EL VIAJE
El viaje a Galicia comenzó en el aeropuerto de Madrid, una travesía de hora y media en avión en el que en cada momento carteles turísticos no paraban de mostrarme y animarme a visitar los hórreos gallegos, construcciones de piedra o madera que están elevadas con grandes pi‐lares y que te muestran que puedes encontrar la magia y el misticismo desde que sabes de su existencia. Con esto en mente, comencé un recorrido por tierras gallegas para saber más de ellos.
Recorrerlos es toda una experiencia. Uno de los que más me sorprendió fue el hórreo de Poio, el más grande del mundo en superficie con un volumen de más de 120 mil metros cú‐bicos y 51 pies que lo sustentan. Su capacidad en el interior es tan grande que está dividido en varias cámaras donde almacenar una gran cantidad de granos.
Este es justamente el objetivo de los hórreos, almacenar toda la cosecha para el invierno y así poder sobrevivir en tema de alimentación por los casi cinco meses que dura esta época tan fría y lluviosa del año.

El hórreo de Araño no se queda atrás. En la localidad de Rianxo, en Coruña, se encuentra el más largo del mundo con 37 metros de longitud.
A pesar de que existen más hórreos por el an‐cho y largo del territorio gallego y asturiano la última parada decidí realizarla en la comarca de Os Ancares, provincia de Lugo, lugar donde sobreviven las viviendas más primitivas del noroeste peninsular: las pallozas de Piornedo. La aldea está catalogada como Bien de Interés Cultural y sus peculiares hórreos, algunos de forma redonda y con cubierta de paja, des‐tacan entre las construcciones de la aldea volviéndola más mágica aún.
Sin duda alguna regresé al hotel con una pro‐funda sensación de paz y grandes recuerdos que atesoraré toda la vida. Siempre hay esperanza de volver a realizar el recorrido y de‐jar nuestro ser existir y convivir con la historia arquitectónica del mundo.




