nota de tapa • Por Denise Tempone. • FOTOS Adan Jones, Cesar Capasso y archivo línea 12.
fundada en 1931, la línea 12 es una de las más antiguas de la ciudad.
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Súbete a mi bondi Cumplió 85 años el medio de transporte más popular de la ciudad: 6 millones de pasajeros viajan por día en sus 135 líneas. Historias detrás de la más “peligrosa”, la más “paqueta” y la más “antigua” de Buenos Aires.
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uenta la leyenda que una tarde invernal de 1928 un grupo de taxistas se reunió a tomar un café en la esquina de Avenida Rivadavia y Carrasco, en una confitería llamada Café La Montaña. En esa porteñísima merienda, todos habrían expresado sus lamentos ante la falta de pasajeros. En ese mismo momento, a uno se le habría ocurrido una idea drástica: ofrecer un recorrido fijo y compartido para varias personas. No lo sabían pero estaban dando nacimiento a un taxi colectivo, algo que, con el tiempo, pasaría a llamarse simplemente, “colectivo”. Pocas semanas tardaron en implementar la idea. El lunes 24 de septiembre, a los gritos, comunicaron la “promoción especial” en plazas y esquinas. Los autos, además, colocaron grandes carteles anunciando el recorrido: partirían desde Primera Junta, pararían en Plaza Flores y finalizarían en Lacarra y Rivadavia. Posteriormente realizarían el camino inverso: Rivadavia y Corro - Primera Junta, deteniéndose nuevamente en Plaza Flores. La aceptación estuvo lejos de ser inmediata. A la gente le daba desconfianza así que el primer auto colectivo viajó, vacío, desde Primera Junta hasta Rivadavia y Lacarra. Fue recién a la vuelta que un curioso se animó a subir. Poco
a poco y con el transcurso de los días, más gente se fue animando. En esas épocas, muchos pasajeros cuyos hogares quedaban cerca de las principales avenidas, tenían el raro privilegio de que el taxi colectivo se desviara para dejarlos en la puerta. Como era de esperarse, cada vez más taxistas se animaron a ofrecer ese mismo recorrido por lo que la competencia se volvió infernal. Cuando las cosas comenzaron a tornarse violentas no quedó más alternativa que la fusión: ciento ochenta coches pasaron a formar la primera línea, llamada “La Primera”. Al poco tiempo, el 12 de octubre de 1928, se sumó otra, que se dio a conocer como “la 8”. Su recorrido iba desde Nazca y Rivadavia hasta Plaza de Mayo. Por ese entonces, las más reticentes a utilizar este servicio eran las mujeres, quienes por pudor y temor, no se animaban a viajar solas en un auto entre tantos hombres. Como solución algunos choferes optaron por trabajar acompañados por sus hermanas o novias, para generar tranquilidad y garantía a las pasajeras. Ochenta y cinco años pasaron desde que el primer colectivo partió vacío desde Plaza Flores. Hoy existen 135 líneas, con 9.700 unidades que llevan a 6 millones de pasajeros por día, es decir, al 74% de quienes usan transporte público en la ciudad de Buenos Aires.
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Sergio “El Bicho” Andrada se enorgullece de circular por donde las otras líneas no llegan: el Cementerio de la Recoleta, el Paseo Alcorta y el Malba.
Línea 102
La más “paqueta”
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a línea 102 tiene fama de ser la más coqueta de Buenos Aires. ¿Por qué? Una de las razones más convincentes es su recorrido. Sale de Barracas, cruza su parte “fifí” y luego de unas pocas paradas en Constitución, toma Tribunales y Barrio Norte para internarse en el paquetísimo Palermo Chico. Entre sus lugares más “top” están el Cementerio de la Recoleta, la Biblioteca Nacional, el Paseo Alcorta, el Malba y el Jardín Japonés. “Vamos a lugares a los que nadie más llega”, se enorgullece Sergio “El Bicho” Andrada, chofer de la línea desde hace 21 años y delegado gremial. Sergio puede ufanarse de haber llevado, entre otros, a Ante Garmaz, Marita Ballesteros y al mismísimo Gabriel Corrado. “Acá viajaba tranquilo pero no
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creo que te sobreviviera entre las señoras del 86”, observa. Y es que ésa es una de las principales características de esta línea que tiene ya 69 años. “La gente es educada, discreta y se empilcha bien”, resume “Bicho” y analiza que eso, en gran parte, se debe a que sus pasajeros son profesionales. “Tenemos mucho abogado, juez, contador, y otras profesiones formales”, explica. Entre sus viajantes suele haber también muchos agentes de policía y empleados de seguridad, lo cual, asegura, mantiene a la línea casi exenta de robos. “Puede pasar en la parada pero no arriba”, dice. Andrada no puede evitar reírse ante una realidad, “Aunque viajen famosos o se vistan todos muy pitucos, en hora pico van colgados por las ventanas como en todas las otras líneas. Ahí no hay pinta que valga”.
Recorrido: Barracas – Palermo Chico Fecha fundación: 1944 Unidades: 50 Dice Danny Tunnard: “es la mas paqueta, sin embargo, cuando yo la tomé viajaban dos travestis y no hubo problema. eso habla de la integracion que hay en argentina.”
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los detalles decorativos de su interno enorgullecen a andrada.
“Entre mis pasajeros estuvieron Ante Garmaz, Marita Ballesteros y Gabriel Corrado. Acá viajaba tranquilo pero no creo que sobreviviera entre las señoras del 86.” En el garaje del barrio de Barracas, los choferes exhiben sus unidades con orgullo. Se pasan muchas horas del día dentro de ellas y les permiten “tunearlas” a gusto y placer. La del “Bicho”, por ejemplo, tiene piezas de espejos talladas con los nombres de los hijos de su compañero de unidad, una pana especial en el asiento, un buen equipo de sonido y el póster de Los Redondos, la banda que escucha la mayor parte del recorrido. “Bajito, no molestamos a los pasajeros aunque más de uno me pide que la suba”, se entusiasma. Otras unidades conservan la costumbre de los peluches, las luces fluorescentes (“ideales para el sábado por la noche) y agregaron ítems que permiten
la interacción de los pasajeros, como una tira de tela debajo el espejo retrovisor en el que se cuelgan aros y dijes no solamente encontrados por los choferes, sino también entregados por voluntad de pasajeras que quieren dejar su marca en la unidad. Entre las coqueterías de las que se ufanan, están los cobertores que recubren las maquinas lectoras de la tarjeta SUBE, en composé con los tapizados, los aromatizadores y hasta unas bolitas de metal que cuelgan afuera, de la carrocería y resplandecen con el sol. Cordiales además, los choferes a quienes muchos pasajeros conocen por su nombre, se ofrecen a avisarles cuándo deben bajar, al menos, cuando se acuerdan.
Cualquier bondi lo dejó bien… En agosto de 2009, diez años después de instalarse en Buenos Aires, el inglés Daniel Tunnard miró el mapa porteño y se dio cuenta de que conocía menos de la mitad de la ciudad. Dejó de darle vueltas al asunto y se propuso responderse en un plazo de seis meses la pregunta: ¿adónde van los colectivos que toma, después de que se baja de ellos? ¿Y los que uno jamás toma? El resultado fue un particular libro, llamado Colectivaizeishon (Random House) en la que este medio de transporte es la excusa ideal para mirar de cerca la vida cotidiana de Buenos Aires. Él aporta su visión sobre las líneas elegidas por 7 DÍAS para homenajear al colectivo.
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Línea 158
La más “peligrosa”
Germán Bosch es conductor de la 158, que atraviesa dos villas. Los fines de semana entre las 6 y las 8 de la mañana, es uno de los momentos más conflictivos.
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os chóferes de la línea 158 definen su recorrido como el “villatour”, un adrenalínico viaje entre Pompeya y Lanús atravesando algunos de los asentamientos más peligrosos de Buenos Aires. “Es de no creer, los pasajeros se roban entre ellos”, todavía se asombra Germán Bosch, quien trabaja en la línea hace tan sólo 5 años y es hoy delegado gremial. “Tal vez suben, fichan al que está hablando con el celular cerca de la ventana y apenas se bajan aprovechan para tirar el manotazo”, denuncia. Germán cree saber exactamente la razón de tanto oportunismo y desesperación. “Las villas que atravesamos son dos de los puntos más grandes de venta de dro-
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Recorrido: Pompeya – Lanús Fecha fundación: 1953 Unidades: 125 Dice Danny Tunnard: “va por zonas complicadas pero no me pareció algo traumático. LA PASÉ PEOR CUANDO ME ROBARON EN PALERMO, DOS VECES.”
gas, especialmente de paco. Muchos adictos se toman este colectivo y el 70, en pleno estado de desesperación, camino a buscar lo que tanto quieren”, observa. Los choferes de la 158 hacen equilibrio entre el fino límite de ser lo suficientemente amigables como para no provocar, pero lo bastante duros como para hacerse respetar. Por eso la empresa optó por conductores que conozcan el código villero. “Acá, al único que se respeta, es al de la villa, por eso en la línea cada vez tenemos más conductores que viven en los mismos lugares que los pasajeros, y conocen los movimientos. Los delincuentes no le roban a un vecino, en todo caso, prefieren esperar al bondi que sigue”, resume. La 158 no sólo lidia con la desesperación de quienes están sometidos a la dependencia, también tiene que enfrentarse con los estados de ánimos de quienes ya suben bajo el efecto de sustancias. “Especialmente los fines de semana hay guerra de pandillas, apuñalados, gente que aprovecha para ajustar cuentas cuando se encuentra casualmente con su enemigo viajando por el barrio”, relata. Eso sucede a menudo. “De villa a villa hay mucha conexión, y nosotros somos el nexo. Más de una vez se nos subieron heridos y a punta de arma nos obligaron a trasladarnos al hospital”, detalla. Por esta misma razón, la Policía está atenta a los movimientos de la línea. “Conocen nuestro recorrido y están atentos a anormalidades. Los fines de semana entre las seis y ocho de la mañana, cuando vienen todos de la cabeza, nos paran y hacen controles”, relata. Los choferes se solidarizan con los vecinos de la zona, que hacen guardias entre ellos mientras llegan las unidades, para controlar a quienes la esperan, “la gente trabajadora siempre paga por los malos”, se lamenta. “Es muy difícil lidiar con esto. Sobre todo porque nosotros sabemos que es un problema social profundo. Las villas crecen, la delincuencia y los adictos también y nosotros somos simples colectiveros tratando de hacer nuestro trabajo que cada día se complica más”, resume indignado.
Línea 12
la más “antigua”
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lberto Gómez es el chofer más popular de la Línea 12, una de las más viejas de la ciudad. Este muchacho de ¡88 años! tiene tan sólo seis más que la empresa para la cual aún trabaja y asegura que la vocación de colectivero sí existe. Él sabe de lo que habla: eligió, decidió e insistió para ponerse al volante de una unidad, luego de haber trabajado durante años como vendedor de corpiños y quedarse sorpresivamente desempleado. “Un amigo me dijo que tenía manos para cortar boletos y me dieron ganas de probar, así que me acerqué a la 12 y les pedí una oportunidad. Durante dos años tuve que insistir”, señala. Sin embargo, su perseverancia le permitió ganarse un lugar cubriendo a otro chofer durante los francos, en 1964. Ni bien le dieron la bienvenida a la empresa, nació su apodo: “Tetitas”. “Si querés no lo pongas”, aclara avergonzado. Alberto, que finalmente se salía con la suya, cumplía su tarea con felicidad. “De vez en cuando se subía alguno que me preguntaba ‘Gómez ¿Qué hacés acá arriba?’”, confiesa . Hace años que Alberto no maneja pero cierra los ojos y repite el recorrido como si lo estuviera haciendo: “Santa Fe derecho hasta Riombaba. Riombamba, Brasil, izquier-
Recorrido: Palermo - Barracas Fecha fundación: 1931 Unidades: 80 Dice Danny Tunnard: “Será una de las líneas más ANTIGUAS de la ciudad, pero TIENE UNIDADES MODERNAS Y SU SERVICIO ES MUY BUENO. PODRíA DECIRSE QUE ES UNA VIEJA MODERNA.0”
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A sus 88 años Alberto Gómez es el empleado más popular de la línea 12. Fue chofer hasta fines de los 80. Hoy es “el pibe de los mandados”.
da Constitución y …” y así puede seguir horas y contar misceláneas de cada una de sus paradas. “Es muy lindo manejar un colectivo, ya nunca pude dejar de hacerlo”, explica. Antes, se apuraba para hacer el recorrido más rápido y ganarle a su principal competidor, el trolebús 317. “No había tanto tránsito y nos preocupábamos por dar un servicio prolijo para que no nos gane el otro de antemano”, rememora. “No teníamos tiempo para gastar porque hacíamos todo, cobrábamos, cortábamos el boleto y cuando llegábamos a la estación, armábamos los montoncitos de monedas para volver a salir. Eran épocas felices”, resume.
Siempre activo pero algo cabizbajo y nostálgico, consiguió un trabajo sedentario en un garaje, hasta que pudo comprobar que su amor era correspondido cuando los directivos de la línea lo vinieron a buscar para que siguiera formando parte de la empresa. Eso fue en 1989 y desde entonces es el “pibe de los mandados”. “Estoy disponible desde las 7 de la mañana hasta las 19 pero no porque me lo pidan sino porque me gusta, esta línea es mi vida”, asegura emocionado. “Y cada vez que estoy cerca de un coche, no sabes cómo me subiría. Extraño el sabor especial de viajar”, admite.