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Sábado 18 de junio de 2005
Poemas de Gala
Iván Baca
Textos de Víctor Toledo y Leopoldo Lezama
Editorial
Sobre Gala Gala (Verdehalago, 2005) es el primer libro de poesía de Iván Baca. “Gala”, según el autor, “quiere decir revelación, Apocalipsis”, “es un libro de revelaciones, donde me revelo como ser humano, revelo una experiencia de vida y escritura”, agrega. Con un afán poético y crítico, Baca se presenta como un autor interesante, que estará dando de qué hablar. Baca asegura que los poetas contemporáneos son productos en serie, vendidos por la mercadotecnia, “puedo tomar quince libros de poetas de Tabasco, de Veracruz, de Campeche, de Puebla, del DF y son lineales los quince”. Para el poeta es en la generación de los nacidos en los cincuenta donde se encuentran “las cosas geniales”, en gente como Coral Bracho “que es la mejor poeta que hay en México ahora” y Elsa Cross “que tiene un trabajo muy decantado”. Gala es parte de una trilogía; en esta primera entrega el poeta reflexiona sobre sí mismo, su pasado y su futuro inmediato, trata sobre “la infancia, el amor y el Apocalipsis”; se complementa con dos títulos de próxima aparición Circa Edipo, que es “una crítica al mundo contemporáneo” y Cuadernos del desierto que habla sobre “la condición del poeta, el exilio, la religión, la filosofía”. En esta edición de Fronda dossier libros presentamos una selección de poemas que, especialmente para el suplemento, hizo el propio autor, Iván Baca, de su libro. Publicamos, además, un texto de Víctor Toledo sobre Gala, así como uno más de Leopoldo Lezama.
Directorio
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Consejo editorial
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Colaboraciones y comentarios: jmesa@intoleranciadiario.com
Ensayo
Gala ¡Vengan a la constelación donde todos los ritmos
sabiduría les pertenecen a todos y a nadie. Pero en
de un destino abierto a las exigencias de una fe
celebran un conjuro unificado!
Baca vemos que su parte de belleza (el fragmento
suprema. Poeta que habla en luces y que las escucha
¡Bienvenidos al canto disociado, a la voz que se
de en medio), es precedida por un pensamiento con
en una correspondencia de intuiciones que siempre
expande hacia todas las poesías para hallar en su
aroma sentencioso, pero una sentencia que también
buscan mirar hacia el fondo de lo que lo forma, en
transcurso las nítidas señales en que pueda descifrar-
es poesía, frases del tipo: Toda utopía/ Busca el Edén.
este caso la infancia es la potencia que decanta las
se! Vemos con admiración cómo el poeta Iván Baca
Frases que abren los poemas con una reflexión de
fuerzas constitutivas en sublimación, en un bello
ha logrado en este volumen, que todas las grafías
donde mucho proviene ese aliento profundo; la
dictado inaugural: Luz no busques en mi infancia/
Mi amargura, la amargura/ llega en el amor. Sensibilidad, melancolía metafísica y presagio circundan estos versos, sensibilidad que reanima la circulación del tiempo para descubrir el sentido profundo de la existencia. Así escuchamos el eco: Las cosas no son/ como se ven/ Hay que mirarlas/ desde adentro. Sentido que quisiera abarcar todas
puedan reunirse en un solo coro múltiple, infinito. Y
segunda voz es probablemente la columna verte-
efectivamente, en Gala, todos los ritmos confluyen,
bral del poema, sitio donde el poeta condensa la
el rumor de una herencia poética se conjuga, lo clá-
expresión y el mensaje: Tú me tentaste, oh Luz, y yo fui tentado/ Tu arte es más fuerte que el mío. Para luego culminar en una tercera voz que pareciera estar dirigida a un interlocutor que muchas veces es la amada: Eres bella como las profecías, Mar y sal de la tierra,/ Desesperación. Hay algo importante: Los vértices de este majestuoso trébol simbólico no responden siempre a un orden definitivo, en cambio se comparten, y la reflexión del primer fragmento se puede ubicar en el segundo y así sucesivamente, creando una lectura abierta: Oh, muerte, cabalgas entre/ tus fugas de notas negras/ mantadas de sol de una vieja/ partitura, descubrimos que/ Mirar la nada es mirarte. Aunque es cierto que la disposición natural del cuerpo poemático tiene una función y un efecto planeado, y aunque las partes responden a unas exigencias espacial y conceptual dado el mensaje y la ubicación que poseen, también es cierto que uno de los méritos de esta obra es que finalmente no resulta un experimento gratuito, sino una fantástica conjunción de espacios profético-estéticos que siempre se auxilian en su esclarecedor orden secreto. Orden que se labra entre nostalgias, deseos y conjeturas, entre miedos y extremos juegos metafísicos donde actúan la propia voluntad, Dios, el tiempo y el recuerdo. El retorno a la niñez pareciera ser el sitio donde todo se culmina, una forma de corroborar el inicio
sico se actualiza y lo moderno cimbra, las antiguas escrituras dejan su nítido rastro; donde Babel sigue ascendiendo y Mallarmé continúa dislocando la materia; texto donde está presente la familia grecolatina y las grandes tendencias modernas, pero aquí esa herencia se asimila de manera singular: desde la experiencia propia expuesta en una técnica interesante y novedosa. Libro augural, oscuro y deslumbrante a la vez, tributo a la poesía francesa que adquiere las fracturas mallarmeanas y el orden de los colores de la bandera, es valioso por varias razones. Primero: es un libro monumental pues en un arriesgue formal inusitado, propone un texto en tres dimensiones, donde suena la tradición poética en un extraño ritual de voces y pensamientos que tienen su punto de partida en la historia simbólica del autor. Segundo: poesía clara, limpia, concisa, que tiene la virtud de ser profunda, con las implicaciones que la palabra conlleva. Efectivamente, es una poesía que formal, temática, sensorial y conceptualmente posee muchos niveles. La secuencia medular la teje un aliento de divinidad y profecía, fragmentos reconciliados en la comunión de un ciclo iluminado: cada una de las tres partes forma parte de una unidad mayor, profética, llena de sabiduría: Cuando niño tuve una
visión:/ Las calles estaban desiertas./ Debajo de un girasol, Vi tu sombra,/ Mis ojos se nublaron/ Como la lluvia de verano. A partir de entonces comienzan las formas del destino, ritmo primordial que se extravía en un frenético espasmo que sugiere establecer lazos entre la predicción innata, la belleza, y la sentencia. Es probable que esa situación triple proclame la disolución de las presencias, de las pertenencias, pero principalmente de los límites: la belleza y la
Leopoldo Lezama
Ensayo
las intensidades que conforman al hombre, pues Baca entabla relaciones abismales, naturaleza y capacidad imaginativa, erotismo y lenguaje, creación y vida, existencia y poesía, amor y destino, tristeza y filosofía, todo se reúne en pasión diluida que parte del amor y el recuerdo para luego expandirse hacia el ser entero:
El último instante del tiempo/ Será tu sonrisa/ Que grabé en mi sueño. Dios, la mujer, pero ante todo el compromiso con la creación, el paradigma abismal y doloroso del quehacer poético que lo lleva hasta las últimas consecuencias, donde es la creación lo que redime al poeta, un acto capaz de enfrentar la nada, el vacío de que es conciente, una fe que exclama el ansia de trascender lo finito en la enunciación verbal, y el autor, equilibrista atormentado entre la finitud y lo eterno, elabora una filosofía donde el ser deambula entre sus límites, recobrando en la poesía la fuerza vital que lo hace trascendente, escuchemos el eco: Escribir es afrontar/ La Nada;/ No hacerlo,/ Es perder Todo. Una necesidad de decir, un canto que no puede postergar su pronunciación porque se pierde, una exigencia ontológica que dicta la invocación a esa
palabra indispensable que todo lo rescata: ¡Palabras, canten ahora!/ Oh, callen para siempre. En Baca hay la potencia creativa que restituye el vacío con la palabra, acto salvador y eterno que recupera la belleza del mundo y además, proceso que imagina una virtuosa estrategia para retener lo humano por medio de una voz que siempre se descifra a sí misma. Sí, encontramos una poesía desolada, nostálgica, introspectiva, conjetural, que se preocupa por los temas capitales de la existencia, pero la respuesta está en su propia develación. Lenguaje sencillo, poesía compleja, rico lirismo que trasciende, ritmo fluido que trata de llegar al fondo de las cosas, instantes de condensación anímica pero de fuerza poética, los versos de Baca suelen llegar a manifestaciones sorprendentes, señal del paraíso perdido que ha encontrado en su escritura: El destino nos marcó detrás de las/ rosas/ Te tomé entre mis brazos como una paloma/ Y descubrí la luna en tu rostro. Poemas que huyen hacia una totalidad sublime, van construyendo la facultad obsesiva de llevar la escritura a sus últimas consecuencias, porque está de por
medio el vacío; y por eso es un transcurso que está destinado a volver siempre al origen, a ese génesis determinante y rotundo que surte, como fuente primigenia, el brillo indispensable que ilumina la existencia toda. Libre en el experimento de sí mismo, Baca encuentra inmensos resquicios, que antes de salvarlo, lo magnifican: Miedo. Después ya no lo/
estoy./ Luz, ¿estás ahí?/ —Sí, a un lado de ti. Poesía de un misticismo personalísimo, poesía que se enriquece en múltiple espacialidad bifurcada, asume el dramático y fabuloso riesgo de cumplir una legítima ambición: la de ser excepcional en su inmensa tarea de revelar y revelarse. Mostrando un férreo compromiso estético, en Gala Iván Baca ha podido pensar un tipo de poesía que se lea de distintas maneras sin perturbar la fuerza que genera, juego de territorios, diseminación del tiempo en imágenes que claman la presencia de una nostalgia profética y una clarividencia naciente que celebra la posibilidad de expandirse. En este libro, sin duda alguna, ese propósito, y una poesía grande, están ya tomando forma.
Ensayo
La infancia no se puede contar, sólo cantar
El amor es cobrizo Daniel Sada
Los lectores que hayan seguido a Daniel Sada en las dos últimas décadas, donde se ha consolidado cada vez como uno de los mejores narradores contemporáneos mexicanos, se sorprenderán de tener un libro de poemas en las manos. O tal
Víctor Toledo
Gala significa, placer, lujo, diversión, fiesta, pompa.
babelización de citas y paráfrasis diría Eduardo Mi-
“La mujer tiene/ la inteligencia del amor” y “Luz, sed
La gala de la infancia, la gala del amor: el amor es
lán en su presentación.
de amor/ Luz sé de amor/ Luz cede amor, Luz sede,
gala de la infancia, ésta es la gala del amor, y el amor
La página, el espacio, el poema, la poética de
es gala de maduro amor infante. La musa neovelar-
Iván Baca es tridimensional, recordándonos a Blan-
diana, la Fuensanta de Iván es Luz, como nombre y
co, a Rayuela, a los rengas o a otras escrituras de vanguardias, el poema central, en normales, narra y canta, canta y cuenta, y es el eje del texto-hipermeta-textual, las frases aforísticas de los fragmentos de la izquierda, generalmente presentan una poética personal. “El fragmento no es escasez/ ni esterilidad/ Es ese punto/ Donde la poesía/ cicatriza”, mientras que las especies de estrambotes en cursivas nos dejan pequeños poemas o haikús reminecentes, a manera de eco o de otra voz que es la otra máscara, edad o personalidad del poeta, los poemas centrales son los poemas más enraizados en la primera luz de la infancia. Por otro lado el conjunto de poemas busca formar un círculo, una estructura circular “mítica”, un solo poema, una unidad de fragmentos, comenzando y acabando con las únicas frases en inglés: “In my beginning is my end” y “The rest is silencie” que remata en español con “eres el fin de mi comienzo”. Por otro lado —igual, si no me equivoco— los títulos de la división de sus capítulos me recuerdan la trilogía de Kieslowsky, Azul, Blanco y Rojo, como para traernos —por contraste— el ambiente gris, enfermizo y melancólico pero sumamente poético del cineasta, tres colores, tres voces de raigambre mallarmeana. Quizá lo que Baca quiera provocar es el azar que habla por sí solo como se entiende en un poema de Paulo Lemisky, “El poema/ toma la forma/ que tú quieras/ pero no sabes/ que estás haciendo/ lo que el poema quiere”, que el propio Baca también ha traducido. Personalmente, de estos artefactos poéticos, o poemas trinitarios, me parece de los más logrados, pues urde mejor sus correspondencias el villaurruitano:
como fenómeno físico, el nombre también es una advocación de la virgen María (nuestra señora de la luz), la madre de Jesús a quien tanto se refiere Iván Baca, el nombre de la virgen María significa Estrella de mar, como Isis, Ishter y otras diosas paganas, “tus lágrimas son la presencia/ Del mar”. Como infancia mística y mitificada, engalanada con la prístina luz de la mujer —la siempre amorosa virgen—, podría definirse el poemario: “Al arrojarnos del paraíso/ No perdimos nada/ Ganamos todo: La mujer”. Pues D’ altri diluvi una colomba ascolto (de otro diluvio una paloma escucho), nos dice el epígrafe de Giusepi Ungaretti, si no me equivoco. Fusión de los más dulces y lancinantes recuerdos de la infancia con un presente entrañable y religioso, Baca utiliza el fragmento —ensamble y montaje: también de influencias poéticas bíblicas y occidentales— como la cicatriz donde cuaja la luz sus palabras más distantes y cercanas, fundidas, amalgamadas en un presente poético perdurable, en una síntesis clara, honda y oculta. Babelización de las lecturas y
amor”... “Tú me inquietas y sin querer soy escritura”. “Toda utopía”/(toda poesía) “Busca el edén”. Hay un deseo de dios, una sed no satisfecha, pues este dios se muestra distante, vuelve la ausencia romántica de dios, compensada no obstante con las pequeñas grandes cosas como la infancia (“la infancia es el más bello regalo/ de Dios a las futuras generaciones”) y el amor, si dios está en el mundo como imagen del exilio del poeta y “dios se impone más con su silencio que con su presencia”, los residuos del lenguaje son el infierno del amor porque “el mundo es la morada/ de Dios” (la ausencia), porque primero es la palabra y después el mundo, su realidad. Pero “El amor es nuestra propia morada” (la presencia, presencia además quizá, de dios). Escucho aquí los ecos de poetas delirantes, iluminados como Héctor Viel Temperley: “Me expulsaron del mundo/ mis amigos/ dicen que estoy loco”. Y Raúl Zurita y su “redentora épica amorosa”, en menor grado, que sin embargo apuntala moderna o contemporáneamente a la devoción dantesca de la divina y alta musa: Si las “diferentes voces” provocan varias lecturas y combinaciones: dos sobre todo se distinguen: la lírica proveniente del mundo asombroso de la infancia, y la del lírico con su prístino amor, que le devuelve el origen de un sentido oculto en las palabras, las voces y la existencia, ya que el lenguaje no alcanza para contar la infancia plenamente, ésta sólo se puede cantar. ¿Pues qué es el amor, si no el retorno a la infancia, y el regreso de los sentidos (el ritornelo del oído, la vista, etcétera) la vuelta al hombre formado “deformado” y racional, del hombre poético, al hombre que también lo posee la poesía, pues el amor es Gala “es el aroma/ De mi primera primavera”.
vez no, porque intuyeron en la rítmica prosa y las concentradas anécdotas de los relatos la voz de la poesía. Desde sus ya lejanos libros Lampa vida (1980) y Juguete de nadie (1985) Sada había hecho ver que el manantial del cual bebía era el habla de las personas, las modulaciones de su intensidad y el léxico como una forma física de ser. Y la poesía —expresamente: la poesía en verso— es precisamente eso: una manera de ser. Manera que, por cierto, no le era ajena ni como lector —es un atento conocedor de la lírica— ni como escritor (algunos de los primeros textos que publicó fueron poemas, a fines de los setenta). Así que El amor es cobrizo resulta y no una sorpresa, pues sus novelas y cuentos se prolongan de manera natural en el canto de estos textos, en la silueta que dibujan de un humor juguetón y una forma de entender la escritura deudora tanto de Góngora y Quevedo como de la canción popular. Los poemas, llenos de guiños y retruécanos, dirigidos al paladar del lector, consiguen cantar, máxima aspiración de todo verso. Pero cantar no significa dejar de contar sino hacerlo de otra manera. Así en El amor es cobrizo Daniel Sada tiene toda la sabiduría de un escritor hecho y derecho y juega a tener la inocencia de uno que se arroja al río por vez primera. Y ya se sabe que nunca nos bañamos dos veces en el mismo verso. (El amor es cobrizo, Daniel Sada, Ediciones sin nombre. 2005)
Poesía
Gala Iván Baca*
Escuchamos Un inmenso sonido rojo, Los peces estaban muertos. La palabra es un espejismo En el desierto. El agua es deseo En la escritura.
El infinito De Dios. En el pensamiento De Dios.
¿Qué pasó? Nunca supimos Tan sólo miramos El tiempo de frente.
Devela el mundo Entre la carne de tus labios —Dímelo ¿Ha muerto el fénix? ¿Jesús es la verdad? Muerte por agua. Fenicio. Apócope. Eucalipto. Elipsis: Apocalipsis. —Vendrá El vendrá es siempre devenir Develar, revelar, rebelar.
Tu amor es el aroma De mi primera primavera.
Poesía
La soledad y la ausencia Son el margen de la nada.
Las montañas Florecían almas Los árboles se han ido La noche cayó Contuvimos el aire Los grillos susurraban La roca repetía sus ecos, Los ángeles Exterminaron todo.
—Todo amor es terrible.
Una vez escrito El poema, El poeta Desaparece.
Luz me miró Volteó al cielo El velo ya no ocultó Su rostro Sus ojos escurrían Hasta la misma sal La noche tembló, Me anunciaste La muerte Y miré una estrella.
Respiré este dolor Amargo, amargo Como el poema En donde entregas Lo mejor de ti.
Poesía
Tu voz es un canto en la infancia. En la desesperada angustia del deseo.
El mundo Está Todo en mí.
El cielo Es dos veces mar.
Padre Tu imagen Es mi exilio.
El destino no marcó detrás de las Rosas Te tomé entre mis brazos como una paloma Y descubrí la luna en tu rostro.
No busques en las montañas tu amor Es un camino largo Donde las hojas de los árboles son mariposas Y el agua brota del sol Las mujeres viven en el polen de las Flores Y tu nombre es Luz.