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El Presidente vencido o entregado?
Richard Leslie Ramsay
Editor | Director Revista Desafío Exportar
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La última semana de marzo y fecha de cierre de este editorial, se pudo ver en todo el país la imagen del presidente Alberto Fernández. Abundaron las notas que mostraron a un presidente cansado, dubitativo, y a pesar del contenido de sus discursos que pretendían llegar a los televidentes como “aquí no pasa nada” su cara decía todo lo contrario. Unas ojeras profundas, que Pinti diría “le llegan la nuca”, son muestras evidentes de batallas pero no contra la inflación sino internas, que si bien datan de mucho tiempo se agravaron en los últimos días donde funcionarios subalternos lo han llevado al borde del precipicio y él sin autoridad para echarlos, dándoles cinco minutos para que vacíen sus escritorios.
La carencia de autoridad de Alberto frente a la tropa que responde a la vicepresidente Cristina Fernández viuda de Kirchner lo manifiestan en toda ocasión que una cámara o micrófono ponen frente a ellos.
Hoy Alberto no puede desplazar ni a un ordenanza que sirve el café si Cristina no lo autoriza. Perdió credibilidad, y a cuanta reunión convoque o asista como orador, sus palabras caen en saco roto, nadie le cree. Su figura como presidente de la Nación está manoseada y bastardeada, en parte por él mismo y sus contradicciones, y en parte por Cristina que no pierde ocasión de mostrar que la que tiene la lapicera y el poder es ella, y Alberto un simple ejecutor de lo que decide la vicepresidente.
El presidente desde que comenzó no cesa de chocar la calesita. El episodio en Rusia de entrega y sumisión a Vladimir Putin no tiene parangón. Días después de ofrecer la Argentina para penetrar en América Latina (como si fuera necesario que Alberto le abriera la puerta) Putin inicia la invasión a Ucrania.
La mayoría de los países del mundo sancionan a Rusia y a los intereses rusos fuera de dicho país, lo que instaló un malestar interno de enormes proporciones, toda vez que vieron embargadas sus fortunas en los bancos del mundo, propiedades, aviones yates y todo aquello que es considerado de propiedad de empresarios rusos. No sería extraño que Putin amanezca un día “suicidado” en manos de algún sicario financiado por alguna de estas fortunas. Muerto Putin se acabó la guerra, ya que no es el país quien se encuentra en guerra contra Ucrania sino de una guerra privada de Vladimir Putin. Millones de personas tuvieron que evacuarse. Familias disgregadas ya que sólo mujeres y niños (salvo excepciones) tienen permiso para abandonar el país, miles de niños separados de sus familias, inocentes fallecidos por misiles rusos que matan indiscriminadamente. Ciudades destruidas son el producto de un desquiciado.
Millones de voces se alzan pidiendo a Francisco Papa para que intervenga como mediador para poner fin a esta locura. Francisco un mes después de iniciada la invasión y de miles de muertos promete una misa…¡¡¡ Su simpatía por el comunismo lo mantuvo alejado del problema, hasta que el clamor de todas las sociedades del mundo prácticamente lo obligaron a manifestarse, a nuestro gusto demasiado tibiamente. ¿influir en un criminal de guerra con una misa…? Si esto sucediera en Argentina sería interpretado como una “joda de Tinelli”. Existe malestar en el seno del Vaticano con Francisco Papa, cuestionan su gran sesgo izquierdista, que como es público son pocos los que en el Vaticano lo comparten.
Esta guerra ha desnudado miserias y honores en casi todas las sociedades del mundo, desde problemas económicos a abastecimientos de productos para producir bienes y alimentos. Hacemos votos porque estas desgracias locales y extranjeras tengan un final feliz, aunque todo indicaría que en ambos se avecinaría todo lo contrario.
richardleslieramsay@gmail.com