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Decisiones de Inversión en Proyectos de Transporte
El decano del Instituto del Transporte de la Universidad de San Martín y Licenciado en geografía José Antonio Barbero, brindó una charla acerca de las “Decisiones de inversión en Proyectos de Transporte” en el Consejo de Ciencias Económicas de CABA, el pasado mes de julio.
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Por Paola Batista.
JOSÉ ANTONIO BARBERO fue convocado por el DR. ANTONIO TOMASENIA presidente de la Comisión de Estudios de Proyectos de Inversión y acompañado por el Lic. en Administración y Contador DANIEL ROTELLA, y miembro de la misma comisión.
El experto en medios de transporte, brindó una mirada general acerca de cómo los gobiernos deberían realizar los procesos de evaluación concernientes a obras e infraestructuras viales con el fin de lograr resultados exitosos. Un procedimiento que debiera ser un protocolo a seguir -obligatorio por Ley- y con una planificación estratégica que resista a los cambios y caprichos de gobiernos de turno, en la práctica las ejecuciones de obras terminan siendo la resultante de pujas políticas por partidas de dinero donde el triunfador decide la obra a realizar con algunos estudios más o menos verídicos, realizados a último momento.
“Una cosa es el proceso en la toma de decisión y otra son las técnicas de evaluación, son dos cosas totalmente distintas y entrelazadas, sin lugar a dudas” expresó Barbero para dar lugar a la explicación de los tres ejes basales que debe tener una evaluación técnica.
El primer punto consiste en el “análisis costo-beneficio”: un análisis ex ante, o sea el que permite anticipar los enormes impactos que pueda tener un proyecto y saber cuánto va a salir. Son estudios fáciles de comunicar y entendibles. El especialista explica la importancia que tienen también el estudio ex post -que pocos países realizan- al que define como “la prueba de la verdad” dado que permite comprobar puntos tales como si la obra tuvo las consecuencias esperadas o no, si se respetó el presupuesto pautado o no, entre muchos otros ítems. Es común percibir al análisis costo-beneficio por su visión “demasiado economicista”, como si se tratase de cuánto dinero entra en la caja y cuánto sale, sin embargo Barbero aclara que es un error esta mirada ya que los estudios de evaluación buscan además el análisis del bienestar para la sociedad tales como el ahorro de tiempo y la reducción de accidentes que tienen muchas obras y que si bien también son hechos que se podrían monetizar, en realidad apuntan más al beneficio en la calidad de vida para sus destinatarios. Al segundo eje técnico lo denomina “análisis multicriterio”, de amplio uso en Europa y menos conocido en Argentina. El objetivo de este tipo de evaluación es el
estudio de variantes sobre un mismo proyecto donde se tendrán en consideración distintos criterios para su evaluación y como resultante arrojará un análisis más completo que facilitará la toma de decisión. Barbero comentó con humor que un antecedente argentino de implementación de análisis multicriterio se dio en el “Paseo del Bajo” donde se analizaron 17 alternativas! Esta forma de análisis ayuda además en la negociación. Barbero hizo un paréntesis para explicar que los actores del sector público deberían incluir en su curriculum sus “habilidades blandas” a las que define como la capacidad de negociar, de entender al otro y de comunicar, entre otras virtudes que lamentablemente carecen muchos funcionarios. Al tercer eje lo titula “evaluación de impacto ambiental” una técnica que nace en los años 70/80´ y surge a partir del vacío que presentaba el análisis costo-beneficio. “La naturaleza tiene una matemática distinta a los mercados. Uno contamina un poco y no pasa nada, contamina un poco más y quizás tampoco, y lo hace un poco más y genera un desastre en la cadena alimenticia y/o en lugares remotos” ejemplifica Barbero para dar lugar a un punto controversial que se genera en la precedencia de las evaluaciones. ¿Cuál es la prioridad a evaluar cuando se quiere desarrollar un proyecto, el costo- beneficio o el ambiental? Mientras el sentido común determina que los países más desarrollados justamente prioricen los estudios ambientales -que determinarán el estrés y viabilidad de un proyecto en determinada zona- para otros países y lamentablemente tal como ocurre en Argentina, el impacto ambiental es la evaluación final, sentenciada casi a “adaptarse” a la voluntad del proyecto en cuestión.
Otra tendencia que observa Barbero tiene que ver con la revisión de las técnicas de evaluación bajo la mirada de la sostenibilidad. Impulsados por los compromisos ambientales asumidos a través de las firmas de acuerdos internacionales, los países se encuentran con limitantes a la hora de elegir libremente sus obras. Así como en tiempos pasados se proyectaba el crecimiento de una carretera, puerto o aeropuerto en base a las proyecciones de carga, el cambio de paradigma determina que los proyectos de movilidad sean evaluados en base a la sostenibilidad ambiental, social y económicofinanciera, con técnicas nuevas que se van adecuando a esos requerimientos.
“Argentina forma parte del Acuerdo de París, ha presentado unos planes de reducción de emisiones y se está avanzando en un plan de descarbonización para el transporte aéreo y marítimo, así que venga quién venga en el gobierno esto lo tiene que tener en cuenta porque el futuro de la competitividad nuestra va a depender tanto de nuestros costos de producción y logística como de la huella de carbono que dejemos” concluyó Barbero.