Desequilibradas: Un fanzine sobre salud mental y género.

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a r b DA S S a lu d

Candela Otero. Cristina Osuna y Marta Hernández

m e nt al y género


“Yo conozco tu locura porque también es la mía. Somos locas rebeldes, locas de estar vivas, locas maravillosas, estrafalarias, floridas. Ovejas negras, descarriadas sin remedio,vergüenza de la familia, piezas de seda fina,amazonas del asfalto, guerrilleras de la vida. Locas de mil edades, llenas de rabia y gritos,buscadoras de verdades, locas fuertes,poderosas, locas tiernas,vulnerables. Cada día una batalla, una norma que rompemos,un milagro que creamos, para poder seguir siendo. Locas solas, tristes,plenas. Mujeres locas, intensas,locas mujeres ciertas.” Rosa María Roffiel


ÍNDICE Presentación Aclaración de las autoras Introducción Salud Belleza Sexualidad Relaciones de pareja Relaciones sociales Maternidad Bibliografía Recomendaciones


PRESENTACIÓN Somos

Candela,

Cristina

y

Marta,

estudiantes

de

Educación Social. Este fanzine es el producto final de un trabajo hecho en la asignatura Estrategias didácticas para la equidad en las relaciones humanas, impartida por Mercedes Sánchez Sainz. Dice Laura Fernández en Hacia mundos más animales que "el conocimiento nunca es un ejercicio individual, y siempre se construye desde y en el contacto, la discusión, la práctica política, el contraste, la vivencia, el diálogo o el debate con otras. (...) A menudo, esa construcción compartida del conocimiento pasa desapercibida a los parámetros académicos, porque se produce en espacios que no se consideran lícitos desde la academia (una asamblea, un taller o una conversación en el desayuno, por ejemplo)" Todo lo escrito en este fanzine no es solo fruto de una revisión

bibliográfica,

aunque

esta

tenga

peso.

También hay ideas sacadas de conversaciones entre clase y clase, en esos espacios de verdadero aprendizaje dentro de la Institución. El

objetivo

de

constantemente,

la pero

Academia nosotras

es

reproducirse

pensamos

que

hay

resquicios para escapar de ella y para difundir lo creado dentro a nuestras amigas, vecinas, compañeras... en un formato y lenguaje lo más accesible posible. Esperamos que lo disfrutéis.


ACLARACIÓN DE LAS AUTORAS Consideramos necesario aclarar antes de empezar desde qué posición escribimos. Somos tres mujeres, cis, blancas, europeas y con capacidades normativas. Por lo que escribimos principalmente desde nuestras experiencias Hay

partes

corresponder

respecto

al

sujeto

mujer.

que

pueden

del

texto

con

diversos

tipos

de

mujeres, cuerpos y realidades, pero quizá otras no. Al ser esta nuestra realidad, preferimos no hablar por otras mujeres a las

que

atraviesan

opresiones.

otras

violencias

y


Introducción El objetivo de este fanzine no es hablar de salud mental per se, sino de analizar cómo el patriarcado atraviesa distintas esferas de la vida de las mujeres y cómo afecta esto a nuestra salud mental. De esta manera podemos entender por qué hay un mayor porcentaje de mujeres con diagnósticos de ansiedad y/o depresión que de hombres, así cómo explicar, qué significa eso que se va diciendo de que "las mujeres tenemos mayor predisposición a estos malestares". Desde el sistema médico tradicional se concibe la salud mental de las mujeres como malestares individuales, sin tener en cuenta los factores sociales, ambientales y de género. En este fanzine queremos visibilizar estos últimos, y así evidenciar el impacto en nuestra salud mental de la socialización de género y por lo tanto de la subordinación y las violencias que sufrimos las mujeres.


Salud mental y género, de Florencia Linardelli Linardelli habla del modelo biomédico como el modelo hegemónico sobre el que se sustentan los saberes acerca de la salud humana y, por tanto, también de la salud de las mujeres. Este modelo se caracteriza “por su biologismo, individualismo, historicidad, sociabilidad, mercantilismo y eficacia pragmática”. La biomedicina “pondera casi exclusivamente indicadores biológicos, al tiempo que niega o secundariza el papel de los sujetos y sus condiciones sociales en el proceso de salud/enfermedad/atención”. Es un modelo directivo, centrado en la visión medica, dirigido a la adaptación del enfermo a su estado y su entorno. No tiene en cuenta el contexto ni los factores socio-culturales y de género. Dice la autora que el neoliberalismo produce “la mercantilización progresiva de diversas esferas de la vida hasta el momento periféricas al intercambio de capital, avanzando de modo creciente sobre la salud. De esta manera, asistimos a la producción de la salud como bien de consumo que, devenido producto de las corporaciones médico-farmacéuticas, se inserta en las lógicas de mercado de compra, venta y publicidad” En el caso de la salud mental, la industria farmacéutica genera productos para la salud y, a la vez, promueve valores subjetivos que ordenan el comportamiento de los sujetos, basados en la publicidad y el márketing.


Los estudios de género asociados a la salud surgen con la segunda ola del feminismo. Son esenciales para entender los cuatro conceptos sobre los que pivota la salud mental de las mujeres: - Medicalización de las mujeres- Invisibilización de los cuerpos femeninos- Desigualdades de género y padecimientos subjetivos

Existe una mayor coerción por parte de las instituciones médicas y psiquiátricas sobre las mujeres. Según el Instituto Andaluz de la Mujer, en sus Cuadernos para la Salud de las Mujeres, la medicalización es “la respuesta que se da a muchos problemas de salud de las mujeres derivados de injustas situaciones que asumen por razón de género” y esto “contribuye a encubrir y mantener el origen social de muchos padecimientos”. Las únicas drogas que consumen más las mujeres que los hombres son las benzodiazepinas (ansiolíticos, hipnóticos y tranquilizantes) “Hay ancianas que llevan lustros sin poder dormir sin ellas. Ejecutivas que las acarrean en el bolso junto al último grito de tableta y el más glamuroso rojo de labios. Amas de casa que las toman cada noche para poder pegar ojo, y/o por el día para poder tenerlos abiertos. Son las pastillas, así, en genérico, como se las conoce popularmente, que se toman muchas para poder con la vida”(El País, 2015)


Invisibilización de los cuerpos femeninos* Existe, según Linardelli, una “exclusión sistemática de mujeres en investigaciones biomédicas y en la aplicación mecánica y directa de los resultados obtenidos en varones a ellas” Se considera que no existen diferencias en la saludenfermedad entre hombres y mujeres y, si existen, son irrelevantes.

Pero, ¿cuál es la explicación que dan los investigadores de esta exclusión de las mujeres en los estudios biomédicos y farmacológicos? Que existirían distorsiones causadas por los ciclos hormonales. La misma explicación es sexista. Esta invisibilización causa que se conozcan menos los procesos fisiológicos de las mujeres que de los hombres. ¿Qué efectos puede tener esto para las mujeres? Diagnósticos erróneos, subtratamientos, subregistros, medicalización y mayores efectos adversos de los fármacos. En resumen, la biomedicina continúa considerando al cuerpo masculino como modelo de ser humano y al cuerpo femenino como un duplicado defectuoso del primero.

*Entendiendo que las mujeres tienen cuerpos diversos y no todos coinciden con un cuerpo cis


Las desigualdades de género y los padecimientos subjetivos Según Linardelli, en las sociedades patriarcales, las mujeres enfrentan “experiencias de discriminación; violencia física, psicológica y/o simbólica; dificultades para acceder en condiciones de igualdad al mercado de trabajo; doble o triple jornada laboral; sobrecarga de actividades de cuidado; desigualdad en el acceso a sus derechos y a la justicia; limitaciones para decidir sobre su propio cuerpo” Los roles tradicionales asignados a las mujeres son esposa, madre, ama de casa; todos ellos implican “altruismo, servilismo, capacidad de contención emocional, inhibición de la agresividad…”. Así, bajo esos parámetros, se configura su salud mental. Otros estereotipos de género son la autodesvalorización, la represión de los impulsos en el ámbito público, la dependencia, la autoculpabilización, la debilidad aprendida y la represión de la ira. Estos rasgos impuestos generan más vulnerabilidad ante, por ejemplo, la depresión. A todas estas violencias estructurales, se añaden las situaciones de violencia física, simbólica y sexual a las que se ven expuestas las mujeres a lo largo de toda su vida.


Como hemos mencionado, estos son los tres ejes de violencia sobre los que estudiar la salud mental de las mujeres. Nosotras, ademรกs, queremos ver cรณmo afectan en varios aspectos de las vida, que son: salud sexualidad maternidad belleza relaciones de pareja relaciones sociales


SALUD Importa hablar del cuerpo, porque sin él, no somos. Importa salir de la dicotomía ilusoria entre la mente y la materia para vivir con nuestro cuerpo de otra manera. Que nuestros cuerpos dejen de cristalizar el dolor y el sufrimiento que se les causa. Que dejen de ser territorios asolados y ajenos. Que sean nuestros, y que seamos, por fin, espacios para el placer, para el descubrimiento, para la vida. (Colectivo Mà Colere)


¿Quién vive más? Según La Marea “las mujeres tienen una esperanza de vida más larga que los hombres en la mayoría de países, pero tienen peor salud”. Muestran que los hombres tienen más enfermedades graves, muchas mortales, pero las mujeres viven más tiempo acarreando enfermedades crónicas, discapacidades y peor salud mental. Esto es lo que el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM a partir de aora) llama “paradoja de la mortalidad”. Dicen las autoras que “la paradoja radica en que esa ventaja que podría suponer vivir más años, no equivale a una mejor salud”. Así, “los hombres mueren de sus enfermedades, mientras que las mujeres tienen que vivir con las suyas”. El IAM apunta también que “las mujeres tienen un acceso más reducido a las condiciones de vida materiales y sociales que favorecen la salud, están sometidas a un mayor estrés por sus roles de género sociales y familiares, y tienen comportamientos de riesgo diferentes; por tanto, tienen una diferente exposición a factores de riesgo para su salud”.

Autoconcepto corporal Según Mujeres para la Salud, el autoconcepto corporal y los sentimientos que se desarrollan hacia el propio cuerpo, se adquieren desde muy pequeñas y son grandes condicionantes para la salud integral de las mujeres. Respecto al cuerpo de las mujeres encontramos que lo definen otros y solamente en negativo. Se habla de lo que está mal en él y a lo que debe aspirar, lo que genera un sentimiento de insuficiencia y proyección hacia el futuro que puede durar toda una vida.


"Cuando esté delgada seré feliz” “Cuando tenga el pelo larguísimo estaré realmente guapa”, “Cuando me quite estos michelines, me sentiré más a gusto con mi tripa" Lo importante es buscar tener siempre un cuerpo mejor, olvidándonos de los dolores físicos y psíquicos que eso genera. Los procesos naturales de las mujeres se convierten en problemáticos: tener canas, celulitis, un abdomen que no sea plano, estrías, vello corporal… y existe, así, toda una industria que promete poder terminar con el “sufrimiento” que estos “defectos” generan a las mujeres. Esto crea una obsesión por estar siempre lista, perfecta, que nos mantiene en un constante miedo a no ser suficientes, a no estar tan “arregladas” (antónimo de “estropeadas”) como deberíamos. Mujeres para la Salud, en contraposición a esto, proponen: “apreciar una arruga como la huella de una experiencia vivida, (¡y que bien poder vivir la vida!), o una estría como la vida que hubo dentro, o una cana como un hilo de plata que luce en nuestro pelo”.


Desconexión con el cuerpo Por otro lado, existe una gran desconexión con nuestros cuerpos:Lo presente, lo sensitivo, los placeres del cuerpo, no son importantes. La consecuencia de esta “mala educación” ha sido que las mujeres no conozcamos nuestros propios cuerpos, no los miremos, no los exploremos… y por tanto, no nos demos el placer que somos capaces de sentir. Es decir, han conseguido que deshabitemos nuestro cuerpo y anulemos nuestra capacidad de disfrute. En general, las mujeres, no tenemos desarrollada la conciencia corporal. Así que ¿cómo vamos a habitarlo? (Mujeres para la Salud) Relacionada con esta desconexión corporal está la cuestión del ciclo menstrual*. Las mujeres somos cíclicas y, cada vez, transitamos diferentes fases que vienen asociadas a cambios hormonales y emocionales. La menstruación se esconde, se entiende como sucia, vergonzosa. Los vaivenes emocionales que tenemos a lo largo del ciclo se ignoran o se patologizan. Que la mayoría de las mujeres (o personas menstruantes) no conozcan cómo funciona su ciclo, una cuestión que las acompaña durante prácticamente toda su vida, nos parece el mejor ejemplo de la inmensa ignorancia hacia nosotras a la que nos han condenado.

*Entendemos que todas las personas que menstruan no son mujeres, y que no todas las mujeres menstruan.


“Es como si estuviésemos constantemente borradas, aquellas que buscamos la libertad, la solidaridad y la autogestión de nuestras vidas. La Historia sexualmente nos ha negado, partiendo por la religión y su gran mito de la manzana, el comienzo histórico de todo un universo de culpa adjudicada a este ser errante, a este hombre mutilado, como nos llamó Aristóteles. A este sexo que no existe, como afirma Freud. Es así como nos han etiquetado, como nos han temido, como nos han odiado por ser sabias, brujas y libres. Cultural y genéricamente hemos sido la negación y, al mismo tiempo, el miedo de una sociedad patriarcal, que nos ha visto como un enemigo insurgente en su posición de poder. (...) Por el poder religioso y médico, la mujer se ve hoy despojada de todo el conocimiento de su cuerpo, no es capaz de autocomplacerse, ni siquiera de reconocerse. No entendemos lo que nos sucede y, por otra parte, odiamos nuestros cuerpos, ya sea por disconformidad, o por “problemas menstruales”, agravados por una sobredosis descarada de hormonas innecesarias” (Manual introductorio a la ginecología natural)

El ciclo menstrual es una manera de conocer nuestros propios cuerpos y sentires. No tener las herramientas suficientes de análisis de nuestros procesos cíclicos nos relega a una situación de desconocimiento y rechazo de ciertas emociones y dolores asociados a algunas de las fases. Desde la psiquiatría, se ha creado el “trastorno disfórico premenstrual”. El DSM-V lo incluye dentro de los trastornos depresivos. Los criterios diagnósticos son los siguientes:


En la mayoría de los ciclos menstruales, al menos cinco síntomas han de estar presentes en la última semana antes del inicio de la menstruación, empezar a mejorar unos días después del inicio de la menstruación y hacerse mínimos o desaparecer en la semana después de la menstruación. - Uno (o más) de los síntomas siguientes han de estar presentes: - Labilidad afectiva intensa (Ej.: cambios de humor, de repente está triste o llorosa, o aumento de la sensibilidad al rechazo). - Irritabilidad intensa, o enfado, o aumento de los conflictos interpersonales. - Estado de ánimo intensamente deprimido, sentimiento de desesperanza o ideas de autodesprecio. - Ansiedad, tensión y/o sensación intensa de estar excitada o con los nervios de punta. - Uno (o más) de los siguientes también han de estar presentes hasta llegar a un total de cinco síntomas cuando se combinan con los del criterio anterior. - Disminución del interés por las actividades habituales -Dificultad subjetiva de concentración. -Letargo, fatigabilidad fácil o intensa falta de energía. -Cambio importante del apetito, sobrealimentación o anhelo de alimentos específicos. -Hipersomnia o insomnio -Sensación de estar agobiada o sin control. -Dolor o tumefacción mamaria, dolor articular o muscular, sensación de “hinchazón o aumento de peso”


Hay ciertos procesos que son naturales a la fase premenstrual, por ser en esta la progesterona la hormona protagonista. La progesterona hace que tengamos menos energía, menos ganas de sociabilizar, estemos más cansadas… Respecto a los síntomas físicos de hinchazón, son naturales, ya que próximamente entraremos dentro de la fase menstrual, donde, por ejemplo, el útero crece tres veces más de su tamaño natural. Por otro lado, las exigencias sociales no disminuyen durante esta fase, que dura unos trece días. Seguimos teniendo que cumplir con todas nuestras obligaciones, dentro de este modelo social, económico y político capitalista que busca lograr siempre el máximo beneficio de nosotras. Así, nos exigen, y nos exigimos, la energía, la sociabilidad, la líbido, la concentración y atención que sí podríamos tener en otras fases del ciclo como son la preovulatoria y ovulatoria. Esta exigencia genera un choque entre lo que somos y lo que deberíamos ser, que lleva a mucho sufrimiento psíquico. Otra cuestión relacionada con la desconexión con nuestros ciclos es la píldora anticonceptiva como “solución” generalizada hacia lo que supone ser cíclicas. Según el Instituto Andaluz de la Mujer (2018) “las mujeres son altamente medicadas en procesos vitales no patológicos del ámbito de la reproducción, como el ciclo menstrual, la maternidad o la menopausia”


Dice Alexandra Pope, mencionada en el blog El Camino Rubí, que: "El ciclo menstrual de la mujer es un sistema muy sofisticado que cambia constantemente. Responde al medio interno y externo y nos informa mensualmente de cómo manejamos nuestras vidas. La píldora suprime este ciclo y, además de los muchos efectos secundarios mencionados antes, tiene un efecto mortal en nuestra capacidad de saber lo que sucede en nuestra vida a nivel físico y emocional. Enmascara los síntomas de problemas de salud confundiéndolos. Puede que no detectemos señales de problemas de salud o asuntos emocionales tan rápido como cuando tenemos un ciclo normal"

Desde el periódico El Diario, muestran que “según los informes de la Sociedad Española de Contracepción, en 2014 la tomaban -la píldora- el 8% de las mujeres de entre 15 y 20 años, un dato que en 2018 sube hasta el 21%”. Es decir, se ha triplicado su uso. No queremos desde aquí “demonizar” la píldora, pero sí cuestionar que se recete con tanta facilidad a tantos perfiles diferentes de mujeres, sin tener en cuenta lo que implica.


LA SOMATIZACIÓN Según los autores Velasco, Ruiz y Álvarez-Dardet los conocidos como SSCO (síntomas somáticos sin causa orgánica) siguen sin estar “médicamente explicados”. Su prevalencia “parece ser creciente y es claramente más alta en mujeres” Su teoría es que el abordaje de estos desde un modelo biomédico no es adecuado. Hay otras teorías, como la socialista, biopsicosocial, ecosocial y psicoanalítica, que “se caracterizan por incluir en el proceso salud enfermedad tanto el contexto social y la biografía como su interacción con la experiencia vivida y subjetiva de las personas” Además, “la teoría feminista, una teoría crítica más, añade los conceptos ligados a la diferencia sexual y la construcción social del género como factores del contexto sociocultural que influye en el proceso de enfermar”. La neurobióloga Suzanne O’Sullivan nos muestra que: “No hay duda de que las mujeres son más proclives a sufrir estos trastornos. Yo era reacia en un principio a creerlo, pero ahora no tengo dudas. No sé la respuesta. Creo que hombres y mujeres sufren de manera distinta. Las mujeres internalizan el sufrimiento más, y esta represión de los problemas psicológicos provoca una respuesta sintomática física. Se internaliza el estrés psicológico y el cuerpo habla por ti. Las mujeres son más proclives a estar en situaciones que provocan estos síntomas, que ocurren en personas que se sienten atrapadas en situaciones de las que no pueden salir, como los abusos sexuales y otras situaciones domésticas”


Querida A: Siempre te he visto genuina poderosa, capaz, te he visto levantarnos a ambas sin a penas haber dormido y superar otro día y llegar pronto aun haciéndose tarde. Te he visto mirar por encima del hombro y sentirte imparable. Joder, te he visto llena de vida, de ganas, de fuerza. Y ahora te plantas. Te plantas más que nunca. Sembraste tu semilla en mi cabeza y no pude ver cómo las raíces de la planta que brotaba eras tú, invadiéndome por dentro, reproduciéndote. Te has regado en rutinas, en carga, tu abono lo encontraste en mi mente y qué mejor campo que mi propio cuerpo, ¿no? ¡Como si fuese tuyo! ¡Como si yo lo permitiese! Debí darme cuenta. Cómo no darme cuenta, si ya notaba tus raíces presionando mi pecho. Ya casi sentí que no estabas Y estaba equivocada como siempre..


Te fuiste sí, te fuiste muy hondo. ¿Quién eres tú para increparme cada mañana al despertarme o de repente en el metro? Para dejarme sin respiración ante cualquier tipo de emoción... Lloro por las esquinas tía, y así no puedo. Te has cargado la poca sin razón que me quedaba, la poca sociabilidad que me quedaba, el último atisbo de seguridad ¡te lo has llevado! Y ahora, al desnudarme para meterme en la ducha, te veo antes de mirarme y me persigues allá donde vaya y cuando duermes yo despierto y veo el gris del campo desolado que has dejado, que por cierto, era mi cuerpo. Y cuando despiertas yo duermo y tomas las riendas, y atacas sin mesura y me dejas sorda, ciega y muda. Tú creyéndote grande, yo viéndome pequeña a tu lado. Y ahora, pensando en ti, veo lo dependiente de éste amor que aun así te tengo, trágico


como en una historia romántica: y es que no puedo ni quiero estar contigo pero no me imagino sin ti ni si podré volver a ser yo, nunca. Querida A, ya no sé quién de nosotras va antes

(c.seid)


Inspirado por Zinteta


BELLEZA Yo no quiero ser atractiva ni adecuada, lo vuelvo a repetir: lo que quiero es ser libre. Conquistar esa parcela tan importante de mí que me mueve y me sitúa en el mundo: mi cuerpo. Tomar su control y lanzarme al mundo. Aceptarlo, usarlo y cuidarlo. Porque ser libre no es ser guapa, ser libre es no medir tu valor según los parámetros absurdos que te han impuesto. Y que se atreva alguien a decirme si no es la libertad la verdadera belleza. (Pikara Magazine)


el mito de la belleza Naomi Wolf escribió en 1990 El mito de la belleza, obra muy relevante para el estudio de la violencia estética que sufren las mujeres. Para ella, existe una ideología de la belleza, que es “el último baluarte de las viejas ideologías femeninas y todavía tiene el poder de controlar a aquellas mujeres que de otra manera se hubieran hecho incontrolables con la segunda ola del feminismo. Se ha fortalecido para apoderarse de la función de sometimiento social que los mitos sobre la maternidad, la domesticidad, la castidad y la pasividad ya no pueden ejercer. Esta ideología está intentando destruir de manera psicológica y soterrada todos los logros que el feminismo obtuvo de manera abierta y material” Wolf afirma en esta obra que el cuerpo femenino es entendido como imperfecto y, para poder ser valorado por los hombres, debe ser corregido y controlado. Esta idea está muy relacionada con el concepto de biopoder de Foucault: “no se trata de un poder que se ejerce de modo jerárquico o vertical, se trata, por el contrario, de producir permanentemente determinados modos de vida apoyados en mecanismos que se deslizan hasta lo más íntimo de nuestra subjetividad, operando sobre nuestros cuerpos, nuestros pensamientos, nuestras conductas y nuestros afectos” (El Salto, 2019)


Para Foucault y sus cuerpos dóciles, el cuerpo es objeto y blanco de poder. Se manipula, se le da forma, se educa, obedece. Es dócil un cuerpo que puede ser sometido, utilizado, transformado y perfeccionado. El cuerpo de las mujeres tiene un valor social en función de la belleza que represente, siempre ajustada a los cánones del momento. Dichos cuerpos están siempre expuestos a la mirada ajena, que lo admira, critica, juzga. Las mujeres, dice Wolf, no nos consideramos del todo dueñas de nuestro cuerpo, sino inquilinas que tienen que responsabilizarse y ser carceleras de este, para mantenerlo controlado. Según la autora Rojo, "la búsqueda de la belleza física ha llevado a que las mujeres, desafíen su cuerpo y lo sometan a innumerables transformaciones: el uso de maquillaje, la reconstrucción estética por medio de la cirugía plástica, el uso del relleno, fajas, la práctica obsesiva de la dieta que esté de moda, botox, masajes reductores, entrenamientos en gimnasios, pastillas que suprimen el apetito, entre otros, con altos riesgos para su salud” Además, si la búsqueda de la belleza se convierte en algo obsesivo se pone en riesgo la salud física y mental de las mujeres.


AUTOESTIMA Una de las dimensiones que más afectada se ve es la autoestima. Mujeres para la Salud explican que esta es “la forma en que cada una se valora a sí misma, la suma de cómo se siente respecto a su apariencia, a sus habilidades, a su conducta, cómo integra las experiencias del pasado y cómo se siente valorada por los demás”. Además, es fruto de las condiciones de vida y las experiencias, por tanto, su origen es social. La autoestima proviene de las experimentado encuentra más autoras.

no es voluntaria, espontánea o natural, condiciones de vida y de lo que cada una ha al vivir su vida. “La baja autoestima se frecuentemente en mujeres”, muestran las

¿Qué síntomas son los que muestran una baja autoestima? “Ataques de ansiedad, repentinos cambios de humor, sentimientos de culpa, reacciones exageradas, hipersensibilidad, ver siempre el lado negativo de todo, sentimientos de impotencia, impulsos autodestructivos, autocrítica dura y excesiva, no saber poner límites a la gente (no saber decir no) (...), hipersensibilidad a la crítica de los demás, indecisión crónica, perfeccionismo, autoexigencia esclavizadora. Tratar de ser siempre la mujer diez; culpabilidad neurótica, se juzga y condena por todo, incluso por cosas ajenas; hostilidad, irritabilidad a flor de piel; tendencias defensivas, un negativismo generalizado y una falta de ganas de vivir” (Mujeres para la Salud, 2018)


Una sonrisa Sonriendo es como me muevo por el mundo, estoy triste, pero sonrío, estoy atormentada, pero sonrío, quiero gritar, pero sonrío. Tranquilos que yo sonrío. Nazco, me dicen quién soy, una mujer, femenina, con vestido o falda, pocas veces en pantalón, no levanto la voz, no corro demasiado, tampoco crezco demasiado, come más que se te ven los huesos, come menos que empiezas a rebosar, juega con muñecas, piensa en tu boda, en tu familia, siempre depilada, siempre tranquila, siempre sonriente. Sonríe, sonríe, sonríe, sonríe, estírate. Y sonríe. Mete tripa, y sonríe; ponte tacones, y sonríe; píntate la cara, y sonríe; péinate, y sonríe; cocina y sonríe; pero sobre todo, todo, todo, sonríe ¿qué hombre te querrá si no sonríes? Sonriendo es como me muevo por el mundo, estoy triste, pero sonrío, estoy atormentada, pero sonrío, quiero gritar, pero sonrío. Estoy violada, segregada, invisibilizada, callada, con ganas de llorar, gritar, arrasar con todo… Pero tranquilos, que yo sonrío.


Porque está claro que lo más importante es que la gente que me rodea esté cómoda y claro, quién está cómodo al lado de una gorda, una fea, una negra, una flaca, una bollera, una trans, una loca, una gitana, una bruja, una gritona, una despeinada, una alta, una baja, una pobre… una diferente. Sonriendo es como me muevo por el mundo, estoy triste, pero sonrío, estoy atormentada, pero sonrío, quiero gritar, pero sonrío. Tranquilos que yo sonrío. Espera, puede que sea yo la que está cómoda rodeada de diferentes. O a lo mejor lo que somos es diversas. Me he cansado de sonreír cuando lo que siento no es alegría, sino dolor, desesperación, tristeza, ansiedad, abandono, soledad. A lo mejor un día de estos dejo de sonreír, y empiezo a hablar, o a lo mejor voy directa a los gritos: gritos por mi dolor, sin sonreír, gritos de cuánto me quiero, sin sonreír, gritos de cuánto me aprecio, sino sonreír. Gritos de rabia, por todo el tiempo que me han robado O a lo mejor grito para darles las gracias, porque han creado un monstruo, han creado la disidencia en mi. Ese espacio seguro donde lloro cuando quiero llorar, no sonrío; grito cuando quiero gritar, no sonrío; sólo sonrío, cuando me da la puta gana. (Cristina Osuna)


SEXUALIDAD "...arráncame la voz y el clítoris pa' ser más pulcra. Escóndeme, tápame bien ese escote impuro, no sea que te pervierta o te transporte al lado oscuro, no sea que te intoxique con mi psique de cianuro. La mujer es el diablo eso seguro, ten cuidao." (Gata Cattana)


Cuando decidimos incluir la sexualidad dentro del fanzine, lo hicimos porque entendemos esta como una dimensión fundamental en cualquier persona. Un ámbito que se ve afectado por el patriarcado y afecta a la salud mental de las mujeres. Supone, siguiendo las ideas de Marcela Lagarde, una manera de integración en la jerarquía social, viéndose atravesada por el binomio ejercer-tener poder sobre otros o no tener poder sobre ni siquiera la propia existencia y, por lo tanto, mantiene un carácter opresivo hacia la mujer. Partiendo de esta idea, desde bien pequeñas recibimos una serie de mensajes sobre nuestra sexualidad, los cuales se basan en unos mandatos sexuales de género. Estos van conformando nuestra construcción mental sobre la sexualidad y afectan a cómo la vivimos y sentimos. Cada generación de mujeres se ha ido encontrando una serie de mandatos unidos al contexto históricosocial, pero todos ellos tienen en común el desequilibrio entre el hombre y la mujer, el establecimiento de la pareja monógama cisheterosexual como el ideal, el miedo a traspasar estos límites establecidos por estos mandatos y la presión de ser atractiva, deseable, seductora… .


MANDATOS SEXUALES DE NUESTRAS ABUELAS Tienen que ver con la idea de que la sexualidad equivale a la reproducción y que por lo tanto esta solo puede ser heterosexual, falocéntrica y se debe dar en una relación monógama, en el seno del matrimonio. Estos mandatos sostenían una doble moral sexual, marcada por la permisividad para los hombres, quienes además son quienes deben dominar en la relación, y por un carácter represivo para las mujeres, quienes deben de tener una actitud pasiva Entre estos mandatos nos encontramos también con el rechazo de toda persona que no fuera cishetero, y con la visión del aborto como pecado mortal. Por último está la imposición de un lenguaje puritano para referirse a los genitales (“concha”, “pito”, “perla”, “pilila..”). Estos mandatos generaban a las mujeres y, les genera a día de hoy, una serie de sentimientos de vergüenza y culpa respecto a su sexualidad. Además conlleva, en muchas ocasiones, reprimir su propia forma de entender la sexualidad, lo cual genera mucha insatisfacción al no cubrir sus deseos y necesidades sexuales. Así, aparecen malestares psicológicos al no satisfacer las necesidades y los deseos propios, además de sentimientos de culpa y vergüenza. Las mujeres del colectivo LGTB de esta época se encontraban con un plus para que se viera afectada su salud mental dado el contexto de rechazo y discriminación.


MANDATOS SEXUALES DE NUESTRAS MADRES Nuestras madres se encontraron con un gran cambio respecto a la sexualidad: la posibilidad de controlar la reproducción a través de los métodos anticonceptivos. A esto se le une la apertura a poder valorar la posibilidad de tener varias parejas y a la introducción del divorcio. Sin embargo muchos mandatos sexuales de género se mantienen o han cambiado muy levemente. Nos seguimos encontrando con el amor romántico, heterosexual y unas relaciones falocéntricas las cuales se caracterizan por el dominio del hombre y la sumisión de la mujer. Levemente cambia la percepción sobre el colectivo LGTB, ya que se deja de prohibir pero existe una actitud de condescendencia hacia ellxs. En este caso los mandatos generan malestar psicológico en las mujeres sobretodo por las consecuencias que tiene el amor romántico (lo cual se verá en la parte dedicada a relaciones de pareja) y el desequilibrio dentro de las relaciones entre hombres y mujeres. Además, al seguir existiendo la heterosexualidad como modelo a seguir, las personas que se salen de la heteronormatividad pueden verse afectadas con sentimientos de vergüenza, culpa y miedo.


MANDATOS SEXUALES MUJERES JÓVENES Las mujeres jóvenes nos encontramos con lo que se ha querido pintar como una revolución sexual, lo que a mi forma de ver ha supuesto la masculinización de la sexualidad vaciándose de cuidados, de sentires y de compartir. Se cree que es una revolución sexual porque se defiende que el sexo debe de ir separado del sentimiento amoroso, porque se valora la transgresión y se impulsa la promiscuidad, porque el placer y el deseo justifican todo y todo vale si hay consentimiento, porque se valora revolucionario el despolitizar el sexo y el no cuestionamiento de los deseos y de formas de llegar al placer al incluirse dentro de la esfera privada, íntima. Así mismo nos encontramos la sobrevaloración del pene y la sexualidad masculina, por lo que todo “el supuesto avance y liberación sexual” está orientado hacia el deseo y placer masculino. Para mi esta "revolución sexual" no tiene nada de revolucionaria ya que: - La separación del sentimiento amoroso del sexo no ha supuesto la ruptura con la condición de que sea tu pareja o la persona a la que amas con quien te acuestes, sino que ha supuesto un vaciado de cuidados y de sentimientos en la práctica sexual.


Esto se debe a que se entiende que los cuidados son algo que solo se da en el ámbito de la pareja y que sólo existe una forma de amar y a una sola persona, que, ¡qué sorpresa!, tiene que ser tu pareja.Parece que somos de extremos así que hemos decidido que este mandato suponga cosificar a las personas y hemos creado una sexualidad de consumo, consumo de cuerpos y personas. - La transgresión, en este caso se supone que es hacia el antiguo rol femenino de pasividad. De buenas a primeras, esto suena guay, obviamente: voy a poder coger las riendas del encuentro sexual, me voy a poder expresar, pedir lo que quiero… No, guapi, esta transgresión supone, la obligatoriedad de ser activa. Y este ser activa además está influenciado por la industria del porno, es decir que no eres una tía liberada si no estás dispuesta a todo tipo de prácticas sexuales. Además se espera que seas tú incluso la que pida estas prácticas sexuales y te molen. Esto además está muy vinculado a la obligatoriedad de la promiscuidad, ya que ese rol activo tiene que conllevar que te acuestes con muchas personas distintas. -La justificación de todo a través del deseo y el placer, que todo valga si hay consentimiento y el sexo se despolitice, quedando en el ámbito de lo privado, se ha vendido (a mi juicio) como algo liberador. Nos han hecho creer que esta es la manera de que no se nos juzgue por lo que hagamos en la cama y tengamos una sensación de libertad. Está bien que no se nos juzgue por nuestros gustos sexuales, pero no podemos defender el cerrar las


uertas de los dormitorios como si lo que pasase dentro de estos no tuviese que ver con lo que pasa fuera, con las dinámicas sociales, las relaciones de poder y el patriarcado. No podemos negar que muchos de nuestros deseos, de nuestras formas de llegar a encontrar el placer, están atravesadas por dinámicas de poder, y es por ello que debemos de dar cabida al análisis, a repensar nuestra sexualidad y a repensarnos, no dar todo por sentado. Estos mandatos promueven el desconocimiento de las mujeres sobre nuestra propia sexualidad, la complacencia hacia el hombre, dejando de lado nuestras necesidades, deseos e intereses propios. Esto genera malestar psicológico al desocuparnos de nosotras mismas. Son algunos de estos mandatos, una base para construir situaciones y relaciones de desequilibrio entre hombres y mujeres, las cuales generan malestar psicológico a las mujeres ya que mellan directamente nuestra autoestima.

AUTOCONTROL Y PELIGRO Todos estos mandatos se estructuran como pautas que nos indican cómo debemos desarrollar nuestra sexualidad y qué límites no debemos traspasar (incluso en los mandatos de las mujeres jóvenes aunque se pinten de más “liberadores”).


Estos límites se señalan mediante amenazas de peligro y castigo que pueden manifestarse tanto de manera visible y explícita, como interna y no explícita. Respecto a lo visible y explícito tenemos: cualquier tipo de violencia física, verbal o simbólica, la legitimación de la violencia sexual por parte de la justicia, los discursos que culpabilizan a víctimas de agresiones y abusos sexuales... De ello nos habla Jara López Pérez en su artículo Demasiado zorra para ser una víctima: cuando las drogas y el sexo justifican que nos violen, donde explica que las personas socializadas como mujeres aprendemos una serie de códigos, conductas, para sentirnos seguras, por lo que el miedo a ser violadas se articula como un mecanismo de control, el cual nos limita la autonomía y la libertad sexual. Aprendemos finalmente, que si te saltas el código y te pasa algo, la culpa es tuya por no protegerte. Otros límites son los internos y no explícitos, los cuales son conformados por los miedos interiorizados que tenemos las mujeres y los sentimientos de vergüenza y culpabilidad al llevar nuestra sexualidad de manera que satisfaga nuestras necesidades y deseos.


Además de los sentimientos de culpa y vergüenza, las mujeres para autoprotegernos de estos peligros, nos mantenemos vigilantes, atentas, alertas. Esto es lo que Nerea Barjola, en Microfísica sexista del poder, llama dispiclina del terror sexual, que es "una narrativa que el régimen sexista continúa utilizando como un sistema de control sobre el cuerpo y la vida de las mujeres" Esto, junto con el autocontrol que hemos desarrollado, nos impide vivir la sexualidad de una manera natural, armoniosa, enriquecedora, que nos deje fluir y descubrir (nos). Esta actitud de alerta y vigilancia constante puede relacionarse con estados de ansiedad en muchas mujeres.

LA SEXUALIDAD COMO MEDIO Otra fuente de malestar en las mujeres en este ámbito es la idea, que se da en todas las generaciones pero especialmente en la de las mujeres jóvenes, de que la sexualidad más que una fuente de auto-conocimiento o búsqueda de placer es un medio para conseguir otros fines como son: 1. El reconocimiento social, ya que se establece socialmente que si una mujer hace que los hombres muestren interés por ella es sinónimo de que es una mujer “de verdad”.


2. La valía personal, ya que por la socialización y educación de género se ha reforzado la dependencia de la autoestima de las mujeres hacia los refuerzos externos, en especial de los hombres, otorgando a otras personas el poder de condicionar nuestro bienestar emocional. 3. El aumento de las posibilidades de encontrar una pareja, que con el ideal de amor romántico se contempla como algo que nos completa. Por lo que cuanto más promiscuas seamos más posibilidades de conocer al hombre que nos “completa”. Todo ello crea las condiciones necesarias para que las mujeres nos veamos en relaciones sexo-afectivas que no nos satisfagan y para que el bienestar emocional y nuestra autoestima sea algo que dependa del exterior, lo cual conlleva sentimientos de invalidez e incapacidad que crean mucho malestar.


AUTOCONOCIMIENTO, PLACER Y RELACIÓN Como hemos dicho antes, los cambios en la sexualidad no han traído un aumento del conocimiento sobre nuestro propio deseo, ya que no se da espacio al autoconocimiento. De esto habla muy bien Eva Ferreras en su artículo en la revista online CTX ¿Qué pasa con la sexualidad femenina?. A día de hoy, para muchas, nuestros genitales* son unos desconocidos. Si a la falta de autoconocimiento le sumamos el empeño que tiene el porno, los anuncios o incluso algunos dibujos animados, de hacernos creer que existe una vulva prototípica* podemos entender el aumento de intervenciones para realizarse labioplastias como se afirma en el artículo Contra la dictadura del coño “perfecto”. Es decir, a día de hoy, miles de mujeres se están sometiendo a procesos quirúrgicos porque creen que sus genitales no son como deberían ser y les crea tal malestar que deciden someterse a cirugía para entrar en la vulva prototípica.

*entendemos que a las mujeres trans y personas intersex les atraviesan la patologización e invisibilización de sus genitales, así como la obligatoriedad de tener vulva y una vulva dentro de los parámetros normativos para ser considerada por la sociedad cisnormativa como mujer


Como se ha dicho anteriormente, se sobrevalora la sexualidad masculina, y es por eso que el deseo tiene en la sexualidad femenina (heterosexual) una orientación hacia el placer masculino. Por ello, se ha ido estableciendo lo que Adriana Royo ha bautizado como “el fingir como el acting erótico perfecto", Adriana, sexóloga y psicoterapeuta hizo un estudio con una muestra de 100 mujeres, de las cuales, 81 decían haber fingido alguna vez. Según la terapeuta, el fingir es utilizado como un mecanismo de control, ya que existe la idea de que si una mujer muestra sus "defectos", deja de ser potencialmente deseable, ya que se entiende que si la mujer no disfruta o no llega al orgasmo es porque tiene “alguna tara” De esta manera la autoestima, confianza y virilidad del hombre se ve cuestionada, por lo que por complacer a la pareja masculina muchas mujeres (heteros) optan por fingir. De primeras no parece haber ningún problema más allá de que es injusto y poco equitativo que la sexualidad se centre en el hombre y haya que complacer a este, sin embargo, esto tiene trascendencia más allá de la "injusticia".

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Esto fomenta el desconocimiento y desconexión de las mujeres sobre nuestra propia sexualidad, deseos y necesidades. Así mismo, provoca sentimientos de culpabilidad cuando no estamos a gusto en el rol complaciente, y de vergüenza al expresar nuestros deseos, fomentando la construcción de una baja autoestima en las mujeres. Sin embargo, a pesar de existir una serie de mandatos, recibimos constantemente mensajes contradictorios, ya que si eres “demasiado” promiscua, se te tachará de “guarra”, “zorra” , “puta”. Si no mantienes las “suficientes” relaciones sexuales, en cambio, se te asignará la etiqueta de “mojigata”, “estrecha”, “rancia”. Al fin y al cabo, el patriarcado siempre se las arregla para darnos por saco y hacernos sentir mal por nuestra sexualidad, ya que dentro de sus mandatos hay tan poco espacio que a la mínima, tropezamos, nos salimos y somos castigadas, pero estando dentro nos asfixiamos.


RELACIONES DE PAREJA “Me gusta estar sola, osea, yo amo la soledad, pero tengo carencias afectivas, porque entonces nadie me cuida, yo no puedo cuidar a nadie y porque eso en la amistad, eso no se concibe... (...) La cuestión es ¿puedo sentirme cuidada sin una relación estable?, amor de prole, yo siempre quise to´: pasión y espacio propio; calor sobre colchón, manta, chimenea y opio; amistad, fundamental, lo eterno. Ahora trago comentarios tipo, ¿aún no apareció el correcto? (...). Naces, creces, naces cientos de veces,te relacionas, haces colegas, y los ves a veces,decides a quien poner en la cumbre de la pirámide,¿poliamor? monogamias empalmadas más bien,estar sin pareja, ¿es estar sola?, si no recibo amor de una sola persona es que algo falla,mis colegas son el plan B, no hay calor para esta noche, ¿que estará haciendo sin mi? ¿qué voy a hacer sin él? La teoría me la tengo mascadita, pídeme consejo que en esto soy la experta, soy la erudita." (El no de las niñas)


Diversos estudios confirman que mientras que el matrimonio es un factor de protección para la salud de los hombres, para las mujeres constituye un factor de riesgo. Esto se comprueba al observar que los hombres casados tienen mejor salud que las mujeres casadas, a diferencia de las solteras, que mantienen mejor salud que los hombres solteros. Esto se apoya con el porcentaje de un 80% de mujeres que son atendidas en el recurso terapéutico ESEN de la Asociación Mujeres Para la Salud. Las mujeres usuarias de este recurso muestran sufrir malestares psicológicos en el área de la pareja, por insatisfacción y/o conflictividad. Al hablar de conflictividad nos referimos a la que se puede dar en las dinámicas de una relación "tóxica", en un proceso de separación o en una relación de maltrato. En el caso de la insatisfacción se puede dar dentro de la propia relación de pareja por la forma en que se estructura esta o se puede dar por el hecho de no tener una pareja. Esta serie de malestares en el área de la pareja vienen dados tanto por las desigualdades y desequilibrios que se dan dentro de las relaciones como por una serie de mandatos de género vinculados con el amor romántico, los cuales son causa de estas inequidades dentro de las relaciones.


La base de todo esto es la idea, existente en el ideario colectivo, de que el amor es inherente a la condición femenina e implica fundamentamente: entrega incondicional, idea de que el otro te completa y plenitud. Así lo afirman Mujeres Para la Salud en el su revista La Boletina, en el número destinado al tema de las relaciones de pareja desde una perspectiva de género. Esto construye la idea de que el objetivo de la vida de las mujeres es amar. Este amar, como hemos dicho antes, supone una serie de condiciones y es que se establece que ese amar debe significar el entregarse a una persona, la cual va a hacer que te completes y de la cual tienes que satisfacer sus necesidades. Esta concepción del amor nos genera una cantidad grandísima de malestares ya que a esta idea de lo que debe ser amar, solo se puede llegar a través de la resignación, el sacrificio, el sufrimiento, las renuncias personales y, por lo tanto, la dependencia emocional y sumisión a la pareja. De hecho, Mujeres para la Salud afirman que muchas mujeres que llegan a su recurso con síntomas ansioso-depresivos presentan un nivel de dependencia emocional a la pareja muy alto.


MITOS DEL AMOR ROMÁNTICO* Estas ideas se concretan a través de los mitos del amor romántico, los cuales son: - Amor Universal: este mito establece que todas las personas vivimos y sentimos el amor de la misma manera. Esto tiene diversas consecuencias, pero queremos destacar, en primer lugar, que nos encontramos con que queda muy marcado cómo deben amar los hombres y cómo deben amar las mujeres. Se da una incompatibilidad entre ambas concepciones del amor que generan malestar. En segundo lugar, genera sentimientos de frustración e insatisfacción cuando percibimos que la persona con la que tenemos una relación sentimental gestiona esta de forma distinta a la nuestra, sin entender que se puede querer y demostrar de distintas maneras. Además, se generan exigencias que tienen su raíz más en este mito y la concepción social del amor que en necesidades y deseos individuales. Por último, genera miedo a expresar la forma de amar por temor al castigo por salirnos de lo que se establece qué es amar y cómo se ama. *en este apartado hablaremos de relaciones heterosexuales ya que es donde se ve más claro cómo se estructura el amor romántico. Aún así, entendemos que muchas dinámicas se pueden dar en relaciones homosexuales.


- Alma gemela: Este mito da por hecho que las personas implicadas en la pareja tienen los mismos deseos y necesidades, por lo que no se hace necesaria la comunicación y ambas personas se completan a través de la relación. Esto genera la pérdida del espacio y la identidad personal, así como la insatisfacción de las necesidades y deseos individuales, y la aparición de conflicto e insatisfacción por la falta de comunicación. Todo ello tiene muchas repercusiones negativas en la salud mental, sobretodo de las mujeres, quienes suelen ser las que se adaptan a los deseos y necesidades de sus parejas masculinas. Existe una desconexión de la mujer con sus propios deseos y necesidades dentro de la relación. Así, se fomenta la incapacidad de satisfacerlos debido a este mito y a la idea de que somos nosotras las que debemos cubrir las necesidades de los otros y que amar significa sacrificio y renuncias. Esto genera diversos malestares psicológicos (normalmente de tipo ansioso y depresivo) por no cubrir las propias necesidades. - El príncipe azul: Este mandado promueve el rol activo del hombre, quien salva y protege y el rol pasivo de la mujer, quien espera a que la salven. Supone que al ser salvadas entramos en deuda con “nuestro príncipe” y debemos cuidarlo para no perderlo.


Este modelo promueve la dependencia, esperando que la otra persona nos salve, proteja… y nos ata por esa sensación de deuda, la cual muchas veces puede generar un conflicto a la hora de querer dejar la relación. Este mito se relaciona con los malestares psicológicos que pueden sufrir las mujeres ya que promueve que nuestro bienestar emocional dependa de otra persona. Lo cual hace que sea imposible que se satisfagan nuestras necesidades y deseos y hace que no esté bajo nuestro control nuestro propio bienestar. Además, muchas veces, genera una sensación de incapacidad en la responsabilidad de nuestra propia vida y felicidad. - La media naranja: mantiene el rol activo del hombre y el rol pasivo de la mujer. Se basa en la idea de que cada uno, de manera individual, somos seres incompletos que necesitamos de otros para completarnos y ser felices. Además, supone que los chicos y las chicas tienen cualidades distintas, y las de las mujeres están menos valoradas que las de los hombres. Este mito, como el del príncipe azul, vuelve a promover la dependencia y genera los mismos estragos en la salud mental de las mujeres - El príncipe rana: sostiene que existe un príncipe escondido debajo de todo lo malo y que nosotras, las mujeres, con nuestro amor y nuestros cuidados lo cambiaremos hasta que se convierta en ese príncipe azul.


Esta idea vinculada a la de incondicionalidad, es una de las más peligrosas ya que es una de las creencias que nos puede hacer soportar una relación de maltrato. Por otro lado, este mito deposita toda la responsabilidad en nosotras, por lo que si la relación termina, la viviremos como un fracaso, idea que puede suponer un enganche emocional a la relación que nos genere malestar. Además, promueve la hiperresponsabilidad femenina sobre la pareja, lo cual fomenta la desocupación de nosotras mismas. - Quien bien te quiere, te hará llorar: este mito une el sufrimiento al amor, de la manera más explícita. Esto es muy peligroso ya que puede hacer que confundamos actitudes y comportamientos de posesión, violencia y maltrato, con muestras de amor - Todo por amor: este mito muestra el sacrificio como una virtud, que además se vincula a la mujer. Defiende que a través de nuestras renuncias llegaremos al amor. Muestra el sacrificio como algo obligatorio para que una relación funcione. En cuanto a este mito quiero hacer un inciso y es que creo que está muy interiorizado y que es muy peligroso, ya que fomenta la pérdida del espacio personal para poder llegar al ideal romántico de las relaciones fusionales. Además, promueve la idea de que la otra persona debe de satisfacer nuestras necesidades, perdiendo la capacidad de controlar nuestro bienestar de esta manera.


Es por ello que no debemos caer en la idea de que debemos sacrificarnos para poder mantener una relación, ni de pareja, ni de ningún tipo. Está claro que no siempre contamos con el tiempo suficiente para disfrutar con las personas a las que queremos y que debemos de elegir qué cosas hacer a lo largo de la semana, qué cosas no, o cuánto tiempo y esfuerzo dedicar. Pero es importante cambiar este concepto de renuncia por el concepto de gestión. La gestión, a diferencia de la renuncia y el sacrificio, supone que hay una previa reflexión y un cálculo sobre las pérdidas y las ganancias (no en un sentido mercantilista, claro). Se hace desde la elección, la voluntad y respetando las necesidades y deseos propios. Como hemos dicho anteriormente, estos mitos favorecen las relaciones de maltrato, de abuso y violencia, las cuales tienen diversas consecuencias psicológicas de mucha gravedad. Las principales son: trastorno de estrés postraumático, depresión, ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria, trastornos del sueño, de pánico, fobias, así como sentimientos de vergüenza, culpa y baja autoestima.


RUPTURAS El patriarcado sostiene que el amor es el núcleo de la vida de las mujeres, y que por lo tanto, el amor nos define como sujetos, como bien explican Esteban y Távora en El amor romántico y la subordinación social de las mujeres: revisiones y propuestas. Esto hace que el hecho de no tener pareja lo vivamos como una carencia. Dentro de las circunstancias del "no tener pareja" hay una que específicamente genera a muchas mujeres síntomas de malestar psicológico asociados a ansiedad y depresión, que es la ruptura. Específicamente, los malestares que genera la ruptura vienen dados por una mezcla entre condicionantes sociales y un conjunto de enganches o dependencias psicológicas. A nivel social nos encontramos con que las mujeres somos consideradas personas de segunda categoría en la sociedad, así que la manera de acceder a un aumento de estatus social es emparejándonos con un hombre, ya que son quienes tienen un mayor estatus, por lo que al separarnos aumenta nuestra desvalorización.


Esta desvalorización se apoya en otras dos ideas: La primera, se vincula a la situación en la cual es el hombre quien decide divorciarse, entonces se intenta justificar socialmente la decisión del hombre buscando una razón a través de alguna "tara" de la mujer, quedando etiquetada por ello, marcada con el sello de "mercancía deteriorada" La segunda se vincula a la situación en la que la mujer es la que decide divorciarse, esta situación suele provocar rechazo social (se nos suele percibir como malas o egoístas por divorciarnos) y las mujeres nos solemos encontrar con que somos castigadas a través de obstáculos morales, económicos y/o psicológicos, como bien señalan Mujeres Para la Salud en su artículo La atadura invisible en el número sobre las relaciones de pareja desde la perspectiva de género de su revista La Boletina. Estos obstáculos puestos por el entorno de la mujer se dan mayoritariamente y principalmente a través del ex, quien se cree que debemos ser castigadas al no mantener el rol social de cuidadora. En cuanto a los enganches psicológicos, son la causa de la mayoría de cuadros de ansiedad y depresión. Cuando somos nosotras las que


tomamos la decisión de terminar con la relación los enganches suelen ser en forma de culpa y pena, en forma de miedo y en forma de rabia: - Enganches en forma de culpa y pena: este enganche está muy vinculado al mandato social de género de "haz que las relaciones funcionen" , por lo que experimentamos una culpa muy grande al creer que es responsabilidad nuestra que funcione la relación y sentimos que hemos fracasado cuando dejamos la relación. También sentimos culpa porque creemos que somos malas al dejarle, por nuestro rol cuidador. También surge la idea de "qué va a hacer sin mi" relacionándonos también con la pena hacia él. Sentimos culpa por no poder alcanzar ese objetivo impuesto a las mujeres de encontrar y tener pareja. Este enganche aumenta sobretodo si existen hijes de por medio ya que se pone en funcionamiento la creencia de que se está rompiendo la unidad familiar por culpa del divorcio, por lo tanto, está abandonando su obligación como madre y mujer. - Enganche en forma de miedo: El miedo se suele dar al conflicto con la ex pareja; a no ser capaces poner límites con el ex, sobretodo si se sabe que pueden aparecer posibles manipulaciones y chantajes de parte de la otra persona para que se reanude la relación y en el caso del divorcio para boicotear el propio proceso, y miedo a que se prolongue el abuso o maltrato por parte de la pareja (si existía en la relación) o que se acentúe por venganza.


- Enganche en forma de rabia: se suele dar cuando nos damos cuenta de lo que hemos aguantado por parte de nuestra pareja dentro de la relación y nos quedamos enganchadas en ese pensamiento de injusticia, es decir, nos quedamos rumiando sobre las injusticias que se han ido sucediendo a lo largo de la relación. No podemos “pasar página” y utilizar esa emoción de rabia (la cual el patriarcado se ha encargado tanto de que nos cueste sentir y expresar sin transformarla en pena) para hacer cambios con vistas al presente y el futuro Cuando no somos nosotras quienes tomamos la decisión, nos encontramos principalmente con: -Enganche amoroso: cuando nos quedamos enganchadas al sentimiento amoroso que sentimos por nuestra pareja. -Enganche de soledad: sentimiento de abandono, de soledad e incluso desprotección por no tener a alguien a mi lado “que me proteja”. - Enganche de autocompasión: por la culpa al pensar que he fracasado en la relación y por lo tanto como mujer, de qué he hecho para que me dejen... - Enganche por rabia: rabia tanto por que me hayan dejado. Surge en forma de celos y envidia si la expareja tiene nueva pareja, como por la idea de considerar la ruptura como algo injusto dado los sacrificios que realizados en la relación


RELACIONES SOCIALES Siempre supe que el miedo a la gente, la timidez o la fobia social o el agobio en las aglomeraciones no resultan atractivas aquí donde vivimos. (Jara Aithany López Pérez)


Está claro que las mujeres y los hombres, hegemónicamente nos relacionamos de formas diferentes. Unos son más activos, o incluso diría agresivos, y otras más pasivas, o agredidas. Pero es obvio que cada persona es diferente de las demás, y por lo tanto no todas nos movemos por el mundo de la misma manera, y en consecuencia no todas sentimos las mismas presiones, las mismas angustias y ansiedades para encajar en el patrón creado por el cisheteropatriarcado.

PODER Y SOCIABILIDAD El binarismo de género surgió como una forma de dividir a la sociedad, lo que supuso que se percibiese una diferencia entre dos partes de la sociedad. Históricamente, se ha visto a la mujer en contraposición con el hombre, siempre en comparación de aquello que los hombres tienen y a las mujeres les falta, lo que les otorga poder a los hombres. Este poder se justifica en la perfección biológica supuesta. Todo esto se traduce en una continua superposición institucional, social y cultural del hombre sobre la mujer. Con esto, y observando los patrones de comportamiento esperados por la sociedad, que diferencian entre hombres y mujeres, se ve cómo hombres y mujeres socializamos de maneras muy diferentes.


LA HIPERSOCIABILIDAD Según Jara Aithany, la sociedad actual toma como normal, o como norma, la hipersociabilidad, tener muchos amigos, conocidos, contactos, colegas, compañeros… Pero como he mencionado anteriormente, esto es simplemente una norma social a la que nos intentamos adaptar todas porque ¿quién quiere ser la rara asocial? Está demostrado que existe una gran variedad de factores que afectan a la sociabilidad de una persona, tanto aspectos biológicos, como sociales, ambientales o de historia personal.Pero el hecho de que haya diferentes factores que determinan el nivel o facilidad para socializar, no quiere decir que no haya deseo de socializar, se puede sentir aislamiento por no encontrar un grupo de personas con las que crear vínculos de forma segura, y a su vez esto puede producir dolor social. Es decir, aunque todas nos relacionamos de diferentes formas, al final sí que buscamos ese sentimiento de pertenencia a un grupo en el que sentirnos seguras, arropadas y mimadas.


UNA REFLEXIÓN EN GRUPO El otro día en la cafetería de la facultad, hablaba con unas colegas sobre cómo las mujeres y los hombres nos movemos de forma muy diferente por el espacio, el espacio social. Observando a todos los tíos que había, y pensando en todos los hombres que hay o a habido en mi vida, me di cuenta de que los hombres, por lo general, tienen una tendencia a querer dominar el espacio, a dirigir conversaciones, marcar los ritmos, tener la razón, todos los contactos y aliados posibles. Mientras que las mujeres solemos quedar en un segundo plano, como cuerpos invisibles de los que se esperan ciertos comportamientos, pero a las que no se nos permite ni ser vistas, ni dominar nada. ¿Alguna vez os habéis parado a pensar en lo diferente que nos movemos por el espacio? ¿Cómo unos son los dirigentes, y otras las dirigidas? ¿unos los que dictan y otras las que apuntan? Pues esto me atrevo a decir que es producto del patriarcado, de los roles preestablecidos, de las normas sociales y la impunidad de todos aquellos que ejercen violencias contra osotras porque se les ha enseñado que esa era la forma válida de relacionarse.



MATERNIDAD "Otra actitud bastante frecuente, y que no es menos nefasta para el niño, es la devoción masoquista: algunas madres, para compensar el vacío de su corazón y castigarse por una hostilidad que no quieren confesarse, se hacen esclavas de su progenie: cultivan indefinidamente una ansiedad morbosa, no soportan que el hijo se aleje de ellas; renuncian a todo placer, a toda vida personal, lo cual les permite adoptar una actitud de víctimas; y de estos sacrificios extraen el derecho a negar al hijo toda independencia; esta renuncia se concilia fácilmente con una voluntad tiránica de dominación; la mater dolorosa hace de sus sufrimientos un arma que utiliza sádicamente; sus escenas de resignación engendran en el niño sentimientos de culpabilidad que, a menudo, pesarán sobre él durante toda la vida: esas escenas son aún más nocivas que las escenas agresivas”. (Simone de Beauvour, El segundo sexo, p. 501).


La maternidad siempre se ha visto como algo inherente al cuerpo de la mujer, si naces mujer es para ser madre. Y cuando hablamos de ser madre, a ello le unimos una serie de roles que deben ser cumplidos por la mujer, el principal y mas importante: la total responsabilidades de los cuidados dentro del hogar.

LO IDÍLICO DE LA MATERNIDAD Cuando pensamos en la maternidad, siempre se ve como ese futuro tan bonito en el que vamos a ser las madres de un niño o una niña perfectos, sin dificultades o contradicciones, sin sacrificios, nada negativo. ¿Pero es esto real? ¿Es nuestra imaginación? ¿O la idea que nos han vendido de lo que significa ser madre?

CRUDA MATERNIDAD En la maternidad el agente educativo dentro de la familia, la persona encargada de la educación, con mucha frecuencia es la mujer, y por lo tanto se convierte en una transmisora de los mandatos de género, y de toda la educación de la socialización de género. La relación entre hijas y madres se ve afectada, hace que esté muy mediatizada, y comporta una relación muy complicada entre hijas y madres. Una de las peores cosas que le puede pasar a una madre es que su hija no siga sus pasos, que no siga la educación que ha recibido de su madre, los mandatos de género (aquello que la madre entiende como lo mejor para su niñita). De ahí que surjan muchas tensiones en esta relación, ya que la madre siempre querrá que su hija sea más femenina, que se encargue de los cuidados… Creando así malas relaciones madre-hija.


La crianza hoy en día se concibe desde la idea de que la mujer tiene que ser madre, pero además tiene que estar en el mercado productivo. Lo que hace que la mujer lleve una doble carga, una doble jornada laboral. En el sistema capitalista en el que vivimos, que busca la producción a toda costa, se busca la maternidad, pero no separada de su actividad en el mercado laboral, por lo que se deja espacio para producir, pero no para criar y cuidar. Los problemas de la maternidad, es que la maternidad hegemónica normativa recae sobre la familia nuclear, por lo tanto, los progenitores del ideario hegemónico son padre y madre, y están muy definidos. Esto hace que no haya espacio para otros tipos de familia o maternidad. Al tener una imagen tan definida de lo que es la maternidad y la crianza, no se permite la creación de nuevos modelos de maternidad, lo que crea frustración y ansiedad de querer alcanzar una imagen concreta de maternidad, pero que en realidad es inalcanzable. Porque cada persona crece y se desarrolla de una forma única. La diversidad dentro de la maternidad supone que se creen familias más sanas, ya que todas las partes dentro de la familia serán participes y estarán cómodas con el papel que desarrollan. Por ejemplo, si la crianza fuese comunitaria estos problemas de frustración y sobrecarga de la madre no surgirían, porque sería un proceso cuyo peso recaería sobre toda la comunidad. Dando libertad de intervención a todas las partes, se alivia la carga materna, se alivia esa responsabilidad y preocupación de ser mala madre, ya que todas las personas de la comunidad tienen claro que persiguen el mismo objetivo, una crianza centrada en el cuidado colectivo. Pero


esto obviamente, no es algo que beneficie al sistema, y por lo tanto no lo promueve ni deja espacio para ello. Además, la maternidad hegemónica puede hacer que la mujer se pierda a si misma, su propia identidad. Pasa de ser vista como una mujer con ideales y personalidad propia, a ser “la mamá de”. Y a partir de entonces, todo su universo empieza a girar entorno al hijo o hija que haya tenido, y su unión indivisible. Este apego tan fuerte a la maternidad, que hace que la madre sea únicamente eso, madre, puede derivar en un síndrome del nido vacío, que crea ansiedad y depresión por la dependencia que se crea. Si todo lo que tiene una madre son sus hijos, una vez que estos se van, no le quedará nada, sentirá un vacío que no podrá llenar con nada ni nadie, y esto puede derivar en depresión y ansiedad.

ANTINATALISMO El antinatalismo es una posición política que se opone a la reproducción y el nacimiento de nuevos eres humanos. Esto se puede entender como que es una posición que busca la extinción del ser humano, ya que si nos reprodujésemos la raza humana dejaría de existir, pero nada más lejos de la realidad. Esta posición política parte de la base de que no todas vamos a dejar de tener hijos, por lo que no nos extinguiríamos. El antinatalismo se basa en lo innecesario de seguir trayendo bebés al mundo, cuando ya hay muchísimos que están en situaciones muy precarias. Por lo que si se quisiese ser madre, podríamos acoger y dar un hogar a estas niñas.


Además, entiende la reproducción biológica como un acto egoísta, ya que únicamente se busca la perpetuación mediante la unión de sangre. Es decir, reproducirse por el simple echo de querer tener un descendiente de tu misma sangre, se ve como algo narcisista. Otra de las posturas que defiende esta postura política es que, dada la pésima situación social actual, la crisis climática, las guerras... ¿para qué traer un nuevo ser al mundo? Por qué traer una nueva vida para que sufra o para que haga sufrir.


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Recomendaciones Web Therapy, En el fango, La locura como superpoder y todos los artículos en Vice de Jara López Pérez El Camino Rubí La Psico Woman Colectivo Flipas Gam Colectivo Inspiradas Mujeres Para la Salud, publicación La Boletina Noemí Parra, en especial, las guías sobre derechos sexuales y reproductivos de las mujeres jóvenes que hace con el Instituto Canario de Igualdad Guías sobre salud de las mujeres del Instituto Andaluz de la Mujer Artículo Mujer apta para el sistema de Aly Pintanell en Salto Diario Artículo Dolor psíquico en las sociedades "sin tiempo" de Iren Txus en Contraindicaciones.net Monólogo Solo sí es sí de Elena López El placer es mío, de Darwinians Radio Bike Degeneradas, de Radio Irradiando



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