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El Escritor y el Detective

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Curiosidades

Curiosidades

¿Qué diferencia al novelista del policía? De ninguna forma su preparación profesional, ya que es cosa sabida que, en gran medida, toda buena investigación policial depende de cierto grado de intuición. La capacidad para desentrañar un misterio proviene de cierta precondición innata que no se puede adquirir en Universidades o Academias. Y también es sabido que la criminología, en sus orígenes –y quién sabe si aún es así– se fundó en muchas opiniones vertidas en la literatura criminal. La imaginación del autor es capaz de entrever el amasijo extraño que mueve a un criminal aunque, sin duda, la realidad siempre ha sobrepasado aún a las más descabelladas historias. Quizás de allí su importancia. En gran medida, el autor de novelas policiales es un colaborador de la policía en el sentido que, a través de su ingenio, crea situaciones que pueden servir de modelo a los investigadores profesionales. También, lamentablemente, sirven de modelo a los criminales, pero no se puede culpar al autor de los actos de los cretinos que aplican como realidad lo que nunca quiso ser más que fantasía. La única diferencia radical entre ambos es que, mientras el novelista conoce el final, el policía no. Todo buen policía sabe que, en lo esencial, una investigación es

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una aventura. Muchas veces esta demora mucho tiempo, hasta años, cuando el novelista, tratando el mismo asunto, lo circunscribe a algunos días o, cuando mucho, semanas. Pero ello es una necesidad de la trama, del dramatismo de la misma. Cuando se ha tenido la oportunidad de participar en una investigación real descubrimos diferencias en lo formal, pero nunca en lo profundo. Las horas y horas de análisis de información que un policía debe dedicar a un caso es reducida, en una novela, a un par de páginas. Sin embargo, aquel largo tiempo de análisis siempre concluye con un par de pistas importantes, tal como sucede en las novelas. El autor, además, también ocupa mucho tiempo en desarrollar justificadamente los argumentos de sus historias. Pero hay otro hecho que es, quizás, la mayor diferencia entre ambos; casi todo policía puede ser un novelista, pero no todos los novelistas pueden ser policías. Conocidos son los fracasos de algunos autores que quisieron actuar en la realidad. Y la razón es simple: el novelista jamás puede separarse de sus fantasías y éstas, a la larga, ni siquiera se acercan a la ingeniosa realidad. Por ello, para que un novelista sea, al mismo tiempo, un buen policía, debe calmar su imaginación y dejarse llevar por los impresionantes vericuetos de una realidad nunca superada. LLG

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