DEFINICION DE LITERATURA FANTÁSTICA
El término literatura fantástica es enormemente confuso debido a la divergencia de criterios respecto a su aplicación. Popularmente, se conoce como literatura fantástica cualquier relato en que participan fenómenos sobrenaturales y extraordinarios, como la magia o la intervención de criaturas inexistentes. Esta definición resulta ineficaz, debido a que los elementos sobrenaturales están presentes en todos los relatos mitológicos y religiosos y su presencia tiene, en consecuencia, un carácter muy distinto del que posee en la civilización actual.
En la ya clásica Introducción a la literatura fantástica, Tzvetan Todorov definió lo fantástico como un momento de duda de un personaje de ficción y del lector implícito de un texto, compartido empáticamente. Los límites de la ficción fantástica estarían marcados, entonces, por el amplio espacio de lo maravilloso, en donde se descarta el funcionamiento racional del mundo y lo "extraño" o el "fantástico explicado", en el que los elementos perturbadores son reducidos a meros eventos infrecuentes pero explicables. Contra la definición amplia de lo fantástico, esta definición presenta la debilidad de ser demasiado restrictiva. Se han propuesto diferentes reformulaciones teóricas que intentan rescatar el núcleo de esta definición con diversas salvedades. En ocasiones, este género nos ofrece un relato basado en hechos insólitos que al analizarlos se escapan de la realidad, sin embargo, más adelante de la historia, dichos sucesos tienen una explicación lógica o científica, pero esto no siempre sucede y algunas veces el relato concluye sin salirse de la irracionalidad. La literatura fantástica, puede también presentarnos un objeto o personaje tomado de la realidad, realizando acciones que en un entorno real serían descabelladas o imposibles. Causa confusión, también, que la literatura que es recreada a partir de mitos preexistentes sea llamada fantasía, o fantasía heroica. Tales son los casos de El señor de los anillos y Las crónicas de Narnia, y aunque sus iniciadores son más antiguos, fundamentalmente los autores reunidos en torno al círculo de la Puerta dorada o del Dorado amanecer, en el siglo XIX. Destacan Arthur Conan Doyle y Henry Ridder Haggard, quienes también escribieron terror y ciencia ficción, creando la actual confusión entre los tres "géneros". Para comprender las variedades de los relatos de este género Tzvetan Todorov nos aporta que la Literatura Fantástica puede situarse en el límite de otros géneros, como pueden ser los siguientes: Lo extraño puro, donde se relatan acontecimientos que pueden ser explicados por medio de las leyes de la razón y son, de una manera u otra, increíbles, extraordinarios, chocantes, singulares, inquietantes, insólitos y provocan en el lector real y en el personaje una reacción semejante a la inducida por el texto fantástico puro. La explicación racional no parte directamente del texto, sino que el lector real, por medio de indicios que éste ofrece, la obtiene. La pura literatura de horror pertenece a este género y se relaciona con lo fantástico
puro en el hecho de que posee descripciones que provocan horror, temor o terror. Ejemplo: Los diez negritos de Agatha Christie. Lo fantástico extraño, donde los acontecimientos que, a lo largo del relato parecen sobrenaturales, reciben, finalmente, una explicación racional. La explicación parte del mismo texto y no de suposiciones deducidas por el lector a través de indicios. Ejemplo: Manuscrito encontrado en Zaragoza de Jan Potocki. Lo fantástico maravilloso, que es la clase de relato es el que más se acerca a lo fantástico puro por el hecho de quedar inexplicado, no racionalizado, nos sugiere en efecto la existencia de lo sobrenatural; sin embargo, la presencia o ausencia de ciertos detalles permiten siempre tomar una decisión. El hecho fantástico tiene resolución por medio de otro hecho fantástico que en vez de resolver el misterio lo que hace es complicar más lo inexplicable. Ejemplo: La muerta enamorada de Théophile Gautier. Lo maravilloso puro, en este caso, los elementos sobrenaturales no provocan ninguna reacción particular en los personajes ni en el lector implícito, pero sí en el lector real. Lo característico de lo maravilloso no es una actitud hacia los acontecimientos relatados, sino la naturaleza misma de esos acontecimientos.