Evangelium No 2015 – I Marzo -Abril
“Ellos perseveraban unánimes en el templo día tras día, y partiendo el pan casa por casa, participaban de la comida con alegría y con sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo el favor de todo el pueblo. Y el Señor añadía diariamente a su número los que habían de ser salvos” He. 2, 46-47
La Cuaresma nos llega como un momento providencial para cambiar ruta, para recuperar la capacidad de reaccionar ante la realidad del mal que siempre nos desafía. Papa Francisco
CAMINAR EN EL DESIERTO Puede que en algún momento de tu camino hacia Dios hayas tenido la sensación de estar caminando perdido en un desierto. Se trata de saberse en una situación en la que ningún camino parece conducir a destino fértil sino que todo se pierde en un mar de dudas. Tantas como granos de arena en un desierto. Es un periodo de debilidad en el que el “diablo” hace su agosto y a través de confusas señales y sensaciones constantes de tristeza, desánimo y desaliento consiguen enrarecer nuestro encuentro con Dios; es por ello que quien esta en el desierto debe armarse de coraje, apartar un tiempo de silencio y soledad, para encontrarse consigo mismo y con Dios, y así conocer sus planes. Un buen ejemplo es el pasaje de las tentaciones, en el que diablo en tres ocasiones intenta seducir a Cristo, tras permanecer en el desierto
durante cuarenta días antes de iniciar su vida pública. También podemos referenciar a Juan Baustista, quien era un sacerdote rural, hijo de Zacarías, que abandonó sus obligaciones en el templo, alejándose de Jerusalén para adentrarse en el desierto buscando silencio y soledad para escuchar a Dios.
DESIERTO
Soledad llena de presencias.
Silencio pletórico de palabras.
Desolación colmada de consuelos.
Huida hacia Lugar donde lo más podemos Banco de profundo de amar y ser pruebas que un yo que se amados sin certifica la abre al ningún calidad. absoluto de impedimento Dios. .
Así como Jesús y como Juan el Bautista , nosotros estamos llamados a atravesar el desierto: allí se encuentra el monte Horeb, el monte de la revelación, del diálogo con Dios y para poder escalarlo hay que ir muy ligero de equipaje, hay que atenerse a lo esencial (Bórmida, 2012),. Es el momento de pensar que es necesario realizar esta travesía para “preparar el camino del Señor; allanar sus senderos; elevar sus valles para que desciendan sus montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale, todos verán la salvación de Dios” (Lc 3, 1-6). Por Cesar Urrutia
Evangelium
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