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Cómo China consigue robarle sus secretos tecnológicos a Estados Unidos

Nicholas Yong BBC News

Fue una fotografía de aspecto inofensivo la que hizo caer a Zheng Xiaoqing, antiguo empleado del conglomerado energético General Electric Power.

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Según una acusación del Departamento de Justicia (DOJ) de EE.UU., el ciudadano estadounidense ocultó archivos confidenciales robados a sus empleadores en el código binario de una fotografía digital de una puesta de sol, que Zheng se envió a sí mismo por correo.

Se trata de una técnica denominada esteganografía, que consiste en ocultar un archivo de datos dentro del código de otro archivo de datos. Zheng la utilizó en múltiples ocasiones para sustraer archivos confidenciales de General Electric.

General Electric es un conglomerado multinacional conocido por sus actividades en los sectores sanitario, energético y aeroespacial, que fabrica desde frigoríficos hasta motores de aviación.

La información robada por Zheng estaba relacionada con el diseño y la fabricación de turbinas de gas y vapor, incluidos álabes y juntas de turbina.

El contenido, considerado de alto valor, fue enviado a su cómplice en China. En última instancia, beneficiaría al gobierno chino, así como a empresas y universidades con sede en ese país.

Zheng fue condenado a dos años de prisión a principios de este mes. Es el último de una serie de casos similares perseguidos por las autoridades estadounidenses.

En noviembre, el ciudadano chino Xu Yanjun, presunto espía de carrera, fue condenado a 20 años de cárcel por conspirar para robar secretos comerciales de varias empresas aeronáuticas y aeroespaciales estadounidenses, entre ellas General Electric.

El robo de secretos comerciales forma parte de una lucha más amplia en la que China se esfuerza por adquirir conocimientos tecnológicos para impulsar su economía y su desafío al orden geopolítico, mientras Estados Unidos hace todo lo posible por impedir que surja un competidor serio de su poderío.

El robo de secretos comerciales es atractivo porque permite a los países “dar saltos en las cadenas de valor mundiales con relativa rapidez, y sin los costes, tanto en términos de tiempo como de dinero, de depender de las capacidades autóctonas”, explicó a la BBC Nick Marro, de la Unidad de Inteligencia de The Economist.

El pasado mes de julio, el director del FBI, Christopher Wray, afirmó en una reunión de empresarios y académicos realizada en Londres que China pretendía “saquear” la propiedad intelectual de las empresas occidentales para acelerar su propio desarrollo industrial y acabar dominando sectores clave.

Advirtió de que estaba espiando a empresas de todo el mundo, “desde las grandes ciudades a los pueblos pequeños, desde las empresas de la lista Fortune 100 hasta las start-up, pasando por las que se dedican a todo tipo de actividades, desde la aviación a la inteligencia artificial o la industria farmacéutica”.

En aquel momento, el entonces portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian, dijo que Wray estaba “difamando a China” y que tenía una “mentalidad de Guerra Fría”.

China quiere derrocar nuestro estatus

En la declaración del Departamento de Justicia sobre Zheng, Alan Kohler Jr, del FBI, afirmó que China tenía en el punto de mira al “ingenio estadounidense” y pretendía “derrocar nuestro estatus” de líder mundial.

Zheng era ingeniero especializado en tecnología de sellado de turbinas y trabajaba en diversas tecnologías de contención de fugas en ingeniería de turbinas de vapor. Según el Departamento de Justicia, estas juntas optimizan el rendimiento de las turbinas “ya sea aumentando la potencia o la eficiencia o prolongando la vida útil del motor”.

Las turbinas de gas que propulsan los aviones son fundamentales para el desarrollo de la industria aeronáutica china.

Los equipos aeroespaciales y de aviación figuran entre los 10 sectores que las autoridades chinas tienen como objetivo desarrollar con rápidez para reducir la dependencia del país de la tecnología extranjera y, con el tiempo, superarla.

Pero el espionaje industrial chino se dirige también a muchos otros sectores.

Según Ray Wang, fundador y consejero delegado de la consultora Constellation Research, con sede en Silicon Valley, entre ellos se encuentran el desarrollo farmacéutico y la nanotecnología -ingeniería y tecnología realizadas a nanoescala para su uso en ámbitos como la medicina, los textiles y tejidos y la automoción-. Un nanómetro es la milmillonésima parte de un metro.

También incluye productos farmacéuticos, bioingeniería (imitación de procesos biológicos para fines como el desarrollo de prótesis biocompatibles y el crecimiento de tejidos regenerativos).

Wang citó la anécdota de un antiguo jefe de

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