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Hay sequía en el campo y en la política económica
Rafaela, Lunes 20 de Marzo de 2023
Con la verdad no ofendo ni temo
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Fundado por Francisco Peréz Torres y Juan B. Audenino el 7 de Septiembre de 1938. Director: Jorge Raúl F. Milia
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La inflación más cruel
Esta semana se cumplió un año desde que, en medio de la conmoción global por la invasión rusa a Ucrania, el presidente Alberto Fernández se apropiara del lenguaje bélico y lo aplicara a la economía. "Este viernes (18 de marzo de 2022) va a empezar la guerra, la guerra contra la inflación en la Argentina. Vamos a terminar con los especuladores y a poner las cosas en orden", prometió. El jueves, una lacónica vocera admitió que los resultados son "malísimos" y lejos de lo esperado.
Lo peor es que la escalada de precios de los últimos meses afecta de manera más brutal a los sectores más vulnerables de la población, sin que buena parte de la dirigencia política, distraída en los fuegos de artificio de una campaña ya lanzada, pareciera dispuesta a resolver el tema, más allá de las compungidas frases de ocasión.
La inflación interanual de febrero superó por primera vez en 32 años los tres dígitos, 102,5%. Como si el dato no fuera lo suficiente malo, el precio de los alimentos supera la dinámica general: la evolución de la canasta básica y alimenticia están en 111, 3% y 115,1%, indicando que los más pobres, que destinan la mayor parte de sus ingresos al consumo de bienes básicos, sufren de peor manera que quienes tienen mayor poder adquisitivo. El efecto de arrastre de febrero complicará aún más este mes, que ya es históricamente problemático por los reajustes de tarifas, inicio del año escolar y paritarias salariales que inciden en los precios. La meta del ministro de Economía Sergio Massa de llegar a abril-mayo con valores cercanos al 3% se pulveriza.
Así, no es de sorprender que los académicos vaticinen un empeoramiento de los indicadores sociales: un estudio de la Universidad Torcuato Di Tella proyecta una tasa de pobreza de 42,2% para el semestre septiembre 2022-febrero 2023 y de 45,1% para este arranque del año.
Más allá de los criterios econométricos, el Fondo de Naciones Unidas para la infancia (UNICEF) alertó en estos días que dos de cada tres chicos argentinos (un 66%) son pobres, no sólo por los bajos ingre- sos en sus familias sino por estar privados de derechos básicos como educación, salud, al agua potable, a una vivienda digna o a un hábitat seguro. Un dato clave del estudio, basado en cifras del INDEC, es que 9 de cada 10 de estos niños viven en hogares donde su mamá o papá trabajan, aunque la mayoría de ellos lo hacen en la informalidad y/o en empleos de bajos salarios, que no les permiten llegar a los 177.063 pesos que una familia necesita hoy para no ser pobre. A esto se suma que viven en barrios sin red de electricidad, agua o cloacas, en viviendas precarias, en zonas inundables o cerca de un basural. No van al centro de salud o a la escuela con regularidad. El encarecimiento de los alimentos lleva a que salteen comidas o consuman productos poco nutritivos. Se vuelven más proclives a la obesidad y a enfermedades como la diabetes. editorial@diariocastellanos.net
Una década de bajo crecimiento y alta inflación ha consolidado indicadores negativos: la pobreza infantil no baja del 50% desde hace 5 años, sumando generaciones en pobreza estructural. Mientras académicos y organizaciones alertan sobre indicadores estremecedores, la clase política está lejos de aportar soluciones. Tanto en el oficialismo como en la oposición, las peleas internas por candidaturas y el cálculo de corto plazo paraliza gestiones y dificulta acuerdos mínimos para frenar al menos la escalada de precios. Se instala un clima de resignación que da por sentado que será próximo gobierno quien enfrente el problema, cuando restan seis largos meses para la votación.
Sin dudas, arreglar el desastre social generado por la combinación de problemas estructurales, un contexto internacional adverso y malas gestiones acumuladas llevará más de un gobierno. La experiencia de otros países indica que cualquier plan para estabilizar la economía, bajar la inflación y la pobreza, mejorar la situación de la infancia y colocar al empleo de calidad y la educación como eje de las políticas públicas requiere de consensos políticos, propuestas realistas y una autoridad política creíble, un desafío que parece hoy gigante en un país agrietado y abonado al cortoplacismo.
Por Enrique Szewach Los tres dígitos de la variación anual enlatasadeinflacióndelmesdefebrero y las perspectivas de un marzo que mantendrálatendencia,hanexplicitado que instrumentar un programa de estabilización serio en la Argentina no es cosa de acuerdos de precios, de voluntarismo político, o de magia.
Esmás,viendolaevolucióndelatasa decrecimientodelospreciosdelosdiversos rubros que componen la canasta de bienesyserviciosqueregistraelINDEC, queda claro que, más allá de la importante y determinante suba del precio de la carne vacuna, en el mes de febrero (precio todavía retrasado respecto de su papel de "amortiguador" de la inflación del 2022), tanto la estacionalidad, como los precios regulados jugaron a favor de queelregistrodelmesquepasónofuera aún mayor.
Asimismo, en el frente de los dólares, se reflejan en las escasas reservas en poder del Banco Central, como consecuencias de la sequía que castiga al campo, principal generador de productos de exportación de la Argentina, y de los compromisos de pago netos de este año, tanto con el FMI, como con los tenedores de la deuda privada canjeada durante el 2020,
Para completar el panorama, estamos en los albores de un complejo año electoral, en dónde, según todas las encuestas de opinión, la mayoría de los potenciales votantes se muestran desanimados,desconfiadosyescépticosrespectodelacapacidadquetendrálaclase política,ensentidoamplio,parasolucionar sus problemas cotidianos, en los próximos años (todos tenemos el foco puestoenlaofertaelectoral,peroimporta también tener presente la demanda).
Frente a este panorama, el Gobierno tiene poco margen de maniobra.
Para un plan antiinflacionario, aunquefueramodesto,necesitaalgúnancla nominal relativamente potente.
Resulta difícil buscar dicho instrumento dónde debería buscarse, en el Banco Central.
Habitualmente,enunescenariocomo el descrito, el candidato más efectivo seríaunanclacambiaria.Perosinreservas, con el atraso ya acumulado en el precio del dólar oficial, y con la perspectiva mencionada de caída neta de las exportaciones, fijar el tipo de cambio, aún después de un salto por única vez, y luegodejardeindexarlo,seríamuypoco creíble, y hasta podría empeorar la situación.
Laopcióndeusarelanclamonetaria, alestilodelprogramaconelFondodelos finalesdelgobiernodelpresidenteMacri, noestádisponible,porqueeldéficitfiscal no tiene financiamiento alternativo, y tampocolotieneladeudaenpesosqueel sector privado no renueva.
Porlotanto,elúnicoinstrumentoque queda en el Banco Central es la tasa de interés. Pero la suba de la tasa de interés,dadoeltamañodelsistemafinancieroyelmercadodecapitalesargentino,y otravez,sinreservassuficientes,nosólo es un instrumento poco efectivo en materia antiinflacionaria, sino que, por el contrario, tiene el efecto perverso de aumentar el problema, dado que los principales deudores del sistema financiero son el Tesoro y el propio Banco Central.
Descartado el Banco Central, en primera instancia al menos, exploremos el ancla fiscal.
Paradójicamente, sin reformas de fondo,imposiblesdeponersobrelamesa con un gobierno percibido como "de salida", el instrumento para el "cierre fiscal" ha sido, precisamente, el im- puesto inflacionario. Porsupuestoque,enprincipio,existiría espacio para congelar el gasto de caja en aquellos rubros que no tienen movilidad automática, focalizar mejor el gasto social, y acelerar la baja de subsidiosalospreciosdelaenergíayal transporte, para los sectores de mayores ingresos, Loprimero,congelarelgasto,obliga a que el Gobierno se enfrente con un subconjunto de sus votantes -empleados públicos- o de sus socios -gobernadores, en particular el de la Provincia de Buenos Aires-, o de sus amigos, por el diseño actual del financiamiento de las obras de infraestructura.
Focalizar el gasto social, implica depurar y ordenar todo el esquema actual, sacándole recursos, en un año electoral, a sectores allegados directamente con el oficialismo.
Finalmente,acelerarlabajadesubsidios económicos, se traduce, en la práctica, en aumento de los precios regulados. Es decir, en suba y no baja de la tasa de inflación.
Como puede apreciarse, tampoco el frentefiscalofrecedemasiadoenmateria de freno a la tasa de inflación.
Por último, entonces, queda explorar alguna variante de acuerdo de precios y salarios, mal sustituto de un programa, pero que podría tener un mínimo efecto de corto plazo.
Una mujer mira el precio de unos aceites en un supermercado
Peroparaunacuerdoserio,tendiente a "parar la pelota" sin nada más, se requiereunpoderpolíticoylapromesa creíbledeunprogramaprofundoenlos próximos meses. Alternativa que, otra vez, hoy no luce probable, ni potable.
No mencioné, en este inventario, al acuerdo con el FMI que otrora servía, en alguna medida, como respaldo y ancla de expectativas.
Sucede que hoy el Fondo no quiere hacer olas y está, de alguna manera, resignadoconlaArgentina,alaespera de que vengan tiempos mejores. Por lo tanto, tener un acuerdo con el FMI, en el marco de lo que estamos hablando, sirve de poco, aunque no tenerlo sería un desastre.
¿Y entonces?
Entonces, la única contención de la inflación surgirá de la recesión, que se profundizará (freno a los precios por la menor demanda, como pasará, por ejemplo, con el precio de la carne). Sumado a más cepos y restricciones para administrar las reservas y sostener la demanda de pesos. Y, eventualmente, complementado por atrasos o demoras en la autorización de incrementos de los precios regulados del sector privado. Un cambio en el sistema de comercio exterior, con devaluaciones sectoriales a exportaciones e importaciones, sería una forma de administrar las escasas de reservas, pero iría en contra de bajar la tasa de inflación.
Deprontorecordéelviejocuentodel borracho buscando en la madrugada, en la calle, las llaves para entrar a su casa. "Las perdió por acá"- le pregunta un transeúnte con ganas de ayudar. "No, me parece que en la esquina" -es la respuesta-. "¿Y entonces, qué hace buscando acá? "Es que acá está mejor iluminado", es la lógica respuesta.
En el intento de bajar la tasa de inflación, el Gobierno estuvo buscando enellugarequivocado,yencimaporsu política energética, dónde busca, ni siquiera hay luz.
Comopuedeobservarse,lasequíano sólo afecta al campo, también afecta a las ideas de política económica.
DESPUÉS DE 15 MESES