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SÁBADO 12 DE OCTUBRE DE 2013
RECORRIENDO NUESTRO PAÍS
Parque Nacional "El Palmar" Por su cercanía con los principales centros urbanos del país, este parque es sin duda, uno de los más visitados y conocidos de nuestra geografía. Su variada flora, la belleza del Río Uruguay y la abundancia de la fauna silvestre, junto a los servicios preparados para el bienestar del visitante, constituyen sus principales atractivos. Se trata de uno de los palmares naturales más australes del planeta, convertido en Parque Nacional en 1966. El objetivo básico de la creación del parque es resguardar uno de los últimos palmares de Yatay representativos de los que, hasta fines del siglo pasado, prosperaban sobre todo en el oriente de Entre Ríos. Su amparo se extiende además, a otros ambientes de significativo patrimonio natural, como la selva en galería y el monte xerófilo. Posee una superficie de 8.500 hectáreas, y está ubicado en el centro oeste de la provincia de Entre Ríos, sobre el río Uruguay entre las ciudades de Colón (a 46 kilómetros) y Concordia (a 54 kilómetros), en el departamento Colón. Por eso es conocido también como "El Palmar Grande de Colón" o "El Palmar de Colón". El parque se presenta como una llanura plana, suavemente ondulada, cuyo paisaje se puede describir como un mosaico de ambientes: bosques de palmeras, pastizales y montes, intercalados con pajonales y selvas ribereñas. En cuanto a ambientes, se puede mencionar que los palmares forman, junto al pastizal, un ecosistema único que brinda alimento y refugio a innumerables especies de animales y una extraordinaria cantidad de insectos. Reptiles, como la yarará y las culebras; pequeños roedores;
gato montés y aves típicas, como el carpintero blanco y el real. Siguiendo las ondulaciones del terreno, hacia las zonas bajas los bosques de palmeras de Yatay se van dispersando para dejar paso a dilatadas sabanas, salpicadas por espinillos, talas y ñandubayes, por donde transitan ñandúes, hurones, zorrinos, entre otros animales. El palmar de Yatay es una especie autóctona que llega a vivir entre 200 y 700 años, adorna los cielos con sus flores amarillas y ofrece un delicioso fruto dulce, utilizado especialmente para la elaboración de licores. El promedio de edad de los individuos que se encuentran en este parque, es de unos 250 a 350 años. Las hojas tienen un color verde grisáceo-azulino claro, con tonalidades variables de acuerdo a la luz del día. Los pastizales que ocupan las suaves pendientes, se confunden con los pajonales de los terrenos más bajos e inundables, formando ambientes acuáticos de increíble riqueza faunística, albergando batracios y aves como el chiflón, el pecho amarillo y el ipacaá. Existen también tortugas pintadas. En el Monte Xerófilo, una formación densa y baja, crecen molles, espinillos y ñandubayes, junto a numerosos arbustos, adornados por enredaderas como la pasionaria o mburucuyá. Aquí es común Senderos entre las palmeras de Yatay.
Entrada al Parque Nacional "El Palmar".
observar a los zorros de monte. Las costas bajas del río Uruguay están tapizadas por una profusa vegetación, aunque en algunos sectores existen pronunciadas barrancas de hasta 15 metros de altura. Esta formación húmeda, que es una prolongación empobrecida de la selva misionera, se la denomina Selva en Galería y contiene una gran diversidad de especies vegetales. Abundan las enredaderas, lianas y epífitas (como el clavel del aire y barba de viejo), las cuales se encuentran asociadas a distintas especies arbóreas como el arrayán del norte y el laurel. El arañero de cara negra y el pitiayumí son las aves más características que encuentran refugio en esta formación boscosa. Un ambiente similar bordea los distintos arroyos que surcan el parque, siendo los más importantes el Palmar y Los Loros. Estos cursos de agua son los ambientes predilectos del roedor más grande del mundo: el carpincho y de otros mamíferos como el lobito de río, el coipo (comúnmente llamado nutria), junto a aves acuáticas como el biguá y los martín pescador.
tros después en el área de servicios del parque, donde se ubican el Centro de Visitantes (aquí los guardaparques brindan información y se puede ver un video informativo), los sanitarios, el camping, el restaurante y la Intendencia. En éste último sitio se pueden recorrer los
jardines y miradores, y hacer picnic en las mesas de madera que se ubican junto al río. Desde el área de servicios parten dos senderos de interpretación, para caminarlos y disfrutar de la (Continúa en pág. 3) Mirador del Arroyo El Palmar.
Servicios y excursiones en el parque Los servicios para el visitante comienzan en la Portada del parque, donde un grupo de personas le da la bienvenida al público y le brinda asesoramiento, folletería y planos, para que el paseo sea lo más cómodo posible. En La Portada se inicia un camino de ripio, apto para todo tipo de vehículos, que finaliza 12 kilóme-
Arroyo El Palmar.
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La glorieta del Parque Nacional "El Palmar". Esta formación forestal típica de la selva en galería, que envuelve el arroyo, rica en fauna y flora.
Paseos en canoa dentro del predio.
(Viene de pág. 2) naturaleza. El Sendero El Mollar es un recorrido circular de un kilómetro, que recorre el bosque xerófilo.
Este camino posibilita visualizar la grave invasión de especies exóticas, a la vez que permite disfrutar de un bellísimo bosquecito de Arrayán del Norte, similar a los famosos
Paseos en bicicletas por los senderos del parque.
del sur argentino. El Sendero al Sitio Histórico "Calera del Palmar", en poco más de un kilómetro, conduce a la playa sobre el río Uruguay (no habilitada como balneario) y a las Ruinas de la Calera de Barquín, las cuales son de origen jesuítico y permiten apreciar las modificaciones que les fueron realizando a través del tiempo los distintos grupos humanos que habitaron la región. También, El Palmar cuenta con una variedad de senderos de acceso vehicular, los cuales conducen, entre otros sitios, al Mirador del Arroyo Los Loros; al Mirador de La Glorieta (un lugar elevado desde donde se ve el "mar de palmeras"); al Mirador del Arroyo El Palmar, desde donde se ve el arroyo entre palmares y la selva. Paseos a caballo, en bicicleta y en canoa también son posibles dentro del predio. Hay mucho por
Postal de El Palmar.
Zorro del monte, fauna típica.
hacer y recorrer. Se trata de una visita al corazón de la naturaleza entrerriana, que abre la reflexión
sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y a las especies que habitan la región.
caliente, energía eléctrica por cableado subterráneo, proveeduría, comidas rápidas, productos regionales, y seguridad las 24hs. Cuenta con capacidad para 200 carpas distribuidas cómodamente en el lugar.
Normas del parque: * Se prohíbe cualquier acción contra la fauna y la flora de los Parques Nacionales, como la caza por cualquier medio, el hostigamiento de animales, la recolección de plantas, arrojar residuos, la introducción de animales silvestres y domésticos al área, salvo aquellos que estén expresamente autorizados y cumplan ciertos requisitos. A partir del 21 de abril del 2014 no se podrá ingresar con ningún tipo de mascotas.
Restaurante del parque. Ruinas de la Calera de Barquín junto al Río Uruguay.
Camping del parque.
Datos útiles ¿Cómo llegar?: el ingreso al parque está en el kilómetro 199 de la Autovía Ruta Nacional 14. ¿Dónde dormir?: dentro del predio se encuentra un camping con todos los servicios para el turista, sus parcelas son naturales, con sectores de amplios claros y otros con abundante vegetación, que lo convierte en un lugar ideal para campamentos educativos, por las actividades que pueden realizarse en ese espacio. Está organizado con parrillas, mesas, sanitarios con agua
Precio de las entradas: para los residentes argentinos el precio es de $25, para los residentes en la provincia de Entre Ríos y los estudiantes es de $15, jubilados y menores de 16 años entran sin cargo y los extranjeros pagan $50.
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Calles rojas, faroles, palmeras y casas cruceñas típicas, en Buena Vista.
CRÓNICAS DESDE SUDAMÉRICA
Escapada al aire libre Por Natalia Bainotti Amaneció nublado, pero a media mañana ya estaba despejado. Y el sol, en Santa Cruz, calienta. Es fuerte, casi sofocador a veces. Sin embargo, el plan del día era tentador: ir a Buena Vista, un lugar ideal para una escapada de fin de semana para ir a almorzar y recorrerlo durante la tarde, para alejarse del ruido del tráfico y sumergirse en la tranquilidad de un pueblo que sólo es interrumpida por algunas motos. Un camino asfaltado que atraviesa campos con vacas, caballos y, paradójicamente para lo que estamos acostumbrados en Argentina, palmeras, une los 100 km entre Santa Cruz y Buena Vista. La ciudad fue fundada originalmente en 1694 como la Misión Jesuítica de los Santos Desposorios de José y María. Lamentablemente, la iglesia jesuita del siglo XVIII fue demolida en 1960 y sustituida por el templo actual. Sin embargo, cuando llegamos a la plaza, la iglesia me llamó la atención, al tener una estructura diferente a la usual, y estar rodeada de plantas y enredaderas, resaltando por sobre el aire colonial del lugar. Buena Vista es de esos lugares cuidados, en los que se nota que se preocupan por mantenerlo prolijo y arreglado. Las calles son de ladrillos rojos, hay faroles con postes de madera en todas las cuadras, las veredas están repletas de palmeras y flores, de las casas asoman árboles frutales, y se escapan las gallinas y los chanchos de los patios, que se quedan comiendo
tranquilamente en los bordes de las casas. A algunos kilómetros de la plaza, hay bajadas al río Surutú. Mientras íbamos hacia allá, empezamos a cruzar las plantaciones de café. Para mi sorpresa, en esta zona de Bolivia hay cafetales de exportación (se manda casi por completo a Holanda, ni siquiera se tuesta en Bolivia), y me contaron que, en alguna época, el famoso café Cabrales provenía de este país. Llegamos al río con la idea de refrescarnos y darnos un chapuzón, pero el agua ni siquiera nos llegaba a las rodillas. Del otro lado, uno de los límites del Parque Nacional Amboró nos esperaba. Empezamos a adentrarnos en el sendero, y el viento que soplaba entre las copas de los árboles parecía el ruido de la tormenta minutos antes de que la lluvia caiga. Sin embargo el cielo estaba despejado, así que seguimos caminando entre palmeras, flores de patujú -la flor nacional de Bolivia-, árboles y helechos. Cuando decidimos que ya era hora de volver, dimos media vuelta y rehicimos el camino. Buscamos unas papayas de un árbol que caído en el camino, llegamos al centro, ya con los faroles con luces amarillas prendidos, y agarramos la ruta. El viaje de vuelta se hizo más corto. Llegué pasadas las nueve a la casa donde estaba parando. Esa noche, finalmente, llovió. La lluvia ideal para descansar después de tanto andar al aire libre, de tanto calor y humedad.
La Candelaria, una pequeña comunidad entre Buena Vista y el río.
El río Surutú, a escasos kilómetros del pueblo.
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CRÓNICAS DESDE SUDAMÉRICA
La puerta al amazonas Por Natalia Bainotti Hay ciudades que son para disfrutarlas, y hay ciudades que son el punto de partida para ir más allá. Cochabamba fue uno de esos lugares, la puerta de entrada al calor tropical de la selva, a ver animales en su hábitat natural, a días de pleno contacto con la naturaleza. A cuatro horas en bus, pero a sólo 160 km de distancia, se encuentra Villa Tunari, un pueblito ubicado en la confluencia de los ríos Espíritu Santo y San Mateo, en la provincia del Chapare. Villa Tunari está ubicado al sur del Amazonas, y con tal ubicación, tiene dos Parques Nacionales para conocer más de cerca la biodiversidad de la zona, el Parque Nacional Isiboro Sécure y el Parque Nacional Carrasco. Por otra parte, de mucho más fácil acceso, el Parque Machia se encuentra en las inmediaciones de Villa Tunari, y está dedicado a la readaptación de animales que vivían en cautiverio. Fue creado hace más de diez años, y cuenta con una superficie de 36 hectáreas oficiales, a las que se suman otras 110 que se utilizan con el permiso de las comunidades. La comunidad a cargo, Inti Wara Yasi, se dedica al cuidado de las especies que viven en el parque, en su mayoría monos, loros, tucanes , tejones, armadillos, perezosos, reptiles y felinos. Aunque nos habían dicho que los lunes el parque estaba cerrado por mantenimiento, fuimos igual. En Bolivia nunca se sabe. La información que te da una persona siempre puede ser completamente diferente a la que te d da otra, o a lo que sucede en la realidad. Llegamos y efectivamente estaba cerrado, pero los monos no tardaron en aparecer. Monos arañas y monos capuchinos caminando por los cables, saltando de árbol en árbol y balanceándose en las ramas. Si todavía no sabíamos si volvernos ese día a Cochabamba o esperar hasta el día siguiente para poder entrar al Parque, esa fue la señal que nos dio la respuesta. Al día siguiente, después del desayuno fuimos al Parque. El calor sofocante del trópico, la humedad de la selva, y la decena de peldaños que había que subir, hacían el reco-
Un mono capucchino, en la entrada del Parque Machia.
rrido demasiado agotador. Llegamos al mirador, desde donde se ve todo Villa Tunari, las serranías y los ríos, y seguimos camino. Vimos una víbora amarilla deslizarse y cruzar el camino, mariposas rojas y amarillas y marrones y azules alrededor nuestro, lagartijas escabulléndose y pájaros en los árboles, pero no lográbamos ver ni un solo mono. Cuando llegamos al punto final del recorrido, y empezamos la vuelta cuesta abajo esta vez- ya pensábamos que, al final, el día anterior habíamos visto más monos en diez minutos sólo en la entrada del parque, que en esas tres horas de caminata por el interior del Parque.
Uno de los monos araña que se nos sentó al lado.
Sin embargo, a poco menos de media hora de terminar el recorrido, de repente vimos un animal subiendo por el camino para visitantes. Era un puma, amarrado a una cuerda, llevado por una de las voluntarias del parque. Precioso, color canela, agitado por el calor. La chica nos pidió que nos corramos del camino para poder pasar, y en ese momento empezamos a escuchar ruido de ramas, hojas, alboroto entre los árboles: el ruido que hacen los monos cuando se mueven de un lado a otro entre la vegetación. Los vimos venir hacia donde estábamos nosotros, así que nos sentamos en un banco que había en el camino. Cuando estaban por pasar frente nuestro, muy para nuestra sorpresa -y susto al principio- los dos monos arañas nos estiraron los brazos y se subieron al banco. Se acomodaron, nos miraron, vimos que la hembra iba con una cría agarrada a su pecho, se apoyaron sobre nosotros y nos abrazaron. Se acurrucaron en nuestras piernas como unos nenes que buscan cariño. Se dejaban acariciar, tocar, dar la mano. A pesar de las casi cuatro horas de caminata, con calor y humedad, ese final fue toda la recompensa que necesitábamos.
Acceso a una de las cuevas en el Parque Nacional Carrasco.
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RINCONES ESPAÑOLES
Guadalupe, el pueblo del Real Monasterio Visitamos este histórico poblado español de calles empedradas y casas de arquitectura tradicional que alberga monumentos de gran valor, entre los que sobresale el místico Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe. Uno de los destinos turísticos más interesantes y enigmáticos de la comunidad de Extremadura es el pueblo de Guadalupe, un municipio español del sureste de la provincia de Cáceres, situado en la Comarca de las Villuercas. Posee aproximadamente 2.000 habitantes. Pasear por las callejuelas blancas y estrechas, y fotografiar las casas de arquitectura tradicional con balcones de madera, pórticos y soportales, es un placer para el visitante. Sin embargo, su atracción principal es el impresionante e histórico Real Monasterio de Santa María de
Guadalupe, uno de los tesoros mejor guardados del país, declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1993. Se cuenta que en este sitio, a finales del siglo XIII, un agricultor encontró una imagen de madera de una virgen, a la que llamaron Guadalupe, por el pueblo. Dicen que aquella figura fue tallada por San Lucas, aunque la historia más creíble es que la enterraron allí cuando los musulmanes tomaron la provincia de Sevilla. A partir de este descubrimiento sobrevolaron varias leyendas y milagros en torno a la virgen. El monasterio, con tintes
Pueblo de Guadalupe.
góticos, musulmanes, renacentistas, barrocos y neoclásicos, fue mandado construir en el siglo XIV por el rey Alfonso XI de Castilla, en agradecimiento a la virgen tras su victoria en la batalla del Salado, en el año 1340. Desde su fundación, se convirtió en uno de los principales cen-
El claustro mudéjar, conocido como el claustro de los milagros, dentro del Real Monasterio.
tros de peregrinación de la península. También fue escenario de importantes acontecimientos, entre ellos la audiencia que concedieron los Reyes Católicos a Cristóbal Colón para otorgarle las carabelas que le permitirían emprender su viaje a las Indias. En 1492, gracias al
descubrimiento de América, la devoción por la virgen de Guadalupe emigró también a suelo americano. El conjunto monacal es una inmensa construcción en la que destacan cuatro partes: el templo-basí(Continúa en pág. 7) Postal panorámica de Guadalupe.
El palacio de Valdefuentes.
Callecitas del pueblo, con sus casas típicas y sus balcones floridos.
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Plaza de los Tres Chorros, en la antigua Judería.
La Granja de Mirabel y su hermoso palacio.
(Viene de pág. 6) lica con su atrio; a su derecha el edificio del auditorium; detrás del templo el claustro mudéjar, conocido como el claustro de los milagros, y a continuación, más al norte, La Ermita del Humilladero.
el claustro gótico. Ocho torres coronan el conjunto de edificios entre las que destacan la de Santa Ana y la de Portería que enmarcan la fachada del templo. También es interesante visitar los museos que se alojan en sus
instalaciones. Por un lado tenemos el Museo de los bordados, que se aloja en el antiguo refectorio del monasterio, y fue inaugurado por Alfonso XIII en 1928. La nave, de 240 metros cuadrados, muestra al visitante un gran número de ornamentos sagrados y telas dedicadas al culto que fueron fabricados en los talleres de bodaduría del monasterio, por monjes y seglares, desde el siglo XIV. Además, encontramos el Museo de pintura y escultura, situado en la antigua repostería del mismo, y que cuenta con obras de Juan de Flandes, Zurbarán, Goya, Juan Correa de Vivar, Nicolás Francés, Egas Cueman, Pedro de Mena y El Greco entre otros. Por último, se destaca la importancia del Museo de Miniados, que muestra un gran número de libros de coro pintados de grandes dimensiones pertenecientes a los siglos XIV y XVIII. En torno al monasterio se levanta el Caserío de La Puebla, un interesante conjunto histórico-artístico del siglo XIV-XVI, con calles empedradas y pequeñas plazas. Su arquitectura popular alberga lugares de interés como el Colegio de Gramática y su claustro musulmán; la Casa de Gregorio López, de estilo renacentista; la Iglesia de la Santa Trinidad; y una red de antiguos alFachada del histórico Real Monasterio de Santa María de Guadalupe.
Plaza principal de Guadalupe.
bergues y hospitales. También aquí se encuentra la antigua judería, con casas de los siglos XIV al XVI que circundan la Plaza de los Tres Chorros. Muy cerca se puede ver también la Ermita del Humilladero, del siglo XV. Todo turista que visite este pueblo no puede irse sin antes recorrer sus alrededores, en donde encontrará otros monumentos de gran importancia y belleza: la Granja de Valdefuentes (un templo del primer tercio del siglo XIV, reedificado para Felipe II entre 1551 y 1554); la Granja de Mirabel (es un palacio reedificado hacia 1486 para descanso de los Reyes Católicos, con-
serva una portada del siglo XVII); el Arca del Agua (monumento del siglo XIV con galerías excavadas en la montaña); molinos de los siglos XIV al XVI; y el Pozo de la Nieve (un antigua construcción del siglo XVI en la montaña, para abastecer a los hospitales del pueblo). Los poblados más cercanos por carretera son Cañamero con sus vinos de pitarra, Alía, Logrosán y Navalvillar de Ibor. Más al norte se encuentran Berzocana, Cabañas del Castillo y Navezuelas. Una de las fiestas más importantes del lugar es la que se celebra en honor de la Virgen de Guadalupe, cada 8 de setiembre.
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CURIOSIDADES DEL MUNDO
Cenar en un nido en Tailandia En la remota isla de Koh Kood, en Tailandia, se puede cenar, almorzar o desayunar como si fuera un pájaro más de la selva: sobre un nido. Un restaurante muy original y único en el mundo atendido por camareros acróbatas.
Los famosos nidos del restaurante Tree Top Dining del lujoso Hotel Soneva Kiri.
Cuesta imaginar una mesa con mejores vistas en cualquier otro lugar del mundo. Mirando hacia abajo sólo se ven ramas de árboles y el suelo a demasiados metros de distancia. De frente, el mar azul turquesa del Golfo de Siam con una pequeña isla, todo armonizado con el sonido de las ardillas que saltan entre los árboles, el viento que agita las hojas y los cantos de los pájaros exóticos. Cada elemento ayuda a crear un clima muy especial y natural. Una comida en el restaurante Tree Top Dining del lujoso Hotel Soneva Kiri en la remota isla de Koh Kood, en Tailandia, es de las que no se olvidan nunca. Para empezar, porque como su nombre indica está situado entre las copas de los árboles a unos cinco metros sobre el suelo. Debido a la altura, no está permitido el ingreso de niños. Los árboles han sido seleccionados cuidadosamente para que puedan El paradisíaco Hotel Soneva Kiri.
ofrecer impresionantes vistas al océano y al bosque lluvioso. Para llegar hasta allí, el particular nido de ratán con capacidad para cuatro comensales, recoge en el suelo a los visitantes y asciende lentamente mediante un cable eléctrico hasta el punto con las mejores vistas al oeste de la isla. Estos nidos, que se asemejan a uno de verdad, están estructurados en madera cubierta con una malla. Además, tienen un toldo que protege a los invitados del sol abrasador. Arriba, sobre una pequeña plataforma espera un camarero acróbata, quien tras tomar nota del pedido se ajusta su arnés, lo engancha al cable de acero que recorre los árboles, y como un Tarzán moderno salta al vacío prometiendo volver pronto con la comida. Aquí se sirven especialidades tradicionales tailandesas, muchos de los platos están preparados con pescado capturado de las costas aledañas. Los otros in-
gredientes usados por los cocineros son totalmente orgánicos. Las frutas y verduras que se ofrecen en la carta han sido cultivadas en el huerto y en los árboles frutales biológicos de la isla. La belleza natural del complejo no tiene comparación y la experiencia de quedarse en una de sus 42
villas o bungalows dentro de colinas bordeadas de palmeras en una recluida bahía, es simplemente emocionante. Lo más sorprendente de este hotel es su arquitectura. Su estructura es natural y a la vez moderna. Fue construido con materiales ecológicos y locales en apoyo al desarrollo sostenible. La natu-
raleza conserva su sitio en este hotel, hasta tal punto que la electricidad se produce en una central eólica y con paneles solares. El agua de las lluvias se recicla, y la piscina es natural, con agua filtrada a través de una serie de plantas. La mejor época para visitar este lugar es en los meses de diciembre y marzo.
La hermosa isla de Koh Kood y sus playas.
Más información sobre la Isla de Koh Kood Esta isla, también conocida como Ko Kut, se encuentra situada en la provincia de Trat, a 300 kilómetros al sur de Bangkok. Es el segundo islote más grande del Parque Nacional Marino de Koh Chang, y se caracteriza por su ubicación, la cual ha servido para el nombre con el que se la ha bautizado: "escondite tropical". Es la isla más oriental de Tailandia, una pequeña jungla flotando so-
bre el agua turquesa, cargada de paz y tranquilidad. Uno de sus mayores atractivos es la bahía localizada en la villa pesquera, debido a que allí se concentran pequeños tiburones, cangrejos, meros, entre otras especies. Muchos de estos mariscos se trasladan en cestas a los restaurantes más caros y costosos de Bangok. La playa más grande que posee se conoce como Bang Bao. Ésta es poco visitada por turis-
tas lo que la convierte en un lugar tranquilo y relajante. Además, aquí se pueden desarrollar diferentes actividades como kayak, buceo con tubo, trekking o visitas a las recónditas cascadas de su interior, tras pasar por sus caminos llenos de flora y fauna típicos del clima tropical. La única manera de llegar a esta preciosa isla es en ferry o en lanchas rápidas desde los puertos de Trat.