Abir Sultan/EFE
“La calle está siendo muy atractiva para los adolescentes porque el niño o niña está recibiendo prestaciones, principalmente del voluntariado, alimentación, vestuario, actividades recreativas, que se hacen desde la buena intención y del plano humanitario, pero eso conlleva a que se transforme en un gueto atractivo donde aparece el consumo de drogas y la utilización de estos chicos para el tráfico y la prostitución propiamente tal”. Alejandro Riffo, coordinador de la Unidad de Derechos del Servicio Nacional de Menores del Maule.
Reportaje
Ineficiencia del Estado Los profesionales que se dedican a estudiar esta problemática social hacen una diferencia entre niños “en” y “de” la calle. Los menores en la calle son aquellos que pasan una parte del día en la vía pública y regresan a sus casas luego de realizar algún tipo de trabajo o mendicidad que les reporta un ingreso para ellos o sus familias. Los niños de la calle son aquellos cuyos vínculos familiares están debilitados, al punto que viven esencialmente fuera, dependiendo de sus propios esfuerzos para cubrir todas sus necesidades básicas y pernoctan en la calle un mínimo de cuatro veces al mes, ya sea en sitios eriazos, puentes, plazas, construcciones precarias, vehículos y casas abandonadas. La mayoría de estos menores vienen de hogares disfuncionales, hay carencias de figuras paternales, pobreza extrema o simplemente el grupo familiar tiene una historia similar y ven como natural que el niño no vaya al colegio o esté todo el día fuera del hogar y de ahí hay un pequeño paso a quedarse en la calle. Pero la responsabilidad no sólo es del grupo cercano, sino también del tipo de sociedad que tenemos. “El fenómeno de los niños callejeros está asociado a las características de la ciudad, hay existencia de lugares que algunos sociólogos denominan los ‘no lugares’, en los cuales uno puede estar rodeado de gente y aun así sentirse solo, por ejemplo en la parada de un bus, en el metro, en el mall, donde hay muchísima gente y estás solo porque la gente transita en el anonimato, esos son los espacios ideales donde los chicos pueden desarrollar su vida, justamente porque se vuelven invisibles a los ojos de los demás y esa invisibilidad les facilita muchas de las dinámicas y prácticas que terminan utilizando como forma de subsistencia, como por ejemplo, el chico que limpia parabrisas en las esquinas o que machetea en la plaza de comida del mall, ese chico se da cuenta que en una hora en el mall puede conseguir cinco mil pesos, lo que es tremendamente rentable para él y en el mismo lugar accede a objetos y entretenciones que su familia no le va a dar, entonces por qué se mantienen en la calle, porque ésta les ofrece muchas cosas atractivas”, explica Eduardo Pando, director de un programa especializado en calle de la Asociación Chilena pro Naciones Unidas (Achnu). Es el problema social, pero la política pública tampoco ha respondido y así lo confirman los niños que se mantienen en la calle, pese a todo. “El Estado ha suscrito el derecho internacional del niño en el cual uno de sus principios es el bienestar superior del menor que implica que todas las acciones que se realizan deben ser desde una mirada holística, con una aproximación integral, pero Chile cuenta con énfasis obsoletos e incluso contrarios a la Convención, es una primera dificultad. Segundo, las políticas públicas emanan de los distintos ministerios, uno se preocupa de educación, otro, con distintas personas, recursos y enfoques, del tema de salud, un tercero de la familia y otro del consumo problemático de droga, al final en la práctica los chicos que se encuentran en situación de calle están siendo intervenidos por 500 mil programas desde miradas parciales y ninguno de ellos tiene un enfoque global o integral de la realidad, es una de la mayores dificultades de la política pública para responder a esta situación”, puntualiza el psicólogo que lleva nueve años trabajando en esta problemática en Peñalolén y La Florida.
César Hormazábal Villalobos
“Nosotros no solo contamos con canchas de gran calidad sino que también con todo un entorno natural que es ideal para la pesca deportiva, las actividades extremas, escalamiento y otras áreas que son de gran atracción. Por lo mismo da impotencia que no nos escuchen”. Cristián Menchaca Pinochet, consejero regional del Maule.
Durante el recorrido que realizaron por diversos puntos de la ciudad, los vecinos observaron las grandes diferencias que existen entre sus barrios y los sectores mรกs acomodados.
EFE
EFE