Del 12 al 18 de julio de 2020
Archivo Jaime Gonzรกlez Colville
Especial natalicio
Neruda Vida y muerte
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106 años del natalicio de Neruda
Neruda, del conventillo y la muerte a la coronación del Nobel Jaime González Colville. Academia Chilena de la Historia
Un verso de Neruda, en sus “Odas Elementales”, resume dramáticamente el primer instante de su vida: “Cuando nací/ pobreza, / me seguiste, / me mirabas/ a través/ de las tablas podridas/ por el profundo invierno” (Odas Elementales, Obras Completas, Tomo II. Pp.194). Al hablar de la “casa de Neruda”, los a veces poco ilustrados biógrafos del poeta, no saben que se alude al “conventillo” donde vivían los Basoalto, en calle San Diego de Parral, actual “Neruda”, entre Igualdad y Unión (hoy Ignacio Carrera Pinto), lacra habitacional que era común en esa época y que, con algunas variantes, existía en las ciudades hasta hace unos cuarenta años. Pobreza, humedad y frío rodeó la venida al mundo del poeta, en ese invierno de 1904, llamado a marcar una huella profunda en el idioma y la lírica del mundo hispano. Pero además la muerte veló su cuna, su entorno y sus primeros meses. Capítulo inédito, doloroso, al que alguna vez él se refirió veladamente.
Desconocida imagen de Neruda, publicada por la revista Claridad del 4 de agosto de 1923, en la víspera de la aparición de Crepusculario.
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Director: Hernán Espinoza Jara Editor de Reportajes: Rodrigo Contreras Vergara Diseño y Diagramación: Diario El Centro Corrección de Textos: Diario El Centro Preprensa e Impresión: EL CENTRO S.A.
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os Basoalto de Parral, eran vecinos conocidos. Tenían, por extraño designio, el sello de la muerte. Hemos revisado las partidas de defunción de la Parroquia San José y el apellido se repite constantemente: en 1901 muere, de catorce días, José María Basoalto (hijo de Ricardo) hermano de doña Rosa Neftalí. Ese mismo año baja a la tumba Gumersindo, en plena juventud. En 1903 fallece María, de tuberculosis (o “tisis” como se diagnosticaba en la época) y casi por esa fecha se extingue la vida de Josefa. Doña Rosa Neftalí Basoalto Opazo tiene treinta años cuando casa con don José del Carmen Reyes a las once de la mañana del miércoles 4 de octubre de 1903, un año menos que su cónyuge que declara treinta y uno. Por curiosa coincidencia, ese día era sepultado en Santiago el poeta Pedro Antonio González. Los Basoalto, los Ubilla (familia de Griselda, hermana de Rosa) los Basoalto Opazo, abuelos de Neruda, y otros miembros de ese núcleo, viven en un conventillo, o “piezas de arriendo” que Froilán Urrutia ofrece a través de la prensa de la época. Es una fila de cuartos, con salida a un patio común donde se lava y se cocina. Sin higiene, con el helado viento de los inviernos del sur. Como se ha anotado, en los últimos años han muerto varios miembros de esa familia. El martes 12 de julio a las nueve de la noche nace Ricardo Eliecer Neftalí. La madre está ya enferma, pero es aún más grave la salud de su her-
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mana Griselda, esposa de Álvaro Ubilla, quien vive en las piezas colindantes. Entre el 12 de julio y la muerte de Griselda, dos niños aparecen inscritos en los libros de defunciones. Es un invierno frío e inclemente que alivia un brasero de carbón. Velas tenues iluminan las noches de un Parral aún sin luz. Griselda, menor que Rosa, se agrava y muere en la madrugada del domingo 7 de agosto. Según la inscripción del Registro Civil, la causa del deceso es pulmonía. En la noche gélida, los rezos y las oraciones de difuntos, fueron el primer atisbo social del niño Ricardo Eliecer, aún ausente de las percepciones humanas, que percibió en esa edad de sensaciones sin recuerdos. La partida de la parroquia le otorga un funeral de “tercera clase”; el último y más ínfimo de los entierros que antiguamente brindaba la Iglesia, de acuerdo a la jerarquía del fallecido. La partida no deja constancia de misa y el menguado cortejo debió endilgar por calle San Diego rumbo al camposanto local. Doña Rosa no puede ir al entierro de su hermana. Debe cuidar al niño Ricardo Eliecer, de pocos días. Además, la tos atraviesa su pecho. Tampoco ha logrado amamantar a su hijo. Una vecina cercana, María Luisa Leiva, esposa de Estanislao León, ofrece la leche generosa de su maternidad al pequeño. El jueves 1 de septiembre, don José del Carmen va a inscribir a su hijo en el Registro Civil, cuyo Mausoleo de Ángel Morales, antepasados de Oficial es Mariano Latorre Sandeliz, padre del Neruda, en el Cementerio de Parral, destruido escritor. Además de sus funciones públicas, La- en el sismo del 2010.
Rosa Neftalí Basoalto Opazo, como maestra, tenía la virtud de encontrar la palabra exacta para dar belleza a un escrito de sus alumnos.
Partida de Bautismo de Ricardo Eliecer, inscrita el 26 de septiembre de 1904.
La tumba de la madre de Neruda, en el cementerio de Parral, antes de su remodelación.
La Escuela Modelo de Parral, donde fue maestra doña Rosa Neftalí Basoalto Opazo, hasta 1903.
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Doña Fernandina Court, madre del escritor Mariano Latorre. Mientras vivió en Parral, conoció al pequeño Neruda junto a su padre.
torre es comisionista de la Casa Serdio Hermanos, que compra frutas y productos de la tierra en enormes bodegas a lo largo de la costa maulina y de Chile. Don José del Carmen, que aún no piensa convertirse en ferroviario, ha hecho algunos negocios con él. Por ello en la partida, se anota que el padre tiene como oficio el de “agricultor” y en la exigencia de testigos, éstos se omiten por cuanto es “conocido del Oficial”. La salud de la madre del futuro poeta decae sensiblemente. La muerte ronda el conventillo de calle San Diego. El
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miércoles 14 de septiembre, a las cuatro de la tarde, Rosa Neftalí deja de existir. Su hijo tiene apenas dos meses y dos días. Pero el hecho no pasa inadvertido en Parral. El periódico “El Liberal” del sábado 17 de septiembre de ese año dice: “…Dejó de existir la señora Rosa Neftalí Basoalto de Reyes, después de haber soportado una corta enfermedad y cuando nadie presagiaba tan prematura muerte”, más adelante, la nota agrega: “Herida la familia Basoalto con dos golpes anteriores de igual naturaleza, recibe el tercero antes que principien aún a cicatrizar dobles heridas”. Muerta doña Rosa, el padre asume el cuidado de su hijo que aún no llega a los dos meses. Pese a que no es hombre asiduo a las misas (“un descreído”, como le enrostrara una de sus parientes) lo cierto es que el lunes 26 de septiembre, doce días después de la muerte de su esposa, quizás por resabios de una fe no expresada o por un oscuro temor al más allá, llevó a bautizar al pequeño Ricardo Eliecer a la Parroquia San José de Parral. La Partida la suscribe el Párroco José Miguel Ortega,
conocido por sus actividades políticas en favor de los conservadores, aun cuando el dispensador del sacramento es el Padre San Martín. Un hecho curioso: en la inscripción del Registro Civil, el padre le anotó los tres nombres: Ricardo Eliecer Neftalí, pero en el bautismo, le restó el último, como si quisiera distanciarlo de la mala suerte de los Basoalto. Lo apadrinaron sus tíos Manuel Igidio y Beatriz Basoalto. El hogar, si así puede llamarse al rincón de calle San Diego, se hace inhóspito para don José del Carmen. Además, alguien debe preocuparse del niño mientras se dedica a sus labores de comprador-vendedor de productos agrícolas. El principal agente de la Casa Serdio Hermanos es, como hemos dicho, el Oficial Civil Mariano Latorre, quien vive con su esposa Fernandina Court Biezac en la quinta Los Olivos, lado sur de Parral, con sus cinco hijos, el mayor de los cuales es Mariano, alumno del Liceo de Talca y quien ya escribe sus primeras cuartillas. A esa casa llega don José del Carmen, algunas veces, junto a su
LA SOLUCIÓN ES OBRA DE TODOS
El impacto negativo en la calidad de vida de las personas y en la actividad económica provocado por esta pandemia se ha hecho cada vez más agudo, afectando particularmente a las familias más vulnerables de nuestra sociedad, a quienes el desempleo y la pobreza han comenzado a golpear cruda y cruelmente. El aumento de la cesantía y la caída en el Producto Interno Bruto no tienen precedente alguno. Y todos estamos sufriendo sus efectos negativos. La tasa de desempleo en Chile llegó a 11,2%, el registro más alto en 16 años. El Banco Central (BC) informó que en mayo la economía cayó 15,3% en comparación con igual mes del año anterior. Sin duda una crisis profunda. Las medidas que ha implementado el Gobierno, focalizadas específicamente en ayudar a las familias más necesitadas, no son suficientes. Es por eso que el apoyo realizado por las municipalidades, por ONGs, por agrupaciones de la sociedad civil y diversas instituciones privadas, tal como el realizado por la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), son fundamentales y complementarias para sortear de mejor forma este duro momento de nuestras vidas. Lo destacable no es solamente el aporte físico de la ayuda; la solidaridad es más que eso, es la dedicación del tiempo personal para ayudar, es poner a disposición la capacidad de gestión, la logística, la propia infraestructura y las redes para llegar con la ayuda a quienes más lo necesitan. En tiempos de
crisis es lo que realmente se precisa, ayudar con una entrega total. Sin duda, todas estas acciones e iniciativas, tanto las públicas como las privadas, nos han demostrado la relevancia de trabajar más unidos que nunca para abordar esta doble crisis, sanitaria y social, por la que estamos atravesando y que debemos enfrentar todos juntos para salvar con éxito los desafíos sin precedentes a los que nos hemos visto enfrentados, y que nos han puesto a prueba como sociedad. Sin embargo y, pese a todos estos esfuerzos solidarios, tenemos la firme convicción de que hay un aspecto primordial que no debemos descuidar si queremos salir de esta crisis. Este es la reactivación económica. El país no se puede paralizar, debemos crear las condiciones que permitan dar continuidad laboral a nuestros trabajadores y entregar oportunidades a quienes no la tienen, pero, por supuesto, no a cualquier precio. Este es uno de los mayores desafíos al que todos los sectores productivos, a nivel nacional, y específicamente el nuestro, el de la construcción, reconocido como uno de los rubros que genera mayor empleo y la mayor actividad económica en el país, nos hemos visto enfrentados. Estamos viviendo una dura realidad. Tenemos empresas con obras paralizadas, proyectos detenidos, sin carteras de obras y menos licitaciones en las cuales puedan postular, escenario que para todos es negativo, para los empresarios y también para los trabajadores. Lamentablemente, sin
obras no hay empresa, y sin ejecución de obras no tenemos una fuente de trabajo que ofrecer. En este contexto, nuestro gremio desarrolló el “Plan de Empleo y Reactivación”, que en su totalidad propone crear 600 mil fuentes de trabajo, en un periodo de tres años, y que se ejecuta con una inversión de US$ 22 mil 600 millones, cifra que contempla el aporte de la inversión privada e inversión pública en su conjunto. La propuesta, que ya ha sido presentada a diversos ministerios, a nivel nacional, debido a que involucra infraestructura, vivienda, salud y transporte, entre otras áreas, aborda objetivos prioritarios para los habitantes de nuestro país y se enfoca en satisfacer demandas sociales históricas asociadas a vivienda y equipamiento urbano, además de plantear una relevante inversión en más de 500 proyectos en movilidad urbana e interurbana; minería y energía; infraestructura hospitalaria e iniciativas destinadas a paliar el déficit hídrico. Medidas, que, en su totalidad, beneficiarían a toda la población y que están orientadas a estimular e incentivar al retorno a la senda del crecimiento de nuestro país, por un camino conocido, debido a que iniciativas similares han sido aplicadas con éxito en Chile en crisis anteriores y que, en una situación tan excepcional, como la que estamos viviendo, requerimos con urgencia. Ahora bien, para lograr los objetivos propuestos en el plan consideramos se deben cumplir una serie de “requisitos estructurales” y de ahí la relevancia de un estrecho trabajo colaborativo entre el sector público y el privado. Con esto me refiero a la necesidad de desarrollar políticas públicas para reducir la insolvencia de las empresas; trabajar en el perfeccionamiento de las relaciones contractuales; garantizar la certeza jurídica para el desarrollo de inversiones; promover la eliminación de trabas regulatorias y de burocracia; impulsar una política de estímulos a la inversión privada y a la contratación y generar un plan de retorno, una vez controlada la pandemia, para iniciar la reactivación basado en protocolos sanitarios, como el que puso en marcha, de manera temprana, nuestra industria, mediados de marzo, priorizando siempre el cuidado de la salud de nuestros trabajadores y el de la comunidad en donde se desarrollan nuestras actividades. Sabemos que estos meses han sido complejos para todos los sectores productivos y para todos los
habitantes de nuestra región. Es por eso que valoramos las iniciativas que el Gobierno ha presentado y puesto en marcha en todas sus dimensiones. No obstante, para salir adelante, todos juntos, y que nadie se quede atrás, debemos trabajar con mayor firmeza; generar un clima de confianza, donde cada uno ponga lo mejor de sí para enfrentar la situación actual y dar celeridad a la implementación de planes reactivadores dinámicos, que se vayan desarrollando y actualizando en el tiempo y, que, por supuesto, consideren las necesidades particulares de cada región. Saldremos adelante con esfuerzo, trabajo y empuje, como siempre lo hemos hecho como país, y lo que nos corresponde a nosotros como empresarios de la Construcción es entregar nuestro compromiso y disposición para cumplir ese objetivo, siempre en una sólida estrategia público - privada para demostrar que en este tipo de crisis la solución es obra de todos.
Paolo Carrera Venegas Presidente CChC Talca
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Parroquia San José de Parral, donde fue bautizado Neruda el 26 de septiembre de 1904, y se anotaron las defunciones de su madre y tía. Fue destruida en el terremoto de 1939.
La firma, bien delineada, de don José del Carmen Reyes, junto a la del Oficial Civil Mariano Latorre Sandeliz, al inscribir el nacimiento de su hijo, el 1 de agosto de 1904.
Un conventillo de principios del siglo XX en el centro de Chile, lugar de enfermedades, muertes de recién nacidos, de frío e insalubridad.
hijo de dos años. Doña Fernandina, en su ancianidad, mientras vivía en Santiago, narró a su nuera Virginia Blanco, casada con Mariano Latorre, que vio llegar al padre del poeta, con el pequeño Ricardo Neftalí, describiéndolo de “aire tímido, unos ojos verdosos y limpios que lloraban con rapidez buscando la presencia del papá, cuando éste se alejaba”, pero, agregaba doña Fernandina en este notabilísimo recuerdo: “era fácil entretenerlo; cualquier cosa lo absorbía y era capaz de permanecer largo rato observando algo, abstraído del mundo que lo rodeaba”. Entonces se trasladan a calle Libertad, entre Aníbal Pinto y San Diego, donde lo acoge la abuelastra Encarnación Parada Parada, familia de los Parada de Longaví, estancieros, magistrados y profesores. La mujer no es sangre del pequeño, pero ocupa el vacío maternal, junto a su esposo José Ángel Reyes Hermosilla, padre de don José del Carmen. Su compañero de juegos es José Ángel Reyes Parada, cuatro años mayor, pero a quien recordará siempre. De seis años, el niño se va con su padre a Temuco, donde unos parientes ofrecen mejor porvenir a su progenitor. Embarcan en la vieja estación de Parral rumbo al sur. Allí, recién, don José Ángel se ves-
tirá de ferroviario. Desde este lluvioso pueblo del sur, el joven sale a la poesía. Aparece con un ínfimo premio en Cauquenes en octubre de 1919: un tercer lugar con el poema “Comunión Ideal” y una mención honrosa a sus sonetos con el nombre genérico de “Las Emociones Eternas”. Pero es falso lo que dijo un autor español en las páginas de El Mercurio de hace algún tiempo, cuando refiere que el poeta “viajó en tren todos esos kilómetros para recibir el galardón”. No, Neruda no pudo asistir. Otro mito o error, llámese como quiera, de los que envuelven la fi-
Partida de Matrimonio de los padres de Neruda, en Parral, el 4 de octubre de 1903.
gura nerudiana. Pero el viernes 10 de diciembre de 1971, desandará los pocos metros desde su lugar de honor, en el soberbio palacio de Estocolmo, para recibir de manos del Rey Gustavo Adolfo de Suecia el máximo galardón de las letras. Al pronunciar el discurso de rigor, su mente, su re-
Nota de El Liberal de Parral, del 17 de septiembre de 1904, con el fallecimiento de doña Rosa Basoalto. Herida la familia Basoalto con dos golpes, dice el articulista, aludiendo a sus duelos.
cuerdo y su nostalgia vuelven al lugar paupérrimo donde llegó al mundo: “Yo vengo de una oscura provincia, de un país separado de todos los otros por la tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre confianza en el hombre”.
Neruda recibe el Premio Nobel de manos del Rey de Suecia el 10 de diciembre de 1971. El monarca conversó durante un rato con el poeta chileno.
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Los últimos días de Pablo Neruda
¿Crónica de una muerte anunciada? Gabriel Rodríguez Bustos
Había muerto el hijo de Parral y de Temuco, el viajero incansable por los territorios del mundo y del alma, el amante, el militante, el coleccionista, el niño de la lluvia y el viento. Había pasado del dolor a la eternidad de la poesía.
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Cuando Neruda se enteró que el presidente Allende había muerto en La Moneda, la noticia fue un verdadero mazazo emocional.
n Isla Negra Pablo y Matilde esperaban con ansias ese día. Se acercaba la primavera con su promesa de flores y sol. También los visitarían queridos amigos y camaradas. Uno de ellos era José Miguel Varas, escritor y periodista, gran amigo del poeta, quien le traería su último libro titulado “Canción de Gesta”, recién publicado por la Editorial Quimantú. También había anunciado visita el escritor Fernando Alegría, para quien Matilde prepararía sus mejores platos. A ellos se sumaba la visita del abogado y ministro de Justicia Sergio Inzunza, quien les mostraría los planos de la Fundación Cantalao, la herencia de 4,3 hectáreas que Neruda proyectaba en Punta de Tralca para los artistas de Chile y del mundo. A ese emblemático almuerzo en Isla Negra asistirían ocho comensales incluyendo al presidente Allende, quien se excusó dos días antes, debido a la compleja situación que vivía el país. Lamentablemente nada de lo dispuesto por Neruda en su testamento se cumplió, puesto que su firma no pudo ser protocolizada ante un notario. Sólo los cactus, un ancla instalada el 2014 y una pequeña cabaña frente al mar construida por su carpintero y cuidador, recuerdan el proyecto original. La actual Fundación Neruda, que controla todas las propiedades y derechos del poeta, es consecuencia del testamento de Matilde Urrutia, quien falleció en 1985. Matilde dice que todo iba bien esa mañana hasta que Pablo encendió una radio para escuchar noticias. El conductor y camarada de Neruda don Manuel Araya, también militante
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del P.C., afirma que el poeta lo llamó en la madrugada. Escuchaba radios argentinas que hablaban de movimiento de tropas en Chile. Manuel recuerda que Neruda decía: “escuche, escuche, usted no sabe cómo se sufre en una guerra”. Recordaba la guerra civil en España, la muerte de sus amigos bajo el franquismo. Aunque el poeta había temido momentos difíciles para la democracia chilena, dada su dura experiencia en España y bajo el gobierno de González Videla, parecía que el presidente Allende sería capaz de sortear exitosamente los tremendos desafíos. Además, Chile no era una república bananera con sus dictaduras brutales y sus crímenes. Manuel Araya recuerda que Neruda trató de comunicarse con el presidente Allende, lo que no fue posible. Cuando se enteró que el gobernante había muerto en La Moneda, la noticia fue un verdadero mazazo emocional. “Esto es el final”, dijo Pablo. Conocía los extremos a que puede llegar el odio y la venganza, cuando se instalan en el poder. En España sus entrañables amigos, el gozoso Federico García Lorca y el poeta pastor Miguel Hernández lo habían pagado con la vida. Sus nombres aún están grabados sobre las vigas de su casa en la Isla. En la tarde de ese día Pablo tuvo fiebre. 12 de septiembre. Manuel Araya, testigo clave y la única persona viva de quienes acompañaron al poeta en esos días, dice que “pusieron frente a Isla Negra un buque de guerra con cañones. El embajador de México le ofreció asilo”. 14 de septiembre. El poeta se sentía mejor gracias a las inyecciones recetadas por su médico tratante y a la enfermera Rosa Núñez, que vivía en El Tabo. Le había pedido ayuda a Matilde para escribir el último
capítulo de sus Memorias, cuando escucharon voces. Entró el conductor Manuel Araya informándoles que se trataba de un allanamiento. Tres camiones militares rodearon la casa. Cuando el oficial, un poco avergonzado entró en el dormitorio de Neruda, éste lo trató con serenidad. “Cumplan ustedes con su deber, la señora los acompañará”. Y agregó: “Busque nomás, capitán. Aquí hay una sola cosa peligrosa para ustedes”. “¿Qué cosa?”, preguntó el oficial. “La poesía”, respondió Pablo. Preguntaron por posibles subterráneos y revisaron minuciosamente toda la propiedad. Obviamente no encontraron nada de interés y se retiraron. 17 de septiembre. El diario “La Tercera” tituló: “Pablo Neruda, muy enfermo”. La información se basaba en declaraciones de su hermana Laura Reyes, quien afirmaba que el poeta se encontraba delicado, pero trabajando en su casa. 18 de septiembre. Algunos amigos como Hugo Arévalo y la cantante Charo Cofré, quienes actualmente poseen un hotel y hostería muy cerca de la casa de Isla Negra, lograron pasar el cerco policial que rodeaba las ciudades y llegaron a saludar. Todos contaban aterradoras noticias sobres ejecuciones, torturas, allanamientos y detenciones en todo el país. En la tarde nuevamente Neruda tuvo fiebre. Matilde logra comunicarse con su médico tratante el Dr. Roberto Vargas Salazar, chillanejo como ella, una eminencia en el campo de la urología, quien le propone hospitalizarlo en la Clínica Santa María. Para realizar el traslado el conductor Manuel Araya viaja a Santiago en bus y consigue una ambulancia privada. Trasladarlo a la Clínica Santa María acercaba al poeta al aeropuerto y
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“…Tranquilo amaneció ese día 11 de septiembre de 1973. Un chorro de luz me golpeó el rostro cuando abrí las ventanas. Pablo está sonriente y sus ojos buscan el mar que besa constantemente las tranquilas playas. Un aire de paz mece las flores del jardín. Nos sentimos animosos. Debo haberle sonreído a esa mañana de luz”. Matilde Urrutia “Mi vida junto a Pablo Neruda” (Memorias).
a su asilo en México. El Dr. Vargas trabajaba en el Hospital Van Buren de Valparaíso, recinto donde el poeta era sometido a radioterapias. Será quien firme el certificado de defunción de Neruda, a pesar de verlo sólo cuando es hospitalizado y no acudir a la clínica cuando se produce el deceso. Por esos días la Clínica Santa María era cubierta por médicos y enfermeras del Hospital Militar. Hasta hoy no se ha logrado determinar quién ejercía como director delegado. Varios de los profesionales de turno serán los mismos que años después participarán en la atención del ex presidente Eduardo Frei Montalva, cuya muerte investigada por la justicia determinó que fue causada por la inoculación de “sustancia toxicas no convencionales”.
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19 de septiembre. Llega la ambulancia. El poeta está profundamente triste. Su mascota “Panda” se resiste a separarse de su lado. El viaje es lento, con detenciones y allanamientos. Neruda llora de humillación en Melipilla, cuando cuarenta militares lo sacan de la ambulancia a punta de groserías para buscar armas. El viaje demora cinco horas, lo habitual eran dos. Hay que recordar que el trayecto San Antonio – Santiago dependía del regimiento de Tejas Verdes, a cargo del coronel Manuel Contreras. Llegan a la clínica al filo del toque de queda. Los recibe el doctor Vargas Salazar y algunas enfermeras. Lo instalan en la habitación 406 que actualmente no existe. Se trataba de un pequeño departamento de dos habitaciones, una antesala, un baño y el dormitorio. Llegan algunos amigos, quienes le cuentan a Matilde que “La Chascona”, su casa a los pies del cerro San Cristóbal ha sido inundada, saqueada e incendiada. Matilde les pide que no le den información alarmante a Pablo. También acude el embajador de México, Gonzalo Martínez Corbalá, quien insiste en que hay que sacar al poeta de Chile. El presidente mexicano Luis Echeverría ofrece un avión para trasladarlo a su país. A pesar de todos los argumentos de su esposa y del embajador, Pablo se niega. 20 de septiembre. Nuevamente lo visita el embajador Martínez Corbalá, quien junto a los amigos del poeta expone a Pablo la conveniencia de acceder al ofrecimiento de su país. El poeta termina aceptando irse por un corto tiempo, pero insiste en que regresará pronto. Matilde Urrutia se alegra de la decisión. Acuerdan que el viaje será el 22 de septiembre. El gobierno de México dispone de un avión con todas las comodidades para cuidar la salud del premio nobel. El poeta había vivido varios años
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La investigación
Neruda recibió el Nobel de Literatura en 1971.
en dicho país cumpliendo tareas diplomáticas y tenía verdaderos amigos en la tierra azteca. 21 de septiembre. No hay menciones explícitas sobre lo ocurrido ese día. 22 de septiembre. El embajador Martínez Corbalá llega temprano a la clínica para recoger al poeta y su esposa y trasladarlos al aeropuerto. Pero Neruda lo sorprende: “Embajador, no quiero irme hoy”. Acordaron que el viaje sería el lunes 24 de septiembre. En declaración jurada el diplomático afirma: “Neruda se encontraba en absoluta normalidad”. Durante la mañana lo visitan el ex candidato presidencial (DC) Radomiro Tomic y el abogado Máximo Pacheco. También llegan la poeta Delia Vergara, Maruja Vargas y la amiga y abogada Aída Figueroa (esposa de Sergio Insunza) quien recuerda que “estaba lúcido, sin angustia de muerte, pero con dolores muy fuertes”. Neruda le mencionó que el lunes partirían a México. Años después ante el magistrado Mario Carroza la abogada declaró que “para mí estaba claro que iba a fallecer, por lo que me despedí besándole la mano, al igual que lo hizo él”. Matilde afirma en sus “Memorias” que ese día viaja a Isla Negra junto a su conductor Manuel Araya a buscar el equipaje para el viaje que incluía una lista de libros que el poeta quería llevar. Manuel Araya recuerda que fue el domingo 23. La fecha y oportunidad de este viaje despierta muchas interrogantes entre los investigadores. ¿Es posible que el poeta quisiera alejar a Matilde para despedirse de Alicia, su último amor? (Alicia Urrutia, sobrina de Matilde Urrutia, quien trabajó y vivió en Isla Negra durante un periodo. Mantu-
vo un romance oculto con el poeta, quien la nombraba Rosario. Durante la estadía de Neruda como embajador en Francia se escribían a través del diplomático y escritor Jorge Edwards). Araya dice que salieron tipo 8.30 de la mañana y que junto a Pablo quedó su hermana Laura, “La Conejita”, quien tenía graves problemas de visión. A fines del mes de diciembre de ese mismo año Laura escribe a un amigo y afirma que (Neruda) “estuvo bien, corrigiendo y poniendo en orden unos poemas para unos libros que había terminado, pero en la noche se agravó mucho y al otro día… ya inconsciente no conocía a nadie, ni hablaba”. Ella, la escritora Teresa Hamel y Matilde Urrutia serán las únicas que permanecerán junto al poeta hasta el final. Manuel Araya declara que a las cuatro de la tarde en Isla Negra Matilde recibe un llamado telefónico del poeta quien le cuenta que mientras dormía había entrado un médico y le había puesto una inyección “en la guata”. Le pide regresar urgentemente a su lado. ¿Fue este el momento en que le inocularon un germen fatal? Es posible. Es parte de la verdad judicial pendiente en manos del magistrado Mario Carroza. Viajan de regreso a toda velocidad. Cuando Matilde ingresa a la Clínica cerca de las 18 horas, lo encuentra excitado. Se ha enterado de la terrible muerte de Víctor Jara y de las ejecuciones sin juicio. Después de mucho esfuerzo, logra tranquilizarlo. Manuel Araya recuerda que “cuando llegamos veo a Neruda con la cara roja. ¿Qué pasa don Pablo?, le pregunto. “¡Ay compañero!, me pusieron una inyección en el estómago y me estoy quemando por dentro”, me contestó. Esa tarde lo visita el embajador de Suecia Harald Edelstam, ex diplomá-
tico en Berlín donde había salvado a numerosos judíos perseguidos por los nazis. El personero recuerda que estuvo en la clínica entre las cuatro y las cinco de la tarde. Lo recibió Matilde y no recuerda que el poeta se encontrara en estado febril. Hay testimonios contradictorios sobre el estado de Neruda esa tarde. Incluso habría una fotografía tomada por un misterioso fotógrafo brasilero donde aparecería el poeta sentado y conversando animosamente. Esta fotografía no ha podido ser puesta a disposición del tribunal. Edelstam en su testimonio afirma que conversó con el poeta sobre los acontecimientos en Chile y la suerte de algunos de sus amigos. Según el diplomático Neruda habría afirmado: “Son peores que los nazis, asesinan a sus propios compatriotas”. En el prólogo a la edición sueca del libro “Maremoto” el diplomático evocó al poeta: “está macilento y muy pálido…y esta horrorizado por todo lo que ha visto y oído del sangriento avance de los militares”. Posteriormente Edelstam fue declarado “persona non grata” por la Junta Militar por ofrecer asilo a numerosos perseguidos y debió abandonar Chile en diciembre de ese año. Los testimonios a casi cuatro décadas son imprecisos y a ratos discordantes. En algún momento llegó a la clínica Pierre De Menthon, embajador de Francia, para imponerle la Orden de Gran Oficial de la Legión de Honor. Matilde lo acoge en la antesala y recibe las condecoraciones. Lloraba. El embajador quedó con la impresión que el enfermo agonizaba y no había esperanza. Manuel Araya recuerda que le puso una toalla húmeda en el estómago. Y cuando estaba en el baño lavándose la cara, llegó un médico a quien no había visto quien lo envió a comprar con urgencia el medicamento Uro-
Manuel Araya logró sobrevivir a la dictadura a pesar de las persecuciones. Su insistencia en denunciar lo sucedido con Neruda lo llevó a romper con Matilde Urrutia. Ya en democracia, intentó entrevistarse con el ex presidente Frei y con el ex presidente Lagos, buscando que se investigara lo sucedido. Ni ellos, ni sus ministros de Cultura lo escucharon. Tampoco los medios de comunicación en Chile. En el 2011, después que la revista mexicana “Proceso” publicara su testimonio, Rodolfo Reyes, abogado y sobrino de Neruda, así como el Partido Comunista, se querellan contra quienes resulten responsables. El magistrado Mario Carroza ha llevado adelante una investigación acuciosa y compleja, dado el paso del tiempo y la ausencia de testigos claves. En el plano médico cuenta con la asesoría de un panel científico integrado por quince expertos genéticos y proteomicos de Canadá, España, Francia, USA y Chile, coordinado por la Dra. Gloria Ramírez. Hasta el momento los expertos han demostrado la falta de prolijidad e inconsistencia del certificado de defunción descartando la muerte por anorexia cancerosa como diagnóstico principal y han identificado el germen patógeno Clostridium Botulinum que produce septicemia y toxemia. Es el mismo que se aplicó por los servicios de inteligencia de la dictadura a algunos presos políticos en la Cárcel Pública de Santiago. Actualmente los expertos trabajan en las contramuestras y en los estudios de evolución del germen, así como su origen temporal y geográfico. Los científicos manejan tres posibilidades de origen: Brasil, USA o Chile. Para muchos en nuestro país el tema carece de interés, para el mundo y para la historia conocer la verdad sobre la muerte del Premio Nobel es muy importante.
gotán a una farmacia de Vivaceta, la única abierta durante el toque de queda. ¿No estaba este medicamento disponible en la clínica? ¿Quién fue este misterioso facultativo? El conductor nunca supo su nombre, ni vio su rostro. Las numerosas diligencias judiciales no han permitido aún determinar la identidad de esta persona. Al dirigirse a la farmacia es interceptado por dos vehículos, lo bajan violentamente del auto y le disparan a quemarropa en una pierna. Pasada la medianoche carabineros lo entrega a los militares en el Estadio Nacional. Al día siguiente lo reconoce
Neruda/106/La muerte
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el cardenal Raúl Silva Henríquez, quien lo conocía muy bien, ya que era visitante frecuente en Isla Negra y Manuel lo trasladaba de ida y vuelta desde la Casa de Ejercicios Espirituales de Punta de Tralca. El cardenal logrará su liberación 42 días después. En sus “Memorias” Matilde registra que su chofer ha desaparecido desde el momento que regresaron de Isla Negra. Después se enteraría que fue detenido, herido, torturado y trasladado al Estadio Nacional. Matilde narra que cuando logra tranquilizar a Pablo, el poeta comienza a recordar sus días felices, su luna de miel en Capri, su matrimonio a la luz de la luna, sus amigos de Montevideo, su vida entera. Toman la decisión de quedarse en el país, a pesar de los riesgos. En Chile está lo que más aman. Cerca de la medianoche la fiebre vuelve a sacudir a Neruda. En un momento soltó las manos de su mujer y se desgarró el pijama gritando: “¡Los están fusilando! ¡Los están fusilando!”. Matilde llama a la enfermera quien al comprobar su estado le coloca una inyección para dormir. Poco a poco el poeta se calma y se duerme. Matilde también se adormece unas horas, pegada a su costado. 23 de septiembre. Pablo sigue durmiendo durante todo el día. Por la noche lo siguen acompañando Matilde, Laura su hermana, Teresa su amiga. Matilde escribe: “De repente, lo veo que se agita. Qué bueno, va a despertar. Me levanto. Un temblor recorre su cuerpo, agitando su cara y su cabeza. Me acerco. Había muerto…Pasó de ese sueño del día anterior a la muerte”. Su hermana Laura en su carta a José Caballero dice: “Y antes de dejar de respirar- yo estaba muy cerca, al ladito- dijo: “Me voy”. A los cinco minutos, otra vez repitió: “Me voy”. (…) Murió tranquilo, le falló el corazón”. Teresa Hamel recuerda ese instante: “…le tenía tomado el pulso a Pablo; le miraba consternada. Su respiración era débil (…) Noche negra, con toque de queda. A las 10 sentí que su pulso había cesado. “Se le paró el corazón”, dije…No recuerdo otras cosas, estábamos todas muy impresionadas”. El Dr. Sergio Draper, quien atendió al vate alrededor de las 3 de la tarde afirmó en octubre de 1973 que Neruda le había dicho: “póngame amidona” (analgésico). Después de suministrárselo el poeta habría murmurado: “Estoy muy bajo”. En el 2011 ante el juez Carroza, afirmó que ese día la enfermera María Araneda le informó que el paciente sufría intensos dolores. Se dirigió a su habitación y luego de leer las indicaciones de su médico tratante le administró dipirona intramuscular. Declara haberse retirado del recinto a las 19.45 horas tras ser relevado por un médico de apellido Price.
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Matilde Urrutia estuvo junto al poeta hasta su muerte.
“Pasó de ese sueño del día anterior a la muerte”, recordó Matilde Urrutia sobre los últimos momentos del poeta.
La muerte no existe En 1965 Sara Vial, periodista y amiga del poeta publicó en el diario “La Nación” una extensa entrevista a Pablo Neruda realizada en su casa de Isla Negra. Era la víspera de un viaje del vate a Inglaterra para recibir un Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Oxford y reconocimientos de las universidades de Essex y Cambridge. En un fragmento de dicha entrevista Sara Vial pregunta: ¿Por qué no escribió más prosa? -Porque no sé escribir en prosa.
Declara que la muerte se debió “al cáncer a la próstata y sus múltiples metástasis”. Casi a la misma hora Manuel Araya era detenido en la calle Balmaceda con Vivaceta. El Dr. Price no ha podido ser ubicado a pesar de los esfuerzos judiciales. Tampoco existen registros académicos con este nombre en las escuelas de medicina en Chile. Demasiadas contradicciones y falsedades. &&& Había muerto el hijo de Parral y de Temuco, el viajero incansable por los territorios del mundo y del alma, el amante, el militante, el coleccionista, el niño de la lluvia y el viento. Había pasado del dolor a la eternidad de la poesía. Las tres mujeres vistieron a Pablo conmovidas. El personal de la Clínica cubrió el cuerpo y casi corriendo lo trasladaron a un pasillo oscuro
donde las tres pasaron la noche congeladas sobre una banca. &&& Fue velado en “La Chascona”, su casa a los pies del San Cristóbal, entre vidrios rotos, restos del saqueo y frío. Su funeral fue custodiado por numeroso contingente militar y seguido por todos los medios de comunicación extranjeros acreditados en Chile. Sería la primera manifestación pública de resistencia a la dictadura. ----------------------Esta cronología incompleta y a ratos contradictoria es deudora de diversas fuentes y de los autores Matilde Urrutia “Mi Vida junto a Pablo Neruda” (Memorias) y Mario Amorós “Neruda. El príncipe de los poetas”.
¿Qué piensa del escritor que se convierte en periodista? -Son dos oficios que se parecen y se diferencian con profundidad. ¿Le gustaría escribir teatro? -No. ¿Qué cualidades humanas son esenciales para usted? -Nunca la inteligencia, siempre la bondad. Si no hubiera nacido en Chile, en el sur, ¿de qué forma habría nacido? -Si no hubiera nacido en Chile me hubiera negado a nacer. ¿Qué es la poesía? -Susurro, trueno, canto. ¿Tiene miedo a la muerte? -La muerte no existe. Revista Atenea N°289, págs. 134-135
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Lebret: “viví como un salvaje…” Eduardo Bravo Pezoa
Todos los 12 de julio, casi siempre con lluvia y temporal, el pueblo conmemora la desaparición del sacerdote Guido Lebret Guillois. Siempre hay velas encendidas, de día o de noche, con viento o en calma. El periodista Eduardo Bravo, autor de un libro con su vida y obra, escribió el presente artículo, publicado originalmente en la revista Medio Rural, “como un aporte a la historia de los personajes que contribuyen al patrimonio cultural de la ciudad”.
U
n duro del club de la pelea con los malos, pero bueno con los habitantes de la intemperie. Su parroquia era una calle fría de agosto, la más turbia de la ciu dad, iluminada a medias para que el sacerdote eudista Guido Lebret se transforme en leyenda popular y santo urbano ungido por la presencia de sus fieles, que aumentan tras su muerte, ocurrida en el cruce ferroviario de 14 Sur en Talca. Lebret rescató prostitutas y fue acusado de vivir con ellas. Junto al santuario el tren suena fuerte como el día en que destrozó su camioneta, hace 16 años, el 12 de julio del jubileo. En la gruta-animita, Guido Lebret recibe fantasmático por el acto de la fotografía, presencia visible que se alegra porque vienes a pedir un favor, o simplemente a pensar mirando el tren de la tarde. Su mirada acoge como en la portada del libro que recopila los detalles de su vida salvando a las niñas campesinas convertidas en prostitutas en el barrio de la Sota del naipe español, la clásica 10 Oriente: El texto es un reportaje extendido que narra los dolorosos detalles de su muerte; muerte violenta, injusta, pero también sus raíces en Francia y sobre todo sus peleas contra la mala hierba (políticos, militares, incluyendo a su propia iglesia). Lebret presagia su muerte el 6 de julio de 2000 y se despide en una carta de puño y letra: “por extraño que pueda parecer no siento en el corazón ni odio, ni rencor, ni siquiera dolor por lo mal agradecido del comportamiento de muchas personas, porque nun-
ca he buscado alabanzas ni agradecimientos humanos, que yo sé desde mucho tiempo por los salmos esto de ‘ay (sic) del que pone su confianza en el hombre’ y que más tengo contacto con la humanidad más quiero a mis abejas, y que por fin me falta mucho menos ya para morir y estar en el único lugar que me interesa…”. VELAS ENCENDIDAS Casi siempre con lluvia y temporal, el pueblo conmemora. La gente lo recuerda con placas de “Favor concedido” que compiten por algún espacio libre de la gruta levantada a metros del accidente donde falleció junto a Eduardo Espíndola, un niño de 6 años que el cura transportaba al colegio, como lo hacía diariamente. El santuario crece porque los devotos del padre aumentan en número como su historia. Para el francés la calle era mejor que una parroquia repleta en domingo con gente “golpéandose” el pecho y dándose la paz, pensando en el pisco sour del aperitivo. Eligió la calle de las prostitutas, la calle del barrio Seminario o el hospital donde llegaba la gente que vive desahuciada. Lebret había nacido en Francia, en 1926. Con 20 años manejó un tanque y una moto militar tras el término de la Segunda Guerra Mundial: “En 1946 hice el servicio militar como pelado de segunda, porque no había tercera, precisamente para conocer por dentro obreros y campesinos de menor nivel cultural que los hijos de su papá”. Las cartas y testimonios que se publican acá forman parte del archivo que Antonia Seguel, administradora del Hogar “El Despertar” abrió para
La noche anterior a su muerte Guido Lebret la había pasado despierto con los enfermos graves del Hospital Regional.
el libro que también cumple 16 años, el único que se ha escrito sobre el padre del barrio rojo de Talca. Las fotografías de la tragedia fueron cedidas por Diario El Centro de Talca, captadas algunas por el fotógrafo Keno Rodríguez. Sin duda hay más documentos y fotos que pueden dar cuenta de su trabajo, de su orden y método. Las imágenes de su niñez y de su vida aparecen en “Lebret, aproximación a la obra del padre Guido Lebret”, descargable y de libre uso desde el portal del patrimonio de la Universidad de Talca. El cura es leyenda porque además de incomodar a la Iglesia, construyó las bases de una obra que permanece, El Despertar, donde formaba a las rescatadas. Leyenda, porque según los testimonios del libro -basado en entrevistas publicadas en la prensa y en relatos de cercanos al cura- era muy hábil para el fútbol, el boxeo y la buena mesa. Pero, sobre todo, eficaz para favorecer a la vida por sobre los abusos, llegando a intervenir físicamente si era necesario y muchas veces lo fue.
CON VEINTE MUJERES Radical, sin dobleces: “en la Iglesia, al principio, viví como un salvaje, porque consideraban muy raro todo lo que yo hacía. Sobre todo cuando empecé a recibir prostitutas la copucha era que yo vivía con 20 mujeres. Y hasta las visitadoras venían a ver cómo el Obispo permitía un escándalo tan patente. Y yo les decía: vengan a ver cuando quieran, esto no se trata de inmoralidad; somos ocho personas tratando de dar la mano a la gente que puede ser otra. De hecho, hoy conozco ex prostitutas que son abuelas y tienen hijos universitarios. Todo ser humano puede cambiar”. (Verdugo, Mario. Entrevista a Lebret, publicada en Diario El Centro; enero de 1999). En el hogar “El Despertar” el sacerdote fijaba las normas. Un documento escrito por él señalaba: “Identificación por el catastro de los dueños de las propiedades donde funcionaban los prostíbulos o cabarets. (Lo que a la fecha es lo mismo). Advertencia a dichos dueños de la prohibición por ley de arrendar un edificio
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Domingo 12 de julio de 2020
“La copucha era que yo vivía con 20 mujeres. Y hasta las visitadoras sociales venían a ver cómo el Obispo permitía un escándalo tan patente (…) (La policía de) Investigaciones me venía a ver para preguntarme si yo compraba mujeres, pero en realidad yo pagaba la cuenta -como 100 mil pesos de ahora- y sacaba a las mujeres de allí”.
para fines de prostitución”. Lebret tenía una cruzada: “El Evangelio dice que hay que temer a los que matan el cuerpo: hay que temer a los que puedan echarlo a perder a uno”. Las prostitutas de antes estaban secuestradas y eran torturadas, dice Lebret: “les daban como caja, bajo el mando de los dueños del prostíbulo y los campanilleros que estaban ahí para ejercer la violencia. Y por las deudas enormes que las comían las obligaban a comprar cosas y después les impedían salir si no pagaban las deudas. (La policía de) Investigaciones me venía a ver para preguntarme si yo compraba las mujeres, pero yo en realidad pagaba la cuenta -como 100 mil pesos de ahora- y sacaba a las mujeres de allí”. HÁBIL CONDUCIENDO Lebret era bueno para las papas fritas bien saladas con caracoles recogidos del jardín, austero y hábil gestor de recursos para concretar su obra. Con esfuerzo fue adquiriendo camiones, uno de ellos lo manejaba él y esto permitía el funcionamiento del hogar. Trabajaba sin descanso y sin llorar. Ordenado y pulcro con las cuentas logró prosperar sin dormir demasiado porque llegaba de madrugada del Hospital de Talca donde administraba la unción de los enfermos. Luego su preocupación era el desayuno en El Despertar. Y de vuelta a los camiones. Su educación primaria fue en una escuela de Estambul, entre los años 1931 y 1936 y sus estudios secundarios en Francia, incluyendo el bachillerato en 1942 además de un año de filosofía en 1943. Su país había sido ocupado por Alemania y la liberación no se veía, pero estaba en el aire. De filosofía pasa a religión, directamente a la congregación Eudista. En 1946, terminada la gran guerra, hizo el servicio militar. Cumplido el entrenamiento y terminados sus estudios, el sacerdote armó sus maletas para viajar a Roma donde obtuvo una licencia de teología. Luego a
El cortejo pasó por la calle 10 Oriente, ¿la peor calle de la ciudad?, menos para el cura.
Sudamérica, directo al país que parece aeropuerto. Guido Lebret llegó a Chile en 1950 y obtuvo la doble nacionalidad casi de inmediato. Quería ser chileno, no había duda. A Lebret le interesaba la pobreza chilena, pero la talquina en particular. Su objetivo: dictar clases de Latín, Griego, Francés y Química en el Seminario San Pelayo de Talca. “Talca ha cambiado mucho. Yo trabajaba en el barrio Seminario, donde todos los cabros iban a misa con los pies pelados. Los zapatos eran un lujo. Cuando llovía los guardaban para no arruinarlos. Y eso que no era un barrio muy pobre. En general la miseria era peor en los años cuando llegué”. Misionero y patiperro, en 1956 deja la capital del Maule para radicarse en el desierto del Sahara. Todos estos antecedentes están escritos de puño y letra en sus archivos. En Argelia es pastor y estibador de muelle para luego manejar camiones en el puerto. “DÍA DE 48 HORAS” La noche anterior a su muerte Guido Lebret la había pasado despierto con los enfermos graves del Hospital Regional. Según el testimonio de Antonia Seguel la mañana del 12 de julio era radiante, aunque muy fría, y el padre se estaba quedando dormido en la camioneta mientras leía. Se notaba muy cansado, sentado al sol en la camioneta dormitando y aprovechando ese sol que no llegaba a su
pieza húmeda. “Durante la mañana, una de las chicas me dijo, sabe tía, el padre está leyendo, pero se está quedando dormido. Lo fui a ver, se le doblaban las rodillas. Le dije, padre, venga adentro y le enciendo la estufa”. “No Antonia”, me respondió, “después hago la siesta de los burros”. Lebret tenía dos misas en el cuerpo, La Salle y en el Buen Pastor, luego había estado con el contador que llevaba los gastos de El Despertar. Le sobraba energía. Estaba lleno de planes el padre, recuerda Antonia, incluso tenía en proyecto un viaje a Colombia en agosto con regreso a Chile antes de las Fiestas Patrias. El 14 de julio estaba invitado a celebrar en la embajada de Francia en Santiago. “Antonia, le voy a dar un pololito, me dijo, quiero que me lave esta ropa para ir con ella a Santiago. Luego de eso se fue por esa puerta, no lo volví a ver con vida. ‘Me voy, pero volveré’ me dijo. Tenía muy pegada esa frase, pero ese día mintió porque no volvió. Fue la única vez que me mintió… Le estaba lavando su ropa cuando me avisaron del accidente”. “EL DESPERTAR” El famoso hogar del cura Lebret fue fundado por el 11 de septiembre de 1959. La casa, donada por el Obispado de Talca. Todo partió porque eran muchas las prostitutas que el cura liberaba de sus captores y salía más
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barato tener una casa porque así se ahorraba de pagarles pensión y las educaba en comunidad, entonces se hizo necesario “El Despertar” y el cura comenzó a trabajar el camión para pagar las cuentas porque no quería estar amarrado a una parroquia. Su idea era trabajar con los marginales pero no para lucirse. Trataba con los buenos y con los malos. Los dueños de los prostíbulos le pedían que no hubiera policía de por medio y que el trato de la liberación fuera de persona a persona. “Cuando nos encontrábamos yo les decía lo mismo: mire, esta niñita va a salir, con todas sus cosas y sin combos. Como usted hace negocio sabe que a veces ganas y otras pierde, y hoy le toca perder”. “Este hogar pretende ser una casa de educación, una casa de respeto en la que sus integrantes respetan a Dios, se respetan a sí mismos y respetan a los demás. No se aceptan ni la inmoralidad, ni el matonaje, ni la insolencia, ni las amenazas: el hogar es para todos, pero no es propiedad privada de nadie”. Guido Lebret solicitó un permiso especial al Obispo Carlos González Cruchaga para ocuparse por entero a la ayuda de jóvenes marginales y lo consiguió en esta casa con reglas muy claras: “…hay que evitar los gastos inútiles (…) todas las personas en la mesa común comen la misma comida, sin privilegios para nadie, ni causeos aparte, excepto en casos de enfermedad…”. “Nadie debe prestar prendas de ropa ni venderlas a otra persona dentro del hogar”. LEGADO La vida de Lebret fue veloz: Talca, París, Roma. El Golpe Militar lo sorprendió en Cuba donde había viajado junto a otros 16 sacerdotes chilenos y argentinos: De Cuba vuelve a Francia donde trabaja como empleado en una central metalúrgica realizando trabajos de oficina en Milan. Entre 1974 y 1978 profundiza sus estudios en la Universidad de Roma donde obtiene una licencia para enseñar español el que perfecciona con un Master en 1980, y una licencia universitaria para la enseñanza en letras modernas para enseñar griego, latín, portugués, español, italiano e inglés, además de su francés natal. Solo en 1986 pudo volver a Chile para continuar con su obra. En 1992 contrató a Antonia Seguel como su administradora. Al momento de su muerte, vivían en la casa 10 mujeres en riesgo social. Desde 2013 un tramo de la Avenida Circunvalación Norte de Talca lleva su nombre y el libro que cito en este reportaje sigue siendo el único que aporta al testimonio de una vida nada de común. El cortejo pasó por la calle 10 Oriente, ¿la peor calle de la ciudad?, menos para el cura y la ampliación de su campo de batalla.
12 Columna de proposición
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Aciertos talquinos (3): Viviendas Carlos Candia Campano, arquitecto.
E
l que una ciudad cuente con edificios y calles de calidad, tal como expresaban dos artículos anteriores, constituye un buen punto de partida. Si a esos componentes sumamos la incorporación de la geografía, buen arbolado, un sistema consistente de movilidad no motorizada y cobertura de equipamiento e infraestructura, “casi” estaríamos garantizando buen estándar urbano. El “casi” obedece a una salvedad importante: una fracción no menor del día la pasamos en nuestras casas (tendencia en aumento los últimos meses) y la calidad de esa experiencia depende de diversos factores que tienen relación en como ese bien privado (la casa), se vincula a la condición pública del trozo de ciudad en el cual se inserta. Por otro lado, en términos de plusvalía, a mayor integración con la ciudad, mayor es el alza del valor económico del inmueble en el tiempo. En resumen, localización, integración y posibilidad de expansión son algunos de los factores que consideraron las siguientes tres tipologías de vivienda, sin importar que fueron construidas orientadas a distintos estratos socioeconómicos del Talca de la primera mitad del siglo pasado. 1. POBLACIÓN INDEPENDENCIA Este es un caso típico en el cual el entorno público supera el estándar de las viviendas, favoreciendo
Las viviendas son, por definición, el ingrediente más privado de nuestras ciudades. No obstante, si son bien diseñadas, pueden participar intensamente del tejido público, evitando su degradación al saber adaptarse en el tiempo. condiciones que bajo las circunstancias actuales valoramos: buena movilidad peatonal, en bicicleta y lugares vegetales cercanos, en los cuales distraernos. Sus espacios públicos de buen tamaño no sólo han promovido la cohesión vecinal durante décadas, sino que también han posibilitado que algunos equipamientos que refuerzan la autosuficiencia del barrio, como los colegios Juan Piamarta y Carlos Spano logren insertarse de manera positiva, construyendo un entorno que anima la reunión y la recreación. Estos espacios públicos, en estos momentos están siendo mejorados mediante el programa “Quiero Mi Barrio” del MINVU, reforzando un sistema de espacios verdes que, a su vez, fue diseñado para anclarse al circuito medioambiental ya existente en Talca. Estas obras pretenden, a partir de elementos prefabricados y estandarizados (para cumplir con el presupuesto), construir lugares no estandarizados, escapando la crítica común que la ciudadanía hace sobre plazas y parques. 2. POBLACIÓN FERROVIARIA Siendo construidas para trabajadores ferroviarios a mediados de
los años ’40 y con sólo 30 m2 de edificación original, este conjunto califica en la categoría de “vivienda obrera”. A pesar de su sencillez, cuentan con una altura de piso a cielo de 3 metros, cuestión que junto con entregar una sensación de amplitud favorece el desempeño energético de la vivienda. Junto con esto, el piso de madera oculta un subsuelo de 1 metro de profundidad, lo cual permite que modificando levemente el techo, se introduzcan altillos dentro de la vivienda inicial, es decir, sin invertir en estructuras ni ocupar suelo del patio, se puede aumentar en un 60% la superficie original. Esta población se ubica a pasos de la plaza Abate Molina y de la Curtiembre Talca que será reemplazada por equipamiento de escala comunal. Su proximidad a la línea ferroviaria y ex-barrio rojo, permite que zonas céntricas sean regeneradas con facilidad, cosa que ya está ocurriendo con la actual ejecución del paso ferroviario en calle 6 sur. Este tipo de experiencias, comprobadas en otras latitudes, junto con aumentar la plusvalía de cada unidad,
actualiza su entorno urbano y refuerza la conexión de esos barrios con la ciudad, constituyéndose en una acción sostenible no sólo desde el punto de vista económico, sino también social y ambiental. 3. VILLA EDÉN Este conjunto resuelve con claridad su implantación en la ciudad. La curva que caracteriza el trazado del Estero Piduco definió un paño grande en el límite sur-poniente del Talca de ese entonces, en el cual se instaló la Compañía de Cervecerías Unidas. Este grupo de viviendas tiene una zona interior de casas pareadas en hilera y en sus bordes norte y sur se adapta, no sólo al tejido de la ciudad en términos de forma, sino también considerando los posibles cambios futuros: edificios de departamento asociado a plazoletas con árboles de magnitud, así como 5 ó 6 casas orientadas en dirección al Piduco y que actualmente han cambiado su uso al comercial, sabiendo reciclarse en función del cambio de destino que presentó el terreno que ocupaba la industria cervecera. Estos tres casos demuestran que, no obstante las inversiones presenten una aparente naturaleza privada, es sano y conveniente que sean desarrolladas con voluntad colectiva.
Contacto: carloscandia@gmail.com