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NEGOCIOS &MÁS Bonos de alto rendimiento: ¿el canario en una mina de carbón? THE ECONOMIST © 2015 ECONOMIST NEWSPAPER LTD, LONDRES 19 DE DICIEMBRE, 2015. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. REIMPRESO CON PERMISO.

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os tres fondos de inversión de los cuales BNP suspendió los pagos en agosto del 2007 administraban menos del 0,5 por ciento del dinero que el banco francés gestionaba en ese entonces. Sin embargo, estas humildes entidades resultaron ser los proverbiales canarios en la mina de carbón: su convulsión fue uno de los primeros signos de la inminente contracción del crédito. El interrogante del momento es si varios fondos similarmente oscuros que recientemente anunciaron liquidaciones forzadas también son canarios. ¿Sus males revelan líneas de falla financieras, o simplemente corrieron riesgos excepcionales? Los fondos en cuestión invirtieron en deuda corporativa de baja calificación. Los inversionistas han estado en contra de esos bonos de “alto rendimiento” o “chatarra” este año, causando que los precios caigan significativamente y los rendimientos aumenten. La mejor conocida de las víctimas, un fondo mutual administrado por una firma llamada Third Avenue, se especializaba en deuda de riesgo, sobre la cual los rendimientos promedio han aumentado de 8 por ciento en el 2014 a un astronómico 18 por ciento actualmente. El fondo ha perdido 27 por ciento de su valor este año y ha visto grandes retiros de depósitos, los cuales en conjunto habían causado que

sus activos se contrajeran de 3.t000 millones de dólares a 790 millones de dólares antes de que Third Avenue suspendiera los pagos el 10 de diciembre. La compañía dijo que el estado febril de los mercados y el consecuente apresuramiento por hacer retiros estaban obligándole a vender las tenencias del fondo a precios de ganga. Una dispersión ordenada, argumentó, sería más favorable para los inversionistas. Al día siguiente, una administradora de fondos de cobertura llamada Stone Lion Capital anunció una suspensión de pagos de sus fondos chatarra, y el 14 de diciembre Lucidus Capital Partners, una administradora de fondos que se especializa en bonos de alto rendimiento, dijo que había liquidado todas sus inversiones. Los agoreros señalan en particular a un desajuste en el núcleo del modelo de Third Avenue. El folleto de su fondo de alto rendimiento prometía a los inversionistas acceso rápido a su dinero, pero sus apuestas eran en activos poco líquidos y riesgosos. Su segunda mejor posición estaba en los bonos de una empresa en bancarrota llamada Energy Futures Holdings Corporation. Los valores no calificados representaban 40 por ciento de los activos. Cualesquiera que fueran los méritos de estas inversiones, resultaron difíciles de cambiar en un mercado inquieto. Eso ha provocado un escrutinio estrecho no solo de otros fondos mutuales de bonos chatarra sino tam-

bién de los fondos cotizados en bolsa (ETF, por su sigla en inglés) que tienen deuda de alto rendimiento. Los ETF están estructurados de manera que puedan ser negociados tan fácilmente como

diferencia de los fondos que colapsaron al inicio de la contracción del crédito, no se les ve como inversiones relativamente seguras. Muchas de las preocupaciones en torno al crédito se centran en la deuda

Los inversionistas han estado en contra de esos bonos de “alto rendimiento” o “chatarra” este año, causando que los precios caigan significativamente y los rendimientos aumenten. las acciones convencionales, aun cuando los activos subyacentes a menudo no sean tan líquidos. Las acciones en los ETF de bonos chatarra han seguido cambiando de manos vigorosamente esta semana. Los fondos de bonos chatarra representan malos canarios. Por un lado, incluso su nombre transmite riesgo. A

de las empresas energéticas y mineras, cuyos problemas han sido ampliamente ventilados durante la desbandada del último año en los precios de las materias primas. Estas industrias representan solo 225.000 millones de dólares más o menos del mercado de un billón de dólares para los bonos chatarra, según el banco Wells Fargo.

Las firmas energéticas con buenas calificaciones crediticias siguen pidiendo prestado de manera relativamente barata. El 10 de diciembre, por ejemplo, Schlumberger, una firma de servicios petroleros, vendió 6.000 millones de dólares en bonos con una bonificación de interés de solamente entre uno y dos puntos porcentuales por encima de los bonos de la Tesorería. Las empresas selectas en otras industrias pueden pedir prestado incluso más barato: el 9 de diciembre, Visa pagó una bonificación de menos de un punto porcentual para pedir prestados 16.000 millones de dólares. A los reguladores les ha preocupado desde hace tiempo que la falta de liquidez de los bonos corporativos pudiera resultar en un problema para las administradoras de fon-

dos y que las ventas de liquidación en esos fondos resulten en un riesgo sistémico. Irónicamente, el mercado de bonos es menos líquido de lo que era, en parte debido a los requerimientos de capital más rigurosos que han vuelto más costoso que los bancos tengan bonos. Sin embargo, la solución tentativa que los reguladores han propuesto –clasificar a algunos fondos mutuales y grandes administradoras de fondos como “sistémicamente importantes” y, por tanto, sujetos a reglas más estrictas– no habría ayudado en este caso. Ninguna de las firmas que ahora están en dificultades habría sido lo suficientemente grande para calificar. Los fondos pequeños indicaron grandes sacudidas en el 2007. Dado su riesgo explícito, sin embargo, la idea de que los fondos en quiebra de hoy son canarios parece más un embuste.


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