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CLAUDI PÉREZ DIARIO EL PAÍS

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cho años después del inicio de la Gran Recesión, Europa sigue metida en problemas. “La recuperación todavía es frágil: la crisis no se ha superado”, ha admitido hoy en el Parlamento Europeo Jean-Claude Juncker, el jefe de la Comisión Europea. Tanto Juncker como el jefe del Eurogrupo (la reunión de ministros de Finanzas de la eurozona), Jeroen Dijsselbloem, han pasado de puntillas por el llamamiento del presidente del BCE, Mario Draghi, acerca de la necesidad de “repensar” la pólítica fiscal de la eurozona. La frágil recuperación europea se apoya en el desplome de los preciós del petróleo y en una política monetaria expansiva que está acercándose a sus límites; Juncker y Dijsselbloem no apoyan, de momento, una política fiscal más activa. “La posición fiscal neutral de la eurozona es la adecuada”, ha afirmado el presidente del Eurogrupo. Dijsselbloem, sin embargo, ha puesto el dedo en la llaga: “Algunos países pueden hacer más que otros: los que tienen excedente presupuestario pueden invertir más”, ha dicho en un mensaje teledirigido a Berlín. La eurozona se ha propuesto activar una capacidad fiscal en el 2017: algo parecido a un seguro de desempleo común. “No hay consenso político todavía al respecto, pero hay que empezar a debatir ese mecanismo”, ha dicho el holandés. “No se puede dejar la política económica del euro solo en manos del BCE”, ha explicado. El PIB del euro se recupera, pero a un ritmo históricamente bajo respecto a otras recuperaciones, lastrado por las lesiones que ha dejado la Gran Recesión y en particular por un ejército de 23 millones de parados en la UE. Dijsselbloem ha destacado el desempleo “inaceptablemente alto” y el endeudamiento “excesivo”. Y

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en Estrasburgo (Francia), el 15 de diciembre del 2015. ha asegurado que la recuperación “está relacionada con factores externos, como la caída del precio del petróleo, que no controlamos”. Las recetas de Juncker y Dijsselbloem para salir de ese cuello de botella son más de lo mismo: reformas, el plan de inversión de Juncker y una política fiscal neutral, que los mandarines del euro se niegan siquiera a debatir, a pesar del llamamiento reciente al respecto de Draghi. “Tenemos que reabrir un debate sobre la política fiscal europea”, dijo hace unos días Draghi en Fráncfort. El BCE quiere que los países que acumulan desequilibrios sigan tratando de reducir el déficit y la deuda pública, pero considera que hay países (básicamente, Alemania y Holanda) en los que hay margen para acometer inversiones públicas y estímulos fiscales. Bruselas sostiene que las dos últimas crisis ya obligan a una cierta expansión fiscal: Francia y otros países van a gastar algo más en seguridad después de los últimos atentados (y es muy posible que ese gasto no compute para las metas de déficit) y Alemania va a tener que gastar también ante la llegada de un millón de refugiados. Es poco probable que eso baste en medio de turbulencias por la llegada de la crisis a los emergentes y los primeros síntomas de lío en los mercados, con varios hedge funds suspen-

diendo los reembolsos de sus partícipes, una situación que recuerda peligrosamente a la del 2007. No parece que haya nada más en la chistera de la política económica europea: Dijsselbloem se ha limitado a asegurar que la política fiscal “va a ayudar” a la reactivación, y ha pedido a los eurodiputados de Estrasburgo que no confíen en milagros: “La economía europea, tanto el Estado como las empresas y familias, está sobreendeudada, y se necesita tiempo para resolver las crisis de deuda”. El jefe del Eurogrupo incluso ha echado una palada de arena sobre el esquema de garantía de depósitos común presentado hace unos días por la Comisión: “Antes de mutualizar hay que reducir riesgos: limitar el riesgo soberano en los bancos”. “Reducir riesgos y mutualizar deben ir a la par”, ha dicho Dijsselbloem, que se alinea así cada vez con mayor claridad con el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, que se opone a la propuesta de Juncker y reclama que sus cajas locales (las sparkassen) se queden fuera de ese esquema. “Hemos cometido errores en los últimos años”, ha apuntado el holandés en un inusual mea culpa. Es posible que la inacción en la política fiscal sea uno más de esos errores en la coyuntura actual.

EITAN ABRAMOVICH (AFP)

El país

Argentina busca fondos para liberar el control cambiario esta semana VINCENT KESSLER (REUTERS)

Juncker: “No hemos superado la crisis económica”

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ALEJANDRO REBOSSIO-DIARIO EL PAÍS

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auricio Macri había prometido en marzo pasado, en plena carrera hacia la presidencia de Argentina, que el segundo día de su gobierno liberaría el cepo (control) cambiario que su antecesora, Cristina Fernández de Kirchner, había instaurado en el 2011. No pudo cumplir su promesa el pasado viernes, pero este lunes, en la conferencia anual de la Unión Industrial Argentina (UIA), anunció que lo hará esta semana. El retraso se explica en que está buscando préstamos para reforzar las debilitadas reservas del Banco Central, de modo a que pueda evitar una devaluación descontrolada del peso que acelere aún más la inflación (24%) y agrande la pobreza (21%). Hasta economistas cercanos a Macri reconocen en la intimidad que el impacto inicial de la depreciación del peso consistirá en una pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores. “Esta semana vamos encarar la salida del fin del fin, que es el cepo”, dijo Macri, que en sus orígenes fue un empresario de la industria del automóvil. El control cambiario fue instalado por Kirchner para evitar una devaluación, pero ha deteriorado la inversión en estos últimos cuatro años. Incluso el candidato presidencial kirchnerista en los últimos comicios, Daniel Scioli, proponía eliminarlo, pero de forma gradual, a diferencia de Macri, impulsor de una salida inmediata. “Lo estamos encarando y por suerte hay un enorme apoyo mundial hacia este cambio”, comentó el jefe de Estado argentino, de pensamiento liberal pero que promete proteger al sector manufacturero local. “Hay promesas de cooperación de países, del sistema financiero. El mundo nos está esperando”, añadió Macri. Por un lado, el Banco Central argentino negocia con bancos de inversión la colocación de un título por entre 5.000 millones y 8.000 millones de dólares. La autoridad monetaria de Argentina estaría exenta de las trabas legales vigentes en EEUU contra el Gobierno argentino por el desacato al fallo por el que la justicia de allí sentenció en el 2014 al país sudamericano a pagar a los ‘fondos buitre’. Sucede que los tribunales estadounidenses consideran que el Banco Central es una entidad independiente del Tesoro. Por otra parte, la autoridad monetaria busca asegurarse que en lo que resta de diciembre las grandes empresas exportadoras agrícolas, como Bunge, Cargill, Dreyfus y otras, se comprometan a liquidar ventas externas por 3.000 millones de dólares. Además venderían otros 7.000 millones hasta marzo próximo. Estas compañías deben comprar los granos a los acopiadores, que a su vez los adquieren de

Mauricio Macri, presidente de Argentina, este lunes en la conferencia de la industria de su país. manos de los agricultores. Otra fuente de financiamiento con la que especula la prensa argentina es un intercambio de monedas de la Reserva Federal de EEUU con el Banco Central argentino por 12.000 millones de dólares. Además, el nuevo embajador argentino en China, Diego Guelar, prevé ampliar en 2.000 millones el intercambio de monedas con el que el país asiático auxilió al Gobierno de Kirchner en el 2014 tras la crisis de deuda desatada por la sentencia norteamericana a favor de los “buitres”. Pese a todas esas gestiones en busca de dinero, a Macri le preocupa el impacto de la devaluación en los precios. Por lo menos eso le manifestó este lunes a los industriales en un país que, a diferencia de otros latinoamericanos, conserva un sector manufacturero de relativo peso en la economía. “Se necesita una actitud prudente y constructiva de todos. Les hablo a ustedes en términos de precios. Por más que no tenemos ningún (Guillermo) Moreno (el secretario de Comercio del Gobierno de Kirchner que controlaba férreamente los precios), tenemos las instituciones necesarias para corregir abusos de precios y voy a ser implacable con la evasión (fraude) impositiva y el descuido del medio ambiente”, advirtió Macri. El presidente argentino, que había anunciado por la mañana la eliminación de impuestos a la exportación agrícola, con la excepción del de la soja (principal cultivo del país), dijo por la tarde que haría lo mismo con los tributos que gravan las ventas externas de la industria. Su ministro de Producción, Francisco Cabrera, prometió suprimir las barreras generalizadas a la importación, pero crear nuevas para proteger a las industrias locales. De todos modos, Macri planteó la idea de especializarse en determinados sectores, en detrimento de otros: “Necesitamos un desarrollo industrial inteligente y sustentable. Si hacemos cosas no sustentables, la gente paga el costo. Tenemos que elegir el lugar que nos pertenece”.


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